Alejandra: Mamadora de lujo
Me llamo Alejandra, llevo meses sin sexo, y la oportunidad se presenta con un compañero de Instituto a quien le termino devorando la verga.
Mi nombre es Alejandra, tengo 24 años, vivo con mi madre y estudio Contabilidad en un Instituto de mi región, Tengo ojos marrones, algunos lunares en el rostro, pelo negro, mido 1.61 y peso 60 Kg. No me veo demasiado gorda, con trasero normal y unos senos medios o ligeramente grandes.
100 de talla de sostén y puedo presumir que con ellos siempre llamé la atención. No tuve experiencias sexuales fuera de mi primera pareja, Camilo fue mi primer novio y hasta ahora único hombre con el que tuve relaciones sexuales, y aunque somos amigos no le volví a permitir tener sexo nunca más.
No puedo tener sexo con otros hombres. No porque sólo haya tenido una única pareja, sino que hasta ahora no llegó un chico especial, aunque sólo fuese una relación casual, el afecto cohíbe todo intento. Mientras tanto cuento 1 año sin sexo y algunos días...
Después de Camilo hubo un tipo que me derritió completamente, que me hizo desearlo de la manera más sucia que existe, se llama Felipe y somos compañeros del Instituto.
Felipe fue mi compañero de curso desde 2012 a 2013, un chico delgado, dos años mayor que yo también. Pero no teníamos buena relación, Felipe lo único que hacía era molestarme por mis gustos o cualquier cosa trivial que se diera durante las clases.
Pero no era eso lo que me excitaba de él, sino el hecho de que casi siempre aprovechaba para mirarme los senos y pensaba que yo no me daba cuenta. Debo decir que su mirada era demasiado penetrante al punto de que me sentía perversamente deseada, me dejaba sin aire y sentía mis bragas humedecerse. Aun así nunca me atreví a hablarle en ningún sentido que no fuera académico.
Pasó el tiempo y no había mayor interacción con él, pero durante el segundo semestre académico de este año Felipe me agregó a Facebook, de cortesía lo acepté y comenzamos a charlar. Luego de un rato de charla me propuso juntarse a dar un paseo, la idea me agradó, más que nada porque con todo el trabajo que yo tengo en la tienda en que trabajo, y junto con los estudios, apenas me queda tiempo para salir y distraerme, el tono en que me lo pidió fue mucho más amable a como solía ser conmigo en clases.
La tentación de salir con él fue fuerte, le conté a una amiga de mi trabajo que me sentía tentada, porque cuando recordaba su mirada penetrante se me cocían las entrañas por dentro, me generaba una calentura extraña, porque no lo conocía más allá del Instituto, y me pesaban los ya casi dos años sin actividad sexual.
Acepté la invitación y con Felipe quedamos para un miércoles, lo único que le dije es que andaba corta de tiempo, por ende solo sería un paseo y quizás conocerlo un poco más bebiendo algo simple en un bar.
Ese miércoles no tuve señales ni confirmación de él así que asumiendo que no quería verme, luego de salir de mi trabajo me dirigí al Instituto a mis clases. Al finalizar mi última clase recibo un mensaje de él diciendo que me estaría esperando afuera del Instituto.
Eran las 23 horas y tenía algo de nervio pero aun así acepté. Al salir de la sala y al llegar a la portería del Instituto lo pude ver afuera parado y me quedé rígida como estatua, sentí mis mejillas hervir y no me atrevía ni a hablar, él vino a saludarme y me dio un beso en la mejilla, yo estaba demasiado tímida.
Me pidió disculpas por no haberme hablado antes, pero le había salido un trabajo de emergencia, me dijo que ya era tarde, y que si acaso quería ir mejor a su casa a tomar algo o si él me cocinaba algo para comer, después podría tomar un taxi para devolverme a mi casa, para evitar cualquier riesgo, dado que el lugar de noche se ponía más peligroso.
Ya estaba allí, y su cambio de trato conmigo me llamó bastante la atención, tenía hambre y la idea no me disgustaba, y sabría que podría salir luego con buena excusa, dado que al día siguiente me tocaba apertura de tienda.
Acepté la invitación amablemente y nos fuimos caminando a su casa, al llegar a ella, estaba encendida la radio, y había un incienso prendido, el lugar estaba decorado de manera retro, lo cual me agradaba. Nos pusimos a conversar hablando de temas triviales, lo noté bastante receptivo conmigo, me respondía de manera agradable casi todo lo que yo le decía.
La radio seguía sonando y yo me reía con unos chistes que Felipe me contaba, mientras preparaba unos nachos con guacamole y unos cortos de tequila y limón.
Hablábamos de todo tipo de cosas, y el tequila hizo que nos soltáramos un poco más, intercambiábamos risas respecto a las anécdotas del Instituto, y me contaba en qué consistía su trabajo actual de Contador en una empresa Aduanera, el rato pasaba y nos servimos una segunda ronda de cortos de tequila, el guacamole que había preparado Felipe estaba bastante delicioso, por ende fue a preparar más.
Cuando Felipe volvió, quise abrazarlo, pero me rechazó, aludiendo que no era muy cariñoso, aquello me descolocó un poco, porque a por cómo iba la noche me estaba dejando llevar y esperaba algo más que un rechazo de ese tipo.
Con el pasar del tiempo me fui sintiendo algo subida de tono por tanto tequila que tomé, el rato pasaba y ya íbamos en la cuarta ronda de cortos de tequila, yo estando media tambaleante y risueña pero aún consciente, me paré y comencé a bailar con la música que sonaba en la radio, sonaba “cherub rock” de Smashing Pumpkins, él se incorporó y vino conmigo a bailar, me tomó ligeramente de la cintura y con una mano la colocó sobre mi cabello negro para posteriormente soltarlo de su trenza.
En el climax de la canción acercó lentamente su rostro al mío, y suavemente posó sus labios sobre mis labios carnosos y enrojecidos, comenzando a recorrerlos con sus labios, introduciendo su lengua en mi boca y comenzando un beso apasionado, empecé a temblar y lo abracé pero el descarado ya quería sacarme la ropa.
Le agarré fuerte de las manos y se las retiré, me sentía ofendida con él y aunque el beso que me dio me hizo desear que me cogiera ahí mismo, el rechazo pudo más. Así que lo dejamos un rato y nos pusimos a escuchar la radio. Eran las 2:00 de la madrugada y él me dijo "¿quieres dormir ya?"
No me sentía muy sobria como para llegar bien a mi casa, mi madre si me viese en ese momento me habría dado una buena reprimenda, dado que aunque soy mayor de edad hace rato, aún vivo con ella y debo sujetarme a sus reglas. Acepté la invitación a quedarme pero le advertí que no dormiríamos juntos. Llamé previamente a mi madre para avisarle que no llegaría a casa esa noche, ya que debía terminar un trabajo del Instituto que era urgente.
A pesar de que le dije que no dormiríamos juntos, me percaté que había una sola cama, me senté sobre ella y le sonreí algo colorada producto del alcohol. Felipe me respondió la sonrisa y de la nada se me abalanzó y comenzó a comerme a besos con una pasión salvaje, su lengua recorría mi boca con desesperación y lujuria, yo le correspondía, el alcohol había hecho efecto en mi cuerpo y me estaba derritiendo por dentro, su respiración agitada al besarme me hacía arder las entrañas, dejándome hacer.
Estando encima mío y producto de la fricción de los agitados besos que me daba pude sentir a la altura de mis muslos su miembro erecto que hacía fuerza detrás de los jeans negros que llevaba, Felipe en la locura de sus besos introdujo su mano derecha por debajo de mi polera veraniega y comenzó a masajear mis excitados senos.
Pero… mis miedos arruinaron el encuentro, me dijo que no tenía preservativos, yo tenía conocimiento de que es un hombre muy mujeriego y no iba a dejar que me penetre sin condón, era inaceptable, sobre todo considerando la posibilidad de un embarazo no deseado.
Pero no pude evitar aún así en pleno enojo de él, que mi mano se fuera a su entrepierna. El desabrochó su pantalón, se bajó el bóxer y guío mi mano hacía su pene erecto, pudiendo comprobar el porte y grosor de su excitado pene.
Comencé a masturbarlo suavemente, tomando su pene desde arriba y con prepucio incluido lo llevaba hasta la zona media de su tronco, podía sentir las venas de su pene cada vez más fuerte en la palma de mi mano con la cual ejecutaba la acción masturbadora, palpar su miembro grande, húmedo y caliente me provocó una calentura de los mil demonios en mi cuerpo, deseaba tenerlo dentro de mí, quería sentir su masculinidad embistiéndome de manera salvaje.
Yo ya estaba entregada al placer, mi cuerpo ardía por dentro, el tequila había hecho su trabajo inhibidor, había hecho que mis sentidos se relajaran y todo se hiciera más relativo, mientras tenía su miembro en mi mano, agitándolo de manera suave comencé a sentir que mi corazón latía tan fuerte que sentí que se me salía del pecho, mis ojos brillaban de asombro al ver a Felipe en su cama con el torso desnudo, con su abdomen duro y bronceado, pude entender por qué tenía tantas mujeres, y eso me recordó la falta de preservativos.
Pero no pensé demasiado… lo besé descontroladamente en sus labios, mordí suavemente su mentón y comencé a bajar por su cuello dando delicados besos con mis labios, cuando llegué a su torso comencé a lamerlo con excitación desmesurada, Felipe se quejaba de placer, continué bajando hasta llegar a sus partes íntimas, en donde tenía ese enorme pedazo de carne lleno de venas que irrigaban sangre frenéticamente y luego de mirarlo por un par de segundos, sin más dudas, procedí a engullirlo con mi boca, pudiendo llegar a tres cuartos de su longitud, mis labios carnosos abrazaban ese falo carnoso con estudiada precisión. Estaba totalmente poseída ejecutando una mamada descomunal, y Felipe aullaba de placer apretando con sus manos las sabanas de su cama producto de la excitación que le estaba otorgando en ese momento.
Mientras que con mis gruesos labios succionaba esa tranca venosa, también dentro de mi boca mi lengua actuó con su parte, repasando desde el cuello de su pene para luego recorrer todo su glande cada vez que mis labios se lo engullían. Confieso que jamás me desaté tanto para chupársela a nadie. Ni mi ex me encendió tanto para eso. Mi vagina estaba tan mojada que ni hizo falta masturbarme para sentir el placer en todo mi cuerpo por lo que estaba haciendo, no podía dejar de chupársela, sentí también sus venas latir ya que estaban muy gruesas y marcadas también. Realmente Felipe tenía una buena herramienta, lamenté no poder montarme sobre ella y sentir como me llenaba las entrañas de semen, sentir ese fluido casi hirviendo dentro de mi cuerpo como trofeo de una jornada sexual exitosa, y quizás lo hubiera hecho si me hubiese brindado un poco de afecto y cariño, ignorando su carencia de preservativos, porque mis sentidos a esa hora estaban desatados completamente.
Aceleré el ritmo de mi mamada, y él se retorcía en la cama, me concentré en lamer su glande y masturbar su miembro un poco más fuerte y rápido mientras el apretaba con una mano mi cabello, luego seguí solo chupando, desde el glande hasta el final del tronco, y al volver a la punta de su pene, me comía el glande con mi boca y lo succionaba rematando con una lamida en su frenillo.
Me avisó que estaba por eyacular, me excitó tanto saber que su corrida era inminente que atiné a decirle que se corriera en mi boca, el sin más preámbulo comenzó a eyectar dos gruesos chorros de semen, los que recibí sin mayor problema en mi boca, pero inmediatamente vinieron dos chorros más obligándome a separarme de su pene, esos dos chorros impactaron sobre mis labios cerrados que contenían su leche inicial, el semen que impactó sobre mi boca cerrada comenzó a caer sobre el glande de su pene, un quinto chorro hirviendo salió disparado y se quedó impregnado en mi mejilla derecha.
Felipe me miraba atónito, yo estaba poseída producto de la lujuria, él había tenido un orgasmo, pero yo no había acabado, mi vagina era un río de fluidos, que pedían a gritos algún tipo de estímulo físico.
Mirando a Felipe directamente a sus ojos, desabroché mis jeans e introduje mi mano derecha en mis pantaletas, encontré rápidamente mi vagina y comencé a masturbarme aceleradamente, mientras lo hacía, miré fijamente a Felipe a los ojos y me tragué el semen que contenía celosamente en mi boca, su viscosidad desaparecía por el fondo de mi garganta, mientras sin dejar de mirar a Felipe a los ojos, devolviendo esa mirada penetrante que me daba en clases al mirar mis senos, comencé a retirar los restos de semen que estaban en mi cara con mi mano izquierda, y como si se tratase de los restos de una deliciosa salsa de algún pastel, me introduje mis dedos índice y pulgar en mi boca, los pocos restos que quedaron en mis labios me los relamí, como si un gato estuviera mirando un festín de carne.
La masturbación que me estaba dando con mi mano derecha no era suficiente, estaba descontrolada, necesitaba sentir ese placer que sentí al lamer su pene, o algún retazo de ello, poseída como una diosa del placer, miré su pene semi flácido, con los restos de semen que habían en su falo y como una hambrienta, me engullí su pene, devorando todo resto de leche que hubiera quedado, los gemidos de queja y placer que lanzó Felipe me excitaron, ayudándome a terminar mi orgasmo que mi acalambrada mano derecha le daba a mi vagina, haciéndome estallar en un mar de placer delicioso como nunca antes había sentido en mi vida sexual.
Me desplomé poniendo mi cabeza en la ingle de Felipe, quedando con su pene flácido apuntando directamente a mi cara, y después de unos segundos cerré lentamente mis ojos.
Cuando los primeros rayos de luz entraron por la cortina de su pieza, comencé a vestirme, tenía el rostro algo pegajoso, un sabor extraño en mi boca, y un dolor de cabeza producto del alcohol, terminé de vestirme y me fui sin despertar a Felipe, quien yacía en exactamente la misma postura en que había quedado al terminar la noche anterior.