Alexia. La hermana que llegué a odiar

Historia que narra mis vivencias con Alexia, mi hermana pequeña. Una chica manipuladora, odiosa y chantajista, dispuesta a todo con tal de salirse con la suya. Un buen día empezó por pedir cosas más subidas de tono y todo se complicó para mí.


Antes de comenzar, si no lo habéis hecho, os recomendaría leer mi anterior relato titulado “Amor de hermana, amor de puta” ( https://todorelatos.com/relato/159213/ ) , donde cuento lo sucedido con Miriam, mi hermana mayor, que precede justo a todo lo que relataré a continuación.

Chantajista, manipuladora, mentirosa, malvada, odiosa y un sinfín de calificativos similares que nunca serían suficientes. Así podría definir a Alexia, la menor de mis dos hermanas. Siempre me faltarían detalles y la única forma de obtener una visión más realista de lo que me hizo pasar durante mucho tiempo, sería vivir ese martirio en primera persona. Pero teniendo en cuenta que no es posible, os contaré la historia lo mejor que pueda.

Aunque tenía la suerte de que Miriam me alegraba cada día con el simple hecho de tenerla cerca, y más con lo último que nos había sucedido, la convivencia con Alexia era de todo menos fácil. Demasiado duro soportar a una niñata malcriada, que delante de nuestros padres y el resto de la gente era de una forma, pero conmigo y mi hermana mayor era todo lo contrario, pues nos hacía la vida imposible con sus chantajes y mentiras para conseguir todo lo que quería.

Había tenido una semana un tanto cansada. Era viernes y ese día ella saldría por la noche, mis padres se irían a cenar con sus amigos y Miriam… bueno, no sé qué planes tendría pero necesitaba hablar con ella y entré en su habitación.

- Puedo pasar?

- Sí, claro. Necesitas algo?

- Bueno, quería hablar contigo. Tienes planes para hoy?

- No lo sé todavía. Por qué?

- Verás… Llevo una semana un poco agotadora y la verdad es que necesito desahogarme y disfrutar… No sé si me entiendes. Pero si no puedes o no quieres, lo comprenderé.

- Claro que te entiendo - me dijo sonriendo . - Sé muy bien lo que quieres y veo que te gustó la experiencia, eh! Pero como veo que lo necesitas y te encanta, esta noche me quedaré aquí por ti y los dos lo pasaremos genial.

- De verdad? Muchas gracias. Siento pedírtelo tan pronto, pero la necesidad que siento es muy grande.

- Tranquilo. Ya te dije que me lo podías pedir siempre que quisieras. Por cierto, tienes alguna petición especial? Ya sabes que estoy dispuesta a todo, con tal de satisfacer a mi mayor fan.

Finalmente, lo dejé a su elección y desde luego que no me iba a defraudar. Ella dominaba como nadie el arte de la provocación y sabía cómo ponerme a cien porque me conocía mejor que nadie. Una vez que cenamos y todos se fueron, nos los dos solos, listos para la acción. Tuve que esperar ansioso durante un rato para que se preparara. A continuación me recibió embutida en un vestido de látex súper corto, que ni sabía que tenía.

- Madre mía! Vas a conseguir que me desmaye antes de empezar. De dónde has sacado eso?

- Te gusta, cielo? Estaba reservado para un día como hoy.

- Que si me gusta? Es increíble que me conozcas tan bien.

- Bueno, pues a qué esperas? Creo que a estas alturas ya tenemos confianza más que suficiente.

No dudé un instante en cogerla por los hombros, empezar a besarla y quitarle lentamente aquel vestido, para luego tirarla en la cama y volver a disfrutar como había hecho la última vez. Pero lo que no sabía es que mi pesadilla estaba a punto de empezar y sería Alexia la que tomara el protagonismo, aunque no como yo quisiera.

Al día siguiente por la tarde, tuve que ir con Alexia al centro comercial a comprar un portátil nuevo para ella. Había sido su cumpleaños unos días atrás y ese era el regalo de mis padres. Y como yo era el experto en la materia, fui  quien la acompañó. No tardamos mucho en comprarlo y, en vista de que nos había sobrado bastante tiempo, fuimos a dar una vuelta por diferentes tiendas para ver qué más podía regalarse con los 100 € que le quedaban.

Se gastó 65 euros en un perfume bastante bueno, por lo que le quedaban 35 y se encaprichó en unos zapatos que costaban casi 55. Le faltaban 20 y me temía ya lo peor.

- Ay, me encantan estos zapatos! Pero me faltan casi 20 euros. Pon tú lo que falta.

- Cómo? Si ya eres mayor para unas cosas, también lo eres para otras, como administrar tu dinero.

- Te he dicho que me encantan y quiero llevármelos.

- Y yo te he dicho que aprendas a administrarte. No te voy a dar los 20 euros.

- Sí que me los vas a dar!

- No!

- Ay, dios! Me estoy empezando a poner mala. Quieres que empiece a gritar? Ya me conoces y sabes que estoy muy loca. Grito?

- Vale, vale! Está bien. Toma el puto dinero! -le dije dándoselo de malos modos.

Ella pagó, nos fuimos y su cara rebosaba felicidad. No sé si por las compras que había hecho, por haberse salido con la suya una vez más o por ambas cosas. Pero durante el camino de vuelta a casa, le dejé bien claro que iba a tener muchos problemas en el futuro, si no cambiaba de actitud. Aunque sé que no iba a servir de mucho. De hecho, nada más llegar a casa y entrar por la puerta, me la hizo de nuevo.

- Hola mami!!! -dijo toda feliz mientras se acercaba a ella y le daba un beso .

- Hola. Veo que has hecho buenas compras, eh! Normal que vengas tan contenta.

- Sí. Y sabes qué? No tenía dinero suficiente para comprar estos zapatos y David me dio lo que me faltaba.

- De verdad? Qué espléndido! Menos mal que se le ve un detalle - dijo mientras me miraba .

- Venga, no seas mala con él, que hoy se ha portado muy bien.

La rabia e impotencia me comían por dentro. Aunque desgraciadamente, eso era bastante habitual. Conseguía todo lo que quería de mí y de Miriam a base de chantajes y encima tenía una capacidad de manipulación impresionante para ser ella la buena, la hija perfecta, y nosotros los desastres. Lo peor de todo es que lo que había hecho hasta ahora había sido muy suave. Pero la cosa se pondría más fea, con caprichos más subidos de tono.

Ella iba a salir esa noche. Pero una vez arreglada y antes de irse, me llamó para decirme algo. Ya estaba bastante cabreado por la que me había liado en el centro comercial, luego por hacerme quedar mal delante de nuestra madre y a saber qué me esperaba ahora.

- Quiero hablar contigo de algo.

- Qué quieres? -le dije de malas maneras y bastante enfadado.

- Eh! No te conviene que me levantes la voz. Sé lo que hicisteis tú y Miriam -me dijo mientras sonreía cínicamente y con un gesto de maldad.

En ese momento me quedé casi en shock y sin palabras. En ese caso no tenía nada que decir y era imposible defenderme porque no tenía ninguna excusa. No sé ni cómo lo había descubierto ni quería saberlo. Sólo quería desaparecer. Pero ella no iba a parar.

- No, mejor no me digas nada. No vaya a ser que empeores las cosas. Pero estate tranquilo, porque yo os guardaré el secreto si cooperáis. De Miriam me ocuparé más adelante. Empezaré por ti.

- Qué coño quieres ahora? -le dije con cara de asco y desprecio.

- Ay, esa boquita! Qué sucia la tienes! Pero bueno, tendrás que hacerme un favor.

- Qué quieres que haga? –pregunté mientras ella se iba acercando lentamente hacia mí.

- Bueno, tú eres un chico, yo soy una chica, los dos somos heterosexuales… Qué te imaginas?

- Ni lo sueñes! De qué vas, maldita loca?

- Sssshhhh! Calla y obedece. Ya sabes que esto no es una opción. Vamos!

- Pagarás por esto!

Finalmente, muy a mi pesar, tuve que obedecer y ceder a su chantaje, aunque con una actitud de total rechazo y desprecio. Juntamos nuestros labios y me dejé llevar porque tenía bien claro que no iba a poner nada de mi parte. Tras un buen rato, finalizó rozando su lengua con la mía y yo inmediatamente me aparté porque no aguantaba más. Pero ahora, contándolo todo ya en frío, he de reconocer que su boca tenía sabor como a piruleta de fresa y no besaba nada mal. Lo tenía todo bien preparado.

- Uff! Me has puesto a cien. No sabes la suerte que tienes de que no estemos solos en casa, porque hubiera pasado de salir y te violaría aquí mismo.

- Te aseguro que lamentarás todo esto tarde o temprano. Sabía que eras mala persona pero no tanto.

- No estás en condiciones de amenazarme, recuerdas? Además, no te llena de orgullo ver que tu hermanita pequeña ya esté hecha toda una mujer?

Me fui de su habitación casi pegando un portazo y al borde de un ataque de ansiedad. Cómo iba a salir de esa? Si ya me había hecho la vida imposible hasta ese día, que no iba a hacer ahora sabiendo ese secreto? Esta vez sí que me tenía totalmente pillado por los huevos.

Esa noche estuve jugando a la consola, navegando por internet y hasta viendo alguna serie hasta las 5 de la mañana, intentando evadirme de todo lo sucedido. Aunque cuando me fui a la cama casi no pude pegar ojo. Tenía que hablar con Miriam y pensar qué podíamos hacer. Pero también era cierto que lo que estaba haciendo Alexia ahora no era muy diferente a lo que habíamos hecho Miriam y yo. Por lo que en ese sentido no podíamos contraatacar y yo tampoco tenía muy claro si contárselo a mi hermana mayor. Mejor sería no echar más leña al fuego y en caso de enterarse, que fuera a través de Alexia.

Cuando me levanté por la mañana, las pocas veces que me crucé con ella ni siquiera la miré a la cara, además de no dirigirle la palabra. Para colmo, iba a venir a comer una amiga de mi madre y no estaba yo para socializar demasiado. Encima, estaba seguro de que Alexia no dudaría en meter cizaña en cuanto pudiera.

A la hora de comer, la expresión de mi cara no había cambiado demasiado con respecto a la mañana y no dije prácticamente nada. Alexia se había sentado frente a mí y en un momento determinado, para hacerme rabiar aún más, se descalzó y empezó a rozar su pie contra mi pierna e ir subiéndolo poco a poco, mientras me miraba y sonreía, a la vez que gozaba enormemente.

Poco después, y una vez hecha la sobremesa, mis padres y la amiga de mi madre se iban a ir, pero no sin antes recoger todo. Fue ahí cuando Alexia intentó meter más el dedo en la llaga.

- Mami, vosotros ya os podéis ir si queréis. No os preocupéis por esto, que ya nos encargamos nosotros de recogerlo.

- Qué encanto de hija tienes! Es siempre tan madura y responsable? -preguntó la amiga de mi madre.

- , dijo mi madre sonriendo. Parece mentira que sea la más pequeña y tenga que dar ejemplo a sus hermanos mayores.

A Miriam y a mí se nos hacía demasiado difícil mordernos la lengua y contenernos para no partirle la cara. Todo lo que tenía de chantajista, mentirosa, manipuladora e hija de puta, lo tenía de vaga. Pero a ojos de los demás, ella era la responsable y ejemplar. Por suerte, podía desahogarme un poco yendo al gimnasio… o eso creía yo.

- Miriam, tú no vas a estar aquí después, verdad?

- No, voy a salir. Por qué?

- Por nada. Es que yo iré al gimnasio. Lo digo por si vienes antes y no sabes dónde estoy.

Ni que decir tiene que Alexia se enteró y de nuevo estaba dispuesta a aguarme la fiesta.

- Vas? Has dicho que vas? Querrás decir vamos.

- Para qué tienes que venir conmigo? Nunca me acompañas y vas siempre a tu puñetera bola. Lo haces por joderme, verdad?

- Cálmate, hermanito. Al contrario. Pero sabes que soy muy celosa y quiero vigilarte bien de cerca. No quiero que ninguna chica se acerque a ti. Además, no te gusta presumir de hermana?

- Mira… cuando estés lista nos vamos y olvídate de que existo. Para mí eres una desconocida.

Y así fue. Durante todo el rato que estuvimos en el gimnasio, no le dirigí la palabra pero ella insistía haciendo miraditas y gestos. Y cuando ya nos íbamos, se me acercó el oído me dijo:

- No te imaginas cómo me encantaría ducharme contigo ahora mismo. Me has puesto súper cachonda ahí dentro.

Yo la ignoré totalmente e hice lo mismo durante el camino a casa, siendo consciente de que al llegar posiblemente estaríamos solos y volvería a hacer alguna de las suyas. No estaba muy equivocado. Pero es cierto que ya estaba llegando a mi límite y no aguantaría mucho más.

- Qué maravilla! Estamos solitos en casa. Si supieras la cantidad de cosas que se me ocurren hacer. Me has puesto súper caliente y has dejado el trabajo a medias. No crees que deberías terminarlo?

- No crees que ya ha habido suficiente por hoy? -dije cabreado.

- No. Lo quiero todo de ti -respondió mientras me agarraba y me besaba el cuello.

Finalmente, ya no pude aguantar más. Estábamos en el salón y me la quité de encima con un fuerte empujón, tirándola contra el sofá.

- Basta ya, puta enferma de mierda!!!

No había sido con violencia, pero quizá un poco desproporcionado. Ella puso cara de asustada y los ojos medio llorosos. Otra vez teatro del bueno para hacerse la víctima? No lo sé.

- Te das cuenta de lo que me has llamado y lo que me has hecho?

- Joder, lo siento. Pero no crees que esto se te está yendo de las manos?

Al final era yo el que me acababa arrepintiendo y encima sintiéndome culpable por lo que había hecho. Llevaba dos días en los que ella me estaba martirizando y encima acaba yo pidiendo perdón. Puede parecer surrealista, pero no si ella estaba por el medio. Siempre había sido así, pero nunca había llegado a tal extremo como ahora, con esa obsesión por mí en lo que al aspecto sexual se refiere. Me tenía muy descolocado pero no podía decir absolutamente nada y ella jugaba con eso a su favor.

Viendo el camino que estaba tomando todo aquello, sabía que tarde o temprano yo iba a hacer saltar todo por los aires, aunque para ello saliera a la luz lo mío con Miriam. Pero no podía estar indefinidamente viviendo ese infierno, cediendo siempre a todo y humillándome de esa manera. Podía ser que nosotros cayéramos, pero Alexia también. Le quitaríamos la máscara como fuera. Pero ya llegaría el momento.

Aunque el mayor problema ahora era ver ya en el horizonte las vacaciones de mis padres, que se iban acercando. Miriam también se iría una semana con sus amigas y nos quedaríamos solos en casa Alexia y yo. Si no tenía bastante con lo de ahora, ya empezaba a imaginar lo que me esperaba en poco tiempo.

Unos días después, con una extraña tregua de por medio, acababa de salir de la ducha y me estaba secando en el cuarto de baño. Oí los pasos de alguien, que no podía ser otra que Alexia, ya que estábamos solos. De repente abrió la puerta sin avisar ni nada y al entrar estaba sin ropa y tan sólo con unas braguitas.

- Ay, perdona! No sabía que estabas aquí - dijo riéndose.

- Ya, claro. Seguro que no. Al menos podrías tener un mínimo de respeto, pero veo que hasta eso has perdido.

- Tranquilo, cálmate. Y no hace falta que te tapes. Tienes algo ahí debajo que me encanta, además de todo lo demás. Venga, acaba de secarte, que me voy a duchar yo y después me tendrás que hacer un favor.

En fin, que se había acabado la tranquilidad. Qué querría que le hiciera esa vez? Nunca se había puesto desnuda delante de mí, aunque viendo su actitud últimamente no debí extrañarme. Estaba bastante asqueado y cabreado, para variar, pero he de reconocer que su cuerpo era espectacular. Cierto es que la había visto mil veces en bikini, pero no así, simplemente en braguitas. Sus tetas no eran tan grandes como las de Miriam, pero seguían teniendo un tamaño aceptable y una forma perfecta. La verdad es que se cuidaba bastante y eso, además de sus 18 años, ayudaba bastante a que fuera tan agradable de ver físicamente.

- Ya he terminado! En cuanto me seque te espero en mi habitación -me dijo desde el cuarto de baño.

Me estaba temiendo lo peor, preguntándome una vez más qué querría. Pero desde luego que nada bueno. Finalmente me avisó de que ya había terminado y a su habitación me fui.

- Qué quieres?

- Necesito que me eches crema por la espalda. A que no es tan difícil!

Sinceramente, no me fiaba demasiado. Sentados ambos en la cama, cogí un poco de crema y procedí a extenderla por toda su espalda. Pero no estaba por la labor de tardar demasiado  y quería acabar cuanto antes.

- No se te da nada mal, eh! Mmmm… me encanta. Debería pedírtelo más veces.

Con aquella frase intuía que algo planeaba y no estaba equivocado. Nada más terminar de extenderle toda la crema, me pidió que cogiera más, que aún no habíamos terminado. Ella misma me cogió las manos, llevándolas a donde quería y manejándolas ella realmente.

- Perdona. Cuando dije espalda, quise decir también los laterales. Y cuando digo los laterales, digo también por delante. Me entiendes, verdad?

Yo estaba callado y no decía una palabra. Lo único que sentía era rabia y cada vez más odio hacia ella. Me estaba forzando a manosearla hasta por las tetas.

- Acaso no te gusta poner cachonda a tu hermanita? No te da ni un poquito de morbo? Vale, ya sé que no vas a responder. Pero al menos reconocerás que estoy buenorra, no?

- Ya he terminado! Se acabó! -dije ya cabreado.

- Bueno, puede que por hoy sí. Pero no creas que te vas a librar de mí.

Que no me iba a librar de ella, decía. Como si no lo supiera! Pero lo peor es que las vacaciones de mis padres y mi hermana mayor ya estaban casi ahí y me iba a quedar solo ante el peligro. Tenía que ir mentalizándome y preparándome para llevar aquello lo mejor posible. Pero no tenía ni idea de cómo afrontarlo.

Y a la semana siguiente, llegó ese momento que tan poco deseaba. Miriam se había ido el día anterior y ahora era el momento de que mis padres empezaran a disfrutar de sus esperadas vacaciones.

- Qué maravilla! -me dijo Alexia. - Nuestra hermana se fue ayer y hoy papá y mamá dejaran la casa solo para nosotros.La verdad es que los echaré de menos, pero tengo el consuelo de que me quedaré con mi hermanito. Nos lo vamos a pesar genial. Ya lo verás - me susurró al oído.

Sólo me quedaba que esa semana pasara lo más rápido posible. Qué se le podría ocurrir a esa loca durante ese tiempo y estando los dos solos? Obviamente me hacía una idea. Sabía que no iba a ser nada peligroso, pero resultaba realmente humillante ceder ante sus peticiones y que encima supiera que yo no tenía otra opción, de forma que se regodeaba y se sentía más poderosa.

La cosa empezó bastante tranquila porque el mismo día que se fueron y durante gran parte del día siguiente no ocurrió nada “extraño”. Pero la cosa cambió cuando yo me metí en la ducha y al poco rato ella entró en el cuarto de baño, como no, sin pedir permiso.

- Qué haces aquí?

- Nada. Sólo quería…

Se acabó , pensé. Inmediatamente ella se metió conmigo en la ducha y yo no sabía qué hacer. Ni siquiera podía adoptar una actitud mínimamente agresiva o intimidatoria porque allí dentro podía ser peligroso. Así que preferí mantener la calma. Si las intenciones no podían ser nada buenas, encima esta vez ya estaba totalmente desnuda.

- Estás loca? No quiero más problemas.

- Tranquilo. Qué problemas crees que puedes tener? - dijo mientras me agarraba por el cuello y rozaba su cuerpo contra el mío.

- Basta. No crees que es mejor pasar la semana lo mejor posible?

- Estoy de acuerdo. Como ya te he dicho, lo pasaremos muy bien. Y por cierto, esto que tienes aquí me vuelve loca. No sabes las ganas que tenía de tocártelo. Pero tranquilo, ya salgo.

Antes de irse, me besó en los labios y noté una extraña sensación que no había sentido antes. Pero lo peor de todo es que al tocarme el pene tuve una ligera erección. La verdad es que, como dije anteriormente, reconozco que tenía un físico bastante espectacular, pero en el fondo sentía auténtico asco y rechazo por ella. Al salir de la ducha y secarme, me dirigí hacia mi habitación, no sin antes encontrarme con ella de nuevo.

- Has terminado ya?

- Sí.

- Vale. Pues ahora me voy a duchar yo y te veo en mi habitación en un ratito, de acuerdo? -me dijo sonriendo con mucha maldad.

Ahora, para colmo, tenía esa sensación de asco, odio y posible excitación a la vez. Eso sí, muy ligera y bastante extraña. Lo único que quería es que terminara de ducharse y acabara aquello cuanto antes, al menos por ese día.

- Ya he terminado. Puedes venir! -dijo desde su habitación.

- Bien, qué quieres ahora?Pero antes de nada, puedes vestirte o ponerte algo?

- Mmmmm…no! No puedo. Imposible. Si lo hiciera, no podrías hacerme lo que voy a pedir.

- Me da igual. Pídemelo ya de una vez y acabemos cuanto antes.

- Quieres alguna pista? Estoy toda duchadita, limpia y perfumada para ti -dijo mientras se sentaba en la cama y se pasaba el dedo por la vagina. Yo ya había caído y eso ya me parecía demasiado fuerte.

- Ah, no!Por ahí sí que no paso! Hasta aquí podíamos llegar!

- Ay, si mamá y papá se enteran de algo que yo me séTe imaginas?

- Está bien!Tú ganas.

Otra vez tenía que humillarme y esta vez haciéndole sexo oral contra mi voluntad. He de reconocer que su cuerpo olía fenomenal y su vagina estaba perfectamente depilada, tenía un aspecto de lo más apetecible y un tacto de lo más suave. Había cuidado todos los detalles.

- Ohhhh! Dios! Lo haces fenomenal. Pero lo que más me excita es que seas tú.

Yo seguía a lo mío, totalmente callado, mientras ella gemía cada vez más. Se notaba que estaba disfrutando a tope y lo más sorprendente es que yo empezaba a empalmarme, como ya me había ocurrido en la ducha. Finalmente, al cabo de un buen rato, llegó al orgasmo, yo saqué mi boca de allí e intenté salir de la habitación antes de que viera aquella erección, pero no fue posible.

- Eh! No te vayas todavía. Vamos, acércate y déjame darte un besito! -dijo mientras tiraba de mí y me ponía encima de ella. - Muchas gracias. Lo has hecho genial. Si supiera que se te daba tan bien, te lo hubiera pedido antes. Quiero repetir pronto y me encanta que seas tan obediente.

Me fui de su cuarto sin que ella me dijera nada sobre mi erección. Pero sería muy raro que no se diera cuenta. Aunque en cualquier caso, para quitarme todo aquello de la cabeza, decidí masturbarme y que mi deseo sexual desapareciera durante unas horas. Ni por un solo segundo quería relacionar mi excitación con una chica tan odiosa e indeseable.

Aunque para ser sincero, por mucha rabia que me diera, mejor ponerme cachondo que pasar un mal rato. Al menos lo llevaría mínimamente mejor durante esa semana, que sería la más larga de mi vida. Pero por suerte, ese día ella había quedado ya demasiado tranquila. Habría que ver cómo y cuándo sería el siguiente capítulo, que obviamente no tardaría en llegar.

El día siguiente fue bastante tranquilo y nuestra relación más o menos cordial. Se ve que había quedado satisfecha por lo del día anterior y quiso recompensarme con algo de paz. Una paz que terminó por la noche, antes de cenar, mientras veía la tele. Estaba yo en el salón y allí se presentó ella con una camiseta muy cortita y un tanga.

- Hola! Me echabas de menos? Espero que no estés muy ocupado.

- Si no me molestas demasiado, no.

- Tranquilo. No es nada malo. Quiero que me pintes las uñas -dijo mientras subía los pies al sofá y los apoyaba sobre mis piernas.

- Es que no puedes pintarlas tú?

- Sí, pero me hace ilusión que seas tú quien lo haga. Todos se han ido y mi hermanito es mi única compañía. Sé que lo harás muy bien.

No sé si era más humillante algo así, que podía hacer ella perfectamente, o los favores sexuales. Pero mientras no me diera más problemas, ya casi me estaba acostumbrando. Para ser sincero, sus pies eran preciosos, súper cuidados e incluso empezaba a sentir un gran deseo de besárselos, pero debía controlarme y mantener mi orgullo. Aunque finalmente no pude evitar lo que ya me había ocurrido en la ducha y en su habitación, pero pude terminar el trabajo sin problemas.

- Bueno, ya está.

- Gracias. Ves cómo no era tan difícil? -dijo mientras parecía retirar los pies y al mismo tiempo me miraba fijamente.

Digo que parecía retirarlos, porque finalmente los volvió a poner sobre mis piernas y empezó a mover uno de ellos hacia mi pene y descubrir la tremenda erección que tenía.

- Qué estás haciendo?

- Nada -dijo sonriendo, mientras se levantaba y se iba. - Por cierto, no hagas nada de cenar. Ha sobrado bastante ensaladilla y puedes comerla .

- Estás bien? Qué te ha dado con tanta amabilidad?

- No soy tan mala como piensas! -dijo con un tono entre burlón y simpático a la vez.

En fin… Un detalle era un detalle y siempre se agradecía. Pero me preguntaba qué estaría tramando. El caso es que yo me fui a cenar, recogí todo y luego me conecté a internet, como siempre, antes de ir a la cama. Sobre la 1 de la madrugada, vi que Alexia apagaba la luz de su habitación, por lo que ya iba a dormir. Yo seguí hasta las 2:00 más o menos. Luego decidí acostarme y relajarme poco a poco hasta quedarme dormido.

Aquel proceso o ritual se vio interrumpido 15 minutos después. Cuando ya estaba súper relajado y casi dormido, apareció Alexia en mi habitación medio asustada y alterada.

- David! Estás dormido?

- Qué te pasa? Pregunté un tanto asustado.

- Nada! Es que he tenido un sueño horrible y no quiero estar sola. Puedo dormir aquí contigo?

- Estás de broma? Vamos, es sólo un sueño.

- Por favor! He sentido mucho miedo y estoy muy asustada.

- Está bien. Pero sólo si vienes a dormir.

- Sí, de verdad.

Una vez más, cedí ante su petición y no sabía si se trataba de alguna treta. Y si era cierto lo de la pesadilla? En algún momento tenía que ejercer de hermano mayor y lo tomé de esa manera. Ella se acercó a mí, casi pegada a mi espalda, pero es cierto que esa vez no llegó a hacer nada y se limitó a dormir. Podía ser impresión mía, pero parecía que algo estaba cambiando.

A la mañana siguiente, cuando desperté, ella estaba totalmente pegada a mí, con su cabeza apoyada en mi pecho y durmiendo plácidamente. En aquel momento sólo vi un rostro angelical y una chiquilla que en el fondo era incapaz de hacer daño a nadie. La verdad es que me transmitió bastante ternura y hasta esbocé una pequeña sonrisa. Me levanté para desayunar, pero no sin antes taparla muy cuidadosamente.

Hice unas cuantas tostadas y mi Colacao, como todos los días. Cuando estaba sentado en la mesa, un poco antes de terminar, ella se levantó y apareció en la cocina con muy buena cara.

- Buenos días.

- Buenos días. Qué tal has dormido?

- Muy bien, la verdad. Muchas gracias por lo de esta noche.

- No es nada. Casi te tengo que dar las gracias yo por tanta amabilidad últimamente.

- Ya te dije ayer que no soy tan mala . En serio -dijo marcando cierta distancia.

- Estas tostadas son para ti . Puedes comerlas.

- Gracias. Y no hagas comida para mí. He quedado con una amiga para ir a la playa.

- Vale. Pero para cenar estarás?

- Sí, tranquilo.

Sinceramente, por primera vez me había sentado un poco mal que no estuviera conmigo a la hora de comer. Algo empezaba a cambiar en ella y quería pasar un buen rato más conversando. La verdad es que yo estaba dispuesto y quería hacer las paces, pero ella no parecía ponerlo fácil. El caso es que por la tarde la llamé y le propuse cenar en un restaurante italiano al que íbamos mucho tiempo atrás y que a los dos nos encantaba. Por suerte, ella aceptó y allí fuimos aquella noche.

Para no estropear nada, no quise sacar ningún tema relacionado con los chantajes ni nada por el estilo. Sólo quería acercarme un poco más a ella, intentar recordar viejos tiempos y que eso ayudara tal vez a que todo volviera a ser como antes o al menos parecido. La verdad es que nos reímos bastante y pasamos un rato excelente. No entendía el porqué de aquel cambio tan repentino pero el hacha de guerra parecía empezar a enterrarse.

Durante el camino de vuelta, ella se acercaba demasiado a mí, intentando cierto contacto, pero yo en este caso ya no me apartaba y en cierto modo le seguía el rollo. Ahora sí me gustaba. Supongo que su cambio de actitud hacia mí me había hecho cambiar un poco mi opinión y sentimientos hacia ella.

Ya en casa, y tras ponernos cómodos con ropa más ligera, yo me fui a lavar los dientes. Al acabar y salir, ella estaba esperando fuera pero para hacer lo propio y me dijo que esperara a que terminara porque tenía algo que contarme. Qué sería esta vez? Pero ahora ya era más optimista.

- Verás. Quería decirte que ahora que ya hemos hecho las paces y nos llevamos mucho mejor, dejaré de molestarte. Ya no tiene sentido seguir con esto.

Muy raro que pareciera, y aunque me estuviera diciendo algo que desearía oír desde hacía tiempo, esta vez era muy diferente. Justo ahora me estaba empezando a gustar todo eso, pues nuestra relación se había arreglado totalmente.

- Yo también quiero decirte algo. No he querido reconocerlo pero… esto me estaba gustando, la verdad. Entre ayer y hoy han cambiado mucho las cosas y he de admitir que últimamente todo esto me estaba empezando a poner cachondo.

- Ay…! –dijo suspirando mientras me abrazaba. – Todavía me sigues subestimando, eh! Me di cuenta desde el primer momento, pero quería y me hacía ilusión que tú lo admitieras, tal y como lo estás haciendo.

- Bueno. Pues entonces, podemos seguir como estábamos pero llevándonos bien?

- Por supuesto que sí. Sigues volviéndome loca y eso no va a cambiar –dijo besándome.

- Pues entonces… quieres volver a dormir conmigo esta noche? A mí no me importa.

- En serio hace falta preguntarlo? –dijo con una gran sonrisa.

Inmediatamente nos acostamos, en esta ocasión totalmente desnudos, nos pusimos frente a frente y agarrados.

- No te imaginas lo feliz que me siento ahora mismo por tenerte aquí en mi cama. Hace menos de dos días te estaba odiando, pero ahora mismo siento que te adoro. Encima eres preciosa –dije acariciándole la cara.

- Gracias, cariño . No sabes cuánto me alegra que hayas rectificado. Eso hace que mis sentimientos hacia ti se intensifiquen aún más. Siento mucho todo lo que te he hecho pasar durante todo este tiempo y te pido perdón. Pero quiero que sepas que lo hice por amor. Por ti y por mí. No podía soportar que miraras a otras chicas y que yo fuera invisible para ti. Me generaba una gran frustración y era lo que hacía que me comportara así. Lo siento.

La verdad es que aquella confesión me sorprendió bastante y para nada me lo esperaba. Yo tardé unos segundos en reaccionar, asimilé lo que me había dicho y moví la cabeza lateralmente, en señal de incredulidad.

- No me lo puedo creer! Cómo he podido ser tan estúpido para no darme cuenta? Siento haber sido incapaz de verlo y causarte tanto daño durante todo este tiempo. Más bien deberías perdonarme tú a mí.

- Ya estás más que perdonado. Vamos a olvidarlo todo y aprovechar para recuperar el tiempo perdido. Tenemos toda la noche y casi una semana por delante.

Una vez más, y a pesar de todo lo que me había hecho pasar, irremediablemente era yo el que de una forma u otra me sentía culpable y acaba pidiendo perdón.

Acto seguido, empezamos a besarnos con más pasión de la que nunca lo habíamos hecho con nadie. Continuamos con todo tipo de preliminares antes de la penetración, para la cual me dispuse a coger un condón pero Alexia me detuvo.

- No, cariño!

- Vaya, no quieres que te folle?

- Sí, lo deseo con todas mis fuerzas. Y por eso quiero sentir bien tu polla y que me des todo el placer que tú sabes.

- Pero…

- Confía en mí, cielo. No pasará nada.

Le hice caso y empecé a penetrarla. La verdad es que aquella sensación de introducir mi pene en una vagina tan lubricada y húmeda era indescriptible y más tratándose de ella. Por supuesto que antes de correrme, me retiré y dejé que me la chupara. Los dos terminamos abrazados y por primera vez había sentido la gran diferencia entre follar simplemente y hacer el amor.

- Nunca me había sentido tan bien! Hoy he aprendido lo que se siente cuando hay amor verdadero.

- Gracias. Es normal. El amor entre hermanos es uno de los mayores vínculos que puede haber y el nuestro es muy fuerte. Nadie, absolutamente nadie nos va a separar y haré cuanto esté en mi mano para que así sea.

- Al final lo de Miriam y yo hasta me ha venido bien –dije entre risas.

- No le des más importancia. Coger 100 € de aquel sobre tampoco es para tanto. Entre tanto dinero ni siquiera lo notarían.

- Ehhhh… Sí, claro. Tienes razón.

Así que para ella, lo que habíamos hecho Miriam y yo era aquello? O sea, que no se había enterado de lo realmente gordo? Me había dejado humillar y chantajear por una tontería así? Pero si no se había enterado, mucho mejor para mí.

Podía resultar surrealista, pero acababa de hacer el amor, enamorarme y estaba abrazado a aquella chica chantajista, manipuladora y odiosa que me había hecho la vida imposible durante tanto tiempo, pero que ahora amaba con todas mis fuerzas. No quería que aquello terminara nunca. Podía ser que Miriam me sirviera como la mejor puta de lujo que jamás pudiera tener, pero lo que ahora sentía con Alexia era amor verdadero. Sería lo mismo en su caso, o se trataría de una nueva treta para hacer algo mucho peor que todo lo vivido hasta ahora, cayendo una vez más en sus redes? El tiempo lo diría.

FIN