Al llegar a casa.

Nada como un novio goloso para recibirte en casa...

Llegaba a mi casa tras un largo dia de trabajo, con cansancio acumulado en el cuerpo y en la mente, de mal humor y necesitando cariño de mi novio, Luis. El día había sido muy duro y el tiempo, frío y lluvioso, unido al tráfico hacian que deseara llegar al calor del hogar con todas mis fuerzas. Nada más atravesar la puerta, su voz alegre y musical me recordo lo mucho que necesitaba su cariño...y el calor de su cuerpo. Entregarse a mi día tras día al finalizar mi jornada era una de nuestras deliciosas constumbres, y yo la necesitaba especialmente en aquel momento. Me acerqué silenciosamente por detrás de él, que estaba de pie frente la encimera, preparando la cena, como el gran amo de casa que es, ataviado con una camiseta e tirantes negra semitransparente y unos microshorts que me mostraban esos suaves y turgente muslos, así como perfilaban su redondo culito, objeto de deseo desde la primera vez que lo probé.

Le bese suave y amorosamente en su oreja, en su cuello... al tiempo que le atraía hacia mi rodeándole su perfecta cintura con mis manos. Paralelamente, él oponia esa falsa resistencia que me vuelve loco, esa sutil manera de decir "quiero que me petes el culo, quiero sentirte dentro, pero tienes que ganártelo"...y yo estaba decidido, un día más a ganármelo; para ello puse en marcha un táctica que nunca falla con él, la de mordisquearle y soplarle en la oreja. Es realmente increíble como en cuestión de segundos sus más bajos instintos se desatan y deja de lado ese saber estar, esa serenidad y esa dulzura para transformarse en una putita hambrienta de carne...y para ponerse al mismo nivel que sus instintos, decide arrodillarse ante mi con una sonrisa encantadora que reúne amor, pasión y ganas de cerdeo; para ellos se despoja de su camiseta y sus shorts, quedando tan solo sobre su cuerpo el tanga de cuerpo que le regalé en nuestro último aniversario y que hace aún más apetecibles las redondeces en las que termina su espalda...eso sí que es un recibimiento. Se me iluminan los ojos cuando se relame sus carnosos y rojos labios, quedando éstos brillantes por su saliva, y abre goloso esa boca tan bien amaestrada en las artes de amar y dar placer y, bajando mi cremallera, la llena su cabidad bucal de mis dieciocho centímetros de carne palpitante, ya humedecida por su salsa favorita de antes de la cena. Yo gimo suavemente, y él sonríe ante ese agradecido sonido que brota de mi garganta...hablando de gargantas, la suya ya aloja mi rabo y él, resignado, cede su cabeza hacia adelante, agrrándosela yo para de este modo follarle la boca. Delicioso...pero prefiero parar, todavía queda mucho entrante antes de la cena.

Le ayudo a levantar y le beso profundamente saboreando ese riquisimo nectar formado por mi precum y su saliva, susurrándole la conveniencia de dirijirnos a nuestro dormitorio para continuar con mi bienvenida. Él acepta...y al llegar a nuestra cama le empujo sobre la misma quedando expuesto su tierno agujerito...y descubriendo, para mi sorpresa, que no está tan cerradito como yo esperaba...vaya, parece que alguien ha echado en falta su ración de rabo y ha echado mano de uno de sus juguetes...me mira travieso y le doy un azote en ese culito, a lo que el responde con un gemido burlón. Alzo sus piernas y empiezo a catar ese hoyito del placer donde me encanta perderme y él empieaza a jadear y a arquear su cuerpo por el placer que siente teniendo mi lengua paseándose por sus zonas más  prohibidas...por si fuera poco, dos de mis dedos se unen a la tarea de transgredir ese reducto de  intimidad quebrantado hace mucho tiempo por su amado padre, quien eventualmente lo visita todavía mientras yo cato las dotes de su otro hijo, mi querido cuñado.

Pero a Luis no le basta con eso, su mirada me pide que le empiece a dar en condiciones...a darle todo mi amor, puesto que ese acto es ago que reporta placer a mi pareja, siendo por tanto una forma de amor. Es curioso como a pesar de haber sido penetrado, sin duda, hace relativamente poco tiempo por uno de sus monstruosos juguetitos, el culito de Luis mantiene esa estrechez y esa suavidad que tanto me hacen gozar. Se la enterré de golpe; en parte porque siempre le ha encantado el placer con un matiz de dolor, y en parte por no esperar a la herramienta de su novio para darse placer. Él soltó un grito seco y mirando en sus ojos vi el vicio en estado puro...lamí sus labios y mordisqueé su cuello...mientras el gemia y gemia como la zorrita que es, apretando mi rabo en su interior. Me encantaba darle placer.

Sin contemplaciones le cambié de postura y le puse a cuatro patas, como a un perrito. O como a una perrita, depende de como se mire. Así puedo observar mucho mejor ese par de nalguitas que tantas alegrías me han dado y cómo se mueven cuando esporádicamente les doy un azote. Le agarro del vientre y le atraigo hacia mí para que la penetración sea aun más profunda...y empiezo a bombear cada vez más rápido. Él, desesperado, pone los ojos en blanco y gime descontrolado...se acerca su orgasmo, a juzgar por la gran cantidad de precum que mana de su rabo, el cual menea sin descanso.

Por eso, decido pornerle encima de mi, para que él solito se clave mi polla...y es definitivo; empieza a cabalgar frenéticamente sobre mi, mientras me dice lo puta que se siente y lo agradecido que está a su papi por haberle enseñado estos placeres y a mí por seguir dándoselos. En un momento, su agujerito empieza a aprotar aún más mi rabo, y de ru rabo mana un chorro de espeso y blanquecino semen que demuestra que, una vez más, ha alcanzado el orgasmo y que su culito y mi rabo hacen un gran equipo. Toma unas gotas de semen e sus dedos y los acerca a sus labios, mientras me mira...los unta con ello y yo se los lamo y beso con pasión y vicio...me encanta.

Consciente de que su novio sigue esperando esparcir su semilla en su interior, se coloca de medio lado, posición que me encanta, y levantando su pierna, entierro mi rabo en su hoyito, abrazando  su vientre y pegándole a mi,,,él mismo culea, pues sabe que ahora su deber es extraer mi leche...gime y me pide mi leche...y yo, obedientemente, enmedio de jadeos, se la sirvo caliente y espesa en su interior. Le beso mientras le recuerdo lo mucho que le amo...y vamos a cenar. El sexo da hambre.