Al servicio de una organizada banda 4

Manuel, le enseña por fin a Sofia, que es lo que debe hacer, la somete y la humilla. Ella queda convertida en su perrita sumisa, convencida de que es lo que mas le conviene.

Subí las gradas y vi un amplio corredor lleno de puertas, asumí que esas eran las habitaciones, el piso tenía una alfombra verde de modelo antiguo y mis pies descalzos descansaron en su suavidad, nos detuvimos en la tercera puerta de la izquierda. Manuel me abrió la puerta y me cogió suavemente de la cintura y me hizo entrar. La habitación era amplia e iluminada, las grandes ventanas reflejaban la luz en los tres espejos repartidos alrededor de la habitación, el piso tenía una gran alfombra roja y un olor a madera húmeda se filtraba de las paredes. Permanecí quieta a unos pasos de la enorme cama, me mire en uno de los espejos, el de mi izquierda, estaba desnuda y algo despeinada. Manuel se acerco y acaricio con suavidad una de mis nalgas, lo que me ruborizo y me hizo bajar la cabeza

-Eres muy graciosa, es muy interesante ver como tu rostro enrojece a cualquier contacto, deja de tener vergüenza, porque las perritas como tú no tienen vergüenza, están siempre listas para dar placer a su amo, todo tipo de placer muñeca, ¿entiendes no?-    Asentí rápidamente   - Muy bien bonita, como ya te diste cuenta eres una completa inútil, no tienes ni la mas mínima idea de cómo complacer a un hombre en la cama, prometo enseñarte, pero deberás hacer caso a mis órdenes al pie de la letra ¿entendido?-

-si señor-

-primero entra al baño, límpiate y arréglate, deje ropa dentro del baño. Te estaré esperando así que no demores-

Al salir de su campo de visión, di un suspiro, en el baño, me lave y me limpie, trate de prolongar al máximo el tiempo ahí, sabía que una vez afuera no había marcha atrás, pero el tiempo que demore no fue demasiado pese a mis esfuerzos. La ropa que había dejado ahí, consistía en una pequeña falda negra y un brasiere del mismo color. Al salir del baño, Manuel estaba completamente distraído en la televisión, camine sin hacer ruido, ya cerca a él, mi presencia fue evidente, el volteo a mirarme y con una señal me indico que me sentara en sus piernas.

-          Abre las piernitas bonita, si, muy bien, siéntate mirándome. Qué lindo te queda ese traje, te ves como toda una zorrita. Acomoda bien tus piernitas, así, ahora enséñame esas tetitas tan blanquitas tuyas, quítate el brasiere y comienza a tocarte-

Las palabras se deslizaron entre mis senos, sus labios estaban tan cerca que el roce de su respiración era totalmente perceptible y erizaba mi piel. Lleve ambas manos a mi espalda y quite el broche, intentaba distraer mi mente, seguir las ordenes de manera autómata, pero al quedar mis pezones al aire, el temor volvió a tener figura y me heló la respiración, él se quedó contemplándome semi recostado en el sillón, al percatarse de mi repentina parálisis, levantó enérgicamente una de sus manos y me golpeó fuertemente, una marca roja se dibujo en mi nalga izquierda y mis pechos quedaron completamente apoyados contra su rostro.

-mueve esas manitos  puta ¿eres sorda o qué?-

Mis manos alcanzaron mis pechos y comencé a masajearlos con suavidad, el no dejó que separara mi cuerpo de su rostro, así que instantáneamente comencé a sentir su lengua paseando en un inicio contorneando mis pezones, en un juego eterno, que me causaba ansiedad y me provocaba suspiros, pero luego se apodero de manera casi salvaje de mi pecho derecho y comenzó a succionarlo, sentía mi pecho retorcerse dentro de su boca, seguía yo amasando la pequeña porción que quedaba afuera, mi pezón quedo atrapado en el calor de su boca y en la humedad de su lengua. La operación era excitante, lo veía yo lamer con tal desesperación mi seno, que comencé a presionarlo también con mas fuerza, el frenesí iba en aumento, a cada segundo estaba más convencida de que en algún momento gotearían algunas gotas de leche. El se desprendió, y cogió con la misma brusquedad mi otro seno, mientras torturaba con pellizcos a mi adolorido pezón, solté un par de grititos de dolor, pero luego las punzadas que sentía, venían como un impulso caliente que entraba por mis senos, recorría mi espalda y mojaba mi cuerpo.

-Pide que te meta mi pene-

Sus palabras me llegaron ondulantes, casi inciertas, me descubrí dando saltitos encima del bulto que había aparecido en los pantalones de Manuel. Mientras el pellizcaba ahora mis dos pezones.

-Eres una perrita cualquiera, hambrienta de polla, ruega que te meta mi verga zorrita, suplica, quiero escucharte, ¿Quieres pertenecerme no? O quieres regresar con tus amiguitas-

-¿No dejaras que nadie más me haga daño?

-¡Estúpida! No estás aquí para asegurarte de nada perra-

Me jalo de los cabellos hasta que me puse de pie, luego jaloneo mi cabeza hacia abajo haciéndome quedar de rodillas frente a el, se bajo la bragueta del pantalón y presiono mi rostro contra su miembro, luego me sacudió, frotándome contra el, sentí su olor a semen pasear por mis labios, por mi nariz, sentí sus huevos chocar contra mis labios, presiono un poco mas y dijo

  • zorra de mierda, no quiero escucharte preguntar ni decir nada. ¡Abre la boca!- lo hice y me penetro dejándome sin aire,  hice un esfuerzo instintivo por separarme, pero el presiono aun más fuertemente mi cabeza, provocándome arcadas, aflojo un poco y yo tome el aire a bocanadas   - ¡Mírame! Mírame puta, cuando yo te diga que me pidas que te meta mi verga, tú me la pides, ¿entendiste? Tú suplicas porque eres una zorra aguantada. Me estas causando más problemas de los que creí, pórtate bien o sino no solo mis hombres, sino voy a dejar que te follen hasta los perros – Me sentí arrepentida y comencé a mover mi lengua, pasándola por su glande y recogiendo cada gota de semen que se mostraba, comencé a succionar y lleve ambas manos hacia sus testículos, los masaje con devoción, tenía una sensación de lealtad ante ese hombre, había sorprendido a mi cuerpo colaborando y a mi alma enamorada en los momentos de éxtasis total, me sentía complacida y sufría de no complacerlo, dudaba bastante en memoria de enseñanzas puritanas, y me maldije por eso, el me trataba bien, excepto si yo lo hacía mal, en el fondo lo imaginaba de una forma loca también a él queriéndome un poco, protegiéndome como a una niña, como a una cachorrita, buscándome lugares desconocidos para darme placer, lamiéndome, acariciándome. Mi mente se entregaba y hacia que mis labios adquirieran un ritmo propio, me paseaba por todo su miembro, usando con suavidad los dientes, limite mi cabeza y lo único perceptible en mi mundo era su rico pene, en contacto con mi lengua, invadiendo mi boca

-¿Quieres lechesita?

-mmmhhgggggg – dije y ante lo incomprensible de mi respuesta agregue un ligero movimiento de cabeza y acelere mis movimientos, deseando sentir su descarga…

  • Para, ¡para!, no seas tonta – esta vez si me detuve, casi al instante, pero el me separo quitándome su miembro de la boca porque no tuve voluntad de hacerlo sola – súbete al sillón, arrodilladita, apoya tus pechos en el espaldar, muy bien. No sabes la vista que tengo de acá putita, si te contara, tu culito levantadito, ofrecidito y tu chuchita calientita y mojadita, te vez como una guarra mientras me la mamas ¿ya te lo he dicho?, muy bien ahora empieza a mover ese potito y pídeme que te meta la verga, suplícame perrita. Si me convences entonces merecerás ser mía y que solo yo te perfore tus agujeritos. Si dices solo estupideces, terminaras en el patio meada como tus amigas -   Me dio un par de azotes en las nalgas y la habitación quedo en silencio esperando por mis palabras

-¡Por favor mi amo, méteme tu pene! Quiero sentirte dentro mío, ser tu perrita todo el tiempo. Voy a complacerte y hacer todo lo que tú desees. Soy una perra caliente que solo quiere sentir como la rompes y la penetras. Quiero ser tuya, quiero pertenecerte- mis palabras sonaron algo débiles, pero asumo que la situación me ayudo bastante, contonee mis caderas y me ofrecí completamente, levante el culito y deje mis agujeros no solo totalmente visibles sino a su completa disposición.

Manuel tenía una gruesa verga, totalmente dura y de unos 20centimetros, su glande estaba mojado y palpitante, apuntando de frente hacia mí. Lo sentí acercarse, baje la cabeza y cerré los ojos, pero no sentí la penetración, sino que el recorrió todos mis labios con su punta y luego se abrió paso, metió el glande y lo saco. Yo comencé a gemir, y el repitió la operación un par de veces mas, yo esperaba ansiosa a recibirlo, pero el se limitaba a hundir la cabeza y sacarla

-Penétrame te lo suplico, soy tu perrita mojada, ansiosa, quiero tu verga caliente entrando y saliendo de mi, quiero la polla caliente de mi amo-

Sentí como un fierro ardiente entrar, y rebuscar muy en el fondo, lo sentí arremeter contra la prueba de mi virginidad y traspasarla. Senti un papel quebrarse y resbalar un liquido caliente hacia afuera. Manuel dejo su miembro completamente adentro, y vio asomarse un hilillo se sangre alrededor de su miembro.  Poco conmovido, comenzó a bambolear sus caderas, haciendo que sus bolas choquen una y otra vez contra mi vagina. Luego cogió mis caderas y comenzó a penetrarme, ahh, ahhh, ahhhhh, lo acompañaba yo gimiendo y arañando el sillón. Mientras el manoseaba mis nalgas y me embestía. Las penetraciones en un inicio profundas y lentas, aumentaron su ritmo, sentía mis caderas bambolearse con las de él y facilitar las penetraciones. Fuimos parando, y el deslizo sus manos hasta mis pechos, los pellizco una y otra vez. En ese momento era yo una posesión mas suya. Inmersa en el placer que me daba, emocionada de tener al primer hombre dentro mio. Él continuo, bajo y comenzó a trabajar mi clítoris, me acariciaba, me frotaba, solía cogerme fuerte y jalonearme, mientras aceleraba el mete y saca.

-ahhh, ahhh, si tócame por favor, no me sueltes- dije totalmente complacida por los masajes que me estaba haciendo, estaba a punto de tener un orgasmo, y él lo intuyo inmediatamente. Así que aumento que acelero el ritmo, me cogió de los hombros

-Córrete puta, quiero oírte gritar con mi verga adentro-

Escuchándolo, la avalancha fue incontenible, mi cuerpo se retorció sensualmente, mis labios apretaron su carne y la comenzaron a mojar, ahhhh, ahhhhh, gemí y quede exhausta encima del sillón. Él se separó de forma brusca, mi cuerpo se estremeció al sentirse vacio. Dio unos pasos y  se sentó junto a mí, encendió el televisor, voltee para mirarlo, yo no había sentido que el se corriera, no entendí porque no continuo. Cuando se percato de mi mirada, bajo algo el volumen y anuncio

-No me gustas tanto como creí, vístete y baja. Mis hombres sabrán que hacer contigo

-¿Qué? No por favor, ¿Qué he hecho?- Mis ojos se llenaron de lagrimas y me puse de rodillas frente a él, busque sus ojos, al encontrarlos había tenido cierto consuelo anteriormente. Pero su expresión era totalmente fría y estaba concentrado en la televisión

-¿No has entendido estúpida? No me gustas, pensé que estabas rica, pero estas toda floja, tienes las tetas chiquitas. Encima eres toda remilgada y no me das placer. Has gemido como una guarra, mientras yo ¿Qué?, quiero alguien que me complazca como te dije en un inicio-

-Yo, yo puedo complacerte, hare todo lo que me pidas, por favor, entiéndeme un poco te lo suplico, eres el primer hombre con el que estoy, yo aprenderé te lo juro, pero no dejes que todos me violen, por favor te lo suplico-

  • Jajaja, eres muy graciosa, bueno te daré una oportunidad, acércate, debes de caminar en cuatro de ahora en adelante, no quiero verte de pie, excepto que yo te lo pida expresamente, ven, te quiero de rodillas en frente mío, muy bien, quédate allí –

Camino hasta una mesa contigua y trajo una cámara, la coloco justo en frente mío, luego se sentó, sin tapar el campo de filmación, traía un sobre rojo en la mano derecha, no adivine el contenido hasta que estuvo todo encima de mis senos, era mermelada de fresa.

-Muy bien, putita, vas a tenerte que jalarte esas tetitas que tienes, porque quiero que te comas toda la mermelada, quiero tus senos limpiecitos para el siguiente paso. Yo mirare la tele, te quedan 30min, en ese tiempo deberás realizar tres pasos, terminar de limpiar tus tetitas y haberte echado saliva al culo, porque en el último paso, te acercas a mí, agarras tus nalguitas y las separas bien, luego te sientas y te enculas tu solita. Mientras yo miro el final del programa, deberás de lograr sacarme lechecita, apretando el potito. ¿Entendido?, si haces todo esto en el tiempo que te estoy dando, te quedas y eres mi perrita. Si no te largas abajo sin decirme palabra alguna ¿entendiste? ¡Muy bien! El tiempo corre-

Mi desesperación fue monumental, el tenia razón mis senos eran algo pequeños, redonditos y con los pezones rosaditos, pero tenía que jalarlos para hacerlos llegar a mi boca, debía también de estirar bastante la lengua para llegar a todos los lugares a los que había llegado la mermelada, estaba tardando demasiado, intente concentrarme y no pensar en cómo haría lo del sexo anal, que era lo que más me preocupaba. Jalonee con una desesperación loca mis senos, no debía permitir que se me pase demasiado tiempo, me pareció verlo mirándome de reojo un par de veces y sonriendo irónicamente, pero no me perdí tiempo asegurándome. Logre limpiar mis senos, ensalivarme el culito fue más difícil, dude un poco, pero me di cuenta que ya habían pasado unos diez minutos. Ensalive mi mano derecha y la lleve a la entrada de mi anito, el contacto fue algo placentero, repetí la operación un par de veces para dejarlo bien mojado, luego avance en cuatro hasta estar exactamente a sus pies. Me incorporé y abrí mis nalgas. Incliné mi cuerpo hacia adelante y flexione las rodillas hasta sentir la presión de su miembro. Tuve que acomodarlo para colocarlo justo en la entrada de mi esfínter, lo siguiente fue complicado, intente bajar decenas de veces, deteniéndome con el cuerpo tembloroso. Me di cuenta que habían transcurrido diez minutos mas y yo apenas había logrado meterme la cuarta parte de su miembro. Mis cuerpo brillaba del sudor y mi mente se retorcía de miedo, debía terminar esto rápido, respire profundamente y deje de sostener mi cuerpo en el aire. Me entregue y sentí su miembro abrirse paso y penetrarme profundamente. Manuel, que había permanecido indiferente, gimió ante la brusca penetración. Yo grite del dolor pero ahogue mi voz y trate de volver a concentrarme, debía aprovechar la excitación que le había provocado, seguir incentivándolo, debía lograr que me llenara el culito de leche, las ideas tuvieron un efecto positivo en mi, y comencé a contonearme, primero di movimientos suaves, que me causaron cierto dolor, pero a la vez acostumbraron a mi ano al invasor, proseguí saltando lentamente, sacando hasta casi la mitad su verga para volver a metérmela hasta los huevos. Sentí a Manuel acomodarse en el sillón, emitir pequeños gemidos, lo que me motivo aun mas, debía complacerlo, lleve mi mano derecha hacia adelante y comencé a masajear su bolitas, no perdí el ritmo de las embestidas, lleve mi mano izquierda atrás y me presione una nalga, hice presión con todos mis dedos y me abrí un poco más. Escuche a Manuel gemir con más fuerza, y entonces acelere el ritmo ahhh ahhh ahh…. Nuestros gemidos se confundían, al minuto 31, Manuel comenzó a vaciarse dentro mío, me cogió de las caderas y me hundió lo más profundamente que pudo, yo me entregue y sentí sus descargas calientes y abundantes dentro de mi dilatado esfínter. Pasamos unos segundos en esa posición. Él me separo y yo temblé y me arrincone hacia un costado

-Ponte sobre la alfombra en cuatro perrita, quiero una toma de cerca, tu culito rebalsando leche. Que conste que has tardado un minuto, pero por esta vez lo dejare pasar, quiero que las siguientes cosas que te indique las cumplas a las perfección ¿entendido?-

Deje que Manuel, filmara de cerca, luego sentí que daba algunos pasos en dirección al closet, saco una especie de cojín rojo y lo acomodo al pie de su cama

-          ¡Ven Putita! Esta será tu cama, ponte el brasiere negro primero, y acércate-

Obedecí, al ver de cerca, me di cuenta que no se trataba solo de un cojín, era pues una cama, esas de las que usan para los perros, pero algo grande, de color rojo y de una tela bastante suave.  Me puse al centro del cuadrado y luego me encogí para caber completa. Manuel me acaricio el cabello y me dio un beso suave en los labios, luego se paro y salió de la habitación. Me queda sola, con el culito ardiéndome fuertemente al igual que mis pezones. Intente acomodar algunos pensamientos en mi cabeza, pero no me fue posible, el sueño me venció y yo me entregue sin dar más lucha…

CONTINUARÁ