Alfredo (1)

Despues de siete meses de noviazgo, por fin nos entregamos al placer

Esa tarde lluviosa de agosto estaba yo esperando el autobús afuera de la empresa para la cual en aquel entonces prestaba mis servicios como practicante universitaria y ahí estaba mojándome con lo que parecía una fuerte brisa.

Ese día vestía jeans azules, una blusa negra de manga larga y cuello de tortuga, botas negras de tacón alto, bolsa negra de medio círculo grande donde llevaba artículos personales y de escuela, un abrigo gris Oxford y una gorra tejida tipo boina en el mismo tono complementaban mi otoñal atuendo. Maquillaje discreto, el cabello recogido en una coleta baja y una carpeta en la mano me daban un aire juvenil, de estudiante.

Por fin veo a lo lejos las luces del autobús y en menos de un minuto ya estaba yo abordando, apenas subo comienzo a buscar entre los pasajeros a mi noviecito que trabajaba en la misma zona de la ciudad pero en otra empresa, y por fin lo encuentro como siempre, en la penúltima fila de asientos, con su invariable chamarra negra de piel cubriendo su camisa azul de manga larga y el pantalón negro que conformaban el uniforme que utilizaba obligatoriamente en el trabajo, llevaba también una mochila negra sobre las piernas.

Camino hasta el que se encuentra abstraído en sus pensamientos leyendo un libro enorme, supongo tendrá algún examen, llego hasta su asiento y le suelto un hola que lo ha dejado un poco mas pálido de lo que normalmente es, el se levanta de inmediato, me da un beso rápido en los labios, me deja sentarme a su lado y me quita la boina mientras me dice:

Te ves muy mojada.

Ja ja, si algo, es que la lluvia esta horrible.

El me sacudía mi boina, mi pelo y mi abrigo aun sobre mis mientras yo buscaba mi ipod en la bolsa:

¿vas a tener examen?

Si, de recursos humanos, con el viejo ese con el que no doy una.

Ok, bueno sigue estudiando, yo no te molestare.

Me coloque mis audífonos, nos dimos un beso, el regreso a su libro y yo me dispuse a disfrutar de la música y del paisaje citadino y lluvioso que la tarde me ofrecía.

Alfredo y yo ya teníamos un rato saliendo, algo así como siete meses, nos conocíamos desde que empezamos la carrera, pero las diferencias entre nosotros no habían permitido que tuviéramos una relación, y es que mientras yo pertenecía a un grupo de amigos en donde todos sin excepción llevamos un promedio soñado, y elegíamos cada fin de semana los lugares de mas ambiente y de moda en la ciudad; el era mas bien un alumno que se podía calificar de regular, sin ser un mal estudiante, pero sin ser tampoco nada brillante, amante del heavy metal y de la ropa de cuero, éramos, simplemente, una pareja dispareja.

Y no solo en los gustos éramos distantes, también en lo físico, mientras Alfredo es alto, fornido, de tez muy blanca, casi pálida, cabello rubio y de ojos color miel, yo soy mas bien bajita, cabello castaño claro, ojos marrones y piel morena clara, todo un caso el nuestro.

Oye Pao, ¿ya viste que hora es?

Por la lluvia el tráfico estaba horrible, y ya teníamos más de media hora en el autobús, y ni siquiera estábamos a medio camino.

Creo que no llegaremos a la clase de planeación.

Pues a ti como quiera si te va a dejar entrar, eres de sus consentidas, pero a mi seguro que si me deja fuera.

No creo, ese profe es muy estricto, yo creo que los dos nos quedaremos fuera.

La lluvia y el frío provocado por la misma arreciaban, entonces Alfredo dejo de lado su libro y me abrazo, pasando su brazo izquierdo por mi espalda y colocándolo entre mi dorso y mi brazo, de forma que su mano alcanzaba discretamente a acariciar mi seno, yo seguía con mis audífonos puestos y el palpaba por sobre la ropa mis formas de mujer, una costumbre que teníamos desde ya hacia bastante tiempo.

Aprovechando que mi bolsa y carpeta estaban sobre mis piernas, el coloco su mano derecha sobre mi muslo y comenzó a acariciarlo, muy suavemente, y poco a poco la fue moviendo hasta alcanzar mi monte de Venus y con sus dedos acariciaba toda mi rajita por encima de mi ropa, yo no me movía, ya que si yo empezaba a acariciarlo también los demás pasajeros sospecharían, así que preferíamos que fuera solo el quien propiciara el placer de ambos, para ese momento ya no sentíamos el frío.

Al fin llegamos a la parada más cercana a la escuela, media hora tarde para la clase y nos fuimos corriendo por la calle, entramos a la facultad y subimos corriendo por las escaleras exteriores del edificio tres pisos, seguimos caminando a paso veloz hasta la mitad del pasillo donde ya no había ni un alma fuera de los salones y mi novio me mando por delante para tocar la puerta.

Buenas tardes licenciado Benites, nos permitiría entrar a clase.

Señorita Paola, la clase ya lleva más de media hora, ¿le parece prudente que les permita entrar a usted y su compañero?

Pues creo que no.

Así es señorita, regresen mañana, a tiempo por favor.

Cerré la puerta y volteo a ver a Alfredo, quien me mira con sus ojos claros de una forma muy intensa, me dice:

Pues vamos por un café, esta haciendo frío.

Vamos, pues.

Me tomo de la mano y nos dirigimos a las escalera internas del edificio, bajamos lento, el me acariciaba el torso de la mano, la verdad era mucho mas tierno de lo que aparentaba ser, tras esa imagen fría, desafiante y hasta un poco agresiva, se escondía un chico muy tierno, muy dado a los detalles.

Entonces ¿vamos a la cafetería?

No, vamos a mi casa, así sirve que te quitas ese abrigo húmedo y lo ponemos a secar.

Alfredo vivía en una casa de estudiantes cercana a la facultad, el es de Torreón y estaba estudiando en San Luis por que no quería terminar trabajando en la planta lechera, como todos los de su familia, así que había decidido emigrar a mi ciudad.

Llegamos a la puerta del edificio y nos detuvimos un momento a observar la lluvia que no paraba de caer y ahora parecía mas intensa, el patio vacío de la facultad y las lámparas encendidas a pesar de ser temprano, Alfredo me abrazo y salimos caminando a paso veloz y decidido.

Cruzamos el solitario patio hasta llegar a la calle, algunos automovilistas nos veían con asombro ya que no había ni un alma caminando por la calle, avanzamos tres cuadras más y llegamos por fin a la casona estilo neoclásico habilitada como pensión para estudiantes. El patio nos daba la bienvenida con algunos charcos y sus plantas empapadas de agua de lluvia, llegamos a la puerta principal, Alfredo busco la llave en su mochila y entramos, por fin un lugar seco y calido.

Al entrar a la sala común que se comunicaba con el comedor habilitado para veinte personas y la cocina, no nos encontramos con ninguno de los inquilinos, pero desde el pasillo que se extendía a lo largo de todo el lado derecho de la casa escuchamos una voz de mujer que decía:

¿Quién llego?

Soy Alfredo doña Carmen, no se preocupe.

Muy bien muchacho, si quieres algo de comer o beber, en la cocina están Lupe y Adela.

Gracias, pero voy a estar en mi habitación.

Doña Carmen era la dueña de la casa, una mujer ya entrada en años que no tenía ninguna otra entrada de dinero mas que las rentas de las habitaciones de su casa, soltera, sin hijos, adoptaba a los estudiantes como propios, y por la renta pagada les ofrecía el cuarto, comida caliente, servicio de lavandería y privacidad. En la casa, además de los quince inquilinos que podían hospedarse ahí, vivían Lupe y Adela, dos jovencitas de una comunidad indígena cercana que pagan su hospedaje en la casa con trabajo, doña Carmen las apoyaba para que estudiaran la secundaria nocturna y fuera de ser tratadas como servidumbre, para la dueña de la casa eran una especie de ahijadas.

Caminamos casi de puntillas para que mis tacones no hicieran ruido sobre las baldosas cerámicas del piso y no sospecharan que mi novio no había llegado solo, ya que por reglamento del lugar, no estaba permitido permanecer en las habitaciones con las parejas, y menos en las condiciones en las que estábamos, prácticamente solos en esa gran casona.

La habitación de Alfredo se encontraba al final del largo pasillo de donde había salido la voz de doña Carmen, pasamos frente a su habitación que era la primera y mas grande y seguimos caminado sigilosamente hasta llegar a la puerta, mi novio abrió la cerradura y entramos.

La habitación era amplia, al fondo, en la esquina derecha estaba la cama matrimonial con una colcha gruesa de algodón azul junto a una ventana con vista al patio con cortinas del mismo tono, una mesita de noche a un lado, una mesa con dos sillas en medio del cuarto con una pequeña cafetera encima, un escritorio con una laptop y muchos libros y hojas sueltas en ella y el guardarropa era todo lo que había en la habitación que estaba decorada con pósters de grupos de heavy metal y festivales alusivos a la misma cultura, tras de nosotros, mi novio volvió a cerrar con llave la puerta.

Ya adentro, Alfredo me quito el abrigo y la boina y me sacudió un poco el cabello. El se despojo de su chamarra negra y se fue a buscar en un cajón del guardarropa un par de vasos de unicel, yo deje mi bolsa y mi carpeta sobre la mesa y me acerque a el, la verdad es que mas que el calor de un café quería sentir el calor de su cuerpo, así que lo abrace por la espalda, el tomo mis manos y la beso, volteo y me abrazo fuertemente para levantarme un poco del piso por la cintura y me beso muy despacio en la boca, yo me abrace fuerte a su espalda y por fin entramos un poco en calor.

Nos separamos despacio y me bajo de nuevo al piso, nos sentamos frente a frente en la mesita y el sirvió dos cafés calientes, ya había dejado sobre la mesa un frasquito de azúcar y dos cucharitas también desechables.

Ojala te guste, si me esperas, voy por unas galletas a la cocina.

Así esta bien, gracias.

Yo acariciaba su mano izquierda y lo miraba a los ojos mientras le sonreía.

¿quieres que te ayude a estudiar para tu examen?

No, la verdad es que por mucho que estudie, eso de los recursos humanos no es lo mío, y con ese maestro menos, creo que me odia.

Jaja, así es el, odia a todo el mundo, yo también tuve clase con el, y era un fastidio.

Shhh, no hagas tanto ruido o vendrá doña Carmen a ver que pasa.

OK, prometo guardar silencio.

¿quieres regresar a la escuela?

¿tu quieres? Al fin el que tendrá un no presento en su examen serás tu.

Prefiero repetir la materia, seguro me manda a titulo directo, y no creo pasar, mejor disfruto hoy y ya tendré todo un semestre para preocuparme de nuevo.

Alfredo, a pesar de todo lo que aparentaba, era un chico fenomenal, me trataba como reina y siempre buscaba la forma de halagarme, a pesar de las críticas de nuestros amigos, nosotros nos sentíamos muy bien juntos.

De pronto el se levanto y se puso en cuclillas junto a mi y puso sus manos sobre mis muslos, yo lo veía ahí, frente a mi, su boca de labios gruesos me invitaba a besarla y no me resistí, en siete meses de noviazgo era la primera vez que estábamos realmente solos, sin nuestros amigos rondando o en algún lugar publico, por primera vez estábamos en la intimidad de una habitación alejados de todo, afuera la lluvia no dejaba de caer y en el pasillo no se escuchaba movimiento alguno.

El se fue arrodillando poco a poco para abrazarme de forma más cómoda sin dejar de besarnos, era un beso diferente a los que nos habíamos dado hasta entonces, este tenía más pasión, mas entrega, mas intimidad. Nos separamos por un momento, y me miraba de una forma que nunca antes lo había hecho, me tomo por la cintura y me sentó sobre la mesa, el se paro frente a mi y nos besamos de nuevo, yo acariciaba su espalda, su nuca, el me apretaba fuertemente a su cuerpo con un brazo, y con su mano libre busco la liga de mi cabello para sacarla lentamente.

Sus manos se meten por debajo de mi blusa y empieza a subirla poco a poco, yo no le pongo resistencia, solo me dejo llevar por el momento, nos separamos de ese beso tan rico solo para que mi blusa salga por mi cabeza y vaya a dar al piso junto a la mesa, quedando al descubierto un fino sostén de encaje negro de media copa con detalles en listón plateado, mi piel se eriza un poco por el frío clima, pero el rápido abrazo que Alfredo me da para buscar mis hombros con su boca me regresa al calor antes sentido.

De pronto, y justo mientras el besaba mi hombro izquierdo subiendo lentamente buscando mí cuello y yo acariciaba su pelo y soltaba uno que otro suspiro ahogado, sonó mí celular dentro de mi bolsa, de inmediato los dos salimos de nuestro apasionado transe y yo como loca busco el pequeño aparato dentro, contesto, es una de mis amigas:

Hola, a si que tal, no se preocupen, estoy bien, solo que por la lluvia no pude llegar, ¿a la siguiente clase? No, es que a medio camino preferí regresarme a mi casa, si gracias, saludos a todos, los veo mañana, bye.

¿tus amigas?

Si, Sandy, que si estoy bien.

Muy bien diría yo.

¿me abrazas? Tengo frío.

Y tras esa breve pausa, regresamos a lo nuestro, solo que dejando mis hombros para otro momento y concentrándonos en nuestras bocas.

Yo lo besaba y acariciaba su rubia cabellera cuando de pronto siento como de nuevo sus fuertes brazos me levantan de la mesa, yo me abrazo a su cintura con mis piernas y me aferro a su cuello, el me lleva así hasta su cama, sin dejar de besarnos, despacio, disfrutando del contacto de nuestros cuerpos.

Me suelta suavemente sobre la cama como a la mitad, y se empieza a desabrochar la camisa, me mira sonriente, yo también le sonrío de forma coqueta, provocativa, mi pelo esta sobre mi espalda suelto, y yo me sostengo sobre mis codos en la cama. Veo su torso desnudo, es muy blanco, pálido, mucho mas que la piel de su cara y brazos, pero se ve fuerte, esas sesiones de gym en la mañana vaya que han tenido resultados, y justo cuando se acerca para besarme, suena de nuevo mi celular, el presuroso, va por el hasta la mesa, me lo paso, es mi mamá:

¿bueno? Hola mamá, si en la escuela, si, es que estamos en la biblioteca, pues las niñas y yo, si, un trabajo en equipo, pues esta lloviendo, el trafico es un caos, y Danna nos esta ofreciendo quedarnos en su casa esta noche, para no exponernos a quedarnos atrapadas en el trafico; si, yo llego mañana temprano, no te preocupes, bueno, gracias, adiós mami.

¿te quedaras a dormir?

¿dormiremos?

Pues solo si tú quieres.

Y de inmediato se fue sobre mí buscando mi boca. Nos seguimos besando, lento, profundo, podía sentir claramente como su lengua entraba y salía de mi boca, me gustaba mucho, y es que jamás me había besado así, tan apasionado. El contacto de la piel de su pecho con la mía y el de sus manos con mi espalda prácticamente desnuda eran sensaciones nuevas que estaban provocando reacciones inesperadas en mi.

Como pude apague el celular mientras el regresaba a mi hombro izquierdo, no quería mas interrupciones, lo puse a un lado sobre la cama y regrese a mi concentración sobre las caricias que me noviecito me estaba dando.

Alfredo, Alfredo, sigue así

¿te esta gustando?

Mucho, no pares.

Su boca subía despacio por mi hombro hasta llegar a mi cuello, de ahí se fue hasta mi oreja, con sus dedos dibujaba el borde de mi sostén, de pronto sentí como los broches cedían ante sus manos, pero lo que estaba haciendo en mi oreja con su lengua no me permitió decir mas que un gemidito que parecía mas un ronroneo.

Despacito fue bajando los tirantes por mis brazos, pero por la posición en la que estaba seria imposible sacarlo, así que le ayude incorporándome un poquito y poniendo mis brazos al frente, mientras me movía, el besaba mi mejilla dibujando una línea recta desde mi oreja hasta mi boca, de esta otra línea hasta otra oreja y de ahí bajo muy despacito hasta mi hombro derecho.

Mis senos ya estaban a su disposición, con mis pezones color café con leche paraditos listos para ser besados, para que su boca y sus manos disfrutaran con el tacto suave y firme de mis grandes senos. Pero el estaba ahí, mirándolos de frente, hincado sobre la cama frente a mi, con mi sostén entre sus manos, oliéndolo, disfrutando de la vista, sin tocar, yo lo miraba a los ojos, sonriendo, pero el no le quitaba la vista de encima a mis pechos.

¿y bien?

Me encantas, Pao, jamás me imagine que debajo de tu ropa, bueno, es que si, ya los había acariciado antes, pero así, al natural, eres la mejor mujer que he tenido enfrente.

Gracias. Pero no me gustaría que te quedaras solo mirando.

Al decir esto me moví un poco para que mis senos se bambolearan un tanto. Alfredo tomo mi sostén y mi celular que aun estaba sobre la cama, se levanto y los coloco sobre la mesita de noche, entonces, sorprendiéndome una vez mas, en vez de ir directamente sobre mis senos, se agacho a la altura de mis pies y me despojo de mis botas poco a poco, primero bajo el cierre de la derecha, el de la izquierda, acaricio mis piernas desde los muslos hasta la mitad de mi pantorrilla donde me llegaban las botas, saco la derecha, luego la izquierda, yo no me movía, no decía nada, me limitaba a observarlo a mirar sus ojos que tanto me gustaban, ya sin zapatos, y tras quitarme también mis calcetines negros, comenzó a besar mis pies, mis deditos, le da un beso a uno y después al otro, mordía mi talón con mucha ternura, besaba mis plantas, chupaba cada uno de mis dedos y jugaba con ellos con su lengua, a mi me daba risa y cerraba los ojos echando la cabeza hacia atrás disfrutando cada uno de las caricias que su boca le hacia a mis pies.

Sentí como sus besos y sus caricias fueron subiendo de mis pies a mis pantorrillas, besaba mis piernas por encima de mis jeans, y sus manos recorrían todo su contorno por fuera, mientra el hacia eso, yo, con mis ojos cerrados, acariciaba mis senos, uno a la vez con mi mano izquierda, los acariciaba, los apretaba un poco, pellizcaba mis pezones, como demostrándole a mi noviecito que era lo que quería que hiciera.

El llego hasta mis muslos y los beso muy suavemente, me tomo por la espalda con una mano y con la otra empujo mi pecho hacia atrás sin interrumpirme en mis caricias, quede acostada sobre la colcha azul, el regreso a mis muslos y los siguió besando, sus dedos acariciaban ahora el borde de mi pantalón, de pronto sentí como su boca se colocaba sobre mi monte de Venus, pero sin quitar la ropa, me beso ahí y subió con su boca hasta el botón de mis jeans, beso el borde de mi pantalón y lo desabrocho.

Me beso muy lento por encima del borde de mi pantalón por toda mi cintura, mientras sus manos bajaban poco a poco la prenda, yo le ayude subiendo la cadera para que lo pudiera deslizar hacia abajo mientras el se entretenía besando alrededor de mi ombligo, bajando lentamente por mi vientre al ritmo que bajaba mis jeans, por encima de mi cachetero de encaje negro y cintas plateadas en la cintura beso mi monte de Venus nuevamente y siguió bajando por mis piernas alternando besos a una y otra.

Por fin llego de nuevo a mis pies, saco por completo mis jeans que fuero a parar al suelo junto con mis botas, mis calcetines y mi blusa, y de nuevo subió lentamente besando todo mi cuerpo, justo al llegar a la altura de mis rodillas, coloco sus manos sobre mi intima prenda de encaje y la bajo lentamente, desfrutando el deslizar de esta sobre mi piel, yo estaba sumergida en el placer que sus manos y su boca me daban y el que yo misma me proporcionaba en mis senos, mis gemidos ahogados por el temor de ser descubiertos por doña Carmen llegaban hasta los oídos de Alfredo excitándolo un mas.

Cuando su boca y mi cachetero se cruzaron en el camino, el dio el ultimo tirón hacia abajo, me tenia completamente desnuda y con la concha chorreando jugos y los pezones mas duros que piedras, recostada en su cama, deseando que me hiciera completamente suya.

Mi prenda se junto con el resto de mi ropa en el piso y el siguió subiendo por la piel de mis piernas hasta llegar a mi vulva, podía sentir su tibio aliento sobre mis labios vaginales e instintivamente abrí las piernas poniendo los pies sobre la cama, mis manos dejaron en paz mis pezones y se situaron en su nuca acariciando su rubio cabello, Alfredo levanto un poco la cabeza buscando mis ojos, nuestras miradas se cruzaron y con una tierna sonrisa le hice entender que quería sentir sus besos en mi parte mas intima, que ahora mismo estaba ahí a su disposición, completamente depilada, chorreando y ardiendo en deseo.

Sin mas bajo su cabeza y muy tiernamente comenzó a besar mi vagina como si se tratara de la boca de una chiquilla inexperta, muy despacio se fue ayudando con sus dedos para abrirse camino en mi intimidad e ir introduciendo muy despacio su lengua en mi rajita, lo hacia con mucha delicadeza, como si fuera a lastimarme si aumentaba el ritmo.

Empezó a darme lametones desde mi ano hasta el clítoris, como un gatito bebiendo leche, yo no soltaba su cabello, y ahogaba mis expresiones de placer, súbitamente sentí como su boca se adueño de mi clítoris, succionándolo cual caramelo, y uno de sus dedos se hundió en mi vagina, provocándome un placer enorme que tuve que contener en un suspiro.

La combinación de su dedo índice dentro de mi vagina con el de su boca succionando mi clítoris estaban punto de provocarme un orgasmo, cuando de pronto, sus labios liberaron mi punto de placer y su lengua se dispuso a ocupar el lugar que hasta entonces su dedo llenaba, la introdujo despacio, suavemente en mi, podía sentir su humedad y su calor dentro y mis manos bajaron de su nuca hasta sus hombros en una caricia.

Así estuvimos por unos minutos, yo acariciaba sus hombros, su cuello y su nuca, mis dedos jugaban con su cabello mientras el jugaba con su lengua en mi intimidad, yo gemía y suspiraba suavecito, para no ser descubiertos.

De pronto sentí como su lengua salía de mi interior y sus manos se aferraban a mis caderas, ahora sus caricias se centraban en mi clítoris, haciendo círculos, acariciándolo, lamiéndolo, me estaba enloqueciendo.

El presintió mi orgasmo, por que antes de que sucumbiera ante el, dejo por la paz mi ya muy hinchado clítoris para subir por el camino que ya conocía, poniendo mis brazos a los lados para que no le detuviera en su camino hacia mis senos que por fin serian tratados como merecían y deseaban desde hacia ya un rato.

Alfredo subió despacio por mi cuerpo, acariciándolo, besándolo con ternura, podía sentir el roce de sus pantalones contra mi piel desnuda, beso mi vientre, mi esternón, el canalillo entre mis senos y por fin los estrujo con sus manos grandes, los sobaba y apretaba con ansias, me besaba el rededor sin atreverse a llegar a besar si quiera las aureolas de mis pezones.

Mi novio se adueño por fin de mi seno derecho, lo apretó y lo fue besando en forma espiral hasta llegar a mi durito pezón y lo introdujo en su boca, a que placer sentir como mamaba mi seno, como si de un bebe se tratara, me miraba a los ojos yo solo le sonreía complacida y gustosa, acariciando sus hombros. Después de unos minutos le toco el turno a mi otro seno, repitiendo la estrategia.

Después de estar un rato entretenido chupando mis senos, Alfredo reinicio su ascenso por mi piel hasta llegar a mi cuello y besarlo con pasión, subió por mi costado izquierdo besando mi oreja y después fue buscando poco a poco mi boca que se fundió con la suya en un deliciosos beso en el que nos entregamos sin reservas a los placeres del amor.

Alfredo me abrazaba fuerte a su pecho mientras yo acariciaba su cabello y disfrutaba del sabor de su boca en donde se mezclaban el dulce de su saliva, el amargo del café y el salado de mis flujos vaginales, nuestras lenguas libraban una batalla intensa que sin lugar a dudas fue ganando el poco a poco, mientras yo ponía cada vez menos resistencia, si es que a esas alturas ya había alguna resistencia de mi parte a sus deseos.

Me encantas Pao, me vuelves loco, tu cuerpo, estas bien rica, mas de lo que aparentas vestida, mi niña, dame tu cuerpo, quiero comerme todo tu delicioso cuerpo.

¿si? Tómame, esta noche soy toda tuya.

De pronto, a mitad de nuestras intensas caricias, alguien llamo a la puerta.

¿Alfredo? Oye dice Doña Carmen que si no vas a salir a cenar.

Alfredo me soltó y se paro como impulsado por un resorte, se fue junto a la puerta, yo me quede inmóvil, calladita justo a mitad de la cama, totalmente desnuda y un tanto asustada:

No Lupe, este no dile a Carmelita que gracias, me siento con un poco de indigestión, ya mañana desayuno mejor.

OK, si yo le digo, pero estas bien.

Si, si gracias.

OK, hasta mañana.

Si, hasta mañana Lupe.

Yo lo observaba asustada, recargándome en mis codos incapaz de moverme, mi novio después de esperar un rato hasta ya no escuchar pisadas en el pasillo, se fue acercando de nuevo a la cama, y mientras lo hacia, se quitó los zapatos, el cinturón y su pantalón hasta quedar tan solo con un boxer tipo slip negro el cual contribuía a que su bulto se viera aun mas grande por lo ajustado de la prenda.

Ya junto a la cama, libero a su verga de la tela, era la primera vez que la veía, larga y gruesa, con una vena muy gruesa cruzándola por todo lo largo, la piel muy rosa, y la cabeza muy roja e inflamada por la excitación, unos huevos muy gorditos, cargaditos de rica leche, su vello era muy rubio, aun mas que el de su cabeza; por un momento pensé que como el me había hecho un excelente trabajo de sexo oral, me reclamaría lo propio, pero por la misma calentura, se fue directamente sobre mi, abrazándome y besándome, para así colocar su muy bien dotada verga entre mis piernas.

El me rozaba la verga por toda mi rajita que estaba súper mojada pidiendo a gritos una buena cogida y con un orgasmo contenido ya que cuando me la estuvo chupando no espero a que yo terminara.

Ah, si ya por favor, métemela ya.

¿ya la quieres amor?

Si, ya por favor, ya.

Mmm, no hasta que me ruegues que te de una buena cogida.

Alfredo, por favor, te lo ruego, métemela ya mi amor.

¿segura que la quieres dentro? ¿no te hará daño? Te sientes muy estrechita y mi verga es gruesa, larga, venosa.

Ya, por favor, ya dame verga mi amor, ya te quiero dentro, no importa que me partas en dos, ya te quiero, te necesito dentro.

OK, pero después no quiero gritos princesita mía.

Fue entonces que mientras su boca se fue directo a la mía, la cabeza de su verga intento entrar en mi hoyito, pero como el lo había dicho, yo era demasiado estrecha para su vergota, así que yo quise gritar, pero el lo evito con un beso, sin dejar de hacer presión en mi vagina ayudándose con una mano, hasta que por fin metió la cabeza de su rica verga.

Mmmm, ahhh, si, despacito.

Te dije que te dolería.

No importa, solo ve despacio,

Si despacio, como mi niña pida, así le daré verga.

Volvió a besarme y a arremeter contra mi hoyito, yo sentía como mi vagina se abría poco a poco ante su deseado invasor, lo estaba disfrutando mucho. Alfredo metía unos cuantos centímetros de su instrumento y se quedaba parado, como para que yo me acostumbrara, y después volvía a empujar hacia adentro.

Mi novio callaba mis gemidos y mis gritos de dolor y placer con besos, no separaba su boca de la mía y tampoco dejaba de abrazarme, de acariciar mi espalda y mi pelo, como lo había dicho antes, detrás de ese hombre mal encarado, había un príncipe deseoso de complacer a su princesa.

Cuando por fin la tuve toda adentro, Alfredo se quedo inmóvil por un instante, mirándome a los ojos, acariciando mi cabello:

Pao, dime la verdad, ¿eras virgen?

No, ¿Por qué?

Es que estas bien estrechita, como si estuvieras virgencita, pero si dices que no, esta bien, a mi la verdad es que no me importa si lo eres o no, pero es que si es tu primera vez quiero que sea hermoso para ti.

Es mi primera vez contigo y esta siendo hermoso.

Nos besamos muy profundamente y fue entonces que el inicio su movimiento de mete y saca riquísimo, muy despacio pero muy profundo, como para no lastimarme y como para hacer mas duradero el placer.

Estaba sintiendo tocar el cielo con esa vergota dentro, abrazada a su cuerpo fuerte por el trabajo de gimnasio, mezclando nuestras salivas, entrelazados en un fuerte abrazo, yo lo hacia tanto con mis brazos y piernas, como para que no se me fuera a escapar.

De pronto siento como Alfredo se gira con todo y el peso de mi cuerpo para quedar ahora el acostado sobre la cama y yo montada en el, totalmente ensartada, puse mi espalda recta con la ayuda de mi novio y el tuvo así la oportunidad de estrujar mis senos mientras yo subía y bajaba sobre su verga a mi propio ritmo, ayudándome con mis manos recargadas en mis muslos.

Tu solita Pao, date tu solita, te quiero ver gozar.

¿si, te gusta?

Me encantas. Tus senos me están volviendo loco.

Entonces yo me inclines hacia el y puse mis manos a los lados de su cabeza, para que así mis senos quedaran a la altura de su boca y los pudiera besar, el me entendió de inmediato y combine el placer de su verga en mi conchita con el de su boca chupando mis pezones. Así estuvimos un rato, pero era un poco incomodo, así que me incorporó y me hizo hacia atrás hasta quedar nuevamente acostada sobre mi espalda.

Ahora si chiquita, vas a saber lo que es una buena verga mi amor.

Entonces Alfredo subió mis piernas a sus hombros y con un movimiento rápido de su cadera me ensarto su verga hasta lo mas profundo de mi ser, quería gritar, pero no podía por que entonces seriamos descubierto, así que como pude jale la colcha azul y la mordí para acallar mis gritos de placer y un poco de dolor.

Alfredo me estaba dando una cogida bárbara, y pensar que nos esperamos siete meses para vivir esto, me encantaba ver su cara de placer, sus ojos cerrados disfrutando de cada arremetida que me daba, los dos estábamos perdidos en el placer de aquella noche.

Yo sentía que ya no podía mas y fue entonces que me vino una cadena de orgasmos deliciosa, me perdí completamente en el placer de aquella tarde noche lluviosa de otoño, mis fuerzas me abandonaban con cada espasmo de placer, con cada orgasmo, y de pronto, sentí como su leche caliente llenaba mis entrañas devolviéndome por un instante a la vida pero en seguida mandándome de nuevo al delirio del placer ahora con mucha mas intensidad.

Alfredo soltó mis piernas que cayeron a su lado y el cayo rendido a mi lado, me abrazo y me beso, yo aun no me recuperaba del orgasmo tan intenso y solo dejaba que el me hiciera lo que quisiera, había sido intenso y maravilloso.

Te quiero princesa, gracias, que rico me apretaste la verga.

Te quiero, te quiero Alfredo, no me sueltes, quiero estar así, toda la noche entre tus brazos.

Si mi amor, yo también quiero sentir tu piel en la mía.

Y así nos quedamos dormidos, desnudos, abrazados, apenas cobijados por nuestros propios cuerpos.

Continuara