Alex (2: Mi primera vez fue con un hombre)

Alex comienza a descubirir su sexualidad con Antonio... su amigo de la infancia.

Antes que nada

Gracias a la gente que escribió y opinó sobre mi relato; la calificación positiva y las más de 3.000 lecturas a mi relato anterior me motivaron a seguir contando mis experiencias.

Pido disculpas si mis relatos no son de lo más sexuales o "calientes". En realidad lo que busco no es simplemente relatar mis experiencias, sino transmitir mis sentimientos a través de estas líneas; sentimientos que muchas veces debo guardar y esconder en mi corazón… y que ahora deseo compartir con ustedes.

Capitulo II: Mi primera vez fue con un hombre

Ya había pasado una semana desde aquella experiencia con Antonio. Todavía podía recordar la sensación intacta de verlo a el desnudo, gimiendo y gozando frente a mis ojos, a través de un monitor; el solo recordarlo me ponía los pelos de punta.

Pasaba horas y horas recordando en la soledad de mi habitación todos los recuerdos gravados en mi memoria: jugaba con mi cuerpo todas aquellas tardes hasta el cansancio; habría dado lo que fuera por repetir una y otra vez aquel instante que para mí fue como un parpadeo.

Debo confesar que en esos momentos nunca pensé en la idea de llegar a tener sexo con Antonio: para mi era inalcanzable. Lo veía todos los días en la escuela. Desde pequeños nos sentábamos cerca, yo adelante y él en el pupitre de atrás. Nos reíamos, charlábamos, molestábamos a los demás compañeros y en ocasiones entre nosotros; al único al que le permitía burlarse de mi era a él, solo a él.

Lo que fue más extraño aún fue que la relación no cambió para nada; seguíamos hablando como siempre, como amigos, solo que nuestros temas eran algo diferentes: hablábamos de los chicos lindos en nuestra escuela, quien nos gustaba, quien no, con quien nos gustaría estar, que nos gustaría probar… en fin, conversaciones de dos chicos que están descubriendo su sexualidad. Éramos cómplices, confiábamos ciegamente el uno en el otro; con cada conversación, con cada confesión, con cada gesto estábamos alimentando el secreto, nuestro pequeño secreto.

Lo del MSN seguía igual, hablábamos de cualquier cosa… hasta que llegábamos a los temas candentes; pero estos ya no eran sobre chicas… sino de chicos. Ninguno tenía idea de las cosas de las que hablábamos, ya que para nosotros todo era nuevo y excitante: lo de besar a otro chico, probar el miembro de otro, lo que se podría sentir al penetrar y ser penetrado… pero ninguno de los dos conocía lo que de verdad importa.

Ninguno de los dos tenía idea de lo que es acariciar a otro cuerpo desnudo, lo exquisito que es sentir la respiración agitada al ritmo coordinado de dos cuerpos que se aman, lo fantástico que es percibir que alguien te desea con pasión inconmensurable, lo delicioso que es embriagarse con el aroma de aquel cuerpo que sientes que conoces de toda la vida, lo indescriptible que es el sentimiento de la primera vez; el pecho se oprime, la respiración se entrecorta, el inevitable temblor que recorre todo tu cuerpo, el frío inexplicable alimentado por el nerviosismo y las ansias indescriptibles de fundirte en una sola caricia, un solo abrazo, un único beso desenfrenado tan fuerte y tan calido que ambos amantes se vuelven uno… un mismo cuerpo que siente bajo un mismo corazón; solo por un momento, solo por un segundo…¡les juro que por solo volver a sentir aquello un instante siquiera otra ves soy capaz de hacer cualquier cosa!... cualquiera. Si sentimos esto aunque sea solo una vez, desde ese momento nos condenamos para el resto de nuestras vidas; buscaremos el amor que una vez encontramos y que hemos perdido… el que sintió el amor una vez, no podrá vivir sin el. Sobre esto éramos unos perfectos ignorantes… y sobre esto nadie me advirtió.

Un buen día de aquellos, Antonio me hizo la anhelada pregunta:

-Alex, quiero hacerte una pregunta

-Emmm… si, dime – intuía de que era, pero no quería ilusionarme.

-¿Alguna vez haz pensado en tener sexo conmigo?

Silencio; les juro que sentí un silencio tan denso y tan potente que podía escuchar los latidos de mi corazón, los cuales en ese momento me impedía decir palabra alguna… ¡Con un sí basta Alex, solo di un sí!

-¿Qué pasa Alex?... aah… disculpa, creo que no debí haber hecho una pregunta así… después de todo somos amigos y

-Sí –lo interrumpí de golpe; era el sí más sincero que había dicho hasta entonces – emmm… si Antonio… si lo he pensado.

-¿Y, que has pensado?

-Que… - dilo – que… - Alex, son solo tres palabras – me… - lo estabas esperando desde hace mucho tiempo, ¡dilo! – que me gustaría… me gustaría muchísimo.

De vuelta al silencio; el mundo se detuvo, lo se, ¡el mundo no estaba girando!

-Ahh jaja… ¿de verdad? - su risa y su soltura me sorprendió, de seguro era la respuesta que esperaba – y… ¿en que has pensado?

-Bueno… tenemos el viaje de estudios la otra semana

Conversamos horas y horas; planeamos todo, hasta el más pequeño detalle: nos quedaríamos en la misma habitación, engañaríamos a todos con alguna excusa barata, no se, algo como que nos cayó mal algo del almuerzo. Pensamos en comprar cosillas, si, de esas que se usan en el sexo: cremas lubricantes, preservativos, lociones para masajes e incluso jarabe de chocolate y mermelada. La verdad es que ninguno de los dos sabía como usarlas, pero creíamos que con las películas y con algo de creatividad podríamos darles un buen uso.

También hablamos sobre lo que nos gustaría probar; obviamente de todo, ya que ambos éramos vírgenes en ese entonces (por los menos eso es lo que creo hasta el día de hoy). Me sentía feliz, la verdad en este momento no recuerdo porque, no lo se, es difícil recordar, pero de lo que estoy seguro es que aquellos tiempos me dieron alegría por mucho tiempo.

Todo marchaba bien, pero todo se vino abajo un día antes:

-Alex, ¿puedo hablar contigo?

-Si – lo noté extraño - ¿Qué pasa?

-Quiero pedirte que no hagamos nada… es que Alex… con los amigos no se tiene sexo

Silencio; ¿amigo?, nunca había considerado lo que éramos. En realidad, hasta ese momento ni siquiera había pensado en Antonio como mi novio, pero en aquel preciso instante me di cuenta que eso era lo que en verdad me hacía feliz… pensé que sentíamos lo mismo el uno por el otro; ver lo contrario me hizo pedazos.

-Antonio, eres mi amigo, y lo que tu quieras es lo que yo quiero – que gran mentira… - no pienses mal, nunca esperé que llegáramos a ser… tu sabes… novios – segunda mentira – en realidad, prefiero que sea así, sigamos siendo amigos – era inevitable seguir mintiendo, ¡no quería perderlo!

Antonio estuvo de acuerdo, en realidad, tenía que estarlo, ya que fue él quien se arrepintió en último momento… o al menos eso pensé yo.

Llegó el día que había estado esperando (y que en realidad ahora me resultaba indiferente); el viaje de estudios era a otro país, alrededor de 24 horas en bus. Estaban todos mis compañeros ansiosos por viajar. A mi me importaba un comino; la verdad, solo quería ir para estar con Antonio.

El viaje era hasta entonces de lo más normal. Las dos primeras horas molestábamos, reíamos y conversábamos; luego de aquel rato se nos acabaron las bromas, los temas de conversación y a quién molestar, así que, como ya era tarde, mis amigos empezaron a caer dormidos.

Recuerdo que desperté de sobresalto; el ruido de la conversación entre el conductor y mi profesor habría despertado a cualquiera, sobre todo porque estaba durmiendo en la primera fila del bus, así que decidí cambiarme. Camine a obscuras buscando un asiento vacío… pero el único que encontré fue el que estaba junto a Antonio, y era justo el último del bus.

Sentí un nudo en el estomago al sentarme a su lado y nervios al percibir su aroma tan exquisito… de verdad que me encantaba. Verlo a él, con sus ojos cerrados, su cabello castaño aún distinguible en al penumbra, su piel blanca iluminada por las luces intermitentes de la carretera; de verdad que era un chico hermoso. Advertir todo aquello me hizo sentir extraño, era una sensación que nunca antes había experimentado. Era parecida a lo que sentía cuando veía desnudo a Antonio por una cámara… pero aún así no era la misma, era totalmente nueva: me faltaba el aire, estaba helado, pero aún así estaba transpirado; Sentí que el tiempo se detuvo, pero sin embargo nada se movía, solo el bus en aquella interminable autopista. De verdad sentía como si todo aquello fuese un verdadero sueño; un sueño del cual no me hubiese gustado despertar.

La verdad es que no se en que momento ocurrió, pero de un momento a otro me percaté de que estaba acariciando su pierna con la mía. No se porque estaba haciéndolo, pero en ese momento no podía controlar mis impulsos… pero me encantaba, no podía parar de hacerlo, pero tampoco quería detenerme. Incluso por encima de su pantalón su piel se notaba suave, era realmente excitante.

De repente ocurrió algo que me dejó helado; Antonio estiro sus manos, seguido de un gran bostezo… pero al dejar caer sus manos, una de ellas terminó sobre mi pantalón, sobre mi bulto. Me quedé helado, pasaron por mi cabeza muchas cosas a la vez; pensaba en que si había sido una coincidencia o si de verdad había sido a propósito, pensaba en que debía hacer, si parar y dormir o lanzarme sobre él; pero lo único real era que no podía mover ni un músculo.

No se cuanto rato transcurrió, pero lo volvió a hacer, pero esta vez con más fuerza y más determinación; vi su mano sobre el bulto de mi pantalón, el cual se hacía más y más grande con cada caricia. Lo único que podía hacer era mirar mis manos y darme cuenta de que no era yo el que estaba proporcionando tal placer; era otro hombre, otro cuerpo, era una sensación indescriptible… ¡un chico me estaba tocando y me encantaba!

Antonio siguió con su labor, siempre con sus ojos cerrados. Yo solo podía retorcerme de placer en el asiento. Coloqué mi mano sobre la suya, indicándole que lo hiciera con más fuerza. Sentí que mi pantalón se iba a romper, estaba demasiado excitado… ¡Estaba teniendo relaciones con Antonio!

De pronto, al abrir mis ojos, observe la mano de Antonio deslizándose hacia mi estomago, para luego descender por debajo de mi pantalón…y de mi ropa interior. Su mano helada me estremeció, y aún más la sensación al percibir como sus dedos se enrollaban alrededor de mi miembro; su mano era pequeña, con dedos delgados, por lo que se veía aún más diminuta en comparación a lo que sostenía.

Decidí no quedarme atrás. Puse mi mano sobre su pecho y pude sentir lo calido que era, aún cuando todavía él llevaba puesta su camiseta. Pero ocurrió algo curioso, ya que al tocarlo me di cuenta de que el también temblaba; era natural, después de todo, ambos éramos inexpertos. Comencé a acariciar su pecho. Era suave y sumamente calido. Inclusive, aún en la penumbra, su piel se veía tan blanca como a pleno día, como si ésta brillara con luz propia.

Nuestras respiraciones se hacían cada vez más intensas. Nuestras frentes estaban pegadas, mientras que ambos nos tocábamos el uno al otro; inhalábamos aire que el otro exhalaba… como si no hubiese nada que respirar más que el aliento que nos regalábamos mutuamente. Yo lo miraba, pero él seguía con sus ojos cerrados; yo trataba de registrar cada detalle, porque sabía que era un momento que volvería a ocurrir.

Comencé a pensar en lo excitante que era aquella situación: éramos dos chicos, teniendo relaciones en un bus en movimiento, de noche, con todos nuestros compañeros durmiendo alrededor; si cualquiera de ellos hubiera abierto un ojo, estoy seguro que no habríamos tenido tiempo de reaccionar. Nos habrían descubierto, y nuestra historia se habría terminado, ahí mismo, donde acababa empezar. Eso me dio un miedo terrible, pero no quería detenerme. Antonio se dio cuenta de aquello, pero no dijo nada. Cuando volví la mirada, él tenía sus ojos abiertos y observaba lo mismo que yo. Me miró con una picara sonrisa, y sin decir ninguna palabra abrió mi camisa, dejando al descubierto mi estomago.

Comenzó besar mi vientre, besos silenciosos para no despertar a nadie. En ningún momento retiró su mano de donde la tenía; ella seguía aferrada a mi entrepierna. Siguió bajando, ahora lamía el espacio que había entre mi miembro y mi ombligo. Con mi mano empecé a recorrer su torso… su vientre… y la parte inferior de su espalda… para luego terminar acariciando sus hermosas nalgas; era una sensación extraña, nunca antes había tocado una piel tan suave y delicada. Las acariciaba con fuerza, mientras que él me quitaba el cinturón y bajaba mi cremallera.

No tengo palabras para describir lo que sucedió después: el placer que sentía era exquisito. Solo escuchaba el sonido de su lengua y la calidez de esta por todo mi pene; yo no podía hacer más que mirar hacia el cielo y jadear tímidamente. El placer incontrolable solo me hacía acariciar con aún más fuerza su trasero… comencé a incursionar aún más, y comencé a introducir mi dedo índice en su pequeño ano. Podía sentir como el se estremecía con cada arremetida. Movía sus caderas arriba y abajo, siempre al ritmo de mi dedo que salía y entraba con dificultad.

Baje la mirada, y pude verlo él, con su lengua lamiendo mi pene desde la punta hasta la base. Subía por todo el tronco, luego introducía la punta de mi miembro en su pequeña boca y lamía su cabeza; repetía aquel proceso una y otra vez.

De repente, sentimos que algo se movía. Ambos nos asustamos y nos tapamos con la ropa que ya nos habíamos quitado. ¡Vaya que estuvo cerca!; el profesor se empezó pasear por el corredor, quizás revisando si todo estaba en orden. Ambos nos hicimos los dormidos, pero los dos sabíamos que necesitábamos continuar.

Introduje mi mano por la entrepierna de Antonio; estaba calida y húmeda. Decidí tocar su pene: aún seguía erecto, y estaba totalmente húmedo, al igual que su ropa interior. Quería saber que se sentía, quería probarlo. Antonio se echo para atrás, y me agarro de la cabeza, señalando que sus intenciones eran que yo hiciese lo mismo que el acababa de hacer.

Puse mi cabeza de costado sobre su vientre: sentí su respiración agitada y sus músculos contraídos de los nervios. Baje besando todo su estomago y vientre, para llegar a la punta de lo que ya tenía entre mis manos. Era pequeño en comparación al mío, pero para mi estaba bien, en realidad, cualquier cosa de Antonio estaba bien

Su aroma invadía todos mis sentidos: toqué tímidamente con la punta de mi lengua la cabeza de su coso, solo para probar que tal era su gusto. En verdad que no era una maravilla, pero me excitaba demasiado cuando con cada lamido Antonio me agarraba del cabello pidiendo cada vez más y más.

De pronto me di cuenta que estaba con todo su pene dentro de mi boca, y él, con ambas manos sobre mi nuca, las movía hacia adelante y hacia atrás. Comencé a bajar y a subir; no se que estaba haciendo, pero al parecer lo hacía bien, ya que no veía que Antonio se estuviese quejando.

Estábamos excitadísimos, tanto que incluso Antonio empezó a gemir como si estuviese suspirando profundamente. Seguía lamiendo y succionando su miembro; seguí bajando aún más, hacia sus testículos, mientras con mi mano lo masturbaba frenéticamente. Comencé a lamerlos, no tenían nada de pelo, y la piel allí era tan suave como la de su pecho. Antonio me agarro de la cabeza para que me detuviera, ya que no podía soportar el placer que le estaba entregando; no me detuve, seguí haciéndolo, por ningún motivo lo habría hecho.

Seguí bajando aún más, y seguí lamiendo el espacio que hay entre el ano y los testículos; ahí pude sentir como se le escapó un grito, pero a mi ya no me importaba nada, estaba cegado por el placer. Podía ver como él se aferraba al asiento con una mano, y la otra la introducía en su boca, mordiendo sus dedos para evitar gritar otra vez.

Seguía estremeciéndose, cada vez con más fuerzas. Levante la vista, y vi sus ojos blancos, cegados por el placer; entonces supe lo que vendría después. Seguí masturbándolo con aún más fuerza, y en ese momento fue cuando se descargó por completo sobre su pecho; era una vista hermosa… y más hermosa aún viendo como mis fantasías se hacían realidad. Antonio para mi ya no era un amigo, no, estoy seguro de que era algo más que eso. Ahora él y yo no volveríamos a ser los mismos… y es verdad, luego de eso nada volvió a ser igual.

Nos quedamos quietos, había terminado el momento de placer. Volvimos a sentir poco a poco como todo volvía a moverse. Respirábamos tranquilos, tanto que incluso nos invadió el sueño.

Él se puso sus pantalones; lo único que hizo luego de haber acabado fue una sonrisa tímida y un gesto de conformidad. Me causo gracia todo aquello: hace 2 minutos estábamos jadeando y gimiendo, y ahora era como si nada hubiese ocurrido. Bueno, en realidad, ahora que recuerdo todo esto, no se si aquello debió haber pasado

Bueno, ¡gracias por haber llegado hasta acá!, es la primera vez que comparto mi vida de esta manera, y la primera vez que escribo relatos eróticos… Mi nombre es Alex, tengo 19 años, soy de Chile, y esta es mi vida. Cualquier comentario, duda, mensaje o simplemente buscando amistad mi mail es alexes90@live.com (también es MSN).