Alex - 10
El fin de semana Olga hace nuevos descubrimientos sobre Alex, incluyendo que no todo en su novio podía ser perfecto y que este también tiene su lado negativo
TITULO - 10
Mire fijamente a Alex, con lo que me había contado una sospecha se cernía sobre mi mente, de modo que decidí aclararlo con el sin dejarlo pasar.
- Oye Alex, con esto de tu regalo no estarás pensado que cuando sea tu cumpleaños por mi parte te haga un regalo similar, ¿verdad? –dije en un tono quizá un poco chungo.
- No, para nada, eso fue un regalo por mi parte, en ningún momento pretendía luego obtener el mismo trato de tu parte –dijo usando un tono cariñoso.
- Vale, mira, no te enfades, pero dudo que yo fuese capaz de hacer lo que tú has hecho por mí esta noche, lo dudo mucho, diría que es imposible del todo el que yo voluntariamente acepte compartirte con nadie -me quedé mirándole expectante.
- Como te digo, no te preocupes que no pasa nada, de verdad, era consciente de lo que hacía cuando decidí hacerte ese obsequio.
- Gracias por él una vez más, ha significado mucho para mí el que estuvieses dispuesto a eso, pero... confió en que solo sea eso, una excepción.
- Tranquila, no soy de los que le gustan que su novia folle con otros para poder disfrutar…, ni por asomo.
- Ya, tu eres más de tríos, ¿no?
- Para nada, soy de la opinión de que meter a terceros en una relación es peligroso, pero, también es cierto que procuro no cerrarme a nada, aunque obviamente unas cosas aceptaría y otras evidentemente no.
- Vale, pero de momento, estamos conociéndonos, de verdad Alex, creo que... -me interrumpió.
- Tranquila, ni se me ocurriría una tontería en este momento, puede que alguna cosilla como la de la moto sí que caiga -sonrió con malicia-, pero siempre será entre tú y yo exclusivamente, sin nadie interactuando directamente con nosotros.
Ver aquella sonrisita maliciosa, asociado al recuerdo de la moto que su mención me hizo revivir, provoco que me mojase. Alex era un cabronazo de tomo y lomo, estaba segura de que era eso precisamente lo que buscaba. Claro, que el que se abalanzara sobre mis labios también ayudo a llegar a esa conclusión, nuevamente estaba completamente dispuesta para follármelo... Dado que estaba encima suyo, aproveche la coyuntura, baje mi mano para buscar su polla, encontrándola enseguida, masajeándosela hasta que la puse en forma entre sus gemidos... entonces me senté y me la fui clavando de nuevo en mi interior.
Con sinceridad que en esos momento si me hubiesen preguntado, no hubiese sabido definir si Alex era un buen o mal amante, lo único cierto es que me ponía burra perdida cada dos por tres con solo proponérselo, como en ese momento. Mi pregunta tras su regalo y el tono que use, reconozco que podría haber desembocado en una discusión en toda regla, y sin embargo allí estaba, follándomelo con todas mis ganas. Movía mis caderas y apretaba mis músculos vaginales en forma que pareciesen contracciones, torturando su polla de ese modo, me resultaba agotador, pero los gemidos de Alex me lo compensaban todo.
Estaba segura de que en esta ocasión le había ganado la partida por completo, entonces fue cuando estiro sus manos, con sus dedos pillo mis pezones, pinzándolos entre ellos, empezando a tironear con fuerza, haciéndome acercarme contra el por el dolorcillo. Era un dolorcillo que lejos de molestarme me excitaba aún más, provocaba que mis caderas se moviesen aun con mas brío, como fuera de control, entonces, soltó uno de mis pezones y note como su mano me sujetaba por el culo. Antes de que me pudiese dar cuenta tenía en el interior de mi recto, por completo, el dedo corazón de Alex, según deduje por la profundidad a que lo sentía... No os digo la sensación que tuve al sentirme penetrada también por ahí, creía morirme del placer que me estaba proporcionando, notaba como el dedo parecía acariciar su polla por entre la pared de mi interior, se movía como si fuese una culebrilla, era una sensación brutal.
Note los espasmos de Alex, sentí como se tensaba con fuerza, como su pene empezó a escupir algo de semen, apenas un par de golpes en mi interior, pero más que suficiente para que a mí también me alcanzase un orgasmo y cayese desmadejada sobre el de nuevo. Como la vez anterior, nuevamente sentí los brazos de Alex rodeándome, mientras pasaba un dedo a lo largo de mi espalda, haciendo que se me pusiese la piel de gallina. Allí, sobre él, con sus brazos rodeándome, me sentía en la gloria, estaba como en otro mundo. Aprovechando la coyuntura, decidí preguntarle por el tema de las putas...
- Oye Alex, puedo hacerte una pregunta sin que te enfades... si no quieres no hace falta que me contestes... -espere, con la cabeza aun apoyada sobre su pecho, sin mirarle.
- Claro, dime, ¿qué quieres saber?
- Lo de las putas, ¿cómo es que empezaste a ir con ellas?
- Ya, sigues con lo mismo de antes...
- No, no te estoy juzgando, ahora eres mi novio y sé que no volverás a las andadas, pero siento curiosidad de porque, solo eso.
- Bueno, solo he estado realmente pillado, pillado, con dos mujeres, mi prima Mónica y tú. Como ya sabes Mónica es lesbiana. Aun sabiendo que la quería me pidió ayuda, y luego hizo con Raquel lo que hizo. Reconozco que eso me dejo bastante tocado y desencantado del género femenino en general.
- Ya, entiendo, fue una putada lo que te hicieron, pero fue con buena intención Alex, sé que ambas están muy arrepentidas.
- Lo sé, por eso volvimos a retomar nuestra relación. Luego me colgué contigo Olga, y tuve que ver como sistemáticamente te ibas con un tío detrás de otro, o siempre terminabas saliendo con algún gilipollas que terminaba por hacerte daño, mientras que yo tratando de acercarme a ti lo único que obtenía eran esos humillantes cachetitos de buena amiga. Algo que sabes que nunca fuimos de verdad -su voz sonaba completamente neutra, no me atrevía a mirarle a la cara, escuchar aquello me dio vergüenza, porque sabía que había mucha verdad por mi parte en esa época.
- Lo siento, siento lo que hice en aquella época, pero nunca me reí de ti por ello, nunca pretendí tampoco hacerte daño -levanté la cabeza para ahora sí, mirarle a los ojos mientras se lo decía.
- Lo sé, y porque lo sé es por lo que estamos ahora aquí, de otro modo, jamás me hubiese permitido llegar a esto, aunque me hubiese estado muriendo por ti...
- Entonces, ¿fue por nosotras el irte de putas?
- No exactamente, pero luego de la primera vez que me fui, o más bien que me invitaron a una –vi clarísimamente como sonrió recordando, y os juro que me dieron ganas de arrancarle los ojos-, me di cuenta de que pagando su precio, prácticamente salías a la par si ibas buscando una chica del calibre de una de ellas. Es lo que te dije la vez anterior que lo hablamos Olga. Calcula, entrada en un local "guay", copas por las nubes y los más que probables fracasos en mi caso con mi físico, si haces un cálculo medio... al menos te aseguras de follar con un tía despampanante con la que seguro que disfrutas como un enano. Por eso es por lo que empecé a contratar putas, además, como son totalmente desinhibidas en materia de sexo al cobrar por ello, siempre acabas aprendiendo algo nuevo y en eso personalmente pienso que he tenido suerte normalmente con mis elecciones, porque por lo general han sido muy abiertas conmigo, si no la primera vez, si luego si las he vuelto a llamar, que han sido unas cuantas antes de cambiar a otra.
- Entiendo -dije mordiéndome los labios.
No me hizo gracia ese último comentario, pero que ni la más mínima, sentí la mordida de los celos al pensar en lo que me hacía y con cuantas distintas se tendría que haber acostado para aprenderlo. La verdad es que si lo analizaba fríamente, y claro está, ahora que ya tenía a Alex seguro para mí, veía que no le faltaba razón en lo del dinero. Un tío con un físico como el de Alex solo conseguiría llevarse a la cama una chica de cada diez que intentase, quizá más y de las normalitas, ciertamente mirándolo en dinero y “calidad” de las que yo había “visto” con él, la puta sin duda le salía más a cuenta. Obviamente como comprenderéis, eso era algo que no le pensaba reconocer ni por casualidad, antes me cortaría la lengua, pero no le faltaba cierta lógica a su explicación, aunque lo de las putas me siguiese escociendo lo suyo, no podía evitarlo.
Durante la semana paso igual, no pudimos vernos, sin embargo sí que había algunas cosas que quería preguntarle, como por ejemplo, en que trabajaba, algo que aunque os suene increíble, aun no sabía. También le quería preguntar por aquella habitación en su casa que mantenía cerrada bajo llave, lo cierto es que la última vez que estuvimos juntos pensé en hacerlo pero al final se me paso por completo al estar "entretenida" en otra cosa mucho más divertida. El viernes por la tarde estaba deseando que diese la hora de salir para volar a mi casa, recoger algo de ropa y salir disparada a casa de Alex a pasar el fin de semana allí con él, no le había dicho nada, ya que pretendía que fuese una sorpresa.
La sorpresa me la lleve yo, y por duplicado. Cuando me abrió la puerta y me dejo pasar, iba la mar de sonriente, sonrisa que se me borro en el acto cuando entre en el salón y vi lo que allí había. Encima de la mesa había tres ordenadores portátiles, el sitio frente a uno de ellos aparecía vacío, pero frente a los otros dos estaban sentadas sendas mujeres, de entre unos treinta a treinta y pocos años. Por lo que podía apreciar desde donde estaba, ambas eran auténticas preciosidades y bajo mi punto de vista vestían excesivamente “alegres” como para gustarme tan cerca y con tan buen rollo con “mí” Alex. Ya me empezaba a sulfurar un poco cuando Alex se acercó por detrás tras cerrar la puerta, me abrazo, me dio un besito en el cuello pasando la puntita de la lengua por mi piel discretamente y me pidió que dejase yo misma las cosas en su habitación, me costó impedir un gemidito al sentir eso. El que hiciese eso delante de ambas sin importarle un pimiento lo que pudiesen pensar me relajo un tanto, pero no las llevaba todas conmigo cuando me dirigía hacia su habitación.
Estuvieron como dos horas trabajando los tres entre risas y bromas, conmigo allí de convidada de piedra, aunque reconozco que en gran parte por culpa mía puesto que Alex intento meterme en varias ocasiones en la conversación, cosa que no consentí en hacer, porque la verdad, es que estaba de "morros" y de los muy largos además. También es verdad que en ningún momento pude ver nada de nada por parte de ellas salvo un muy buen rollo con Alex, pero del mismo tipo que el resto de las chicas del grupo por ejemplo, pero me era imposible evitar el que me incomodase su presencia allí a solas con él como habían estado antes de mi llegada, digamos que confiaba en Alex, pero no en ellas, aunque suene retorcido.
Cuando se marcharon...
- Está bien Olga, ¿qué ocurre?, ¿a qué ha venido el numerito?
- ¿Quiénes eran esas?
- Esas eran compañeras de trabajo, concretamente dos de las personas con que llevo mis operaciones, son mis operadoras habituales de la empresa de gestión de activos con la que trabajo. Por si te lo preguntas, me dedico a... digamos que a la "bolsa", aunque sería más correcto decir que a varias.
- No entiendo -le mire perpleja sin comprender.
- Ven, sígueme, creo que es hora de que conozcas algo más sobre mí, aunque no sé si después del numerito de celos mereces que lo haga...
- ¡¡¡Oyee...!!! que yo no he hecho ningún numerito de celos...
- Sí, sí que lo has hecho, además del ridículo al comportarte de ese modo, y ya te digo que esas dos se han dado perfecta cuenta de ello aunque no hayan hecho gesto alguno que lo delatase.
Se puso en marcha hacia el piso de arriba, reconozco que le seguí como un cordero al matadero con la cabeza gacha. Tenía que aceptar que sí, que ver a esas dos allí sentadas me había dado celos y bastantes, como ya os conté, no me gustó nada la presencia de semejantes bombones en casa de Alex a solas con él, supongo que el tema de las putas aun me escocia un poco más de lo que pensaba. Vi cómo se detenía ante la puerta cerrada con llave por la que también quería preguntarle, metió la llave, la giró, abrió la puerta, encendió la luz y dando un paso atrás me hizo indicación de que entrase.
Cuando entre en la habitación quede sorprendida ante lo que tenía. Veía pantallas de ordenador, al menos una docena, quizá más ya que no me moleste en contarlas, también lo que me parecieron cuatro CPU con una especie de servidor o algo así, todo en funcionamiento, también vi dos ordenadores portátiles con las tapas abiertas, aunque la pantalla estaba a oscuras, varias lucecitas parpadeantes en ellos indicaban que estaban funcionando, también en una esquina lo que parecía una especie de… armario aparentemente estanco lleno de baterías y con un tubo saliendo de él que entraba en la pared. No pude evitarlo, ve volví hacia Alex muy sorprendida y le pregunte...
- ¿Qué es todo esto?
- Mi trabajo, en cada una de esas pantallas -señalo los diversos monitores con un gesto de la mano-, se recogen los datos de una bolsa diferente, recogen las principales en todo el mundo en su propio huso horario y las vuelcan en el servidor. Esos dos portátiles están calculando datos constantemente con la información que los otros ordenadores les facilitan a través de él.
- ¿Y eso? –señale el armario.
- Eso es un sistema de seguridad por si hay un corte de luz, en teoría podría alimentarlo todo durante… tres días aproximadamente… Ese Armario es hermético y como ves –señalo el tubo- tiene un extractor conectado a la salida de gases de la caldera de la cocina, por si alguna batería tuviese alguna fuga…
- Ya veo, ¿pero todo esto para qué sirve? –hice un gesto abarcando la habitación.
- Obviamente para ganar dinero. Me dedico a jugar en la bolsa, o a ser una especie de especulador, como prefieras llamarlo, aunque lo segundo suena muchísimo peor. Este es mi santa sanctorum, el centro neurálgico de mi trabajo, por eso está la habitación cerrada siempre con llave, para que nadie entre y joda algo.
- Lo entiendo, gracias por dejarme entrar y por decirme a lo que te dedicas.
- De nada, eres mi novia y no me importa que sepas a que me dedico, pero ten clara una cosa Olga. Esta es la primera y también posiblemente la última vez que entres en esta habitación, por muy novia mía que seas, no quiero a nadie aquí adentro rondando, ni siquiera a ti. ¿Está claro? –me miro más serio de lo que le había visto nunca.
- Oyes -me sulfuré-, ¿pero qué coño te has creído?, que piensas que voy a... -me cortó tajante.
- No me he creído nada de nada, simplemente todo esto es muy delicado como para que alguien, por accidente o por error pueda descontrolármelo. No digo que fueses a hacer nada Olga, pero podrías tropezarte y tirar por ejemplo uno de los portátiles desconectándolo, los dos trabajan con datos en tiempo real. Eso podría por ejemplo suponer para mí volver a empezar a revisarlo todo de nuevo, lo que implicarían horas y horas de arduo trabajo para asegurarme de que todo quedase nuevamente en forma óptima, perdiendo incluso muchísimo dinero si tuviese en ese momento alguna operación en marcha y hubiese provocado algún fallo. ¿Lo entiendes mejor ahora?
- Si perdona, no pensé que fuese algo así, pensé que desconfiabas.
- Olga, ten claro que si no confiase en ti, nunca te hubiese mostrado todo esto… Pero el trabajo para mi es algo muy serio, no se trata de ninguna broma… tenlo siempre presente…
Salimos al salón, allí por ejemplo me entere, por la vía difícil además, que Alex, la mayoría de la veces que no había quedado con el grupo, era porque de verdad estaba ocupado con su "trabajo", como por lo visto iba a estar aquel fin de semana. Según me comentó, tenía una operación planificada que le obligaría a estar en constante conexión con el Nasdaq y la bolsa de Tokio que eran sus objetivos, mientras comparaba datos con otras, como la de Hong Kong, Londres, Paris, Singapur, etc… No termine de entender bien a lo que se refería porque para mí fue como si hablase en chino dado el nivel de sus conocimientos, pero me quedo claro que ese fin de semana, lo pasaría en blanco aunque en su casa, a solas con él. Me ofreció que saliese yo con los amigos si quería, que él no tenía otra que quedarse, pero eso no quería decir que yo también me aburriese, opte por permanecer con él, reconozco que también sentía cierta curiosidad por ver que es lo que haría, amén de no apetecerme en lo más mínimo separarme de su lado.
Una pregunta que le hice el sábado cuando se levantó, creo que apenas dormiría apenas una hora si es que llego a ella, y nos pusimos a comer, fue la obvia, que como se podía ganar la vida haciendo eso, que yo lo veía algo muy arriesgado. Sus explicaciones sinceramente no las entendí para nada, por mucho que dijese era algo que veía como una locura completa. Para mi sorpresa, ya que no pensé que me fuese a contestar a mi pregunta en términos económicos, pero de forma radical y directa, lo hizo...
- La verdad es que me gano bien la vida con esto, y si, es un riesgo evidentemente, pero un riesgo que ciertamente me compensa asumir, por otra parte, esto también me supone un buen número de contactos entre gente… digamos que importante…
- Pues chico, sigo sin entenderlo, de verdad, por mucho que ganes... -me interrumpió con una sonrisa torcida.
- ¿Quieres saberlo? ¿Quieres saber cuánto gano?
- No hace falta que me cuentas algo así, soy consciente de que estamos empezando a salir, no pretendía que me contestases a eso. Solo pretendía conocer como podías vivir de eso, nada más...
- No tengo problema con decírtelo Olga. El año pasado gané aproximadamente unos cuatrocientos noventa mil euros tras impuestos, que por cierto, no tienes idea de la burrada que se paga en estas operaciones, y créeme que no fue un mal año, aunque desde luego tampoco de los mejores. Evidentemente, como comprenderás… -se quedó un instante pensativo-, digamos para que me entiendas, que ahora mismo ya estoy “estabilizado” económicamente, por lo que pese a la impresión que quizá te haya dado, no me lo juego a todo o nada, tan loco no estoy, te aseguro que aunque me diese una hostia de campeonato en alguna operación importante, tengo las espaldas bien cubiertas.
Me atragante al escuchar la cantidad, estaba comiendo y el pedazo se me fue por otro lado, creí que me ahogaba. Pensé que joder con Alex, con razón decía que merecía la pena arriesgarse a hacer lo que él hacía, y si el cabronazo además sabía cómo jugar, no me extrañaba visto el beneficio final obtenido. Me sorprendieron varias cosas, por un lado lo de las espaldas cubiertas, Alex no mentía lo que quería decir que tenía dinero, y visto lo visto, muchísimo, y la segunda, que pese a ello no hacia ostentación y era un chico la mar de humilde, por muy hijo de puta que pudiese llegar a ser en un momento dado.
Tenía un coche de diez años, y sin embargo no le importó darme a mi cuatro mil euros como préstamo más lo que se hubiese gastado por su parte para estar conmigo y ayudarme cuando mi “problema”… Seria todo lo raro que se quisiera, pero el que fuese tu amigo de verdad, estaba claro que no tenía precio. Asumí que en la época que yo le gusté y le daba esos pequeños cachetitos humillantes ya tenía bastante dinero, sin embargo y pese a no conseguir nada conmigo nunca jamás hizo nada que pudiese indicar a nadie esa realidad, delante mío y pese a lo que ahora sabia que sentía por mí, nunca jamás había hecho ostentación de nada, prefirió perderme puesto que estaba claro que por el mismo “nunca” iba a lograr atraerme. Si antes ya lo sabía, ahora mismo podía confirmar a quien fuese que Alex valía su peso en oro como pareja, cada vez me alegraba más de lo que me ocurrió con el gilipollas de Roberto y que me permitió fijarme en Alex... me provocaba sudores fríos pensar que de no ser por ello más que seguramente hubiese dejado pasar de largo al hombre de mi vida.
La verdad es que todo esto había sido una gigantesca sorpresa que evidentemente, sí que no pensaba compartir con nadie, por muy cercano a mí que fuese o confianza que tuviese. Por otro lado, el fin de semana tampoco lo estaba llevando nada bien, pese a pensar inicialmente que si lo haría sin problema. El tener cerca a Alex para mi solita todo un fin de semana a mi alcance, no poder disponer de él para poder hacer los dos nuestras cositas y que se me perdiese en su mundo cada dos por tres dejándome completamente de lado, poco a poco estaba empezando a alterarme. Al final exploté ese mismo sábado por la noche, estaba excitadísima, casi podría decir que chorreaba, que me moría por follármelo y no me hacía ni puto caso... se… “desconectaba”.
Me puse cariñosa con él, especialmente juguetona, pero era como si nada, no parecía hacerle el menor efecto. No os hacéis una idea de cómo me sentó que me pusiese delante a hacer un conato de striptease para él, que medio me sentase encima suyo, que le pasase por los labios uno de mis pezones, que cogiese su mano para dejarla sobre mi coño, haciendo que me frotase la zona, empapándosela de mis jugos… y a la mitad se diese un golpe en la frente, me apartase, eso sí con cierta delicadeza, levantándose luego a la carrera para ir a su habitación. Cuando salió al salón, venía con su portátil de siempre bajo el brazo, en lugar de atenderme a mí, se centró en el ordenador olvidándose incluso de que yo existía. No os hacéis una idea de lo mal que me sentó, ahí fue cuando al final exploté y esa noche tuvimos una discusión muy gorda los dos a cuenta de ello, incluso con el cabreo estuve en un tris de coger mis cosas y largarme a casa... Os juro que menos mal que me contuve y no lo hice, porque ahora creo que hubiese sido un error garrafal por mi parte y no se luego como habría podido hacer para repararlo dado como es él. Por suerte recordé las advertencias de Mónica, Raquel y Marga de que tuviese cuidado con reaccionar con Alex como con cualquier otro chico con el que hubiese estado antes o me podría salir muy caro, y me limite a irme a la cama sin dirigirla la palabra enfadada como una mona.
Esa noche dormí medianamente bien únicamente, por la mañana y pese a no estar contenta, me pesaba el encontronazo con Alex. Cuando me levante y vi que no estaba en la cama, nuevamente me sulfure de nuevo, por lo menos hasta llegar al salón y encontrármelo tumbado en el sofá, con un cojín del mismo puesto encima de la cara. En la mesa vi medio vaso de agua y una caja de un analgésico considerablemente fuerte en su versión de dosis más elevada para más inri, uno que yo conocía y que sabía que solían recetar para combatir las migrañas, concretamente de las más fuertes. Al ver eso se me pasaron los restos del enfado que aún tenía por lo de la noche anterior y no encontrarle en la cama en el acto. Me senté a su lado con cuidado, y con mucha delicadeza retire el cojín de su cara...
- ¿Estás bien Alex? -pregunté, sobresaltándome un poco al ver sus ojos completamente rojos y el leve rictus de dolor en su cara.
- Sí, es solo un poco de cansancio nada más, tranquila -me sonrió enseguida, pero volviéndose a tapar de nuevo la cara con el cojín.
- Ya, pues sinceramente, a mí no me lo parece. Alex en serio, ¿qué te pasa?
- Nada, de verdad, me pasa siempre con estas operaciones, mi cabeza es incapaz de parar de hacer cálculos y verificar datos una vez tras otra aun no estando delante del ordenador, me cuesta trabajo poder dormir, al final me sucede como ahora, aparecen las migrañas. En cuanto la operación este cerrada dormiré un poco y estaré bien de nuevo, de verdad, no te preocupes más -se levantó de nuevo el cojín solo para sonreírme, pese a que estaba claro que le estaba doliendo.
Me sentí fatal por lo de la noche anterior, cierto que no había querido tema, pero no era porque quisiese irse con amigos nada más y esas cosas, cada vez tenía más claro que Alex no podía ser tratado como cualquier otro chico con el que hubiese estado antes, porque no se comportaba como ellos, que era especial. Para la hora de la comida ya le miraba muy preocupada, se había tomado otro par de analgésicos, lo que yo sabía que era una dosis muy alta, excesivamente alta, pero al decirme que sino no le hacían nada, y que era lo que siempre se tomaba opte por callarme, aunque preocupada porque estaba muy claro que le debía de estar doliendo horrores. El tema sexo, en mi cabeza, había quedado totalmente aparcado y fuera de circulación por el momento, todo lo ocupaba mi preocupación por Alex.
Un nuevo sobresalto me llegó cuando comimos, me pareció que se había recuperado algo, pese a que sus ojos no es que hubiesen mejorado mucho, seguían enrojecidos por completo, y ese leve rictus inconsciente de dolor continuaba ahí. Según terminamos, me hizo una pregunta que me provoco un sobresalto... fue cuando di gracias a dios por no haberme ido de su casa por culpa del cabreo de la noche anterior, sino… sinceramente no sé qué hubiese pasado si, conociéndole como le empezaba a conocer, se le hubiese metido en la cabeza que él no era la persona indicada para hacerme feliz…
- ¿Quieres que lo dejemos? –me pregunto muy serio, tragando saliva. Vi claramente lo que le costó hacerme la pregunta y como temía mi respuesta, pero pese a todo, me la hizo.
- Como dices -me sobresalté-, ¿de qué demonios me hablas Alex?
- De esta relación, he visto como estabas, lo mal que lo has pasado, supongo querías a tu novio solo para ti. Mira Olga, entiendo que quizá no quieras estar con alguien como yo, que pone su trabajo por encima de su pareja, de modo que... -le corté alterada, en parte por lo que vi cuando me la hizo, no quería que se metiese cosas raras en la cabeza.
- ¿Pero tú eres tonto o qué te pasa?, quieres hacer el favor de no decir más sandeces. ¿Me jode que no me hayas atendido este fin de semana?, si, desde luego que sí. ¿Que he venido dispuesta a pasar contigo todo el tiempo posible en la cama?, por supuesto que también, y en lugar de eso me he encontrado con esto –me pase las manos por las sienes intentando reordenar mis pensamientos lo mejor posible antes de seguir-. Mira Alex, cada vez que un novio me ha dicho algo parecido a lo que tú me dijiste, era porque se iba por ahí con otra gente dejándome a mí de lado, y sé que lo sabes, como dijiste, siempre me he ido a juntar con gilipollas.
- Ya pero... –le interrumpí de nuevo.
- Mírate, estas hecho una mierda, ¿cuánto llevas sin dormir, dime?. Alex, te has dedicado a trabajar, conmigo aquí, delante de mí, viendo lo que hacías, he visto también como lo estás pasando -señale la caja de analgésicos-, estás trabajando sin detenerte a descansar incluso con una migraña muy fuerte. Cielo, esto no es para dejarte, esto es para atarte aún más en corto para que no te rapte alguna buscona por ahí si descubre cómo eres de verdad.
- Sí, es cierto que estoy trabajando pese al dolor de cabeza, pero aun así, sigo sin atenderte y sé que el sexo es importante para ti, no lo niegues. No quiero que más adelante puedas reprochármelo y arrepentirte de esto, yo... -le puse dos dedos en los labios impidiéndole hablar.
- Solo contéstame una pregunta. Cuando trabajas todo tu tiempo es para eso, pero cuando no lo haces, ¿ese tiempo para quien será?, dime... -le sonreí, viendo como también él sonreía al ver por dónde iba.
- Para ti, ese tiempo es para ti, evidentemente –vi cómo me sonrió, nuevamente me empecé a excitar, teniendo que hacer un esfuerzo considerable por evitar lanzarme sobre él.
- Pues ahí tienes tu respuesta. Todo el mundo que trabaja, de un modo u otro, todos le dedicamos parte de nuestro tiempo en exclusiva durante unas horas concretas al día. Yo estoy trabajando en una oficina de lunes a viernes y no puedo dedicarme a ti, incluso algunas veces muchas más horas de las normales, no sé porque tu ibas a ser menos. El problema, es que según estoy viendo tu tiempo de dedicación, digamos que es un poco rocambolesco y completamente fuera de horarios normales “de oficina”, también te reconozco que toda esta situación me ha pillado completamente por sorpresa y fuera de juego. Pero bueno, al fin y al cabo, el resto del tiempo eres completamente mío... –le di un beso en los labios poniendo todo el cariño que pude-, además, me alegro que no seas perfecto, así tendré porque criticarte –le hice un pequeño mohín.
Alex no pudo evitar echarse a reír al ver el gesto, abrazándome con cariño, me sentí genial cuando me dijo que me quería y me devolvió el beso en los labios. Tras esto pareció que todo volvía a normalizarse, aunque no os penséis que ese fin de semana paso algo, que no, no hubo manera. Me jodío admitirlo, pero ciertamente Alex tenía razón, estaba en su propio mundo perdido, si hubiese intentado forzarle a echar un polvo, es más que probable que yo hubiese terminado aún más frustrada porque el fuese incapaz de concentrase en mí.
Ese fin de semana, descubrí, que no todo iba a ser perfecto en mi nuevo y flamante noviete, también tenía sus sombras como pareja ideal. Aunque otra cosa que me dejo un poco asombrada, es que pese a como era más que evidente que lo estaba pasando de mal y que yo con mi “ardor” no es que le hubiese estado ayudando mucho, en ningún momento tuvo un mal gesto, una palabra más alta que otra o me cambio la cara para nada... confieso que yo desde luego de estar como el, con esa migraña tan fuerte, dudo mucho que hubiese podido comportarme con él como hizo conmigo. Como digo, cada vez tenía más claro que Alex no era como nadie que hubiese conocido antes, aunque obviamente, tampoco era perfecto, pero sí que estaba dispuesta a defenderlo con uñas y dientes de cualquier tía que intentase acercase a él “excesivamente”.
Una cosa que termino por convencerme de que todo esto de matarse casi a trabajar de ese modo no era algo estúpido por su parte, fue que según me dijo después, había encontrado un pequeño error en sus cálculos, un error que le hubiese hecho perder, o más bien, deja de ganar, unos seis mil euros, lo que definitivamente me convenció que su obsesión por repasar de modo enfermizo sus cálculos tenía su motivo, un buen montón de miles de motivos.
Al fin de semana siguiente Alex me sorprendió, me pregunto si estaba dispuesta a modo de disculpa a recibir otra sorpresa un tanto especial, aunque riéndose, me dijo que sin moto esta vez. Os juro que me puse malísima solo de pensar en la moto, le dije que si de inmediato, que haría lo que él me pidiese. Me hizo pedir el lunes libre aprovechando que me debían un par de días, no tenía ni idea de lo que tramaba, pero si de algo estaba segura por lo que iba conociendo a Alex, es que lo iba a disfrutar.
Sin decirme dónde íbamos, el viernes nada más salir de trabajar me hizo montarme en su coche, con únicamente una pequeña bolsa de deportes con algo de ropa. Mi sorpresa cuando llegamos a nuestro destino fue mayúscula, se trataba de un balneario, y por el aspecto que tenía, debía de ser de los mejores y más lujosos, pensé en lo que le había tenido que costar todo el fin de semana hasta el lunes, aunque se me escapo un… “joder, un balneario, como los abuelos”, le pedí perdón, aunque Alex divertido y riéndose me dijo que no pasaba nada, que tenía toda la razón, pero que así “estaríamos los dos sin preocuparnos de que ropa ponernos para estar en sintonía con las demás parejas de tortolitos...” con una entonación especial, como haciéndome burla. No pude evitar echarme a reír por la salida en plan broma que tuvo, agradeciendo que fuese como era… porque tenía claro que otro en su lugar seguro que se hubiese mosqueado con el comentario, incluso puede que hubiésemos tenido una discusión, y sabía que con razón, pues nunca debí haber dicho aquello.
Cuando dejamos recepción camino de nuestras habitaciones iba como las amapolas, el cabronazo de Alex me la había vuelto a jugar de nuevo, me tuve que tragar mis “prejuicios” por los balnearios... y no matarle al ver la sonrisita irónica que puso cuando me enteré de las “características” del Balneario, ahora entendía eso de “sin preocuparnos de que ropa ponernos para estar en sintonía con las demás parejas de tortolitos”… el muy cabrón en realidad si se había burlado de mi por lo de mi comentario…
Como había sospechado, efectivamente si, se trataba de uno de los mejores balnearios de todo el país, con un pequeño detalle sin importancia del que solo me enteré cuando la recepcionista nos dijo las principales normas, una de las cuales decía que solo podríamos ir como en ese momento al llegar y al marcharnos de las instalaciones. Se trataba de un balneario nudista y encima por lo que más tarde sabría, habitualmente usado por “parejas liberales”. Al ser nudista, una vez pasadas las puertas internas del centro en la recepción, en su interior, todo el mundo debía de ir como dios le trajo al mundo salvo que te fueses o acabases de llegar, pero esas eran las únicas veces que estaba permitido estar vestido allí dentro. En la habitación el estar los dos desnudos vaya que vaya, pero en cuanto a lo de salir, bufffff... creedme que me costó, me costó lo mío aceptarlo, ni os digo como le puse a Alex por su brillantísima idea de llevarme a semejante sitio en cuanto nos quedamos solos, en parte también por mi enfado cuando me di cuenta que se había estado riendo de mí en mi cara por lo de mi comentario.
Lo primero que quiso hacer mi señor novio, fue que nos diésemos un paseíto por todas las instalaciones para verlas, a lo que finalmente accedí. Fui a su lado, cogida de su mano, mas muerta de la vergüenza que viva. Pese a todo, poco a poco me fui dando cuenta de que mi desnudez no parecía provocar sobresaltos, ni parecía que nadie se entretuviese en mirar donde no debía más de un segundo. Al final, cuando regresamos a la habitación casi había superado ya mis prejuicios, que no digo todos, todos, pero bueno, iba por el buen camino, y a terminar de arreglarlo contribuyo mi queridísimo novio. Nada más entrar a la habitación me dijo que había reservado uno de los jacuzzis grandes para los dos, para que pudiésemos disfrutar los dos solos en la intimidad y que así me relajase del todo... y divertido añadió un… “al no haber visto casi abuelos”, por supuesto que dije que sí sacándole la lengua y dándole una cariñosa collejita por su comentario “guasón”.
Se trataba prácticamente de una piscina en toda regla en cuyas paredes cada equis había asas de sujeción, también tenía una zona más profunda que otra, en mi lado si me sentaba en el fondo el agua me llegaba casi por los ojos, en el de Alex en cambio el agua me quedaba por encima de los pechos. Cada uno puesto en una punta, nos estirábamos flotando y no nos llegábamos a tocar, era enorme. Alex fue tan “amable” de dejarme la parte profunda, ya que me parecía más cómoda para luego poder ponerme de pie, ya que me movía hacia el borde y tenía espacio debajo de mí para poder levantarme cómodamente. Fue en una de estas veces, haciendo eso, que Alex me pidió que me apoyase contra el borde sujetándome por las asas y luego lentamente me fuese deslizando hacia donde estaba él, de modo que mi cuerpo quedase flotando y yo buen agarrada con los brazos estirados, según me comento, podía moverme en ambas direcciones porque eso era muy bueno para los músculos de los hombros. Ingenua de mí que le creí, cuando me quise dar cuenta de su maniobra, ya estaba completamente perdida del todo y en sus manos.
Me encontraba tendida, con los brazos apoyados en el borde y bien sujeta de las asas me empecé a deslizar, la cabeza hacia atrás, mirando al techo y los ojos cerrados, Alex tenia razón, estaba en la gloria. De repente, sentí como tiraban de mí hacia abajo por las caderas, abriéndome las piernas y dándome un buen susto que hizo que me aferrase con todas mis fuerzas a las dos asas. Antes de que me diese cuenta de que era lo que sucedía, sentí como una lengua pasaba todo a lo largo de mi rajita. Obviamente dado que los únicos presentes éramos Alex y yo, la conclusión era obvia… el muy cabrón ya me la había vuelto a liar como a una pardilla…
Por si ya con lo de la moto no hubiese sido suficiente, esto me termino de dejar claro que tenía un novio realmente imprevisible capaz de hacer cualquier locura, pero eso sí, también tenía claro que era un lunático maravilloso que lo haría para mi disfrute. Mi principal problema era mi posición, al estar extendida con el cuerpo flotando, bastante tenía con sujetarme con todas mis fuerzas mientras mi sexo me enviaba oleadas de placer... Estaba literalmente el borde del desmayo, porque no sé cómo puesto que no era esa la sensación, pero mi cintura debía de estar bajo el agua al igual que su cabeza, pues sentía el calor de esta junto con su lengua sobre el clítoris, envolviéndolo, completamente duro y expuesto... La sensación era increíble, incluso más por saber que realmente me estaba haciendo una comida de coño bajo el agua caliente del enorme Jacuzzi.
Cuando alcancé el orgasmo, solo segundos antes de ello me introdujo del todo dos dedos por mi culito abriéndomelo un poco, lo que hizo que entrase algo del agua caliente en mi recto y alzase violentamente las caderas al sentirlo sin poder evitarlo, entonces Alex literalmente me empotró contra el borde del jacuzzi para sostenerme, pegando mi espalda a la pared del mismo, lo que impidió que me resbalase al perder mis fuerzas y soltarme de mi sujeción al correrme. El orgasmo fue realmente brutal, me dejo deshecha por completo, teniéndome que sostener el mismo para no quedar suelta flotando sobre el agua, completamente inerte.
Cuando me recupere se colocó a mi lado, en la misma postura exacta en que yo estaba, solo se incorporó un poco, flotó hacia mí, acerco sus labios a mi oreja, me dio un mordisquito en el lóbulo, mientras con su lengua lo acariciaba, y entonces con una voz ronca que me puso como una puta moto de carreras...
- Me debes una, así que… zorrita mía… ¡¡¡Fóllame de una vez!!! -me susurro al oído.
- ¡¡¡¡Hijo de puta!!!! ¡¡¡Cabrón!!!, te voy a destrozar -dije saltando sobre él medio enloquecida por la situación, situándome a horcajadas encima suyo...
Metí la mano buscando su polla, que encontré de inmediato, completamente dura, vibrante, enseguida la dispuse sobre la entrada a mi coño, sentándome lentamente sobre él, clavándomela hasta el mango mientras poco a poco nos hundíamos bajo el agua, metiéndola hasta lo más profundo de mis entrañas, emitiendo un gran gemido al sentirlo bien dentro. Pensé que me iba a poder vengar de Alex por la jugarreta follándomelo hasta que pidiese por favor que parase, pero enseguida me di cuenta de que otra vez, había caído en su trampa y que pasase lo que pasase, tenía que seguir adelante…
El problema me vino a la hora de moverme, quise follármelo en plan amazona salvaje, pero el cabrón de Alex no sé cómo, se mantenía extendido “flotando” manteniendo su cuerpo como a una cuarta del fondo y bajo la superficie. Cada vez que me movía él se balanceaba un poco evitando volcar y descabalgarme precisamente al usar mis propias piernas como tope, o usaba sus brazos para desplazarse hacia abajo o lateralmente, obligándome a follarle mientras mantenía el equilibrio, con esto parecía que su polla se movía como una serpiente dentro de mi vagina, con un montón de movimientos raros, haciendo que me sintiese extrañísima y reconozco que cuando estuve a punto, manteniéndome encima al borde del orgasmo más tiempo del que pude nunca imaginar… ¡¡¡¡Dios!!!! ¡¡¡¡Que ganas de matarlo!!!!, pero me era imposible resistirme pese a todo a seguir cabalgándole de ese modo… las sensaciones de su polla dentro de mi coño eran increíblemente placenteras… me deshacía viva…
Al igual que la comida de coño y pese a las dificultades que me puso el cabronazo, el polvo me supo a gloria, me corrí también como una burra, luego nos quedamos aun un buen rato relajándonos, descansando.... yo tendida sobre el mientras el muy pícaro se mantenía flotando, moviéndose lentamente ayudado por sus brazos y besándome el cuello con delicadeza… Me gustaría decir que me puso nuevamente con ganas y otra vez lo hicimos, pero con lo de la “Amazona flotante”, entre el esfuerzo físico, su juego anterior conmigo y este nuevo orgasmo que me hizo tensarme como si me hubiese alcanzado una corriente eléctrica, me había dejado derrengada y completamente sin fuerzas, no podía ni con mi alma... Cuando me recupere como para hablar, alcé la cabeza para mirarle, cuando sus ojos se clavaron en los míos le dije que para hacerle algo así a su novia es que era un cabrón sin conciencia y le di un mordisco en un pezón arrancándole un pequeño ¡¡¡Ayssss!!!, lo que nos hizo reírnos a los dos como chiquillos…
CONTINUARA