Al servicio de una organizada banda 5

Rodrigo aprovecha la ausencia de Manuel y hace de las suyas en la casa. ¿Se atrevera a violar a Sofia, desafiando por completo la autoridad de su jefe o se contentara con humillarla?

Todos giraron la cabeza al escuchar las pisadas en las gradas. Los cinco muchachos se encontraban en la sala mirando la televisión con unas cervezas. Ya habían terminado de cenar, ahora conversaban y veían el partido mientras habían ordenado a las chicas que se hagan un 69. Manuel, paso la vista por la gran sala y se percato que había llamado la atención de todos los presentes. Rápidamente Rodrigo se incorporo, dirigiéndose a las chicas

-¡ustedes sigan putas de mierda! ¿Quién les ha dado permiso para detenerse?, Manuel ¿Qué tal? ¿Estuvo rica la zorrita? – Dijo y disimulo por completo su ansiedad.

-¡Si! ¿Cómo folla esa guarra con cara de niña?- Dijo Víctor sumándose a la conversación

-¿Ya le has dado por todo lado? - pregunto Rafael

-Bájala, también queremos probar a esa zorra – Agrego Rodrigo.

-No, no lo hare, ya está dormida. Además, les diré unas cuantas nuevas reglas. Estas zorras de acá, están completamente a su servicio. Sofía tendrá prohibido bajar de la habitación, al menos que yo lo autorice. Y ustedes como ya saben, tienen prohibido entrar a mi habitación. Ella no hará labores domesticas y obedecerá básicamente mis órdenes- Dijo Manuel como respuesta

-¡Puta mare! Eso no es justo, lo sabía, como es posible, nosotros hemos traído a esa puta aquí, tenemos también derecho de probarla, pero tu te la vas a quedar para ti solo – Rodrigo no pudo disimular mas su frustración, había tenido muchas ganas de esa perra de mierda y ahora la sacaban completamente de su alcance

-Olvidaré todas tus palabras Rodrigo, con la promesa de no volver a escucharlas más. La decisión está tomada – Agrego Manuel con tono determinante.

Rodrigo refunfuño un rato mas para sus adentros pero no se atrevió a decir nada. Manuel ocupo un lugar al lado de Marco e inmediatamente Diego le alcanzo una cerveza. Rodrigo no volvió a tomar asiento, dio un par de pasos detrás de los sillones, luego camino rápidamente y cogió a 35 de los cabellos y la jalo hacia atrás también. Nadie se inmuto ante la escena. Rodrigo arrastro a 35 por todas las gradas, jaloneándola inútilmente ya que la pobre no ofrecía resistencia alguna, llegaron al pasadizo, Rodrigo empujó con violencia la primera puerta a la derecha y empujó a la chica dentro. Ella cayó de rodillas, quejándose inaudiblemente.

En los siguientes minutos, en la sala se empezaron oír los fuertes gritos de 35, desde la habitación de Rodrigo. Eso distrajo a Jesús un poco del partido y vio a 43, a quien todos habían olvidado, sentada en medio de la sala con la mirada ida

-¡43! Ven perrita, acércate y mámame hasta los huevos- Le ordeno, y la chica se deslizo obediente, abrió su bragueta y comenzó a complacer  a su amo.

Los días transcurrieron y las chicas fueron acostumbrándose a su papel, 43 y 35, sumisas y obedientes se encargaban de la casa, sus manos se habían maltratado de fregar los platos y lavar la ropa. Andaban de un lado a otro, acostumbradas a los consoladores en sus vaginas todo el rato. Solían estar atentas a cualquier pedido, siempre complacientes. Habían olvidado como quejarse, y eran tomadas en un cualquier rincón de la casa, las posicionaban y las embestían sin mayores aspavientos. Participaban en innumerables orgias y habían ganado mucha experiencia, lograban posiciones más acrobáticas y soportaban sin cansancio a que todos sus amos saciaran sus ganas.

Manuel mantuvo encerrada a Sofía por dos semanas en su habitación. Nadie la vio, él le llevaba la comida todos los días con la devoción de un padre. Por estas razones y por otras consideraciones más, Sofía se fue convenciendo que de algún modo era querida y protegida. Se sentía segura, se acurrucaba todas las noches en su pequeña cama roja, algunos días Manuel la había invitado a dormir con él, luego de una larga faena en la cama, caían los dos entreverados y rendidos. Despertaban así, y Sofía solía acurrucarse, tratando de volver a invocar la noche. Siempre usaba su uniforme, mantenía el cuarto ordenado, se mantenía siempre hermosa, limpia y dispuesta. Había aprendido diversos secretos para complacer a Manuel, era a lo único a que se dedicaba. Lo lamia por todo el cuerpo, le hacía masajes en los pies. Fue descubriendo uno a uno los lugares que lo estremecían, los que le hacían cosquillas, archivo todo en su memoria y había ganado una gran ventaja con esos conocimientos, pues era totalmente complaciente y mantenía a Manuel muy satisfecho.

Pasados los quince días Rafael, Jesús, Marco y Manuel, salieron de viaje, debían de arreglar unos asuntos y traer víveres. Se quedaron a cargo de la casa Rodrigo y Víctor. Manuel confiando en su segundo al mando le encargo la tarea de alimentar a Sofía y le dejo muy en claro que no la tocara si sabía lo que era bueno - Los agujeritos de la nena eran solo para él- aclaró. Los hombres partieron, ni bien no pudo divisarse el auto en el horizonte. Rodrigo se apresuro, subió las gradas empujo la tercera puerta de la izquierda, fulmino la habitación con una mirada pero no pudo ver a Sofía, dio unos pasos dentro de la habitación y se fijo al costado de la cama en la camita roja, Sofía estaba acurrucada ahí, descansaba de manera angelical e inocente, su traje negro, dejaba su fina cintura y sus piernas visibles. Rodrigo se empalmo contemplándola, ella llevaba el cabello desordenado y el collar negro algo ladeado. Rodrigo busco al frente la correa, la saco en silencio y luego la abrocho en el collar de la chica. De un golpe súbito que casi la ahorco, la jaloneo hacia arriba. Sofía se despertó dando un par de manotazos al aire y buscando el aire que la presión de la correa le había quitado

-¡Despierta perrita mimada! Es hora de trabajar puta- Dijo Rodrigo y cogió la quijada de la chica. Ella tomo conciencia de la situación, poso su mirada sobre los ojos de Rodrigo, reconociéndolo. Él, le escupió en la cara y comenzó a reírse, le tiro una fuerte nalgada que le hizo dar un grito y agrego – en cuatro perra, ¿Qué no has aprendido puta?, ¡en cuatro!- grito y descargo una serie de golpes en las nalgas de la chica, la cual se hecho arrodillo y se puso en cuatro lo más rápido que pudo, limpio la saliva de su rostro, bajo la cabeza asustada, preguntándose por Manuel.

Rodrigo la hizo bajar las escaleras y al fin después de 15 días, las tres amigas volvieron a reencontrarse, ellas la vieron bajar en cuatro patas, llegar al suelo y levantar la mirada, reconociéndolas ella esbozo una sonrisa  que ellas no respondieron. Se quedaron serias, observándola. Se percataron en ese momento de todas las diferencias. Lo hermosa que se veía ella, la suavidad de su piel. En cambio, ellas habían sido violadas y torturadas, hacían todo tipo de trabajos y de labores, tenían las manos duras y las rodillas maltratadas de tanto arrastrarse por pisos ásperos. Sintieron envidia y odio hacia su compañera que las miraba ingenuamente.

Rodrigo la llevo al centro de la sala y llamo a 43 y 35, quienes acudieron rápidamente. Mando a 35 por un poco de  miel. Ella regreso rápidamente con el encargo. Sofía estaba calladita, en la indecisión si preguntar o no por Manuel, estaba confundida ¿A dónde había ido el? ¿Por qué la había dejado? Hasta ese momento el había cumplido fielmente su promesa, si bien no había visto nada más que las cuatro paredes de su habitación, al menos se había sentido segura. Había llegado a soñar con Manuel, sorprenderse enamorada y con una punzada de certeza en el corazón de que era correspondida. ¿Por qué la había abandonado?. Rodrigo se puso detrás de ella y desabrocho el brasiere que se deslizo lentamente por los brazos hasta caer al suelo, luego le ordeno a Sofía echarse en medio de la sala. Ella había pensado en revelarse y oponerse en cualquier momento, pero obedeció por costumbre, además que la mirada de Rodrigo le provocaba un temor terrible. Tendida con sus pechos al aire apuntando al techo, suplico porque Manuel apareciera y que esto se tratase de un mal sueño. Pero el frio de la miel cayendo sobre sus senos, la despertó e hizo que su expresión se tornara en un gesto de angustia, al que Rodrigo respondió con una sonrisa macabra. Dejando los senos de la chica bien embadurnados, rompió el silencio al fin

-Limpien a su amiguita, perritas, ¿a ustedes les gusta la miel verdad? Miren la perrita consentida esta ahora toda melosa, ¿vamos chicas no quieren comerse a Sofía?-

Ambas se abalanzaron contra mí de manera brusca, cogieron mis senos y los presionaron, arrastraron sus lenguas por todo mi pecho, aprovechaban y me mordían, me lamian y se besaban entre ellas. Disfrutaban de la miel como de un manjar, prácticamente habían olvidado que eran mis senos, solo estaban concentradas en lamer toda la miel que les fuera posible, succionaban y apretaban mis senos contra sus bocas. Cerré mis ojos y pedía despacito que se detuvieran por favor, en eso sentí unos pasos adicionales dentro de la habitación.

-¡Joder! Eres un idiota, un completo cabron ¡Que mierda estás haciendo! Manuel va a matarte imbécil- Dijo Víctor, completamente sorprendido por la escena, pero no pudo evitar excitarse, en realidad Sofía parecía una adolescente y verla retorciéndose mientras las otras dos la lamian lo hizo ponerse a mil – puta mare, esa puta de verdad esta buena, mira como se retuerce la pobre- mientras decía esto ya se había quitado los pantalones, se puso detrás de 43 y apunto directo a su ano, la pobre chica había estado consciente de todo, pero la presión la hizo perder su ánimo en la miel – sigue chupándole las tetas a tu amiguitas perra, ¿Quién te ha dicho que te detengas?- dijo Víctor y empezó a bombearla con fuerza, sin despegar los ojos del rostro de Sofía. Rodrigo, quedo algo sorprendido por las acciones de su amigo, pero luego la idea le pareció genial y lo imito, penetro a 35 por el ano, y llevo sus dedos a la boca de Sofía y empezó a tocarle, le hundía sus dedos hasta la garganta provocándole arcadas, toqueteaba sus dientes y jugueteaba con su lengua. Mientras la pobre solo intentaba zafarse, sin éxito alguno. Ambos chicos terminaron, dejando los anos de ambas chicas bien dilatados, la corrida de Rodrigo había sido abundante y 35 chorreaba algo de leche.

-43 y 35, pónganse en cuatro quédense así, sepárense las nalgas con sus manos perritas, que lindas que son, son unas perritas obedientes. Vamos a enseñarle a esta estúpida algo de modestia, ¿ por qué hacías esas caras perra? No te gusta que tus amiguitas te laman las tetas, perra, aprenderás algo de verdaderos modales-  dijo esto y la jalo de la correa    -   en cuatro puta, en cuatro, ¡Ven acércate! Ahora límpiales el culo a tus amiguitas, ellas están recibiendo todas las vergas por ti, zorra, deberías agradecerles, asi que empieza mover la lengua ¡Límpialas! ¡Bien limpias!-

Me acerque y no pude contener las arcadas al quedar mi rostro muy pegado a los dilatados esfínteres de las chicas. Rodrigo se dio cuenta de mi debilidad y comenzó a golpearme fuertemente en las nalgas, me acerque y saque la lengua tímidamente y comencé a lamer, sin poder contener las arcadas. Rodrigo se enojo

-¡Hasta el fondo perra! Quiero tu lengua entrando y saliendo de esos abiertos anos-

Las chicas disfrutaban con mi humillación, porque separaban sus nalgas con fuerza y reían bajito para no ser escuchadas. Rodrigo cogió mi clítoris y comenzó a retorcerlo sin reparos, no tuve otra alternativa el dolor era agudo, limpie bien el culito de mis amigas, pese a estar limpios me obligaron a lamerlos un rato mas. Luego Rodrigo les ordeno que se pararan y mando a 35 a traer “una sorpresa” para la perrita engreída.

Yo me quede con Víctor y Rodrigo en la sala, ambos me miraban por todos lados y me toqueteaban, yo cerraba los ojos y pedía por favor que todo acabara pronto. Cuando Rodrigo comenzó a pellizcar mis adoloridos pezones, saque fuerza y sin levantar la cabeza pregunte

-¿Manuel? ¿Dónde está Manuel?

Rodrigo me tiro una cachetada que me dejo tirada en la alfombra -¡Perra de mierda! No tienes permiso para hablar estúpida, no puedes decir nada si no te lo mando, eres una malcriada, Manuel no te ha enseñado nada, para eso estoy yo, perra de mierda, para hacerte saber tu lugar, no eres una princesita- Mientras hablaba, me escupía de frente al rostro. Víctor había retrocedido algunos pasos, pero regreso, cuando Rodrigo empezó a reír  - estúpida, Manuel no vendrá hasta mañana, hasta ese momento, me encargare de que aprendas tu lugar en esta casa. No estás por encima de nadie, eres una perra. Manuel no demorara en aburrirse de ti y dejaras de ser exclusiva, puta de mierda-

Cuando Rodrigo termino de hablar, 35 había vuelto con un vaso enorme, el vaso era grande. Ella lo puso sobre el suelo y Rodrigo me ordeno a acercarme, el vaso estaba lleno de una espesa leche semi congelada, no me di cuenta de que se trataba hasta tener la nariz a un centímetro, era un montón de semen, acumulado en ese gran vaso y refrigerado, quien sabe durante cuánto tiempo.

-Perra de mierda, este será tu almuerzo hoy día, debes acostumbrarte a tomar lechecita, Manuel no debe llenarte perra, las putas como tú siempre quieren más leche y yo voy a satisfacer tus deseos de puta-

Yo retrocedí espantada y poco dispuesta a beber el contenido, pero 43 le alcanzo una correo a Rodrigo, el se coloco detrás de mi

-Es tu última oportunidad perra, empieza a lamer o veras lo que es  bueno-

Me azotó dos veces y el dolor fue tan profundo que comencé a sorber el contenido, intentando no respirar, la leche era viscosa y me producía muchas arcadas, pero cada vez que me detenía, Rodrigo volvía  a golpearme con mucha fuerza. En esa tortura, logre vaciar todo el contenido.

Rodrigo levanto el vaso vacio y paso su dedo anular por los bordes, luego hundió su dedo dentro de mi boca obligando a tomar hasta las últimas gotas de leche del recipiente. Rodrigo se sentó encima de sillón y jalo de mi collar hasta colocarme de rodillas frente a el, yo supe de inmediato que era lo que quería, intente alejarme, pero me cogió de los pelos y me metió su verga que golpeo fuertemente mi garganta, la tenia de menos grosor que Manuel, pero era mucho más larga, lo que me producía muchas arcadas y sensación de asfixia. Me cogía del cabello y me follaba la boca, mientras me tiraba suaves cachetadas y me acariciaba los labios, tratando de abrir más mi boca. Le ordeno a 35 que me chupara la vagina. Víctor al ver la escena había ido a la cocina prácticamente huyendo y había llevado con él a 43, se escuchaban los gemidos de ella y las nalgadas que Víctor le debía estar dando mientras la penetraba. Pero en mis oídos lo que verdaderamente retumbaba eran los gemidos de Víctor, quien me metía su polla hasta el fondo, sentía mi garganta llena, no aguanto mucho y me lleno la boca de semen. Creí que todo había terminado, pero el parecía furioso, me tiro una fuerte cachetada se levanto, provocando que yo y 35 nos fuéramos hacia atrás.

-Perra de mierda, que rica boca tienes puta, y Manuel no te quiere compartir zorra-   agarro la correa y la descargo un par de veces sobre mi espalda. Luego, me cogió de los cabellos me llevo a la cocina, yo siempre a cuatro patas, cogió unas soguillas que habían colgadas y me ato las manos a la pata de la mesa. Me hizo echarme y luego se sentó encima mío, aplastándome contra el frio piso de la cocina, luego mando a 35 por algo que le indico a señas, para que yo no pudiera entender.

Cuando ella regreso comenzó mi tortura. Rodrigo quemaba mi espalda con gotas de será derretida, yo gemía de dolor debajo de él, sentía mi espalda arder. El inclinaba la vela y las malditas y ardientes gotas caían y se pegaban a mi espalda haciéndome gritar. Cuando se canso de esto y no había más espacio en mi espalda que quemar. Rodrigo se levanto y me soltó, mi rostro era una ducha de lágrimas, había llorado y había gritado, para todo su placer, estaba perdida, triste y mi cuerpo temblaba. Rodrigo saco su miembro de su pantalón, me miro el cuerpo entero, estaba arrodillada frente a el, sujetada por su mano derecha de los cabellos, entonces de una cachetada me ordeno abrir la boca, lo hice rendida y temerosa. Entonces comenzó a orinarme, los primeros chorros dorados entraron a mi boca y los demás cayeron sobre mi rostro y mis senos. Comencé a llorar nuevamente y él se rio, al terminar se subió la bragueta.

-Ya terminamos perra, ahora anda al baño y lávate, te quiero limpia para continuar-

Me lave y refregué mi cuerpo lo mas que pude, me sentía sucia y usada, no podía contener las lagrimas y tenia nauseas cada vez que recordaba todo lo sucedido, tenía mucho miedo, deseaba no volver a salir, si me quedaba encerrada ahí, quizás evitaría muchas cosas, no sabía cómo enfrentar lo que sucedía, no estaba acostumbrada, no lo esperaba, era feliz , muy feliz complaciendo a Manuel, el era un caballero, el me gustaba mucho y también hacia que yo disfrute. ¡Maldición! A donde se había ido. Terminada mi limpieza abrí la puerta del baño y para mi sorpresa. Vi a Manuel, en un inicio pensé que imaginaba, luego cuando comprobé que la imagen era real con un par de parpadeos, me abalance hacia el, llorando y gimiendo como una niña, me abrace lo más fuerte que pude a sus pies y llore, llore sin importarme los demás presentes también en la sala. Manuel me cogió del brazo y me levanto, al verme temblando y con los ojos rojos y la cara algo morateada, su gesto cambio, pero no dijo palabra alguna. Me levanto y me subió cargada todas las gradas. Llegamos a su habitación y me hecho sobre su cama, me cubrió y me dijo secamente

-duérmete-

CONTINUARÁ