Alex - 1
Estaba alucinando en colores, no me creía lo que había hecho Alex, era el pagafantas del grupo, el pardillo, el idiota, ¡y eso que acababa de pasar no lo hacía alguien así!
Alex - 1
Olga llevaba cerca de dos meses saliendo con Roberto, fue una de esas noches de alcohol, porros y desenfreno, a ambos les entraron ganas, marchándose directos desde la discoteca al coche del chico, ambos con una única idea en mente, follar. Desgraciadamente para ella, concurrieron varias cosas en plan ley de Murphy.
Esa misma semana por circunstancias, se había olvidado de tomar la píldora en un par de ocasiones, cuando llegaron al coche Roberto se encontró con que no tenia preservativos, y ella como una imbécil se dejo convencer por eso tan socorrido del "no te preocupes que yo controlo y me salgo antes". Y una mierda "yo controlo", Roberto se corrió dentro, pero dentro por completo, ni hizo amago de salirse siquiera. Para terminar de componerse el desastre, al día siguiente era domingo, con la resaca se levantó tardísimo y para terminar de arreglarlo, no fue capaz de conseguir la dichosa pastillita del día después, entre otras cosas porque como digo estaba con un resacón del quince y tampoco le apetecía andar pateando la ciudad buscando farmacias.
Dado que tenía una especie de bombo atormentándola en el interior de su cabeza por culpa de la resaca, solo miró en un par de ellas que al ser festivo estaban cerradas y en una tercera que si estaba de guardia pero no tenían existencias. Como una perfecta gilipollas, decidió que si daba un solo paso más la cabeza le explotaría, por lo que “sabiamente” se esperó al lunes, tomándosela a primera hora del mismo, lo que dado sus hábitos de madrugar, se traduce en sobre las doce o una del mediodía, pero para su desgracia fue demasiado tarde y mira por donde, sonó la flauta. Ella siempre era con un reloj suizo de precisión, de modo que cuando no le bajo la regla, se hizo la prueba y dio un positivo como un camión, por si ocurría el milagro bajo corriendo a la farmacia a comprar otras tres pruebas más de diferentes marcas, pero no, todas dieron lo mismo, ¡¡positivo!!.
Lo primero que hizo fue ir a hablar con su flamante novio, que como en una mala película de sobremesa, lo primero que soltó por su boquita fue un: "que si seguro que era de él". El guantazo que le pegó sonó como un trallazo, después de esa frase le mando a paseo con todas las letras y dos o tres tortazos mas, incluida una patada en sus partes cuando por su boquita salió el adjetivo "puta". Esa noche, un viernes, se metió sola en un bar y se pilló el ciego más gordo de toda su vida, no sabía ni como, ni cuando, ni porque, pero lo cierto es que apareció Alex de repente a su lado, que contra lo que siempre parecía, un pringado la mar de blandengue, en esta ocasión se puso en plan "por mis cojones y tú te callas que no tienes ni voz, ni voto”, se la llevó de allí a su propia casa, que por cierto no tenía ni idea de cómo narices llegaron allí, porque todo era una nebulosa en su cerebro.
Alex una vez en su casa, primero logró que vomitara todo el alcohol que había tomado, después consiguió que hablase de lo que le pasaba, terminando por confesarle como un canario toda la situación, y por increíble que a cualquiera le pudiese parecer al ser Alex, echarse a llorar en sus brazos, en los del estúpido pagafantas del grupo, quizá a priori la persona que pensaría menos indicada para que la ayudase o siquiera la consolase.
No sabía que había ocurrido después, pero suponía que tras acostarla, Alex se debió de marchar, ya que cuando despertó se encontró metidita en la cama, con uno de sus pijamas puesto y con la cabeza, aunque algo pesada por el alcohol, recordando aunque con algunas o bastantes lagunas puntuales, casi todo lo acontecido esa noche, logrando que desease morirse al pensar que a esas horas ya debía de saber todo el mundo lo de su embarazo por boca del capullo con el que se había tenido que ir a sincerar. Estuvo mucho tiempo pensando en cómo salir del marrón en que estaba metida, ya se veía acudiendo a sus dos mejores amigas, Lorena y Mika, compañeras ambas del trabajo además…
Lo siguiente que pasó fue más increíble aún, el domingo por la noche, pasadas las nueve, en medio de una tormenta de espanto en la que caía un aguacero impresionante, apareció en su puerta Alex, calado hasta los huesos y con una sonrisa en su cara. No hay que decir que le dejo pasar e hizo que se quitase la cazadora y la sudadera que llevaba debajo, que también estaba empapada, quedándose con un jersey de manga corta, para después mandarle que fuese al baño a secarse. Cuando regresó, ya mediamente seco, estuvo hablando sin parar y sin dejarla meter baza, indicándola las mejores clínicas en Londres, donde nadie la conocería y de ese modo nadie se tendría porque enterar, algo que ella misma le dijo el viernes en su borrachera como lo mejor que le podría pasar. Ella le argullo con ironía lo obvio, que para eso hacía falta dinero y no lo tenía.
Alex de repente, del bolsillo interior de su cazadora, saco un sobre diciéndole que él le ayudaría, abriéndole le mostro en su interior un buen fajo de billetes de cincuenta Euros. Olga al verlos calculo que debían de rondar los sesenta o setenta billetes a ojo, pero entendió perfectamente el porqué de este aparente desinterés cuando Alex le dijo que a cambio quería una cosa de ella, todo esto con un brillo que considero muy particular en los ojos. Se le cayó el alma a los pies, pero lo cierto es que se encontraba desesperada, y era una buena oferta, con ese dinero de ser autentico podría pagarse el viaje, la estancia y la clínica. Con lágrimas en los ojos le dijo que aceptaba, preguntándole a continuación si prefería follar con ella en esos momentos o cuando regresase.
Aun recordaba perfectamente la cara de Alex cuando la escuchó, paso de una cara alegre a una… de decepción, lo cual le pareció rarísimo, porque era algo que nunca se hubiese esperado ver en esa situación. Se levantó muy serio, volvió a coger el sobre, entonces saco dos papeles de su interior y los rompió, dejando los trozos sobre un cenicero en la mesa del salón, luego volvió a poner el sobre encima de la mesa, diciéndole...
- Toma, son 4.000 Euros, con esto tienes más que de sobra, también van en el sobre una reserva tanto de los billetes del avión, como todo lo de la clínica y el hotel para que cuando todo termine descanses un par de días antes de regresar, no te preocupes por si no es suficiente dinero, que ya tienen mi cuenta para pasarme la factura.
Tras esas palabras cogió su cazadora y sin decir ni media palabra más abrió la puerta para irse, recordó la conversación que siguió a esa acción, cuando intento que le aclarase si quería o que narices pasaba.
- ¿Dónde vas?, ¿no quieres ahora entonces? -preguntó desconcertada por la reacción.
- Ni quería antes, ni quiero ahora, ni querré después, porque no era eso lo que te iba a pedir. Sabes Olga, pensé que eras diferente pese a todo, ahora creo que me equivoque contigo, y que quizá no merezcas la pena como yo pensaba. Pero te he ofrecido mi ayuda, y no me retracto de mi palabra, adiós.
Tras terminar de hablar salió por la puerta cerrando tras de sí. Cuando se marchó. Olga escéptica abrió el sobre, encontrándose con la sorpresa de que de verdad tenía esa cantidad de dinero, pero no solo eso, sino que también estaban, como le había dicho, las reservas del avión, del hotel y del hospital a su nombre. Se quedó con la boca abierta por la sorpresa, ya que no se esperaba que lo que le dijo fuese de verdad al verle irse de ese modo, por un momento había pensado que todo habría sido un intento de cepillársela por el morro, aprovechándose de la situación… que los billetes eran falsos, en fin, mil cosas diferentes…
Sin saber muy bien porque, recogió los trozos de las hojas que Alex había roto, y sentándose ante la mesa del salón se entretuvo durante más de una hora en juntarlos, y lo que encontró en ellos la dejo tocada. Alex había roto dos hojas, una era la reserva de una habitación en el mismo hotel que ella y la otra era una reserva de avión también a su propio nombre. Al verlo entendió por fin porque había reaccionado de aquel modo, acababa de averiguar lo que iba a pedirle, y no era otra cosa que el que le permitiese acompañarla para estar con ella, lo cual la hizo sentirse fatal por cómo le había tratado, máximo viendo y dándose cuenta plenamente de lo que le ofreció desinteresadamente. Se sintió fatal al haber estado pensando de ese modo tan mezquino de él.
Al final no hizo falta su ayuda, todo ocurrió espontáneamente unos días antes de tener que tomar el vuelo y se soluciono por sí mismo. Olga le devolvió el dinero y canceló por su cuenta las reservas, le dio las gracias que él acepto. Tan solo una semana después de esto, después de terminar de divertirse con el grupo de amigos, se quedó la última junto con Alex, eran los teloneros de la noche de juerga. Olga lo había hecho aposta, no podía quitarse de la cabeza lo que el chico había intentado hacer por ella sin querer a cambio nada más y nada menos, que el hacerle compañía para pasar el trago.
Esa noche, cuando por fin se quedaron solos, logro maniobrar para conseguir que la acompañase a su casa, después le convenció para que subiese a desayunar con ella, ya que casi eran las siete de la mañana cuando quisieron llegar a la puerta del portal. Tras tomar un café con tostadas, cuando Alex estaba ante la puerta para irse y se dio la vuelta con el fin de despedirse de ella, Olga se le hecho literalmente encima, besándole por sorpresa en los labios mientras con sus brazos rodeaba su cuello.
Para su total y absoluta incredulidad, Alex la devolvió el beso tan solo un segundo, para después con suavidad rechazarla, retirándole los brazos de su cuello, y por todo comentario...
- No -dijo suavemente Alex.
- ¿No qué? -preguntó sorprendida Olga.
- Simplemente no Olga, somos amigos...
- Lo sé, pero quiero hacerlo Alex, me ofreciste tu ayuda desinteresadamente y a cambio yo te trate fatal, créeme que quiero hacerlo... -dijo intentando sonar convincente.
- Olga, te lo repito, no, así no...
- Mira Alex, creo que me estas mal interpretando, no es por gratitud o porque crea que te lo deba y quiera compensarte, que de verdad pienso que te debo una gordísima, pero créeme, no es por eso. Esto es porque de verdad me apetece hacerlo contigo.
- Lo entiendo, pero mi respuesta sigue siendo no, por favor, respétala.
- Pero porque, no lo entiendo Alex, ¿por qué no?, se que te gusto, no lo niegues –dijo intentando no sonar agresiva.
- No lo niego, claro que me gustas, eres una chica preciosa, pero repito, ¡no! –dijo nuevamente Alex, esta vez con tono firme.
- ¿Pero porque?, no lo entiendo Alex.
- Olga, ¿sabes dónde vivo? –preguntó con voz seria pero sin perder la sonrisa.
- No, pero…
- ¿En qué trabajo? –continuó él interrumpiéndola.
- Tampoco, mira Alex…
- Quizá sepas cual es mi primer apellido, ¿lo sabes?
- No, eso tampoco lo sé –dijo empezando a sentirse un poco avergonzada al darse cuenta de por dónde iban las preguntas-, pero Alex, créeme que yo… -de nuevo él la interrumpió.
- Pues por eso mismo Olga, por eso es, ¡no! –dijo suavemente.
Después de decir eso no le permitió decir más nada, le dio un cariñoso beso en la frente y se puso en marcha hasta la puerta de su casa para irse. Olga fue incapaz de lograr que el volviese a aceptar hablar del asunto pese a que se situó ante la puerta para no dejarle salir sin que terminasen de hablar, pero cada vez que lo intentaba solo conseguía que sonriese y se escurriese de la conversación como una anguila. Al final no tuvo más remedio que dejarle salir, incluso le acompaño por la escalera a la calle intentando hacerle entrar en razón, cuando por fin llegaron a la puerta del portal iba enfadada con él, pero sobre todo consigo misma, lo había intentado todo y no había sido capaz de hacerle hablar, había intentado manejarle y se había estrellado una y otra vez. ¿Lo peor de ello?, que no tenía ni idea de cómo había logrado escurrirse durante los casi cuarenta minutos de conversación que habían mantenido desde su primer “no”, estaba muy sulfurada.
Desde entonces no habían vuelto a sacar el tema, no había querido volver a pasar por aquello y quedar de nuevo en ridículo viendo como se escabulliría de nuevo de sus preguntas. Definitivamente Alex era un tío raro, muy raro. Olga empezó desde ese día con algo que no se había molestado en hacer en todo el tiempo que le conocía, se dedico a observarle detenidamente, a mirarle sin prejuzgarle por lo que pudiese parecer, y no lograba entenderle, tampoco averiguar nada sobre su vida. Pero sin duda, pese a lo frustrante que le resultaba, había una cosa que si tenía clara respecto a él, que era alguien que merecía la pena como amigo, alguien que sabes que estará ahí en los momento malos.
De esto hacia ya seis meses, aun guardaba como oro en paño su sudadera, la que se dejó olvidada en su casa el día que fue a prestarla ayuda y le trató tan mal. Era su secreto, se reconocía a si misma que parecía una quinceañera con ella, cuando se encontraba un poco baja de moral se la ponía, durmiendo inclusive con ella como única prenda, parecía que así se le quitasen todas las penas, aun con todo el tiempo pasado desde que se la dejo, aun habiéndola lavado en ese tiempo una docena de veces, parecía que aun pudiese sentir su aroma en ella cuando se arrebujaba en la cama bajo las sabanas con ella puesta.
Olga estaba sentada escuchando hablar al resto de sus amigos, tenía el tubo de cerveza entre las manos, haciéndolo rodar entre ellas mientras pensaba. Según parecía Alex había llegado el sábado de la semana anterior informando a todos que había roto con María, la chica con la que llevaba dos meses saliendo, porque le habían pasado un video por whatsapp de esta en pleno combate amoroso con un médico del hospital donde trabajaba como enfermera. Alex simplemente había dicho a los demás, que si llamaban a María para quedar alguna noche, no contasen con él porque no la quería ni ver, que únicamente contasen con el si ella no iba a estar.
Estaba escuchando como Cesar se reía junto con María de Alex, y lo cierto es que no podía negar que tenían mucha razón en lo que decían, este siempre había sido un poco el pagafantas del grupo, incluso ella se había metido innumerables veces con él, aunque nunca se había reído de él siendo cruel. Así había sido hasta el día que le paso lo de su ex, Roberto, después de eso cambió. Olga, tras la última gracia de Cesar, no pudo seguir callándose más...
- Bueno, yo mañana voy a llamar a Alex a ver si quiere salir por ahí la semana que viene o que va a hacer -dijo tranquilamente, sorprendiendo a todos.
- Que pasa, ¿que no me has entendido?, que Alex pasa de nosotros, el muy pardillo pensó que le elegiríamos a él sobre María, Jajajajaja -se rió Cesar.
- Pues claro que lo entendí, más que de sobra, el que parece que no me entiende eres tú a mí, entre María y Alex, yo, elijo a Alex sin dudarlo -dijo sorprendiendo de nuevo a todos.
- ¿Estás de broma? -replico Cesar muy serio.
- Ni lo más mínimo. Alex lleva con nosotros años, María se pegó al grupo hace cuatro meses porque la trajo tu primo. ¿Que tú por eso quieres apoyarla?, me parece normal, pero yo desde luego no voy a vender a nadie del grupo por un recién llegado, menos aún cuando da la casualidad que quien la jodío fue precisamente el recién llegado. ¿Me entiendes tú a mí ahora, o te hago un plano?
- ¿Pero es que vas a defender a ese pagafantas? -preguntó muy enfadado Cesar.
- Cesar, Alex no necesita que nadie le defienda, créeme que cuando es necesario lo hace muy bien él solito -dijo Marga-, y tú -señalo a María-, estas muy ufana porque piensas que has usado a Alex y ahora todos te apoyamos a ti, yo que tu no me alegraría tanto, puede que te lleves más de una sorpresa todavía. Olga, no te preocupes por él, ya volverá al grupo cuando lo considere oportuno, si no lo hace ahora es porque no le interesa, créeme.
- Lo que tú digas Marga, pero yo de todos modos le voy a llamar para quedar con él -dije muy segura de mi.
- Me parece bien, entonces dile que me apunto también yo si vais a algún sitio -dijo con una sonrisa.
Lo más sorprendente del caso es que otros tres más del grupo también se apuntaron a quedar con Alex si le llamaba, pero aún me quedaba una sorpresa por descubrir, cuando le llamé, me dijo que no hacía falta, que mañana quedaría con todos, que ya no había problema por su parte en ello, lo que me dejo completamente sorprendida. Al llamar delante de todos, y repetir en voz alta lo último que me había dicho todos se habían enterado, cuando levante la vista vi en Cesar una sonrisita de superioridad dirigida a mí, pero lo que peor me sentó fue cuando cogió a María por los hombros, haciendo que la cabeza de esta se apoyase sobre él, mientras ella me dirigía una sonrisita de burla que me estaba enfureciendo por momentos. No pude evitar maldecir por lo bajo a Alex por no haber sabido aguantar el tipo, justo cuando varios de nosotros nos habíamos posicionado claramente a su favor. Entonces Marga que sin que me diese cuenta se había puesto a mi lado, en voz baja...
- No te preocupes Olga, y no te enfades con él, creo que el próximo viernes nos vamos a divertir bastante, esos dos no tienen ni idea de con quien se están jugando los cuartos, y te garantizo que se van a arrepentir de ello.
- ¿Conoces mucho a Alex? -no pude evitar hacerle la pregunta a Marga.
- Bueno, digamos que si le conozco, si, es un gran tío, mucho mejor que algún mierda que se la da de tío guay -dijo en clara referencia a Cesar.
- Ya, supongo que sí, aunque para eso no creo que haga falta mucho tampoco. ¿No sabía que eras tan amiga de Alex? -pregunte en voz baja mirándola.
- Bueno, ni yo tampoco que lo eras tú, te confieso que me ha sorprendido bastante la defensa que has hecho de él, supongo que como a todos los demás. Aunque también es cierto que cambiaste mucho tu trato de un tiempo a esta parte, ya no te metes tanto con él, le gastas alguna que otra broma pero no te pasas como hacías antes.
- Si bueno -dije tragando saliva al ver que ese derrotero no me convenía-, no me pareció bien como le estaba tratando e intente mejorar mi relación con él. Una cosa era meterse un poco, darle algún puyazo, y otra muy distinta ser cruel, y como tú has dicho, no es un mal tío -expliqué intentando salir del atolladero donde me había metido solita.
- Ya, supongo que es posible que fuese así lo que pasó -dijo dubitativa.
- Si, así fue -asentí, no queriendo entrar en su forma de decirlo, respirando con tranquilidad cuando vi que Marga volvía a conversar con el resto del grupo.
Yo sabía que Alex se había llevado desde el comienzo bien con Marga, ella era quizá la única que no se había metido nunca con él, le gastaba bromas como los demás, pero solo bromas. Ahora, pensando detenidamente en ello, me di cuenta que era con la única persona de todo el grupo con quien Alex de vez en cuando, se permitía alguna pequeña libertad, para mi sorpresa al darme cuenta de esto, no pude evitar sentir un pequeño malestar. Cuando esa noche llegué a casa y me metí en la cama, me costó lo mío poder conciliar el sueño pese a que eran las seis de la mañana pasadas..., no podía apartar de mi cabeza lo que me había dicho Marga sobre Alex y la aparente cercanía de esta con él.
La noche del viernes siguiente, cuando nos reunimos en el local en que siempre quedábamos, todo el mundo me pareció expectante, sin duda por el morbo de ver la reunión de Alex y María, ninguno de los cuales había llegado aún. El primero en hacerlo fue Alex, que nos saludo a todos en general con un gesto de la mano, tal y como hacia siempre, añadiendo que iba a la barra a por una cerveza. Sin embargo, esta vez no le perdí de vista, y vi perfectamente como al dirigirse a la barra a pedir, lo hizo precisamente por donde estaba Marga, a la que dio un cariñoso apretón en el brazo según pasaba por su lado, fui consciente que de no haber estado pendiente de él, me hubiese pasado desapercibido el gesto.
Cuando regresó de la barra con su cerveza en la mano, se sentó con todos, ocupando una silla que había libre justo enfrente de Marga y dos personas mas allá de mi, en todo el rato que estuvimos hasta que hizo su aparición estelar María acompañada de Cesar, no volví a ver nada entre ellos dos. Sin saber bien porque, no pude evitar respirar aliviada cuando vi que se sentaba en la parte opuesta a Marga, aunque quizá también, un poco decepcionada porque no hubiese ocupado un asiento que también estaba libre justo a mi lado. De mis pensamientos me saco la aparición estelar de María y Cesar, entrando en el local como un elefante en una cacharrería, dirigiéndose los dos con paso rápido hacia nosotros y con cara de pocos amigos. Nada más llegar a nosotros...
- Eres un hijo de puta -exploto María dirigiéndose a Alex, que la miro sin inmutarse.
- Largo de aquí, no te quiero ver más cerca nuestro -apostillo Cesar.
- Vete tú si quieres, Alex se queda -dijo Marga.
- Digo lo mismo que Marga, si no le quieres ver, ¡te largas! -apuntille yo.
- Hijo de puta, ¿por qué? -se dirigió Alex con calma a María.
- Me han sancionado por tu culpa, me denunciaste a la junta del hospital... -se la veía nerviosísima-, me han metido una semana de empleo y sueldo. Y has sido tú, ¡maldito!, ¡mal nacido!.
- Creo que te equivocas, no me mires a mí, deberías de mirar a la mujer del tío que te estabas tirando. Yo solo le hice entrega del video en el que salíais los dos tan acarameladitos follando, supongo que ella fue quien os denuncio a los dos ante la junta.
- Entonces tú le entregaste las pruebas para que la denunciaran -dijo Cesar muy enfadado.
- Evidentemente, eso es lo que acabo de decir, ¿o es que es tan idiota de pensar que me iba a quedar sentado tranquilamente llorando?.
- ¡Hijo de puta! -repitió María.
- Si me hubieses pedido que te echase una mano o me hubieses dejado cuando empezaste con ese tío… -se encogió de hombros-. Pero no lo hiciste, preferiste jugar conmigo, pues ahora te jodes y te atienes a las consecuencias. Y por cierto, aquí la única puta que hay eres tu…
- Lo voy a recurrir, que te quede claro, no me van a sancionar por follar en el trabajo, no me pueden hacer eso -su voz sonaba histérica.
- Creo que antes de perder tu tiempo, deberías de molestarte en leer las normas internas de conducta de tu hospital… -dijo Alex en tono irónico- …el abrirse de piernas trabajando por lo que se está muy mal visto y además es sancionable.
La verdad es que todos estábamos mirándoles a los dos mientras hablaban sin hacer el menor ruido para no perdernos ni una sola palabra. Mientras que tanto a María como a Cesar se les veía muy alterados, a Alex se le veía la mar de tranquilo, parecía como si todos aquellos insultos y lo agresivos que los otros dos se mostraban no fuesen con él, nunca creí ver a Alex de ese modo en una situación semejante. También me fije en Marga, que no paraba de mirarle divertida, me fije que no paraba de darle pequeños sorbitos a su cerveza para evitar que la viesen sonreír cuando Alex les contestaba, si dijese que ver eso no me mosqueo mentiría, lo cierto es que no me gusto ni media ver esa complicidad que parecía desprender Marga hacia él cada vez que les miraba. Al final, tanto María como Cesar se marcharon de allí muy enfadados, dejándonos a todos los demás un tanto perplejos, ya que ni uno solo había movido un dedo para apoyar a Cesar.
- No entiendo porque se ha puesto así, es solo una semana. Es un palo para la nomina, pero podía haber sido mucho peor, por mucho que diga les podía haber costado un expediente disciplinario y haber terminado con algo mucho más serio -dijo Carlos, uno de los amigos.
- Pues se ha puesto así porque en su hospital quieren reducir plantilla y se rumorea que hay previsto un ERE, imagínate quienes van a ser los dos primeros en desfilar si esto se confirma... -dijo Marga con una sonrisita mientras miraba fijamente a Alex.
- El doctorcito tiene separación de bienes con su mujer, no tienen hijos y la casa en que viven le pertenece a ella. Es muy rencorosa, le quiere en la calle con una manita delante y otra detrás. Sabiendo esto, puedo imaginar que no deseara nada mejor tampoco para la zorra que se tiró a su marido y rompió su matrimonio -dijo Alex con rostro serio.
- Vaya, pues sí que le va a ir mal entonces a María -dijo una de las chicas.
- Le va a ir peor -dijo sacando delante de todos su teléfono, lo manipulo y luego lo volvió a guardar, añadiendo-, ya esta, ahora le ira considerablemente peor.
- ¿Que acabas de hacer? -pregunto Marga.
- Pues como no me gustan los estúpidos y esos dos lo son, acabo de mandarle por whatsapp el video de su polvo con el número de teléfono que me lo remitió, junto con el nombre de su titular y como confirmarlo -dijo Alex sin que ni un musculo de su cara se moviese.
- ¿Y de quien es el numero? -no pude evitar preguntar, sorprendiéndome la mirada irónica que Alex nos lanzó a todos.
- ¡¡¡¡No jodas!!!! ¿De Cesar? -pregunto rápidamente Marga con los ojos muy abiertos.
- ¡Bien por Marga, ocho puntos! -dijo Alex-. Realmente es de su hermano. Ese idiota lleva mucho tiempo tras de ella sin que le hiciese el menor caso, y creo que vio ese video como la forma ideal de que lo dejase conmigo para que fuese a caer directa en sus brazos. No imaginó lo que le iba a costar a ella la broma -sonrió.
- Pero ese video, ¿cómo...? -dejo colgada la pregunta uno de los chicos.
- Ni idea de cómo llegó a sus manos -se encogió de hombros Alex-, pero lo cierto es que fue él quien me lo mandó, o su hermano, o quien fuese desde el número de este, que me da igual, pero me viene de perlas para joderle. Supongo que a estas alturas estará lamentándolo profundamente... –vi como le guiñaba un ojo a Marga, lo que me sentó bastante mal, por cierto.
- Y más que lo va a lamentar cuando ella lo confirme -apostilló riéndose una de las chicas.
Estaba alucinando en colores, no me creía lo que había hecho Alex, era el pagafantas del grupo, el pardillo, el idiota, ¡y eso que acababa de pasar no lo hacía alguien así!. No sabía bien ni cómo reaccionar a la sorpresa que me producía, me costaba imaginar las maniobras que habría tenido que hacer Alex para vengarse de esos dos del modo en que lo había hecho. ¡¡¡Joder!!!, que era Alex, ¡¡¡el inofensivo e infeliz de Alex!!!, os juro que flipaba en colores, y eso que aún no lo sabía todo...
CONTINUARA