Alex y Boby, consumación.
Miró hacia atrás y su larga melena algo húmeda le calló hacia un lado. Allí estaba su hijo Boby, mirándola un tanto desconcertado. -Boby necesito que me folles.
Nota del Autor: En respuesta a la cantidad de mails preguntandome, he de decir que NO soy Alex. Tan sólo soy el escritor que relata su vida.
ALEX se levantó esa mañana con un raro sentimiento entre miedo y excitación. Recordaba como su hijo le había pedido tocar e investigar en su vagina. Mirando al blanco techo desde la cama notó como algo se movía a su lado. Casi se había olvidado de su marido, por el que no sentía ya ninguna atracción. Se levantó de la cama. Era temprano, así que se puso una bata y se dirigió a la cocina a preparar el desayuno de Boby y el suyo. Sebastián, el Bebé, cuanto más durmiese mejor.
El olor a café ya se podía sentir por toda la casa cuando escuchó ruido de pasos bajando la escalera. Era Boby. Entró con la nariz por delante.
-Buenos días mamá- Dijo el muchacho con lo ojos medio cerrados aún.
-Hola cielo, ¿Como has dormido?- Preguntó su madre.
-Como un bebe- contestó el chico. Se acercó a su madre e intercambiaron un cariñoso beso en los labios. Terminaron de preparar el desayuno y disfrutaron de la comida. Al rato bajó su marido y padre de Boby.
-El bebé esta despierto- Dijo con una voz muy castigada.
-Podías haberlo bajado contigo- Protestó la madre. -No creo que te pase nada por cuidar de él un poco- Recriminó Alex a su marido con un tono de voz nada amistoso.
-¿Tengo cara de niñera?- Dijo mirando a Alex con cara de sorprendido, como si con él no fuese la cosa. -Buenos días campeón- Alex se levantó y sin decir palabra salió de la cocina y fue a por el bebé.
Para cuando bajó su marido ya había terminado de desayunar y salía con el poco café que le quedaba en la mano. Se cruzaron, pero no se dijeron nada. Aquello ya no era un matrimonio, pensó Alex.
Se sentó a la mesa de nuevo para servirse otro café mientras daba de mamar a Sebastián. Boby hijo, ayuda a tu madre mientras tu hermano desayuna y recoge la mesa mi amor. Boby hizo caso y recogió todo. Entre los ruidos de los cacharros y su conversación con Boby, Alex oyó la puerta de la calle y como su marido salía.
-Mamá, Seba come mucho no?- dijo mirando como su hermano pequeño mamaba de la teta de su madre. Alex se sorprendió al ver a su hijo tan cerca de repente. Sumida en sus pensamientos no se había percatado de que estaba a su lado.
-Si cielo, tiene que ponerse grande como tu eres ahora- contestó Alex mientras retiraba a Seba de su pecho. Puso al niño en el parque y terminó de limpiar la cocina. Al poco vino la chica que limpiaba la casa y se ocupó del bebé mientras Alex llevaba a Boby al instituto. Todo el día transcurrió con normalidad. Marta su amiga la llamó de nuevo.
-Ese tío te la está dando con otra, o con otro que es un poco maricón, creo yo- Dijo enfadada.
-No seas así, si la magia se acaba, pues se acaba. No hay que dramatizar-
-Si ese tío te la da como me la dieron a mi, se merece un escarmiento- dijo indignada. -Deberías contratar a alguien, conseguir pruebas y mandarlo a freír monas- Aconsejó a su amiga que la escuchaba.
-¿Y que conseguiría con eso?- Preguntó Alex.
-Pues por lo pronto una manutención hasta que Seba cumpla los 18- Explicó Marta con un tono de voz un poco alterado.
-No tengo fuerzas para todo eso. Que haga lo que quiera-
-Tu déjalo de mi mano, cielo. Yo me encargo- Dijo Marta repentinamente tranquila.
-No que te temo, que eres capaz de cualquier cosa-
-Tranquiiilaaa, que no voy a hacer ninguna barbaridad. Será todo legal- Explicó.
-Gracias cielo, no sé que haría sin ti- Dijo Alex.
-De nada. Te mereces que te ayude. Hablamos mañana cariño- Y colgó. Alex por su parte aún tardó unos segundos en colgar, pensando en lo que su amiga sería capaz de hacer.
Por la tarde cuando Rosa, la sirvienta se fue, se quedó sola con los niños. Boby hacía rato que ya había regresado del instituto y hacía sus tareas en su habitación. Se intentó relajar en el sofá viendo la tele. El bebé dormía en la cuna cuando sonó el teléfono. Era su marido que llegaría tarde otra vez. Entonces lo vio claro, la estaba engañando. Las lagrimas se escurrieron por su mejillas y no lo pudo aguantar, se puso a llorar. Cubriéndose la cara con las manos, dejó escapar un llanto sordo. Allí cubierta con sus propias manos, parecía que se podía esconder del mundo que nadie la encontraría allí donde no había problemas. En estos pensamientos estaba cuando sintió una mano tocarla el hombro. Se asustó y retiró las manos para ver lo que era. Boby con cara de preocupado la miraba de pie junto a ella.
-¿Que te pasa mami?- Preguntó el chico. Joven como era y con todos los problemas que el chaval había tenido no quería hacerle cargar con sus propios problemas, pensó Alex.
-Nada hijo, es sólo que me he emocionado. A veces una mujer necesita llorar-
-Pero a mi no me gusta verte llorar, mami- dijo acercándose más a ella y acariciándole el pelo y sentándose a su lado. La larga melena castaña estaba suelta y Boby la atuso con ánimo de animar a su madre. A Alex se le derritió el corazón por el gesto tan cuidadoso de su hijo y lo besó. Fue un beso efímero pero cariñoso. Los dos se miraron durante unos largos segundos. Alex no aguantó más y volvió a besarle, está vez fue más duradero. De sus labios a los de su hijo. Boby no decía nada tampoco. Le encantaba besar a su madre, sentir ese cosquilleo por los labios. Quería volver a besar los labios de su madre y así lo hizo. Alex se vio un poco sorprendida por su iniciativa, pero acogió el beso y lo correspondió. Alex acariciaba la cara de su pequeño mientras los besos se repetían. No quería sentirse así, desgraciada, necesitaba otra sensación que no fuese esa y la buscó en su hijo. Con la ayuda de la otra mano, cogió firmemente la cara de Boby y lo beso con la boca abierta buscando su lengua, algo que no tardó en encontrar. Madre e hijo se fundieron en un beso apasionado y húmedo.
-Ven- Dijo Alex a su hijo y con un gesto lo invitó a sentarse sobre su regazo. Y abrazándolo lo volvió a besar. Sus lenguas chocaban y jugaban. Las salivas se mezclaban y las bocas se humedecían. No existía nada más en ese momento. Para la madre la boca de su hijo y para este la de su madre. Alex le acariciaba el cuerpo mientras que Boby simplemente tenía las manos apoyadas en los voluptuosos pechos de su madre. Allí estuvieron un buen rato, besándose y acariciándose. Terminaron fundiéndose en un profundo abrazo. Boby aún preocupado por su madre le propuso algo que sabía que le gustaba mucho:
-Mami, ¿quieres que te prepare un baño?- Alex miró a su hijo y no supo que decir. Esos cuidados la dejaban sin habla. Sólo había tenido un hombre en su vida y jamás la había tratado así.
-¿Harías eso por mi?- preguntó con los ojos encharcados en lágrimas.
-Claro mami, haría cualquier cosa por ti- Y Alex dio a su hijo un beso en los labios. -Si anda mami, vamos a bañarnos. Yo lleno la bañera y te froto con la esponja- Propuso el chico.
-Está bien. Si quieres después del baño te invito a pizza- Alex sabía que la pizza era la comida preferida de su hijo.
-Vale, genial!- Y Boby subió las escaleras tan rápido como pudo en dirección al baño.
Ten cuidado mami que está caliente. Dijo Boby a su madre avisándole para que tuviese cuidado al entrar en la bañera.
-Hay, si que está caliente- Se quejó la madre con una sonrisa en los labios. Entraron lentamente los dos y en pocos minutos estaba el agua perfecta.
-Ven que te enjabono- agarró la esponja y comenzó a frotar los brazos de Alex.
-No cielo, sin esponja que esa raspa un poco. Hazlo con las manos sólo- dijo Alex queriendo sentir las manos de su hijo recorriendo todo su cuerpo. Boby se untó bien las manos de jabón y comenzó a frotar el cuerpo de su madre. Sentado frente a ella como estaba tenía un acceso perfecto a los pechos de su progenitora. Esta se escurrió un poco en la bañera y se dejó hacer. Las manos del chaval paseaban por los pechos, la tripa, las piernas, las caderas y volvían a los pechos. Alex comenzó a gemir en cuanto el placer comenzó a llegar a su cuerpo debido a las caricias de Boby. Cuando las manos pasaban por sus caderas, pues no había mucha agua, su cuerpo se arqueaba un poco deseando que su vagina se beneficiase de todas aquellas jóvenes manos.
-Mami, ahí también te gusta, ¿verdad?- Dijo el chico señalando la zona púbica.
-Ahí es donde a mami más le gusta, cariño- dijo Alex. -Prueba si quieres. Ayer me dijiste que querías tocarlo- El chico no necesitó más invitaciones. Metió la mano cubierta de jabón en la raja de su madre. A esta se le escapó un gemido muy alto que asustó un poco al chico. Boby no sabía nada de clítoris, ni punto G, ni orificios vaginales. El sólo veía algo de bello, notaba algo húmedo y pasaba su mano por encima de arriba a abajo.
-Chupa las tetas de mami, cielo- El chico dudó, pero entendió que su madre quería que lo hiciese todo a la vez. Sin dejar de frotar su coño, agarró unos de los grandes pechos de Alex, el cual se desbordaba de su joven mano y comenzó a chuparlo. Alex creía que iba a estallar. Su hijo la estaba masturbando. El placer que sentía no era comparable con nada en el mundo. De su coño le llegaban golpes eléctricos de placer que junto con las sensaciones que le proporcionaba la lengua de su hijo en el pezón, la llevaron al éxtasis en pocos minutos. El orgasmo la golpeó fuertemente y sus gemidos se oyeron por toda la casa.
-Sigue cielo, no pares. Chupa las tetas de mami- Decía ya completamente descontrolada. -Tócale el coño a mami, siii, ahhashahhh, ahahahh- y su cuerpo se arqueó por completo. Boby paró lo que hacía, más por no saber que hacer, que por otra cosa. -Ahhhh, Dios! ...cielo que orgasmo más rico- dijo entre gemidos mientras su cuerpo regresaba a una postura natural. -Ven con mami. Y tirando del brazo de Boby, Alex atrajo a su hijo y lo besó esta vez con cierto desasosiego, con pasión. El chico correspondió el beso, confiaba en su madre y todo aquello que ella le hacía. Con una mano Alex buscó el rabo de Boby que estaba más que erecto. Lo encontró y comenzó automáticamente un vaivén masturbatorio que arrancó al chico un par de gemidos.
-Ponte de pie que mami quiere chuparte un poco- Dijo Alex con deseo. Boby obedeció sabiendo lo que venía. Alex se la metió en la boca sin pensarlo. Se la tragó entera. Era condenadamente grande para ser la de un chico de tu edad. -ahhahh...me encanta tu polla hijo. Es perfecta, glurb!- Su boca salivaba cada vez que se la sacaba y se la volvía a meter. Sus manos acariciaban el torso de Boby, cada día más hombre. Sus huevos también bastante desarrollados estaban encogidos por el cambio de temperatura de salir del agua. Alex agarraba del culo a su hijo y le empujaba para tragar cada vez más polla, pero no era suficiente. Alex quería más.
Separó a su hijo un poco y girándose se puso a cuatro patas en la bañera dándole la espalda a su hijo. Miró hacia atrás y su larga melena algo húmeda le calló hacia un lado. Allí estaba su hijo Boby, mirándola un tanto desconcertado.
-Boby necesito que me folles. Fóllate el coño de mami, cielo- Alex estaba más que descontrolada. No atendía a razones. Eran muchas ya las veces que había estado con su hijo y se había quedado a las puertas de ser follada en condiciones. Hoy no iba a ser una de esas veces.
-Pero mami....- dijo el chico indeciso al ver a su madre en ese estado. Creía que sabia lo que su madre quería. Lo había visto en algunas revistas. Pero eran fotos, no sabía como llegar hasta eso.
-No te preocupes cariño, mami sabe lo que hace. Acércate a mi- Lentamente el chico se acercó al culo de su madre con el pene precediendo sus movimientos. Cuando ya estuvo cerca, Alex echó mano de la verga y la colocó en la entrada de su vagina. -Ahora empuja cariño- Sin control de lo que hacía el muchacho empujó fuertemente y su gran polla se perdió en la húmeda vagina de su madre.
-Ah, duele mami!- Dijo el chico notando un fuerte ardor en el prepucio.
-Ahhhh, no tan fuerte- El grito hizo que el chico pidiese perdón. -No te preocupes amor mio, que no ha sido tu culpa. Ahora no te muevas- Y Alex comenzó un movimiento de adelante a atrás para follarse a su hijo. La sensación era indescriptible. Boby por su parte estaba atónito. Las sensaciones que le llegaban hacían que se le cerrasen los ojos. El placer era indescriptible. No quería que terminase nunca. La humedad extrema de la vagina de su madre lo hacía todo muy placentero. Enseguida comprendió lo que se pedía de él y comenzó el movimiento de mete-saca el solo. Su madre paró en el instante que él hizo por moverse y se dejó hacer. Su hijo, el amor de su vida la estaba follando. No podía pedir más.
-Ahhh, si fóllate el coño de mami, cielo. No pares mi amor- Decía Alex sin control ninguno.- mete tu polla dentro de mi, cielo- Los orgasmos se sucedieron, dos, tres...
-Mami, tienes un culo increíble- Dijo el chico maravillado viendo como su polla desaparecía en el coño de su madre cada vez que él empujaba.
-Mami...- dijo Boby casi sin poder hablar. -Me corrooooo....-
-Si llename con tu leche, amor mio- Alex saltaba de un orgasmo a otro. - Llena el coño de mama de esa leche tan rica...ahhhhh-
-Ahhh, ahhh- Boby el lugar de frenar aceleró por las sensaciones que ese orgasmo le proporcionó. Eso provocó que a Alex le diese tanto placer que le dolía.
-Ahhh, mi cielo, no pares de follarme nunca. Sigue....sigue....- Pero Boby ya no tenía fuerzas. Se apartó y calló de rodillas en la bañera que no le llegaba a cubrir las piernas. Alex se giró y besó a su hijo.
-Cariño ven fuera del agua que te limpio- Y sacó al chico de la bañera. Lo apoyó en el borde de esta y se arrodilló delante de él, metiéndose la verga de su hijo en la boca. Lamió, chupó y limpio habida de semen el pubis del chico. Aún siguió chupando cuando el rabo de su hijo ya estaba limpio. Sólo se detuvo cuando noto que la erección tan formidable que les había acompañado, comenzaba a descender.
Se levantó y volvió a besarle. Sus labios y lenguas volvieron a fundirse. Sus duros pecho se aplastaron contra el cuerpo de Boby. Todas las sensaciones eran maravillosas para él. El sabor a semen los invadió a los dos. Boby no protestó.
-¿Te ha gustado? ¿Te ha dolido?, ¿por que no dices nada?-
-Me ha encantado mami. Te quiero- Alex llenó a su hijo de besos.
Regresaron dentro de la bañera y se asearon conjuntamente. Desnudos, compartieron el baño a la hora de secarse, mirándose el uno al otro. Una vez limpios volvieron al salón y se sentaron junto a la cuna de Sebastián que aún dormía. Con la tele puesta, se quedaron dormidos el uno abrazado al otro.
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