Algo más, el doble.
Vuelvo a caer en la tentacion, esta vez con un conocido y me hace probar algo más
Después de varios intentos y varios fiascos con algún encontronazo de por medio con algún chico que no cumplió mis expectativas, estuve unos meses centrada en mi marido y a disfrutar del sexo en casa. Llegó el cole de los niños y con el, las reuniones de padres, madres, y grupos de wasap. En una reunión, terminamos en la cafetería tomando un café, y haciendo un pequeño grupo de algunos padres que terminamos la charla de forma distendida.
Después de esos primeros días, los cafés por la mañana se hacían habituales entre nosotros en un bar junto al cole. Al final cogemos bastante confianza entre varias madres que quedábamos cada día en el lugar y alguno más esporádico. Yo tomo café bastante rápido, pues salgo a correr un rato en esas primeras horas sin los peques y suelo acudir allí, con mallas y ropa de correr, que como toda esa ropa, es bastante llamativa. En esas primeras semanas del curso, mi ropa eran mallas piratas y top ajustado, con una chaqueta cubriéndome, que realmente me quitaba dentro del local. Uno de esos días, coincidí con un papá que no solía venir y con otras dos chicas que éramos de las habituales. David, con su americana azul claro marcando sus hombros anchos, algo mayor que yo según conocí en la primera conversación con él, sus miradas se perdían tras la taza de café en mi escote, ese primer día, casualmente bastante marcado por el top deportivo. Al día siguiente, en el café, allí estaba de nuevo entrando David, para acercarse a nosotras. De nuevo americana, camisa desabotonada en su primer botón y pantalón vaquero, marcando un bonito trasero que hasta ese día no había visto en plenitud. Sus ojos aún más descarados que el día anterior, volvían a buscar mi pecho, bien marcado pero con menos escote que el día anterior. Yo empecé a tomar interés por esas miradas, saber si eran simple vistazo a mi cuerpo, o como parte de algún juego más provocador conmigo, en busca de alguna respuesta por mi parte. Quedamos para el día siguiente al café, pues la recogida de su hijo, lo hacia su mujer. Una chica algo más joven que él, rubia, marcada de curvas y bastante mona.
Allí estaba yo, el siguiente día. Mi camisa blanca dejaba a la luz el conjunto blanco de encaje que lucía para la ocasión, de forma premeditada, pero que se decidió de forma espontánea en mi dormitorio apenas unos minutos antes: nada de sport. Hoy taconazo. Allí con mi jeans lavado y mi camisa blanca, entre en el bar. Nada más llegar de nuevo su mirada a mi escote, esta vez preparado totalmente para ser observado en su esplendor.
- ¿Hoy no corres?
- No, tengo una cita en el médico
- Vaya, yo que vengo al café solo para verte en mallas, jajaja – me dijo
Yo le sonreí sabiendo que no me había quitado ojo en el ratito que llevábamos juntos y apuramos el café. Nos quedamos los dos solos según iban saliendo las otras mamás.
- Un día voy a elegir yo donde tomamos café
- ¿Donde ¿
- ¿Mañana quieres venir?
- Venga
- Mañana quedamos aquí y vamos en mi coche.
¿Pero qué había pasado? Le conozco solo hace unas semanas, del colegio, y ¿quedo en ir a tomar café donde me quiera llevar?, pues sí, todo el día estuve con el debate en la cabeza, ¿voy, no voy?, ¿me presento como otro día más al cole, me pongo más sexy para él de lo normal?….no no, no, no puedo, me verán subir las otras madres y me tildarán de golfa... pero fui.
A la mañana siguiente, nada que pudiera hacer entender nada raro, mis mallas de running negras, mi chaqueta verde lima, mi top negro de hombreras, nada especial. El apareció con su americana y su porte, le veía grande, fuerte, me gustaba.
-¿vamos?
-Venga, contesté
Nos dirigimos andando mientras charlábamos del colegio, los niños, lo típico de nuestras conversaciones del café. Había aparcado unas calles más abajo por discreción, cosa que agradecí, llegando hasta su coche. Un todoterreno grande, negro, limpio por fuera y que al abrir la puerta y sentarme pude comprobar que dentro también lo estaba. Arranco y comenzó a conducir hacia las afueras de la ciudad, la conversación de antes, se convirtió en una un poco menos convencional, me preguntó por mi afición a correr, la distancia que recorría, si iba sola con esas mallas… ahí derivó la conversación a temática más acorde a la situación.
- ¿Qué les pasa a mis mallas?
- Nada, son perfectas, te hacen resaltar tu culo.- Me dijo
Reí su insinuación y se lo agradecí. Condujo unos minutos más entre bromas hasta una cafetería alejada con un mirador bastante coqueto sobre la ciudad. Entramos ante la mirada del camarero que saludo a David efusivamente.
- Vengo todas las mañanas a desayunar, hasta el día que conocí tus mallas – dijo
La verdad el local estaba bastante bien, lo conocía de pasar por allí, pero nunca me paré. Tomamos el café y seguimos con la conversación anterior. Hasta que decidí tomar las riendas:
- Entonces ¿te gusta el culo que me hace?
- Vaya, - dijo sorprendido- me encanta el culazo que te hace
Me quite la chaquetilla que llevaba, quedándome con el top ajustado de manga corta, uno con un escote a pico bastante pronunciado.
- Veo que también te gusta otra cosa
Me contestó con una sonrisa que era lo primero que se había fijado, para después preguntarme por cómo me había parecido él. Le conteste sinceramente. Un hombre atractivo y bien vestido, interesante. Y la próxima vez que me trajera a estos sitios tan elegantes, me lo confirmara para no venir él con la americana y yo con el traje de correr que parecía me había recogido en algún lugar de la carretera.
- ¿Mañana repetirías?
- Por mí no hay problema- contesté
Recogimos charlando más distendidamente nuestras cosas y nos dirigimos al coche de nuevo.
Al sentarnos, no pude más que fijarme por el bulto de sus pantalones, que me avisaba que le había puesto nuestra conversación y que no tenía mala pinta lo que escondía. Me llevó hasta cerca del colegio y al despedirnos me dijo que si podía ponerme la camisa del otro día, que le encantó y no desentonaría.
- Perfecto - terminé por decirle.
Bajé del coche y empecé con mi rutina de correr hasta mi casa.
A la mañana siguiente, me puse una bonita falda negra, mi camisa blanca sugerida por David y cambie mi ropa interior a negra. Bien visible para mí. Me mire en el espejo y me vi divina. Demasiado para un miércoles ir al colegio. Me puse mi chaquetilla de cuero negro y Salí dirección al colegio. Deje a los peques y me dirigí hacia el lugar donde él aparcaba el coche. Venia tras de mí. Nos dimos dos besos y subimos al todoterreno. Mi falda, al subir al coche, se subió a algo más de medio muslo y David, descaradamente, miró
- Bonitas piernas
- Calla bobo, como que no las tienes vistas
Llegamos a la cafetería y allí, descubrí mis cartas. Quite mi chaquetilla y mis pechos encerrados en el sujetador negro, destacaban bajo la tela blanca de mi camisa de botones, al que había desabrochado el primero de nuevo. Su mirada no se cortaba en revisar cada rincón del escote-
- Vaya, esto es aún mejor que lo del otro día
- ¿Te gusta? – pregunte sabiendo su respuesta
- Ufff, no te lo podría decir
Reímos ambos y me comento, que el camarero iba a tirar el café porque no me quitaba ojo. No me importaba, si me pongo así, sé que los hombres se fijaran, me gusta sentir las miradas en mi pecho, en mi culo cuando voy a correr, me gusta.
- Pues tendrás que llevarme a otro sitio la próxima vez.
Se quedó un poco parado. Pero se notaba que no era la primera vez que tenía una chica fuera de su matrimonio y contesto rápidamente. El próximo café en mi oficina, no es bueno, pero tengo unas vistas muy bonitas desde el rio, y no hay miradas indiscretas.
Las miradas eran ya muy descaradas, los sorbos de café apuraban las tazas y me dijo, cuando vayas al coche, no te pongas la chaqueta. Así hice. Las miradas de los otros clientes me encendieron.
Subimos al coche, pero esta vez no arranco. Se giró hacia mí y me puso la mano en el muslo mientras me preguntaba si quería el café de su oficina. Asentí. Arranco el coche mientras me miraba. Su mano volvió a mi pierna acariciándola. Las curvas del camino de vuelta hicieron volver sus manos al volante.
El silencio se apodero del coche los minutos posteriores. Aparcamos en una calle frente al edificio donde está su oficina. Bajamos del coche y entramos. Su despacho daba al rio, junto a una calle apenas transitada por algún que otro turista. El ventanal abierto daba una luz interesante al habitáculo. Me senté en el sillón mientras el comprobaba el ordenador portátil y encendía la cafetera.
- No hagas café por mí – dije. Estoy bien así.
Me parecía súper morboso, aquel hombre apenas conocido de hace unas semanas, bien posicionado al parecer por su despacho y su coche, me atraía, se le veía poderoso.
- ¿Te gustan las vistas?
Me acerqué al ventanal a comprobar lo realmente bonito del paisaje. Se acercó por detrás de mí y comprobó con sus manos lo ceñido de mi falda en mis caderas.
- A mí me encantan. Me dijo mientras subía sus manos a mis pechos y empezaba a desabotonar mi camisa.
A los pocos segundos estaba sobándome con sus manos grandes, que cubrían la totalidad de mis pechos, por encima del sujetador. Sus dedos grandes, recorrían el encaje que decoraba mi escote, para amasarlos y volver a tocar con suavidad. Mis pezones se podían notar perfectamente a través de la fina tela que los cubría. Mi cabeza se echó para detrás, dando por buenos sus toqueteos. Mi melena hacia mi espalda, dejaba completamente libre la visión de mi pecho. Sus manos bajaron hacia mi vientre, con la única intención de subir de nuevo, esta vez colándose por debajo de las cazoletas del sujetador para sentir de nuevo sus manos, esta vez directamente sobre mi piel, destrozándome de placer, al sentir sus dedos pasar uno tras otro sobre mi pezón. La ventana que bien, si daba sobre una calle poco transitada y mirando al rio, provocaba en mí un morbo añadido, estaba disfrutando de nuevo de unas manos desconocidas que al dejar el calor de mis tetas, para arrancarme literalmente la camisa del cuerpo, me apoyaron contra la ventana para desabrochar mi sujetador. Notaba el frio cristal sobre ellos, lo que provocaba una erección enorme de mis pezones. Lejos de molestarme, empecé a mover mis caderas, mientras bajaba mi sujetador, haciendo que mis pechos describieran su movimiento en los cristales. Me giro bruscamente para dejarme frente a él. Me miro de arriba abajo, disfrutando de mi desnudez parcial. Se alejó al sofá que tenía junto a la mesa de la cafetera, dejando su americana bien colocada, se sentó. Dejé el frio cristal a mi espalda dirigiéndome hacia él. Apoye mis manos en el respaldo del sofá, dejando colgar mis tetas frente a él, propinándole un beso húmedo, sus labios, su lengua, provocaban en mi un efecto excitante, besaba muy bien, su lengua y la mía jugueteaban, mientras sus manos agarraban mis pechos de nuevo, jugando con maestría. Me coloqué a horcajadas sobre sus piernas, notando la dureza de su entrepierna al instante bajo esos pantalones, que sumados al maravilloso trabajo de sus manos en mis tetas, y su caliente beso, acabaron por derretirme para él. Su seguridad me tranquilizaba, pero a la vez me ponía encendida. Termine por recrearme moviendo mi culo sobre su entrepierna, para acabar el beso, con la lengua fuera de nuestras bocas mientras me deslizaba hacia el suelo hasta quedar de rodillas ante el. Desabroche su cinturón ante su pasividad, y baje su cremallera. Masajee por encima de su calzoncillo lo que ya parecía ser una buena herramienta. Deslicé sus pantalones hacia abajo ayudado por el pequeño movimiento de su cadera hacia arriba y baje sus calzoncillos también. Quite de sus pies los calcetines y saque su ropa, todo mientras miraba fijamente su morcillona polla. Era bastante grande, pero sobre todo era gorda. Disfrutaba de su visión, mientras con mi mano se la acariciaba. Apenas podía agarrarla con toda la mano, era la más gorda que había visto, y aun le faltaba estar preparada para mí. Con suavidad, me la metí en la boca todo lo que pude, llenando mi boca. La ensalivé bastante al tener que abrir tanto mi boca, sus huevos eran gordotes, cayendo por el efecto de la gravedad sobre el sofá. David se desabrochaba la camisa apareciendo un pecho bastante velludo y trabajado por el gimnasio, moreno, sin exceso, bajando hasta su entrepierna bastante bien arreglada, dejando sin pelos sus pelotas. Saque lo que ya apenas cabía en mi boca, para lamerla de arriba abajo, repartiendo mi saliva por todo aquel tronco, llegando a sus testículos, lamiéndolos, levantándolos con mis manos, para lamer bajo ellos, cosa que le hizo resoplar y noté como su polla se tensaba aún más ante mí. Volví a subir hasta su glande, completamente descubierto y de un tamaño similar al del resto de su pene. Apenas podía hacerme con el glande en su boca, pero seguí haciéndole una mamada. Me retire, y acerqué mis tetas a él, atrape su polla con ellas, y la masajee, apretando fuerte con mis manos, para que su piel la cubriera y se retirara completamente. Pasados un minuto, me retiré. Me levanté y quite mis zapatos, desabroche mi falda bajando lentamente la cremallera de mi cadera. Veía como se estaba tocando mientras me miraba dejando caer la falda a mis pies. Braguita brasileña negra, encaje, con la parte trasera casi transparente con una pequeña sorpresa, un corazón abierto dejando ver el comienzo de mis nalgas. Me gire, me agache con las piernas rectas a recoger mi ropa del suelo. Dejando ver mi sexo ante el, tapado por una fina tela, que ya dejaba ver mis fluidos empapándola. Me agarro fuertemente y me tumbo sobre la mesa de trabajo, fría, de nuevo mis pezones lo agradecieron, me arranco la braguita y apareció mi sexo completamente depilado ante él. Agachó su cabeza entre mis muslos y con sus manos abría mi sexo, rosado, húmedo, lamia fuertemente, me gustaba, Yo empecé a acariciar mis pechos con mis ojos cerrados, dejándome disfrutar del sexo. No tardó mucho en cansarse de jugar solo con la lengua, y en esa posición, se acercó con su polla a mi entrepierna, insertándola de un golpe, primero hasta la mitad, abriéndome por dentro, sintiendo un gran placer en cada embestida mientras mi coño se hacía a su grosor, poco a poco la notaba más dentro, y a los pocos segundos, ya notaba sus pelotas golpeándome rítmicamente en mi perineo. Eso me encanta. Pero lo que realmente me encantaba era notar su paso abriéndome bien dentro de mí. No cruzábamos casi ninguna palabra, estábamos dedicándonos a follar. Mi primer orgasmo llego rápido, lo acentué tocando mi clítoris frenéticamente mientras me embestía una y otra vez. Me quede extasiada tras ese primer clímax, pero no paro de embestir al mismo ritmo, llevándome a otro orgasmo casi de continuo. Al notar ese segundo, el salió de mi para cogerme de la mano y llevarme hasta el sofá. Me coloque a cuatro patas, y me volvió a insertar su miembro, esta vez completamente a la primera. Notaba mis fluidos correr por mis piernas hasta las rodillas, lubricando bien su polla en cada embestida. En esa postura a mí me cuesta disfrutar y más cuando es de un tamaño como el suyo, por lo cual le pedí parar un segundo. Me tumbe boca arriba en el sofá, invitándole a tumbarse sobre mí. Lo hizo. Notaba todo su cuerpo sobre mí, todo su peso, el sudor, me hacía disfrutar con los cinco sentidos de un hombre tan grande. Notaba todo su peso en cada movimiento ya bastante fuerte,
Voy a correrme- me dijo al fin.
En mis tetas, córrete en mis tetas. - Casi suplicando le pedí
Se sacó su polla y en un momento, grandes chorros de semen llenaban mi vientre, mis tetas, caía por mi cuello hacia el sofá. Estaba con los ojos cerrados, terminando de sacar la leche de su polla, sudado, me había casi excitado de nuevo.
Se levantó, y puso su polla en mis labios, lamí como un helado que se derrite poco a poco, limpiando lo poco que quedaba en él de mis jugos y de sus gotas de semen que aparecían en su glande mientras la estrujaba de su base.
- Vaya María, que bueno
- Si, ha estado genial, me encanta como me lo has hecho. Dije
- Cuando quieras repetimos.
- ¿Mañana? Y reímos los dos.
Nos despedimos en la puerta después de habernos vestido, él tenía una cita con unos clientes y yo debía pasear hasta coger un autobús que me llevara a mi barrio, no sin antes citarnos para tomar café al día siguiente en el colegio y ver cuando se podía repetir.
Repetimos un par de veces más en el plazo de un mes, en el cual habíamos hablado bastante de ciertas fantasías. Un día, me invito a su casa, bastante cercana a la mía, pues su mujer se había marchado a ver a su madre y tardaría en llegar.
Abrió la puerta de la casa, bastante moderna en su decoración, minimalista en su mobiliario. Pase al salón empujado por su mano en mi cadera, donde pude comprobar que teníamos compañía. Un hombre de edad algo mayor a la nuestra, vestido impecable, pelo canoso, se levantó para recibirnos al entrar. Bastante guapo, rasgos marcados en la cara, afeitado perfecto y olía muy bien como comprobé al acercarme a darle dos besos. Me presentó a Luis, un amigo y cliente de David. Acababan de cerrar un negocio y estaban tomando una copa. Me senté a su lado en el amplio sofá de cuero blanco mientras David me servía una copa. David me dijo que Luis era un hombre de negocios que se conocían desde la época de la universidad, casado como nosotros y que le gustaba mucho las mujeres de otros. Me iba dando cuenta que el encuentro no era casual, no me había adelantado en mi llegada al final del cierre del negocio, era parte del encuentro en su casa. No me molestó, la excitación del momento de ir a casa de mi amante, me hacía de ver la parte más morbosa del encuentro. Era algo que me hubiese gustado organizar con él, pero seguramente nunca hubiese sucedido de no ser forzado. Ese día, yo vestía un jersey de cuello a pico rojo sobre jeans y botas de tacón. Al quitar el pañuelo del cuello, ambos me miraron sin tapujos al escote. Algo que no me pasó desapercibido, pues esperaba esa reacción desde el momento de ponerme ese jersey, ayudado por un sujetador push up, que me resaltaba aún más el busto.
- Propongo un brindis – dijo David mientras se ponía en pie.
- Por los negocios, y sus celebraciones- dijo mientras levantaba el vaso
Luis y yo hicimos lo mismo. David me cogió de la cintura y mientras juntábamos los vasos me agarro fuerte del culo. Bebimos los tres y David me dio un beso en los labios sin ningún titubeo por mi parte. Nuestras lenguas se juntaron durante unos segundos. Luis se retiró a quitarse la chaqueta y colgarla en el perchero. Mis sospechas eran ciertas, no se iba a ir. Apenas acabamos el beso, dejamos la copa en la mesa, volvió a cogerme de la cintura para volver a besarme, ahora sus manos se perdían bajo mi jersey por mi espalda, mientras su lengua recorría toda mi boca. Luis se mantenía en un segundo plano, mirándonos, en pie con su copa en la mano. Parecía estar esperando alguna señal para acercarse a nosotros. Esa señal pareció ser cuando las manos de David subieron mi jersey y mis manos se elevaron sobre mi cabeza para dejar paso libre a la prenda y dejarme en sujetador ante mi amante y su amigo. Mi sujetador blanco, con una ligera puntilla sobre las copas, hizo las delicias de David, mientras seguía besándome notando sus manos sobre mis jeans. Note también otras manos sobre mis caderas que provenían de mi espalda. Luis puso sus manos delicadas en mí, subiéndolas por mi cuerpo casi hasta topar con los brazos de David. Gire mi cabeza y lo sonreí
- ¿Y esto? – dije con una entonación que hacía ver perfectamente que no me molestaba
- Esto es un premio a mi cliente. Es que hablé de ti y quería conocerte.- Me dijo David
David con su intensidad habitual, me giro sobre mí, para quedar con sus manos en mi cadera, dándole la espalda, y frente a mí, Luis, que miraba fijamente a los ojos con sus ojos azules, mientras posaba sus manos en mis pechos. David, aprovechó para desabrocharme el sujetador y en los movimientos de las manos de Luis, termino por sacar mis tetas de él. Tiro suavemente de las cazoletas y me lo acabo de quitar. Lo tiro al suelo y sus manos volvieron a tocar mis pechos, con un movimiento circular que me encantaba. Notaba las otras manos, recorrer mi cintura hasta encontrar el botón del pantalón, que con poca dificultad, David soltó. Bajo la cremallera y deslizo la mano hasta mi tanga. Luis había metido mi pezón en su boca y chupaba, lamia y golpeaba con su lengua, haciéndome gemir. No había pensado que sentir tanto estímulo a la vez en mi cuerpo me iba a dejar en ese estado casi de sumisión. Sentía como bajaban mis pantalones hasta los tobillos, apareciendo un minúsculo tanga blanco casi completamente transparente mientras la cara de David se introducía entre mis nalgas para lamerme. Luis seguía lamiendo y manoseando mis tetas mientras me decía lo buena que estaba, David no era de muchas palabras, pero Luis no era igual. Levante un pie, luego el otro y así termino de sacarme la ropa, dejándome casi desnuda, a falta del pequeño tanga. La lengua de David casi alcanzaba mi ano, empujándome de la espalda para que me agachara y facilitara su labor. Lo hice. De esta forma, Luis tuvo que dejar de lamer mis tetas, para plantarme un morreo intenso, lamiendo incluso por fuera de los labios, una y otra vez, mientras sus manos sopesaban mis pechos vencidos hacia delante por mi posición. Un gemido más intenso salió de mi boca ocupada por la lengua de mi nuevo amante al sentir como la lengua de David tocaba mi sexo descubierto al apartar la tira con las manos. Luis se apartó, quito su camisa lentamente mientras me miraba ser devorada, apareciendo un torso bien definido, apenas cubierto de pelo alrededor del ombligo, desabrocho su cinturón, su pantalón y los bajó de una vez, arrastrando sus calzoncillos y apareciendo su sexo directamente ante mí. No era tan grande ni gorda como la de David, pero no estaba nada mal. Completamente depilado, con apenas un poco de vello en las piernas, muy apetecible. Se acercó a mí y puso mi mano en sus pelotas, mientras me volvía a besar. David se levantó, y empezó a desnudarse, ocasión que aprovecho Luis para acercarme sin dejar de besarme, caer sobre el sofá, y decirme
- Cómeme la polla, que David me ha contado que lo haces muy bien
Me agache de rodillas y me metí de una vez, toda su polla en la boca, jugando dentro de mi boca con la lengua en su prepucio y haciéndole de gemir en cada repaso con la lengua. Se endurecía bastante y comenzó a mamársela subiendo y bajando, mientras el no dejaba de suspirar. David se sentó a su lado y puso su rabo, mucho más gordo en mi lengua. Cambie de caramelo y ahora lamia a David mientras Luis se tocaba sus huevos mirando como entraba y salía de mi boca la polla de su amigo. Intercambiaba una y otra en mis labios mientras con la mano masajeaba ambas intentando no caer. Ahora me veía masturbando a dos hombres, chupando ambos rabos desnuda ante ellos, uno apenas lo conocía y a otro no lo había visto antes, me sentía muy guarra, pero disfrutaba de serlo. Deje ambas pollas para ponerme de pie y bajar mi tanga, que tire sin mirar donde caía,
-Vamos al dormitorio, ordenó David
Asentí, y me dirigí según me dijo David por las escaleras, viendo como me seguían mis dos amantes.
La cama estaba hecha, una mantita de leopardo doblada sobre un edredón blanco, un espejo de pie junto al baño, todo colocado. Una foto de la mujer de David presidia la mesilla de la derecha, pero la cama la presidia yo. Tiramos la ropa de cama al suelo, dejándola desnuda, dejándome caer sobre ella, a la vez que mis dos amantes se acercaban a mí. Luis me comía la boca de nuevo poniendo su cuerpo junto al mío, mientras David, directamente bajo a mi entrepierna, lamiendo mis muslos, mientras con las manos abría mis piernas separándolas. Lamio mi sexo de abajo hacia arriba, gimiendo sin reparo, como me gusta. Luis se colocó de rodillas, poniéndome su polla en la boca que no me quedó más remedio que chupar, mientras agarraba con la mano su culo. David, lamia mí ya abierto sexo dentro de mis labios, notando como su lengua se introducía por mi vagina, dándome un placer maravilloso, al notar como su dedo índice se introducía por mi ano, ayudado por mis líquidos que caían de mi sexo y de la saliva de David. En ese momento, estaba siendo lamida en mi sexo, mientras un dedo jugaba en mi ano, unas manos jugaban con mis pechos y una polla jugaba a follarme la boca. Luis la saco, sentándose sobre mi cara para poder lamer sus pelotas. David, saco su lengua de mí, y se dispuso a introducirla en mi coño. Despacito, notaba como me abría por dentro, no me acostumbraba a esa sensación de estar llena, notaba cada centímetro que se introducía, mientras Luis se quitó de esa posición, seguramente por no pasarse de excitación. Se dedicó a lamer mis sonrosados pezones, hinchadísimos por el momento, tremendamente sensibles, arrancándome otro sonoro gemido. A los pocos segundos tuve mi primer orgasmo. Me encanta poder gritarlo,
- Me corro-
Mientras arqueaba mi espalda fruto de la intensidad. Me dejaba con las piernas temblorosas. David continuaba con un poco más de intensidad, agradeciendo mi orgasmo con alguna palabra que apenas pude escuchar. Saco la polla de mi interior y le dijo a Luis, venga, te toca.
Luis cambio la posición de David. Su polla se introdujo en mi interior. No era lo mismo, el placer que me provocaba no alcanzaba lo que sentía antes.
Vaya que abierto lo tiene esta zorrita
- Vas a tener que hacer otra cosa – dijo David
David saco de su mesilla dos preservativos, se lo colocaron todo lo rápido que pudieron y se acercaron a mi ambos. Luis colocó de nuevo su polla en mí, y empezó a follarme de nuevo, mientras David se masturbaba mirándonos. Saco su polla de mi interior y la dirigió a mi ano. Un poco de lubricante en la mano, y empezó a follarme el culo despacito, levantando mis rodillas para facilitarle la labor. Empezó a moverse rápidamente, notando como mi interior se adaptaba a ese cuerpo poco a poco. No me dolió, me gustaba, disfrutaba del sexo. David dijo que parara y paro. Saco su polla de mi culo y dejo a David.
- No no no… no me metas eso por ahí David.
- Me lo prometiste – dijo
- No te va a caber.
Hizo oídos sordos a mi petición y puso su glande sobre mi dilatado ano, que por raro que me pareció, introdujo sin mucha dificultad y provocándome menos dolor de lo esperado. Lo que se multiplico, al introducirse poco a poco por mi interior. Me molestaba mucho, pero David no escucho mis palabras. Empezó a acompasar con sus caderas el movimiento de su polla dándome por el culo por primera vez para él. Pero no duro mucho.
- Gírate - me dijo.
Me puse a cuatro patas sobre la cama esperando seguir, pero Luis se coló bajo mis piernas, colocándose bajo de mí. Me deje caer introduciéndome su polla. Ya lo entendía, iba a recibir por los dos agujeros a la vez. David aprovecho esa posición para volver a meterla en mi culo. Despacio. Ahora si notaba un placer que no puedo describir. Notaba como en cada movimiento de David, pues Luis no se movía, rozaban los dos dentro de mí, esa sensación me hizo reventar en un orgasmo que al momento me hizo caer sobre el pecho de Luis, besándome, mientras David volvía a la carga. Ahora con mucha más intensidad, le notaba gemir, Luis resoplaba junto a mi cara. David se corría en mi interior, no bajó su intensidad mientras lo decía, seguía dándome fuerte hasta sacarla de golpe. Su condón estaba lleno de su esperma. Luis empezó en ese momento a moverse de nuevo. David se acercó a que le lamiera su polla aún hinchada mientras Luis sacaba su polla de mí. Salió de debajo de mi cuerpo mientras quitaba su condón. Se dirigió a mi cara mientras yo aun de rodillas le lamia a David, y se corrió sobre mi cara, unos grandes chorros me golpearon en la cara y en la polla de David. Agotada, termine de lamer a David y limpiarla del semen de Luis, despacio, saboreando esa gran corrida, con mi lengua repasando una y otra vez todo su glande, aun hinchado.
- Vaya, sí que era un buen negocio esta chica- dijo Luis
- Ya te dije que lo pasaríamos bien. Contesto David
Yo les miraba sentada en la cama con una sonrisa, completamente desnudos los tres, comentábamos lo bien que lo habíamos pasado. Les dije que era la primera vez que estaba con dos hombres a la vez, y que me habían dejado exhausta. Bajamos las escaleras hacia el salón, y nos vestimos.
De vuelta a casa, me dolía todo el cuerpo, una mezcla de satisfacción, molestia y también decirlo, culpa, me recorría todo el cuerpo. A la mañana siguiente en el café, todo eso había pasado.