Alberto..¿gay,embustero, o vividor? tu juzgalo 4
Alberto y Mártin, en la convivencia diario, tienen situaciones y momentos que los van envolviendo, Alberto un chico heterosexual virgen, con los deseos a flor de piel,Mártin, mas experimentado,por fin cáeran en lo que Mártin deseaba,
Al séptimo día, ya han visitado la clínica y ya hay avance, la rodilla, ya ha sanado, no era tan grave el asunto, los brazos siguen con férula aun, Alberto ya se ha acostumbrado a sus tareas de asistente personal de Martin, y este está triste, pero le motiva un poco el convivir con Alberto, el roce diario, las anécdotas que se han contado, todo eso ha fortalecido el vínculo amistoso , sin embargo Martin comienza a sentir aparte de afecto, deseo por su joven asistente, lo ha visto desnudo, lo ha observado erecto, sabe ya las dimensiones que guarda el poderoso miembro de Alberto, a su vez Alberto no deja de pensar en mujeres, en culos y en tetas, está a flor su sexualidad, pese a que aún no sabe lo que es tener una mujer entre sus brazos,
mas
bien, entre sus piernas.
La habitación es cálida, la lampara esta encendida, pese a que por el ventanal, la luz del sol que ya se pone, ilumina de manera cálida la estancia, Martin en la cama sentado, con la espalda recargada sobre una cómoda almohada, pese a que lo tiene prohibido, no ha aguantado más y está tomando una copa de vino blanco, frio tal como lo venia apeteciendo, Alberto sentado justo a su lado, tomando una cerveza, sus gustos son más simples, Alberto que ya ha ganado confianza, tiene puestos solo unos
boxers
, porque acaban de realizar el acostumbrado baño de Martin,
serán
las cervezas, el vino blanco, pero ambos y por sensaciones totalmente distintas, pero tienen las emociones a flor de piel, un solo roce bastaría para que Alberto sienta que la piel se le pone chinita, y que escalofríos le recorrieran la espalda, a su vez Martin, tiene deseos de sentirse deseado, mimado, y ¿Por qué no? Querido, por alguien, el sexo de ese alguien poco importa, solo le basta sentirse querido,
Las cervezas han hecho efecto, Alberto se incorpora y se dirige al baño, consciente de que Martin esta acostado, deja la puerta abierta, baja el bóxer a los muslos y comienza a orinar, su miembro da un respingo, las ultimas gotas de orina caen, el sacude con fuerza, no puede evitar apretar fuerte el prepucio, lo cual le ocasiona una especie de placer, que le recorre la medula espinal, recorre el prepucio hacia atrás, con fuerza, en cuestión de segundos, tres o cuatro, los 9 centímetros que colgaban inertes se han transformado ahora en 19 poderos centímetros, y de un grosor temible, justo a la mitad del tronco, que si lo midieran con un billete de 20 dólares rodeándolo, no sería suficiente el billete para terminar de rodearlo y aun quedarían dos dedos libres, liquido
preseminal
escurre, salen gotitas por esa uretra, estas lubrican el contorno de la punta, lo cual hace más fácil los movimientos que Alberto
está
haciendo para liberar la tensión, su mano derecha sube y baja de ese prepucio, deja escapar un quejido, más bien un grito de placer, la cerveza lo tiene mareado, cuando de pronto la voz de Martin lo interrumpe; —¡Alberto!, ¿todo bien? ¡no te hebras caído y ya seamos dos los lisiados? —grita de manera cómica y no preocupada Martin—. He escuchado que gritaste y después ya no te oí, —
sonríe
.
Alberto al escuchar la voz, interrumpe el dulce placer que estaba sintiendo, sube el bóxer, este se impregna de líquido y a su vez el miembro está en total erección, por algún motivo o por olvido o solo porque no
está
lucido del todo, no intenta disimular la erección, —¡No pasa nada, solo orinaba!, —grita de manera juguetona, ya se nota que tiene
más
confianza. — ya voy.
Martin al verlo, no puede disimular una expresión de asombro, deseo y tal vez lujuria, Alberto plantado ahí frente a Él, en total erección, lo grueso del miembro sobresale, amenaza el glande con asomar por el lado derecho, hacia arriba, las piernas poderosas, marcadas, los pectorales y esos bíceps, hacen que la mente se le nuble, solo alcanza a decir; —vale, pero te has empalmado, —¿cuál empalmado? Se me paró, aquí así se dice, —exclama Alberto, con un tono hasta ahora irreconocible, un tanto altanero, sin ser grotesco—. Es
más,
deberías “
jalármela
” con esos brazos,
Dicho esto, Alberto hasta ese momento, no era consciente de sus palabras, por lo que el rostro se le puso de mil colores y en un arco reflejo se acercó a Martin y lo abraza exclamando; —Perdóname por decirte eso, no me estaba burlando, disculpa, —sin darse cuenta, debido a que el abrazo es efusivo, su miembro erecto esta justo en la entrepierna de Martin, tibio, duro como roca. — ¡no te fijes hombre, no pasa nada. —comenta Martin.
La sensación es placentera, son segundos, pero Martin quiere que este abrazo no termine, Alberto ha quedado petrificado, el abrazo se ha prolongado unos segundos más, cuatro, cinco, ocho segundos, pero Alberto no se despega de Martin, ahora sin pensarlo, solo por instinto, se coloca a la espalda de Martin, y comienza a acariciar los pectorales y a poner los labios en la nuca, mientras Martin esta helado, y solo atina a permanecer quieto y aun en sorpresa, —No te detengas, continua, —Alberto baja las manos cuidadosamente y las pone en las piernas de Martin, continua besando la nuca, comienza a bajar poco a poco por la espalda, las manos también se han movido, están ahora en esas nalgas, blancas y duras, el pene de Alberto respinga, está a todo lo que da, continua bajando por la espalda, los labios ahora rosan las nalgas, en un arranque de ansiedad pone una mordida ligera, Martin no dice nada, solo cierra los ojos, la lengua ahora hurgando en esa cavidad, Martin siente verdadero placer, Alberto sigue besando, sus manos acarician las piernas de Martin, Alberto esta de rodillas atrás, entretenido con el trasero, y sus manos ahora acariciando los huevos de Martin, presiona ligeramente, los masajea y ahora sus manos atrapan la verga erecta de Martin, y comienza a jugar con ella, la lengua continua atrás, el ojete ahora esta ensalivado, rojo después de esa acometida con la lengua, Alberto se pone de pie y dirige tembloroso ese miembro potente, hacia el orificio, se pega a la espalda de Martin, sus manos presionan las piernas, comienza a penetrarlo, Martin se agacha, la posición es incomoda debido a sus brazos inmóviles, pero se deja, se abandona al ataque y a las embestidas, puede sentir como esa verga ahora está entrando, justo a la mitad se vuelve más gruesa, Alberto presiona y se afianza más de las piernas de Martin y acomete, está dentro totalmente, el vaivén es rápido, es fuerte, están en sintonía, Martin siente a ese macho dentro, siente su aliento, siente esas manos poderosas sujetándole los muslos, siente esa boca ,esos dientes que le muerden ahora la espalda, la nuca, Martin se abandona al placer, después de algunos minutos Alberto dirige de nuevo sus manos al miembro de Martin, comienza a masturbarlo, se acoplan sus embestidas, al movimiento que hace con las manos, mientras su boca besa, muerde la espalda de Martín, Alberto apresura sus movimientos, siente un cosquilleo que lo recorre, y explota dentro de Martin, a su vez Martin al unisonó eyacula también, ambos están callados, su respiración continua acelerada, sienten fiebre y ligeros escalofríos les recorre sus sudados cuerpos, Martin no esperaba la reacción de Alberto, pero este se gira y se coloca de frente lo mira fijamente , le sonríe, y le dice; — jamás pensé que la primera vez que cogiera, seria con un hombre, y menos contigo, ¡vaya que me sentí fregón, genial !. —El momento para Martin hubiera sido perfecto, si Alberto hubiera terminado con un beso efusivo en la
boca, y
unos susurros amorosos
mimándolo
, Martin eso deseaba, pero también sabía que Alberto hasta ese momento no era gay, y el beso, por ahora, no era posible.
Martin se repone de las acometidas, del beso, de la mirada tierna y sin malicia de Alberto, por unos segundos se siente incómodo, porque está lleno de semen, pero Alberto pareciera que le adivina el pensamiento, y de inmediato se pone a ayudarlo
a asearse
, al notar que no es suficiente con papel higiénico, ambos sonríen, y Alberto le acerca los labios al
oído
y le susurra; —es hora de que nos bañemos juntos, bueno de que te bañe de nuevo.