Alejandra y su feliz familia
Durante muchos meses, miguel y alejandra observaban a sus padres cachar (coger, tener sexo), para masturbarse después en su cuarto juntos, el uno al otro. Naciendo en ellos el dseo de unir a la familia en amor filial.
Alejandra y su feliz familia
Navegando por las redes sociales conocí una chica que tenía una vida feliz de amor filial entre ella y su familia compuesta por su hermano y padres.
Hermosa, deliciosa y envidiable historia de amor filial contada a mí, por la propia Alejandra:
…”Recuerdo los días aquellos cuando mi hermano Miguel y yo, nos las ingeniábamos para mirar como nuestros padres cachaban (tener sexo) en su cuarto, observar como la gran verga de nuestro padre Daniel se iba metiendo en la húmeda chucha (coño) de Juana, nuestra madre, los ardientes besos que se daban mientras lo hacían, los movimientos que hacían y como sus manos trataban de aprisionar sus cuerpos como si no desearan separarse.
Esta escena vista por mi hermano Miguel y yo, nos excitaba demasiado. Íbamos a nuestro cuarto que estaba junto al de nuestros padres, nos tocábamos. Nos quitábamos la ropa de la cintura hacia abajo. Miguel con sus manos me acariciaba la chucha y mi culo y yo le cogía su verga; él me masturbaba a mí y yo se lo hacía a él. Estuvimos así varios días explorando nuestros cuerpos con mis manos pegajosas de su leche y las de él de mis flujos que derramaba por todo mi culo.
Tuvimos que aguardar con paciencia el momento que estuviéramos solos en nuestra propia casa y sucedió que un día martes, nuestros padres salieron por un compromiso familiar, quedando al cuidado de la casa y cumpliendo con nuestras responsabilidades de estudio y del hogar. Una vez que la puerta de la calle se hubo cerrado y la figura de nuestros padres se perdía a lo lejos, mi hermano y yo nos miramos, nos sonreímos y hasta nos besamos como dos jóvenes enamorados. Teníamos las imágenes de nuestros padres cachando en su cuarto y decidimos recrear tan deliciosos momentos y disfrutar tanto como ellos lo hacían.
Fuimos a mi cuarto, allí nos desnudamos uno frente al otro, el simple hecho de vernos totalmente desnudos era un estímulo y una excitación, que aumentaba los latidos de mi corazón y me ponía algo nerviosa. De pie y junto a la cama, Miguel se acercó a mí, me acarició el culo, sobó cariñosamente mi chucha, sus manos alcanzaron mis tetas luego y las cogía una en cada mano; tenía la chucha humedecida por el momento. Doblé mis piernas y eché mi cuerpo en la cama, Miguel se arrodilló en el piso, me abrió las piernas y cariñosamente lamía mis nacientes flujos salidos de mi ardiente chucha, sus labios mordieron suavemente mi clítoris, sus dedos me penetraban, entraban y salían sin detenerse de mi chucha; estaba que ardía por el momento, moviendo la cabeza de un lado a otro, sujetándome de las sábanas de la cama, haciéndolas un puño con mis manos porque el sólo hecho que mi hermano Miguel me diera el mejor sexo oral me estaba llevando al orgasmo. Después que Miguel me estaba dando unas caricias a mis muslos, me levanté de la cama y me senté en ella, cogí la verga de mi hermano y me la metí en la boca, metí la puntita de su verga en mi boca y la sostuve con mi mano desde el tronco, con mi lengua recorría el contorno de su verga que estaba dentro de mi boca, luego me la sacaba de la boca estrechando mis labios para dificultar la salida de la verga produciendo ruidos deliciosamente excitantes y me la volvía a meter con más deseo.
Me eché en la cama luego, al medio, con las piernas abiertas y entre las piernas puso Miguel su cuerpo. Con sus manos y sus rodillas se daba impulso para levantar un poco su cuerpo, metiéndome su verga lentamente hasta tenerla toda dentro de mi chucha por las bolas que golpeaban mis muslos. Cuando sentí toda su verga dentro de mí, abrí más mis piernas, las levanté y las doblé un poco quedando la planta de los pies sobre la cama y formando una letra “V” invertida sobre la cama y con cada pierna al costado del cuerpo de Miguel. Abrazaba a mi hermano tenía su pecho pegado al mío, veía como levantaba su culo y lo volvía a bajar, me la estaba metiendo y sacando en delicioso placer, tenía sus brazos alrededor de mi cuerpo, sus manos descansaban en mis hombros como si me sujetara y sus labios se unían a los míos. Nuestro ardiente deseo era tan intenso que lo hicimos cuatro veces ese día. En la última vez hice que Miguel echara su leche en mi calzón y lo deje todo embarrado de su lechita.
Cuando nuestros padres, Daniel y Juana, llegaron, estaba en mi cuarto en ropa interior descansando y mi hermano en la sala escuchando música. Mis padres fueron a su cuarto a cambiar sus ropas, a los pocos minutos mi madre salía con una tolla que le cubría el cuerpo rumbo al baño, de inmediato me desnudé, me puse una toalla encima que me cubría desde mis pechos hasta mi culo y nada de mis piernas ofreciendo una vista excitante a los hombres de la casa sugiriendo a mi madre bañarnos juntas, llevando en una de mis manos mi calzón bañado de leche. Ya en el baño, desnudas, dejamos el agua caer sobre nuestros cuerpos, veía con lujuria el cuerpo de mi madre Juana. Como toda hija buena y solícita, tomé el jabón para ponerlo por todo su cuerpo, empecé por su espalda, como el jabón era grande lo dividí en más de una parte, tomando una que ocupaba casi la palma de mi mano, de manera que cuando la enjabonaba mis dedos acariciaban su cuerpo, recorrí su espalda hacia abajo con dirección a su culo y bajé hacia sus muslos, volviendo a subir para detenerme en su culo haciendo círculos con el jabón entre mi mano; cuando metí el jabón junto con mi mano entre su raja pegó un brinco por la sorpresa y creo que por la excitación de estar sintiendo algo dentro del culo. Me di vuelta y recorrí su vientre, bajé hasta sus muslos y luego en su chucha. Con el jabón se la recorrí en contorno, dejando un dedo estirado en mi mano para rozar los labios de su chucha mientras la enjabonaba provocándole suspiros como breves ahogos en su garganta, luego subí a sus tetas y la enjaboné en círculos rozando sus pezones que empezaban a ponérseles duritos. Tomé luego un poco de shampoo entre mis manos y dirigí una de mis manos a su caliente coño para esparcirlo ahí. Con uno de mis dedos rozaba su clítoris, con otros de mis dedos rozaba los labios de su coño, sintiendo como aumentaba el calor de su cuerpo, como su excitación desbordaba su cuerpo y cuando trató de tomar mi mano para detenerme dos de mis dedos penetraban su coño, violándoselo con mis dedos. Mi madre abrió sus ojos lo más que pudo como expresión de enojo pero su excitación le ganó y se dejó llevar por el placer. Estando con sus ojos cerrados dejándose violar por mis dedos, mis labios mordieron sus pezones, ella me tomó del cabello para quitarme de sus tetas y yo le metí más los dedos en esa ya ardiente chucha, arrancándole gemidos de placer. Sentía como mis dedos húmedos chapoteaban dentro de ese gran coño y cuando el orgasmo era inminente con mi mano libre alcancé a tomar mi calzón sucio de semen y lo puse en la boca de mi madre. De pronto sentí que su cuerpo se tensó, se puso rígido, su frente empezó a sudar, sentía que no deseaba estar de pie, al verla a los ojos, veía su satisfacción en esos ojos vidriosos como a punto de llorar pero era de placer, viendo como lamía la leche impregnada en mi calzón.
Abrimos la llave de la ducha y nos sentamos juntas dejando caer el agua sobre nuestros cuerpos relajándonos. Estaba tan excitada por el momento que allí sentada me empecé a masturbar sola ante la mirada de mi madre, Juana; ella al notar mi estado cogió mi mano, la quitó y sus dedos fueron los que me masturbaron mientas yo le acariciaba sus deliciosas tetas grandes. Luego de satisfacernos juntas, sonreímos juntas, el agua seguía cayendo sobre nosotras y una pregunta salió de boca de mi madre, quién de mis novios había llenado de leche mi calzón. A mi madre, le excitó la idea de probar leche de un joven amante. Su sorpresa fue grande cuando le dije que era mi hermano Miguel, su hijo, la leche de mi calzón, la que tanto le había gustado. Le dije que tenía la verga igual de gruesa y un poco más grande que la de mi papá Daniel, su marido; que durante muchos días y meses nos excitábamos viéndolos cachar en su cuarto, observando cómo se le subía encima de papá, abriendo sus piernas mientas se metía esa gran verga, cómo sus manos acariciaban su pecho mientras tú, mami, te movías de atrás para adelante mientras papá te tenía cogida de las tetas deliciosas que tienes.
Al rato, salimos del baño hacia nuestros respectivos cuartos. Minutos después, Daniel, mi padre, entraba al baño. En ese momento, aproveché la oportunidad para ir al cuarto de mi madre, invitando a entrar a Miguel. Cuando estaba mi madre arreglándose la ropa, me acerqué y le azoté el culo. Al sentir esa fuerte palmada regresó a mirar y vio a sus dos hijos frente a ella, nosotros, nos sonreímos y sin decir nada bajé el short (pantalón corto) de mi hermano y le saqué su verga de su calzoncillo, parándosele rápidamente, expresándole; “mira mami, es como te dije, es gruesa y más grande que la de papá”. Mi madre Juana no pudo ocultar su excitación por el momento. Delante de mi madre, me incliné y le chupé la verga a mi hermano, y con una mano acariciaba el coño de mi madre. Estando calientes, le subí la falda a mamá, bajé su calzón y mi hermano ahí de pie junto a ella se la metió toda, sujetándola con sus manos desde el culo, moviéndose rápidamente, desenfrenadamente, hasta inundarle todo el coño de leche. Cuando se la sacó me arrodillé para limpiarle el coño a mamá usando mi lengua golosa.
Después de estos momentos nuestros momentos dejaron de ser lujuria y sexo por las labores de la casa. Mi padre, Daniel, salió de casa momentos después, mi hermano también salió a visitar a sus amigos bajo sugerencia nuestra, de mami y yo, hasta determinada hora en que papá estaría en casa.
Sabiendo la hora que papá estaría en casa, estaba desnuda acostada en la cama de mis padres, a mi costado sentada, estaba mi madre acariciando mis muslos. Al ingresar mi padre, nos encontró en dicha forma. Mi padre quedó mudo por la escena, pero no hizo intento de salir del cuarto sino que admiraba ver a su hija desnuda y en su cama, pude notar como la entrepierna de mi padre crecía, sabía que le había gustado verme; mi madre se acercó a mi padre, le tomó su verga, se la sacó delante de mí y cuando se la vi por fuera de su pantalón me acerqué y se la acaricié, tomé una de sus manos y la llevé hasta mi coño, las palabras no eran necesarias en ese momentos, nuestros gestos y nuestras miradas decían que había que aumentar las barreras del sexo hacia lo prohibido, el amor filial, sexo en familia, y eso hicimos. Estábamos ahora desnudos en el cuarto de mis padres, en su cama, abierta de piernas recibiendo en mi coño la verga de mi padre, los pechos de mi madre en la espalda de papá produciéndole más excitación. En ese momento ingresa mi hermano ante la sorpresa de papá y la complicidad de nosotras. Cogí a mi padre del culo para que vaya a sacar su verga dentro de mí, mi madre se bajó de la cama, metió su mano dentro del pantalón de mi hermano le sacó la verga y lo masturbó delante de nosotros. En los siguientes minutos vi hecha realidad todas mis fantasías sexuales, estaba mi padre conmigo, estaba mi madre con mi hermano, dentro de la misma habitación, excitándonos viéndonos y aumentando el placer en el mejor sexo de todos.
El momento fue la culminación de nuestras provocaciones, como cuando le levantaba el culo a papá luciendo una minifalda, cuando me inclinaba sin tener sostén ofreciéndole una vista de mis tetas, cuando mi hermano se paseaba delante de mamá en bóxer con la verga dura y bien parada, cuando mi hermano le sobaba casualmente su verga en su culo, cuando rozaba mi culo cerca de la verga de papá, cuando pegaba mis tetas a su cuello desde atrás cuando lo abrazaba, cuando salía del baño luciendo una toallita pequeña, cuando mi hermano amorosamente abrazaba a mamá hincando con la punta de su verga el coño de mamá, cuando mi padre entraba a mi cuarto a ver si dormía y estaba boca abajo con mi calzón pequeño que se me notaba la raja, cuando mi hermano se quedaba dormido en el mueble con la verga dura y grande que se le marcaba bien ante la disimulada e insistente mirada de mamá. Todas nuestras provocaciones encontraron la culminación de nuestros deseos, ya éramos una feliz familia”...
Un saludo para mi amiga Alejandra, con todo mi amor, devoción y deseo.