Al oído de una amante
tú yo, los dos. Formando un sólo cuerpo. Lo mío es tuyo, lo tuyo es mío. Compartiendo el mismo aire.
Tú y yo, los dos,
Ardiendo juntos,
En una hoguera de sábanas, sudor y piel,
Tu respiración, la mía, la de los dos,
Unidas, jadeantes, elevándose hasta el techo,
Tu lengua, la mía, las de los dos,
Entrelazadas, unidas en un beso perdido,
Quemando el aire, avivando el fuego,
Tu piel, la mía, la de los dos,
Rotas ya todas las fronteras,
Desnudas y abrazadas en el dulce encuentro,
Y al final llegó el final,
Y tus ojos y los míos se miraron,
Perdida ya la inocencia,
Y tus ojos y los míos se miraron,
Como dos desconocidos.
Fui a decir tu nombre,
Pero tapaste mi boca con un dedo,
Y las palabras se perdieron
Y jamás llegaron a tu oído.
Se las llevaron los fantasmas del olvido.