Al servicio de una organizada banda (FINAL)
Aqui les envio el final de la historia, espero que les guste y la disfruten.
Lo que le dijo Manuel a Rodrigo, no llegué a saberlo hasta mucho después, cuando 35 y 43 me lo contaron en una de esas tarde en las que solían olvidarnos todos. Pero no me adelantaré y proseguiré mi relato en orden, como lo he intentado desde un inicio.
Desperté aquella mañana completamente sola en la cama de Manuel, las vivencias del día anterior eran un dolor punzante por todo mi cuerpo, pues tenía las nalgas adoloridas al igual que los senos. Pasé sola todo el día, imaginando a Manuel cada vez que alguna madera crujía levemente, lo veía entrar por la puerta, acercarse a mí, besarme profundamente los labios, sentía sus brazos envolviendo mi cuerpo, reduciendo y moldeándome a sus antojos, a sus preferencias, a sus deseos. Nada de esto sucedió, Manuel no se asomó para el desayuno, ni para el almuerzo. Cuando el sol se puso, me acobije en mi pequeña cama roja hambrienta y desesperanzada de verlo. Un par de horas después sentí la puerta, abrirse lentamente, fingí estar dormida, y los pasos se dirigieron directamente a la cama y ahí se detuvieron. Era Manuel definitivamente, pero no deseaba levantarme ¿Por qué no había venido todo el día?. Me sentí confundida y contrariada, tuve el impulso de subir y buscarlo en la cama, pero me contuve, si él no había venido era por algo. Confié, porque en ese momento aún confiaba, que seguramente él se hallaba ocupado y mañana todo sería diferente. Mis ilusiones se desmoronaron cuando en la madrugada lo sentí despertar, cambiarse silenciosamente de ropa y salir. Ese día el almuerzo me lo trajo 35 y lo hizo igual los dos días siguientes. La soledad fue en un comienzo asfixiante, luego me distraje en explorar el cuarto a detalle, cosa que no había hecho. Revisé el único armario de la habitación y caí de rodillas con las camisas de Manuel apretadas fuertemente contra mi rostro. De manera inocente, yo lo buscaba y lo extrañaba, quería explicaciones pero no me las atrevía a pedirlas. Manuel llegaba tarde de noche y se marchaba de madrugada. Yo nunca espere despierta, no sé si por temor, de que todo estuviera tan mal como parecía o por simple obediencia. Me aferré de manera consistente a la idea, de que todo mejoraría y la vida contribuyo con estas necias ideas cinco días después del fatídico incidente.
La quinta noche, Manuel regresó tarde, pero esta vez no mostró el menor interés en guardar silencio, yo estaba acurrucada en mi camita roja, cuando se encendieron las luces. Abrí los ojos y segundos después vi la figura de Manuel en frente mío, mis ojos brillaron de la emoción, me levanté y fui gateando hasta donde él estaba y pegué mi cabeza a sus piernas. Él me tomó fuertemente del brazo, me levanto hasta que nuestros ojos quedaron frente a frente. En ese momento, percibí que algo estaba mal. El tenía los ojos rojos y su aliento delataba todo el alcohol que había bebido. Baje la mirada algo contrariada. El me cogió de la mejilla y comenzó a lamerme, me lamio la boca y luego me pidió q la abriera para que pudiera mover su lengua como le placiera. Unas pequeñas lágrimas contribuyeron con la humedad de mi rostro. Mi romántico encuentro planeado minuciosamente por días se había venido completamente abajo. Pero me repetí que había sido muy ilusa, que no estaba viviendo una historia de amor. Al menos, Manuel había regresado, no debía comportarme como una chiquilla en este momento, debía demostrarle que había aprendido, que era obediente y complaciente. Repuesta con estas nuevas ideas, me animé y bajé mi mano izquierda hasta su bragueta, él al sentir el contacto, me empujó bruscamente hacia atrás.
-¡Zorra de mierda! No te he dicho que me toques maldita puta, ponte en cuatro sobre la cama, quiero follarte guarra, no jugar a los cariñitos.
Obedecí presurosa, sacudida aún por el empujón y aún más por sus palabras ¿qué era tan grave? Yo, siempre había podido tocarlo, lo había buscado tantas veces con mis manos y con mis labios, verdaderamente no comprendí que era lo distinto ahora. Ya en la posición ordenada, sentí como se acercaba algo tambaleante. Me cogió de la cadera y me escupió dos veces directamente hacia mi ano. Intenté relajarme, dándome cuenta de sus intenciones, pero controlar mi mente en tan poco tiempo me fue imposible
-Ahhhhhhhhhhhhhhhhh- Grité con nuevas lágrimas en los ojos
-Eres una perra llorona- dijo Manuel con todo su miembro dentro mío, lo había metido todo de un solo golpe – Parece que nunca te hubiese dado por el culo, pero si eres toda un perra de culo abierto, te lo he follado cientos de veces, deja de quejarte-
Nuevamente obedecí, dejé de quejarme y gimotear y me emparejé al ritmo de las embestidas, el dolor fue cesando lentamente. De pronto me hallaba nuevamente ahí, con la verga de Manuel entrando y saliendo una y otra vez y yo disfrutándolo, el frenesí me hizo olvidar la situación y la excitación del momento me hizo creer que todo estaba, como debía ser, volviendo a la normalidad. Luego de una par de fuerte embestidas, sentí el cuerpo de Manuel cayendo sobre el mío, los chorros de semen salieron disparados y los sentí calientes introducirse profundamente en mí. Manuel se incorporó, dio unos pasos y sentó sobre el sillón.
-¡Límpiame la polla puta! –
Su petición me fue ofensiva, nunca me había pedido eso antes, mi rostro hizo una mueca de asco y este fue el primer instante en que las cosas me comenzaron a preocupar de manera desesperante y que mis esperanzas por el regresó a la normalidad fueron prácticamente aniquiladas. Había tardado mucho, una fuerte cachetada tiró todos mis pensamientos al suelo. Y sentí un hilillo de sangre invadiendo mi boca. Manuel se agachó y me tomó de los cabellos me jaló hasta al sillón donde volvió a sentarse
-¡Maldita perra! Que inútil eres puta asquerosa. ¡Lame! ¡Chupa! Que chucha no entiendes. Limpia mi pene de tu sucio ano
Presiono mi boca fuertemente contra su erecta polla, yo cerré los ojos y abrí la boca. El sabor fue desagradable, el sabor de mi esfínter mas el de la sangre y algunas lágrimas me provocaron terribles arcadas, las que no me hicieron ganar consideración alguna. Manuel siguió masturbándose con mi boca con fuertes jalones de cabello que dirigían mi cabeza a su antojo. Mis labios bajaban y subían apretando su carne, de mis comisuras resbalaba saliva y algo de semen, el estaba absorto en su placer, ni siquiera me miraba, aumentaba la velocidad y la disminuía. En un momento me cogió fuertemente y no volvió a penetrar mi boca, me mantuvo a prudentes centímetros del glande.
-Ahora, agarra mi pene y apuntalo hacia tu boca – obedecí y con mis manos apunte la punta de frente a mis labios –Quédate así y ahora saca la lengua y empieza a lamer, has que tu lengua suplique por mi semen y mueve rápido esas manitos de zorra para ayudarte-
Así lo hice, con mis manos comencé a masturbarlo enérgicamente, estaba acostumbrada a complacerlo eso era innegable. Mientras mi pobre lengua se retorcía por llegar hasta su glande.
-¡Lame putita!- Me decía mientras no aflojaba ni un poco la mano con la que me sujetaba y me obligaba a jalonearme yo misma los cabellos, pues a cada intento por lamer, estiraba la lengua y tiraba la cabeza hacia adelante.
Pasados unos minutos, Manuel había aflojado lo suficiente la mano para que mi boca engullera todo su capullo. En el cual había empezado a trabajar arduamente para satisfacerlo iba lamiendo y succionando, acariciaba con mi lengua todos los bordes del glande y hacia que mis manos choquen contra mis labios una y otra vez, apretaba bien su verga y procuraba al máximo no perder el ritmo, no debía apresurarme porque gastaría todas mis fuerzas y no lograría que él se corriera, debía aumentar el ritmo lentamente, acelerar en el momento preciso y hacerlo llegar al clímax. Mis cálculos fueron correctos y suaves chorros de leche comenzaron a surgir. Manuel aparto mis manos, cogió su pene y comenzó a restregarlo por todo mi rostro, en un momento fueron como pequeños golpes y después solo termino frotándome por toda la cara su flácido pene.
Manuel se incorporo, dejándome arrodillada al lado del sillón, con la mirada fija en el piso, pero en estos momentos por lo que menos se preocupaba él era por mi mirada.
-¡Quítate la ropa y déjala sobre la cama!-
Desabroché el brasiere negro y me deshice de la pequeña faldita, puse las prendas en el lugar que ordeno y volví a arrodillarme. Manuel agarro ambas prendas y las puso en una pequeña caja celeste. Luego se sacó el polo y se hecho sobre la cama. Pude ver su amplia espalda, sus músculos fuertes, su piel oscurecida por el sol. No pude evitar el revoltijo que sentí en el estomago luego de verlo, pero esta sensación seria la ultima que me quedaría en memoria de mi estúpida ilusión, de mi imposible creencia, de mi totalmente idiota enamoramiento.
-En la caja celeste que acabo de dejar, hay unas esposas y un pañuelo rojo, alcánzamelos-
Inmediatamente corrí hasta la pequeña mesita donde me aguardaban ambos objetos, de manera ingenua se los llevé. Manuel se sentó sobre la cama y me coloco ambas esposas en las muñecas, paso siguiente, me vendo los ojos con el pañuelo rojo. Luego me ordeno tocarlo para que su pene vuelva a resurgir y subirme a él. Así lo hice, primero lo acaricie y luego me subí encima con las piernas abiertas. La penetración fue sencilla, pues Manuel había deslizado sus manos desde mis senos hasta mi cintura, logrando que me excite y me lubrique, por lo que su pene se introdujo dentro de mi centímetro a centímetro, mientras yo emitía gemiditos de placer. Mi ceguera era absoluta, la oscuridad mas el pañuelo habían cubierto todo mi campo de visión.
-¡Salta! Vamos, muévete perra-
Yo estaba moviéndome, lo más rápido que podía, sentía sus bolas chocar contra mi cada vez que bajaba. Puso ambas manos en mis caderas y me ayudo a hacerlo con más fuerza. Subía y bajaba con un ritmo constante, hasta que dijo
-Que rico estas saltando, pero ahora ven, agáchate un poco, si así, ven, déjame tocarte, ahora apoya tus pequeños senitos en mi pecho, muy bien-
Mi cuerpo sintió el calor de su cuerpo, mi consuelo y mi alivio fueron totales al verme tratada con cariño nuevamente, estaba teniendo los instantes más sublimes después de mucho, cuando sentí una terrible presión en mi culito. Me sobresalte asustada pero Manuel me tenia abrazada encima de el y dos manos nuevas empujaron mi espalda.
-¡No! Ahhhh ¿Qué pasa? ¿Qué está sucediendo Manuel?-
-No digas mi nombre puta- Dijo Manuel y con una de sus manos agarró mi boca de manera brusca.
La presión en mi esfínter aumento, y sentí como centímetro a centímetro una polla desconocida me invadía, me penetraba el culito, estaba llena con la polla de Manuel, así que el nuevo invasor me causo mucho dolor, sentía que me asfixiaba, Manuel me cubría toscamente la boca y dos manos me apretaban contra él. Luego de unos interminables minutos, sentí que había llegado a tope, y comenzaron las embestidas. EL inicio fue completamente doloroso, me sentía partir en dos, comencé a llorar y a gimotear. Estaba completamente inmovilizada, dos enormes vergas me estaba penetrando al mismo tiempo, cada uno llevaba un ritmo diferente, sentía mis agujeritos abiertos y palpitantes, abría la boca varias veces intentando gritar y Manuel metía casi toda su mano adentro de mi boca cada vez que sentía que yo la abría, así que no volví a intentarlo. Aguante callada. Las penetraciones fueron aumentando de ritmo
-¡Vamos! Zorra, vamos puta, ya voy a acabar-
Reconocí la voz inmediatamente, era del hombre que había visto en la sala unos días atrás, el hombre que acompañaba a Rodrigo, ¿Cuál era su nombre?. No importaba, Manuel estaba dejando que él me violase, no podía creer que triste era mi suerte. En qué momento había entrado él, ¿Acaso habría más personas? Este pensamiento estremeció mi cuerpo. Justo al momento en que escuchaba
-Sí que rico, te estoy llenando todo el culo de leche, que buena estas puta-
Las cosas no habían terminado, el chico se retiro de mi adolorido ano y cuando yo me preparaba para descansar un poco, sentí una nueva presión. ¡Alguien había tomado el lugar del anterior! Y forzaba nuevamente mi ano, que no había tenido tiempo de recuperar su forma. Las embestidas fueron algo más débiles en este caso y la nueva polla que me ocupaba era algo más pequeña que la anterior y que la de Manuel. Estuve unos diez minutos, cuando sentí los chorros de semen salir disparados dentro de mí. Cuando este chico se retiro, yo ya no sabía que esperar, tenía la voluntad acabada y el cuerpo totalmente sometido. Pese ha haber sido penetrada tres veces por atrás este día, mi pobre ano, no había alcanzado el tamaño suficiente, la cuarta verga que me estaba rompiendo era de un tamaño considerablemente mayor a las anteriores, lo cual hizo que mi cuerpo se contraiga, pero ya no hice ningún esfuerzo por evitar nada. AL fin llego a tope y sentí los huevos chocar conmigo y las embestidas resurgieron y mi cuerpo comenzó a bambolearse de adelante hacia atrás, mis senos se restregaban contra el pecho de Manuel y las manos del nuevo muchacho no dejaban de pellizcar y darme golpes en las nalgas. A los quince minutos este ultimo chico termino y Manuel se le unió, sentí ambas descargas llenarme completa, estaba pues repleta de leche. Ambos se separaron de mí, y me dijeron que me quede en cuatro sobre la cama, luego me tomaron varias fotos y algunas mas a mi dilatado ano, que goteaba leche de las abundantes corridas que había recibido.
La noche fue larga, me violaron una y otra vez los cuatro chicos. Me dejaron en un cuarto algo oscuro y con un olor fuerte a humedad cuando estuvieron ya cansados y se fueron todos a dormir. Me dolía todo el cuerpo y a cada momento las lagrimas surgían de mis ojos sin que las llame ni las busque. Cuando el sol alumbro a la mañana siguiente, estaban 35 y 43 echadas en otro rincón de la habitación, dormían juntas por el frio, estábamos en el primer piso, ambas se me acercaron y me llevaron al baño, ahí me lavaron silenciosas y luego me entregaron un uniforme igual al suyo.
Esa tarde, en un momento que quedamos solas, ellas me dieron los pormenores de los últimos sucesos, pues estaban enteradas de todo lo que había pasado y además eran las únicas a las que me atrevería o me estaba permitido preguntar por algo. Me contaron que aquel día Manuel bajo furioso de la habitación, había gritado y vociferado. No llegaron a escuchar muy bien la decisión tomada, pero al día siguiente Rodrigo partió temprano por la mañana a “una misión” a la cual Manuel lo había enviado. Debía consistir en algo complicado, no lo sabemos, se disculparon, pero fue a modo de castigo, eso es seguro. Luego Víctor contó todo lo sucedido y aprovecho para sobonear al jefe y contarle que, él intento hacer que Rodrigo siguiera sus ordenes, pero este no lo había escuchado. También me dijeron que el día anterior el mismo Víctor había llevado mi uniforme donde ellas y les había dejado las claras indicaciones de limpiarme y entregármelo a la mañana siguiente. Y ahí estábamos, las tres luego de pasar toda una mañana juntas, ellas parecían haber olvidado rencores pasados, eran mis amigas de siempre y estábamos las tres en la misma pesadilla.
Pasé los tres días siguientes como dormida, como quien siente los días pasar y los ignora sin reparo alguno, aún no tenía respuestas suficientes para todo lo que había pasado, solía repetir la serie de sucesos una y otra vez por mi cabeza, mientras hacía mis labores en la casa, intentando todo el tiempo encontrarle el sentido lógico, buscaba el momento preciso en que Manuel había dejado de quererme y no lo hallaba. Pero quizás de tanto pensarlo o solo como un añadido a mi triste destino, las respuestas llegaron esa noche. No había vuelto a participar en una orgia después del día en que Manuel dejó por primera vez que me violaran todos. En estos tres días los chicos solo me habían tomado uno a uno, en diferentes momentos para satisfacer sus deseos, a veces también nos pedían espectáculos lésbicos que debíamos dar devotamente con 35 y 43 en la sala, entre ellos y la tele. En este tiempo, no había vuelto a ver ni una sola vez a Manuel y dicho sea de paso tampoco a Rodrigo que debía estar en su misión o castigo, no tengo la certeza. Llegada la noche, cuando ya nos alistábamos las tres chicas para ir al lugar donde dormíamos. La puerta se abrió y todos vimos entrar a Rodrigo, con la barba crecida y un par de grandes ojeras. Saludo a sus amigos con algunas palmadas en la espalda ni siquiera me miro, aunque me pareció sorprenderlo cuando lo hacía de soslayo un par de veces. Dejo su pesado equipaje sobre la sala
-Trae un par de tragos 35- Ordeno Rafael e inmediatamente 35 obedeció
-Voy a llamar a Manuel- Dijo Diego y subió las escaleras rápidamente
Los que se quedaron en la sala se sentaron y encendieron el televisor como siempre.
-¡Tú puta!- dijo Rodrigo señalándome y con una fría mirada de rencor
Yo bajé la cabeza y comencé a gatear hacia él.
-Ven y lámeme los huevos zorra-
Me acerque resignada, incapaz de mirarlo a la cara, yo también lo odiaba, en el fondo estaba segura que gracias a él no estaba descansando al pie de la cama de Manuel en este instante. Empecé a pasar mi lengua suavemente por sus huevos y me metí uno a la boca. Su erección se volvió tremenda en cuestión de segundos. Él llevo su mano derecha hacia mi rostro y me tapo la nariz y con la otra mano me cogió del cabello. Tomé aire por la boca y la abrí de manera exagerada, cosa que el buscaba tapándome la nariz. Aprovecho tener mi boca así de abierta para meterme su polla de un embiste hasta casi la garganta, sentí nauseas y asfixia juntas. Pero no tuve tiempo para nada, estaba yo en esa ridícula posición cuando las gradas comenzaron a sonar, eran Manuel y Diego que iban bajando, pero ¡Había alguien más! Manuel sujetaba una correa y una chica tanteaba las gradas para no caerse poniendo una manito detrás de otra. ¡Ella, llevaba mi uniforme negro!. Cuando llegaron al primer piso, la boca de Sofía estaba completamente llena. Rodrigo había comenzado un mete y saca profundo que provocaba que todo el contorno de los labios de Sofía se mojaron de su propia saliva. Manuel se sentó al lado de Rodrigo y acariciando suavemente el rubio y lacio cabello de la chica la acerco hasta su miembro. Ella comenzó a dar lamiditas tímidas y luego metió el miembro de Manuel en su boca, quien se distrajo en la tele y la dejo hacer, tranquilo y distraído.
Mientras luchaba por encontrar aire, unas lágrimas delatoras bajaron por mi mejilla. Rodrigo se percató
-Esta zorra de mierda, está llorando, no quiere alguien darle por el culo para darle un buen motivo por el cual llorar- Dijo Rodrigo, haciendo aun más salvaje el movimiento de sus manos. Él estaba completamente feliz, había logrado su objetivo tendría a la puta de Sofía todas las veces que quisiera y cómo la quisiera. Si bien las cosas le habían costado un poco más de lo que creyó. Por desesperado y desobediente como le dijo Manuel. En un par de semanas más me iba a aburrir de ella e ibas a tener lo que querías a tu disposición, pero ahora por haber tratado de adelantarte, no serás el segundo hombre en follártela. Dicho y hecho todos sus demás compañeros lo hicieron antes, mientras él iba en un cansado viaje a un peligroso lugar de la ciudad.
-La nueva amiguita de Manuel me ha calentado mucho, voy a desquitarme en el culo de esta zorra- Dijo Jesús, se bajo la bragueta, se coloco detrás mío y comenzó a forzarme. La chica, vio la escena con ojos de incrédula, luego volvió su mirada hacia Manuel y se abrazo con ambas manos de sus piernas, sin dejar de lamer su miembro en ningún momento por supuesto.
¡Claro! Se sentía segura, muy segura, estaba entre las piernas de alguien que fingía cuidarla. Me sentía celosa, y era en este momento tan ridículo el sentimiento pues estaba claro que Rodrigo no era culpable de nada, de todas formas hubiese sido reemplazada. Esa chica tan blanca como yo pero de ojos claros y cabellos rubios, despertaba en mí un horrible sentimiento, la odiaba por estar ahí en ese momento, pero a la vez me compadecía pues pronto le harían lo que me hicieron a mí, era seguro. Rodrigo había pagado por desobediente unos días en quien sabe donde y nada más, yo no había hecho nada, pero estaba recibiendo todo esto. Manuel no me había querido jamás eso ya era una verdad evidente. Pero el fin dejaba yo de hacerme la tonta. Perdí cualquier mínima esperanza, sentí las embestidas en mi culo, como si todo pasará en un lugar distante, mi boca seguía engullendo la polla de Rodrigo. De igual manera, todo había acabado para mí, me había convertido con resignación en una maldita puta, sin embargo algo, aunque sea pequeño, había logrado ganar, una sensación de lujuria me invadía al ver a la nueva. Cuando sea su turno de bajar al primer piso, cuando acaben con su orgullo, con sus pensamientos, con todo de ella y la dejen tirada en un rincón de nuestro cuarto. Yo me acercaría a besarle los labios y acariciarle el cuerpo, le susurraría cosas suaves al oído, acomodaría su cabello y dejaría que lloré en mí. Pues cuando ese momento llegara, estoy segura, que ella será el único ser humano que entenderá por todo lo que yo he pasado.
FIN