Al otro lado del charco 4

Me rodea con sus brazos y me pega a ella, dejando mi boca a centímetros de la suya.

Bri

Salí corriendo hacia la mansión para ayudar a meter  a Anjou en el coche, pero no hizo falta ya que cuando subía las escaleras pude ver a dos hombres de seguridad cargando a Anjou con delicadeza.  Los escolté hasta la entrada, donde nos esperaba un Audi A5 rojo. Me senté en la parte de atrás y la colocaron de tal forma que su cabeza quedó apoyada en mi regazo. Tras esto,  Sasha arrancó y volamos sobre el asfalto. Veinte minutos después entrábamos en urgencias, donde  se hicieron cargo de ella.

Un auxiliar nos pidió que por favor nos quedásemos en la sala de espera, ya que pronto saldría la enfermera para pedirnos los datos de la paciente y poder empezar así a elaborar el informe. Entonces me di cuenta de dos cosas: 1- que con las prisas se me había olvidado  por completo coger la cartera de mano de Anjou y  2- que no sabía datos importantes de ella, ni donde vivía ni un teléfono de referencia…. nada! Me sentí tan estúpida. Estaba regañándome a mí misma cuando veo entrar por la puerta a la salvación y a la tortura encarnadas en una sola persona, Bella.

No tarda ni dos segundos en encontrarnos con la mirada y viene derecha hacia nosotros. Tiene una expresión muy poco común en ella , una mezcla entre enfado y angustia.

Bella- Dónde está?- pregunta cogiendo aire. Se notaba que había corrido desde el aparcamiento porque venía algo sofocada y con los zapatos en la mano.

Yo- La acaban de meter  en uno de los boxes, ahora vendrá alguien a pedirnos sus datos.

No dijo  nada más y cuando vino la enfermera tomó las riendas de la situación y respondió todas las preguntas, sorprendiéndome,  ya que conocía muy bien a Anjou. Tras terminar de responder al cuestionario se dirigió a nosotros de nuevo, presentándose formalmente ante Sasha y pidiendo que le diésemos una explicación detallada de lo que había pasado esa noche de 2 a 5 de la madrugada.

Era sorprendente su cambio de actitud. El alcohol había dejado de fluir por sus venas y con el también se había disipado la indiferencia. Nada más empezar a describir los hechos me llama Maia para pedirme que vuelva a la fiesta porque los chicos se querían ir a casa y yo tenía las llaves de su coche, así que de mala gana tuve que despedirme y dejar a Anjou a cargo de Bella y de Sasha. Cogí un taxi y volví a la fiesta.

Bella

Solo dios sabe cómo logré meterme en el coche y conducir hasta el hospital que me habían indicado los guardas de seguridad. Corrí hasta la entrada y de inmediato me encontré con Bri y con el chico rubio. Rellené los formularios que me pidieron y pude por fin presentarme ante el chico, que se llamaba Sasha y pedirle que me explicara qué había pasado para que Anjou acabase en una camilla en el hospital. Bri recibió una llamada y tuvo  que irse, Sasha y yo pudimos por fin hablar a solas.

Sasha- Tu amiga está loca pero me cae bien- dijo nada más haber perdido de vista a Bri.

Yo- Si está loca, pero es muy buena chica…con cuál de sus locuras te ha atacado?

Sasha- Justamente ha hecho eso, intentar atacarme jajajaja- yo tenía los ojos como platos, no me podía creer que Bri hubiese intentado pegar a ese chico- bueno, digamos que cuando entró en  la habitación estaba con tu amiga Anjou en una situación que podía malinterpretarse-me puse seria de nuevo.

Yo- A que te refieres exactamente?- dije arqueando las cejas.

Sasha- La estaba recostando en la cama para no dejarla en el  suelo del baño mientras conseguía ayuda y a tu amiga se le ocurrió que había  abusado sexualmente de ella y la había golpeado, entonces se volvió loca y se me echó encima- no sé por qué se me encogió un poco el corazón al imaginarme que eso podría haberle pasado-lógicamente le expliqué lo mismo que te voy a explicar a ti ahora.

Sasha fue relatando todo lo que había pasado y según hablaba yo me sentía peor y peor persona al haberme creído la película porno  que los dos idiotas de las escaleras  se habían montado en la cabeza. Pasó una hora y ya eran las 6:11 de la mañana, así que en breves el sol comenzaría a bañar la ciudad. Sasha y yo nos hicimos mutua compañía mientras esperábamos a que saliese el doctor. Al final vimos cómo se aproximaba una médico hacia nosotros.

Doctora- Son ustedes parientes  de la señorita Kepner?- yo asentí ya que si no, no nos dirían nada- la paciente presenta  varios hematomas, aunque en realidad el problema principal reside en un traumatismo craneal que por suerte no ha dañado ni al encéfalo ni a  las meninges, por lo cual la única secuela que tendrá será un leve abultamiento de la zona afectada y un fuerte dolor de cabeza. También le hemos dado un par de puntos en la herida cercana a la ceja  y unos analgésicos así que pueden descansar, ya que no esperamos que la paciente despierte hasta dentro de por lo menos unas 4 horas, ya que la ingesta de alcohol prolonga el efecto sedante de los medicamentos.

Dicho esto, la doctora se perdió nuevamente  entre los boxes de urgencias. En parte me sentía aliviada pero por otro tenía ganas de ver con mis propios ojos que ella estaba realmente bien. Ante el pronóstico de la doctora,  Sasha y yo decidimos irnos cada uno a nuestra casa, yo en mi caso quería darme una ducha, comer algo y volver a ver a Anjou. Llegué a casa, me metí bajo la ducha y cuando salí me quedé dormida. Me despertó la vibración del móvil, lo que indicaba que me estaba entrando una llamada. Respondí sin miramientos, todavía adormilada.

Yo- Si? Quién es?

Voz- Hablo con  Isabella Durán?- era una voz femenina que se me hacía extrañamente familiar pero que no lograba reconocer.

Yo- Si, soy yo, que desea?

Voz- Soy Ana Kepner, la hermana mayor de Anjou, podría decirme por qué he recibido una llamada del hospital informándome de que mi hermana acaba de despertar?- dijo con cierta impaciencia en la voz.

Yo- Ah, yo soy una amiga de tu hermana. Ayer fuimos a una fiesta,  por algún motivo resbaló en el baño y se dio un fuerte golpe en la cabeza. Como no paraba de sangrar unos amigos la llevaron al hospital  y yo vine con ellos. La doctora dice que dentro de lo que cabe,  Anjou no está del todo mal. Tiene un traumatismo craneal que no es severo y por lo demás  solo  tiene contusiones- intenté explicar lo más tranquila y firme que pude.

Ana- se quedó en silencio un segundo y  dijo- te puedo hacer una última pregunta? Como es que te han dado la información clínica si no eres familiar?

Yo- Bueno…dije que era su prima, estaba preocupada y quería saber que le había pasado, aunque le dije a la enfermera que en la agenda del móvil debías estar tu como contacto de referencia y cómo no respondías a las primeras llamadas dejé mi número como referencia por si ocurría algo - solté un poco avergonzada.

Ana- Isabella….muchas gracias por haberte hecho cargo de la situación- dijo sinceramente- ahora mismo estoy de viaje con mi novio y me es imposible volver a casa antes del martes, ya que han cerrado el puente aéreo por la niebla, que impide a los aviones despegar. Creo que mi hermano Theo puede hacerse cargo de ella, aunque no sé dónde está en estos momentos así que le…-la interrumpí.

Yo- No, no hace falta!- logré balbucear-puede quedarse conmigo, yo la cuidaré!.. es decir, vivimos relativamente cerca, así que no es molestia para mí que se quede en casa.

Ana- Lo dices en serio?- dijo incrédula- No, en serio, no queremos causarte más molestias, Theo se ocupará de ella.

Yo- En serio, para mí no es molestia alguna, me agrada su compañía y de buena gana me ocuparé de ella, es mi amiga- con eso logré convencer a Ana de que dejase  la situación en mis manos.

Después de darme una serie de instrucciones de dónde se encontraban las cosas necesarias para hacer la maleta de Anjou, colgué la llamada. Tenía la cartera y las llaves de la casa de Anjou, pero no quería entrar sin haberle explicado antes el plan a ella. No quería que pensase que me tomaba demasiadas libertades,  aunque pensándolo bien  ya la había condenado a quedarse conmigo hasta que volviese su hermana, esperaba que no se lo tomase mal.

Anjou

Desperté con una luz dándome de lleno en el lateral derecho  de la cara. Abrí lentamente el ojo izquierdo  todo lo que pude, pero noté como me dolían los párpados. Tenía un sabor desagradable en la boca, el cuerpo algo entumecido y un dolor de cabeza te-rri-ble!! Conforme se ajustaban mis ojos a la luz, empecé a vislumbrar lo que parecía…una habitación de hospital? Que había pasado? Por qué estaba ahí? Intenté forzar a mi cerebro a que recordase y el solo me obligó a cerrar los ojos nuevamente, debido al dolor.

Me palpé la cara con las manos y pude notar la textura de lo que parecía una pequeña gasa cerca de la ceja. Me dolía la mejilla y el labio un poco, pero lo que más me dolía era  el lateral izquierdo de la cabeza, donde noté un gran chichón. Pasados unos minutos me puse de pie y me mareé al intentar cerrar las cortinas, pero  no podía  soportarlo, la luz me estaba matando.

Escuché voces en el pasillo y me senté en la cama, con los pies casi colgando de lo alta que estaba puesta. No sé si los que diseñaban este tipo de camillas eran conscientes de que no toda la población sobrepasaba el metro ochenta y de que los pacientes no estaban por hacer salto de altura para subirse a la cama. Además….por qué aquello tenía que tener tantos botones? Parecía una nave espacial.

Sin tocar, dos personas entraron en la habitación, una desconocida con bata seguida de…Bella! En cuanto vi su melena castaña de golpe recuerdos de la noche anterior se sucedieron en mi mente en forma de breves y rápidos flashback. Recordé a Bella y a una chica con un vestido negro y de repente quise meterme en la camilla, arroparme y volver a dormir, pero la doctora me lo impidió dirigiéndose a mí.

Doctora- Cómo te encuentras? Recuerdas que pasó? Podrías decirme cómo te llamas, tu edad y cuantos hermanos tienes?- respondí a todo sin apenas mirarla. Me exploró sin desnudarme y dijo que creía que todo estaba bien y que podría irme. Me levantó la cara y comenzó a palpar con suavidad, solo hizo un comentario más, el cual estaba algo fuera de contexto pero me hizo sonreír.

Doctora- Tienes una cara preciosa, el morado definitivamente no es tu color- y sonrió. Bella se quedó observando la escena desde un rincón de la habitación y salió tras la doctora para firmar el alta en secretaría.

Cuando volvió me explicó que había hablado con mi hermana  Ana  y que habían acordado que me iría a su casa por unos días. Puede que estuviese un poco embobada por el efecto de los analgésicos, pero no pude evitar sonreír como una tonta. Bella traía una bolsa con ropa para mí y me ayudó a cambiarme. Aunque no soy extremadamente pudorosa me inquietaba el hecho de que me viese medio desuda, pero el mareo podía más conmigo.

Una vez vestida me apoyé en ella y nos subimos al coche. Pasamos primero por mi casa, para apagar los contadores y para que recogiese las cosas que necesitaba para estar fuera unos días. Me sentó en la cama y ella misma fue metiendo en una bolsa todo lo necesario. Deduje que Ana le había explicado con todo lujo de detalles donde se encontraban las cosas, porque se movía con facilidad por mi cuarto y por el baño.

Cuando llegamos a su casa me quedé con la boca abierta. Era una preciosidad. Se trataba de una casa de dos pisos de color rojo cereza con detalles en colores madera. Era como una casa rural metida en pleno centro. Una de las caras de la casa  estaba tapada por una hiedra perfectamente recortada en los ventanales, una auténtica hazaña, ya  que es una planta que crece continuamente.  Algo me decía que mi estancia allí iba a ser más que agradable.

Bella

Mentiría si dijese que no me molestó el comentario de la doctora, pero decidí no darle demasiada importancia, después de todo quien se llevaba a Anjou a su casa era yo y no ella. Como siempre que veía a Anjou cambiándose, no pude evitar echar un pequeño vistazo a su cuerpo, solo que esta vez podía hasta rozarla ligeramente mientras le ponía la ropa.

Después de un mes esperando el momento ( aunque no fuese en  las mejores circunstancias)  por fin pude ver su cuarto. Era un espacio adaptado totalmente a ella, de colores predominantemente oscuros, donde cada objeto tenía su sello. Cuando llegamos a casa pude ver asombro en sus ojos y la verdad es que es una construcción algo peculiar. Abrí el gran portón de madera y la guié hacia la segunda planta, rumbo a mi habitación. Apoyaba casi todo su peso en mí, pero no me importaba cargarla. Debía estar exhausta ya que a los pocos segundos de tumbarse en la cama se quedó dormida.

Comencé a deshacer  su pequeña maleta  y a acomodar sus cosas en mi cuarto, notando como su fragancia invadía sin previo aviso la atmósfera. Decidí encender el ordenador y responder unos correos que tenía pendientes, pero la verdad es que no lograba concentrarme teniéndola ahí tirada en mi cama. Me senté en el borde de la cama para no despertarla y simplemente la observé a mi antojo, sin tener que apartar la mirada, sin tener que disimular lo mucho que me gustaba.

Estaba perdida en su amoratado rostro cuando oigo la puerta de la entrada. Bajo y me encuentro a mi padre descargando las bolsas de la compra del coche. Me mira, sonríe y salgo a ayudarle.

Papá- Bueno, que extraño que siendo sábado te hayas despertado antes de la hora de comer jajaja

Yo- Encima de que te ayudo… te ríes de mí!-digo cargando la última bolsa que queda en el maletero. Una vez en la cocina podemos hablar más directamente mientras acomodamos las cosas en la despensa y en la nevera.

Papá- Ahora sí, que haces en casa? No que ibas a recoger a una amiga tuya del hospital?

Yo- Bueno, eso ya está hecho. Nada más hablarlo contigo esta mañana fui a por ella al hospital.

Papá- Ah que bien y dónde está?-dijo haciendo como que miraba para muchos lados.

Yo- jajajaja nunca cambiarás no papá? Está arriba durmiendo, está cansada y cómo para no estarlo…no tiene muy buen aspecto así que no te asustes y no te preocupes si no anda muy bien, todavía no ha recuperado demasiado el equilibrio- digo sonriendo.

Papá- Te veo muy contenta, a pesar de estar cuidando a una persona que no se encuentra demasiado bien, me vas a decir a que se debe?- dice sonriendo igual que yo.

Yo- Tampoco lo pongas así, que parezco una  persona que disfruta viendo sufrir a otras…además…. No sé de qué estás hablando.

Papá- Ay hija! Te conozco lo suficiente  como para saber que nunca has sonreído tanto al hablar de alguien como cuando  hablas de esta chica. Puede que  sigas pensando que eres inteligible para mí, pero leo tus ojos como si de un libro abierto se tratase. ¿ Por qué no tratas de dejar de ocultar tus sentimientos?

De repente noto cómo unos brazos sujetan mis hombros y como un cuerpo se pega a mi espalda, es…..es Anjou….por favor,  que no haya escuchado nada!

Anjou- Yo opino lo mismo Bella, no debes ocultar tus sentimientos porque al final éstos salen a la luz como el aceite en agua –mierda!! si que me ha escuchado!! estoy perdida!! tierra trágame!!- además, por qué tienes miedo? Quien no querría salir contigo?-dijo esto último con algo de tristeza y cansancio, en apenas un susurro al lado de mi oreja.  No supe que responder a eso.

Papá- jajajajaja muy bien dicho!! Usted debe ser  Anjou Kepner,  la joven americana, si no me equivoco-dijo tomando a Anjou de la mano y dándole un beso en el dorso, me quedé de piedra ante  este gesto- espero no le moleste que la salude de esta forma, pero creo que es menos doloroso para sus moratones.

Quise matar a mi padre en ese momento  pero él me miró haciéndome comprender con una sola mirada, que había confirmado mis sentimientos hacia la joven americana, como el gustaba de llamarla.

Anjou

Despierto entumecida, pero esta vez reconozco a la perfección la habitación en la que me encuentro. Bella, Bella, Bella….huele  a Bella por todas partes y me acurruco más en su almohada. Ya no me siento tan aturdida como esta mañana, aunque el dolor sigue siendo  el mismo. Oigo voces en el piso inferior y decido ir a buscar a la castaña.

Empiezo a bajar las escaleras muy lentamente para no perder el equilibrio y sin quererlo me cuelo en una conversación. Escucho como una voz masculina le dice a Bella “ ¿Por qué no tratas de dejar de ocultar tus sentimientos?” Me desconcentro y trastabillo en el último metro antes de llegar a Bella y tengo que sujetarme a ella para no caerme, aunque disimulo mi torpeza con un abrazo por la espalda.

Yo- Yo opino lo mismo Bella, no debes ocultar tus sentimientos porque al final éstos salen a la luz como el aceite en agua- noto como me quiebro un poco por dentro al decir eso- además, por qué tienes miedo? Quien no querría salir contigo?-le digo con una sinceridad que me resulta aplastante y me asfixia.

El padre de Bella, el señor Marcos, rompe la tensión del momento y se dispone a hacer la comida. Yo estoy castigada sentada en una silla y no me dejan ni pelar una patata. Mientras cocinan, me dedico a observar al padre y a la hija.  Son asombrosamente parecidos de forma de ser, tan cálidos y tan benevolentes. La cabeza me está matando pero Bella se niega a darme más medicamentos antes de que haya comido algo. Mientras comemos noto como Bella y su padre hablan a través de miradas indescifrables para mí, pero no le presto demasiada importancia, llevaba prácticamente un día entero sin comer y engullía lo que había en el plato.

Estábamos en el salón de la casa cuando llega una señora de unos 45 años, de ojos penetrantes iguales a los de Bella. Supuse que era su madre y en efecto, no me equivocaba.

Señora- Hola Anjou- me sorprendió que supiese mi nombre- soy Liliana la madre de Isabella-dijo tendiéndome la mano y con una sonrisa conciliadora.

Yo- El placer es mío señora Liliana, les agradezco de antemano que me hayan acogido unos días en su casa, gracias- devolviéndole el saludo.

Señora Liliana- Tranquila, no es ninguna molestia aunque si vamos a estar conviviendo estos días es necesario que dejemos los formalismos de lado, así que  llámame Liliana a secas, de lo contrario harás que me sienta más mayor de lo que ya me siento.

Señor Marcos- jajajajaja mujer debes aceptarlo, nosotros ya estamos viejos!!- Liliana le da un pequeño golpe en el hombro.

Liliana- Marcos!! No digas esas cosas!! Estoy de acuerdo con que ya no somos unos chavales pero tampoco estamos tan mayores!

Marcos- Habla por ti Liliana, pero mi cabeza ya está llena de canas

Liliana- Marcos por favor, tienes canas desde que te conozco! Tu padre también tuvo canas prematuras y lo mismo le pasa a tu hermano.

Marcos- Ah si es verdad jajajaa no te enfades Lili, que solo era una broma, a mis ojos  sigues igual de bella que el día que te conocí- dijo mirando cariñosamente a su esposa.

Bella- Papá, mamá, comportaos por favor que tenemos una invitada- dijo algo avergonzada.

Pasamos la tarde en el salón, en familia. Me hicieron hablarles de mí y  les hice un pequeño resumen de mi vida. Esa tarde me enteré de las ocupaciones de cada uno: el padre de Bella era abogado mientras que su madre poseía una pequeña cadena de restaurantes. Después de cenar por fin pudimos quedarnos Bella y yo a solas en su cuarto.

Yo- Creo que debería darme una ducha.

Bella- Está bien, puedes utilizar el baño que está nada más salir mi habitación, ve yendo, ahora te llevaré una toalla.

Comencé a desnudarme, me había quitado el sujetador  y estaba por quitarme las braguitas cuando Bella toca la puerta. Me coloco el sujetador para que me tape pero no me lo abrocho y le digo que pase.

Bella

Morí de  ternura al ver a Anjou tratando de taparse y con una mirada de corderito degollado que parecía decir “no me mires, por favor”. Dejé sobre la taza del váter un par de toallas, su cepillo de dientes, su  cepillo para el pelo y salí. Alrededor de 20 minutos después la vi entrar a la habitación con el pelo mojado y la toalla enroscada al cuerpo. Comenzó a cambiarse y para darle privacidad le di la espalda y me tumbé en la cama con el móvil en las manos. Justo en ese momento recibí una llamada de Bri.

Le expliqué en lo que habíamos quedado la hermana de Anjou y yo y no pareció hacerle demasiada gracia, pero bueno. Insistió en  hablar con Anjoy y la puse al teléfono. Debía ser muy gracioso lo que Bri decía porque Anjou no dejaba de sonreír, aunque respondía con frases cortas.  Después de cortar la llamada decidimos irnos a la cama. Cuando le dije que dormiríamos las dos en mi cama no pareció desagradarle, de hecho sonrió y dijo que era muy cómoda. Mierda, me tiemblan las piernas cada vez que me sonríe así.

Me coloqué en el lado derecho  y me metí entre las sábanas, destensándolas para que así Anjou no tuviese que hacer el esfuerzo. Apagué la luz y se hizo el silencio. Mientras que del lado izquierdo todo parecía estar en calma en el  lado derecho mis pulmones batallaban para no hiperventilar. Notaba las heladas  plantas  de los pies de Anjou con los dedos de los pies. Comenzaron a correr los minutos y con ellos comenzó a escucharse la leve respiración de Anjou hacerse más pesada. Entonces me decidí a saciar un poco mi necesidad, necesitaba tenerla más cerca, no podía estar en un espacio tan pequeño con ella y no tocarla.

Dormía de lateral, dándome la espalda y aproveché que no podía mirarme para definir su silueta con la yema de los dedos, recorrí la hendidura de su columna hasta llegar al borde de los pantalones del pijama. Se había recogido el pelo en un flojo y pequeño moño, que dejaba parte de su pelo suelto y mis dedos llegaron a su nuca. Mi corazón dio un pequeño vuelco  al notar como se le erizaba la piel cuando le acaricié el cuello y casi deja de latir cuando ella parece despertarse y empieza a darse la vuelta hasta quedar frente a frente conmigo.

Me rodea con sus brazos y me pega a ella, enredando sus suaves piernas con las mías y dejando mi boca a centímetros de la suya. Noto como mis pechos se endurecen al estar pegados a los suyos, como mi cara empieza a arder y como mi corazón da violentos golpes  dentro del pecho.

Extasiada por su cercanía y con mis sentidos impregnados por el contacto me acerco centímetro a centímetro, a respirar su aliento y a juntar sus labios con los míos.


Bueno hasta aquí el cuarto capítulo, espero que os esté gustando la historia. Sigo agradeciendo los comentarios y las valoraciones, gracias.:)