Alba y su suegro

El suegro ve como da de mamar a su nieto

Se miraron avergonzados y todavía exhaustos. Sus respiraciones estaban agitadas. El deseo y el morbo los había empujado a hacer aquello y nada volvería a ser igual. Tanto ella como él sabían que volvería a suceder…

Alba se levantó de la cama y recogió su camisón del suelo. Al salir de la habitación vio tirada en una esquina su braguita y se agachó. Jesús la miraba absorto. Aquella mujer era terriblemente bonita y sensual. Sus embarazos al contrario que muchas mujeres, le habían hecho ganar en belleza y sensualidad. Quien la viera le costaría creer que era madre de tres hijos y que hacía tan solo seis meses había tenido su último retoño. Al llegar a su cuarto vio a su hijo pequeño dormido plácidamente en la cuna. Alba se sentó en la cama y se quedó pensativa. No entendía cómo había sido capaz de hacer eso. Entre sus piernas sentía escurrirse la huella que aquel hombre había derramado en sus entrañas. Se estremeció al llevar su mano a la vagina y recoger con sus dedos semen de Jesús. Miró sus dedos llenos de semen y los llevó a su cara y lo olió. Se excitó al llevar los dedos a sus labios y comenzar a chuparlos lentamente. Los saboreaba como el más sabroso de los manjares. Se acurrucó en la cama sintiendo pequeñas contracciones en su vagina…Miró el reloj , eran las cinco. Había estado mucho tiempo en la cama con Jesús, debería ducharse antes de que llegara su marido….

Aún estaba despierta cuando llegó Ramiro. A pesar de haberse duchado hacía unos minutos, temía que su marido notara el olor de otro hombre en su cuerpo.. Ella se hizo la dormida cuando lo sintió meterse en la cama. En la oscuridad de la noche se quedó dormida pensando en sus hijos, en su marido. Una nueva contracción de su vagina la hizo avergonzarse.Jamás un hombre la había hecho alcanzar orgasmos tan fuertes. Odió por un instante a ese hombre que hacía una hora la estaba follando como nunca la habían follado. Odió a  su suegro con toda el alma y sin embargo sentía que deseaba que llegara el momento de estar otra vez en sus manos.

Jesús se despertó a las ocho. Pensó en su nuera.  Temía que se quedara dormida porque debía levantar a los niños para ir al colegio. Agudizó el oido para intentar escuchar algún sonido que llegara desde la cocina. El sonido del microondas lo tranquilizó, Alba estaría levantada. Una sensación de vergüenza alcanzó su cuerpo al pensar en cómo sería ese momento de verse cara a cara después de lo ocurrido esa noche.

La vió en la cocina sirviendo el desayuno a sus hijos. Estaba más hermosa que nunca. Alba se sonrojó al verlo entrar y darle los buenos días. Como cada mañana bromeó con los pequeños y estos se pusieron muy contentos al recibir la noticia de que su abuelo los llevaría al colegio.

  • Vuestra madre estará muy cansada y os llevo yo, vale? - Jesús le hizo un guiño de complicidad a su nuera.
  • Gracias Jesús - sus mejillas sonrojadas delataban que estaba recordando todo lo ocurrido.
  • Gracias a ti por todo Alba.

Jesús dejó a los niños en el colegio y decidió regresar a casa para ir a cambiarse y salir a hacer algo de footing. De camino a casa pensó en su nuera. A su cabeza volvieron las imágenes de su nuera sentada en el sofá a su lado. Siempre había pensado que esa mujer era una verdadera preciosidad. La conocía desde hacía muchos años. ¿Veinte? Se preguntaba. Calculó mentalmente, su hijo y ella tenían la misma edad, cumpliero 35 años el mismo mes. Un sentimiento de culpa a su vez de felicidad le hicieron sentirse extraño. Se sentía culpable de desear y haberse acostado con la mujer de su hijo, la madre de sus nietos y se sentía feliz porque nunca había imaginado que se acostaría con una mujer treinta años más joven que él y con esa belleza. Su sexo comenzó a cobrar vida cuando recordó el cuerpo desnudo de esa mujer. Esa joven era todo sensibilidad corporal...Nunca viera a una mujer tener orgasmos tan intensos. Recordó como aquella vagina eyaculaba mojándolo todo...El sonido estridente de un claxon lo devolvió a la realidad y pidiendo perdón al conductor del otro coche suspiró. Se dio cuenta de la erección que tenía con solo recordar…

Alba recogió las tazas del desayuno y las metió en el lavavajillas. Este estaba bastante lleno y decidió encenderlo. Pensó que mientras terminaba cambiaría las camas de los niños y de su suegro. Una sensación extraña recorrió su columna vertebral y fue a la habitación de Jesús. Al ver la cama se apoyó en la pared y todo volvió a su cabeza. Allí era donde había sido infiel a su marido, en esa cama había entregado su cuerpo a otro hombre. Un cosquilleo intenso se apoderó de su vagina. Se acordó de cómo aquel hombre la había hecho correrse varias veces. Se acercó a la cama y se ruborizó al ver aquella enorme mancha de humedad en la sabana. Nunca se había corrido de esa manera, era como si se hubiera orinado. Su cabeza viajó al momento que su mano rodeó el sexo de aquel hombre. Era grande, grueso y desprendía un deseo absoluto por ella. Alba vió el slip que llevaba Jesús por la noche. Su cabeza revivía momentos de la noche y se sentó en la cama. Acercó la mano a la prenda íntima de su suegro y al cogerlo un escalofrío atravesó su cuerpo. Su vagina se humedeció. Sentía miedo por todo lo que su cuerpo estaba sintiendo. Miró el slip y se dejó caer sobre la cama. Inconscientemente acercó la prenda a su cara y la olió. Respiró profundamente, deseaba sentir aquel olor recorrer su cuerpo por dentro. Mientras respiraba comenzó a llorar. Alba se había dado cuenta que amaba a su marido pero deseaba con locura a su suegro. Jesús desde esa noche era el dueño de su cuerpo , de su sexualidad y  eso la asustaba…

El llanto de su bebé la devolvió a la realidad, vió el reloj, era la hora de darle el pecho. Se sentó en el sofa con el pequeño en brazos y liberó su pecho. Enseguida la boca del niño se agarró a su pezón y comenzó a mamar. Alba se dió cuenta que así había comenzado todo…

Veía la televisión cuando su bebé empezó a reclamar su alimento, ella por no perderse el final de la película se había dejado allí en el salón. Normalmente le daba el pecho en la habitación porque le daba mucha vergüenza que la viera su suegro. Pensó que Jesús estaba en la cocina y aún tardaría en ir al salón. A los cinco minutos de estar dando de mamar a su hijo, Jesús apareció por la puerta del salón. Los dos se quedaron paralizados sin saber que hacer. Su suegro iba a dar media vuelta cuando de su boca salieron esas palabras.

  • Quédese Jesús….
  • De verdad puedo quedarme? - su voz era entrecortada por la sensación de nervios y vergüenza
  • Si, es su nieto y también tiene derecho a verlo comer.

Jesús se sentó en silencio a su lado. Alba miraba la tele pero no era capaz de seguir la película, era la primera vez que un hombre veía como daba de mamar a su hijo. En realidad era la primera vez que otro hombre que no fuera su marido le veía el pecho desnudo. Desde muy jovencita Alba había tenido complejo y no por sus pechos sino por sus pezones. Estos eran más grandes de lo normal y le avergonzaba hacer topless en la playa.

  • Gracias por permitirme ver a mi nieto alimentarse Alba
  • De nada Jesús - Alba le hablaba sin mirarlo a la cara, sus mejillas estaban coloradas por la situación
  • Es muy hermoso ver a una madre dar de mamar a su hijo
  • Gracias….

La voz de Alba sonaba entrecortada. No podía creer lo que le estaba pasando. La succión de su bebé sobre el pezón y a su vez sentir que su suegro estaba mirando la hacía estar sintiendo un hormigueo intenso entre sus piernas. El bebé soltó el pezón y Jesús se quedó mirándolo totalmente hechizado. Ella no pudo evitar taparlo con la mano.

  • Que verguenza Jesús!!!
  • Te da vergüenza que miren tus pechos?
  • Si, muchísima. Solo su hijo me los vió -  Alba puso al niño en el otro pecho y se cubrió el que acababa de ser mamado con una tela del niño
  • No haces topless?
  • Noooo….- el énfasis en la negación sorprendió a Jesús, ella se dió cuenta y se lo explicó- desde muy joven me dieron mucho complejo mis pezones.
  • Alba te aseguro que por lo poco que vi me parecieron preciosos, no deberías tener complejo
  • De verdad ?
  • Si

La complicidad de la situación y el que ella había sido capaz de contarle su problema llevó a Jesús a inclinarla poco a poco contra su pecho.

  • Estate cómoda Alba, gracias por sincerarte conmigo
  • Usted me hace sentir cómoda Jesús, gracias
  • Gracias a ti por permitirme ser el primero en verlos
  • Ellos se sienten como atrapados en una cárcel.
  • Los comprendo Alba - Jesús veía la fina tela que cubría el pecho, en la tela se dibujaba perfectamente el pezón - deberías liberarlos…
  • Me da tanta vergüenza Jesús…
  • Hazlo Alba...me gustaría mucho verlos libres de esa cárcel que es tu complejo
  • De verdad desea verlo? - Alba miró hacia la tela y se notaba totalmente el pezón erecto e hinchado
  • Me harías feliz Alba
  • Mírelo Jesús - Alba deslizó la tela que cubría su pecho y liberó su pezón ante los ojos de su suegro. Un pequeño gemido liberador escapó de su garganta.
  • Es precioso …
  • Le gusta?
  • Mucho … Nunca viera un pezón tan hermoso

Alba entre la succión de su bebé en un pecho y sentir la mirada de Jesús en su otro pezón, notaba entre sus piernas la humedad del deseo. El pezón que miraba Jesús goteaba leche y Alba limpiaba con una toallita húmeda. Su suegro le quitó la toallita de la mano y Alba se estremeció al sentir que se lo limpiaba con delicadeza. Al terminar de limpiarlo sintió como Jesús rodeaba el pezón con la toalla y sus dedos lo estiraban despacio. Alba gimió excitada.

  • Liberaré tus pezones ….
  • Si, por favor, libéralos de su cárcel

Jesús lo estiró un poco más. Nunca había visto unos pezones tan grandes y bellos….

El bebé terminó de comer y soltó el pezón. Ante Jesús apareció hermoso, grande, gordo.Acercó su mano y lo limpió con la toalla húmeda. Con un gesto Alba le hizo entender a su suegro que tenía que hacer eructar al niño y dormirlo.

  • Te espero aquí Alba

Ella salió del salón con el pequeño en brazos y desapareció por el pasillo. Pensaba que debía parar aquella locura y no volver al salón. Acostó al niño. Miró su cama y vió la luz del salón iluminar el pasillo. Jesús la esperaba en el salón. Si salía por la puerta sabía lo que iba a pasar. Se asustó. Vió la foto de su marido sobre la mesita de noche. Se miró reflejada en el espejo del armario. El camisón no lograba disimular sus pezones hinchados. En su cabeza volvió a sonar la voz de su suegro diciéndole que él liberaría sus pezones de esa cárcel. Se tumbó en su cama, deseaba ir pero era una locura. Había pasado media hora y se levantó. En esos momentos ella no era dueña de sus acciones, su cuerpo le reclamaba que fuera a junto de ese hombre. Al abrir la puerta de su habitación vió que la luz del salón estaba apagada. Sintió miedo, un miedo diferente al que sentía antes. Se dió cuenta que tenía miedo de no poder dar a sus pezones la oportunidad de que alguien los liberara.

Nerviosa se acercó a la puerta de la habitación de su suegro.

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