Alejandra (1)

Un encuentro en un parque, un sombrero que vuela y una mujer algo triste que empieza a alegrar su vida...

En este relato, os voy a empezar a contar las cosas muy guarras que le hice a Alejandra, una mujer muy agradable, a la que conocí mientras paseaba por un conocido parque de Madrid.

Que haya continuación a esta historia, dependerá de las opiniones de los lectores/as.

Antes de comenzar a contaros cómo conocí a Alejandra, os voy a hablar un poco de mí, para que sepáis cómo soy.

Mi vida no ha sido nada fácil, pues soy el hijo de una mujer que tenía bastantes problemas de adicción a una sustancia,

que,

aunque legal, le destruyó la vida, unido a las malas influencias de una hermana suya, que le metió en la mierda.

Por si fuera poco, mi madre también tenía algunos problemas mentales que nunca se trató, por lo que mi infancia, en el tiempo que pude compartir con ella, cuando ella se murió, no fueron, precisamente, agradables.

Además, algunos problemas de psicomotricidad, impedían que me hubiera podido dedicar a algo que era mi pasión, ser cirujano, pero bueno, me quedé con intentar la carrera de Derecho, pues el Derecho Penal, también me gustaba, y me gusta, y es algo en lo que no afectaban esos problemas.

Me quedé viviendo con mi padre, un gran fumador y con problemas de depresión, estuvimos viviendo en un piso, algo pequeño y antiguo, muy cercano al parque de El Retiro, lugar por el que me encanta pasear, e intento hacerlo casi a diario, lo que el trabajo de abogado me permite, aunque no siempre lo logro.

Mi padre era un gran fumador, como ya he

dicho, por

lo que, unos años después, sufrió un infarto, y también se murió, así es que ya me quedé solo, pues soy “solitario” (hijo único)

Con ayuda de Alfredo, un abogado, que, aparte de ayudarme, al principio, con los asuntos legales, se convirtió, en poco tiempo, en un gran amigo y gran apoyo, conseguí cumplir mi sueño, que tenía desde que era un niño pequeño, de llegar a ser todo un abogado penalista, que es mi profesión actual.

También con cierto esfuerzo, logré comprar un chalet en la zona de

Campodón

, en Villaviciosa de Odón, que era otro de los sueños que tenía, más o menos, desde que era adolescente.

Sin embargo, algo que se me resistía, era encontrar a alguien especial, esa mujer que me hiciera vibrar, sólo con pensar en ella, con verla.

Sí que es cierto que, en mi época de colegio, aunque pueda sonar algo raro, sí que había logrado conquistar, sin proponérmelo, a alguna mujer, pero no era la persona adecuada y tampoco era el momento justo.

Porno

decir que el colegio al que fui, a pesar de que goza de cierto prestigio social, (Porque van hijos/as de famosos/as) para mí fue sólo una fuente de conflictos y de

bullying

.

Debido a eso, había tomado la resolución, al empezar a estudiar la carrera, de centrarme en ella, en estudiar y de negarme a mantener relaciones de pareja con ninguna mujer, por mucho que me pudieran ofrecer, o que pudiera notar esa vibración especial al verla, de la que hablo.

He de reconocer también, que mi gusto por los crímenes, y el investigar algunos de los crímenes más horribles cometidos por mujeres, me daba cierto miedo, encontrar a alguien que pudiera hundirme la vida.

Al fin y al cabo, la violencia no tiene género.

El encuentro en el parque

Un día, sábado por la mañana, para más señas, había decidido ir a darme una vuelta por El Retiro, pues la semana, a nivel laboral, estaba siendo intensa, y me apetecía tratar de desconectar un poco, a pesar de que, como siempre, estaba pendiente de los móviles, por si me entraba alguna llamada urgente.

Estaba en medio del paseo, más o menos, a la altura de una estatua que me gusta mucho, la llamada del “Ángel caído”, cuando vi un sombrero negro, que volaba, lo pude cazar al vuelo, y vi que era de una mujer, era de Alejandra.

Ahí fue cuando, por primera vez, nuestras miradas, se cruzaron, y cuando empecé a sentir la vibración de la que os he hablado antes.

Alejandra es una mujer morena, en torno a 170cm, muy guapa y muy simpática, tiene muy buen carácter, no le gusta enfadarse, y es también muy femenina, algo que me encanta en las mujeres, quizás debido a que mi madre no lo era en absoluto.

En ese momento, recibí una sonrisa de agradecimiento (Con aparato dental incluido), por parte de Alejandra, y, a pesar de mi timidez, y de mi poca disposición a hablar de cosas que no tuvieran que ver con trabajo, con mujeres, para evitar caer en la tentación, pues me vi un poco obligado por las circunstancias, a querer saber más sobre Alejandra.

Como estábamos a unos 15-20 minutos de la salida del parque, al menos, de la que a mí más me gusta, que es la que está cerca de donde la gente deja libros y revistas, que, durante estos años de estudio y soledad, han sido mi gran alivio, aparte de ayudarme, en alguna ocasión, con mis estudios y con mi profesión de abogado, al poder consultar libros ahí encontrados, le pedí a Alejandra que me acompañara, y fuimos, poco a poco, hablando y conociéndonos más.

Algo que me gusta ver en una mujer, es cómo va vestida, ese día, Alejandra llevaba un vestido no muy corto, pero tampoco muy largo, de cuero negro, unas botas, y, encima, un abrigo largo de cuero, que, según me dijo, se lo había comprado el día antes, en un mercadillo, porque andaba un poco de bajón por un problema que había tenido.

El resto de la ropa, se veía que era de una marca muy conocida y que muchas mujeres suelen usar.

Llevaba también unos guantes, pues era un día de frío, y el sombrero que se le había volado, y unas gafas de sol, que le tapaban mucho los ojos.

Iba maquillada normal, ni un porrón de maquillaje ni tampoco al natural.

Los ojos, como vi unos minutos después, sí que los llevaba libres de maquillaje.

Yo, como siempre, iba trajeado, pues, al tener un servicio de emergencias 24/7, nunca se sabe

cuándo

te puede pillar una emergencia, y hay que estar preparado para salir corriendo, cuando hay un aviso.

Le pregunté a Alejandra por el problema que había tenido, por si podía ayudar, o, al menos, intentar buscar ayuda si era necesario.

Alejandra, en ese momento, se quitó las gafas de sol, y vi,

que,

en el ojo derecho, llevaba un parche médico; me dijo que era el primer día que lo llevaba, porque había ido al médico y le había dicho que lo tenía que llevar durante un mes, y que, pasado el mes, volviera para ver si se solucionaba el tema o no.

Ahí ya la vibración era un poco mayor, y notaba también como mi polla, que ya de por sí es de buen tamaño, algo que despertaba las envidias de mis compañeros, empezaba a crecer más, y a ponerse bien dura.

Me dije a mí mismo, que era mi oportunidad, o me sacaba el moco y me lo comía, o iba a quedarme sin poder respirar.

Al llegar a la salida del parque, le pedí a Alejandra que me acompañara a ver si había algún libro o algo interesante, en el sitio de los libros, recogí lo que había, que, por cierto, era un libro sobre el amor, (curiosa coincidencia), y decidí arrancarme, me saqué un moco, y le pedí a Alejandra

que,

si quería ir a tomar un café, para seguir hablando y conociéndonos un poco más.

Me dijo que sí, porque no tenía ningún plan, además, estaba algo de bajón por lo del ojo, y, aunque no veía del todo bien, al llevar el parche, me dijo que le parecía un buen tipo, (Yo creo que lo soy, pues una cosa es la vida real, y otra el juego BDSM, consentido) así que aceptó.

En el bar, y la comida

Fuimos a un bar, de los muchos que hay cerca del parque, y, cómo ya era la hora del aperitivo, nos tomamos unas cervezas.

En el bar, claro está, Alejandra se quitó el abrigo, y se cambió de gafas, las de sol, por unas normales, negras, con lo que dejaba el parche a la vista de todo el mundo, algo que me excitó aún más.

Le pregunté también, antes de pedirle ir a tomar algo, si tenía alguna pareja o a alguien especial, y me dijo que, en ese momento, no había nadie en su vida. Así que, había vía libre por ambas partes. (No me gusta ser “el otro” en las relaciones de pareja)

Estuvimos una hora hablando, en la que Alejandra me explicó, que una de sus fantasías era un poco del rollo 50 sombras, pero algo más bestia, que se excitaba mucho pensando en ser dominada por un hombre, y que le encantaría encontrar a alguien que, tras conocerse bien, pudiera Alejandra, entregarse a esa persona.

Le pregunté si la ropa que llevaba, que era casi entera de cuero, era su indumentaria habitual, o era por ser sábado o por estar de bajón.

A esto, Alejandra me respondió que había coincidido lo del abrigo, con que le había apetecido, ese día, ponerse también el vestido, para ir entera de negro, porque estaba de bajón.

Pero, eso sí, me dijo que no tendría problema en vestir de negro, si eso era lo que me gustaba a mí, yo ya empezaba a ver un cierto brillo de gusto en el ojo que tenía aún destapado.

Después de esa hora de charla, fue Alejandra, a la que ya le había comentado, por encima, la situación que vivía en ese momento, es decir, ya sabía que yo vivía solo y que en mi casa no había nadie que impidiera hacer nada, quien me pidió que la llevara a mi casa, que, como no tenía ningún plan para el día, pues, debido a lo del parche, había cancelado los planes con sus amigas.

Yo acepté, pues pensé que era, como ya he dicho, la oportunidad de oro, de esas que se presentan muy pocas veces en la vida, así que fuimos hasta el coche, de nuevo, atravesando el parque, porque lo suelo aparcar por Recoletos, llegamos al coche, le ayudé a subir a Alejandra, como todo un caballero, y fuimos, primero, a comer a un VIPS.

En el restaurante, las miradas y los gestos de un cierto cariño, tocar las manos, y demás, eran ya evidentes, ahí estaba claro que iba a pasar algo.

Le estuve preguntando, algo intrigado, a la vez que bastante excitado, por los límites que tenía, en el caso de que llegase alguien que quisiera modificar un poco su vida, ser ese Amo que llevaba tiempo buscando.

Alejandra me dijo que quería ir, poco a poco, probando sus límites; lo que más le excitaba era que le dijeran la ropa que tenía que llevar o no, por ejemplo, que le hicieran ir sin ropa interior, o con lencería llamativa, pues, según me dijo, la lencería, era una de sus pasiones; también me dijo que, en ese momento, sólo llevaba un tanga.

Saber eso me hizo pensar, y le dije

que,

si se atrevía a ir al baño, a sacarse el tanga, a volver con él en la mano, y dármelo.

Sin pensárselo mucho, Alejandra se levantó, y se fue, en dirección al baño, con

una medio

mirada (Lo que le permitían sus ojos) algo retadora en plan “Hay huevos y te lo voy a demostrar”

Dos minutos después, volvió, llevaba su tanga en la mano; justo en ese momento, llegó la camarera con los platos de comida, y se quedó algo sorprendida de lo que estaba viendo.

Estuvimos un rato disfrutando de la comida, y al acabar y pagar, Alejandra me dijo que tenía aún más ganas de ir a mi casa, porque, después de lo del tanga, estaba muy húmeda en su coño y quería desfogarse. Durante la comida, aunque recibí la llamada para atender una urgencia, avisé a otro compañero para que fuera en mi lugar, porque la tarde iba a estar ya ocupada y entretenida con Alejandra.

Me preguntó si, durante el trayecto en coche hasta mi casa, le dejaba que se masturbara, pero yo le dije que no, que se esperase a llegar a mi casa, que ya habría tiempo, de sobra, para jugar y hacer cosas.

En mi casa en Campodón.

Al llegar a mi casa, aparqué el coche en el garaje, y entré en mi casa con Alejandra, le pedí que me dejara el abrigo, para ponérselo a buen recaudo y que no se perdiera, y le dije que me esperase en el sofá de piel del salón, que yo iba a ir a por dos copas, una para cada uno, pero que no tardaba nada. Me dijo que quería una Cola con ginebra.

Fui a la cocina, preparé las dos copas, y me dirigí al salón, donde estaba Alejandra esperando, me dijo que le gustaba la decoración de la casa, pero que echaba de menos cierta mano femenina.

Tras otro breve rato de charla, llegó un momento en el que ya no pude contener las ganas, y me decidí a besarla en los labios, así que, me saqué un moco, lo lancé al aire, y le di un beso, con lengua, en todos los morros de Alejandra.

Ahí fue ya cuando todo comenzó a dispararse, empecé, con suavidad, a desnudar a Alejandra, al quitarle el vestido, vi que no llevaba nada debajo, pues claro, el tanga lo tenía en el bolso, ahí se lo metió cuando yo le pedí en el restaurante que se lo quitara; sí que llevaba un sujetador negro, que salió volando un poco, como el sombrero por la mañana, en el parque, que propició todo.

Se quedó ya desnuda, salvo por las botas y las medias que llevaba, fue entonces el turno de Alejandra, para desnudarme a mí.

No os he hablado de sus tetas, que ya pude ver, por completo, en ese momento, naturales y de tamaño medio, pero me gustaron bastante, y, por supuesto, se las sobé un rato, aprovechando el momento.

Al sacarle el sujetador, sus pezones estaban muy duros, debido, supongo, a la excitación que también Alejandra sentía en ese momento.

Empezó por mis pantalones, sacó mi polla del calzoncillo, que estaba ya toda dura y con ganas de entrar en acción.

Alejandra me la empezó a chupar, se notaba que tenía alguna experiencia chupando pollas, a pesar de su inocente apariencia, lo que me excitó todavía más.

Estuvo un buen rato chupando, hasta que, me corrí, en toda su cara, pues, antes de que sucediera, le pregunté y me dijo que quería que me corriese en su cara, que así se sentía más humillada.

Después de la felación, Alejandra me dijo que quería más, que estaba deseando que le metiera mi polla en su culo, para sentirla dentro de ella. También me dijo que, de momento, no la llevara al baño, porque le gustaba la sensación del semen por toda su cara.

Así que, tomé a Alejandra de la mano, y subimos al dormitorio, ayudé a Alejandra con las escaleras, porque, al llevar el parche, podría caerse o resbalar.

Yo iba completamente desnudo y descalzo y Alejandra llevaba sólo las botas.

Al llegar a la habitación, Alejandra se puso en posición para que yo empezara el anal, fue ahí cuando pude ver, al natural, su culo, que no estaba nada mal (Antes, claro está, me había fijado en su culo y en todo su cuerpo, pero, ahora, al verla ya desnuda, pues me fijé con más detalle)

Empecé, poco a poco, a meterle mi polla en su culo, y, también, empecé a oír sus gemidos de placer, estuve un rato así, cada vez con más fuerza, hasta que Alejandra se corrió, y dio un enorme grito de placer, que resonó en toda la casa.

Al acabar la sesión de sexo, Alejandra me confesó que tenía otro problemilla, y es que, cuando disfrutaba follando, gritaba mucho, por lo que le gustaría probar a estar amordazada, para amortiguar un poco el sonido de sus gemidos de placer al follar.

Después, Alejandra me dijo que aún no quería ir al baño, que quería estar un rato más tal y como estaba, me di cuenta de que el parche se le estaba estropeando, como consecuencia de mi corrida, me dijo

que,

en su bolso, llevaba uno de los paquetes que tuvo que comprar en la farmacia el día anterior, por si le pasaba algo en la calle, con el ojo tapado, tener un repuesto.

Le quité el parche del ojo derecho, y le limpié un poco la zona, para que el nuevo parche tampoco no se inundara de semen. (Usé una toalla para la limpieza)

Le puse un nuevo parche en el ojo derecho, y le di un beso en la boca, para aliviar su sufrimiento por no poder ver del todo bien.

Fui un momento al baño, a tirar el parche viejo a la basura, y a mear, pues se supone que, después de follar, es bueno mear, a pesar de que yo soy más de aguantar el pis, pues mis padres, durante todo el tiempo que yo los conocí, tuvieron problemas de cistitis, lo que era un fastidio.

Estaba en mitad de la meada, cuando entró Alejandra en el baño, con el móvil de emergencias en la mano, estaba sonando y tuve que atender la llamada.

La llamada, era para atender una urgencia, pero no me iba a llevar más de una hora, por lo que le dije a Alejandra que se pusiera cómoda, pero que se quedara desnuda, que yo iba a salir un rato, para atender la urgencia, pero que, enseguida volvía, y seguíamos jugando.

Me vestí a toda prisa, y me fui a atender la urgencia, eso sí, me despedí de Alejandra con un beso en la boca.

Lo que pasó, a mi vuelta de atender la urgencia, lo contaré, si así se expresa el deseo, por parte de los lectores/as, en el próximo capítulo de esta historia.

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El autor también está abierto a encontrar una Alejandra para que esté en su vida...