Alex y Marta
Por fín Marta saborea a Alex, su amiga de la universidad. Ambas madres comparten algo más que el deseo carnal por sus propios hijos...
DURANTE el desayuno Marta le contó a Alex sus planes del futuro de su relación. La relación con su marido. En realidad, los planes de Marta era acabar con esa relación, pero de una manera en la que Alex saliese bien parada. “Que ya has sufrido bastante” no paraba Marta de decirle a su amiga.
Marta era una mujer muy distinta de Alex. Aunque las unía una larga amistad, la cual dio comienzo en la universidad, tenían una manera muy distinta de actuar según las situaciones. Marta era más impulsiva, y en algunos casos más atrevida. Determinada y amiga se sus amigos, no pasaría por alto lo que el marido de Alex la había hecho.
-No sé Marta, es un poco extremo- Dijo Alex dubitativa -Pienso que tampoco se ha portado tan mal conmigo- Explicó Alex a Marta.
-Ya has visto foto en menos de dos semanas de como te es infiel y ni siquiera es con la misma mujer- Dijo Marta un tanto exaltada -A saber con cuantas está el cabrón ese ¿Es que todavía quieres excusarle?- Gritó.
-Shh, no grites. No quiero que nos oiga Boby-
-Algún día tiene que saberlo. Es su padre- Dijo Marta ya más tranquila -Creo que deberías hacerlo mañana lunes. Yo estaré allí contigo, mientras nuestros hijos están en clase-
-¿Mañana?- Preguntó Alex con asombro de lo pronto que Marta quería cargarse su matrimonio. Matrimonio, por otro lado no existía hacía ya mucho tiempo.
-Cariño, ¿A que quieres esperar? ¿A que se vaya con otra? Actuamos mañana- Alex observó a su amiga. Con aquel pantalón que poco le cubría. Y con una camiseta que no dejaba nada a la imaginación. Desgastada como estaba se transparentaba hasta poder leer perfectamente los pezones de su rubia amiga.
-Podrías ponerte algo más discreto. Los niños no han dejado de mirarte en todo el desayuno- Dijo Alex mirando de arriba a abajo el cuerpazo de Marta.
-Por que, ¿Te gusto?- Dijo Marta con la taza de café en la mano, agarrándola como si de su amante se tratase. Arrimándose, empujó cariñosamente a su amiga con la cadera. Rieron las dos. Alex iba más recatada, pues sólo traía la ropa del viaje a su pueblo. No había pasado aún por casa -Por cierto, ¿cuando me vas a dejar que termine lo que empecé con tu hijo?- Dijo mirando a Alex con ojos deseosos y arrimándose a ella.
-Nunca. No si yo me entero. Me puse muy celosa- Dijo Alex seria.
-Pero, cariño, no te lo puedes quedar tu para siempre. Tendrá que hacer su vida en algún momento- Está bien que no sea yo, pero alguna chica conocerá y lo tendrás que dejar marchar- A Alex se le pusieron todos los pelos de punta. El miedo y la angustia recorrieron su cuerpo. No quería dejar marchar a su hijo y menos por una desconocida.
-Ya... quizás lleves razón-
-La llevo y quien mejor que yo para cuidar de tu bebé...jeje- Y rió mientras terminaba la frase, por lo cursi que sonaba.
El día pasó rápido. Marta hizo unas cuantas llamadas y Alex escuchaba sus conversaciones con el abogado y más personas, las cuales no sabía quienes eran. Estaba un poco asustada.
El lunes llegó sin avisar. Se levantaron pronto, mandaron a sus hijos al instituto y se pusieron manos a la obra.
El marido de Alex llegó a casa antes de lo previsto a petición de Alex. A eso de las 12:40 de la mañana. “Espero que no sea una tontería como por las que acostumbras a llamarme”, le había advertido su marido. Entró en casa y el silencio le sorprendió. Cuando llegó al salón lo primero que vio fue a un tío vestido de traje. Su mujer estaba cerca de él y la estúpida amiga rubia de su mujer. Los tres lo miraron.
-¿Que demonios es esto? ¿Que hace este tío en mi casa?- Dijo con tono despectivo.
-Es mi abogado- Dijo Alex con la voz rota. -Está bien Javier, puedes salir, ahora te llamo- Y sin decir nada Javier, el abogado salió de la casa.
-¿Te reconoces en esas fotos?- Dijo Alex ya con lágrimas en los ojos. El acusado miró las fotos que había sobre la mesa y se reconoció en todas ellas.
-Si, ¿Y que?- Preguntó chulo.
-Que quiero el divorcio. Ahora mismo- Dijo ya sin contener el llanto.
-Ni hablar. ¿Que te has creído? ¿Que con venir con tu abogado y la zorra de tu amiga os voy a dar lo que me pidáis?- Dijo quitándose la chaqueta.
-No, nos lo vas a dar, o mejor dicho se lo vas a dar a Alex, por que le pertenece- Dijo Marta sin poder contenerse -O nos das lo que te pedimos, o te denunciamos por malos tratos y te quitamos hasta la ropa que llevas puesta. Yo misma haría de testigo- Dijo sonriendo.
-...puta- dijo sin inmutarse lanzando una mirada de puro odio a Marta- Lo teníais preparado, ¿verdad?- Dijo girando la cabeza y dirigiendo la misma mirada a su mujer.
-Tanto como tú tus aventuras!- Dijo Marta levantando el tono de voz.
-Firma, es lo que nos conviene a todos. No te pido más que lo que me pertenece- Dijo Alex levantando la cabeza más serena -Sólo quiero asegurarme de que me das lo que me corresponde- Él vio unos papeles encima de la mesa. Se acercó y pasando las páginas pasó los ojos por cada artículo sin llegar a leerlos. Miró a las mujeres y volvió a decir:
-Putas...- Agarró el boli y firmó los papeles, donde le había colocado mascar rojas. -Esto no se va a quedar así. Hablaré con mi abogado y os voy a sacar hasta los ojos!-
-Tienes quince minutos para recoger lo que es tuyo. O de lo contrario podemos enviártelo a cualquier dirección...-
-Tu callate puta!!- dijo gritando. -¿Te fías de esta?- Le dijo a Alex señalando a Marta.
-Más que de ti, desde luego- Aclaró Alex.
-Esto no va a quedar así. Volveremos a vernos las caras- Y cogiendo su copia del contrato salió por la puerta dando un portazo. Ya fuera se cruzó con el abogado.
-Aquí tiene una tarjeta por si desea ponerse en contacto con mi cliente- El marido de Alex arrancó literalmente la tarjeta de la mano del abogado. Se montó en su coche y se fue.
El abogado entró en la casa nada más irse el suso dicho y le dio tiempo a escuchar las palabras de las mujeres, “Pero y si presenta una denuncia contra mi ahora para quedarse con Boby?...”
-No puede cariño- Dijo Marta tranquila.
-Exacto- Corroboró el abogado -Ha firmado un contrato que le ata a las condiciones del mismo, señorita. No puede hacer nada, salvo cumplir con esas condiciones- explicó el señor Javier a Alex. -Él mismo ha cavado su propia tumba...por así decir-
-Oh, mil gracias Javier- Dijo Marta juntando las manos en señal de agradecimiento.
-De nada Marta, siempre es un placer- dijo el abogado recogiendo los papeles. -Su amiga Marta le dará mi tarjeta y teléfonos de contacto por si pasa algo. No dude en llamarme a cualquier hora- Y se escuchó el timbre.
-Justo a tiempo- Dijo Marta.
-Yo Aprovecho y me voy. Adiós Señorita- Dijo el Abogado dándole la mano a Alex. - Adiós Marta, hablamos pronto- Y con dos besos se despidió de ella mientras Alex los miraba. Cuando el Abogado salía por la puerta, entraba un muchacho con un mono marrón.
-Mike, cielo...¿Como estás?- Dijo dando un abrazo al chico del mono.
-No tan bien como tú- Respondió Mike con una sonrisa.
-Mira, no tenemos mucho tiempo. Quiero esta que es la principal, la de las ventanas y la puerta trasera. El cambio de código de la alarma y el mando del garaje... ¿podrás?- Preguntó Marta pensando que era mucho trabajo.
-Para ti lo que sea Marta- Respondió Mike.
-Gracias Mike!-
-De nada Guapa- Dijo Mike, y Alex pudo entonces notar un ligero acento inglés.
-Es Mike. Es cerrajero. Nos lo va a cambiar todo por muy poco dinero- Explicó Marta presentando a Mike, quien ya se había puesto manos a la obra. -Lo mejor es que podemos confiar en él, así que ya nos podemos ir si quieres-
-Pero....- Empezó a argumentar Alex.
-No te preocupes, Mike es de confianza, ya te lo he dicho. Nos llevará todo a mi casa. Hoy dormimos allí- Y dejaron a Mike trabajando en la casa, mientras ellas entraban Passat negro de Marta. No tardaron mucho en llegar a la casa.
Allí les estaban esperando Boby y Salva que acababan de llegar del instituto, junto con la madre de Marta, que era la que se había quedado encargada de preparar la comida y demás. La madre, muy amable y atenta se fue en cuanto llegaron las mujeres. Entraron en la cocina hablando de lo que había ocurrido y Alex no tardó en mostrar signos de arrepentimiento.
-No estoy del todo segura que no nos vaya a denunciar- Dijo temblando por la sola idea de que le quitasen la custodia de sus hijos, en especial de Boby.
-Tienes que relajarte. Mi abogado es el mejor que conozco para estos asuntos. Lo ha dejado todo muy bien atado- Explicó Marta tranquila a Alex -Tía, necesitas relajarte y no pensar más en eso- Dijo agarrando algo de la nevera para preparar un zumo de frutas y acompañar la comida que la madre de Marta había dejado preparada.
-No sé, es como si fuese otra persona- Pronunció esas palabras Alex con miedo. Apoyada en la encimera y mirando a su amiga.
-Eras otra persona, yo te he empujado a serlo, lo reconozco- Confesó la rubia. -De otra forma, a saber cuanto tiempo te habrías tirado aguantando a ese memo adúltero- Dijo sacando la lengua en gesto de asco. Soltó las naranjas y se acercó a Alex.
-¿Estás segura?- Preguntó Alex aún sin haber asumido lo que había ocurrido.
-De lo que estoy segura es de que tienes que relajarte- Susurró Marta colocando la melena de su amiga por detrás de los hombros y deslizando muy suavemente las manos por su mejillas -Tienes que pensar en otra cosa. Evadirte- Y sus labios se acercaron a los de Alex rozándolos -Yo sabría darte algo para que no pensases en ese mierda durante un buen rato al menos- Palabras que pronunció a tan solo un par de centímetros de los labios de su amiga Alex. Esta miraba a los ojos de su rubia amiga y con los brazos aún cruzados, como si de algo tuviese que defenderse, terminó de recorrer el espacio que las separaba y besó a Marta con suavidad. Sus labios se aplastaron los unos contra los otros. Sus pechos se tocaban ligeramente. Marta aún tenía posadas las manos en las mejillas de Alex. Se separaron y se miraron. -Deberías probar otras cosas- Y esta vez fue Marta la que recorrió el camino hasta su amiga, la cual la recibió ya con la boca semi abierta. Alex relajó los brazos, dejando que Marta se acercase a su cuerpo, posando sus manos en la cadera de su amiga. Se fundieron en un apasionado beso entrelazando sus lenguas. Una de las manos de Marta agarraba a Alex de la nuca para evitar que se retirase, cosa que no hubiese sido necesaria, pues Alex era lo último que quería hacer en ese momento. Llevaba tiempo pensando en su amiga de ese modo. Sus pechos se aplastaban contra los de su rubia amiga. Los de Marta se veían completamente tapados por los de Alex. Las manos de Alex, rodeaban ya a Marta por la espalda en un abrazo de deseo. Sus cabezas basculaban y sus bocas se abrían dejando salir a sus lenguas. Disfrutaban de un beso que sellaba años de amistad, la cual había llegado a un nuevo nivel.
Suaves gemidos salían de la boca de Marta. Bebía la saliva de Alex. No dejaba de recorrer la boca de su amiga con su lengua. Una mano de Marta bajó para acariciar uno de los pechos de Alex, tan sólo de pasada, porque su destino final era un tesoro aún mayor. Cuando llegó al pantalón desabrochó hábilmente el botón del ajustado vaquero que llevaba Alex y la mano se coló ágilmente en las bragas de Alex, arrancándola un gemido de sorpresa. Marta deslizó su dedo corazón por toda la raja de su hasta ahora amiga, recién convertida en amante. Esta soltó un gemido, pero esta vez fue por completo placentero. Marta buscó el clítoris de Alex la cual se estremeció al contacto de su largo dedo. Marta observó con satisfacción que Alex estaba empapada. Los flujos de Alex humedecieron pronto su dedo con el cual Marta masturbó aquella ardiente vagina. Alex levantaba la cabeza en gesto de placer mientras no dejaba de gemir. Marta aprovechaba para besar ferozmente el cuello de la ardiente madre mientras proseguía con la masturbación. Alex Agarró a su amiga por el culo y la trajo hacia ella, aprisionando así la mano de Marta entre los dos cuerpos, haciendo más palpable la fricción sobre su monte de venus. “me corro....” susurró Alex al oído de Marta. Volvieron a besarse para hacer así sordos los gemidos de Alex. Marta intensificó sus caricias y su masaje y notó como el coño de su voluptuosa amiga estallaba en flujos, los cuales empapaban su mano y las finas bragas. Marta, con su larga uña pasó el dedo a lo largo de la vagina de Alex arrastrando todo el flujo que pudo y sacó la mano. Separó la boca del beso que aún duraba y se metió el dedo en la boca saboreando el líquido vaginal de Alex. Seguidamente metió el dedo en la boca de Alex la cual saboreó lo que quedaba de sus propios flujos en él y con el dedo aún en la boca de Alex, Marta volvió a besarle.
Habían estado por lo menos 15 minutos en la cocina y se les había olvidado que tenían hijos:
-Mamá...- Se oyó al fondo del pasillo. Asustadas y temerosas de ser descubiertas se apresuraron a separarse y fingir que hacían cualquier cosa en la cocina. Alex intentó moverse pero notaba una flojera en las piernas que la detuvo donde estaba. Marta prosiguió con lo que estaba haciendo y corrió a exprimir las naranjas. En ese momento apareció Boby por la puerta de la cocina. -Mamá, ¿cuando comemos?-
-Ahora mismo cielo mio. Id poniendo la mesa...- Dijo para que Boby se marchase. Cuando se fue, Alex se acercó a Marta y la besó de nuevo.
-Me ha encantado. La próxima vez habrá para las dos...- y dejando la frase ahí la besó metiendo la lengua bien dentro de la boca de Marta, para después salir de la cocina a ayudar a los chicos a poner la mesa.
Marta se quedó haciendo el zumo, tremendamente excitada, pero contenta y sonriente.
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