Al y yo

Una pequeña fantasía sobre una hermosa amiga mía.

Vi a una amiga en clase y me sentí con la urgencia de escribir esto que están leyendo. Obviamente esto no es cierto, pero ¿a quién lastima fantasear un rato? Sobre todo si las fantasías son tan calientes...

No diré quien es la chica, por motivos personales (no se sabe quien podría enterarse de lo que escribo) pero la llamaré Al y les diré que es hermosa.

Adolescente como yo, está muy bien desarrollada. Tiene unas tetitas grandes y redonditas, y un culito de esos bien parados y redonditos, algo pequeños; su pelo es negro ondulado, y sus labios carnoso. Una potra, así de simple.

Y la historia va así:

Nos besamos, y sentí como nuestras respiraciones estaban aceleradas. Jadeamos, mientras nuestras lenguas se batían a duelo. Tocaste mi cuello, y tus manos recorrieron mi espalda; toqué la tuya y mis manos se deslizaron por ella, bajando hasta tu cintura. Me detuve un momento, sabía lo que querías porque yo también lo quería, podía adivinar tus pensamientos porque sabía que eran los mismos que los míos. Entonces les hice caso. Bajé mis manos a tu culo, tu lindo culito, manoseándolo y dándole apretoncitos de vez en cuando. Mientras, aproveché y besé tu cuello, excitándonos a ambos, juro que pude sentir tus pezones endurecerse contra mi pecho. Yo también tenía una prueba de mi excitación palpitando bajo mi pantalón.

Nos miramos aun jadeando y sin decirnos nada dimos el siguiente paso.

Me quité la camiseta y sentí tus manos en mi cintura. Vi como me quitabas el cinturón del pantalón y te quité la camiseta a ti. Mi pantalón cayó al suelo y tu faldita siguió el mismo destino, te quedaste en tu ropita interior completamente excitante. Eran una minúscula tanguita negra y un sujetador del mismo color que apenas te cubría todas las tetas.

Nos besamos aun más apasionadamente esta vez, y yo pasé mis manos por tu pelo. Te toqué delicadamente los senos, estimulándote, y jugué con tus nalgas, manoseándolas con ganas.

Te quité el sostén, porque ya no era necesario, y mi boca fue a parar a tus pechos.

Sentí tus gemidos de placer, tu cerraste tus ojitos mientras yo te estimulaba los pezones con mis labios y mi lengua. Pronto tu cuerpo quedó completamente desnudo, ya que quitamos la última prenda que te quedaba. Entonces deslicé mi mano entre tus piernas y delicadamente te empecé a masturbar, acariciándote los genitales, y, de vez en cuando, metiendo algún que otro dedo en tu vagina.

A esta altura pude sentir como te habías excitado mojándote del placer. Tu no te quisiste quedar atrás y tu mano me acarició el miembro por encima de la ropa interior; luego la metiste dentro de ésta y me estimulaste con suaves movimientos hacia arriba y abajo.

Te pusiste de rodillas y le diste un par de sobaditas a mi pija. Te volviste a poner de pie, besándome desde el vientre hasta el pecho, y yo aproveché para devolverte el favor. Bajé hasta tu entrepierna besándote y te estimulé oralmente un poco. Fue entonces que supimos que ya estábamos listos para la verdadera acción, tus genitales húmedos y mi verga totalmente erecta.

Volví a ponerme de pie y separaste tus piernas. Deduje fácilmente el significado de este gesto y te tomé de tu cintura. Levantaste tus piernas, y yo las tomé por debajo de los muslos. Apunté con mi falo y me introduje en tu cuerpo despacio, acomodándome; tú te tomaste de mi cuello, gimiendo con la penetración. Te empecé a coger ahí mismo, contra la pared.

Luego de que nos acomodamos empecé a moverme, yendo hacia adelante y hacia atrás con mis caderas. Sentimos como mi pija se movía dentro de tu vagina, dura como una piedra.

Decidí cambiar de posición, para poder cogerte mejor. Te puse en la cama, sobre tu espalda, tomé tus piernas y te penetré así. Estuvimos así un buen rato.

Luego me acerqué y me puse encima tuyo; te besé y lamí las tetas mientras te cogía con ganas y facilidad. A ti te debe haber gustado mucho porque sentí que tus manos me tomaron fuertemente de la espalda, arañándome.

Entonces quise que llegáramos al máximo placer posible e hice que cambiáramos de posición otra vez. Esta vez estabas en cuatro patas, el "perrito", así te podía penetrar más fácil y profundamente.

Primero me moví lentamente, te manoseé los pechos y sentí como gemías cada vez que mi verga se movía dentro tuyo o cuando yo te tocaba uno de tus (totalmente erectos y sensibles) pezones. Cada toquecito era acompañado de un hermoso y fuerte gemido.

"Más... cójeme más fuerte!" me pediste entre gemidos, y entonces decidí que era hora de empezar a darte con todo.

Me enderecé y te tomé de la cintura, di una rápida miradita y decidí que estaba todo listo: mi pene estaba durísimo y tú no podías estar más excitada.

Empecé, entonces a cogerte con fuerza, moviendo mis caderas pero también ayudándome de tus caderas para empujarte hacia mí.

Jadeábamos mientras cojíamos como animales, brutalmente, inmersos totalmente en el placer.

Te seguí cojiendo de ese modo un rato, sin darte tregua, metiéndote el miembro sin piedad, sabiendo que lo estabas disfrutando tanto como yo. Tu conchita era tan espectacular, se sentía deliciosa mientras mi miembro la exploraba desde adentro.

Te sentí empezar a gemir cada vez más fuerte, casi gritando...

Entonces sentí como dabas un grito de placer y los labios de tu vagina apretaron mi pene rítmicamente, acompañando a un orgasmo que hizo que todo tu cuerpo temblara, la sensación fue indescriptible. Sentí como tus contracciones me llevaban a mí a compartir tu orgasmo y saqué rápidamente mi miembro de adentro tuyo.

Entonces exploté, expulsando semen a chorros de mi verga como si fuera una manguera.

El esperma chocó con tu cuerpo y te corrió por la espalda, por el culo, por las piernas...

Estuve un rato disfrutando como mi cuerpo expulsaba el líquido desde dentro mío, y cubría el tuyo.

El espectáculo fue hermoso, tu cuerpo angelical, aun jadeante, quedó cubierto de mi semen, llenando de líquido blanco tu piel.

Te ayudé a limpiarte con una sábana y nos abrazamos y besamos, bromeando acerca de lo bien que lo habíamos pasado y cuanto lo habíamos gozado.

Espero que lo hayan disfrutado. Es material para una muy buena paja. Eh... tengo que irme, jaja.

¡Habrá segunda parte! Espérenla mientras disfrutan de ésta. (También estoy escribiendo una historia completamente subida de tono de Buffy, así que la van a disfrutar también a esa)