Aleccionando a mi compañero de trabajo

Breve introducción sobre cómo mi pedante compañero de trabajo pasó a ser una simple mierda humillada

Me estreno en el mundo de los relatos eróticos contando cómo aleccioné a mi compañero de trabajo sobre el trato que merecen las mujeres, ya que no lo tenía muy claro.

Me llamo Paloma, tengo 26 años y trabajo desde hace 3 en una pequeña oficina de seguros. Tengo 3 compañeras mas, y él, mi odioso compañero… En cuanto a mí soy una chica físicamente normal, morena, ojos marrones, pelo largo y liso, cuerpo normal con los pechos grandes y las caderas anchas, resultona de cara.

Héctor es el ojito derecho de la dueña de la empresa, una cincuentona con fama de que le gustan los jovencitos que bien podrían ser sus hijos… De este modo no es de extrañar que entrase en la empresa sin ninguna experiencia laboral previa… Pero este tema no era el que más me molestaba de él, al fin y al cabo yo soy de la opinión de que el tiempo pone a todos en su sitio, y que el valor de cada uno se acaba demostrando (Y este imbécil estaba cerca de conocer su valor).

La antipatía que me produce este tío viene de poco después de conocerle. Él entró a trabajar en la empresa un año después que mis compañeras Rosa y Alba y yo, junto a su novia Raquel. Debo admitir que al principio me daba un poco de morbo, que no tardó mucho en desaparecer.

Héctor es un chico físicamente normal, de unos 28 años, moreno, alto, de cuerpo no está mal pues su altura y su anchura, a pesar de no estar trabajada en gimnasio dejaban entrever un bonito cuerpo, sobre todo unos pectorales hermosos cuando en verano se ponía camisetas ceñidas. Su cara es muy corriente, no destaca por nada, ojos castaños, boca grande

En cuanto a Raquel, solo puedo decir cosas buenas de ella, es un encanto de chica, correcta, educada, agradable, inteligente, y dicho sea de paso vale muchísimo más físicamente que Héctor, con un pelo color azabache y unos ojos verdes de impacto, además de un cuerpo bien proporcionado.

Lo que empezó a molestarme de él fue el trato en general que daba a su chica: Le contestaba bastante mal, con superioridad y ninguneándola, y aquello no me gustaba. En alguna ocasión Raquel casi se había echado a llorar tras una discusión con él en plena oficina, ya que la dueña nunca estaba allí. Yo no entendía por qué seguía con alguien que la trataba así, pero no tenía la confianza suficiente para preguntárselo.

Al cabo de un año Raquel encontró un trabajo bastante mejor, cuya única pega es que éste sería durante 3 años en otra ciudad a una distancia de 500km. Más tarde ella pasaría a ser directora de una filial que abrirían en mi ciudad. Lógicamente lo aceptó y se fue. Me alegré sinceramente por ella, porque en el año que trabajamos juntas entablamos cierta amistad y me constaba su valía (Por si alguien puede pensar que sentía cierta atracción por ella que rebasase los límites de la amistad, debo decir que en absoluto, simplemente siento admiración de ser humano a ser humano).

La marcha de Raquel supuso un gran cambio en la oficina. En su lugar entró Paula, pero este cambio no tiene trascendencia en nuestra historia. El cambio sucedió básicamente en torno a la actitud de Héctor. Se notaba que ahora, sin la presencia de su novia se sentía como el gallo del corral, se volvió mil veces mas pedante, engreído, y sobre todo se vio con la total libertad de tomar el tema del sexo como conversación habitual.

En estas conversaciones diarias yo me mantenía como mera oyente, soy muy reservada para mis cosas, y mucho más para contar algo que me avergonzaba: Me encantaba que me sometieran, que me trataran como a una puta, una perra… Definitivamente no podía hablar de eso.

Con los días me fui dando clase de la mierda de persona que era Héctor, solía contar sus intimidades con Raquel, comentaba lo insatisfecho que se sentía sexualmente, fanfarroneaba sobre su éxito con las mujeres, no tenía reparo en realizar comentarios cargados de machismo disfrazados de un tono de broma que yo no me tragaba desde luego, y tampoco escatimaba en descalificativos hacia muchas mujeres, clientas sobre todo, amigas suyas… "Mira esa, es una foca","Esa es amorfa", "Las mujeres a limpiar", "Seguro que esa es una puta, que le va todo""Si no tuviera novia le dejaría el coño roto a esa"… Tampoco yo descartaba que el muy cabrón le pusiera los cuernos a su novia, pero esto nunca lo contó, imagino que por miedo a que alguna se lo contáramos.

Era un auténtico cerdo que disfrutaba degradando a las mujeres, y a mí me repugnaba. Puede parecer una contradicción que yo siendo sumisa pueda decir que le tenía asco por degradar a las mujeres, pero el ámbito en el que él lo hacía se extrapolaba en mucho de una visión del sexo, era su visión de la vida, y eso me daba nauseas.

Me comenzó a rondar por la cabeza la idea de darle a probar su propia medicina, barajaba mucho las opciones, hasta que un día se me presentó la ocasión en bandeja:

El cogía su turno de vacaciones de verano, y las demás nos quedábamos en la oficina, así que por la tarde pasaría por casa a dejarme las llaves, ya que él se quedó haciendo un par de horas extra ese día, y no nos pudo dar la llave a ninguna. También tenía una gran baza a mi favor, y es la confianza que él tenía en mí, se veía que yo le caía bien, pues disimulaba a la perfección mi desagrado hacia él.

Lo tenía decidido, aquella tarde se cumpliría su castigo y se iría de vacaciones bien aleccionado

Próximamente contaré como transcurrió aquella tarde en la que pasó de ser ese "ser superior" a no ser mas que una mierda degradada.