Al otro lado de la Luna
Quiero compartir con ustedes una idea de "Libro" que tengo desde hace varios años, me gusta escribir y esta ha sido mi primera historia "seria" por decirlo de alguna manera, apreciaría sus comentarios y sugerencias y su NO REPRODUCCIÓN, Gracias. Girl Of The Full Moon
El techo de mi cuarto ya se encuentra iluminado sutilmente por tenues rayos de sol, y mi reloj despertador aún emite intermitentemente las doce de la noche.
¡Maldición! - Dije, aún algo grogui - llegare tarde…
En parte creo que mi mala suerte hizo un trato con la empresa eléctrica para que mi reloj fallara y por ende, para que yo asistiera al primer día de clase con un retraso… Se me estaba volviendo costumbre, el año pasado, por ejemplo, se pincho uno de los neumáticos del carro en que viajaba y llegue tarde debido a eso; el año antepasado me había derramado jugo, accidentalmente, sobre la ropa y eso hizo que llegase tarde…Y así podría enumerar una serie de desgracias que me habían generado una racha de retrasos.
Me levante como pude pues estaba enredada en las sabanas, entre de inmediato al baño y soporte el chaparrón de agua fría que cayó sobre mis hombros.
Salí del baño envuelta en las toallas y me dirigí directamente al closet para escoger la ropa que iba a ponerme. Una camiseta blanca, un pantalón negro y unas botas militares, fueron las prendas que finalmente escogí para vestir aquel día.
Estaba terminando de cepillar mis dientes cuando escuche el claxon de una motocicleta retumbando en la puerta principal
- Genial - Pensé - Justo hoy, a Sam le dio por hacerse el cumplido
Hacia ya varios años que Sam pasaba a recogerme para llegar juntos al instituto, aunque era algo muy relativo, puesto que siempre habíamos conservado nuestra individualidad, ya que ninguno se animaba a ser el copiloto del otro. Sam argumentaba, que yo era un peligro en la vía y a mi parecer el era demasiado prudente. Así que sin duda, seguiríamos siendo una caravana.
Baje las escaleras de un brinco, luego de tomar la cazadora de cuero, del perchero de mi habitación
Hola Sam ¿cómo han estado tus vacaciones?
Sin novedades y aburridísimas… Nada en especial, luego te comentare, ¿Vamos?, se nos hace tarde
Entré a la cochera y tome la motocicleta de mi hermano, que se encontraba hasta el fondo. A mi padre no le molestaba que la utilizara, ya que aunque había sido un presente suyo, mi hermano la había ignorado completamente y nadie más en casa se atrevía a usarla y aunque mi madre había considerado la idea de venderla, ya que según ella ese no era un vehículo apto para mí, debido a que terminaba completamente con la poca feminidad que me quedaba. Mi padre no lo hacia pues sabía lo mucho que me gustaba.
Tome el respectivo casco y arrancamos rumbo al instituto.
Luego de unos quince minutos de recorrido, pude ver por fin, la aglomeración de alumnos en el portón de la entrada, me acerque lo suficiente como para no tener que dar un gran recorrido a pie y aparque la motocicleta en la orilla de la calle.
- Esos deben ser los chicos malos - Comento una de las alumnas nuevas, por lo cual no pude evitar carcajearme de inmediato
Levante la cabeza y me encontré con decenas de miradas curiosas que me examinaban de arriba a abajo, retire el casco que aun protegía mi cráneo y me eche un vistazo general, en el reflejo en una de las ventanas del autobús, que acababa de detenerse en frente de donde me encontraba y pude cerciorarme de que todo estaba perfectamente: Mi esbelto cuerpo estaba totalmente moldeado por las prendas que había escogido, las cuales acentuaban el tamaño de mis caderas y mi cintura, mis suaves y delgados labios, dibujaban en mi rostro una delicada sonrisa, los anteojos estaban impecables, totalmente limpios, dejando ver detrás de los pequeños y rectangulares lentes, mis deslumbrantes y seductores ojos, color miel. El arete de mi ceja izquierda estaba en su lugar, al igual que los que adornaban mis orejas y mi labio. Por una de mis sienes, corría libremente una gota de agua, proveniente de mi corto y desprolijo cabello, color oro, que aun se encontraba emparamado. Me baje del vehículo, al percatarme de que Sam estaba esperando por mí y entramos al instituto, observando como se abría un espacio por donde cruzábamos.
Nos pasamos alrededor de media hora saludando a la gente, luego de dirigimos a revisar las listas y observar en que grupo habíamos sido asignados, afortunadamente, ambos estábamos en la misma clase, algo que nos puso muy alegres.
El timbre no tardo en sonar y entramos al aula en cuanto pudimos, observando rostros, saludamos a un par de personas, que aun no habíamos visto.
- Muy buenos días alumnos - nos interrumpió la voz de la maestra por lo cual nos acomodamos en nuestros puestos - es todo un placer volver a verlos, demos inicio a este año escolar, a continuación les repartiré sus respectivos horarios y la ubicación de su casillero con su debida…
Cada año era igual, la maestra pasaba horas enteras hablando y a nadie parecía importarle, al parecer eran mucho más interesantes las anécdotas vacacionales.
El primer bloque se hizo eterno, Samuel discutía con Brian sobre una película de cartelera, Alan por su parte levantaba la mano en cualquier opinión y se mantenía como el primero de la clase y yo, me encontraba contabilizando los 300 segundos que faltaban para escuchar por fin, la tan anhelada campana
- Buenos días alumnos, con el respeto de los docentes, me dirijo a ustedes para darles la bienvenida nuevamente a la Institución, espero que…
Era el director Stanley, quien interrumpía mi conteo con su anual discurso de bienvenida, a veces había llegado a pensar que lo tenía escrito en una hoja y lo memorizaba momentos antes de hacer el recorrido por la aulas.
El sonido de la campana no se hizo esperar y el aburrido discurso del director llego a su fin, salimos del aula de clase y nos dirigimos a la portería principal, donde extrañamente había más gente de lo normal. Sam abría paso entre la multitud como podía y yo caminaba justo detrás de el. Cuando por fin llegamos al origen del disturbio, nos sorprendimos al ver que eran nuestras motocicletas las que estaban llamando la atención de los demás estudiantes, estaban totalmente embarradas con salsa de tomate y del manubrio de la motocicleta de Sam colgaba una nota que llevaba escrito con crayón y muy mala caligrafía: ¡Malditos Homosexuales!
Idiotas - Susurre
Alex, no les prestes atención, es obvio que lo único que quieren es hacernos salir de nuestras casillas ¾ Dijo Sam, mientras ponía una de sus manos en mi hombro y tomaba el manubrio de su motocicleta con la otra
Ya habíamos dado vuelta y estábamos dispuestos a olvidar el suceso, Sam arrastraba su motocicleta, unos cuantos pasos detrás de mí y yo caminaba rápido con la mía, para alejarme prontamente de la multitud
- Vaya, que confusión… Ya no se cual es la dama - Comento Richard, un compañero de nuestro curso al cual, notablemente, no le caíamos muy bien
Un silencio inusual inundo el recinto, se notaba la incomodidad de muchos en aquella escena y aunque el comentario me enfureció, aun más de lo que estaba, preferí guardar silencio y continuar con mi camino. Luego de dar unos cuantos pasos, escuche un gran estruendo, gire de inmediato para ver que había ocurrido y pude ver como la motocicleta de Sam rebotaba en el piso. Él, había cerrado sus manos, para convertirlas en puños, su rostro estaba totalmente rígido y una enorme grieta se había formado en la mitad de sus cejas
- Huy, que miedo - Dijo Richard, acompañando su comentario de unas fuertes y estrambóticas carcajadas
Sam, giro tan rápidamente, que casi ni pude seguir sus movimientos y de un solo golpe, estrello a Richard contra el asfalto. De inmediato una gran cantidad de sangre comenzó a fluir de sus fosas nasales y pude escuchar como la multitud se enloquecía
- Parece que toda una dama te ha fracturado el tabique, será mejor que corras a la enfermería para que te revisen - Dijo Sam, poniéndose de cuclillas para quedar a su nivel
Casi sentí gusto, cuando vi los ojos de Richard, derramando lágrimas, pero no pude dejar de sentirme asombrada ante la reacción que había tomado mi amigo.
Aunque al parecer, no solo yo estaba experimentando aquella sensación, las mujeres, se encontraban derretidas con Sam, incluso pude notar, como varias de primero y segundo año, lo veían como el hombre más hermoso de la tierra, sin duda alguna, Él se había convertido en el centro de su atención.
La trifulca se vio suspendida cuando el profesor Patterson, se hizo presente, llevándose consigo a los involucrados en la disputa y aunque esta vez, yo no hacia parte de estos, también me vi obligada a pasar a la oficina del director.
Profesor Patterson, ¿Qué ha ocurrido? - Pregunto el director Stanley al vernos entrar
Al parecer, Señor, se ha originado una pelea entre estos dos estudiantes - Contesto el profesor Patterson, con sus manos en los hombros de Richard y Sam, respectivamente
Y cuénteme, profesor ¿Qué papel juega la señorita O´Connor en todo esto?
-Bueno Señor, ella estaba presente en la discusión y considere que podría contarnos su versión de los hechos
Luego de la respuesta del profesor Patterson, el director Stanley comenzó con una serie de preguntas, las cuales me vi obligada a responder.
- Alexandra, puede retirarse. Le pediré a Héctor, uno de nuestros empleados, que deje las motocicletas impecables, pero me temo que será usted quien deberá ir a buscarlo para guiarlo hasta ellas - Dijo dando termino al interrogatorio
Recibí las llaves de la motocicleta de Sam y las guarde en uno de mis bolsillos, di la vuelta y me retire sin musitar palabra, aunque bastante molesta.
El timbre que daba fin al receso, no tardo en sonar, la multitud se disperso por los amplios corredores y en pocos segundos me encontraba sola. No tenia intenciones de buscar al hombre que había sugerido el director, tan solo quería alejarme del mundo por un minuto, de aquel mundo donde me trataban como si tuviese una enfermedad contagiosa.
Camine hasta uno de los jardines, por los amplios sembrados de flores y no pude dejar de sentirme nostálgica al recordar cada paso por allí, tomada de la mano de Ariadna, obviamente esos habían sido los mejores días de mi vida, los días donde por primera vez me había sentido querida por lo que era y no por lo que los demás querían que fuese. La mezcla de sensaciones del momento fue muy fuerte y no pude evitar el llanto, evidentemente Ariadna, no era un capitulo cerrado en mi vida.
- ¿Señorita O´Connor? - Pregunto una voz a mis espaldas
-Si, soy yo - Respondí sin girar, mientras secaba rápidamente las lagrimas que rodaban por mi mejilla
Mi nombre es Héctor - Dijo el hombre poniéndose frente a mi - El director Stanley dijo que podría estar necesitando de mi ayuda
Oh si, claro - Dije mientras sacaba de uno de los bolsillos las llaves, junto con unos billetes arrugados - Están aparcadas en la entrada, son dos motocicletas, una negra y una escarlata - Agregue
Se perfectamente cuales son las motocicletas - Dijo - No trabajaría aquí si no supiera quienes son ustedes dos
Respondí al comentario con una desabrida sonrisa, que en aquel momento, fue como un rayo de sol en una tarde de invierno.
Camine de regreso a la oficina del director Stanley, pero Sam, ya no estaba allí. Camine rápidamente hasta la enfermería y al llegar encontré a Richard sentado en una de las bancas de la sala de espera, tapándose la nariz con un pañuelo ensangrentado, dirigió su mirada hacia mí, algo rabioso, pero al parecer no tenia muchos ánimos de continuar la discusión, aunque igual no me hubiese importado mucho si lo hubiese hecho, pues ya comenzaba a preocuparme por lo que podía haber sucedido con mi amigo.
Me disponía a marcarle al móvil, cuando de repente lo vi llegar de la mano de Ariadna, con un ataque de risa y una serenidad enorme.
Hola - Dije sin dejar mi cordialidad a un lado
¡Hola! - Respondió ella con una sonrisa enorme y una alegría evidente en su rostro.
Sam, ¿Qué fue lo que paso con Richard? - Pregunté dejando a un lado la efusividad de Ariadna
Nada, se puso pesado y lo puse en su sitio - Respondió el, sin dejar de reír - No se porque lo preguntas si tu estabas allí
¡Wow!, y ¿desde cuando solucionas los problemas a golpes?
No te pongas dramática, Alexandra, se lo merecía. Además el profesor Patterson me defendió ante la junta directiva. Fue defensa propia - Argumento el, con ese rostro de ¡Oh, te haz vuelto loca! que yo distinguía tan bien
Si tú lo dices, pero en mi opinión, no lo fue. Richard ni te toco, solo estaba provocándote… ¡Y lo logro! - Era necesario poner fin a esa conversación, ya que si la continuaba muy posiblemente terminaríamos discutiendo
Di la vuelta sin esperar respuesta alguna, cualquier cosa que dijera podía ser demasiado para mi. Luego de recorrer varios de aquellos largos y desiertos corredores, sin rumbo fijo, decidí regresar al aula de clases.
Estando ya, frente a la puerta del salón, gire la manigueta y empuje hacia adentro delicadamente, con la intención de no llamar mucho la atención al entrar