Albert

Microrrelato gay. Entro suspendido a su despacho, y salgo con un diez.

Llamé a la puerta del despacho de

Albert

(mi profesor de Ordinadors I) para protestar. La nota que me había puesto era injusta, y la cosa no podía quedar así. De tal forma que, cuando me abrió, yo había preparado mi mejor cara de cabreo. Iba a cantarle las cuarenta al hijo puta. Vaya que s

í

Nada más abrir la puerta

, una ola de testosterona varonil me golpeó en la cara: ahí estaba él y su escultural cuerpo de boxeador, tapado unicamente por una camisa de tirantes y unos pantalones cortos. Joder. Entré de sopetón en el despacho, cerré la puerta, le bajé la bragueta, y mamé su descomunal polla con arte. Con verdadero arte. Ni el maestro chino de Kill Bill lo habría hecho mejor.

Albert

cerró los ojos y gimió

Qué fas?

Levanté la mirada.

Folla’m la boca, fill de puta.

Me agarró la barba con una mano, la cabeza con la otra, y dos docenas de embestidas después, cegado por las lágrimas, me quedé sin aire. Así me gusta, maricón.

No había terminado de coger aire cuando el canoso y divino profesor me levantó bruscamente, bajándome los pantalones, y agarrando mis brazos desde atrás, comenzó la monta ¡Y qué jodido monstruo se abría paso a través de mi cavidad rectal! Apoteosico, magnánimo, despampanante. Fijaos el tamaño al que me refiero ¡que se me olvidó hasta el significado de los anteriores adjetivos! ¡Y venga! ¡Y dale! Y mi polla como un campanar. Me agarró el troncó y me hizo una paja tal que me corrí durante medio minuto, mientras él me usaba como a su burda meretriz sin descanso. Menuda tarde regalada. Grité de forma tal, que toda la facultad debió de enterarse. El grito aún resuena por los pasillos más recónditos.

Cuando tuvo bastante (media hora después), el hombre me sacó el rabo del ano y se dispuso a jalarse el ganso en mi cara. Me imaginé todo el rostro lleno de su culta leche de macho, la bebería toda, toda. Esperé pacientemente y,

al fin,

Albert

me abrió la puerta.

Passa, home, passa. Tu ets Vukmir, no? T’estava esperant perque penso que m’he equivocat amb la teva nota.

Salí con un diez. Palabra.