Al instituto! (4)

Nuestro protagonista se queda sin sus compañeros de cuarto, pero a cambio le ponen una fuente, y no de agua, precisamente.

Pues resulta que yo no lo sabía, pero Felipe y Alberto son internos, pero tienen permiso para irse los fines de semana a sus casas, que están bastante cerca. Me explicaron que las semanas anteriores no se fueron por diversos motivos, la primera semana el autobús no pudo venir, la segunda los padres de uno no estaban, los del otro no podían venir a recogerlo... Pero esta semana sí que se iban a ir. Yo estaba encantado con aquello, iba a poder echarles un vistazo de bien cerca de las revistas porno e iba a poder dormir en la cama que habían juntado Felipe y Alberto, más ancha que la mía y tendría el ordenador para mí sólo. Un lujo, vamos. Pero resulta que una de las normas del complejo es que una habitación no puede estar ocupada sólo por una persona, así que el sábado y el domingo se quedaría en mi habitación Antonio, un chico que dormía en una habitación de 4 por falta de espacio. Antonio era un año mayor que nosotros, pero era repetidor, así que lo conocía de haberlo visto por los pasillos de las clases. Y sobre todo de haberlo visto en los vestuarios, ya me entendéis. Tenía un cuerpo perfecto, con unos pectorales muy marcados y unos brazos musculosos, sin llegar a ser un portero de discoteca.

Llegó a mi habitación y nos saludamos con un apretón de manos. Sin nada más que decir, Antonio se puso a deshacer su maleta, que era una bolsa de deporte, ya que sólo llevaba ropa para un fin de semana. Mi sorpresa llegó cuando, al terminar de deshacer la maleta, se tumbó en la cama de Felipe y Alberto.

Ésa es mi cama, ahí voy a dormir yo –le dije.

No importa, dormiremos juntos, no somos maricones, no?

No, claro, jejejeej, no pasará nada.

Ahí estaba, la oportunidad de mi vida de tirarme a un tío súper bueno y acababa de despreciar a los gays. Y encima yo voy y le sonrío. No me arrepentí después de haberle sonreído, no.

La primera noche (viernes) no pasó nada, excepto una paja monumental que me hice cuando él estaba bien dormido.

A la mañana siguiente, se levantó y se duchó, antes de que yo lo hiciera. Después entró en la habitación completamente desnudo y chorreando, buscando su toalla. Yo me hacía el dormido, pero no pude evitar una erección como una casa, ya que dormía en boxers.

Él pareció no darse cuenta y cogió la toalla, se metió al baño y salió cambiado con el chándal puesto.

Me voy al gimnasio un rato antes de las clases.

Yo asentí, haciéndome el medio dormido. Debo aclarar lo de las clases el sábado, él, al ser repetidor, está acudiendo a unas clases especiales, dos horas al día, en lugar de ir a música y todo eso, repasaba las fuertes, como matemáticas, lengua y eso.

A la 1 o así del mediodía llegó y se cambió de ropa, dejando al aire un cuerpazo de muerte que me hubiera comido allí mismo. Yo hice lo mismo para que me viera. La verdad no suelo presumir, pero tengo muy buen cuerpo. Creo que surtió efecto, ya que él no paró de mirarme durante todo mi cambio, incluido boxers, que él no se cambió.

Después de comer llegamos a la habitación, aún hacía calor para salir, así que estuvimos en la habitación, yo jugando al ordenador y él tumbado en la cama.

Anoche te oí. No pudiste evitar jadear. A mí me pasa lo mismo, es normal.

Sí, es que estaba muy cachondo –dije completamente sonrojado, pensando en que incluso me había visto.

Sé por qué tenéis las camas así.

Yo enseguida pensé que sabía lo que Felipe y Alberto hacían prácticamente todas las noches.

Tenéis revistas porno aquí metidas, verdad?

Uff, qué alivio.

Jejejejeje, sí, hay unas cuantas.

Oh, no, horror, las revistas son gays.

A ver qué tenéis por aquí, salidorros.

Mi alivio fue completo al ver que sacaba una revista de tías. La examinó durante un rato, y pareció no gustarle mucho. De repente recordé la bisexualidad de Felipe. Estaba buscando en su lado de la cama, y me quedé cruzando los dedos para que no sacara una de tíos.

Sacó otra de chicas que volvió a mirar y dejó a un lado despectivamente, igual que hizo con la primera.

Entonces sacó la revista. Una genial, por cierto, con unos cuantos relatos y un montón de fotografías que los ilustraban y muchos modelos guapísimos.

Ésta sí que me gusta.

Entonces me miró como si quisiera decirme algo, yo me giré, disimulando, como que seguía jugando.

Decías algo?

Estas revistas son tuyas?

No, son de Felipe, que es un salido –dije sin prestar atención a que la que tenía en la mano era la que le gustaba, la homosexual.

Tiene buenos gustos este Felipe.

Él me hablaba como si yo supiera de toda la vida que él era gay.

Menudas pajas os haréis con esto.

Sí, la verdad es que sí.

Qué suerte. Ahora mismo me apetece una. No te importará, verdad?

Sin darme tiempo a responder se bajó los pantalones del chándal y sin quitarse los boxers empezó a sobetear una polla que debía de estar ya en su máximo esplendor, porque era gigante incluso dentro del boxer.

No te quedes de espectador, puedes acompañarme, me da un poco de palo hacerlo delante de alguien que no se la está cascando también.

Yo sin mediar palabra llegué y me senté a su lado, un poco nervioso porque aún no sabía totalmente de sus intenciones, pero así fue. Él iba pasando las páginas rápidamente, sólo viendo las fotos, mientras con la otra mano se la estaba tocando. Cuando se la sacó del boxer, los ojos me hicieron chirivitas. Menudo pedazo de tronco! Era gigante y con un capullo precioso.

Oye, nunca lo he probado, pero lo podemos intentar, qué tal una paja mutua?

Sin atreverme a articular palabra, lo hice, cogí su tronco, que masajeé con mucho placer.

Yo no sabía si lo decía en serio. ¿Sería verdad que nunca había practicado la masturbación mutua? Si es así, ¿era aún virgen?

No quise darle más vueltas y seguí con lo que estaba haciendo. La verdad es que sus manos fueron una maravilla. Mientras mi mano tocaba su caliente polla, mis ojos se deleitaban con su cuerpo. Las revistas habían pasado a segundo plano y él estaba con los ojos cerrados.

En qué estás pensando? –le pregunté, esperando una respuesta un poco simple.

En lo caliente que tienes la polla, lo bien que me la estás cascando y lo calentito que debe de ser tu culo. Y sobre todo en esa sonrisa que tienes.

Articulando estas palabras, pasó su "articulación" libre por mi culo, sobándome luego entero el cuerpo. Estaba claro, quería llegar a algo más. Lo supe cuando me abrió de piernas y se arrodilló delante de mí en la cama. Su lengua recorrió mi polla en un santiamén y la tragó entera. Era muy cariñoso, su lengua daba besitos y pequeñas lamidas a mi capullo, que trataba con delicadeza con los labios bien húmedos, mientras su mano recorría de lado a lado mi mojado tronco. Luego se lo metió entero en la boca y aún dentro de ella, su lengua seguía lamiéndola como si fuera un helado, algo que me encanta que me hagan. Mientras una mano estaba masturbando mi polla, la otra recorría mi culito, al que parecía tener muchas ganas.

Con los masajes tan calientes que me estaba dando y la delicia de mamada que le estaba propinando a mi polla que estaba súper caliente, me corrí entero:

Primero le avisé y él paró en seco de lamerme, entonces con la mano derecha y apartando un poco su cara, siguió masturbándome, no me dejó tocarme la polla para correrme yo. Entonces todo mi semen se estampó contra su cara y sus voluminosos labios. Con la boca, jugueteó con mis pelotas y después con mi polla otra vez, extrayendo hasta la última gota que quedaba. Fue una corrida espectacular, ya que llevaba tiempo sin vaciar depósitos. Él quería ahora marcha y entonces me levantó de la cama y se sentó él. Yo jugué un poco con sus pelotas y luego con su polla hasta que mi lengua la recorrió de arriba a abajo. Esto último fue la gota que colmó el vaso, la polla de Antonio se puso a mil y me dijo que me sentara encima de él. Yo lo comprendí.

Me senté lentamente, para no hacerme daño la primera vez y su polla entró enterita en mi culo. Después de un rato así, mientras nuestras manos se juntaron y recorrieron mi cuerpo, él empezó a moverme rápidamente para que su polla entrara y saliera de mi culo. Es una de las penetraciones que más me gusta, lo sentí a él completamente dentro de mí. Cuando estábamos ya sudando por el desgaste físico que eso conllevaba, me dijo que me tumbara bocabajo y sin ni siquiera levantarme el culo, su polla volvió a penetrarme. Nuestras piernas entraron en contacto y los huevos de él con los míos, algo que me produjo mucha excitación. Después de un buen rato jadeando, se corrió:

Dos chorros de semen fueron directamente dentro de mi culo y un tercero y un cuarto fueron por fuera de mi culo, que acabó completamente mojado por dentro y por fuera. Él pareció no haber acabado con su faena. Con su lengua recogió todo el semen y lo escupió de nuevo en mi culo, donde introdujo un dedito y otra vez su polla.

Este chico es inagotable o lleva tiempo sin follar, pensé yo, ya que era la segunda vez consecutiva que me penetraba.

Pareció gustarle más que la primera, con el culo bien lubricado. Entonces dijo que se corría y yo quería probar su semen y él pareció tener la misma idea así que me giré y se corrió en mi cara. Una corrida no tan abundante, pero sí bastante cálida y larga. Yo, imitándole a él, lamí todo su semen a lo largo de su polla, lo que pareció gustarle muchísimo, así que se corrió una tercera vez ya bastante menos abundantemente, completamente dentro de mi boca.

Llevabas tiempo sin follar, eh?

No, hace una semana me tiré al conserje.

El famoso conserje, pensé yo.

Los días transcurrieron normalmente después de eso, hasta que se tuvo que ir y me plantó un beso de despedida largo y húmedo.

Espero que nos veamos pronto, te presentaré al conserje.

Espero que me presentes al conserje, adiós.

Se fue de la habitación como un sueño erótico que aparece y te deja marcado.

Poco después llegaron Felipe y después Alberto y les conté lo sucedido.

Sí, por algo le llamamos la fuente.

Lo habéis hecho con él?

Fuimos compañeros de habitación de él un par de veces. Es amigo del conserje.