....Al Oleo...

Los deseos pujan para demostran cuan fuerte es nuestra naturaleza y como forjamos nuestras fantasias, muchas veces plasmadas en un lienzo para luego concretarlas. Realidad ficcion se mezclan en una unica trama: esencia y sexo.

..AL OLEO

"…el impulso sexual, la embriaguez y la crueldad pertenecen a la mas antigua alegría, dé la fiesta en el hombre…"; esta era una de esas fiestas.

Sobre los quince pisos del edificio se extendía la terraza, ni muy grande ni muy chica, lo suficiente como para albergar a mis 18 compañeros y yo. A la misma, se llega por una escalera angosta y demasiado iluminada; el enceguecimiento que producía y los correspondientes insultos que todos le dirigían, se transformaban en agradecimiento al atravesar la puerta que daba acceso. La magia, el encanto que había cuando se estaba parado en el mirador… ciego, producto de la demasiada luz de la escalera, desaparecía repentinamente y en un segundo se agolpaba a los ojos, un paisaje propio de la lujuria, miles y miles de estrellas por todos lados, a donde mirara, un mar de pequeños puntos brillantes encontraba la luz, reflejaba en las sonrisas y cubría de brillo las caras.

La fiesta era muy sencilla, humanos de opuestos sexos, el retumbar de pies al suelo, la música del latir del pecho y el ritmo: el temblor de los dientes, producto de la ansiedad; único requisito: La desnudez. Los primeros momentos fueron pavorosos, la escasez de luz que no permitía distinguir un solo rasgo del cuerpo y la lejanía de la

terraza, no impidió que sintiera la mirada de mil ojos en todo mi ser. Eran ojos furiosos, indignados, no solo se avergonzaban de nuestra desnudez, sino que la juzgaban y criticaban.

Escupían escamas inscriptas con frases incoherentes, inventadas e impuestas que decían: ¡No debes!, ¡No es correcto!, ¡No es lo habitual! (Como si lo correcto, lo habitual y lo que se debe, no fuesen creaciones insulsas de espíritus temerosos de sus prójimos y sus vidas que buscan protección…)

Pero no solo eran sus ojos, los míos también.Cada segundo que pasaba, sentía que ese imperativo salía de mi, que yo también estaba de acuerdo. En los últimos esfuerzos por no bajar la frente y la mirada, pugné las pupilas al limite y pude observar la cara de los demás, también bajaban los ojos, se inclinaban al punto de parecer jorobas y si uno atinaba un leve movimiento hacia arriba, una metralleta escupía una ráfaga de esas escamas hasta que no quedara retazo de piel sin sangre. La fiesta por voluntad Divina, devenía masacre del espíritu.

II

"La armonía oculta es superior a la manifiesta"… los ojos apuntando al suelo y el peso de la joroba hacían imposible verlo, saberlo, sentirlo.

La pesadumbre hundía, aplastaba lo que habíamos empezado y lo que queríamos empezar; una orgía de los sentidos, un hervidero de sangre, un desmesurado vomitar pasiones se convirtió en un campo de batalla posguerra, sin haber habido guerra. Solo nuestros cuerpos amputados, aplastados y compactados, dando forma a una hermosa alfombra persa digna de toda Iglesia o de los mejores palacios burgueses, un decorado moral perfecto: completamente liso, nivelado, rígido, cuadrado, blanco como el vacío, vacío como el pensamiento que adornaba.

la única partícula humana viva, la que ninguno tuvo en cuenta; vino al rescate. Una partícula de sensibilidad, de instinto de percepción, de naturaleza puramente humana, que no conoce barreras ni limites, ese sentimiento llamado Dolor, instauro entre nosotros la muerte, el Caos.

III

"De la servidumbre ciega a la libertad despiadada, de la desesperación absoluta surgió la alegría infinita."

Cuando se esta al borde del abismo, la perspectiva óptica se expande al máximo. Cuando en la plenitud de la primavera, el objeto amado es arrebatado con la misma violencia con la que se ama ese objeto; el abismo se materializa se hace tangible, se pone en situación y nos escupe la cara.

El ojo se abre, la pupila se dilata, empieza a ver la inmensa dimensión de lo terrenal, de lo instintivo, la humana actitud de supervivencia, de amor a la vida. De amor a uno mismo.

19 personas al borde de un precipicio de quince pisos, representan el punto intermedio entre aire-tierra (abismo-vida)…; ése momento.

Ahí estábamos nosotros, tambaleantes, desequilibrados manoteando el vacío, en busca de un puerto para anclar, desesperados, con las orbitas de los ojos dando mil vueltas y ninguna, sin retorno ni ida.

Hasta que lo vimos (el ojo abierto, por primera vez, lo permitía) Imponente y brillante como jamás lo había estado, el cielo, reflejaba la obra de arte cumbre de la existencia. La naturaleza en todo su esplendor nos mostraba el camino a seguir. Los suspiros al unísono, espontáneos del pecho, producto de la belleza transmutada en embriaguez, tomaron la fuerza de la creación, hasta formar un inmenso remolino. Al tiempo, que el viento nos arrebataba la pesadez, nuestros cuerpos flotaban y giraban, se rozaban, chocaban y la piel volvía a sentir calor. Los músculos despertaban, se movían y bailaban al compás de los suspiros.

Minutos más tarde, el cenáculo estaba nuevamente en marcha, mas vivos que nunca y con la sangre a punto de romper hervor, dejamos que cada suspiro vuelva a nosotros, entre por las orejas y congele el cerebro. Así vueltos al más primitivo de los estados del hombre, emprendimos una carrera desenfrenada, de pocos metros, hasta el cuerpo más próximo. Mi carrera fue más corta que la del resto, puesto que en el remolino, había marcado mi presa. Fue la primera de esa noche. Lo único que supe y sabré siempre con seguridad, es su nombre: Federico, lo demás son impresiones, sensaciones confusas, momentos vividos o imaginados entre lo real y lo ficticio.

Parados uno frente a otro, descubríamos con el sentido del tacto, quien era quien. Cuando mis dedos terminaron de resbalar por la comisura de sus labios, supe que no tenía que saber mas nada. Cerré los ojos y espere a sentir el cosquilleo de su lengua en mi boca. Como dos piezas con un destino similar nuestros cuerpos se acercaron lentamente, mi mano subiendo por el hombro buscaba la fragilidad de su cuello, los dedos resbalando entre su pelo hasta la nuca, su mano bajando por la espalda hasta la cintura, hundiéndole las uñas y apoyando mi vientre contra el suyo. Todo ensamblado perfectamente con una armonía, ajena al Caos que nos rodeaba.

Mis piernas entre las suyas, las suyas entre las mías y abrazadas a su cadera; el grito al borde del oído, aumentaba la fuerza con la que mordía su cuello. Me apretaba contra su pecho, me asfixiaba, me amaba violentamente, me arrancaba los ojos para llevarlos a lo mas hondo y repugnante de su ser y los traía ciegos; entonces mas disfrutaba, mas placer sentía, explotaba por todos lados y el, se estimulaba mas y mas. Podía verme destruida en mil pedazos y no parar, su fuerza de persuasión no tenia limites, pasaba su lengua por todo mi cuerpo, me lamía y relamía, me devolvía el brillo, me acariciaba despertando fuego y en un solo beso, lo consumía todo dejándome helada y muerta , una y otra y otra vez. (No quería amar).

IV

"Verwiel doch, du bist so schoem" Los soles giraban en un fluir continuo, alternado de noches espectrales, donde figuras de antiguos Dioses revivían de la exuberante vida, que desbordaba por las paredes del edificio y corría a internarse en lo profundo de la tierra; chocaba contra el suelo, con una violencia tal que la Naturaleza explotaba en mil partículas alcanzando la terraza y fundiéndose con los cuerpos desnudos, en un movimiento eterno

El Día y la Noche se habían entablado en una guerra sin fin, tratando cada uno de llevar más allá la voluntad humana.

Desplegaban, por turnos, ráfagas de vitalidad y de fuerza, inundaban el aire de aroma a sangre, nos convertían en presas unos de otros.

El salvajismo saltaba y bailaba con nosotros.

Entre el quinto amanecer y el decaer de la luna, arrastrándome en cuatro patas, quitándome con violencia las manos que me tiraban e invitaban al delirio, logre escapar a un rincón alejado.

Desnuda como estaba, me senté y deje caer mi espalda contra la pared.

A medida que la respiración calmaba su palpitar y mis ojos perdían el color rojo, la noche tomaba claridad. Paso un largo lapso, hasta que el fuego de la piel se consumió y el frió hizo sentirse, el mismo que otrora congelara la razón, ahora se convertía en arrobamiento de mi ser.

Encendí un cigarrillo, deje que el humo transitara lento, y lo deje salir sin impulsarlo, despacio se filtraba por mi nariz y mi boca, creando un manto gris que me tapaba la visión; aspire nuevamente, esta vez mas fuerte, espere que el humo volviera a mezclarse con la brisa y persiga el curso de los vientos.

Deambule mis sentidos por toda la terraza, disfrutando de la genuina obra de arte que tomaba vida frente a mí. El arte como interprete de lo que reflejaba la naturaleza de esa fiesta, de lo que se dibujaba con sangre, lo que delineaba la mano de lo repentino, de lo

instintivo.Era bellísimo sentir la vibrabacion en el aire, ver los cuerpos revolcándose de un lado a otro, de a dos, de a tres, en todas las formas posibles. De tanto en tanto, una pareja se separaba, caminaban a hacia un lado, hasta encontrar otro ser, se paraba frente a el, se miraban unos segundos, no se decían nada, no eran necesarias las palabras, en ellos hablaba la Voluntad. La Fuerza como impulsora y parte de la voluntad, en ese momento era infinita, llevada al máximo por ese continuo movimiento sexual de amor al instinto a la locura pasional de los besos.

Nuestra fisiología diseñaba desnuda eso que la voluntad impulsaba y lo transmutaba en una obra de arte, en una pintura de Rafael, en la Serenade for Strigns in C Mayor, Op 48 de Tchaicovsky, en unos versos de Rimbaud. El amor esa fuerza capaz de destruirlo todo. Ahí estaba, contemplando perpleja el resultado de mi creación, que ahora no dejaba de repugnarme, sin duda culpa suya. El espectáculo no tenia igual, ya no eran todos y cada uno amándose entre si, sino el dejándose amar por todos. Todas las manos en su cuerpo,, todas las salivas en su boca.

Sonreía muchísimo, parecía que en cualquier momento le explotaría la cara y tomaría vida propia. Mis ojos no respiraban, estaban fijos observando todos y cada uno de los detalles, cada mueca y gesto de el eran profundamente analizados. Cada gemido abría una burbuja en el tiempo, donde mis reflexiones y pensamientos volaban como dagas de

un lado a otro sin parar. Una multitud de preguntas me atacaron. Las preguntas siempre atacan. El pensar detenía el tiempo, los conceptos destruían la fiesta, pero no podía, no podía dejar de pensar en el. El amor, ese sentimiento de posesión más estúpido y absurdo que hay en el hombre, quería arruinarlo todo. Recordé cuando una vez……cuando alguna vez

"Verwiel doch, du bist so schoem" II Detrás de cada copa de vino, hay una llave destinada a una puerta que esconde un espejo. En cada lugar que cae una copa de vino,

florece un campo o se incendia uno.Los espejos hace miles de años se dejaron de usar correctamente, el día que nuestro reflejo apareció en él, el mundo anduvo mal.

Cuando se abre la puerta que esconde el espejo, la llave se cae y rompe el espejo; el vino le devuelve su naturaleza al espejo: romperse. ¡Una copa más de vino, dos versos de Pessoa, y el mundo vuelve a caminar!. Los cristales rotos del espejo viajaban por nuestro cuerpo, abriendo heridas en todos los rincones, la sangre toma un curso único y lleva a nuestra cabeza todo lo que dibuja. El espejo ya no muestra nuestro reflejo, sino todo aquello que no vemos de nosotros, lo que viaja por dentro. Es la conjunción del vino, que transporta a otro lugar y la poesía que abre las puertas de ese otro lugar.

Ahora, que la botella vacía de un Pinot 87 rueda a mi lado, entiendo lo que me hizo llorar.

Y del contraste de tú "te amo" y esa sonrisa, surgió la pregunta: ¿O tu mente tiene una sordidez exquisita o tu estupidez exuberante no conoce fronteras?

No se puede amar a otro, la expresión de amor es un hecho incomprensible mas allá de uno mismo, es una forma de expresión no dialéctica, no tiene conexión con nada de lo que esta en otra persona, no tiene síntesis ni explicación, la comprensión de un acto

de amor escapa (en la mayoría de las ocasiones) hasta de nosotros mismos.

Un sin sentido como lo es el amor proveniente de nosotros, jamás puede ser entendido por otro. Todo esto escapa al entendimiento, a los porques y a los como. Allí donde y cuando, la razón fracasa aparece un inmenso conocimiento, el "instinto de supervivencia".

Mire a otro lado. Abrí los ojos y baje la cabeza hasta encontrar mi sexo. Me toque, me acaricié. La excitación tiene esa magia de elevar, es el amor a uno mismo. La excitación lejos de ser una necesidad biológica, es por excelencia la liberación más pura de todo lo pensante que nos encarcela. Ya lejos de toda la basura amorosa, corrí a zambullirme en ese mar de carne.

V

"No aspiro a la felicidad, aspiro a mi obra"

Alegría. La destrucción traía alegría. El Caos que nos poseía desdibujaba las fronteras de lo posible. Con cada caricia destruíamos y reinventábamos un Mundo.

Una superabundancia de fuerza nos lo permitía todo, en ese estado: el de la pureza absoluta, la embriaguez nos mostraba nuevas formas, creábamos a gusto las actitudes, las formas del ser, el lenguaje, las palabras, los modelos; una infinidad de colores que revivían el verde de la tierra. La palidez de años, de caras angustiadas, todas bañadas en amarillo, el color de los ojos que hace tiempo se había escapado al cielo de tanto mirar hacia arriba se llenaba de violeta, contrastando y resaltando el brillo del rostro. Cosmogonías.

Un movimiento nunca visto en ese acto orgiástico, que hacia de la perfección una banalidad

***De

"Cuentos para mi Capitán", (sección periódico Marítimo y lecturas en radio "Se dice de mi", del Buque Sanitario Holandés.***

Por AKIRA (Alejandra C.). MARZO, 2006

NOTA: La rebeldía pasiva es la contemplación por la contemplación - ¡esto salvo a Schopenhauer!- , la activa, es la lucha por la imposición desquiciada de una determinada concepción del mundo.