Alba - Daddy issues - Desesperada por papá
Alba, desesperada por recuperar la atención de su padre que la rechaza termina cayendo en la degradación moral de la empresa de su padre. Pero hará lo que sea por recuperar a su padre. Lo que sea. Relato de colaboración con una lectora juntando sus fantasías con las mías.
Tags: Incesto forzado, chantaje emocional, dominacion abusiva.
Introducción - Vuelta a casa
Alba volvía a casa. Después de cuatro años de universidad en otra ciudad volvía a casa y con esperanzas renovadas de conseguir el aprecio de su padre. Su madre los abandonó cuando Alba era muy joven para irse con otro hombre. Y jamás la volvió a ver. Quedó a cargo de su padre que siempre se mostró frío y distante con ella. La joven fue saltando de internado en internado sin apenas contacto con su padre y nulo con su madre hasta que empezó a la universidad y su padre la mandó a estudiar a otra ciudad.
Lo que no comprendía es que su padre, Pedro, terminó muy amargado con la traición de su madre. Y siempre que la veía le recordaba a la zorra de su exmujer que los abandonó. Su hija incluso tenía algo de parecido con su madre lo cual lo agravaba.
Alba tenía 22 años. Medía un 1,63 metros y pesaba unos 60 kilos. Tenía un bonito pelo castaño liso que le rozaban los hombros y enmarcan un bonito rostro adornado por un par de ojos azules inusualmente oscuros. Era guapa pero en lo primero que se fijaban los hombres eran en su bonita figura y, sobre todo, en unos preciosos y abundantes pechos. Una talla 95C.
Su padre era algo más alto. Poco más de 1,70. Pesaba unos 70 kilos y, a sus 51 años, mantenía todo su negro y liso pelo. Solo tenía algunas canas en su permanente barba de tres días. Y unos ojos oscuros.
Pedro tenía una próspera empresa que le permitía vivir holgadamente. Con un buen chalet con piscina en una zona residencial de clase alta lo suficientemente grande como para poder ignorar a su hija cuando venía a casa. Había una habitación anexa al dormitorio de su padre que siempre estaba cerrada con llave. Cada vez que la veía Pedro no podía olvidar como le recordaba Alba a la zorra de su madre. A su hija esto le mortificaba. El desprecio y como le ignoraba era más que patente. Había días enteros que ni le hablaba en casa. Estaba muy desesperada por conseguir el aprecio y el cariño de su padre. Su padre, además, los fines de semana desaparecía y Alba, sin amigos, recién vuelta a la ciudad después de 4 años, sentía que la casa se le venía encima esos fines de semana.
Aunque la empresa de su Padre no era del ramo que había estudiado la chica, arquitectura técnica, intentó que su padre la contratara. Para poder estar más tiempo con él. Pero Pedro se negó tajantemente. así que, a sus espaldas presentó un currículum en su empresa. Le pareció un poco raro que para el curriculum le pidieran una foto de cuerpo entero, no era muy normal, pero tampoco le dio mayor importancia. Ni tampoco le dio importancia cuando en la entrevista todas las candidatas eran jóvenes y bien parecidas. O la cara de satisfacción que puso el entrevistador cuando le pregunto que haría por este trabajo y contestó que lo que fuera necesario.
La cara de su padre cuando la presentaron como la nueva empleada en prácticas fue de sorpresa al principio, enfado después y por último, como siempre, indiferencia. Que era la hija del jefe se supo enseguida en el resto de la empresa. Pero había conseguido su objetivo.
Interludio - Conociendo la empresa.
Una de las primeras cosas que se percató Alba es que en la empresa había mucha familiaridad entre empleados y empleadas… bueno… más bien entre directores y empleadas. La primera vez que vio a uno de los directores darle una palmada en el culo a una empleada se quedó en shock. Pero vio que ella incluso le contestaba con una sonrisa. Luego escuchó algún comentario subido de tono, algún tocamiento, alguna mirada… Le parecían totalmente inapropiados pero lo achaco a la familiaridad que tiene gente que lleva tiempo trabajando.
Como un pez fuera del agua, no se acostumbra al trabajo en la empresa de su padre. Era un mundo totalmente distinto al que había estudiado. así que empezó con algunos errores bastante graves. Pero siendo la hija del jefe todos hicieron la vista gorda. Y a partir de ese momento empezó a ver muchas miradas de desprecio de sus compañeras. Claro… era la hija del jefe, la niñita de papá… si ellas supieran…
Así que decidió enfrentarse a su padre. Le exigió… bueno… más que enfrentarse y exigir más bien le cazó por un pasillo y le pidió que no la trataran distinta a al resto de las empleadas.
Pedro torció una sonrisa. Digna hija de su madre. De tal puta, tal zorra se dijo. Pensando que Alba ya se había percatado que todas las trabajadoras aceptaban ser acosadas e incluso claudicaban de vez en cuando con alguna mamada y algún folleteo. Sobre todo en época de renovaciones de contratos. Que para algo siempre tenían contratos temporales.
Pues si era lo que querría, lo tendría.A ver si así le dejaba en paz. Reunió a los jefes y a las empleadas y ordenó que tratará a Alba (ni hija la llamó en ese momento) como cualquier otra empleada.
Alba malinterpreto las caras de sorpresa de sus compañeras ante tal anuncio y aún más las de felicidad de los directores.
La reunión se disolvió y para su sorpresa, unos de los directores, al pasar junto a su lado, le dio una palmada en el culo. Se quedó pasmada.
Pasaba el día y fue a entregar unos documentos a uno de los directores. Y otra vez se quedó pasmada cuando vio a una de sus compañeras, de rodillas, haciéndole una mamada al director de turno. Su compañera chupapollas ni se enteró pero el director ni se inmutó al verla. Solo sonrió.
Cloe, la subdirectora general de la empresa como Ramón, un amigo de su padre, llegó rauda y cerró la puerta. Una morena con mechas rubias un poco más alta que Alba. Su pelo ondulado superaba sus hombros. Unos ojos oscuros adornaban una cara angelical.
“¿No sabes llamar primero? Que siempre te puedes encontrar algo así”
“Como que siempre” pregunto incrédula.
“Si. Pensaba que tu padre te había explicado cómo funciona la empresa. Como has pedido que te traten como a todas las demás…”
“¿Que? ¿Perdón? ¿A qué se refiere, Doña Cloe?”
La subdirectora, que bajo su cara angelical se escondía una gran hija de puta adicta al sexo le contestó “Cuando has dicho que te traten como a las demás… ¿No sabes lo que pasa por aquí?”
La cara de confusión de Alba hizo que no fuera necesaria una respuesta.
La subdirectora sonrió de oreja a oreja, con un atisbo de maldad.
“Dentro de vuestras funciones esta atender las necesidades de todos los directores. Si necesitan desahogarse tenéis que estar dispuestas a ello. Vuestra nómina es bien alta y os guste o no termináis poniendo por encima vuestras nóminas abultadas al respeto por vosotras mismas”
Alba estaba en pasmada… otra vez. “¿En serio?”
“Ya lo has visto. Si quieren que se la chupéis, se la chupáis. Si quieren follaros, os follan. Si quieren que vayáis a su casa desnuda por… que quiere que seas el regalo para el cumpleaños de su hijo. Vais y os dejáis follar por su hijo porque está dentro de vuestras tareas. Satisfacerlos en todo”
Alba no sabia como reaccionar. ¿Su padre había entendido eso? ¿Que quería que la trataran como a una… puta? No solo eso… ¿Se lo había concedido? ¿Que iba a hacer? ¿Pedir a su padre que se desdiga y quedar como una niña tonta y voluble?
No era consciente que esa hija de puta de subdirectora le había magnificado la realidad como varios órdenes de magnitud.
“Bueno… si no quieres pues dimite” le dijo encogiéndose de hombros. “Por cierto. Cuando digo que tenéis que satisfacer a todos los directores, me refiero a todos” y le dio una palmada en el trasero antes de irse que volvió a dejar a Alba congelada.
Paso el día y siguió con sus quehaceres… pero ahora andaba como un cervatillo asustado. La siguiente vez que le tocaron el culo respondió con una sonrisa falsa… como la que vio la primera vez. De repente todo era “Trae ese culito aqu픓oye bombón” o “Archívame esto, rubia”
Pero Alba no estaba dispuesta a recular. No iba a quedar como una niña caprichosa en el trabajo con su padre. Si tocaba esto lo asumirá. Todo con tal de quedarse en la empresa.
Capítulo 1. Primer servicio
Acababa el día. Estaba en una sala con dos directores de departamento y Ramón, El subdirector de la empresa, mano derecha de Pedro y amigo personal de muchos años, en una videoconferencia con alguien de marruecos. Estaban cerrando los requisitos para poder ofertar un proyecto muy goloso en el país vecino. La conferencia fue por buen término y al final el cliente marroquí aceptó que la empresa participará en el concurso. Cuando la videollamada acabó todo fue júbilo y alegría.
Se levantaron y se movían por la habitación, eufóricos. Ramón, al pasar junto a Alba le dio una palmada en el culo a mano abierta. Alba dio un salto.
“Eso es!” decía otro que cogió a Alba un momento para bailar cuatro compases sin música con la mano en su trasero. Alba empezó a ponerse nerviosa.
El otro pasó al lado y directamente le dio un beso en los morros de pura alegría. Alba estaba que no sabia como reaccionar.
Ramón volvió, la agarro y la sentó en su regazo. “¿Que pasa Alba? ¿No te alegras? Es una gran oportunidad para la empresa de tu padre”
“Cla.. claro que me alegr…” Alba se calló en seco cuando noto la mano del hombre sobre el que estaba sentado meterse bajo su falda y acariciar el interior de sus muslos. Su mano subía y bajaba cada vez más.
Se hizo el silencio en la sala. Incluso los otros dos se sorprendieron. Querían ver cómo iba a reaccionar la hija del jefe.
“¿Decías?” Le preguntó Ramón aún con la mano bajo su falda.
Alba tomó aire y se mantuvo en el sitio. “Decía que claro que me alegro” y tragó saliva.
“Dime Alba. ¿Eres una chica mayor que sabe cuidarse sola o eres la niñita de papá que va a contarle historias a la primera de cambio?”
Noto como la mano de Ramón subía hasta llegar a sus bragas y pasaba directamente sus dedos sobre su rajita hasta su clítoris, arriba y abajo. Los otros hombres se acercaban, expectantes…
“No no… Yo… No iría con tonterías a mi padre. No…”
La mano subió, serpenteo, entró bajo las bragas hasta la raja de Alba y dos dedos la invadieron. Alba dio un espasmo, se quedó en el sitio quiera, con los brazos agarrotados en el aire por la impresión.
Pero esto es lo que le había dicho a su padre que quería. ¿Qué hacer? ¿Negarse? ¿Y que se enterase su padre? ¿Que no soy capaz de mantener lo que pido? ¿Quedar como una tonta?
“Bien” continuó Ramón. “Como bien dices esto es una tontería. Estamos felices y solo nos estamos dejando llevar” Y con la otra mano la tomó por la nuca y empezó a besarla.
Noto como alguien le cogió de una muñeca, otro de la otra… y unas manos empezaron a desabrochar su blusa… intento por un momento separarse para decir algo pero la sujetaba firmemente por la nuca mientras la besaba.
Los dedos que le hurgaba el coño empezaron a entrar y salir con más velocidad. Los brazos seguían bloqueados, su blusa ya desabrochada mostrando un recatado sujetador de encaje blanco. Alba sentía que no podía moverse y ni gritar si hubiera querido.
La subdirectora tenía razón. Las usaban para esto. Y lo había aceptado. Aunque ni de lejos era verdad. Si se negara convincentemente en cualquier momento la dejarían, molestos, frustrados pero la dejarían… y no le renovarían el contrato y a por otra. Pero tal como le había pintado la situación la hija de puta de la subdirectora estaba totalmente confundida.
Le liberaron una mano. Alba miró con sus ojos azul oscuro como platos al hombre que ahora la había dejado suelta. Él la miraba como esperando a ver si reaccionaba pero Alba se mantuvo quieta y complaciente. El hombre sonrió. Dio por hecho que Alba no se iba a negar. Joder… se iban a follar a la hija del jefe. Todos sabían de su desprecio por su hija pero aun así… que morbo.
Paso también las manos bajo la falda y procedió a quitarle las bragas. Alba seguía aprisionada por la llave formada por el beso y los dedos en el coño con la que le sometía Ramón. Con poco delicadeza el otro que aún le sujetaba le subió el sujetador liberando sus precioso pechos coronados por unas areolas redondas y unos pezones que parecían unos pequeños botones.
Sin previo aviso Ramón se levantó y Alba acabo doblada sobre la mesa. Como quien no quiere la cosa sendos hombres la sujetaron por las muñecas mientras le sonreía y le acariciaban su pelo castaño liso que tan delicadamente solía acariciale los hombros. Alba miraba a uno y a otro con una sonrisa nerviosa, tonta, resoplando entre jadeos por el miedo.
Noto como su falda subía hasta por la cintura y volvió la cabeza para ver que como Ramón empezaba a desabrocharse el pantalón. Fue a decir algo pero otra vez uno de los hombres que la sujetaban por la muñeca la cogió por la nuca para besarla. Sintió su lengua revolotear dentro de su boca y volvió a quedar amordazada.
Si al menos hubiera pataleado la habrían dejado allí mismo. Pero intentaba mantenerse impasible ante la situación. Se preguntaba una y otra vez cómo había podido pedir esto. Pero lo había hecho. No podía decirle nada a su padre. No podía que otros le contaran como donde antes decía una cosa al momento decía otra.
Y lo inevitable ocurrió. Noto esa polla desconocida para ella entrando en su coño. Las manos en su cadera para tener mejor penetración y el bamboleo repetitivo de un hombre follandola desde atrás.
“Jodes.Si!” decía Ramón disfrutando de su coñito. “Y menudo culo. Me la está poniendo aún más dura con solo verlo temblar con cada empujón” Los otros dos empezaron a turnarse a pasar la boca de Alba para besarla uno tras otro. En un momento dado notó como le tiraban del pelo hacia atrás lo que le forzó a arquear el cuerpo. así terminó dando acceso libre a sus pechos a cualquiera de los tres y aprovecharon para terminar de quitarle la blusa y el sujetador. “Hey!” se fijó uno. “Tiene un piercing en el ombligo” . “Qué picarona eres” dijo entre resuellos Ramón. Alba no podía decir nada. Siempre tenía una lengua metida en la boca. Ramón empezó incluso a darle azotes en el culo… primero flojitos… pero al final subiendo en intensidad… Alba no los veía porque hacía un rato que había decidido cerrar los ojos e intentar pensar que no estaba allí, algo harto difícil, pero los hombres ponían cara de sorpresa ver que Alba no se quejaba lo más mínimo.
Empezó a notar como Ramón empezaba a aumentar el ritmo. Espera… ¡No se había puesto condón! ¿Se iba a correr dentro? No tomaba la píldora ni nada. No sería capaz, se preguntó.
Y efectivamente fue capaz. Ahora sí abrió los ojos asqueada al sentir algo caliente dentro de su vagina. Se acaban de correr dentro de ella.
Al final la dejaron de besuquear y le soltaron las muñecas. “Estrenada!!!” oyó decir a Ramón al acabar y oyó cómo chocaban los cinco entre ellos.
“Está buena” Dijo uno. “Y menudas tetas tiene” decía otro “Pues anda que el culo” apostilló Ramón. Alba seguía doblada sobre la mesa. Con miedo de moverse, de llamar la atención.
“Pero Alba, guapa. Vamos. que tenemos mucho que celebrar.” El hombre, cachondo perdido después de ver como se había follado a la hija del jefe y de cómo había recibido los azotes sin rechistar se envalentonó y directamente le cogió del pelo para arrastrarla fuera de la mesa. Se sentó en una silla y le bajó la cabeza hasta su polla que ya estaba fuera de sus pantalones. Y volvieron a alucinar con que Alba no se quejaba, no se resistía, no se negaba… “Hazme una buena mamada que seguro que eres muy buena chupando pollas” . Alba abrió la boca en señal de sorpresa con la mala suerte que justo le empujaron la cabeza hacia abajo y acabó con ese pedazo de carne apoyado en su lengua y en su paladar. Seguía de pie, doblada hacia delante y en esa postura, sin mediar palabra sintió como el que todavía no la había catado, le desabrochaba la falda y la dejaba caer la suelo para tener mejor acceso a su coño. Alba terminó completamente desnuda menos por los zapatos. “Pues si que tiene buen culo, si… “ y le dio una azote que terminó haciendo que Alba tragara aún más polla. Alba no se atrevía a empezar a chuparla. No se atrevía a mover un solo músculo. Era incapaz de reaccionar. Noto una nueva polla en su rajita empujando, haciendo que se moviera hacia delante y haciendo que se tragara más polla e inevitablemente terminó con el coño otra vez lleno de carne. Con unas manos en la cadera y con otro hombre follandola desde detrás.
“Pero venga. ¿Que esperas? Ponle ganas. No me decepciones. ¿Me vas a decir que no eres una chupapollas de primera?” Alba hizo algún triste ademán pero estaba demasiado agarrotada, demasiado bloqueada para hacer nada más que mover torpemente la lengua… así que el hombre que le invadía la polla empezó a mover un poco la cadera… y un poco más… empujando la polla cada vez más al fondo de su boca… probando los límites de Alba a ver si reaccionaba. Ninguna de sus compañeras se hubiera dejado follar la boca. Pero eso no lo sabía. Estaba convencida de que todas se dejaban hacer lo que les pidieran. El hombre se fue envalentonado y, ante la sorpresa de sus amigos, la tomó del pelo, se levantó y empezó a aumentar el ritmo más, y más… unido al hombre que detrás de ella también empujaba en dirección contraria se encontraba atrapada entre dos pollas y se atragantaba una y otra vez con ese glande que insistía en taponarle la garganta.
Siguieron aumentando las apuestas. El que estaba detrás paso a sujetarla del pelo y el que le follaba la boca paso a cogerla por la mandíbula para poder penetrarle la boca más a gusto. Alba solo pudo posar las manos sobre la cadera del hombre para intentar frenarlo pero a estas alturas cualquier resistencia de Alba ya les daba igual. Mantuvo su ritmo disfrutando de una buena follada bucal.
Primero se corrió el hombre en su coño. Otra vez sin protección. Otra vez en su útero. Al soltarla cayó exhausta de rodillas pero el que le follaba la boca la tenia bien sujeta y no la dejo ir. No pasó mucho antes de sentir esa desagradable sustancia en su boca.
Y el hombre se quedó allí. Esperando. Alba notaba como la polla se volvía flácida en su boca. Solo esperaba que se la sacara para poder escupir esa asquerosidad.
“No me harás el feo de escupirlo. ¿Verdad Alba?” Dijo el hombre mientras los hombres ponían caras dudando sobre cómo reaccionaria. Ella esperó unos segundos… y más… y más… y allí seguía esa polla en su boca pero ella no hacía ademán de apartarlo ni nada… y al final claudicó. Se escuchó un trago y se tragó esa asquerosa corrida. “Esa es mi chica” la felicitaron.
“Menuda celebración. ¿Eh? El momento lo merecía. ¿Verdad, Alba?” le dijo Ramón. Alba solo asentía con una sonrisa nerviosa, sin decir nada. Incluso tenía un leve temblor. Solo quería que todo acabara. Esperaba que si no decía o hacía nada la dejaran ya en paz. “Que putada que nos esperan nuestras esposas. Si no seguimos la fiesta. Has sido un encanto” y Ramón le dio un beso y aprovechó para tocarle de nuevo el culo a manos llenas una vez más. Felicitaciones, excusas y magreo que repitieron los otros dos.
Pero cuando iban a irse Ramón los paro. “Esperad. Hay que inmortalizar este momento” ¿Que pensaban hacer? ¿Fotografiarla desnuda? No serían capaces… “Mierda, No he traído mi móvil”“Ni yo…”“Pero el de Alba está en la mesa” Efectivamente. lo había traído a la reunión y estaba encima de la mesa. “Venga Alba. Esto vale la pena inmortalizarlo. La haces y nos la mandas.”
Ni contestar le dejaron. En un santiamén tomaron su móvil y se prepararon. Se pusieron a su alrededor y le pusieron las manos tapándole los pechos y el pubis. Aquí ya no pudo disimular. Alba salió con una cara de pánico totalmente bloqueada. “Que sean dos” dijo. Y sin avisar hicieron una segunda foto pero esta vez dejando las partes íntimas a la vista. Se enviaron las fotos desde el móvil, se volvieron a despedir con sendos besos y toqueteos y se fueron.
Se quedó un momento sin saber qué hacer. ¿Que había hecho? Miraba con un zombi alrededor localizando sus prendas desperdigadas por el suelo cuando por sorpresa se abrió la puerta. Ramón entró como una exhalación, miro al suelo y cogió las bragas blancas de Alba. “Esto me lo llevo de trofeo. ¿Eh?” . Le dio un guiño y se fue.
…
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…
Ramón llamó por teléfono mientras salía de la empresa.
“Hola Pedro. Si… ya le hemos dado la ‘bienvenida’ a Alba como me pediste” Ramón sabía que a Pedro no le gustaba que la llamaran ‘su hija’. Conocía todo el odio y frustración que tenía Pedro por la madre de Alba y como lo proyectaba sobre su hija.
…
“Pues no. Yo también pensaba que a la primera de cambio saldría corriendo pero ha aguantado… de todo. Si, si… De todo”
…
“¿Detalles?” preguntó perplejo Ramón. Vale que Pedro aborrezca a su hija pero de ahí a pedir detalles de cómo se la habían follado...
“Pues primero la he puesto sobre la mesa y me la he follado desde detrás. Le he pegado azotes en el culo como ninguna otra me ha dejado mientras los otros dos la magreaban. Le hemos tirado del pelo, la hemos desnudado por completo, me he corrido en su coño. Por supuesto ninguno hemos usado condón. Luego los otros dos la han doblado y mientras uno la follada desde atrás al otro le daba una mamada… bueno. Mamada no. Le ha terminado follando la boca. Y hasta se lo ha tragado cuando se lo han pedido aunque con cara de asco. Contenta no estaba. Te lo aseguro. Pero se ha dejado hacer todo sin rechistar lo más mínimo. Pasiva, desde luego que lo ha pasado muy mal, pero dejándose hacer todo lo que queríamos. Si hasta le hemos hecho un par de fotos finales desnuda y usada y me he llevado sus bragas diciéndole que eran un trofeo y en ningún momento ha protestado. Su cara un poema. Eso sí” Se rió al recordarla.
…
“¿Que te las envié?” Ramón llevaba mucho tiempo siendo amigo de Pedro. Sabía que si él podía tratar a las mujeres como objetos su amigo Ramón era aún más cabrón. Más teniendo en cuenta su pequeño secreto. Pero acababa de pedirle las fotos de su propia hija, desnuda, después de haber sido follada como un pedazo de carne. Se encogió de hombros y complació a su amigo.
Le envió las dos fotos de su hija desnuda, sudorosa, con restos de semen entre sus muslos y bien follada.
…
“¿Que si creo que mañana dimitirá? Pues… la verdad… no tengo ni idea”
Interludio - Resistiendo
Pero volvió. Si que se lo planteó… pero la otra opción era quedarse sola y abandonada en casa. Aquí al menos podría estar cerca de su padre y aún tenía la esperanza que el roce laboral llevará a mejorar sus vínculos padre-hija. Bueno… mejorar… más bien crear unos vínculos que ahora eran inexistentes. Desde que había entrado en la empresa su padre la ignoraba aún más. Desde que empezó a trabajar no habían hablado ni una vez en casa. Y en el trabajo, a cuenta gotas y muy esporádicamente. Y su padre seguía desapareciendo los fines de semana.
Ramón se lo comentó por teléfono a Pedro y le preguntó cómo tratar el tema. “Es una empleada más” contestó escuetamente y colgó. Bueno… una más no. Que el resto no son tan complacientes, pensó Ramón.
Ese mismo día, después del lo que debería ser llamado violación aunque no hubiera resistencia alguna, Ramón llamó a Alba al despacho.
Tomando aire y con el corazón a mil entró en el despacho.
“Alba, traeme unos papeles que están en ese armario” . Alba se tranquilizó. Solo era trabajo. Al abrir el armario vio sus bragas clavadas a la pared sobre un folio en blanco. “Si, si… ese papel y tus bragas”
Se los llevo con la cabeza gacha, avergonzada. Ramón le ofreció un pintalabios y un boli. “Venga, Sé buena, píntate los labios y deja tu beso en el folio. Y luego ponme una dedicatoria”
Con una sonrisa tonta, nerviosa, obedeció, estampó sus labios en el folio pero luego se quedó en blanco. ¿Que dedicatoria escribir? No había nada que celebrar.
“Ya te ayudo yo. Escribe ‘A Ramón. El primero que me folló en esta empresa. Muchos besos’” Otra vez nerviosa, obedeció, más bien complació a Ramón.
“Porque ayer nos lo pasamos bien. ¿Verdad Alba?” Y pasó a abrazarla por la cintura, subió sus manos, acariciaba su costado hasta que Ramón pensó ‘Que cojones. Con esta no hace falta ir con tantos miramientos como las otras’. La dobló sobre la mesa, bragas bajo, faldas arriba, polla dentro y a follar. Cuando acabó, sin dejarle tiempo, le subió las bragas y apretó la zona del pubis contra su rajita que rezumaba semen. “Para que la humedad te recuerde a mí” y la mandó fuera del despacho sin miramientos.
Se fue corriendo su fama de facilona. En la empresa se trabajaba. Y de verdad. Eso significaba que Alba no estaba todo el día de piernas abiertas pero que terminará siendo follada cada uno o dos días era lo más normal. Los comentarios inapropiados, tocamientos y similares continuaron. Desde luego.
Y las compañeras de trabajo estaban encantadas. Ya casi no les prestaban atención.Si alguno quería desahogarse llamaba a Alba que era insultantemente fácil.
Las bragas con la dedicatoria terminó otra vez en el armario. Si venían clientes no lo verían pero curiosamente cuando Ramón tenía que pedir papeles a otros empleados muchas veces los papeles estaban en ese armario.
Y su padre seguía ignorando a Alba en casa.
Interludio - ¿Quien es Cloe?
Alba llevaba unos papeles al despacho de la subdirectora Cloe. Llamó a la puerta, ya sabía que tenía que hacerlo y le extrañó que fuera Ramón quien le diera permiso para entrar desde dentro.
Entró y se encontró a Cloe sobre el sofá abatible de su despacho que se convertía en cama, a cuatro patas, la falda por la cintura, las bragas a medio muslo. Y a Ramón follándosela desde detrás y mientras le chupaba la polla a uno de los directores. “Espera que enseguida acabamos”
Alba se quedó de pie, esperando, con los papeles, viendo cómo la subdirectora parecía un cerdo espetado entre esas dos pollas. “¿Sabes? Uffff… Cloe empezó cómo tú. Hace 12 años. En cuando entro…” Ramón hablaba entrecortado por el gusto que sentía al follarse a la subdirectora. “... enseguida vio cómo iban las cosas. Pero en vez de… en vez de asustarse resulta que a Cloe le encanta sentirse usada y abusada. Le encanta que un hombre… o mejor muchos… la pillen y se la follen como a una puta barata. Así que… que a las dos semanas de empezar nos invita a pasar una tarde en su casa, un cuchitril. Nos recibe desnuda y nos dice que nos dejemos de sutilezas y que nos la folláramos a saco. Joder que si lo hicimos. Y por muy… muy duro que le diéramos la muy zorra siempre nos pedía más. Joder que gusto. Pero no te dejes engañar. Es muy buena en su trabajo. Subió por méritos propios. Ya no nos la podemos follar cuando queramos pero… pero no creas que pone mucha resistencia cuando se lo pedimos” se rio. “Si. Joder!” Ramón terminó corriéndose en ese coñito. Cloe aún seguía mamando la polla que tenía en su boca. “Ahora cada año, para el aniversario de cuando nos invitó a su cuchitril, ahora nos invita a su dúplex y nos la follamos cómo esa primera vez” El hombre en la boca de la subdirectora dejo ya toda su carga al correrse.
Cloe ya liberada de las dos pollas se levantó, fue hacia Alba, tomó los papeles que traía y por sorpresa la tomó del pelo y le metió un morreo desparramando el semen que aún tenía en su boca por la de Alba. La subdirectora miro a los dos hombres, sonriente. “Iros que Alba y yo tenemos que tratar ciertos asuntos”
Sin rechistar ambos hombres se fueron de la habitación dando sendos golpes en el trasero a Alba. Cloe se tumbó en el sofá abatible y se abrió de piernas. “Ven. Ya sé que te has comido muchas pollas. Ya toca que te comas un coño relleno de crema”
Capítulo 2. Papá también es un jefe.
Era tarde en la empresa. Solo quedaban Alba y su padre. Esta se acercó a ver qué hacía en su despacho. Estaba solo. Parecía apesadumbrado y estaba tomándose un copazo de Whiskey.
“Hola pa.. Hola D. Pedro” Como siempre nunca llamaba papá a su padre en el trabajo. Aquí era su jefe. “¿Necesita algo?”
Pedro miró a su hija. Recordaba las fotos y la descripción que le había hecho Ramón de su primer gangbang. Algo que ninguna de las otras se había dejado jamás. Si cuando pensaba que era digna hija de su puta madre era por algo. De tal puta, tal zorra.
“Sírveme otra copa” le dijo un poco achispado y con desdén. Estaba preocupado por la operación de marruecos y se le había ido la mano con el Jamesson. La operación era muy jugosa pero la negociación estaba siendo dura.
Alba se acercó con la botella y empezó a escanciar. De repente noto como la mano de su padre se había posado en la parte posterior de su muslo, como la mano ascendía y bajaba acariciando.
Pedro, al principio no era consciente. Lo había hecho por instinto. Lo habría hecho con cualquier otra empleada. Ni había pensado que esta vez, la empleada era su hija.
Era la puta de su hija. La hija de la puta que lo abandonó. Y era una empleada, pensó.
Tanto Alba como Pedro se quedaron congelados un momento. Alba aguanto la respiración. Realmente su padre había… no, no… su padre no. Su jefe. Y siguió escanciando nerviosa. Su padre… después de la sorpresa inicial… volvió a seguir acariciando el muslo de su hija. Esta se quedó de pie, junto a él. Nerviosa. Sin saber qué decir o hacer, dejándose acariciar.
Su padre tomó la copa con la mano libre y dio un sorbo. “Me han dicho que te has adaptado muy bien a como hacemos las cosas en esta empresa”
“So… solo intento hacer bien mi trabajo. Y que estés orgulloso de mí.” dijo nerviosa.
“¿Pero entiendes por qué lo hacemos así? Los jefes están bajo mucha presión, muchos agobios… necesitan desahogarse, quitarse los agobios de encima. Y así rinden más. Y si rinden más, ganamos más. Y si ganamos más todos contentos.” La mano de su padre subió esta vez hasta empezar a acariciar sus nalgas debajo de la falda.
“Cla… claro… lo entiendo.” Empezaba a temblar un poco. Su padre la estaba poniendo a prueba., Tenía que ser eso. Era su jefe… pero era su padre.
“Así que todos hacemos nuestro papel y todo funciona” Pedro dejó la copa en la mesa y ya, con las dos manos, tomó de la goma la braguita de su hija y procedió a bajarla hasta los tobillos. En este momento Alba se quedó sin respiración. Se quedó mirando al infinito incapaz de mover un músculo.
Su padre se levantó, miró a las bragas del suelo y luego a su hija e hizo un ademán de cabeza ordenándola que se moviera. Dio un paso adelante y dejó sus bragas atrás. Seguía sin respirar.
Su padre se puso delante de ella y empezó a desabrochar su blusa. Despacio. ¿En serio? se preguntó Alba que seguía sin respirar, totalmente bloqueada. Que estuviera aguantando el aire solo realzaba sus espléndido pechos.
Su padre, metódicamente desabrocho los botones, tomo los hombros de la blusa y del sujetado y procedió a deslizarlos por los brazos. Esos pechos que tanta admiración acaparaban se mostraban ahora en todo su esplendor a su padre que aprovechó para acariciarlos. Alba se sintió atada por esas prendas en ese mismo momento. Y seguía sin respirar. Aún no se lo creía. Era una prueba tenía que serlo. Y la iba a pasar.
Su padre se puso detrás de ella y la empujo delicadamente para que se doblara sobre la mesa de su despacho. Como puedo se apoyó con los codos y exhalo al fin… Es una prueba se seguía diciendo.,
Noto como su padre le subía la falda hasta la cintura dejando al descubierto su trasero y dando acceso a su coñito sin problemas. Era una prueba. Seguro. Dos sendas patadas hicieron que separara las piernas.
Escucho un ruido característico de una cremallera bajarse, de un cinturón desabrocharse, de unos pantalones caer al suelo… Tenía que ser una prueba.
Noto una mano de su padre apoyarse en su cintura y algo rozar su rajita. No podía saber que era y no quería saberlo. Pero seguro que ahora su padre la…
Con una fuerte embestida, sin decir ni una palabra, el glande de su padre invadió la rajita de su hija, recorrió toda su vagina y acabó golpeando su cérvix. Hasta el fondo. Solo tener los muslos y codos apoyados en la mesa impidió que Alba acabara de bruces. Esta se quedó como un cervatillo cegado por las luces de un coche. Con sus ojos azules y la boca bien abiertos sintiendo como la polla de su padre le llenaba toda la vagina.
Enseguida su padre la sujetó por la cadera con ambas manos y empezó a follársela frenéticamente. No era precisamente un amante delicado. Alba notaba como con un vigor insospechado, su padre salía y entraba con toda la fuerza posible, enterrando su polla con cada embestida hasta sus pelotas. Estaba en shock. Incapaz de moverse, aún con un rictus en su cara con los ojos como platos, incapaz de pestañear y la boca formando una O de pura sorpresa.
Su padre la cogió de su pelo castaño y tiró con fuerza haciendo arquear su espalda. Como tenía los brazos prácticamente atados por la blusa perdió el apoyo de la mesa con sus codos. así se quedó con medio cuerpo suspendido en el aire sujeto solo por su cabellera castaña mientras sus muslos seguían aplastados entre la mesa y los embates de su padre.
Poco a poco salió del shock. La escena era surrealista. Ninguno De los dos decía absolutamente nada. En la habitación solo se escuchaban los gruñidos de placer de Pedro. Alba no profirió ni un solo sonido. A lo sumo solo un leve temblor descubría que reaccionaba al hecho de que su padre se la estaba follando.
Pedro paso a aprovechar que el cuerpo arqueado le daba acceso a sus pechos para agarrarlos con fuerza. Desde esa posición aprovechaba cada vez que empujaba para atraer el cuerpo de su hija y multiplicar la fuerza del impacto de su polla contra su coño.
Para Alba la experiencia se le hizo eterna. Allí, sobre la mesa de su padre, mientras se la follaba sin decir ni una palabra. Solo gruñidos de sincero placer que le proporcionaban el coño de su hija. Su padre empezó a alternar. Tan pronto le tiraba del pelo hasta el límite de casi arrancárselo mientras le daba sonoros azotes en el trasero como pasaba su atención a sus pechos sin ninguna delicadeza, amasándolos como si fueran panes, o la sujetaba de la cintura para aumentar la fuerza de sus penetraciones.
Solo una vez Pedro dijo algo. “Toma puta Albita” .
Los dedos de Pedro se clavaron en sus pechos como si fuera garras. Alba noto como los golpes pasaban de ser auténticos martillazos al aumentar tanto el ritmo como los jadeos de su padre. ¿Se iba a correr? ¿Su padre se iba a correr en su coño?
Un sonoro Ah! que soltó su padre mientras apretaba sus tetas con aún más fuerza le convenció de que así era. Noto como algo caliente le llenaba el coño. Su padre se desmoronó de golpe sobre ella y acabó atrapada entre la mesa y el peso muerto del cuerpo de su padre.
Nadie decía nada. Solo se oían los resuellos de placer propios de un hombre que ha quedado bien satisfecho. Alba se quedó allí, esperando, con su padre descansando sobre ella, sintiendo como su polla se ponía flácida poco a poco y se resbalaba de su raja.
Después de unos minutos de más silencio notó como su padre se levantaba. Ella no se atrevía ni a moverse ni a pronunciar palabra. ¿Que había pasado? Escucho como su padre se volvía a poner los pantalones, tomaba un último sorbo de su copa de Whiskey y le dio un fuerte azote en el trasero que debió de dejarle marcado la mano. Pero tan en shock estaba Alba que ni de quejarse hizo ademán.
Su padre abandonó la habitación sin decir ni una palabra. Ignorándola. Durante mucho tiempo Alba siguió en esa posición. Sin moverse. Doblada sobre la mesa con sus pechos desnudos apoyados sobre la misma, con su falda sobre la cintura, sus piernas separadas…
Pasaban los minutos. Empezó a notar el semen de su padre resbalando por su muslo…
Casi ni respiraba.
Al final reacciono. Se levantó. Se arregló como pudo apresuradamente y salido dubitativa, casi temblando del despacho de su padre.
Ni se dio cuenta que se había dejado las bragas en el suelo.
Y lo peor es que lo que más le dolía es que incluso cuando se la follaba, su padre la ignoraba. Albita era como llamaba su padre a su madre, con la que compartía nombre, cuando estaban juntos.
Llego a casa aun sin saber muy bien cómo tomarse lo que había ocurrido. Era su jefe… y como con otros jefes… pues sabía lo que tocaba. Pero también era su padre.
Llego a casa Y se encontró a su padre leyendo el periódico en el salón. Como si nada relevante hubiera pasado.
“¿Que tal tu día en el trabajo?” le pregunto sin importancia.
“¿Mi… mi día? Pues… bien…” dijo casi tartamudeando.
Pedro soltó un gruñido que bien se podría haber traducido por un “pues vale” y se volvió a enfrascar en el periódico.
Alba se sorprendió. Era la primera vez que su padre le hablaba en casa en mucho tiempo.
Interludio - primero avances
Pasaron los días y parecía que no había cambiado nada pero para Alba sí que había cambiado. Se la seguían follando cada uno o dos días pero, dentro del mal menor, no volvió a haber ningún sexo en grupo. Todo muy discreto en el despacho de cada uno.
Pero para Alba lo que había cambiado son algunas cosas con su padre. No sabía si para bien o para mal. Veía que ahora tenía que ir más veces a su despacho a llevarle papeles, lo cual siempre solía acabar con una inapropiada despedida en forma de palmada en el trasero. Otro día, alabó su blusa sin venir a cuento para inmediatamente, sin ni pedirle permiso, le desabrocho dos botones concluyendo que así se veía mejor. Teniendo en cuenta el tamaño de los pechos de Alba esos dos botones marcaba mucha diferencia en cuanto escote enseñaba. Pero pese a las miradas y comentarios fuera de tono de los hombres el escote se mantuvo todo el día. Otro día que tuvieron que revisar papeles juntos directamente la sentó sobre su regazo y, sin dejar de trabajar, se dedicó a acariciarle la pierna. Pero nada más.
Todo esto le ponía nerviosa a Alba. Por un lado era muy pervertido. Era su padre el que le metía mano. Pero por otro lado al menos estaba pasando más tiempo con su padre que es lo que buscó al entrar en la empresa. Algo a lo que se aferraba por que su padre volvía a ignorarla por completo en casa.
Su cabeza estaba hecha un lio.
Capítulo 3. Y la polla de papá también es una polla.
Otro día Alba se quedaba hasta tarde pensando que así hacía méritos con su padre. Y esta vez volvían a estar solos ella y su padre. Como la primera vez que su padre se la follo pero ese pequeño detalle sin importancia lo ignoraba hábilmente.
Entró en el despacho de su padre a despedirse. “Adiós papá. Nos vemos en casa” le dijo. Al menos aquí su padre si le hablaba. Vio a su padre con cara de clara preocupación. Con el ceño fruncido pensando. Casi enfadado se diría. Alba no lo sabía pero la operación de Marruecos le estaba dando muchos quebraderos de cabeza a su padre.
Este levantó la cabeza y se le cambió el semblante. Una sonrisa fría se dibujó en su rostro. “Entra y cierra la puerta”
Alba tembló. Le vino a la cabeza que había pasado la última vez que a estas horas se había quedado con su padre. Después de un ligero temblor, se puso tensa pero dio un paso, entró y cerró la puerta tras de sí,
“Pon el pestillo” Parecía que era innecesario. Pues estaban solos en la empresa pero tenía mucho simbolismo ese inocente acto. Nerviosa, obedeció.
“Ven aquí” señalando el espacio entre su mesa y su silla, la cual echó para atrás con el sentado, dejando hueco.
Despacio, obedeció. Y su padre esperó pacientemente con esa sonrisa fría.
“Desnudate”
Alba abrió sus ojos azules como platos. “Pero pap…”
Pedro hizo un gesto firme de negación con un dedo.
“Silencio. ¿No dijiste el otro día que entiendas cómo funcionaba esta empresa?”
“S… si” tartamudeo.
“¿No soy tu jefe?”
“Ssssi”
“¿Quieres seguir trabajando en esta empresa?”
“Si.” esta vez la voz de Alba se mostró más firme.
“Desnudate”
Después de unos segundos de vacilación y cuando atisbo cierto enojo en su padre procedió a quitarse el blazer azul marino que llevaba puesto, lo dobló y lo dejo en un lado de la mesa. Con mucha parsimonia. Pedro cruzó las piernas, se reclinó y espero. Alba no era consciente que la espera solo estaba consiguiendo excitar más a su padre.
La falda estrecha a juego que terminaba justo sobre sus rodillas fue la siguiente. Desabrochar unos corchetes, un momento de duda, y luego dejarla caer al suelo. La blusa aún cubría sus braguitas. Otra vez se agachó a coger la falda, doblarla y dejarla sobre la mesa. Alargando lo inevitable y aumentando la excitación de su padre.
La blusa blanca, siempre iba vestida muy formal en el trabajo, se fue abriendo botón a botón. Como no podía ser de otra forma al abrirse para quitarse la blusa los pechos de Alba se resaltaron como si hubiera cogido una gran bocanada de aire.
Un discreto sujetador negro cosido con hilo dorado y adornado con corazoncitos rojos y unas braguitas a juego era lo único que se interponía entre las partes íntimas de Alba y la mirada de su padre. Cerró los ojos, sacudió la cabeza y se forzó a ello.
Primero el sujetador libero esas dos colinas coronadas por esos dos delicioso guijarros. Otra vez tomándose su tiempo en doblar la ropa. Luego las braguitas. No había mucho que doblar así que eso fue más rápido.
Allí estaba Alba. Totalmente desnuda ante su padre como nunca había estado. Dejando a la vista no solo sus pechos sino su rasurado pubis.
“Y… ya…” empezó a decir pero su padre la mandó callar llevándose un dedo a la boca. Pedro se levantó, se acercó a su hija y posó la mano en uno de sus pechos. Los sopeso como quien sopesa un trozo de carne en una carnicería. Alba se mordía el labio y hacía esfuerzos por no moverse. A la primera mano la imito la segunda y empezaron a recorrer el desprotegido cuerpo de su hija. Arriba y abajo, tomándose su tiempo en sentir el pubis de su hija, su rajita, su clítoris… el trasero…
Otra vez sin decir nada tomó un manojo de por su pelo castaño por la nuca y Alba sintió que la forzaba a arrodillarse. Muy despacio fue bajando hasta quedar de rodillas delante de su padre con la cara a la altura de un bulto que no presagiaba nada bueno.
“Sacala” Alba miró arriba a su padre que inexpresivo la observaba desde la altura. Otra vez se forzó en obedecer. Desabrocho el cinturón, bajó la cremallera y los pantalones terminaron en el suelo. Tuvo que bajar los boxers de su padre para liberar su polla. Su padre no tenía mucho pelo en el pubis que parecía afeitado. Y su miembro estaba circuncidado.
Alba miró otra vez arriba y solo vio a su padre esperando. Esta vez ni se molestó en intentar alargar lo inevitable esperando que se lo ordenara. Tímidamente abrió la boca, se la metió en la boca y empezó a hacer… algo parecido a una mamada.
Si no le pones ganas difícilmente te puede salir una buena mamada y no le estaba poniendo ganas en absoluto. No podía olvidar que la polla que tenía en la boca era la de su padre. Después de unos primeros segundos donde se veía que esa mamada no iba a ganar ningún premio su padre le puso la mano en la nuca y fue él quien empezó a follarle la boca. Alba sentía como esa polla crecía y crecía y como taponar la garganta una y otra vez, ahogándola para un instante después dejarla respirar.
No era su boca lo que buscaba su padre. así que en cuanto consiguió la erección que buscaba, sin delicadeza, tirándole del pelo, subió a su hija hasta sentarla en su mesa, separó sus piernas y rudamente le metió la polla en el coño. Una mano de su padre en la espalda, otra en la nuca y Alba tenía la cara de su padre a escasos centímetros de su cara mientras sentía ese pedazo de carne invadir su coño una y otra vez.
Intentó apartar la cara pero su padre le forzó a mirarlo. La cara de su padre mostraba un absoluto deleite. Estaba disfrutando y mucho. Alba pensaba que su padre sentía asco por ella, desprecio… no se equivocaba pero no era de este tipo de asco. Se maravilló por un momento ver a su padre disfrutando como no lo había visto en tanto tiempo, con ella además… su mente obviaba que era por que se la estaba follando. Y en ese instante se calmó, se relajó… se dijo que era tontería estar nerviosa. Ya había pasado. Ya había aceptado la situación… y sin esos bloqueos los nervios de su vagina, que no conocían padre, empezaron a enviarle toneladas y toneladas de sensaciones. Casi fue como sentirlas de golpe.
Empezó a gemir, a murmurar, a decir cosas… Los orgasmos de Alba nunca habían sido silenciosos. Sin saber de dónde venía ella misma pasó a abrazar a su padre, hundió su cara en su cuello y empezó a mordisquearlo cuando no estaba soltando afirmaciones o juramentos. Ella misma empezó a responder a los envites de su padre con sus movimientos de cadera. Todo eso se multiplicó y para cuando quiso darse cuenta soltó un sonoro “Joder! Sí” y volvió a morder el cuello de su padre.
Se quedó congelada. Los movimientos de su cuerpo venían de los pollazos de su padre en el coño que no se paraba aunque acababa de correrse.
“Pero serás puta!” dijo su padre con una sonrisa. Alba se sonrojó como un tomate. ¿Que acababa de hacer? ¡Se acababa de correr con la polla de su padre! Que guarra hace eso. Ella misma se dejaba follar y no solo eso… lo disfrutaba!
Intentó apartar la cara pero otra vez su padre la forzó a mirarle a la cara. Su padre apretaba los dientes. Tenía el rostro desencajado de puro placer. Pero para Alba fue peor que, dado que su padre no paraba, al primer orgasmo le siguieron otras replicas. Y su cara no podía ocultarlo. Su padre vio cómo, uno tras otros, esos pequeños orgasmos afloraban en su cara mientras se la follaba.
Su padre le pasó una pierna por debajo del brazo y empezó a follarla con golpes ascendentes. Alba subía y caía y era como si la propia mesa la azotara. Su padre aumentaba el ritmo anunciando que estaba a punto de volver a dejar su corrida en el coño de su hija. Como último movimiento Pedro tomó con ambas manos los pechos de su hija, los apretó con ganas y la empujo hacia atrás y depositó toda su leche en el interior de su hija soltando un gruñido primario largo y profundo. Alba solo cerró los ojos aguantando el maltrato de sus pechos.
Al abrirlos vio que su padre la miraba con una sonrisa de satisfacción de oreja a oreja. Sin decirle nada se subió los pantalones y se fue. Alba se quedó aún un rato en el despacho, sentada en el suelo, con la cara entre sus manos. Ni en vestirse se molestó. intentaba asimilar que se había corrido mientras su padre se la follaba. Buscaba excusas, explicaciones o lo que fuera pero no encontraba ninguna aparte de que era una soberana guarra.
Terminó consiguiendo la fuerza para vestirse y volver a casa.
Roja como un tomate entró y se encontró a su padre en el salón viendo la televisión. “¿Que tal tu día en el trabajo?” le pregunto. Ella negó con la cabeza primero y luego pasó a afirmar. “bien, bien…” Dijo. “Como todos...poco más o menos” y se dio la vuelta para irse a su habitación sabiendo que no le iba a sacar más a su padre.
Pero se equivocó. “¿No te quieres quedar a ver una película?” Alba se extrañó. No recordaba la última vez que había visto una película con su padre. ¿No pensaba continuar lo que había empezado antes? ¿Verdad? Ya no estaban en el trabajo. ¿pero iba a perderse la oportunidad de estar con su padre? ¿Lo iba a rechazar?
“Claro papá” Pensó en sentarse en un sillón pero acabó sentándose en el sofá, con su padre. Pero manteniendo las distancias.
No paso nada que no debiera pasar entre padre e hija esa noche. Pedro apenas cruzó dos frases más con su hija a lo largo de la película. En esa noche su padre había hablado con ella en casa más veces que en todo el último mes.
Interludio - segundos avances
Al día siguiente cuando se cruzaron en la cocina antes de ir al trabajo su padre hasta le dio los buenos días. Alba se sorprendió… pero veía que algo estaba cambiando.
“Buenos días papá”
“Vas muy formal al trabajo siempre” le dijo su padre.
Alba se dio un vistazo. volvía a llevar un traje de falda, muy adecuado para ir a trabajar. “No sé… ¿No te gusta?” preguntó pidiendo la aprobación de su padre.
“Vamos a ver qué tienes” le ordeno su padre que se fue a las escaleras a subir a su habitación. Alba, sorprendida, le siguió. Ya en la habitación su padre abrió el armario y paso vestido tras vestido hasta que seleccionó uno.
“Pruébate este” Era un vestido negro ajustado con detalles blancos en los lados. Una cremallera recorría todo el frontal de arriba a abajo. Sin mangas dejaba los brazos al descubierto. La cremallera podía dar más o menos escote. Terminaba justo sobre las rodillas.
No era muy apropiado para el trabajo pero tampoco era descabellado. cogió el vestido que le daba su padre y espero unos segundos… solo para ver que su padre no se movía de su habitación.Estaba allí esperando. Pero… Esto no es el trabajo. ¿O si? Le estaba escogiendo la ropa de trabajo… Estaba muy confusa pero dado que ya no iba a ser la primera vez que se desnudara delante de su padre, esta vez con cierta prisa se quitó la recatada ropa que llevaba puesta y se puso el vestido que le había seleccionado su padre.
“Hummmm…” vio una mueca de desagrado en su padre. “Te marca la ropa interior. Mal.” Alba pensaba que se iba a librar de llevar ese vestido algo inapropiado al trabajo pero su padre terminó apostillando “Pero eso tiene fácil solución. ¿Verdad?” Y se quedó mirando a su hija.
Alba tardó un momento en reaccionar… había entendido perfectamente a lo que se refería su padre. Unos segundos de duda. Un padre esperando tranquilamente… al final claudicó. Fuera vestido delante de él, fuera ropa interior, dentro vestido. “Si. Ahora sí que está bien. Solo un pequeño detalle” Se acercó y le bajó la cremallera hasta mitad de los pechos. “Ya” y se dio la vuelta y se fue.
Alba se miró en el espejo. Sus botoncitos de pezones se marcaban ligeramente. Que no llevaba bragas era una conjetura muy plausible. Y la conversación que había tenido con su padre era la más larga que había tenido en casa en años.
Así que obediente fue al trabajo vestida como le había dicho, más bien ordenado su padre. Nada más entrar llamó la atención de todos. Desde luego. En cuando Ramón la vio la llamó a su despacho.
“Pero cómo has venido hoy. Ven aquí. Esto es como abrir un regalo de navidad” y tomó la cremallera y la bajó hasta dejar al descubierto ese cuerpo. “Sin bragas, que picaruela.” Paso sus manos por el interior del vestido para cogerla del culo, levantarla en volandas y llevarla a la mesa donde la sentó y la follo como tantas otras veces.
Ese día se la follaron dos más. El día que más directivos se la follaron en un solo día desde que empezó a trabajar.
Y desde entonces, en casa, muchas mañanas su padre le escogía la ropa. También algunos días se quedaban a ver películas… poco a poco algún que otro cachete en el culo… alguna mirada cuando se duchaba… alguna recomendación sobre cómo vestir cuando estaba en casa… un día acabo viendo la televisión con su padre con un top de redecilla rosa que apenas ocultaba sus pezones.
Cortas, vacías, con algún tono sexual, seleccionando su vestuario… cada vez tenía más conversaciones con su padre en casa.
Capítulo 4. Feliz día del padre
Llegó el día del padre y Alba puso mucho esmero en comprarle un buen regalo a su padre. Al volver al trabajo se lo entregó a su padre pero este apenas le hizo caso. Enfrascado como estaba en su despacho de casa con la operación de Marruecos ese día ni en casa parecía prestar atención a Alba. Está, siendo el día del padre, se lo había planteado como un reto para llamar la atención de su padre. Hacer ese día especial al fin.
Subió a su cuarto y se puso más ‘cómoda’. Como le decía su padre cuando le escogía algo fuera de tono para una hija. Un salto de cama que le llegaba a medio muslo, traslucido, azul celeste con cordeado en blanco y adornado con florecitas blancas. Sin sujetador los pezones era más que visibles. Debajo unas braguitas discretas a juego.
Bajó e intentó llamar la atención de su padre. Cuando entro en el despacho casi se ilusionó cuando vio un atisbo de sonrisa pero enseguida su padre volvió a enfrascarse en sus papeles, ignorando a su hija media desnuda. “Quería disculparme, papa. Sé que el regalo no ha sido gran cosa y debería haberme esmerado más”
Su padre hizo un ademán de mandarle que le dejara y volvió a sus papeles.
“Tenía que haber buscado algo más personal. ¿Verdad? No sé… algo único”
Alba vio que el cabreo de su padre estaba subiendo. Lo estaba perdiendo. Se había planteado conseguir una victoria en este día para afianzar la relación con su padre y la estaba cagando.
“Algo único, personal…” Estaba nerviosa buscando un ejemplo intentando ver cómo encauzar la conversación “Como perder la virginidad. Eso si es algo único. Yo, como no te ofreciera mi otra virginidad…” dijo a locas sin pensar
Pero Alba vio como su padre la miraba primero sorprendido y luego con esa sonrisa suya… pero ya no se le veía cabreado ni enfrascado en sus papeles.
“¿Nunca te han follado el culo?” preguntó su padre.
“Errrr… pues… No. ¡Sorpresa! El otro regalo era un señuelo para despistarte. Quería darte algo especial hoy. Quiero que seas el primero que… que… que me estrenes por detrás” dijo entre nerviosa e ilusionada.
Nunca había visto a su padre tan interesado. Se levantó con premura, apartó los papeles que hasta hace un momento lo absorbía como si ahora ya no tuvieran importancia, cogió a su hija por el cuello y la dobló sobre la mesa.
Alba empezó a ponerse nerviosa. ¿Que había hecho? No veía a su padre dispuesto a buscar ningún tipo de lubricante. Recordaba cómo le gustaba a su padre follársela. Entrando de golpe como un ariete. Notaba como su padre le bajaba las bragas, como le levantaba el camisón….
No había retorno. Se puso todo tensa, algo que en los momentos posteriores no le ayudaría. Frenéticamente se cogió al borde de la mesa con fuerza mientras escuchaba a su padre bajarse los pantalones apresuradamente. Empezó a jadear, a resoplar… aterrada por lo que venia.
Y vino. Como esperaba su padre apoyó su glande en su ano virgen y sin ningún miramiento empujo inexorablemente hasta que centímetro a centímetro ese pedazo de carne se le metió por el culo hasta el final.
“Argggghhhh” gritó, que sujetaba a la mesa aún con más fuerza, se mordía el labio, soltaba unas lagrimitas…
El grito no frenó a su padre que volvió a la carga, sacando y metiendo esa barra de carne sin ningún tipo de delicadeza del culo de su hija. Sujetándola por las caderas para conseguir mejor penetración, con la mesa impidiendo que su hija pudiera coger algún centímetro de respiro con cada envite de las caderas de su padre. “Eso es zorra. Grita” incluso le dijo su padre.
Después de unos momentos iniciales infernales Alba pasó de sentirse destrozada a solo torturada pero se mantuvo firme en su decisión. Bien sujeta al borde de la mesa, apretando los dientes y dejando que su padre le forzara el culo. Este ya pasó a ampliar su repertorio tirándole del pelo, usando sus pechos en vez de su cadera para sujetarla mejor, los azotes… y todo acompañado de comentarios como “Toma puta. Te voy a destrozar” o similares.
Su hija aguantaba estoicamente. A veces golpeaba con los puños en la mesa para desahogarse, o pataleaba pero soportó toda la salvaje sodomía de principio a final hasta que pudo sentir a su padre correrse y dejarse caer sobre ella.
Durante un rato solo se oía algún sollozo. Hasta su padre se dio cuenta que había sido muy salvaje pero no pareció importarle. Que se joda su hija, pensó. Pedro se apartó, se subió los pantalones y se sentó satisfecho. Si hija se fue resbalando por la mesa hasta que acabó sentada de rodillas en el suelo ante él.
Su hija alzó la vista para ver a su padre, aun con los ojos humedecidos por las lágrimas y le preguntó. “¿Te ha gustado mi regalo, papa?”
Esto le pilló por sorpresa a Pedro. Había sido salvaje. No creía que ninguna mujer, después de pasar por algo así, no hubiera salido corriendo al acabar. Pero aquí estaba su hija, de rodillas ante él, con la mirada esperanzada preguntando si le había gustado romperle ese culo virgen sin ningún tipo de restricciones. La devoción de su hija por él era incontestable. Por primera vez se planteó si no había juzgado demasiado duramente a su hija. Tal vez no fuera como su madre. Pedro tenso un poco más la cuerda a ver si aparecía alguna reacción más esperable.
“Si. He disfrutado mucho rompiéndote el culo, putita. Ha sido un buen regalo” Le dijo sonriendo. Con una sonrisa que a Alba le pareció correctamente tanto sincera como incluso cálida. Pedro pudo ver como, sorprendentemente, su hija sonreía henchida de felicidad ante ese escasa muestra de verdadero afecto por parte de su padre.
“Me alegro mucho” dijo mientras se iba “No te molesto más para que puedas trabajar en tus papeles” e hizo ademán de irse andando con unos pasos peculiares debido a su dolorido ano.
“Espera…” ordenó Pedro. “Ya he trabajado bastante y ya que estoy aliviado no voy a volver agobiarme. Vamos a ver la televisión juntos” Otra vez la cara de felicidad de su hija fue aparente. Pedro la siguió al salón donde podía ver, bajo el camisón translúcido, moverse torpemente ese culito que acababa de destrozar. Alba ni se había molestado en ponerse de nuevo las bragas.
Ya en el sofá su hija intentó sentarse pero no podía por el dolor. Así que casi de forma natural acabo medio tumbada con la cabeza recostada sobre la pierna de su padre. Empezaron a ver la película y apenas intercambiaron algunas frases vacías. Pedro podría ver el cuerpo desnudo de su hija bajo el salto de cama. En un momento dado incluso tomó el brazo de su hija y lo apartó para que no cubriera sus pechos. Alba se aseguró de mantenerlo de tal forma que no obstruyera más la visión a su padre.
Pedro decidió tensar más la cuerda. Ver si su hija se había arrepentido de algo. Sin decir nada se sacó la polla y espero. Alba miró la polla que tenía casi en las narices, miró a su padre que, con una cara neutra le devolvió la mirada sin decir nada, y sin más su hija se lanzó a comerle la polla a su padre.
Y esta vez de verdad. No esas torpes mamadas que terminaban inexorablemente con una follada en la boca por su falta de implicación. Tomó el glande de su padre con la boca, lo salivo bien y acompañada por la mano subía y bajaba su cabeza, colmaba de atenciones el glande con su lengua, le pegaba lametones a lo largo del mango, jugueteaba e incluso lamia las pelotas de su padre. Cuando empezó a notar que su padre estaba a punto volvió a esmerarse en tragarse ese glande, esa polla en la boca lista para el inevitable final. Su padre, que en ningún momento había intervenido para nada, ni le había marcado el ritmo con la mano, que había reposado los brazos por el respaldo y dejado hacer, termino llenando la boca de su hija con su semen, Su hija se mantuvo hasta que sintió que hasta el último escupitajo de semen de la polla, de su padre había salido. Se lo trago todo de golpe y miró hacia arriba a su padre, otra vez buscando aceptación. “¿Te ha gustado?”
“Si. Eres muy buena chupando pollas cuando te pones en serio” le contestó otra vez con una sonrisa que tal vez incluso tuviera cierta calidez.
Su hija volvió a sonreír feliz, satisfecha. Le metió la polla ordenadamente de nuevo en el pantalón a su padre y volvió a apoyarse en su regazo. Esta vez no en la pierna. Directamente su mejilla se apoyaba en el paquete de su padre. También apartó el brazo para no interferir con las miradas de su padre a sus tetas. Este aprovechó para meter su mano entre el salto de capa y una de sus tetas y el resto de la noche estuvo jugueteando desinteresadamente con uno de los pechos de su hija como si fuera una pelota antiestrés.
Alba no dijo nada más. Tenía la cabeza hecha un lio. ¿Que había hecho? Una cosa era en el trabajo. Allí las cosas estaban claras. Era su jefe. Pero esto había sido en casa No es que se hubiera dejado hacer. Había usado su cuerpo, su sexo, más concretamente su culito virgen y su boca para llamar la atención de su padre. Había sido ella quien lo había buscado…
… Y había funcionado.
Interludio - Tirando la caña
Al día siguiente directamente Alba pidió a su padre que le ayudara con la ropa que se iba a poner. Cuando su padre entró se encontró a su hija solo en ropa interior preguntándole si esa era adecuada. Su padre ni le dio su opinión. Le dijo que se probara otra. Alba fue a por otro conjunto y cuando se dio la vuelta vio a su padre sentado en la silla, con la polla fuera, tocándose.
Su padre le decía que se fuera cambiando sin dar siquiera una opinión, comentario o consejo mientras se iba masturbando ante el pase de lencería que le estaba haciendo su hija, desnudándose y vistiéndose ante él. Hasta que su padre le ordenó.
“Ven hasta aquí, putita, pero a cuatro patas. Quiero otro mamada como la de ayer”
Su hija obedeció como una perra, a cuatro patas, llegaba hasta su polla y le dedicaba otra mamada de esas con ganas, con intención, para terminar con la corrida de su padre en la boca como desayuno.
Tan pronto como su padre se alivió, se levantó, escogió un par de prendas para su hija y se fue. Eran de todo menos recatadas. Iba a llamar muchísimo la atención en la oficina… pero si su padre se lo había escogido, bien estaba.
Alba tuvo otra feliz sorpresa. Su padre la esperaba para que fueran juntos en su coche. La ida no tuvo ningún percance pero a la vuelta, por la tarde, Alba pasó la mayor parte del trayecto mamándole la polla a su padre hasta terminar en el garaje de su casa. Ahora que le ponía ganas sus mamadas se habían vuelto mucho más interesantes.
Pedro se preguntaba hasta dónde era capaz de llegar su hija. Así que hizo una llamada.
“Ramón. Quiero que prepares una fiesta para la nueva empleada. si… Salvaje. De las que mañana salga corriendo y me deje en paz”
Pedro tenía la esperanza que no. Que su hija no saliera corriendo.
Capítulo 5. Fiesta de empresa
5.1 La cena
Alba recibió un correo invitándola a una fiesta sorpresa con instrucciones para que no comentara nada en la empresa para no estropear la sorpresa. La dirección era la de un restaurante. Una cena probablemente.
Pedro le escogió la ropa. Inusualmente recatada para tal cómo había vestido últimamente. Desde que su padre descorcho su virginidad anal solo le había pedido alguna que otra mamada. Otra vez Alba estaba preocupada de que su padre volviera a perder interés por ella y luego se sintió enferma al ser consciente que lo que le preocupaba es que su propio padre no se la follara más. ¿Que guarra ansia que su padre se la folle como un pedazo de carne? se preguntaba
Alba llegó al restaurante. Ya se imaginaba que podía haber alguna sorpresa. Y no acabo desilusionada. Llegó y vio que la fiesta sorpresa eran solo los cuatro directores de departamento y los dos subdirectores generales. Cloe y Ramón. Cuando fue a sentarse a la mesa redonda se percató que solo había seis platos.
“Rápido” le empujo Ramón “Ahora que no mira nadie. Metete bajo la mesa… YA!” y le dio un empujón. Alba discretamente se arrodilló y gateando a cabo bajo la mesa. ¿que pensaban hacer? El mantel era largo. Cubría hasta el suelo por lo que la ocultaba por completo.
Era fácil imaginar lo que esperaban sus superiores. Tan pronto se sentaron, bajo el mantel. todos se sacaron la polla. Cloe se subió la falda y se desabrochó la parte inferior del body que llevaba dejando también su coño accesible. ramón chasqueo los dedos bajo la mesa llamando su atención. Esta se acercó a cuatro patas, Ramón alzó un poco el mantel y le dio sus instrucciones.
“Venga Alba. De polla a polla y chupa por que te toca” dijo mofándose. “Que no nos enteremos que te haces la remolona” y volvió a dejar caer el mantel.
Allí, en el restaurante, escuchando el ruido de decenas de personas que estaban en el local, a cuatro patas empezó por la polla de Ramón. Y ahora que ya se estaba desatando con sus artes de felatriz si que se las chupo de verdad.
Lo más complicado fue meterse entre las piernas de Cloe y comerle el coño pero después de cierta colaboración por parte de la subdirectora su lengua acabó recorriendo con esmero esa rajita y ese clítoris.
Podía escuchar los comentarios. Más de una vez alabando cómo había mejorado cómo chupapollas. Y de vez en cuando le pasaban restos de comida por debajo del mantel como si fuera un perro. Al principio los obviaba pero insistían mientras la llamaban con sonidos más propios de llamar perros. “Venga Toby. Come!”
Después de hora y media de cena que permitió pasar dos veces por cada una de esas pollas. Alba vio cómo las pollas desaparecían dentro de los pantalones. El mantel se alzó y vio a Ramón apremiándola a que saliera. “Venga, rápido, rápido.”
Con las rodillas y la mandíbula dolorida se apresuró a salir. Cuando ya estaba de pie tocándose la mandíbula se percató de la sonrisa de unos de una mesa cercana que obviamente se habían percatado de todo. Alba se puso roja como un tomate pero enseguida el grupo completo salió del restaurante.
“Ahora vayámonos a tomar una copas” dijo Ramón y se encaminaron por la calle. Parecía que tenían ya escogido el destino. Por el camino tuvo que sufrir algunos ‘halagos’. “Joder. Cómo has mejorado. Antes que tu boca solo servía para follársela… Cómo la chupas ahora”
Giraron una esquina y Alba puedo ver el destino al que se dirigían. Un puticlub. ¿Iban a meterla ahí?
5.2 .- El puticlub
Efectivamente. todos entraron. Lo primero que le sorprendió es ver cómo Cloe se fue quitando la ropa nada más entrar. Para cuando había llegado a la barra ya se había quitado chaqueta, falda y blusa que ofreció al camarero. El cual las guardo sin ningún atisbo de sorpresa. Clo se quedó con un body que dejaba poco a la imaginación. La tela sobre el pecho y el pubis no pasaba de ser gasa. Por detrás se metía entre la raja del culo dejando a la vista su compacto trasero, más parecido a un melocotón que a otra cosa. Tan pronto llegaron a la barra, Ramón se sentó en un taburete, Cloe apoyó la espalda sobre él, Ramón pasó un brazo sobre ella hasta poder hacer desaparecer su mano dentro de la copa del body, cogiéndole el pecho a mano llena.
Y lo que más le alucinaba a Alba era la sonrisa de satisfacción de Cloe. Desde luego que disfrutaba siendo un pedazo de carne admirado y usado por los hombres.
“Venga Alba. Pídete algo”
“No gracias” contestó pero sin opción a negarse ya tenía un Gin Tonic en la mano.
“Hoy vamos a ver tus capacidades comerciales. Vamos a ver que tal se te daría vender. Quien sabe. Si eres lo suficiente buena en unos años podrías ascender cómo Cloe”
Alba desde luego que no tenía intención en acabar siendo tan puta. Pobre ilusa.
“¿Aquí?” preguntó inocentemente. “Pues no sé cómo podría hacer algo así. Además. El marketing no es lo mio. Yo estudie otra carrera”
“¿Cómo hacerlo aquí? Mira a tu alrededor.” El bar estaba lleno de hombres con mujeres vestidas solo con lencería pululando alrededor. “Aquí se vende carne” dijo ramón endureciendo el gesto. “Y es lo que vas a vender. La tuya.” ¿En serio que la iban a prostituir? pensó “Y lo primero para vender es mostrar el producto. Así que súbete a ese escenario y desnúdate para que los clientes potenciales puedan ver tu carne”
Había un pequeño escenario, no muy grande, pero lo suficiente para albergar a tres o cuatro personas. Sin ningún tipo de separación y que levantaba unos cuarenta centímetros del suelo.
¿En serio? Hasta ahora había sido todo muy discreto. Una cosa es ser follada en los despachos. Incluso cuando lo hacían varios a la vez. Pero ¿Le estaban pidiendo… ordenando… que se desnudara delante de todos esos desconocidos?
“¿Que pasa Alba? Dentro de poco termina tu contrato temporal. ¿Vas a darnos razones para no renovarte?” No quería eso por nada del mundo. Había conseguido acercarse a su padre desde que estaba en la empresa más que nunca. La mente de Alba obvio hábilmente cómo había sido ese acercamiento.
“No, no…” dijo con cierta timidez mirando el escenario y la ingente cantidad de babosos que iba a poder verla, sin siquiera una barrera en medio que le diera cierta falsa seguridad. Volvió a mirar a Ramón, Aún con Cloe apoyada sobre él y que, descaradamente, se estaba pasando los dedos por su rajita. Todos la miraban expectante.
“¿Ya?” preguntó aún con la esperanza que fuera una mala broma.
“Ya. El propietario es amigo.” Y tan amigo. El puticlub era de su padre. “Por eso deja que Cloe se pasee medio desnuda aunque no sea una puta… bueno… no es una puta de las que cobra. ¿Verdad?” Y Ramón aprovechó para darle un morreo a Cloe mientras con la mano libre que no disfrutaba de su teta paso a agarrarle del coño. “Y ya está avisado. Así que cuando quieras… a ver tus dotes de marketing. Enséñales el producto. Enséñales tu carne” invitándola a subir al escenario.
Alba, tímidamente se acercó al escenario. Tan pronto se subió a esos cuarenta centímetros pudo ver que tenía toda la atención de los babosos puteros. El camarero cambió la música y empezó sonar “Man! I Feel Like a Woman!” de Shania Twain.
Alba tímidamente empezó a dar saltitos de un lado a otro en lo que era una pobre imitación de baile. Asustada y avergonzada cómo estaba no sabía muy bien qué hacer. Jamas había hecho un strip tease. Torpemente empezó a quitarse la ropa. La chaqueta que llevaba, la blusa… más que un strip tease sencillamente se estaba desnudando ante sus espectadores.
Cuando su ropa interior fue visible sí que llamó más la atención. Un tanga diminuto que de espaldas ni existía y un sujetador de gasa a juego que no dejaba mucho a la imaginación. Estas dos prendas le costó más a Alba. Pero tras muchos temblores y titubeos acabó totalmente desnuda. Hasta los zapatos se quitó.
Término y recibió algunos tibios aplausos. Cómo strip tease había sido un desastre.
Cloe cruzó el puticlub y subió al escenario. “Venga, cabrones. No seáis tan fríos. Alba es tímida y necesita soltarse” Alba se estremeció al oír su nombre. “No sabe venderse muy bien pero creedme. Es muy competente. Besa muy bien.” y por sorpresa la tomó de su nuca y le pegó un buen morreo ante todos los presentes que dejó a Alba congelada. Sintió un buen rato la lengua de Cloe metida en su boca mientra se la sujetaba bien por la nuca. Se escucharon algunos silbidos de aprobación. “¿Y qué me decís de sus tetas?” Cloe se puso detrás y pasando las manos alrededor para agarrarle las tetas delante de todos. “Son bien grandes. Ya me gustaría a mí que fueran mías. Y mirar que bien se achuchan y se aprietan” y empezó a estrujarle las tetas delante de todos que cada vez se les veía más interesados. “Y esos pezones… que no os engañen” . Cloe se estiró para coger un hielo de uno de los presentes que más se había acercado a ver el espectáculo. Tenían a sus espectadores a poco más de un metro. Cloe empezó a pasarle el hielo y la lengua por los pezones. Cuando el frío no estimulaba uno de los pezones era la lengua de Cloe quien lo hacía. Pronto se le pusieron duros como guijarros. “¿Veis?” dijo Cloe que tomó uno de esos pezones erectos para estirarlo y retorcerlo “La muy puta se pone cachonda enseguida” se rió y todos los parroquianos la imitaron. Alba veía que tenía la completa atención de todos. “y mirad que culo. “Cloe giró bruscamente a Alba y, sin previo aviso, depósito un fuerte manotazo en una de las nalgas que hizo saltar. “Resistente. ¿Eh?” y volvió a darle otro fuerte manotazo “Y precioso. “Alba. Enseñales tu agujerito trasero” Alba seguía titubeante pero otro manotazo le hizo reaccionar “No les hagas esperar, putita” y Alba se dobló hacia delante, y con sus manos separó sus glúteos para que todos pudieran ver su agujerito que solo había usado una vez en su vida. Alba escuchó más vítores. “Y lo mejor para el final.” Cloe volvió a girar bruscamente a Alba y le metió dos dedos en el coño delante de todos. “Este chochito que hará las delicias de cualquier polla. Venga, Alba. Enseñaselo. Siéntate, ábrete de piernas y estira ese coñito tragapollas para que lo vean todos bien lo delicioso que es.
Otro fuerte azote en el trasero volvió a hacerla reaccionar que procedió a obedecer. Se sentó en el suelo, separó las piernas y mostró su rajita a todos. “Bonito. ¿Eh? Digno de fotografiar. Carlos!” gritó al camarero. “¿Les dejamos que lo fotografíen para que se lo lleven de recuerdo”“Claro” contestó el camarero.
Alba se quedó helada cuando los clientes empezaron a sacar los móviles y a hacer fotografías. Miro a Cloe asustada a la que vio que estaba sonriente e incluso posando junto a ella. Antes de poder siquiera poner una objeción Cloe se giró y empezó a morrearse con Alella ba mientras empezaba a follársela por el coño con los dedos. Oía ese falso ruido de click una y otra vez con cada fotografía que tomaban de ella.
En un momento dado Cloe se levantó y le puso el pubis en la cara a Alba. “Y se me olvidaba. Que lengua. Hoy mismo me ha comido el coño dos veces” Se soltó el cierre inferior del corpiño y Alba se encontró ese coño justo en su cara. “Cómetelo” ordenó mientras se lo refrotaba. Al principio le costó reaccionar pero al final empezó a lamer esa rajita, a juguetear con el clítoris, a chuparlo. a succionarlo… todo mientras seguía escuchando los ruidos de los móviles.
“¿Por qué no os tomáis unas muestras gratis, chicos? Tocad la mercancía” dijo Cloe. En seguida, los hombres que estaban en primera fila estiraron sus brazos y Alba notaba cómo le tocaban las piernas, el coño, como le metían algún dedo… hasta sus tetas llegaron. Alba pudo ver que también le tocaban el culo a Cloe la cual no se quejó lo más mínimo.
Después de unos falsos gemidos de placer de Cloe dio por terminado el espectáculo. ayudo a levantarla y volvió a presentarla a la concurrencia. ”Señores. Con ustedes Alba. Una puta que no les decepcionará” y arrancó una sonora ovación. “Y así es cómo se vende la carne, putita” le dijo Cloe al oído. “Volvamos con nuestros hombres” Alba fue a coger su ropa pero Cloe se lo impido mientras hacía un gesto a Carlos, el camarero, para que la recogiera.
Así, totalmente desnuda, volvió a atravesar el puticlub bajo la mirada de los puteros hasta que llegó con su grupo. Nerviosa perdida tomó su Gin Tonic y se lo tomó de un trago.
“Decepcionante.” dijo Ramón. “Te vendes como el culo. Menos mal que Cloe si que sabe del tema y te ha salvado. No sé… esperaba más de ti. No sé si tienes futuro en la empresa”
“No. Por favor. No me eche de la empresa, Don Ramón”
Ramón se rio. “Soy un buen tipo. Así que te voy a dar otra oportunidad. Cierra un trato”
Alba al principio no entendió a qué se refería. Pero metiéndose en la retorcida mente de Ramón enseguida se temió lo peor
“¿Se refiere a que yo… con uno de estos…?” Ramón asintió con la cabeza. “Pero con cerrar el trato será suficiente. ¿No?” dijo asustada. “No tengo que ir más allá”
Ramón negó con la cabeza. “si cierras un trato lo cierras hasta le final. ¿Quieres demostrar que vales para marketing? Cierra un trato, cóbrale, dale el dinero al camarero, llévatelo a un cuarto y deja que te folle”
Alba aterrada miro alrededor. Menos los directivos que la acompañaban todos los demás eran unos desechos de la humanidad. “Ese” señaló Ramón a un tío en sus cuarenta, gordo y calvo.
Alba titubeante se le acercó. “Ho… hola” saludó. El hombre le dio un repaso con la mirada de arriba a abajo y enseguida empezó a babear. “Hola hola… ¿Quieres una copa” Alba asintió. El camarero le trajo un Gin Tonic. A las chicas no les solían dar alcohol. que eran muchas horas. Pero por indicación de Ramón el camarero se aseguró de cargárselo de Gin. Alba lo tomaba a sorbos, nerviosa mientras hablaba con el gordo. Bueno… más bien escuchaba y contestaba con monosílabos. “Menudo espectáculo has dado hace un momento”“Si… si” Tienes una tetorras que te cagas” continuo con el burdo halago. Cuando iba a contestar el hombre directamente se las toco. “si que son unas tetorras. Que agradable al tacto. ¿Cuánto cobras?” Alba se quedó en blanco. ¿Cuanto cobra una puta? Pero el camarero vino al rescate. “Una mamada completa 40€, el coño 60€, el culo 80€. Media hora. Si quieres una hora son 100€ y va todo incluido.“
“Una hora, una hora…” dijo excitado. “Vale Juan. Pasa a la habitación 3 y ahora te la envío” y el hombre desapareció raudo.
El camarero le dio a Alba un cubresabanas de gasa. “Lo pones encima del colchón. Cuando acabes lo tiras a un cubo que hay. Y tengo un mensaje de tu jefe. Luego le preguntaré al cliente si está satisfecho contigo. Si no lo está tu jefe me ha dicho que te diga que a la puta calle. Te despedirá” También le dio unos condones. “Y un consejo… lávasela primero”
Alba asustada asintió tímidamente y se fue por donde se había ido el gordo en busca de la habitación número 3.
La habitación era sórdida, pequeña. Solo con lo imprescindible para que una puta hiciera su trabajo. Al entrar se encontró al gordo baboso que se le veía ansioso por ponerle las manos encima a esa jovencita desnuda. Nada más entrar se abalanzó sobre la eventual puta. A Alba le costaba reaccionar. Ni se acordó de poner el cubrecama, ni en lavarlo. Se encontró apretada contra la pared con el hombre metiendole la lengua hasta la garganta y sus manos recorriendo sin freno su cuerpo desnudo. Reprimió el asco y se dejó sobar. El hombre pasó a besarle el cuello mientras centraba su atención en su chochito. “Que buena que estas, puta. El espectáculo que has hecho con tu amiga me ha puesto a cien” los dedos del hombre empezaron a invadir su coño con tal intensidad que tenía que ponerse de puntillas antes los empujones.
“Comeme la polla” le espetó el hombre que sin ninguna delicadeza la forzó a arrodillarse. Alba terminó con ese miembro a escasos centímetros de la cara. Ahora se acordó que tenía que haberlo lavado. No se podía decir que el aroma fuera agradable. Casi agradeció que el hombre la tapara la nariz con intención de animarla a abrir la boca. Se sentía sucia. Actuaba ya más por inercia. Tomó al hombre por los glúteos y empezó a trabajarle la polla con la boca. “Hummmm… eso es. Cómetela. Cómetela toda” mientras el hombre la tomaba la cabeza para marcarle el ritmo de la mamada. Así cómo avanzaba la mamada el hombre se envalentonó y empezó a mover las caderas. Alba notaba ese glande golpear la entrada de su garganta una y otra vez. Y las palabras del camarero resonaban en su cabeza. Si no salía contento a la puta calle. Despedida. Lejos de su padre. Ante la pasividad y la permisividad de la puta, el gordo aumento el turno y la profundidad. Sujetándola por la cabeza. Ya no era una mamada. Era una follada de boca. Emitía unos sonidos ahogados con cada empujón. “Joder. Si. Que gozada. Trágatela, trágatela entera” . Y eso hizo, asqueada, aguantando las náuseas, hasta que el hombre le sujetó firme la cabeza y, disparo a disparo, le lleno la boca. “Ufff… Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo” le dijo burlón el gordo. Alba, mecánicamente, después de todas las mamadas que había tenido que hacer en el trabajo y que todas acaban con la misma petición, se tragó toda la corrida ante el asombro del gordo.
Alba no se atrevía a mirar la hombre. Le asqueaba la situación. Pero más le aterraba no complacerlo y que diera un mal informe sobre ella. El hombre se desnudó y se sentó satisfecho en la silla, tocándose obscenamente la polla flácida mientras la miraba. “V… voy a hacer la cama” dijo Alba. Y procedió a poner el cubrecama. “Q… ¿Quieres que te lave?” Craso error. No debería darle opción. “Nah! No perdamos el tiempo con tonterías” y el hombre se la llevó a la cama y allí procedió otra vez a recorrer todo su cuerpo con sus manos. “Menuda guarra estás hecha. Ninguna antes me había dejado follarle la boca así. Y te lo has tragado sin rechistar. Te acabas de convertir en mi puta favorita”“G… gracias” le contestó torpemente y esperando que eso sirviera para que hablara bien de ella al camarero. “Uff… que cuerpo, que tetas, como me pones… ya me tienes casi a punto. Bajate al pilón y pónmela dura para ese coño rasurado que tienes” Y uniendo a la petición el acompañar la cabeza de Alba con sus manos, volvió a acabar con la polla del gordo en la cara. Ya medio hinchada la polla reacciono enseguida a las atenciones de esa lengua y pronto estaba lista para una segunda ronda. “Ponte a cuatro patas”“Pero… el condón” El hombre tomó el condón y lo tiró al otro lado de la habitación. “Ponte a cuatro patas, te digo” Y en esa postura sintió la barriga del gordo prácticamente apoyarse sobre su trasero y las maniobras torpes para meterle la polla. Al final el hombre la empujó para que la cara de su puta acabara contra el colchón, levantando así más el culo y al fin dándole acceso a follársela desde detrás. La polla al fin consiguió su objetivo. Y cada empujón de esos noventa kilos o más la hacían saltar de la cama. El hombre no desaprovecho para darle unos azotes en el trasero. Más desagradable fue cuando sintió que el hombre le metía el pulgar por el ano mientras se la follaba. Se le oía resoplar al baboso pero insistía en ser él quien llevara el ritmo. En un momento dado hizo que Alba se dieran la vuelta. Aun abriéndose de piernas le costaba abarcarlo. Pero en esa postura empezó a follársela otra vez. El peso la aplastaba. Les costaba respirar. El aliento era desagradable y los resuellos hacían que la saliva le salpicara a la cara. Por suerte el cansancio hacía mellas. El gordo pidió un segundo cambio de posición. Y esta vez fue ella la que se puso encima. Comparado con las otras dos posiciones aquí se sentía hasta aliviada. Con el miedo a fracasar muy presente se afanó en subir y bajar sobre esa polla asegurándose que el hombre tendría su premio. El semen de un nuevo hombre decoró sus paredes vaginales. “¿Ves cómo es mucho mejor sin condón?” . Con una sonrisita nerviosa Alba asintió.
Alba fue a levantarse pero el gordo se lo impidió. “¿Donde vas? Si estamos tan bien así. Con mi polla desnuda dentro de tu coño. Tan calentito que se está….” e hizo que se recostara contra su cuerpo y procedió otra vez a besarla y a recorrer ese cuerpo con sus manos. A magrear sus pechos, sus caderas, su espalda, sus glúteos… y una vez allí sintió otra vez un dedo meterse por su ano. Alba cerró los ojos con fuerza y se concentró en seguir besando al gordo. Un segundo dedo. Ahora de la otra mano entró también en su ano. La doble invasión ya era más de lo que Alba podía resistir sin tener que concentrarse en soportar su suplicio. Apartó la cara, la enterró en el cuello del hombre y espero, dejándose hacer. “Este culito me lo tengo que follar.” le dijo el gordo mientras movía las caderas buscando reactivar su mango de carne y con los dedos jugueteando por el ano. “Bufffff…. joder que si me lo tengo que follar. Putita. A mamarla otra vez. Que no me queda mucho tiempo” El hombre le liberó el ano y esta casi lo agradeció. Bajo otra vez hasta su entrepierna y volvió en afanarse a poner dura esa polla que pronto se la volvería a clavar. Otra vez sintió cómo crecía en su boca. “Joder. Menuda chupapollas que eres. Ya estoy listo. Se nota que vas con ganas. Túmbate boca abajo”
Alba se percató… no le habían dado lubricante. No veía que hubiera en la habitación. Tal vez en la mesilla. Fue a mirar a ver si había algo pero el gordo la paro. “Ya te dilatado yo. De nada” le dijo y le puso los noventa kilos encima. Y todo ese peso fue el que ayudó al hombre a clavar profundamente la polla por el culo. Alba emitía sofocados quejidos. Intentando soportar esa penetración sin quejarse. El hombre tan pronto sus bolas dieron contra esos glúteos empezó a follársela por detrás.
Apenas llevaban unos segundos se escuchó unos golpes en la puerta. “Cinco minutos” Al fin, pensó Alba. El suplicio acababa. “Habrá que darse prisa” dijo el hombre. Y procedió a amordazarla con la mano. Tan pronto hizo eso Alba noto cómo el hombre aumentó el ritmo frenéticamente. Cada sodomía iba acompañada por la acción de presa de los noventa kilos del hombre. “Joder. Si. Que gozada. Que culito tienes” Durante años había conseguido mantener a los hombres alejados de su culo y en apenas unos días ya se la habían follado dos. Las quejas de Alba ya eran más aparentes pero la mordaza del hombre hacían que fueran casi inaudibles. “Si. Si. Hostia! Que gusto” proclamaba el hombre hasta que se corrió y se dejó caer sobre ella.
Alba se asfixiaba. La polla temblaba escupiendo semen, el hombre jadeaba sobre ella y todo su peso la aplastaba contra la cama. Se esforzaba en respirar. El hombre se corrió en dos o tres minutos pero se tomó su tiempo en recuperar el aliento a costa del de Alba.
“Bufffff. Un placer. Si te lo has pasado la mitad de bien que yo, has tenido que disfrutar de la ostia” le dijo mientras se levantaba y se iba. Al salir el gordo se cruzó con el camarero. “¿Que tal?”“La ostia. Haz lo que sea. Comprala, secuestrala pero quedatela. De las mejores putas que he visto en mi vida”
“Parece que conservas el trabajo” se escuchó decir a Ramón que debía de estar con el camarero. “Luego me pasas la grabación” le dijo a este. Alba reaccionó. “¿Grabación?” pregunto. “Sí.” dijo el camarero señalando a un respiradero. “Está todo grabado”
5.3 Despedida de soltero
“Vamos Alba. Que nos esperan en otra fiesta.” Parecía que la noche iba a ser muy larga. Salio y miro alrededor buscando su ropa. “¿Donde…?” pero Ramón la tomó del brazo y la arrastró pasillo atrás, hasta una puerta trasera. “No la necesitas” Cuando abrieron la puerta trasera y la sacaron a un callejón a Alba se le paró el corazon. “Entra” le dijo refiriéndose a un coche que había. Buscando cobijo se metió inmediatamente. Ramón la siguió detrás. Siendo seis Alba se vio forzada a tumbarse sobre los tres hombres, incluido Ramón. Enseguida noto las manos de los hombres tocandola a tres alturas. Las seis manos recorriendo todo su cuerpo sin restricciones. Cloe estaba en el asiento del copiloto, vestida solo con lencería y ya estaba haciéndole una mamada al conductor.
“Os han invitado a una fiesta a Cloe y a ti.” le explicó a Ramón. “El hijo de un importante cliente se casa y está de despedida de soltero. Les hemos dejado las instalaciones de la empresa para que hagan la celebración. Y Cloe y tú vais a amenizarla. Solo decirte que el cliente es muy importante y que tu padre quedaría muy decepcionado si el hijo no quedara satisfecho. Cómo su padre tenga alguna queja no sé cómo reaccionará el tuyo” le informo malévolamente.
“¿Pero qué me estás pidiendo?”“¿Yo? nada. Solo te explico la situación. Luego haz lo que creas necesario. Y si llega a oídos de tu padre ya juzgará él”
Alba temblaba un poco. La noche estaba siendo frenética. Ya no disponía de la discreción de las paredes de los despachos. Iba desnuda, sin idea de donde estaba su ropa, sobre tres hombres que le estaban metiendo mano. La cabeza le daba vueltas. Y seguía alucinando con Cloe. Era una directiva pero estaba encantada de hacer de puta para todos estos hombres. ¿Y siendo directiva también iba a participar en la despedida? ¿Por qué?
Llegaron a la empresa. Aparcaron en el parking y le hicieron bajar desnuda. En el polígono a estas horas no debería haber nadie pero desde la valla, a lo lejos, cualquiera podría verla. Y Cloe paseando en lencería con total naturalidad. Solo Ramón y Cloe la acompañaron que con cara satisfecha se limpiaba con el dorso de la mano los restos de la corrida del conductor en su cara. “¿Y mi ropa?”“En el puticlub” le confesó Ramón. “¿Que se pondría para volver a casa? ¿Su móvil, sus llaves…?
Se encaminaron al comedor de la empresa. Alba estaba avergonzada. Solo se decía que si el cliente era tan importante para su padre no podía fallarle. Al llegar descubrió a ocho hombres de entre veinte y treinta años. Cuando vieron las mujeres llegar, Cloe en lencería y sus tacones altos y Alba totalmente desnuda, empezaron a silbar y a ladrar como bestias. Ramón se acercó a uno de ellos al que dio un abrazo. “Felicidades Alejandro. Seguro que serás muy feliz en tu matrimonio pero antes espero que disfrutes de tu fiesta. Si te gusta hablale bien a tu padre de nosotros.”“Claro, claro…” decía Alejandro mirando sobre su hombro. “¿Esa no es Cloe?” Ramón le susurro al oído “Si. Lo es. Que sea una buena subdirectora no significa que no sea una mujer con necesidades. Y le encanta que le metan las pollas de tres en tres. Así que cuando le dijimos lo que se organizaba se apuntó de cabeza”“Joder que morbo. ¿Y la otra?”“Es Alba. La hija de Don Pedro.” Alejandro alucino. “¿En serio?”“Si. Verás que es más… modosita. Más pasiva. Pero hará lo que sea por quedar bien. No querrá que tengáis ninguna queja y que luego llegue a su padre lo que estaba haciendo. Así que… te adelanto que se dejara hacer todo lo que queráis”
Ramón se despidió. “Bueno… que lo paséis bien” y se fue. Alba se quedó desnuda ante ocho hombres que no conocía de nada. Fue Cloe la que llevó la voz cantante con total naturalidad.
“Bueno cabrones. ¿Lo estáis pasando bien? Ya veo que sí” haciendo referencia a las bebidas y restos de comida que había en las mesas. “Siento decir que no va a haber un strip tease porque ya veis aquí, Alba, ya no le queda nada que quitar.” Alba miraba nerviosa a un lado y otro, como un cervatillo asustado, intentando no ser consciente de cómo las ocho miradas la taladraban. “Pero eso no significa que no vaya a haber espectáculo” y Cloe procedió a darle un morreo delante de todos que empezaron a soltar vítores. Como antes hizo el gordo, Cloe empezó a recorrer su cuerpo, no dejando centímetro íntimo sin profanar. Paso a lamerle los pezones. El punto débil de Alba, lo que hizo que se pusieran duros como piedras. “¿Eh chicos? Estos pezones son menos tímidos que su dueña. ¿Eh?” Cloe pasó a llevarla por el pelo hasta la mesa donde estaban los hombres, se sentó sobre ella, se desabrochó la parte inferior del body y le empujo la cara contra el coño. Con los hombres haciendo círculo a medio metro primero se quedó quieta, asustada, y luego se forzó a empezar a lamer el coño de su subdirectora. “Hummm… qué lengua más rica. Alba no era consciente pero Cloe ya estaba incitando a los hombres a que la estrenaran. Después del breve espectáculo ya estaban todos cachondos. En esa postura Alba noto una mano húmeda pasarse por su coño. Solo que Cloe la sujetara por la cabeza impidió que se levantara de un salto. Enseguida notó cómo un afortunado empujaba y se la metía. “Joder. Que pedazo de fiesta va a ser esto.” Decía Alejandro. “La mejor despedida de la historia. Alba miró hacia arriba al sentir que Cloe se echaba para atrás. Por la postura adivino que tenía la cabeza colgando por el borde de la mesa y había un hombre follándole la boca
“Un poco de organización” se escuchó decir a alguien. Que somos ocho pollas y solo seis agujeros. El que se la follaba desde atrás la movió hasta ponerla a cuatro patas en el suelo, liberando el coño de Cloe. Enseguida dos hombres cubrieron las vacantes con sus pollas.
Cómo bien había dicho Ramón, Alba fue más pasiva. Pero también cómo había dicho, muy permisiva. Cloe sin embargo estuvo toda la noche incitando a los hombres a ser cada vez más valientes, más abusivos, más osados… a hacer realidad todas sus fantasías.
“Estamos solo al 66% cabrones. ¿No vais a darnos lo nuestro?” Dijo sacándose la polla de la boca un momento “Aún quedan orificios que taponar. Y no os preocupéis por el lubricante. No lo necesitamos”
“Joder. Mi novia no me deja darle por el culo. Al fin!” Y uno se abalanzó sobre Cloe. Los dos que estaban ya follandola maniobrar para dejar sitio a un tercero y el afortunado pudo hacer realidad su fantasía de meterla en un culo. “¿Eso es darme por el culo?” le dijo Cloe. “Dame bien a gusto, cabrón” y volvió a chupar la polla a la que atendía. La incitación surtió efecto. Aunque al principio fue cuidadoso, tras la arenga decidió follársela a gusto.
Alba no se salvó. Ahora que sabían que los culos también eran territorio de perforaciones también la prepararon para que terminara con tres pollas a la vez. La primera vez en su vida que hacía algo así. Se quejó más que Cloe cuando la encularon pero los hombres ya estaban tan excitados que hicieron caso omiso.
Los ocho hombres, como perros rabiosos se las fueron follando de tres en tres. Todos ansiando su primera ronda con esas bellas y complacientes mujeres. Aunque para ellos ya solo eran meros pedazos de carne que perforar.
Cloe los seguía incitando a que les hicieran cosas que ninguna mujer decente se dejaría. Cuando decidió demostrarles sus capacidades para tragar pollas, tumbándose en la mesa, con la cabeza hacia atrás y dejando que Alejandro se la metiera hasta dar con las pelotas en su nariz enseguida prepararon a Alba para el mismo tratamiento. Pero si mientras Cloe se las tragaba sin pestañear ella no podía resistir las arcadas y el impulso de resistirse. “¿Seguro que podemos?” preguntó uno casi asustado. “Seguro” dijo Cloe que se zafó por un momento de los que la usaban y se acercó a Alba. Tiro de su pelo forzando su cabeza hacia atrás y con su otra mano la abrazo por el cuello inmovilizado. “Que ella no pueda no significa que vosotros no podáis. Cógele la mandíbula, ábresela y hasta el fondo” Los hombres alucinaban. Ya eran conscientes que no había absolutamente nada prohibido. Que las dos mujeres estaban para que le hicieran lo que quisieran. Una más ansiosa, otra más renuente. Pero… todo. El hombre hizo caso de las indicaciones de Cloe y sin importarle quejas, aspavientos o ahogos procedió a follarle la boca. “Sujetadla y a disfrutar, cabrones” dijo Cloe que pidió un sustituto que inmovilizara a Alba para poder volver a cumplir con su cuota de pollas.
Durante casi una hora las dos mujeres fueron peleles, muñecas de goma pasando por las manos de todos. Al final todos tuvieron sus dos o tres disparos de semen en el interior de las sumisas y empezaron a calmarse un poco. En ningún momento estuvieron las mujeres con menos de dos pollas clavadas a la vez.
Cuando los hombres quedaron satisfechos… temporalmente Cloe decidió darles otro espectáculo. Tomo a Alba y otra vez empezó a besarla. Alba sintió cómo una sustancia le llenaba la boca. Cloe tenía una corrida en la boca que empezó a derramarse por la cara de ambas mujeres. Siguió mirando y besándola mientras le metía los dedos en el coño y en el culo para luego saborearlos para sorpresa y deleite de todos. Hizo lo mismo metiéndose los dedos en sus orificios y luego forzando a Alba a imitarla y que saborear los restos de sus corrida. Al fin Cloe ya hizo que Alba se tumbara y la forzó a hacer un sesenta y nueve. Ambas mujeres se limpiaron el coño lleno de semen a lametones.
Los hombres declararon una pausa. Pusieron algo de música, empezaron a charlar y continuaron con la bebida. Alejandro sacó a bailar a Cloe, que ya había perdido su body cuando pidió que se lo arrancaran a tiras, y solo seguía con sus zapatos de tacón alto, y otro a Alba. Está seguía alucinando con Cloe. Podía ver claramente que estaba disfrutando como una perra de la situación. Y todos los hombres, desnudos, disfrutaban del espectáculo.
Aunque bailar no era precisamente lo que hacían. El hombre con Alba la besaba y se refrotaba a ritmo de la música. Al lado podía escuchar la conversación de Alejandro con Cloe. “No podía imaginarte así” decía Alejandro “Te había visto alguna vez hablando con mi padre y te veía tan formal con ese traje de empresa. Y tan buena como estas. “ “Sorpresa. Cuando soy subdirectora soy muy buena en mi trabajo. Y cuando soy puta soy la mejor. Porque además lo hago por placer. Me encanta sentirme usada y complacer a los hombres”“Ufff… que pena que me caso. Me encantaría seguir follándote más”“¿Que te lo impide? Te propongo una cosa si quieres. El día que te cases voy a tu casa y dejo que me folles. Tu último polvo de soltero. Y luego, en el banquete, en unos servicios, otra. Tu primer polvo de casado. Me pone mucho que me follen hombres casados.”“Joder! ¿En serio? ¿Sabes? Mi novia no me deja darle por el culo”“Cuando quieras follarte un culito… llamame”
Alba alucinaba. Pero al menos el baile le daba un descanso. Pero no duró mucho. El que ‘bailaba’ con ella, la levantó y la volvió a empalar.Tan pronto ocurrió eso, otro con ganas llegó por detrás y la enculó. Al ver esto Cloe ánimo al resto. “Venga. Segunda ronda. ¿O es que no vais a ser capaces de dejarnos satisfechas?”“Calla puta” dijo uno “Os vamos a follar a gusto”“No hay huevos de follarnos hasta que desfallezcamos” reto Cloe. “Joder que no. Parece que hemos sido unos blandos dándoos este descanso. Ahora… sin parar. Follando putas hasta el amanecer”
Alba ya estaba cansada solo de la primer ahora. ¿Y ahora iba a, exprofeso, follárselas hasta reventarlas? Los hombres ya estaban desatados. Sabían perfectamente que no tenían que refrenarse en nada. Volvieron a follárselas de tres en tres. Pasó una hora… y no paraban. Alba solo se dejaba balancear cómo un barco en una tormenta. Hasta las arengas de Cloe empezaban a flaquear. Empezaron a llevársela por la empresa. Se la follaron en su mesa, en la mesa de su padre, en la de Cloe, en el sofá cama que tenía Cloe en su despacho… pasó otra hora...
En su afán por follárselas en todas partes Alba terminó en los servicios. Ya ni reaccionaba. Solo se dejaba empujar. Usando cinta de embalar, la ataron por las muñecas a los pulsadores de dos urinarios contiguos para que no se fuera al suelo. Allí, mientras otros dos esperaban turno, uno de los hombres empezó a follarle por la boca. Ya ni arcadas tenía. El hombre disfruto de su boca hasta que se corrió y se quedó allí, esperando. Miro de reojo a los que esperaban aún, les dedicó una malvada sonrisa y empezó a descargar. Ahora Alba si reacciono cuando noto que ese hombre le estaba meando directamente en la boca. Incluso intentó reaccionar pero la sujetaba bien por la cabeza y la cinta no le deja zafarse. “Pero tío. ¿Que haces?”“Estamos en los servicios. Pues mear” dijo riéndose. El alcohol hacía mella ya en todos ellos. Cuando termino de descargar aun se la sacudió manchandola con sus últimas gotas. Cuando se apartó todos pudieron ver que Alba tenía la boca cerrada bien llena de ese líquido.
Alba llevaba horas siendo follada sin parar. Estaba exhausta, deshidratada. Le daba auténtico asco lo que tenía en la boca pero su cerebro ansiaba ese agua. Sin creérselo ella misma, ante los tres espectadores se lo trago. “!Ostia puta! ¿Has visto?”“Joder si tenía sed”“Pues vamos a satisfacerla” dijo otro que se sacó la polla, se acercó y empezó a mearle en la cara. “Joder sí” y enseguida el otro se unió. “Tíos. Venid. Tenéis que ver esto”
El resto de los hombres con Cloe llegaron a los servicios y vieron la estampa. Alba, atada por las muñecas, colgando y empapada. Todos podían imaginar lo que era. Uno de ellos aún se la estaba sacudiendo sobre ella. “Tenía sed y cómo somos buenos chicos…” dijo uno socarrón. Cloe se acercó y, pese a estar cubierta de orín empezó a besarla. La tomó del pelo y la sujetó para que diera la cara poniendo la suya junto a su mejilla. “¿Y vosotros? ¿No queréis también darnos de beber?”“No me lo puedo creer” pero los cinco que quedaban se acercaron, se sacaron la chorra, y los numerosos cubatas que llevaban les dieron la munición para mearles en la cara a las dos mujeres. Alba intentaba apartar la cara pero Cloe no le dejaba.
Estaban hechas un asco. “Joder. ¿Y ahora qué? No las tocaría ni con un palo” dijo uno. “En ese cuarto de allí hay útiles de limpieza.” Cloe resoplaba por el cansancio acumulado. Lo disfrutaba pero era humana. “Coged un par de cubos y tirándolos encima. Y seguimos la juerga”
Los hombres obedecieron y pronto las mujeres acabaron mojadas pero aceptablemente limpias. Tan pronto estuvieron adecuadas, a Cloe la pusieron a cuatro patas y se la follaron cómo a una cerda en un espeto y Alba término de espaldas, sobre esos sucios restos, siendo follada por el coño. Ya se rindió, desfalleció. Giró la cara, cerró los ojos y se desmayó.
…
Alba abrió los ojos. Estaba boca abajo. Alguien le estaba dando por el culo. Entraba la primera luz por una venta. Cerró los ojos otra vez y se dejó perder la consciencia.
…
“Despierta” escuchó decir a alguien que la abofeteaba. Consiguió recuperar un mínimo de consciencia. “¿Os llevamos a algún sitio?” escuchó preguntar a Alejandro. “N… no…A mi no” contestó Cloe, reventada. Alba no podía creer que la muy loca aún sonreía. “Yo me quedaré… me quedaré en el sofá de mi despacho.”“Y a ella” Alba vio cómo la miraba con malicia “Tiradla en esta dirección”“n…n...” intento hablar Alba. Era la dirección de su padre. No quería que la viera así. Pero no tenía fuerzas ni para hablar. Unos la tomaron en volandas mientras otros ayudaban a Cloe a ir a su despacho. “Pero una última te metemos. ¿No, Cloe?” escucho oír antes de salir. La sacaron desnuda, en volandas, a la luz del día, al parking donde había una limusina. La metieron dentro y nada más meterla Alejandro se puso entre sus piernas y empezó a follársela otra vez. Alba se permitió otra vez desfallecer.
…
Volvió a recuperar vagamente la consciencia. Alguien la estaba dando por el culo. No era ya Alejandro. “Ya hemos llegado” dijo el que conducía “Dale un par de vueltas a la manzana. A esta puta se le puede exprimir un poco más” Volvió a cerrar los ojos y sentirse aliviada al perder la consciencia.
…
Otra vez sintió que la sacaban en volandas del coche y la dejaban en el suelo junto a una puerta. Alba abrió los ojos y reconoció la casa de su padre. “Está hecha polvo. Habría que reanimarla de alguna forma dijo uno”“Claro. Ya sabemos lo que le gusta” dijo Alejandro. Los cuatro se sacaron la polla y empezaron a mearle encima. El líquido la reanimó, incluso bebió para luchar contra su deshidratación. Y efectivamente consiguió reanimarla mínimamente. Cuando acabaron, pulsaron el portero y se fueron.
Alba intentaba reaccionar. Estaba desnuda, sin llaves, meada, frente a su casa. Era aún pronto y viviendo en una zona residencial de clase alta de chalets individuales había pocos inquilinos más en su calle pero era consciente que corría el riesgo de ser vista. Y ya ni le importaba. Le daba igual que la vieran así… menos su padre. Fue como un chute de adrenalina. Su padre abriría la puerta en cualquier momento. Se levantó. ¿Qué hacer? Tarde. La puerta se abrió y vio a su padre que la miraba de arriba a abajo. Alba se lanzó a correr al interior de la casa. O eso pensaba ella que hacía. Más bien fue haciendo eses medio cayéndose. Subió a su habitación a cuatro patas y en su baño personal se metió en la ducha. Abrió el grifo y dejo que el agua la revitalizara. Con esfuerzo tomo la ducha y se aseguró de quitarse todo resto de semen y de orín. Fue rápido. 5 minutos. Quería meterse en la cama pues en una hora sonaría su despertador para ir a trabajar.
Salió del baño dando tumbos, desnuda, y se encontró a su padre. Dios. ¿Qué podía decirle? Qué pensaría de ella? Que era un guarra, una puta… seguro. “N… No te preocupes. Estaré lista para… para trabajar… en una hora”
Su padre abrió la cama. “Hoy no iras a trabajar.”“No hace falt… yo… “ Alba estaba totalmente sonrojada, avergonzada, no tanto por estar desnuda sino por lo que pensaría ahora su padre de ella. Una férrea mirada de su padre dejó claro que no le gustaba repetir las órdenes. Alba se metió en la cama bajo las sábanas. apoyo la cabeza en la almohada… y se quedó dormida al instante.
…
Se había olvidado del despertador. Una hora después sonó y la despertó. Olisqueo el aire. Olía a crema hidratante, a áloe vera y algún producto farmacéutico. Las sabanas ya no la cubrían. Sintió que sobre su piel alguien le había dado crema. ¿Alguien?. No. Su padre se había preocupado por ella. De ahí saco un atisbo de alegría. En la mesilla pudo ver una crema anestésica que efectivamente funcionaba. Solo sentía molestias. Apagó el despertador, se tapó y se volvió a dormir. Obvio por completo el hecho de que se había despertado abierta de piernas, con las rodillas flexionadas y se forzó a creer que el líquido que le rezumaba del coño tenía que ser crema anestésica porque se había limpiado de todo semen antes de acostarse.
Capítulo 6 La habitación cerrada
Dos días se quedó Alba, de baja, recuperándose de la fiesta. Y lo que más le dolía era no poder coincidir en el trabajo con su padre. Su bolso y ropas aparecieron misteriosamente en su habitación.
Su padre no hizo ninguna referencia al día que llegó desnuda a casa. Y era más. Lo notaba distante. En realidad su padre le estaba dando tiempo a recuperarse antes de su siguiente movimiento pero ella sintió otra vez, en su paranoia, que volvía a perderlo.
Llegó el sábado. Y cómo todos los fines de semana ya temía que su padre desapareciera como siempre. Se sorprendió gratamente cuando su padre dijo que cómo hacía buen tiempo se iba a quedar a aprovechar la piscina. En cuanto vio a su padre en bañador tomando el sol en la piscina enseguida se puso un bikini y bajo a acompañarlo.
Cuando su padre la vio llegar Alba sintió cómo le daba un repaso descarado con la mirada. “Nadie puede vernos. Aprovecha para que no te queden marcas de tomar el sol” Alba sonrió tímidamente y procedió a quedarse en topless. En su fuero interno sabía que estaba mal… pero no quería desairar a su padre. Se sentó en la hamaca dispuesta a darse crema solar cuando llegó su padre. “Yo me encargo” sin esperar respuesta le tomó el bote de sus manos. Se tumbó boca abajo, ocultando sus pechos contra la lona de la hamaca. Sus sensibles pezones reaccionaron al roce de la tela. Su padre empezó a darle crema por la espalda, fue bajando y cuando llegó a su trasero, sin preguntar siquiera, tomó la braga y procedió a tirar hacia abajo, Alba se vio forzada a maniobrar para dejar que su padre se la quitara por completo. quedando desnuda con el culito al descubierto. Su padre empezó a darle bien de crema por sus glúteos, paso a extenderlos por la raja del culo y por último noto cómo su padre presionaba su dedo contra su ano. Su hija cerró los ojos y la boca. No estaba bien… pero seguía sin querer desafiar a su padre. Ese dedo termino penetrando en su ano, entrando y saliendo. Al primero le siguió un segundo… y cuando llegó a un tercero Alba casi da un respingo, soltó un ligero quejido pero se mantuvo quieta mientras su padre le follo el culo durante unos segundos.
“Date la vuelta” ordenó su padre. Con cierto nerviosismo en el estómago, se dio la vuelta para mostrarse totalmente desnuda ante su padre. Este puso más crema y empezó a distribuirla… sobre todo por los pechos. Los sensibles pezones de su hija se pusieron duros como piedras. Alba vio la sonrisa de su padre y se puso roja de vergüenza. ¡Estaba mal! Una cosa era dejarse hacer, otra excitarse por que su padre la tocara. Su padre siguió dándole crema hasta llegar a su pubis, a su rajita. Allí estuvo un buen rato arriba y abajo. No quería pero ese permanente toqueteo de su clítoris, esos dedos que jugaban a entrar y salir de su coñito… su padre la estaba poniendo cachonda. Eso estaba mal. No tenía derecho a sentirse así. Su padre procedió a abrirla innecesariamente bien de piernas para seguir dándole crema. Hasta dar una imagen obscena.
Ni palabra dijo. Su padre se puso entre las piernas, se sacó el miembro ya erecto y, sin decir palabra, se la clavo. Puso la mano en el cuello de su hija, la sujetó contra la hamaca y empezó a follársela a gusto mirándole directamente a los ojos. Cachonda como estaba en cuando sintió esa polla llenarle la vagina su hija empezó a reaccionar pese a sus intentos de negarse la realidad. Fue sentir la polla de su padre y empezó a mover sus caderas para reforzar las penetraciones de su padre. Estaba cachondisima después del trabajo sobre sus pezones y clitoris. Apenas llevaba su padre cinco minutos follándola cuando se abalanzó sobre él para abrazarlo y empezar a mordisquear el cuello. Eso significaba que estaba a punto de correrse. “Si. Joder! que gusto. Me corro. Me corrooooo!” Y cayó desfallecida sobre la hamaca.
Ahora, sin la excitación nublando el juicio se dio cuenta lo que acababa de ocurrir, lo que estaba ocurriendo. Su padre no había acabado. No dijo ni palabra. Seguía follándola. Le cogió de la mandíbula y la forzó a seguir mirándole a los ojos mientras seguía follándosela sin decir palabra. Solo con esa sonrisa burlona. Alba se torturaba a sí misma. Sintiéndose fatal por correrse con la polla de su padre. Y tuvo que soportar, quedarse allí, a que su padre terminara de usarla. Fue peor que aún tuvo que sentir algunas réplicas de su orgasmo ante la insistencia de su padre de seguir follándosela.
Sin decir palabra su padre se corrió en el coño de su hija. Y sin decir palabra se levantó y se lanzó a la piscina. Alba casi no se atrevía a moverse. Lo más que hizo fue cerrar las piernas y se quedó allí, desnuda, tomando el sol, roja no por el astro rey sino por la vergüenza que sentía.
La mañana parecía pasar tranquila cuando Alba decidió darse un chapuzón, aún desnuda. “Vamos a jugar a la gallinita ciega” le interrumpió su padre. Muy infantil le pareció pero cualquier cosa que hiciera con su padre le parecía bien. Alba se encargaba de enterrar en lo más profundo de su mente esas otras “cosas” que hacía con su padre. “Vale papá. Lo que quieras” Alba se percató de un brillo en la mirada de su padre cuando dijo ‘lo que quieras’
La hija acabó al fin con una prenda sobre su cuerpo. La única. Una venda sobre sus ojos. Su padre le dio un par de vueltas y empezaron a jugar. En seguida Alba descubrió por que su padre quería jugar a ese juego. Para darle pistas de su ubicación la tenía que tocar. Su hija empezó a sentir cómo las pistas de su padre siempre pasaban por tocarle el culo, el coño o las tetas… Y por mucho que lo intentaba nunca conseguía dar con su padre.
De repente la pista se convirtió en un manotazo. Noto cómo su padre le daba un fuerte azote en el trasero. “Ouch” se quejó pero no paro. Siguió jugando. Pero solo fue el primero. Le siguieron media docena más. Culo, pechos e incluso uno en el pubis. Alba reaccionó a todos con un quejido sordo, un saltito y estoicismo. Sin queja alguna.
Al final su padre se dejó coger. Se topó de bruces con él lo que aprovechó para abrazar a su hija con las manos sobre su culo y apretándola contra su cuerpo. Alba sentía la erección de su padre contra su pubis. Pero disimulo como si no se hubiera dado cuenta. “Ya me has encontrado. Me he divertido” le dijo su padre. Que se divirtiera con ella era un regalo para sus oídos. “Ya va siendo hora de que comamos” . Todo lo que decía su padre sonaba a orden y su hija obedecía.
Entraron en la casa y Alba se puso una camiseta larga sobre su cuerpo desnudo. “¿Quieres que cocine para ti?” le dijo ilusionada. Pero al entrar en la cocina vio que su padre la miraba de arriba a abajo con una mueca de desilusión. “No. Deja. Voy a comer fuera” Su hija se desesperó. Era su primer fin de semana junto. No quería perderlo. “Buffff….” dijo “Aquí también hace calor “Y se quitó la camiseta quedándose desnuda otra vez ante su padre. Vio que este cambiaba el semblante. “¿Seguro que no quieres que cocine para ti?”“Con semejante reclamo no voy a decir que no” dijo mirando descaradamente su cuerpo desnudo.
Alba volvió a sonrojarse. Había vuelto a cruzar la línea. Otra vez. La primera cuando le ofreció su culo. Una cosa era dejarse hacer lo que fuera, negarse a aceptar lo que estaba ocurriendo, ignorarlo más allá de lo racional… Otra muy distinta era usar su cuerpo para mantener la atención de su padre. Ser ella quien activamente buscaba seducirlo. ¿Que tipo de hija hace eso? Se negaba a tener en cuenta lo que le hacía su padre. Para ella, en ese momento, ella era un monstruo. Pero estaba dispuesto a serlo con tal de no perder a su padre.
En la cocina, totalmente desnuda pero con su padre vestido la pobre hija hizo la comida. Podía sentir a su padre recorrer cada centímetro de sus partes íntimas con la mirada pero esa insistió en ignorar ese hecho.
Se sentaron a comer y Alba esperaba tener una charla con su padre. Y se sorprendió que fue su padre el que la inició. Pero enseguida vio que la charla de su padre la encaminó directamente sobre sus experiencias sexuales. “¿Cuándo fue la primera vez que se la chupaste a un hombre”“Papá. No se si…” pero vio esa mueca que no quería ver en la cara de su padre y enseguida reculo. “A los dieciséis” y otra vez esa cara de satisfacción que Alba tanto ansiaba. Su padre la acribillo a preguntas. Su primer polvo, si había estado con más de un hombre a la vez, mujeres… todo antes de que entrara en la empresa, por supuesto. Que si la habían violado alguna vez… Alba casi se queda sin aliento contestando. Se le entrecortaba la respiración. No quería pero se forzó a contestar verazmente a todas las preguntas dando todos los detalles escabrosos que le pedía su padre. “¿Y nunca te habían dado por el culo?”“Me lo pidieron pero yo nunca deje a nadie hacerlo”“Pues yo disfrute mucho rompiéndotelo. Fue un regalo muy personal. Muy bonito. Tu virginidad anal.” y otra vez en su retorcida mente, con ese razonamiento que obvia las cosas más evidentes, Alba se sintió muy contenta que a su padre le hubiera gustado su ‘regalo’.
Terminaron de comer. Y su padre decidió que vieran un rato la televisión. Se sentaron en el sofá y su padre le ordenó, aún desnuda, que se tumbara junto a él recostando la cabeza sobre su pierna. Así lo hizo su hija y puso en marcha la televisión.
Había preparado un video en un pendrive. A su hija se le paró el corazón cuando vio lo que era. Era un video de la despedida de soltero donde ella había sido la estrella invitada tomada por las cámaras de seguridad de la empresa. Ya estaba empezada. Dios. Quería explicárselo a su padre. ¿Que iba a pensar de ella? Intentó levantarse pero la mano de su padre sobre la cabeza la forzó a no moverse. Alba se quedó allí, en silencio, acompasando una pesada respiración. Se forzó a quedarse allí y, tal como estaba, no podía evitar ver el video si no cerraba los ojos. Lo hacía de vez en cuando pero era como ver un accidente. No puedes dejar de mirar. Aunque la accidentada era ella.
Noto que la polla de su padre se estaba poniendo dura. Otra vez sin decir palabra su padre se la saco, tomó a su hija por el pelo y forzó esos labios contra su glande. Alba seguía en shock. No porque su padre tuviera una erección viendo cómo la reventaba a pollazos. Si no por lo que pudiera pensar de ella. Su padre le soltó el pelo y ella, ya instintivamente, empezó a chuparle la polla sin dejar de pensar en cómo iba a reaccionar su padre. su hija subía y bajaba por esa polla, ya no tan pasivamente como las primeras veces. Ya esmerándose en hacer bien su trabajo de chupapollas, la lamia, la tragaba… podía sentir esa polla palpitar en su boca. Hasta que otra vez sin decir palabra, su padre le empujó la cabeza hasta el fondo. Alba sentía que se ahogaba pero podía sentir la férrea tenaza de su padre sujetándola, su glande obturando su garganta, la polla palpitar dispuesta a escupir el semen. Y así fue. Directamente a la garganta, sin ninguna opción, sintió cómo su padre se corría una y otra vez, sujetándola todo el tiempo que necesitaba, y más, hasta quedar satisfecho y vacío. Cuando la soltó su hija empezó a toser y notaba cómo el esperma de su padre le salía por la nariz. Pero aparte de eso ninguna queja salió de su boca. Seguía preocupada. ¿Cómo se iba a tomar su padre lo de la fiesta?
“Sígueme” le dijo su padre que sin esperarla se fue hacia las escaleras del piso superior. Alba lo siguió hasta la habitación de su padre, que sacó una llave y abrió la puerta de la habitación cerrada. “Pasa” Su hija obedeció y entró. Y alucino con lo que vio.
La habitación cerrada era un dungeon sexual. Una cruz de san andrés, un par de ganchos en el techo, estanterías con vibradores, plug ins, fustas, pinzas… Una verdadera sala de juegos BDSM.
“Yo organice lo de la fiesta de hace unos días” Alba se giró sorprendida, sin saber que decir “y lo de tu primer día también y les dije que se dieran rienda suelta contigo. Y más cosas. El puticlub donde hiciste de puta también es mío”
Su hija balbuceaba. “Pero… pero… ¿Porque?” Ni siquiera sonaba a reproche. Más bien a confusión.
“Tu madre nos dejó porque no podía soportar esta faceta de mí. Me pidió que la formara en este mundo pero luego no pudo soportarlo. La odiare siempre. Y tú siempre me has recordado a ella. Por eso no quería tenerte cerca. Pensaba que eras como ella. Mi…. mayor fracaso, mi mayor decepción. Decía que quería ser parte de esto, invertí mucho tiempo y esfuerzos en ella pero llegó un momento que dijo basta y todo mi esfuerzo se esfumó”
“Y me recordabas a ella. Pensaba que si te presionaba cómo ella la imitarías. Que me abandonarías. Pero me has sorprendido. No solo lo has aguantado todo. Tu mirada de devoción el día que te rompí el culo me conmovió. Lo de la fiesta es mucho más de lo que llegue a pedir a tu madre. Y lo has soportado sin rechistar. Y sigues aquí. Estoy impresionado. Y todo por estar conmigo. Con tu padre”
“Cla… claro… haría lo que fuera por estar contigo. Llevo años intentando que tengamos una relación de padre e hija. Quiero que tengamos vínculos. Eres lo más importante para mí”
“¿Sabes? Los fines de semana me tenía que ir para quedar con un par de ‘amigas’ sumisas que tengo. Al venir me jodiste porque no podía traerlas aquí. Pero te ofrezco que tomes su lugar. ¿Quieres una relación padre hija? Esta es la que te ofrezco. Quiero que seas mi sumisa, mi esclava, mi puta particular. Que además seas mi hija solo le da más morbo y me pone a cien. Quiero ver sas mirada de devoción en tus ojos siempre que te use y abuse de ti como cuando me ofreciste tu culo virgen. Si aceptas tendrás toda mi atención. Quiero que seamos el padre y la hija complaciente. Esa relación quiero. ¿Aceptas?” Su padre le ofreció un collar de perro que tenía una chapa metálica con su nombre.
Alba miraba al collar. El primer regalo de su padre en años. Esto estaba mal. Se decía. Era su padre. Que un padre se folle a su hija esta mal. Ser su puta esta mal. Está mal dejarse hacer las cosas que se dejaba hacer…
Pero…
Esa sensación de alegría cuando su padre le prestó atención la primera vez que se la follo. Esa placer que le dio cuando sintió su polla, esos orgasmos que había tenido con él… ¡Está tan bien!
Que su padre se quedara con ella, que le hiciera caso, que tuvieran charlas aunque fueran para ver si escupía o tragaba… Había vuelto de la universidad con el firme propósito de recuperar a su padre. Y había encontrado cómo hacerlo. Siendo su puta. Y si eso era lo que tenía que hacer para recuperarlo… sea!
Alba se puso el collar. Cuando bajó la mirada para leer la placa era un cervatillo asustado, confuso y avergonzado. Ahora se podía ver una firme determinación. Una completa aceptación. No más dudas, no más engañarse a sí misma. Podría vivir siendo la puta de su padre. Podía disfrutar siendo la puta de su padre.Joder. Se había corrido de gusto siendo la puta de su padre.
“Bueno papa. Y cómo quieres que fortalezcamos esos vínculos padre-hijazorra?”
Sin decir palabra su padre la tomó del pelo y la arrastró cerca de una estantería. Allí le puso sendas pulseras de cuero con argollas y una cadena con pinzas para los pezones. La arrastró del pelo otra vez al centro donde pasó las argollas por un gancho que colgaba del techo. Luego pulsó un interruptor y Alba sitio cómo el gaño se elevaba, llevándose con él las argollas, las pulseras y ella misma hasta quedar suspendida en el aire.
Su padre tomó un látigo corto de tiras de cuero. “Muy bien puta. Estás muy segura de ti misma. Ya veremos. Aún te volveré a preguntar si quieres ser mi propiedad esta noche. Cuando haya acabado contigo.” Y procedió a empezar a azotarla. Los golpes eran fuertes, Alba se retorcía. “Puedes gritar si quieres zorra. Nadie te oirá” Su hija saltaba en el aire con cada golpe, a su trasero, sus pechos, sus pezones, con los sensibles que eran… pero en los pocos momentos de lucidez que le permitían esos azotes también era consciente que ese látigo la podía desollar viva y no lo hacía. Con el tiempo se enteró que a su padre no le gustaban las marcas en sus esclavas. Es como rayar un coche. Pierden valor.Tenía la habilidad justa para hacerlas sufrir sin dejar marcas permanente. Su padre la tomó por la cadena que se sujetaba a sus pezones y tiró con fuerza. Las pinzas saltaron pero no antes de hacerla balancear. Sus pezones le quemaban entre los latigazos y las pinzas. Mientras se balanceaba su padre mostró un insospechada habilidad para azotarle el culo a mano abierta cada vez que pasaba. Termino tomando una fusta y siguió azotando a su hija. Después de un inicio frenético sin sentido Pedro se paró y esperó a que su hija dejara de balancearse.
Cuando esta se paró su padre se acercó y le pregunto “¿No me vas a preguntar por qué?” Su hija le contesto entre jadeos ”No lo necesito. Soy tuya. Haz lo que te plazca” Y esa sonrisa de satisfacción, de alegría en la cara de su padre fue un soplo de aire fresco para Alba.
Su padre la descolgó y la soltó. Las piernas de su hija flaquearon y se desplomó al suelo pero eso no frenó a su padre que la arrastró hasta otro artilugio. Parecería un caballete acolchado. Del frontal Alba veía que tenía una parte móvil. Al otro lado salían un par de cadenas relativamente costas con otras pinzas. Era fácil adivinar para qué eran. Su padre le dio un azote con la fusta. “Saca el vibrador, puta y métetelo por el coño. Y luego ponte esas pinzas en los pezones” le ordenó. Efectivamente, la parte móvil del frontal permite sacar un vibrador anclado que quedaba convenientemente orientado hacia arriba. Alba descubrió que estaba lo suficientemente alto como para que al tenerlo clavado en el coño sus pies no llegaban al suelo. Por suerte tumbándose hacia delante tenía más apoyo. Y aprovechó para ponerse esas pinzas en los pezones. Con lo sensibles que eran no sabía si le dolían o si le excitaban.
Así doblada, aparte de las invasiones de su cuerpo, estaba casi cómoda. “Las manos a la espalda” le ordeno su padre y la hija obedeció rauda. Noto cómo pasando un mosquetón por las argollas convirtió las pulseras de cuero en unas esposas. Su padre también puso en marcha el vibrador que tenía en el coño.
Su padre la tomó del pelo y tiró con fuerza. Sintió las cadenas estirarse hasta su máxima longitud y con ellas sus pezones. Así, con la espalda arqueada el glande de su padre se apoyó en su ano. Y de un empujón le clavó la polla de golpe. Su hija grito. “Eso es zorra. Grita. Nadie te oirá” . Y con ese conocimiento Alba dio rienda suelta sus pulmones y sus quejidos. En realidad poder gritar es un alivio. Sentía la polla de su padre entrar y salir como si quisiera derribar una pared. Su hijo estaba totalmente inmovilizada por el dildo de su coño, sus pies colgando, sus pezones tensos por la cadena y el tirón del pelo.
Su hija en ningún momento dijo basta, para o se quejó de forma alguna Su padre pudo sodomizarla a gusto y sin ningún tipo de restricción. Hasta que al fin soltó su corrida en el interior de su hija. Alba resoplaba, dolorida, pero no pensaba parecer débil o renuente. “¿Lo has disfrutado papi? Ojala pudiera volver a ser virgen de culo para que me lo volvieras a romper como la primera vez” Una ligera carcajada alegró a la pobre que aún tenía la polla de su padre metida.
Y seguía sin sacarla….
Y después de un rato sintió por que. Su padre empezaba a mear. Sentía cómo un líquido caliente le llenaba los intestinos mientras su padre soltaba un sordo “mmmmm” . En cuanto terminó Alba sitio cómo su padre le metía un plugin anal. Tapándole el culo, sin que saliera nada.
Su padre la cogió de la cintura y la alzó para desclavarle el vibrador del coño y hacer saltar las pinzas de sus pezones. Alba estaba un poco mareada sintiendo ese líquido ajeno en su interior. A rastras la llevó hasta una silla sybian. Volvió a acabar con otro vibrador metido por el coño. La silla estaba preparada para poder enganchar las argollas de las pulseras a la silla y dejar así atada a la mujer que lo montara. Y así acabó Alba. Su padre ni hablaba. Solo la usaba como si fuera un objeto, una propiedad, cómo lo que era. Le puso una mordaza de bola y una máscara que le tapaba media cara. Su hija no podía ver nada. Noto cómo su padre le pegaba algo al vientre con cinta. Era un consolador de bola que dejó apoyado sobre su clítoris. Las sintió al encenderse y empezar a estimularle a saco. Ahora que el dolor de su ano estaba en retirada sintió cómo un auténtico placer esa doble estimulación. No veía nada pero si oía. La puerta se cerró. “¿pfafpfaff?” preguntó pero sin respuesta. La máquina seguía haciendo su trabajo. oleada tras oleada su clítoris y su vagina pedían a su cerebro que les recompensará con un buen orgasmo. Y así fue. Enmudecida cómo estaba se ahogó sus habituales expresiones cuando se corría de gusto.
Pero la máquina continuaba. Le daba igual que Alba ya tuviera su premio. Las máquinas seguía excitando sus zonas erógenas y empezaba a sentir cómo otros orgasmos… o una continuación del anterior empezaba a surgir. Ni se dio cuenta que su padre había entrado. Le quito la mordaza, y ahora liberada, empezó a soltar juramentos sintiendo ese nuevo orgasmo. “Si. Joder. Ostia! Me corro. Si. Me voy a correr.”“Serás guarra” Le dijo su padre. “Tienes el culo lleno de pis y solo piensas en correrte. ¿Que tipo de puta eres?”“No lo sé” Alba contestó entre dientes. “Dímelo tú. Seré el tipo de putas que me digas. JODER! Si. ME CORROOOOO” y aprovechando que la boca de su hija formaba una O su padre le metió la polla. “Pónmela dura, hija. Que quiero follarte el culo otra vez”
Cómo un resorte Alba empezó a mover la cabeza tragándose la polla hasta el mondo, cómo nunca lo había hecho. Se sentía sucia, usada pero era lo que su padre quería y lo iba a tener. Notaba que esa polla se iba poniendo cada vez más dura y, aunque era para volver a romperle el culo, le daba igual. Se afanó por dejarla lo más tiesa posible. En un momento dado su padre se puso sobre ella. “Dame un beso negro, uta. Lámeme el ano” Alba ni se inmutó ante esa asquerosidad y paso la punta de su lengua por ese orificio para el placer de su padre.
Cuando su padre sintió que estaba listo soltó las argollas y, otra vez por el pelo, lanzó a su hija por los aires hasta dar al suelo, desclavandola del consolador y haciendo que perdiera el vibrador de bola por el camino. Con los ojos totalmente tapados cómo estaba era una muñeca indefensa. En el suelo noto cómo su padre podía cojines bajo su vientre para forzarla a poner su culo en pompa. Hasta colaboró poniéndose en posición. Su padre esta vez ni la ato. Era totalmente libre aparte de la venda de los ojos. Y el sometimiento voluntario de su hija seguía siendo completo. Noto cómo su padre le quitaba el plug in, apoyaba su glande y, dejando caer todo su cuerpo, la clavaba contra el suelo con su polla. Su hija volvió a quejarse, a golpear el suelo con los puños, a dejar salir unos lagrimones pero se mantuvo firme en su sumisión y dejó que su padre disfrutara de su culito hasta que se corrió. Y otra vez su padre se dejó caer sobre ella. Y espero, y espero… y Alba noto cómo una segunda ronda del meado de su padre le llenaba las entrañas. Tan pronto acabó volvió a sentir ese plug in anal que le taponaba el culo.
Alba se quedó desfallecida, en el suelo. Aun vendada esperaba instrucciones de su padre. Lo que fuera. “Bueno, hija. Aún queda una tercera ronda. Mientras recargo” y escuchó a su padre beber. Posiblemente había traído una botella de agua “Dame un buen espectáculo para ponerme cachondo y que se me levante antes. Que no he acabado con ese culito” Alba noto que su padre le dejaba algo en las manos. Lo palpo y adivino lo que era. Un vibrador. Pero el más grande que había visto… bueno… sentido, en la vida. Se sobresaltó cuando su padre lo puso en marcha. Al máximo. Era como un martillo neumático. Las vibraciones eran atroces. Algo así solo podía darle placer a una yegua.
Pero no estaba allí para recibir placer. Estaba para servir a su padre. Intentó orientarse por la voz hacia donde estaba su padre, se tumbó de espaldas, se abrió de piernas y poco a poco, no sin esfuerzo, se metió esa monstruosidad en el coño. Y empezó a meterlo y sacarlo. “¿Te gusta esto papi? ¿Te pone cachondo? ¿Luego le vas a volver a romper el culo a la puta de tu hija? Vas a estar orgulloso de mí. Voy a ser la hija más puta que pueda desear”
Siendo la tercera ronda aún tardó su padre en estar listo pero con su hija emputeciéndose con cada comentario desde luego que los tiempos se acortaron. Alba noto como su padre le volvió a poner unas pinzas con cadena en los pezones pero siguió dándose golpes en la cerviz con ese dildo. En la posición que estaba, de espaldas, su padre le metió cojines debajo del culo para levantarlo. La máscara que le tapaba los ojos desapareció y vio a su padre encima de ella. Dios! que cara. Se le veía totalmente desenfrenado. Su cara de satisfacción lo decía todo. “Quiero que me veas disfrutar cuando te rompa el culo esta vez, zorra” y sin venir a cuento le dio una bofetada. Alba contestó con una sonrisa determinada. “Yo quiero ver a mi papá disfrutar siempre. Úsame hasta reventarme y correte a gusto.” Con cuidado su padre descorcho el culo de su hija, apoyó su glande y volvió a entrar como un elefante en una cristalería. Su hija pegó un salto, se quejó, aguanto y aún siguió metiéndose el dildo mientras su padre la sodomizaba. Su padre la tomó por la nuca con una mano, por la cadena por otra y, alternando tirones hasta poner los pezones de su hija al límite le reventó el culo a gusto, sin ningún tipo de misericordia. Haciendo que diera botes por los aires con cada empujón su hija sintió que su padre volvía a correrse en su culo por tercera vez…. y otra vez esperaba hasta que volvía a descargar todo su orín en sus entrañas para luego volver a taponarlas.
Alba se quedó en el suelo, resoplando, dolorida, con el estómago revuelto pero alegre, con el dildo metido en el coño. Jamás había visto a su padre disfrutar tanto. Y había sido con ella. Miró a su padre de reojo que estaba sentado recuperando también el aire y tomando otro sorbo de agua. ¿Pensaba repetir una cuarta vez? ¿Qué más da? Lo que quiera.
El padre le regaló una sonrisa a su hija. “Dios. Que gozada.Cómo he disfrutado. ¿No me vas a negar nada?”“Solo me niego a que me abandones otra vez. Haré lo que sea por retenerte” su padre se abalanzó sobre ella y le dio un beso largo, húmedo e incestuosos. Lengua contra lengua, como si no existiera nada más. “Si querías mi atención la vas a tener todas. si querías vínculos te voy a hacer de todo. Si querías hacerme feliz te aseguro que voy a disfrutar mucho abusando de ti”
En la mano llevaba una correa que engancho al collar de perro… o debería decir de perra. “Vamos…. voy a sacar a pasear mi nueva mascota. A cuatro patas” También le quito las pinzas de un doloroso tirón.
Su hija se puso a cuatro patas. sintió el dildo caerse al suelo y procedió a seguir a su padre al dormitorio. “Siéntate, perra” Y su hija, ya más preocupada en contentar que en otra cosa, se sentó en cuclillas como si fuera una perra. aunque en esa posición temía que el plug in se saliera cómo era de bien tamaño se mantuvo en su sitio. Su padre se vistió tranquilamente mientras ella esperaba desnuda. Cuando acabó de vestirse volvió a tomar la correa y se llevó a su hija escaleras abajo y de allí al jardín. Busco un árbol y le puso al lado. “Vamos. Le dijo su padre con una sonrisa malévola. No tengo todo el día. Haz tus necesidades. Mea levantando la patita”
Dios. Que humillante era todo. Pasear desnuda, a cuatro patas, por la casa, llevada por una correa… pero además esto. Mear delante de su padre. Pero sin dudar levantó su pierna y, contra el árbol, se forzó a soltar una meada. “Buena perra” le felicito su padre. Y ahora lo otro.
Alba miró a su padre un poco confusa. ¿A qué se refería? “Quítate el plugin” le aclaró. Dios, que sucia se sentía pero su resolución seguía inquebrantable Tomo el plugin, se lo quitó, hizo fuerza, y sintió que todo lo que había depositado su padre salía con fuerza. Bajo la mirada de su padre. Esta vez su hija no pudo evitar sonrojarse pero eso no le impidió obedecer.
“Siéntate” y si hija, imitando otra vez a una perra, se sentó de cuclillas, ya sin miedo a perder el plugin. “Abre la boca” Y su hija pensó que su padre quería otra mamada pero se sacó la polla y, lejos de la boca de su hija, espero. No. Alba adivinó que no era una mamada lo que quería. Su padre empezó a mearle en la cara y en la boca y en las tetas. Alba se había pegado una hora siendo follada por su padre, sin poder beber ni una sola vez. Estaba sedienta y, aunque con asco, bebió ansiosa lo que su padre le ofrecía.
“Bien, bien. Ahora espera aquí…Que te voy a limpiar” Alba vio cómo su padre tomaba la manguera del jardín y le soltaba un buen chorro. Su culo fue su primer blanco pero el chorro recorrió también su pubis y el resto de su cuerpo. Cuando termino su padre se quedó quieto mirándola. Se notaba cierta incredulidad en su rostro.
“No pongas esa cara, papa. La decisión la tengo clara. Joder. Creo que la tengo clara desde la primera vez que me follaste. Ni que me reventaras el culo me ha frenado. Ni las múltiples violaciones, porque voy a llamarlo por su nombre, fueron violaciones, me han amedrentado. Quiero ser tu hija. Y lo seré. Cueste lo que cueste”
“Eso voy a ponerlo a prueba. Ya lo creo. Ponte a cuatro patas y espera” Alba ya actuaba en modo automático. Su padre ordenaba y ella obedecía. Vio cómo se iba. Por suerte las paredes de la finca eran altas pero ya era consciente que aunque no lo fueran también habría obedecido a su padre si se lo hubiera pedido. Este volvió con una silla, un vaso con un Jamesson con Cola y Toby, el perro pastor que hacía las veces de perro guardián. Alba se quedó sin respiración. ¿Que pensaba hacer? ¿No iba a…?
Su padre puso la silla a cierta distancia, se sentó y soltó a Toby. “No te muevas. No eres su primera perra. Ya sabe que tiene que hacer” y empezó a tomarse tranquilamente el Jamesson. Toby se acercó a Alba que temblaba aterrada. Respiraba pesadamente. Le costaba toda su voluntad no salir corriendo. Cerró los ojos y se recordó porque lo hacía. Los volvió a abrir, respiro hondo e intentó relajarse.
Toby acercó su hocico con su cálido aliento a la raja de Alba. Olisqueaba, empujaba con su morro húmedo, lamia… Alba solo miraba a su padre. Muy fijamente. Inmóvil, resoluta. Toby saltó sobre ella. Alba tensó los músculos por el susto pero luego los relajo. Sintió cómo Toby se acomodaba, como una cosa carnosa tocaba su vulva, como las caderas de Toby empezaban a empujar, buscando acertar en ese coño humano. Y con la misma delicadeza con la que follaba su padre sintió cómo la polla de Toby se le metía en el coño. Apretó los dientes, dio un respingo de cabeza y se forzó a dejarse ser violada por un perro. Todo bajo la atenta mirada de su padre a apenas dos metros que, piernas cruzadas, tranquilo, se tomaba un Jamesson con Cola viendo el resultado.
Alba se relajó. Era asqueroso pero físicamente era soportable. Toby disfrutaba y jadeaba de su cuerpo cómo cualquier otro macho haría con ella. Noto como un bulto grande en la base del pene le golpeaba la bulba una y otra vez y con cada empujón se la iba abriendo cada vez más hasta que el bulto en cuestión también entraba con cada penetración.
Y lo inimaginable ocurrió. Concentrada como estaba en estar relajada su cuerpo empezó a disfrutar. Al fin y al cabo era una polla. Y una vez que el cuerpo empezó a disfrutar la mente fue detrás. Y Alba empezó a jadear, a gemir y antes de que pudiera evitarlo empezó a soltar esas expresiones suyas tan propias de cuando va a correrse “NO! Ostia. No puede ser. Si Joder. joderjoderjoder…” los jadeos aumentaron, los gemidos, las exclamaciones y los juramentos mientras su cuerpo se preparaba para otro orgasmo. !Se iba a correr con un perro!!!! Inexorablemente el orgasmo se abrió paso y no pudo disimular que se volvía a correr de gusto. Ahora sí le costó volver a mirar a su padre, roja de vergüenza, pero este solo le devolvió la mirada con una sonrisa divertida.
Que Alba se corriera no significa que el perro lo hiciera. Toby siguió bombeando hasta lo que parecía que iba a ser una buena corrida. Alba se sorprendió cuando Toby se paró un momento, maniobró y sintió cómo el bulbo de la base de la polla del perro se hinchaba y se incrustaba contra las paredes de su vagina taponándola por completo. Y solo después sintió que el perro se corría. ¡Y cómo! Parecía una manguera. Sintió oleada tras oleada cómo el perro la llenaba de semen como ningún hombre había hecho. Y cómo ese bulto empotrado en su coño impedía que se saliera una sola gota. Entonces Toby desmonto, se dio la vuelta y quedo culo contra culo con Alba. Y esperó.
“¿Y bien?” preguntó el padre. “Cueste lo que cueste. Te lo he dicho.” contestó la hija. Su padre sonrió de oreja a oreja, al igual que su hija aún enganchada a Toby. “Tranquila. Se soltara en unos quince o veinte minutos. Te espero dentro. Límpiate primero que te va a dejar pérdida de corrida” y su padre se fue, con su Jamesson con Cola y dejó a su hija en el jardín.
Cuando al fin se liberó, su hija entró en busca de su padre. Estaba en el salón. Para ser una mujer que acababa de ser meada en la cara y follada por un perro se le veía extrañamente orgullosa. El video de la última fiesta estaba en marcha. “Ponte ahí, con los pies separados y las manos en la nuca” le ordenó “Estas casa tienes unas reglas y te las voy a decir. Si no las cumples seras castigada…”
Y en su retorcida mente, Alba era feliz
Las reglas se podían resumir en ‘Eres mía y haré lo que quiera contigo’ y lo que hacían las reglas era poner en tinta los detalles. Cómo vestir, o más bien no vestir en casa. Cómo reconocer las posiciones que le pedía su padre por su nombre, despertarle con una mamada… En el trabajo no cambiaba nada. El sacrificio que hacía su hija en el trabajo por estar con él le excitaba. Pero su relación no sería pública… al menos no para todos. Ramón y Cloe si que lo sabrían… y participarán en futuros juegos.
Alba preparó la cena y cenaron juntos.Y charlaron…. de anécdotas, de vivencias… las referencias sexuales se minimizaron. Si no fuera por esas referencias podría haber sido una charla padre hija de lo más normal. Bueno… por eso y porque aunque su padre estaba vestido su hija seguía desnuda llevando un collar de perro.
Volvieron a ver el video de la violación de hace unos días. Alba volvió a apoyarse desnuda en el regazo de su padre. Le extrañó que su padre no le pidiera una mamada mientras veían cómo se la follaban hasta reventar pero no le importo. Su padre ya sabía que si quería solo tenía que pedirlo… no… ordenarlo. Hacia las doce de la noche su padre se levantó “Vamos a la cama” y la tomó de la correa. Por las reglas ya lo sabia. Si la tomaban de la correa tenía que ir a cuatro patas. Siguió a su padre escaleras arriba hasta su habitación. Descubrió que en la cama había puesto las pulseras de cuero en el cabecero. “Túmbate, boca arriba” Alba se tumbó y espero a que su padre la sujetara a las correas. Lentamente su padre procedió a desnudarse mientras su hija esperaba.
Su padre subió a la cama, se puso entre sus piernas que, enseguida su hija las separó, dobló y alzó la cadera para facilitarle el acceso. Con su estilo su padre apoyó y empujó. Sin delicadeza, sin decir una palabra. Cómo quien no necesita permiso para entrar en su casa, en su propiedad. Y empezó a follarse a su hija a gusto. Empujones fuertes que la levantaban, magreos desconsiderados de sus pechos acompañado de un maltrato a base de retorcer y estirar sus pezones. Bofetadas en sus pechos, cogerla del cuello… todo acompañado de ‘palabras bonitas’ cómo “toma zorra” o “Te voy a reventar el coño, puta”
Y Alba, en una nube, empezó a mover las caderas y a responder su padre. ”Sí papá. Fóllame. Revientame. No valgo para nada más que para que me claven pollas. Joder. Si, si, SI SI SI Mamá era una puta estúpida. Joder cómo follas. Ella se lo pierde y yo lo gano. Que le den a la vieja zorra. Fóllate mi chochito joven papá. Llénamelo de polla, de leche y de lo que quieras. JODER! SISISISISISISISIS” Alba estaba desesperada por poder lanzarse al cuello de su padre y poder darle esos mordisquitos que tanto le gusta dar cuando se corre pero atada como estaba fue imposible. Pero eso no le impidió correrse a gusto, cómo una hija cachonda. Su padre no tardó mucho más en descargar su semen en el coño de su hija y dejarse caer sobre ella. Ambos resoplando.
“Joder.” dijo su padre. “¿Cómo puedes correrte? Soy tu padre, zorra”“¿Y tu?” le pregunto riendo su hija ante la ironía. “Yo, cuando te veo, veo a mi hija pero también a una mujer, a un pedazo de carne que follarme, a una puta de mi propiedad. Pero tú… tú solo ves a tu padre que te folla” Alba se quedó un poco fuera de juego. Era cierto. Su padre veía en ella una puta que follarse pero ella solo veía… a un padre que la follaba.
Por un momento Alba se preguntó si en realidad, todo este tiempo, esto era lo que buscaba. Que su padre se la follara.
“Cómo sea eso me excita mas, putita” le dijo su padre mientras la desataba. “Por hoy suficiente. A dormir” Su hija le dio un beso en los labios “Buenas noches papá, que descanses”
“¿A dónde vas?” le preguntó su padre. “Pues… a mi habi… a donde digas” dijo algo confusa. “Eres mi puta. Y mi puta duerme donde yo diga. Y hoy duermes conmigo en esta cama” y le abrió las sábanas para que se metiera. Su hija, feliz, se metió y se acurrucó con su padre que la abrazo. “Buenas noches hija”“Buenas noches papá”
Alba se durmió pensando que aún quedaba el domingo entró para que su padre se la siguiera follando
Epílogo
El domingo despertó a su padre con una mamada. Este invitó a pasar el día a Ramón y a Cloe a casa. No les sorprendió demasiado tener la confirmación que Alba se había sometido a su padre con total devoción. Para celebrarlo ambos hombres se follaron a las mujeres todo el domingo de todas las formas que quisieron. Se sorprendió cuando Cloe le dijo que la envidiaba. La idea de ser la esclava de su padre, de su hermano, de su abuelo… de cualquiera de ellos. Una relación así era tan deliciosamente prohibida.
El descaro al vestir de Alba en el trabajo ya no tenía límites. Faldas extremadamente cortas o plisadas con vuelo que descubrían braguitas exiguas o inexistentes. Blusas apretadas marcando pezones. Termino con un despacho propio. Algo insólito para alguien de su categoría. Pero bueno. Era la hija del jefe. Su despacho también tenía un sofá abatible. Las compañeras contentísimas. Solo tenían que sufrir algún comentario obsceno o algún tocamiento. Pero cuando los directores querían meter la polla en caliente buscaban todos a Alba.
Había rumores claro. Sobre la relación del padre y la hija… pero solo conjeturas sin pruebas.
Pero tampoco era que todo el día se la estuvieran follando. Se trabajaba. Y mucho. Y estaban a punto de ganar el contrato con los marroquíes.
Al final obtuvieron la respuesta. Les concedían el contrato. Bien… pero faltaba unos flecos. Y pidieron expresamente que Alba fuera a marruecos a cerrarlos. Ella sola. tres días.
De repente todo el destino de la empresa recaía en sus hombros. No. Sobre sus hombros no. Sobre su coño. No se engañaba. Una empleada, sola, en marruecos… ¿Que flecos iba a cerrar? Más bien le iban a cerrar los agujeros.
Su padre le dio a elegir. Ni se lo pido. ni se lo ordeno. Era libre de decidir. En realidad quería ver si la devoción de su hija la impulsaría voluntariamente a someterse a lo que sería seguro un permanente violación de tres días. Todo por la devoción por él.
Su hija no le defraudó. Acepto.
Un jueves por la noche Alba subió a un jet privado.
El domingo por la noche volvió en el mismo avión. Su padre, Ramón y Cloe la esperaban en el hangar donde aparco el jet.
Un tripulante del jet, un marroquí de gran envergadura, la bajó desnuda, en brazos, casi desfallecida. Olía a sexo y a sudor. Tenía restos recientes de semen en su entrepierna, su boca, su pelo, su piel… La habían estado follando hasta el último segundo, en el mismo jet. Con ahínco cogía con una mano un rollo de papeles y un pendrive. El marroquí pasó Alba a su padre. Esta sonrió débilmente cuando se sintió en esos brazos. Le ofreció los papeles, que eran el contrato firmado y el pendrive que contenía un buen montón de videos.
“Vas a estar orgulloso de mi, papa”
[No preguntéis. Puede que haga la segunda parte pero de momento necesito descansar. :p ]