Alexis

El aburrimiento y el calor hacen que pegue el mejor polvo del verano. Historia real.

Hola gente! Nuevo telato gay. Espero que os guste.


Era una tarde verano en Valencia. El piso para mi, se habían ido mis padres unos días de viaje con amigos y disfrutaba esa soledad. No disfrutaba tanto el calor agobiante de mediados de julio.

Estaba en el sofá, tranquilito, viendo una serie en netflix cuando de pronto me suena una notificación de grindr. Abro la app y vaya qué sorpresa: “Jovencito 23” me saludaba.

Empezamos a iniciar la conversación con frases típicas hasta que ya le pregunté si los osetes le molaban. Me contestó con tres emojis de caras babeando. Le mandé fotos y me mando suyas. Estaba tremendo: 1,70 (me gustan más bajitos que yo), rubiete, ojazos verdes, peludete pero no mucho, cuerpo grandecito, se notaba que hacía deporte pero que le gustaba el buen comer también. Esa barbita castaña enmarcaba una cara de niño bueno. Buen culo y mejor rabo.

Seguimos hablando y calentándonos hasta que me manda un audio diciéndome que a mitad de tarde se quedaría solo en casa hasta el día siguiente, por si me apetecía quedar, de buen rollo. Le contesté que sí y a la hora y media ya estaba yo saliendo por la puerta jaja estuvimos todo el rato calentándonos, riéndonos, había buen rollito.

Al llegar a su casa lo vi más guapo que por foto. Ahí estaba, con unos boxers ceñiditos y una camiseta de tirantes bastante holgada. Estaba tremendo. Nos saludamos y me indicó dónde ir. Entramos en el salón. Estaba jugando a la play, tenía a mitad una partida del fifs y me dijo que si quería jugar. Le contesté que no me iban los videojuegos, así que pausó de nuevo el juego y apagó la tv. Estuvimos hablando, me dijo que me pusiera cómodo, así que me relaje un poco en el sofá. Sin esperarlo, se abalanzó sobre mí y me comió la boca. Nos sobábamos el paquete mientras nos besábamos tórridamente en el sofá.

Al pasar un rato, tiro de mi paquete y me hizo levantarme. Se levantó él también, seguimos besándonos y me empujó levemente para que saliera del salón. Me dirigió hasta su habitación.

Al llegar, me tiró sobre la cama, se desnudó en medio segundo y se sentó encima de mí. Se inclinó hacia adelante y me siguió besando, jugueteando con su lengua, mientras sacaba un condón de la mesilla de noche. Lo dejo sobre ésta, al igual que el lubricante.

Bajo lamiéndome entero hasta mi bragueta. Me la bajó sin dudarlo, me quitó los pantalones y me dejo en bóxer. Llevaba unos bastante ceñidos, así que mi tremenda erección se notaba muchísimo. Él no paraba de lamerme el calzoncillo mientras toqueteaba mis huevos. Yo estaba jadeando de placer, él hacía presión con su mano sobre mi polla dura todavía prisionera en mis gayumbos. Me los bajó del tirón, se puso de pie y me tiró su calzoncillo. Me puse a olerlo como si fuera lo ultimo que hiciera en esta vida; olía a su rabo, sudado y lleno de precum. Lo olía y lo lamía, hasta que saltó sobre mí, me lo metió en la boca y me indicó que estuviera bien calladito.

Él, con gran pericia, me mamó el rabo como nunca lo habían hecho. Subía y bajaba la cabeza mientras succionaba mi polla y me pajeaba haciendo movimientos circulares con su mano derecha. La izquierda me rozaba los huevos y el perineo. Estaba en la gloria. Le avisé que si seguía así un lar de minutos más me correría, así que me giró y me ató las manos. Yo empezaba a comprender lo que iba a pasar.

Se tumbó sobre mi, me mordisqueaba la oreja y me jadeaba en ella, alargó el brazo sobre mi y cogió el condón y el lubricante. Me dejó tumbado, se colocó el condón y se la sacudió unas pocas veces golpeando mis nalgas. Le hecho lubricante y repitió: esta vez me daba pollazos más duros. Se volvió a tumbar sobre mí y noté su rabo durísimo en la parte baja de mi espalda. Me susurró al oído: “disfruta” y me mordió levemente en la nuca mientras comenzaba a meter su polla en mi ojete.

Notaba cómo ardía mi culo al entrar su rabo grueso y de 19 cm en él. Pero estaba disfrutando como una perra en celo. Siguió metiéndomela poco a poco y cuando la tuvo dentro, noté sus huevos bien pegados a mis nalgas. Se quedó quieto y volvió a lamerme la columna vertebral en sentido ascendente hasta llegar a mi nuca, la mordió, se acercó a mi boca, me besó y aun con su cara pegada contra la mía me dijo: “ahora empieza lo bueno”.

Comenzó a bombear cada vez con más fuerza y rapidez, hasta tal punto que no quería que parase, yo solo podía gemir y jadear con sus calzones en la boca. Me cogía fuerte de la cadera para hundir su pene erecto en mi recto, hasta que me dieran golpes en la próstata. Yo pensaba que me corría del gusto y el roce de mi polla semierecta con el colchón.

Tras unos minutos a una velocidad escandalosa, paró en seco y la sacó. Me dio la vuelta y colocó mis piernas sobre sus hombros. Me sacó sus calzoncillos de la boca, me besó, esta vez con más cariño. Me miró dulcemente pero con picardía y empezó a empotrarme contra el cabecero de la cama.

Pasados unos minutos, pocos, me dijo que quería correrse de una manera en especial. Así que me la saco, se sentó él con su espalda apoyada en el cabecero y me indicó que me sentara encima de su polla. No lo dudé y accedí rápidamente.

Y así, cabalgándolo, comiéndonos la boca a saco y mirándonos fijamente consiguió que me corriera sin tocarme. Saltaron lefazos hasta nuestras caras. Me lamió la cara y me volvió a besar, yo hice lo mismo con la de él.

Él siguió subiendo y bajando su cadera en sentido contrario a mis movimientos, para follarme más profundo, y empezó a gemir cada vez más y más fuerte. Notaba como su polla se hinchaba cada vez más dentro de mí y varios trallazos de lefa inundaban mi interior.

Acabamos sudando y exhaustos caímos en la cama, tumbados. Me besó y me dijo que a partir de ahora quería que fuera todos los findes a su casa porque estaba solo.

¿Queréis que continúe una serie con los encuentros con mi amigo Alexis?