Alba la novia de mi hijo (2)
A punto de comenzar mi segundo día de trabajo, estoy llegando a la oficina, se que aún es pronto, casi no hay luz por la calle, y apenas me cruzo con gente, pero estoy ansiosa por que empiece, siento que mi corazón esta acelerado palpita a mil por hora recordando todo lo vivido el día anterior
ALBA LA NOVIA DE MI HIJO (2)
Recomendable leer el primer relato ya que es una continuación…
A punto de comenzar mi segundo día de trabajo, estoy llegando a la oficina, se que aún es pronto, casi no hay luz por la calle, y apenas me cruzo con gente, pero estoy ansiosa por que empiece, siento que mi corazón esta acelerado palpita a mil por hora recordando todo lo vivido el día anterior con mi jefe, el padre de mi novio, estaba extasiada y expectante a la espera de que me tendría preparado hoy Don Diego para mí.
El día anterior cuando me dejo en la puerta de mi casa, antes de marcharse, me indico que hoy era día de compras, no sé exactamente a qué se refería, eso me tenía algo desorientada, aunque con Don Diego todo podía pasar.
Cuando llegue al trabajo no sabía exactamente donde tenía que ir así que fui directamente al despacho de Don Diego, y como supuse ahí estaba el, al verme una sonrisa se reflejó en su rostro y dándome los buenos días se levantó y me planto dos sonoros besos y regalo mis oídos con dulces halagos que a todas nos gustan haciendo referencia a lo guapa que estaba.
Tras los saludos de rigor Don Diego me dijo que fuera al aparcamiento, y me indico cuál era su plaza, que el bajaba en 5 minutos ya que tenía que hacer algunas gestiones antes de marchar.
Yo obedientemente y como me había ordenado baje hasta su plaza de garaje, no tuve muchas dificultades para encontrarla, no entiendo mucho de coches pero ese coche era precioso color negro grande todoterreno con una línea muy bonita se veía que era de alta gama y tenía pinta de ser bastante costoso, las lunas estaban tintadas pero aun así me acerque para ver si podía ver el interior, en ello estaba cuando una palmada en mis nalgas me despertó de mis pensamientos, era Don Diego con una sonrisa de oreja a oreja invitándome a entrar en el coche.
Ya en el interior pude comprobar lo espacioso y el detalle que tenia, los asientos eran de cuero y el salpicadero tenia terminaciones de madera lacada.
Don Diego se acercó a mí y me dio un beso en la boca que me cogió por sorpresa, él insistió y en esta segunda vez yo le correspondí abriendo la boca y enzarzando nuestras lenguas en una sola, ahí estábamos como dos colegiales, yo me dejaba llevar mientras Don Diego no perdía el tiempo y con suma maestría comenzó a manosearme y desnudarme con mucha destreza para el poco espacio que había para maniobrar y la incomoda posición, lo que estaba provocando que me excitara como una perra, la situación era muy morbosa, comiéndole la boca al padre de mi novio mientras él me manoseaba en mitad de un enorme aparcamiento donde podría pasar cualquiera y vernos, en ese momento agradecí que el coche tuviese las lunas tintadas.
Don Diego una vez me hubo desnudado de cintura para arriba y me había desabrochado el pantalón, metió una de sus manos dentro de mis bragas, dejo de besarme para dedicarse a uno de mis pezones, ya duros y erectos en ese momento, mientras tanto yo también aproveche para sacarme los pantalones y quedarme tan solo con las braguitas puestas, y abrí bien mis piernas para facilitarle el trabajo que tan ricamente me estaba realizando en mi zona noble.
La verdad es que me deje llevar el placer que me estaba dando en ese momento era indescriptible, una mano diestra masturbándome mientras con el dedo gordo frotaba mi clítoris excitado, a la vez que con una de sus manos amasaba mis pechos o pellizcaba mis pezones mientras me comía con suma maestría el otro pezón, no tenía dudas de que estaba en la puta gloria, y si seguía así no tardaría mucho en correrme, estaba claro que don Diego era un consumado amante que sabia donde y cuando tocar para hacerme perder el sentido y la decencia.
Al cabo de un par de minutos no pude más y avise a Don Diego que estaba a punto de correrme, pero el lejos de parar acelero su masturbación e incluso mordisqueaba mis pezones con más fuerza, lo que hizo que me corriese en su mano abundantemente, no sabía porque pero ese hombre me excitaba sobremanera, sabia sacar lo peor de mi.
Tras esto me quede completamente relajada recostada en ese confortable asiento de cuero que había puesto perdido con mi orgasmo, cuando lo mire a él tenía una cara de felicidad que me llego al alma, acto seguido mi vista se fue a su bragueta y pude observar como tenía un enorme bulto, por lo que sin mediar palabra y de forma autómata una de mis manos se dirigió a su bragueta para abrirla y metiendo mi manita por la abertura saque de sus calzoncillos una hermosa barra de carne coronada con un glande prominente que estaba babeando, le pase una uña y recogí esas babas que salían para expandirlo por todo el glande, lo que lo hacían más apetecible, tan apetecible que me metí todo ese glande en mi boca y comencé a jugar con mi lengua, el acomodo el asiento echándolo para atrás y recostándose quedando casi completamente tumbado, mientras yo jugaba con ese glande una de mis manos le bajaba todo el pellejo hasta abajo, no dejaba de gemir y como hizo el día anterior, cogió mi cabeza y comenzó a dirigirme la mamada, cada vez imprimía más fuerza como queriendo que me introdujera toda su polla en mi boca, cosa que intente pero me era imposible, ya que sus dimensiones eran considerables y ese glande golpeaba mi campanilla así como el fondo de mi garganta lo que me provocaban arcadas, el lejos de calmarse cuando la sentía golpear mi garganta aun daba un golpe de cadera para introducirme lo que faltaba y es ahí cuando las arcadas me ahogaban.
Al cabo de un rato me soltó la cabeza y me indico que quería follarme que ya era hora de probar ese coñito, por lo que rápidamente me puse encima suya y cogiendo su polla apunte su glande a la entrada de mi coño para dejándome caer empalarme yo misma ese trozo de carne candente en mis entrañas, la verdad es que a pesar de que el coche era amplio no era muy fácil maniobrar sin golpearse con algo.
Don Diego estaba quieto yo subía y bajaba lentamente introduciéndome prácticamente toda su polla, el placer era bestial, cuando mi coño ya estaba completamente lubricado y adaptado a su nuevo intruso comencé a cabalgarlo cada vez más fuerte cada vez más rápido, Don Diego apoyo sus manos en mi cintura y me ayudaba a subir y bajar más rápido sobre su cipote completamente erecto.
Yo miraba fijamente a Don Diego a los ojos, mientras jadeaba y seguía cabalgándolo a un ritmo infernal, sus ojos eran pura lujuria, tenía la boca abierta pero no emitía ningún ruido y sus ojos estaban clavados en el vaivén de mis pechos o en como desaparecía esa hermosa barra de carne en mis entrañas.
Al cabo de un rato dejo mi cintura para dedicarse a mis pechos, los amasaba y pellizcaba a su gusto y eso hacía que me diesen descargas de placer, estaba próxima a un nuevo orgasmo y producto de todo ello hacia que lo montase de forma frenética deseando que esa explosión de sensaciones llegase.
Entonces él me dijo que ya no le quedaba nada que en breves se correría, por lo que acelere más si cabe mi cabalgada y en dos empellones más sentí como Don Diego llenaba mis entrañas de ese caliente esperma que tanto deseaba a la vez que un ruido gutural inundaba el habitáculo y me clavaba sus uñas en mis pechos haciendo que yo también me corriese y cayera sobre su pecho.
Así permanecimos ambos un rato, fundidos en uno solo y disfrutando el momento, hasta que Don Diego me pregunto si tomaba algo, yo le dije que sí que no se preocupase, él se sonrió y me dijo que lo imaginaba.
Yo aproveche para indicarle si esto iba a ser siempre así, y me incorpore al sentir como su polla ya morcillona salía de mis entrañas.
El me dio un poco de papel y unas toallitas húmedas que llevaba por el coche para que me limpiase, momento que aproveche para ir a mi asiento y limpiarme, Don Diego no perdía detalle mientras él también se limpiaba su polla con un clínex, y me contestaba que esto solo era el principio.
Entonces decidí abordarle ya que en esta vorágine que nos estábamos metiendo había cosas que me daban respeto y quería dejarlas claras por lo que le comente que me gustaría dejar algunas cosas claras, el me miro serio ahora tenía toda su atención por lo que continúe diciéndole que lo del contrato estaba muy bien pero que me gustaría antes de que esto vaya a más y se desmadre poner unas condiciones, no sé porque estoy haciendo esto vaya por delante que quiero a Sergio su hijo y nunca antes le había sido infiel, pero reconozco que esta situación me excita y hace que saque mi lado más salvaje, pero no quiero que esto afecte a Sergio para mí eso es primordial si quiere seguir con esto, pido que me respete, si en algún momento digo que no es no, y tampoco quiero que haya pruebas de lo que estamos haciendo, me refiero a grabaciones ni de audio ni de video no quiero que esto me afecte en un futuro, es una cosa de los dos de usted y mía, nadie cerca del entorno de Sergio a excepción de usted y yo debe saberlo, y tan solo usted podrá hacerlo a pelo si alguien más participa deberá usar condón no quiero coger nada que no tengo, ¿Esta claro?.
El con una sonrisa me tendió la mano en señal de aprobación y yo lo acepte, tras este paréntesis ambos nos vestimos y salimos del parking, fue entonces cuando le pregunte que a dónde íbamos, a lo que él con una sonrisa me contesto que de compras, solo espero que no hayas quedado con Sergio para comer ya que hoy saldrás tarde.
No había problema con eso, Sergio últimamente estaba muy ocupado y rara vez venía a casa a comer por lo que no se preocuparía mucho, seguramente ni se enteraría si he ido o no a comer a casa.
No tardamos mucho en llegar a nuestro destino era una calle donde había cientos de tiendas y nos dirigimos concretamente a una en la cual no había mucha gente y la verdad es que después de ver dos o tres precios entendí él porque estaba tan vacía, las cosas que había allí eran impresionantes pero el precio también era impresionantemente caro, en cuanto entramos un caballero muy amable se acercó a nosotros y nos saludó, en cuanto se dio cuenta de la presencia de Don Diego su forma de tratarnos fue casi reverencial, ambos se enzarzaron en una conversación mientras yo miraba distraída varias prendas, hasta que Don Diego me pregunto si veía algo de mi gusto, yo con una sonrisa le indique que todo, pero que me parecía muy caro.
Él se sonrió y poniéndome una mano suavemente en la cintura me indico que arriba nos estaban esperando, yo lo mire un poco asombrada no entendía muy bien lo que quería decirme, pero me deje llevar, subimos por una amplia escalera hasta el piso de arriba y una vez allí pasamos a una habitación enorme con techos altos y grandes ventanales por donde entraba abundante luz natural, además en la habitación la parte frontal estaba recubierta de varios cristales y en los laterales un par de sillones grandes de estilo clásico pero muy bonitos la habitación estaba decorada con mucho gusto, clásica pero con mucho gusto, mientras yo todavía estaba contemplando la habitación apareció un hombre con un porte muy similar al de Don Diego, me lo presento como su sastre particular, el que le realizaba todos los trajes y ahora iba a ser también mi sastre por lo que necesitaba cogerme las medidas.
El sastre al igual que Don Diego era muy educado y atento se le veía de clase alta, con un porte elegante y muy bien cuidado no aparentaba ser muy mayor, este muy educadamente me pidió que me quitase la ropa en la habitación contigua, pero Don Diego me indico que no hacía falta, que la dejase en uno de los sofás que había ahí mismo, entonces vi como afloraban una sonrisa maliciosa en la cara del sastre y de complicidad en la de Don Diego, situación que me incomodo, pero de la que decidí hacerme la tonta, como si no lo hubiese visto, aunque sentía enrojecer mis mejillas y acelerarse mi respiración, estaba claro que no solo estábamos allí para cogerme las medidas.
Tras el comentario de Don Diego, el sastre fue hacia la puerta llamo al caballero que nos había atendido y le indico que no los molestasen que tenía trabajo y era muy importante y urgente, tras esto vi como cerró la puerta de la habitación con pestillo, y volviéndose hacia mí con una enorme sonrisa y de una forma calmada y tranquila me comento que cerraba por precaución, ya que nunca se sabe.
Mientras yo me desvestía y dejaba la ropa en el sofá, podía sentir las miradas lascivas clavadas en mi cuerpo de Don Diego y el sastre a la vez que comentaban algo que yo no puede oír pero tampoco era muy difícil de intuir, se les veía relajados y más de una vez ambos hombres reían a gusto a la vez que sentía como me miraban de forma lasciva.
Una vez estuve en bragas se lo hice saber, entonces el sastre me indico que me subiera a una especie de peana circular, mientras me indicaba donde y como colocarme miraba a Don Diego y como si yo no estuviese allí le pregunto qué de donde había sacado una secretaria tan hermosa y bonita, y que se notaba que no llevaba mucho tiempo con él, ya que aún se podía ver la timidez de esta.
Esos comentarios sinceramente me molestaron un poco, yo mire a Don Diego como pidiéndole explicaciones a los comentarios de su amigo, pero Don Diego al ver mi gesto con otro gesto casi imperceptible me indico que no hiciera caso y que pasara de él.
He de reconocer que el sastre a la hora de coger las medidas parecía bastante profesional, pero el hecho de pasar la cinta métrica por todo mi cuerpo y sentir esas manos en mi piel hacía que me erizase todos los vellos de mi cuerpo, al cabo de un rato me di cuenta que el sastre ya no apuntaba las medidas en su libreta, sin embargo el seguía con la cinta métrica y sentía como sus manos se deslizaban suavemente sobre mi cuerpo, como sin querer, sentir el roce de sus yemas por mi cuerpo cada vez más cerca de mis zonas más sensuales estaba ocasionándome un hormigueo en mi entrepierna, sentía enrojecer mis mejillas, más si cabe cuando de forma ocasional o no tanto, me rozo un pecho, haciendo que este se endureciese, mientras yo estaba concentrada en evitar que se notase mi excitación, el aprovecho a rozarme el culo lo que hacía que me excitase mas todavía, si además tenemos en cuenta que la habitación había bastante fresco y yo solo llevaba puesta una braga, os podréis hacer una idea de que eso no ayudaba, uff podía sentir como mi cuerpo me estaba traicionando ya tenía los pezones completamente erectos y duros, y mis braguitas las sentía húmedas, cerré los ojos y comencé a frotar las piernas de forma suave pero suficiente para sentir ese roce en mi clítoris.
Hasta que el sastre hizo mención a mi excitación, entonces abrí los ojos y me encontré al sastre de rodillas frente a mi sexo señalando mis braguitas húmedas y mirándome directamente a los ojos, lo que provoco que mi cara se pusiera como un tomate, trate de cerrar las piernas y taparme mis pechos pero él se sonrió y me indico que no me cortase que podía seguir frotándome buscando el placer o dejar que me ayudara, y sin esperar contestación metió su cara entre mis piernas cogiéndome los cachetes de mi culo y atrayéndome hacia su cara, yo di un chillo por la sorpresa inicial y puse mis manos en sus hombros para evitar caer por lo que inconscientemente abrí un poco mis piernas y pude sentir como su nariz daba con mi clítoris que hizo que este me provocara una descarga de placer que dio como resultado un pequeño gemidito, a lo que el moviendo la cabeza como si estuviese negando pero de forma más rápida me dijo que ese gemido lo tomaría como una afirmación y de forma simultánea y con un movimiento rápido cogió mis braguitas desde atrás y dio un tirón para abajo dejándome sin nada delante suya.
Cuando fui a protestar me cogió en volandas y me llevo hasta el sofá, me tiro a él y se metió entre mis piernas para comenzar a jugar con su lengua con mi hinchado y excitado clítoris, la sensación era indescriptible cada vez que su maestra lengua rozaba mi clítoris una descarga recorría todo mi cuerpo, no conforme con eso sus manos amasaban mis pechos de forma violenta alternando algún pellizco en mis pezones, yo cerraba mis piernas con fuerza sobre su cabeza a la vez que lo cogía de los pelos y lo oprimía contra mi sexo, él no paraba en su empeño de comerme el coño y por dios que me estaba matando de placer.
Al cabo de un rato le avise que me corría y arqueando mi espalda y tensando todo mi cuerpo me deje llevar por el intenso orgasmo que estaba teniendo mientras él no dejada de succionar ese botoncito que hacía que me provocara unas descargas de placer que aduras penas podía contener, ahora era yo la que lo había soltado y él quien se afanaba a mi cintura sin dejar de jugar con su lengua en mi clítoris y sorber lo que parecía para el manjar más dulce jamás probado mientras yo intentaba fajarme de él sin mucho éxito, el placer que me estaba dando era indescriptible, insoportable, ¡me estaba matando de placer¡, estaba desmadejada, mi coñito estaba súper sensible y cada lengüetazo suyo era como una puñalada de placer intenso, una sacudida por todo mi cuerpo, hasta que por fin paro, cosa que agradecí y me relaje, momento que aprovecho para desvestirse de forma rápida y nerviosa y cogiendo su polla completamente dura introducirla de un solo golpe en mi interior a la vez que echaba todo su cuerpo sobre mí.
Comenzó un violento mete saca, ahora era él quien estaba disfrutando, yo me dejaba hacer no tenía fuerzas para nada, gracias al orgasmo anterior su polla entraba y saliva sin ninguna dificultad en mi interior, podía sentir como jadeaba en uno de mis oídos, mientras aceleraba el ritmo y me decía cosas soeces no sé si fruto de su excitación o para excitarme a mí, el caso que no tardó mucho en correrse entre bufidos para después salirse de mí y dirigirse al cuartito que tenía al final de la sala para limpiarse un poco, cuando salió me dijo que si quería podía lavarme o asearme, cosa que agradecí e hice.
Cuando salí Don Diego estaba hablando con el sastre de forma distendida, tomando unas cervezas y cuando me vieron dejaron de hablar y me indico que para la semana que viene tendría toda la ropa preparada que me pasara a por ella, pero Don Diego lo interrumpió indicándole que seguramente mandaría a alguien a por la ropa ya que yo estaría de viaje.
El sastre con una sonrisa de oreja a oreja vitoreo la suerte de Don Diego por haber encontrado una mujer como yo y tras esto salimos como si no hubiese pasado nada, sin embargo pude observar como el caballero que estaba en la tienda me miraba de forma descarada con una media sonrisa en su boca que me desconcertó, ¿acaso sabía lo que había pasado ahí arriba? ¿O solo lo suponía?, sentí como mis mejillas se calentaban producto de mi vergüenza e instintivamente agache la cabeza.
Cuando salimos de la tienda, Don Diego me pregunto que aún era temprano si me apetecía hacer algo antes de comer, íbamos paseando tranquilamente por la calle disfrutando del día, yo iba agarrada a su brazo, un brazo fuerte, hasta que vi una tienda de woman secret y una idea pasó por mi cabeza, le dije que sí, el me miro extrañado pero no dijo nada, cambiamos de acera y entramos en la tienda, a diferencia de la tienda en la que habíamos estado antes, esta estaba llena de gente, yo fui directamente a la zona de bañadores y cogí varios muy sugerentes, también cogí varios picardías todos ellos transparentes y muy sugerentes y conjuntos de braguitas y sujetadores muy bonitos pero a la vez sugerentes y coquetos, Don Diego no decía nada, me seguía como un perrito faldero, cuando me dirigí a los probadores vi como él hacía mención de esperarme fuera, pero lo cogí de la mano y lo arrastre hasta uno de los probadores.
Era el probador perfecto amplio con un gran espejo y puertas para poder cerrar en lugar de la típica cortinilla, así pues Don Diego se sentó en el taburete que había dentro y yo comencé a desnudarme, cuando me agache para quitarme el pantalón con cierta gracia hice que mi culo quedase a escasos centímetros de la cara de Don Diego, y me recree viéndolo discretamente por el espejo como Don Diego estaba hipnotizado por las vistas que tenía a escasos centímetros, luego repetí la misma acción cuando me quite lentamente las braguitas, ahí pude ver como Don Diego cerró los ojos y una de sus manos fue a su entrepierna, cosa que me excito y divirtió por partes iguales, lo estaba haciendo sufrir, me gustaba sentir que era yo la que llevaba las riendas de la situación.
Me puse un picardías y con un movimiento sugerente quede nuevamente a escasos centímetros de mi macho, a la vez que le preguntaba si le gustaba y que tal me quedaba, mientras me miraba al espejo y me giraba sobre mí, el levanto la vista y me dijo que me quedaba perfecto y que su hijo tenía mucha suerte de disfrutar de una mujer como yo.
Yo me hice la ofendida y le indique que eso no era para Sergio sino era para él, ya que si tenemos que realizar viajes habrá que dormir y es lo que tenía pensado ponerme.
El sonrió de oreja a oreja y dio su aprobación, yo me hice la ofendida nuevamente y le comente si no le parecía apropiado, mientras me contorneaba y dejaba a escasos centímetros de su cara mi conejito, el mirándolo fijamente sin mirarme a la cara me incido que era ideal, que le gustaba mucho, le encantaba, entonces yo de manera coqueta y melosa le pregunte que como de ideal era, mientras me introducía uno de los dedos en mi boca y pasaba la otra mano por su pelo y movía mis caderas suavemente frente a su cara.
Entonces el poso sus manos en mis rodillas y comenzó a subirlas por la parte externa de mis muslos hasta que llego a la altura del picardías tras un segundo en el que clavo suavemente sus dedos en mis muslos cogió suavemente el picardías y lo levanto lentamente hasta mi cintura, quedando a escasos centímetros de sus ojos mi conejito totalmente expuesto y a su merced, y poco tardo en introducir su cabeza entre mis piernas al mismo tiempo que me cogía de los cachetes del culo y me atraía hacia él, buff sentir como su lengua jugaba con mi clítoris me hacia excitarme, además mi chochín estaba bastante sensible de toda la actividad que había tenido durante toda la mañana.
Yo miraba todo desde el espejo incluso levante una de mis piernas para facilitarle el trabajo, y ahora era yo la que le cogía de los pelos y empujaba su cabeza contra mi sexo para que no parase y sentir esa lengua húmeda y juguetona.
Verme en ese espejo como mi cara se iba encendiendo, como Don Diego se esmeraba en esa comidita, hacía que me excitara más si cabe, podía ver como mi cara era un poema, tenía una cara de zorra que me encantaba, me hacía sentir poderosa el ver a Don Diego a mis pies y yo apresando su cabeza, sin darme cuenta comencé a mover mis caderas de forma circular quería sentir esa puntita en mi clítoris, sentía que un intenso orgasmo estaba próximo, de vez en cuando soltaba la cabeza de mi hombre para amasarme mis pechos o llevarme uno de mis pezones a mi boca, todo esto sin dejar de mirarme al espejo.
Al cabo de un rato, cogí a Don Diego e hice que se levantara, si seguía así no tardaría mucho en correrme y quería disfrutarlo, cuando este se incorporó nos unimos en un intenso y apasionado beso, pude disfrutar del sabor de mis jugos pero no me importo es mas yo me apreté con fuerza a su cuerpo mientras él me cogía del culo y me atraía hacia él mientras me lo estrujaba y me lo abría.
Después de un rato así, comencé a deslizarme hacia abajo hasta que llegue a su entrepierna, donde un bulto grande y duro pedía salir de su prisión a gritos, ver la luz y como es lógico no lo hice esperar más, cuando deslice los pantalones y sus calzoncillos hasta el suelo una hermosa polla dura y venosa apareció ante mí, la cogí con una de mis manitas y más de media polla quedaba libre con un glande enrojecido y baboso que me introduje en mi boca y como si estuviera degustando la mejor de las golosinas comencé a succionar y jugar con mi lengua en su polla, con la mano que la sujetaba le iba haciendo una paja suave y con mi otra mano le pasaba suavemente mis uñas por esos dos huevos grandes y peludos, los sentía arrugarse, encogerse y me encantaba, mientras él se apoyaba en la pared y emitía unos gemiditos que hacían que me pusiera más perra, me encantaba tener a ese hombre a mi voluntad.
De vez en cuando me gustaba mirarme en el espejo, me veía como una autentica prostituta, y la verdad es que no solo me gustaba sino que me calentaba, en esas estaba cuando Don Diego me sorprendió con un movimiento rápido me levanto casi en volandas me dio la vuelta, me apoyo la cara contra la pared quedando con mi cuerpo arqueado y el culo en pompa, el levantándome una de mis piernas se cogió su cipote y lo froto varias veces entre mis labios vaginales que por ese momento ya rezumaban humedad, para después meterme la polla con una violencia que me sorprendió, yo di un chillido que se tuvo que oír en toda la tienda pero me dio igual, abrí los ojos y pude ver como Don Diego embestía con todas sus fuerzas, como tenía la cara desencajada y apretaba sus dientes para darme más fuerte, eso me ponía muy perra, por lo que comencé a animarlo, a incitarle para que no parase, el parecía encenderse aún más si cabe, podía ver como varias gotas de sudor perlaban su frente, hasta que al cabo de un rato y sintiendo como sus primeros chorros de semen golpeaban el fondo de mi coño hizo que me corriese de manera brutal y muy intensa hasta el punto que mis piernas temblaban y de no ser por los potentes brazos de Don Diego evitaron que cayese al suelo.
Después de esto nos recompusimos las ropas cogimos toda la ropa que habíamos cogido para probar y se lo entregue a Don Diego para que fuese a pagarlo mientras yo me recomponía un poco y así salir por separado, efectivamente cuando salí, vi como varias dependientas me miraban de forma reprobatoria por lo que deduje que sabían perfectamente lo que había pasado en ese probador, pero lejos de importarme levante la cabeza y salí de la tienda muy contenta y orgullosa de mi.
Fuera vi como Don Diego me esperaba con la mejor de sus sonrisas, y una vez llegue me ofreció su brazo para irnos de allí juntos.
En la hora de la comida me llevo a un restaurante muy bonito y caro y ahí estuvimos hablando un poco de todo, después estuvimos en una cafetería muy elegante tomándonos un café y una bebida espiritual que pareció desinhibirnos, o quizás porque estábamos en una especie de reservado y no era fácil de vernos ni oírnos comenzamos a hablar de nuestras fantasías sexuales, que es lo que más nos gustaba, aunque he de reconocer que Don Diego prácticamente solo escuchaba casi no hablaba solo asentía y reía mis ocurrencias, estábamos uno frente al otro, mire si había alguien cerca que pudiese vernos u oírnos y tras comprobar que no, me quite el zapato y con mi pie descalzo comencé a subirlo por la pierna de Don Diego lentamente hasta que llegue a su entrepierna, mientras hacía esto podía ver como la cara de Don Diego mudaba de sorpresa a excitación y nerviosismo, miraba a todos los lados y cuando comprobó que no había nadie me sonrió y me dijo lo morbosa y caliente que era, yo le ofrecí la mejor de mis sonrisas y cucándole un ojo le dije que todavía no había visto nada.
Entonces él mientras yo frotaba mi pie descalzo por su entrepierna comenzó a preguntarme como era con Sergio, que es lo que más me gustaba, si había realizado sexo anal, y si alguna vez lo había hecho con más de una persona.
Yo respondí todas y cada una de sus preguntas, hasta que el me cogió el pie y me dijo que por hoy ya había tenido bastante, que me reservase que a partir de ahora iba a necesitar de todas mis fuerzas, yo lo mire fijamente, ¿de verdad quería que parase?
El debió intuir lo que pensaba, y con la mejor de sus sonrisas me dijo que ya estaba mayor y que con dos veces ya tenía bastante, pero que no me preocupase porque iba a atender todas mis necesidades.
Dicho esto deje de sobarlo y menos mal porque apareció un camarero y nos preguntó si necesitábamos alguna cosa más, momento que Don Diego aprovecho para pedir la cuenta.
Nos fuimos a por el coche y como el día anterior Don Diego me llevo hasta casa, era muy prudente y para evitar que nadie nos viera juntos aparco un par de manzanas antes, pero antes de bajarme del coche me miró fijamente y me dijo que él había escuchado mis peticiones pero el ahora quería poner las suyas, yo al igual que hizo el me quede expectante, no entendía muy bien a qué se refería, pero no dije nada, por lo que él siguió con su monologo y una vez terminado nos volvimos a dar la mano en señal de aprobación y dándonos un morreo intenso y apasionado nos despedimos hasta el día siguiente.
Cuando baje del coche me dirigí a casa me sentía bastante cansada pero estaba dándole vueltas a las peticiones que Don Diego me acababa de comentar, cuando me las expuso no dude ni un segundo y las acepte pero ahora que estaba sola y en frio comencé a repasarlas mentalmente y no me parecía tan buena idea la verdad.
Según me había comentado Don Diego, mañana recibiría un teléfono que solo él tendría y tendría que estar dispuesta y cogerlo sin dilación, sin importar la hora y el lugar en el que me encontrase, quería que vistiese de forma provocativa, que no llevase ropa interior y que estuviese siempre dispuesta a sus deseos, sabia porque ya me lo había dicho el día anterior que era un voyeur por lo que imagine que me ofrecería a otros hombres como había hecho en el día de ayer y en el de hoy, pero eso me daba respeto aunque él estuviese presente, no sé cómo podía ni si quiera planteármelo, y no solo eso es que acepte sin dudar siempre que él estuviera allí y me respetaran sino quería hacerlo, pero también me sorprendía a mí misma pensando en que el día anterior le había dicho que no aceptaría relaciones con terceras personas sin preservativo y el sastre hoy me había vuelto a follar a pelo, no tenía ninguna duda que en el momento que me calentaba no racionaba mis actos y me dejaba llevar por ese torbellino de sensaciones y eso me preocupaba.
Cuando llegue a mi casa me encontré que no había nadie, como supuse Sergio no había llegado todavía, cosa que agradecí y que aproveche para darme una ducha refrescante.
Justo cuando salí de la ducha me encontré a Sergio y producto del calentón que aun tenía hicimos el amor como locos.
Después de esto mientras Sergio se duchaba yo fui a preparar la cena, y ya sentados en la mesa le indique a Sergio que había estado con mi jefe y me había dicho que a partir de ahora me tendría que quedar a comer en el despacho y tendría que acompañarlo a los viajes de negocios por lo que algún día no podría ir a dormir a casa, Sergio pareció entristecerse pero lo entendió y no dijo nada.
No sé qué me estaba pasando, porque lo hacía y lo más importante de todo porque no tenía ningún remordimiento, pero el caso es que otra vez me veía en plena noche despierta asimilando lo que había hecho durante el día y deseosa de que comenzara un nuevo día para ver que sorpresas me deparaba don Diego.
Quedo a la espera de sus criticas, ideas y opiniones para seguir con las aventuras de Don Diego y Alba.