Alfredo

Mis anteriores infidelidades van a pasarme factura.

Alfredo

Hola. De nuevo he encontrado un hueco para contarles la continuación de mis aventuras e infidelidades, no siempre buscadas aunque tampoco rehuidas.

Para aquellos que no hayan leído mis historias anteriores, solo un par o tres de líneas para presentarme:

Mi nombre es Eli, tengo 43 años, estoy casada con Santi desde hace 15 y tenemos dos hijos de 10 y 13 años. Vivimos en las afueras de Madrid. Físicamente estoy de muy buen ver: rubia de larga melena, mido un metro setenta y cinco, peso 58 kg, pechos pequeños y  firmes, culo redondeado y caderas esbeltas, … y una piel siempre morena, en invierno y verano.

Esta vez, el episodio que deseo contarles sucedió poco después del que les narré en mi anterior relato (ver El Partido).

Sucedía un día de inicios de octubre de 2009.

Estaba sola en casa, mi marido había salido hacia la oficina, y como muchas mañanas, se había llevado los niños a la escuela, pues el colegio le cae de camino del trabajo.

Había acabado de recoger los platos del desayuno cuando oí que llamaban a la puerta de entrada.

Vestía una camiseta nike blanca y unos shorts ajustados y cortos, también blancos y de la misma marca  (tenía previsto salir a correr un rato por la urbanización), por lo que me acerqué a la entrada sin hacer ningún amago de cambiarme.

Abrí, y me encontré frente a un chico de unos 18 o 19 años, con una mochila en la espalda y una sonrisa en la boca. Su cara me parecía conocida pero al momento no conseguí ubicarla ni en el tiempo ni en el espacio.

-          Buenos días – dije, amablemente

-          Buenos días Eli – contestó – quizás me recuerde, estaba en el vestuario del campo de futbol donde su hijo se lastimó hace tres semanas.

En ese momento le recordé, era uno de los dos mocosos que vaciaron todo su semen en todos mis orificios en tan desafortunado día.

-          Me he tomado la libertad de venir hasta su casa para entregarle esto – me mostró mi carnet de conducir, - se le cayó el otro día en el vestuario. Como vivo cerca, he pensado en pasar a entregárselo de camino a la facultad.

-          Muy amable, …. Gracias… perdona, no recuerdo tu nombre – dije titubeando

-          Alfredo – contestó él.

-          ¡A si!, Alfredo, muchas gracias de nuevo por haberte tomado la molestia. La vedad es que no lo había echado en falta… solo lo saco de la cartera cuando me lo piden los de tráfico, je, je,…

-          No hay de qué Eli, un placer verte de nuevo… - dijo -. Quería también enseñarte un par de cosas que creo pueden ser de tu interés.

En ese momento sacó de su bolsillo un móvil, un iphone, lo encendió y lo puso frente a mí. Pude ver como empezaba a pasar un video, muy movido al principio, pero que cuando se estabilizaba mostraba a una mujer de espaldas, siendo follada por detrás por un hombre blanco y por la boca por uno de color. El vídeo duraba un par de minutos y al final, los jadeos de los dos hombres y la mujer se mezclaban en un grito continuo de varios segundos, hasta que cesaba por completo. En ese momento la imagen daba la vuelta alrededor de la mujer, se acercaba a su cara para mostrar el momento en que de su boca salía la polla del chico de color y como la limpiaba y como tragaba los restos de semen que de ella se desprendían.

La imagen no era muy buena pero, … ¡Dios mio! … se veía claramente que era yo la mujer del video.

-          Buena eh! – dijo Alfredo. – Lo cierto es que me parece tan buena que hace un par de semanas que le estoy dando vueltas a colgarla de internet.

Yo estaba como paralizada, me costaba entender y seguir los acontecimientos que habían sucedido en los últimos tres minutos.

Cuando fui capaz de recobrar el sentido de quien era, donde estaba y lo que sucedía (no sé si transcurrieron segundos o minutos, pero a mí me pareció una eternidad) fui capaz de articular las primeras palabras

-          ¡No puedes hacer eso Alfredo!, arruinarás mi vida y la de mi familia

-          No son problemas de mi incumbencia Eli – contestó -, pero estoy abierto a otras propuestas que me compensen el no poder gozar de la satisfacción de ver un video como éste, filmado, dirigido y protagonizado por mí, como centro de la admiración de mis amigos … ¡ y de toda la red! Jajaja…

-          Te daré lo que desees, haré lo que me pidas, pero ¡por favor, no publiques el vídeo! – dije sollozando -

-          Bien, sabía que si te contaba mi dilema me ayudarías a solucionarlo – dijo Alfredo -. De las opciones que me ofreces, estoy más interesado en lo que puedes y vas a hacer por mí, que en lo que puedas darme. Por el momento déjame pasar y hablamos tranquilamente unos minutos más, no puedo quedarme mucho tiempo. Mi primera clase empieza en media hora.

Me eché a un lado, le dejé pasar al vestíbulo de casa y cerré la puerta tras él.

-          He de acabar de pensar en las condiciones de nuestro trato, pero por el momento necesito una muestra de buena voluntad por tu parte. ¡Desnúdate!

-          ¡No, por favor!, no me hundas más en mi humillación – supliqué –

-          Hace un momento te ofrecías a hacer cualquier cosa, y lo primero que te pido ya lo cuestionas. Mejor que me vaya y no perdamos más el tiempo. Te pasaré la URL donde podrás tu también disfrutar de tu video en internet.

-          ¡Noooooo!, espera, haré lo que quieras, sin dudar, sin protestar,

-          Veamos pues – dijo- ¡Desnúdate!

Cerré los ojos unos instantes y empecé, sin abrirlos a quitarme mi camiseta, notando como mis pechos saltaban libres hacia adelante, pues no llevaba sujetador.

Baje mis manos hasta la cintura y empecé a bajarme los shorts, levanté los pies alternativamente, los cogí y los deje encima del mueble-recibidor. En ese momento abrí los ojos y volví a mirar a Alfredo.

-          El tanga también Eli – fue todo cuanto dijo con su sonrisa de depravado pajillero postadolescente

Me quité el tanga siguiendo los mimos pasos que con mis shorts y lo dejé al lado de éstos.

Ahí estaba yo, de nuevo desnuda ante Alfredo, mostrando mi cuerpo diez a un mocoso que seguramente cada noche se hacía una paja viendo videos en páginas guarras de internet.

-          Date la vuelta y apoya tus manos en esa silla – dijo señalando una silla baja de estilo Luis XVI que tenemos en el vestíbulo.

Me di la vuelta, apoyé las manos en la silla y quedé encorvada, con mi culo elevado frente a él, dispuesto para lo que él deseara, que, no se me antojaba fuera a ser muy original.

Efectivamente, oí como se desabrochaba el cinturón, se bajaba los pantalones y sus bóxers y, sin ni tan solo quitárselos se situaba detrás de mí.

Noté su mano acariciando mi coño rasurado que, lamentablemente y en contra de mi voluntad, empezaba a estar húmedo. Resiguió mis labios vaginales, buscó y acarició por unos segundos mi clítoris y acto seguido noté su dedo introduciéndose en mí.

Estuvo junado con su dedo dentro de mí unos instantes para retirarlo y situar a la entrada de mi vagina algo más gordo, algo que empezó a hacer presión y a abrirse camino dentro de mí mientras arrancaba de mi boca mis primeros suspiros de placer.

Hundió lentamente su polla en mi coño y cuando alcanzó el final empezó a bombear lentamente, agarrándome por mis caderas y moviéndome  hacia adelante y hacia atrás para sacar y volver a clavar su sexo en mis entrañas.

El ritmo fue aumentando y también nuestros jadeos, hasta que al cabo de unos instantes, nuestros jadeos aumentaron de volumen y noté como me llenaba mi vagina de su abundante semen al tiempo que mis piernas empezaban a flaquear a causa del orgasmo que acababa de experimentar.

Sacó la polla de mi, me incorporó para acto seguido arrodillarme ante él y ordenarme que le limpiara con la boca su polla. Me la introduje toda sin problema, empezaba a estar flácida, y la limpié a conciencia, tragando, aunque no me lo había pedido (¿me estaré convirtiendo en una puta?) los restos de su semen.

-          Gracias Eli. Creo que si, que podrá haber trato entre nosotros. Nos veremos pronto y discutiremos los términos del mismo. Ahora me voy, llego tarde a la facu.

Abrió la puerta y salió corriendo en dirección a la parada de autobús.

Me quedé de pié en el vestíbulo, frente a la puerta abierta, desnuda y con el semen de Alfredo goteando por mis muslos mientras lo veía alejarse.  Cuando desapareció cerré la puerta temiendo y a la vez deseando (definitivamente sí, empiezo a tomar consciencia de la puta que hay dentro de mi) el próximo encuentro y los términos del trato con Alfredo.