Albañiles en Casa
¡Hola! Así que vos sos Daniela... por un momento dudé entre decirle la verdad o hacerme pasar por una nena...
Albañiles en Casa
Estaba en mi pre-adolescencia cuando mi padre contrató a un albañil para que picara y revocara nuevamente las paredes de un cuarto en el fondo de la casa.
Era muy temprano... cerca de las 7 de la mañana cuando escuché el timbre y enseguida la conversación:
"Pase usted Don José... vea, al fondo está el cuarto que hay que reciclar, yo debo irme a trabajar y vuelvo cerca de las 14 horas; cualquier cosa que necesite le dice a Dani que se queda en casa"
A mi me encantaba que me dijeran "Dani" porque era un nombre que no delataba mi sexo y me permitía fantasear.
Cuando comprobé que mi padre ya se había ido, me vestí con un conjunto delicado de bombacha y corpiño color blanco, un pantalón cortito de jean muy ajustado que subí para que marque bien mi cola dejando expuestas mis piernas y una musculosa que dejaba adivinar mi soutien.
Así preparada salí al patio para ponerme a disposición de Don José el albañil.
"Holaaa..." le dije con voz delicada y sugestiva. "Me dijo mi papá que tengo que hacer lo que usted me pida..."
Don José, que estaba de espaldas mirando la pared, se dio vuelta y recorrió mi cuerpo con su mirada.
"¡Hola! Así que vos sos Daniela..." por un momento dudé entre decirle la verdad o hacerme pasar por una nena, pero consideré que Don José podría hablar con mi padre de "su hija" y me decidí por la verdad.
"Soy Daniel, no Daniela". Don José quedó un poco desconcertado al principio pero no era tonto y enseguida entendió.
"¿Y tu papá no te dice nada de que te vistas así?"
" No sabe nada... y no quiero que se entere..." Inmediatamente se dio cuenta de las posibilidades que mi confesión le daba y no las desaprovechó.
"Muy bien... será nuestro secreto entonces... pero favor con favor se paga y tendrás que hacer algo por mí" dijo mientras se acercaba hacia mi con expresión libidinosa.
Inmediatamente comenzó a acariciar mi cola y mis piernas, deslizó su mano recia y callosa por mi espalda y descubrió el corpiño.
"Ajá... estás completita ¿eh?, a ver... sacate la remera y los pantaloncitos." Dijo mientras retrocedía dos o tres pasos para mirar mientras lo hacia. Lenta y sugestivamente desabroché los shorts y deje que cayeran al piso, contorneé un poco la espalda y me saqué la remerita que arrojé también al suelo quedando solamente ante sus ojos en ropa interior.
"Muy rico... sos una hermosa nenita. Vamos a ver que sabes hacer" mientras decía esto desabrochó sus pantalones. "Meté la manito acá a ver que encontrás". Me acerqué hasta quedar pegada a él apoyé mi cabeza en su pecho y metí la mano hasta encontrar su pene a medias erecto que reaccionó latiendo al contacto de mi mano. Comencé a jugar con su miembro al tiempo que él con ambas manos apretaba mi cola metiendo los dedos bajo la bombacha; llegó a mi ano y con movimientos circulares comenzó a dilatarlo hasta que introdujo en él la primera falange de su índice; tiraba hacia arriba provocándome dolor y placer al mismo tiempo, luego metió un dedo de su otra mano haciendo fuerza para abrirme. Un gemido de dolor escapó de mis labios y esto pareció excitarlo más aún, ya que su pene creció de repente en mi mano. Sacó un dedo y dejando el otro dentro mío me dio vuelta, quedé de frente a un andamio de aproximadamente un metro de altura que él había preparado para pararse y llegar a la parte más alta de la pared, me empujó hasta que mi pecho se apoyó contra la madera quedando mi cola hacia arriba, yo ya había separado las piernas y así expuesta introdujo del todo el dedo para comenzar a moverlo en círculos dentro de mi cola, lo sacó y metió varias veces hasta que exclamó:
"Listo bombón... ya estás preparada". Pero yo no estaba preparada para lo que iba a suceder. Arrimó su pedazo al orificio de mi colita, tomó mis cachetes uno con cada mano y separándolos me introdujo todo su miembro de una sola vez...
"¡Ayyy...! ¡No...! ¡Por favooor...! exclamé mientras algunas lágrimas asomaban de mis ojos. No esperaba tanta violencia y brusquedad, pero debo reconocer que gracias a sus juegos previos no me lastimó pese al dolor que sentía. Una vez que me hubo empalado la sacó casi en su totalidad y la metió de nuevo más despacio, repitió esta operación hasta que consideró que la lubricación era la necesaria y empezó a bombear frenéticamente. Sentía el golpeteo de su cuerpo contra el mío y el ruido de la fricción lubricada por nuestros jugos mientras su pene me llenaba por completo. El ardor en mi esfínter aumentaba junto al placer cuando escuchamos una voz:
"Eeepaaa...¿Que está haciendo Don José" era otra persona también con ropa de albañil a la que yo no conocía. En ese momento yo estaba con el culo hacia arriba agarraba a los tablones mientras me hacían la cola y gozaba como loca. Había entrado otra persona y yo no sabía como reaccionar ni que hacer, por lo tanto me quede ahí nomás sin hacer ni decir nada. Don José respondió a la pregunta del, para mi, desconocido:
"¿Que hago? Aquí me ve Luisito... picando nomás... jajaja" Luisito también rió y respondió:
"Lindo trabajito el suyo ¿eh? ¿no quiere que lo ayude un poco?
"¡Pero por favor! ¡Cómo no! ¡Metalé nomás! Don José hablaba mientras seguía bombeando como si nada fuera y el ardor de mi cola era ya casi insoportable cuando siento que me toman de los cabellos obligándome a levantar la cabeza. Así vi que "Luisito" había sacado su verga y se disponía a meterla en mi boca sin siquiera mediar palabra. Así lo hizo, me la metió en la boca y agarrándome de los cabellos para afirmarse empezó a bombear. Sentía que no se la estaba chupando, sino que me estaba cogiendo por la boca. En ese momento don José presionó con fuerza mi cintura apunto tal de dejarme marcados los dedos (huella que me quedó por varios días) y con varios bombazos aún más fuertes acabó. Podía sentir como su esperma inundaba mi cola y, al sacar su pija de golpe, como salía de dentro de mi y me chorreaba por las piernas. Luisito seguía en mi boca ahogándome, mi boca solamente permanecía abierta mientras él continuaba con su mete-saca hasta que finalmente acabó. Recibí dos o tres chorros de esperma en mi garganta, tosí y lloraba por el ahogo mientras los dos reían con ganas.
"Mal la chupa la pendeja don José... no le ha enseñado nada". Al oír esto me sentí herida en mi amor propio y exclamé:
"¿¿¡¡Y Cómo iba a hacerlo bien si no me dejabas ni mover!!??"
"Tiene razón, tiene razón" me apoyó don José "Vamos a probar la mercadería a ver si vale o no... ¡Ah! Te aclaro Luisito que no es una pendeja pero le gustaría serlo jajaja" Luisito demoró unos instantes en darse cuenta de lo que le decían...
"¿Que? ¡Noo! ¿es un putito? Que lo parió... y bueno... ya que estamos en el baile vamos a bailar"
Don José se sentó en el suelo y me dijo:
"Vení aca y chupala como se debe así le tapas la boca a este hablador". Me arrodillé entre sus piernas y me agache sobre su pene, era consiente de que mi cola quedaba apuntando hacia arriba como regalada, pero tal era mi intención: se la estaba regalando a Luisito para que me haga la cola mientras se la mamaba a don José. Estaba decidida a demostrar que podía chuparla bien, así que me dedique por entera a esa faena. Sin usar las manos la metí entre mis labios... con mi lengua recorrí todo su glande y el cuello... lentamente pero con fuerza comencé a succionar, cuando entraban en mi boca dos o tres centimetros tiraba hacia atrás mi cabeza para que vuelvan a salir, aflojaba esta presión y continuaba con dos o tres centímetros más hasta que la tuve toda adentro de mi boca. Mi lengua no cesaba de lamer el tronco y podía sentir las cosquillas de sus vellos púbicos en mi nariz, me provoqué mucha saliva y empecé a sacarla y meterla entera de mi boca succionando con vigor. Don José gemía y resoplaba mientras que Luisito, que miraba como hipnotizado, reaccionó con una tremenda erección. Vio mi cola que expuesta se ofrecía y de un golpe la penetró con su miembro. Yo ya estaba abierta, lubricada, acabada y entregada por lo cual lo recibí solo con placer.
Me dediqué a regular la mamada de forma tal que don José no acabara hasta que yo quisiera y eso fue en el preciso momento en el que noté que Luisito estaba por acabar en mi cola, aceleré la velocidad de mis movimientos y en un momento sublime sentí como ambos hombres acababan al mismo tiempo dentro de mi mientras jadeaban y gritaban de placer.
Me puse de pié... los miré... y les dije: "Me voy a bañar... mañana será otro día" y me fui dejándolos allí.
"Mañana será otro día" y vaya que lo fue... pero se los contaré en otra ocasión.