Alex - 8
Olga toma una drástica decisión con respecto a Alex, está dispuesta a ir a por el con todas las consecuencias, de frente y en plan suicida para intentar que por una vez, no se le pueda escapar decide jugárselo todo a una sola carta
TITULO - 8
Estuve aguantando todo lo que pude en la cama, era una autentica gozada sentirme abrazada por él, sentir sus brazos rodeándome, aunque reconozco que no pasaba lo mismo con tener su polla completamente tiesa sobre el canal de mi culito, no porque me desagradase, sino más bien por todo lo contrario, porque cuando me movía o se movía un poco me encantaba como se tallaba contra mí, lo que me estaba poniendo bastante cachonda, pero por otro lado, creo que me aclaro mucho mis ideas, tomando en ese mismo momento una decisión muy drástica con respecto a Alex. Por fin despertó... o eso pensé cuando se removió...
- ¿Ya podemos levantarnos? ¿suficiente tiempo para tenerte abrazada?
- ¿Desde cuándo estas despierto?
- Desde hace un ratito, pero he visto que estabas también despierta y que parecía gustarte, de modo que decidí aguantar un poco más en la cama.
Me gire, quedando frente a él, le susurre un "gracias" y después le di un suave beso en los labios, levantándome a continuación para irme a mi habitación a coger las cosas para ducharme y prepararme. Le deje en la cama, sé que me estuvo observando cuando me dirigía a la puerta, que por cierto, en el cortísimo trayecto, procure mover el culito para atraer su atención. Cuando llegue al pasillo me volví, viendo que había estado mirándome todo el rato, le mande un beso con las puntas de los dedos, que él hizo como si recogiese, llevándose luego los dedos a los labios... no sabéis a que punto me emociono ese pequeño gesto de su parte, consiguió incluso reafirmarme en lo que había decidido hacer, quería a Alex para mí a toda costa.
Estábamos todos desayunando cuando de improviso, por sorpresa y a traición para todos ellos lo solté...
- Alex, quiero salir contigo, no sé si nos funcionara o no, si seremos adecuados el uno para el otro o no, pero quiero intentarlo, y no... -alce una mano evitando así que hablase- no te molestes, todo lo que me puedes decir ya lo sé, y lo que no me lo imagino, pero me da igual, del mismo modo quiero intentarlo –clave mis ojos en los suyos mientras daba un sorbito de café a la espera de sus objeciones y preparándome para arrinconarlo hasta que ceda o directamente me mande al infierno.
- Vale, de acuerdo -acepto sorprendiéndonos a todas, empezando por mí.
- ¿Cómo dices? -dije atragantándome y empezando a toser al írseme el café por otro lado.
- Lo que escuchaste, que vale, por mí de acuerdo, vamos a intentar ser pareja.
Todas nos lo quedamos mirando mientras él nos ignoraba y seguía desayunando como si tal cosa. Nos mirábamos unas a otras sin terminar de decir si lo había dicho en serio o se estaba burlando de nosotras, por mi parte, como he dicho, me había preparado para una confrontación con él e intentar convencerle como fuese para que aceptara o directamente perder toda oportunidad con él, por lo que esto me descoloco del todo. Obviamente todas sabíamos que lo había dicho en serio, por cómo le iba conociendo era algo con lo que él jamás bromearía, pero joder, es que era tan sorprendente que nos dejó completamente igual de alucinadas a las cuatro, nos mirábamos sin saber que decir.
- Bien... y cuando... cuando vamos a empezar a... bueno a salir los dos... es decir, desde cuando será que... -me aturulle especialmente cuando le vi levantarse y dar la vuelta a la mesa para acercarse a mí.
- Desde ahora mismo si quieres -dijo, dándome el primer beso que recibía de él como su novia.
Y no sabéis que besazo que me dio, me dejo con las piernas temblando, es que ni me podía creer el efecto que tuvo en mí... y sin importarle un pimiento que las otras tres estuviesen delante. Tras esto, se marchó, según dijo mientras se dirigía a las habitaciones, se iba a duchar, me pidió que le diese un margen antes de volver a las andadas con mi “acoso” pese a que ahora ya éramos novios “formales”, me lo dijo guiñándome un ojo y poniendo cara de niño bueno, de no haber roto un plato en su vida, pero estaba tan asombrada por todo que pienso que ni procesé lo que me dijo en ese momento. No hice la menor intención de seguirle, de ir tras él, o de cualquier otra cosa de ese estilo, la verdad es que seguía mirando fijamente la puerta por la que desapareció, y desde luego no era la única que lo hacía, las otras tres estaban exactamente igual que yo.
- Qué ocurre aquí, porque creo que no lo ha dicho de broma –pregunté mirando la las otras.
- No tengo ni idea de a que ha venido todo esto, pero ten clara una cosa Olga, lo que ha dicho iba enserio, ándate desde ya con pies de plomo con lo que haces… No cometas ninguna estupidez más como lo del tal Cesar ese -me dijo Raquel.
- ¿Qué narices estará tramando este cabronazo? –susurro Mónica- Olga, haz caso de lo que te ha dicho Raquel y ándate con cuidado con lo que hagas, porque te aseguro que no ha hablado por hablar.
- Eso ya lo sé, se perfectamente que lo ha dicho completamente en serio… -dije aceptando lo que todas pensábamos.
- Creo que todas estamos de acuerdo en que Alex está tramando algo, es imposible que haga lo que ha hecho si no tuviese algo en mente… aunque concuerdo que lo ha dicho completamente en serio -apuntilló Marga.
- ¿Qué pensáis que estará intentando hacer? –pregunte preocupada.
- No tengo ni idea, pero que algo está tramando, eso te lo garantizo –dijo Mónica.
Cuando salió de nuevo se había arreglado, y que guapo que estaba el cabronazo, daban ganas de comérsele, por lo menos según mi punto de vista. Me dijo si quería ir a dar un paseo por el pazo, algo que acepte en el acto, pidiéndole que me esperase unos minutos a que me duchase y vistiese, cosa que hice en apenas quince minutos, saliendo con él a dar el paseo… Mientras andábamos juntos le pregunte…
- ¿Por qué has aceptado salir conmigo?
- Porque me gustas, si no fuese así no hubiese aceptado de ninguna de las maneras, eso tenlo claro, lo que dije lo dije completamente en serio.
- Pero tú no crees que esto funcione, ¿no?
- ¿Sinceramente? –se paró, mirándome fijamente- no, no creo que esto vaya a funcionar, pero voy a darnos una oportunidad porque creo que mereces muchísimo la pena –después continuo andando.
- Funcionara, no pienso permitir que fracase –dije con convicción, especialmente tras sus palabras, que me subieron el ánimo al cielo.
- Ya veremos Olga, ya veremos cómo nos va… y ojala que tengas razón…
Decidí dejar el tema quieto, tras esta pequeña charla personal seguimos hablando de un montón de cosas diversas referentes a ambos. El paseo duro un par de horas, y cuando regresamos iba exultante, había averiguado sobre él en ese corto espacio de tiempo, tres veces más que en los últimos meses de preguntar a todo el mundo. Esa tarde quedamos todos de nuevo, en esta ocasión Alex y yo no nos separamos. Sinceramente, pensé que estaría un poco reacio a demostraciones de cariño o de que estábamos saliendo por aquello de que me pidió un poco de margen, pero para mi sorpresa no se corto ni medio pelo a la hora de besarme delante de todo el mundo, de cogerme de la mano, de abrazarme, de andar conmigo cogidos por la cintura, de hacerme carantoñas o aceptar mis caricias… Lo confieso, me sorprendió, pensé que me llevaría algo de tiempo conseguir algo así de él, vistas también sus reticencias anteriores a querer algo conmigo.
Todo el mundo nos felicitó, especialmente las chicas a mí, aunque vi que más de una y de dos parecían genuinamente sorprendidas del hecho, ni se imaginaban algo como esto. En algún caso vi en las caras de la gente lo que pensaban, que no tardaríamos en romper, ya que en apariencia éramos muy diferentes los dos, yo parecía tener mucha más experiencia y ser mucho más abierta que Alex. En lo segundo estaba segura de que todos ellos tenían razón al pensar así, en lo primero lo dudaba seriamente, me sonreía para mí al pensar en lo engañados que estaban todos con mi nuevo y flamante novio. Tras la cena fuimos todos de nuevo a donde la noche anterior para bailar un rato y tomar unas copas. Estábamos Alex y yo bailando cuando observe entrar a la tal Ana, que se nos quedo mirando con una cara de no estar nada contenta, viéndolo, me pegué a Alex e hice que me besase, estuvimos comiéndonos los morros un rato sin que yo cesase de mirar a la rubia hasta que la vi salir del local con un enfado monumental. Cuando la música termino volvimos con los demás, en el trayecto…
- ¿De verdad crees que era necesario? –me preguntó Alex.
- Necesario, ¿el qué?
- Esos besos para que Ana nos viese dárnoslos
- No, yo no lo hice por eso…
- Olga, esto te lo voy a decir una única vez, solo una, y no te lo pienso repetir –se detuvo cogiéndome por el brazo, haciendo que quedase frente a él, me miro fijamente a los ojos-. No soporto que me mientan, y tú acabas de intentar hacerlo en mi cara, no lo repitas o daré esto nuestro por terminado, ¿te ha quedado claro?
- Si –asentí nerviosa.
- Bien, ahora quiero que entiendas algo sobre mí. Ten seguro que estoy contigo a muerte, soy muy amoldable a cualquier situación que puedas querer en un momento dado, no soy nada celoso, no ando haciendo de detective con nadie, tengo tendencia a creer a mi pareja antes que a cualquier cosa que me digan, pero por el contrario a eso… miénteme solo una vez, que te pille, y daré todo lo nuestro por terminado, amistad incluida.
- No te mentiré… -dije tragando saliva.
Tras esto me quedó muy claro que mi relación con Alex no iba a ser nada sencilla de llevar. Estábamos los dos con los demás tomando algo cuando de nuevo entro Ana en el local, iba con un tío al que nos presentó, y que además era muy guapo el condenado, estaba como un tren. Me di cuenta en seguida de que me miraba mucho de forma disimulada, radiografiándome, lo que de haber sido solo un tiempo antes, en otro momento o en otra situación, me hubiese halagado que un tío así de bueno lo hiciese, cosa que ahora mismo no sucedía, solo lograba hacerme sentir incomoda con esas miradas, hasta tal punto que Alex lo notó.
- ¿Quieres que le diga algo?
- No, déjalo, ya se cansara de mirarme. Solo me molesta por lo que tú puedas pensar, no porque me mire, mirar que mire lo que le dé la gana y si le gusta lo que ve que se mate a pajas –dije, me abrace a su cintura besándole en los labios-, yo soy entera y completamente tuya…
- Le llaman serpiente, es el tío al que se quería calzar Ana cuando me pidió ayuda para que fuese su novio… -me contó por sorpresa, no me lo esperaba.
- Joder que apodo –le mire a los ojos-, vamos que no es trigo limpio y no hay que darle la espalda, ¿no? –pregunté.
- Jajajajajajaja, no, para nada. Le llaman serpiente porque dicen que tiene una entre las piernas, según dicen las malas lenguas, de unos 25 o 26cm, por eso el mote.
- ¿Y la tal Ana fue capaz de meterse algo de semejante calibre? –no pude evitar preguntar asombrada antes de darme cuenta de con quien estaba hablando-. Perdón, yo… -me beso interrumpiéndome.
- Tranquila, no pasa nada, como te dije no soy nada celoso. Según me dijo no, no fue capaz de metérsela, y tú, ¿te gustaría tirártelo ahora que sabes lo que hay? –me preguntó Alex.
Me quede mirándolo pensativa, recordé lo que me había dicho sobre mentirle y esto me estaba empezando a parecer una trampa en toda regla. La pregunta se las traía ciertamente, cualquier contestación que diese seria intrínsecamente mala, empezaba a suponer que quizá inadvertidamente cuando dijo lo del tamaño hiciese algún gesto que delatase mi “admiración” por semejante aparato… decidí ser franca con él, más que nada porque me había dejado muy claro que no podía permitirme el lujo de intentar mentirle o desviar la conversación, y menos cuando estábamos empezando a salir.
- Sinceramente, si, con ese pedazo de polla me encantaría follármelo la verdad, pero no en estos momentos Alex, ahora tengo pareja y no me gusta que me engañen, por lo que tampoco engaño, y cuando lo he hecho con una pareja ya sabes porque ha sido. No te negare que me atraiga semejante herramienta, pero te quiero, estoy contigo y no pienso equivocarme de un modo tan estúpido.
- Es decir, que te gusta mirar, pero sin tocar ¿no?
- Dicho en pocas palabras, sí, eso mismo que acabas de decir, igual que supongo que ocurrirá a ti cuando veas una mujer que sea especialmente atractiva –argumente, relajándome al ver su sonrisa.
- Tal y como has dicho, igualmente es para mí –me abrazó, besándome-, que tenga mi filetito adorado, no significa que no vea los solomillos a mi alrededor.
No pude evitar echarme a reír por la comparación que hizo, puso una cara de travieso y pícaro que casi provoca que le saltase encima para follármelo en ese mismo instante. Sin embargo, no quite ojo de la zorra de la tal Ana, supuse que habría llevado a ese tío allí por mí, pensé que seguro que creía que se me iban a caer las bragas con él en cuanto me diese cuenta del cacharro que tenía entre sus piernas. La primera vez que se separó Alex de mi, por un lado el fue interceptado por ella para distraerle, mientras el tal “serpiente” de nombre Alfredo, se me presentaba aprovechando que era un amigo de Ana con la sana intención de enrollarse conmigo, le veía venir a la legua.
Tenía muchas tablas como para no haberme dado cuenta de la maniobra, también como para perder de vista a mi nuevo y flamante novio, especialmente cuando una zorra de la categoría de esa rubia estaba detrás de él como una puta perra en celo. También me di cuenta de que Cesar, el muy hijo de puta, se situó de modo que Alex no tuviese forma de escaparse de Ana, bloqueándole la salida por su espalda. El tal “serpiente” estaba claro que se había debido de esperar en colocarse su herramienta antes de acercarse a por mí, ya que esta no era nada difícil de adivinar a lo largo de una de las perneras de su pantalón. Lo cierto es que no pude evitar tragar saliva y excitarme un poco al ver aquello, con razón lo llamaban serpiente, aquello realmente parecía ser enorme.
Otra cosa de la que me di cuenta es que al igual que yo no perdía de vista a Alex, este tampoco me perdía de vista a mí, y además claramente, sin la menor intención de disimularlo por su parte. El tal “serpiente” empezó a ponerse pesado, le escuche, fue muy educada, y creo que eso le debió de confundir, porque en un momento en que me levante, aprovecho para situarse tras de mí, pegándome su herramienta en el culo y parte de una de mis piernas, haciéndome sentir así toda su dureza. Para mi sorpresa, en lugar de excitarme el contacto con semejante cosa aunque fuese mínimamente, lo único que consiguió, fue ponerme de mala ostia, lo primero que vino a mi mente al sentirlo fue Alex y lo que este pudiese pensar de aquello… Reconozco que me revolví como una hiena…
- Mira imbécil, si vuelves a pegarme al culo esa salchicha que llevas dentro del pantalón… te la corto, ¿me has entendido?, pues anda y ve a ponérsela a tu puta madre –tras decir esto me fui directa a por Alex.
Mientras me dirigía a donde este estaba con la rubia sin quitarme ojo de encima, me iba enfadando aún más todavía, empezaba a pensar que esto era lo que tramaba cuando dijo que aceptaba salir conmigo. Empecé a estar segura de que pensaba que no podría evitar follarme a un tío con un rabo como el del tal “serpiente”, y no os hacéis una idea de cómo me sacaba de mis casillas pensar eso. Cuando llegué hasta el, pedí disculpas a los presentes que estaban hablando con él y cogiéndole de la mano le arrastre tras de mí en dirección a la salida del local, a su interpelación de a dónde íbamos, solo le conteste con muy mala leche por cierto, que afuera, a aclarar unas cuantas cosas entre los dos.
- ¡¡¡Vamos a ver, se puede saber de qué coño vas, gilipollas!!! –dije enormemente cabreada.
- ¿Qué voy de qué?
- No te hagas el idiota conmigo, te digo lo mismo que tú me dijiste a mí, ¡¡no me mientas!!. Que pretendías dejándole el campo libre conmigo a ese anormal de polla enorme que trajo tu amiguita Ana, ¿dime?
- Quizá quería saber si se te iría el mundo de vista y te lo follabas, dime Olga, ¿te gustaría follártelo?
- Por supuesto que me gustaría follármelo, claro que si, como a ti te encantaría follarte a esa puta rubita amiga tuya, ¿o me lo vas a negar? –pregunte completamente exasperada.
- No, no te lo voy a negar, me encantaría follarme a Ana, seguro que casi tanto como a ti el follarte al imbécil de Alberto y su serpiente.
- Entonces dime, ¿por qué estás conmigo? –me dolió en el alma hacer la pregunta, temerosa además de la respuesta.
- Porque pese a todo, creo que nunca te saque del todo de mi cabeza, me sigues gustando tanto como el primer día que te pedí salir juntos al cine y tú me diste tus primeros cachetitos negándomelo. Sabía que Ana intentaría algo como esto si salíamos aquí y ahora. Era un momento para empezar tan bueno como otro cualquiera, también quería en parte comprobar que habías cambiado para mejor y ya no eras aquella chica de polvo fácil. Yo quiero a una chica, a una mujer que me quiera, que me ofrezca unas garantías mínimas de que no me los pondrá a las primeras de cambio, pero sobre todo, a alguien que me quiera por mí, y no por agradecimiento.
- Pues entonces has tenido suerte, porque yo quiero intentarlo contigo y no lo hago por agradecimiento, aunque es cierto que tu ayuda hizo que me fijase en ti. No tienes idea de lo estúpida que me he sentido pensando que siempre estuviste ahí delante y no era capaz de verte. Pero eso sí, las putas se terminaron, de raíz, como te pille aunque solo sea mirando raro a una… ¡¡¡Te la corto!!!.
- Lo sé, era algo que asumí cuando te dije que aceptaría salir contigo, que se terminaron las putas… Pero si quería preguntarte una cosa, ¿qué tipo de relación quieres que llevemos?, abierta, normal…
- No pienso meter a nadie en nuestra cama o que folle con nosotros, de modo que de eso olvídate.
- ¿Ni un mal trió? –me miro sonriente.
- De haber en algún momento –decidí no cerrar la puerta del todo, más que nada porque eso era precisamente lo que parecía que Alex esperaba que hiciese, que la cerrase de un fuerte portazo al instante-, serian dos, uno con un hombre y otro con una mujer. Pero, que te quede claro, que para hacer semejante cosa, es porque tú y yo, estemos hasta las narices de follar solos y necesitemos un aliciente. Pero para que pase eso, me tendrías que dejar muy, muy, pero que muy saturada de sexo contigo… o que no dieses la talla, y lo veo difícil.
- Trato hecho –dijo, me abrazó y me besó con fuerza.
- Vale, pero antes, quiero que me digas que coño es lo que hiciste cuando estuviste de novio con Ana, para que la tengas tras de ti como una puta perra en cielo… Porque siento decírtelo así, pero es que no te veo llevando a nadie hasta ese extremo… -dije sonriéndole-, lo siento cielo, pero es la verdad.
- ¿Quieres que te lo cuente, o que te lo demuestre ahora mismo? –dijo en un tono visiblemente malicioso.
- Demuéstramelo entonces… a ver si logras que me pase como a ella… venga, a ver si consigues que pierda el norte contigo… -le reté.
- Jajajajajajajajajaja… trato hecho, espérame un par de minutos y te doy una pequeña muestra de ello… y de lo que te puede esperar siendo mi novia… si tú quieres, claro… -se marchó dentro del local de nuevo mientras me seguía pidiendo que esperase un instante.
Solo cinco minutos después regresaba junto a mí con dos cascos, cogiéndome de la mano me llevo ante una moto de gran cilindrada. Me puse el casco a una indicación suya y fui a montarme detrás pero me lo impidió, de un bolsillo saco una especie de fino paño como de plástico que coloco sobre el asiento, justo en la parte trasera, donde debería de ir sentada yo como pasajera. Después de colocarlo y sujetarlo a la moto con una especie de cordones…
- Monta… -me impidió subir- pero antes, dame tus bragas… -me sonreía con cara de chico malo.
- ¿Cómo que te de mis bragas? –me sorprendí por la petición…
- Por favor, confía en mí, tú dámelas y tendrás una muestra de lo que pedias sobre Ana –dijo estirando la mano con la palma hacia arriba.
- De acuerdo, pero no me hace gracia, con esta mini se me va a ver todo el culo –dije mientras me las quitaba y se las pasaba.
Lo peor fue cuando tras cogerlas se las llevo a la nariz mientras me miraba, aspirando intensamente el aroma que desprendían a hembra cachonda. Si ya de por si estaba húmeda, el verle hacer eso me disparo, pase de estar húmeda a chorrear, sentía como de un momento a otro por mis piernas bajarían hilos de flujo como no me sentase rápido en algún sitio. Me hizo señas de que me sentase cuando quisiese, algo que evidentemente hice en el acto, pensando que posiblemente el sillín haría las veces de una especie de tapón. No os digo tampoco la alegría que me lleve cuando se sentó, le rodee la cintura con mis brazos por petición suya, y me encontré con mis muñecas esposadas abrazándole… tuve ganas de matarle por lo que considere “una puta broma estúpida”…
- Suéltame Alex, esto no tiene la menor gracia -repentinamente se me paso casi todo el calentón.
- Querías saber que fue lo que hice cuando estuve de “novio” con Ana para que se enchochase tanto conmigo como para esperarme, ¿no?, bueno, pues ahora, te daré una pequeña muestra de ello… putita mía…
En primer lugar, lo del “putita mía” no me gustó, por lo menos en ese contexto y con la zorra de su amiga Ana metida en medio de la conversación. Empecé a temer la situación cuando arrancó la moto y esta empezó a vibrar, pero cuando aceleró, poniéndonos en marcha, todo fue aún muchísimo “peor”. Por primera vez comprendí lo que pretendía hacer conmigo, y entonces sí que di gracias de que me hubiese esposado de ese modo… No dudaba en lo más mínimo que de no haberlo hecho así no hubiese aguantado ni medio kilómetro sobre aquella moto…
El muy cabrón me tenia abrazada a él, viajando a toda velocidad, completamente desesperada, mi coño estaba en contacto directo con el plástico rugoso aquel que había puesto sobre el asiento, todas y cada una de las vibraciones producidas por el motor o el asfalto terminaban sobre mi sexo, mi clítoris a esas alturas ya debía de estar inflamado, en pleno contacto permanente contra la superficie plástica, rozándose con cada una de sus suaves rugosidades para sentir el placer que estaba sintiendo. Me intente alzar pese al riesgo de pegárnosla y matarnos, apretar los muslos para sostenerme y mantenerme apartada del maldito asiento de tortura de la moto. Sentía como mis jugos empapaban mis muslos y el plástico que en los laterales era completamente liso y parecía como si estuviese untado con vaselina o algo así, por tanto muy resbaladizo. Mis muslos patinaban sobre este, siéndome imposible aguantar, volviendo de nuevo a quedar sentada, y aún en un peor estado de excitación que antes. Lo que os juro que lo que no sé, es como con mis movimientos Alex era capaz de controlar la puta moto… casi deseaba que nos la pegáramos para terminar con aquello…
Fue como una tortura, muy, muy placentera, pero tortura al fin, no tengo ni idea del recorrido que hicimos, cuantos kilómetros andamos, pero sí que cuando regresamos de nuevo, había alcanzado al menos tres fortísimos orgasmos y había perdido la cuenta de los menores, las veces que me quede a las puertas o las que me intente librar de ello sin conseguirlo… Me temblaban las rodillas, no me sostenía, cuando me apee tras quitarme las esposas, Alex me tuvo que ayudar a sentarme en un banco porque era incapaz de tenerme de pie, me temblaban hasta las pestañas. Cuando me serené le mire con rabia, era la primera vez que mis ojos le buscaron desde que me senté, y con lo que me fui a encontrar… ¡¡¡Dios!!!, por fin empezaba a entender la cabezonería de la puta rubia con Alex…
Vi como el muy cabrón se encontraba de pie junto a la moto, mirándome fijamente, tenía en sus manos el plástico sobre el que fui sentada, en el momento en que alce mis ojos, empezó a lamer mis jugos del plástico con deliberada lentitud, pasando toda la lengua lentamente por encima, permitiéndome ver con claridad, como estos incluso resbalaban por su barbilla… Sentí la boca seca, como mi coño volvía a palpitar, mis pezones volvieron a endurecerse al instante al ver aquello, jadee y lance un ahogado gemido de deseo y le hice una imperiosa señal para que se acercase a mí con la sana intención de que solucionase aquello que había empezado de nuevo como le diese la puta gana…
Solo veinte segundos después, tenía dos dedos de Alex dentro de mi coño, moviéndose sin piedad, mientras yo permanecía sentada en el banco abrazada a él, besándole como si me fuese la vida en ello, deseando que me follase de una puta vez, deseando ser definitivamente suya… Esa noche fue como las anteriores, nuevamente termine sola en mi cama, eso sí, completamente deshecha del todo, me quede dormida en un instante… Ni fuerzas había tenido para intentar convencer a Alex de dormir conmigo, me dijo que no y acepté sin más... estaba agotada, completamente muerta de cansancio.
Al día siguiente, me levante pronto y me fui directa a la habitación de Alex, que estaba acostado llevando únicamente un pantalón corto. No me lo pensé, deslice mi mano bajo su cintura, avanzando con suavidad, para no despertarle antes de tiempo, hasta alcanzar su polla. Se empezó a poner dura poco a poco mientras yo la acariciaba, desde luego no era la más grande, ni la más gruesa que hubiese tenido en mis manos, pero sin embargo, si era la más deseada. Me las apañe para sacársela del pantalón, quedando erguida, lista para que decidiese que hacer con ella.
Por un instante me pasó por la cabeza la idea de follármelo, aprovechar para subirme encima de él y antes de que despertase clavármela hasta el fondo. Os juro que me moría de ganas de hacer eso mismo, pero retenía la suficiente cordura como para recordar lo que me dijo que le hicieron Mónica y Raquel, después de eso, entendí que sería un error de proporciones catastróficas hacer algo semejante con él dormido, porque si luego le traía malos recuerdos..., posiblemente estaría acabada del todo. Me agache, metiéndome su polla en la boca, empezando de ese modo con una mamada concienzuda, lamiendo el glande con suavidad, ensalivándolo bien, pasando luego la lengua a lo largo de todo el tronco. Cuando más entretenida estaba note sus manos sobre mi cabeza apartándome… al mirar vi como me tendía los brazos para que los tomase.
Me condujo sobre él, ayudándome a sentarme a horcajadas sobre su cintura, por fin logre mis deseos, lentamente me fui metiendo la polla de Alex en el coño, de mis labios escapaban jadeos y gemidos de deseo, creía que me volvería loca al sentirle por fin en lo más profundo de mi ser. Como digo, ni era la más grande, ni la más larga, ni la más gruesa con la que había follado, pero sin embargo era la que mas placer me estaba proporcionando, quizá simplemente por el hecho de ser Alex a quien me follaba. Alcance uno de los mejores orgasmos que puedo recordar pese a ser un polvo tan simple y tranquilo. Tras alcanzar los dos el orgasmo, me quede tumbada encima mientras me abrazaba y acariciaba la espalda… fueron unos minutos increíbles...
CONTINUARA