Al instituto! (3)
Tercera parte en la que hay una espectacular follada en los vestuarios del gimnasio, con dos universitarios.
Dos días después nos tocaba clase de gimnasia. El profesor no había venido y nos dejaron clase libre. La mayoría de los chicos decidimos jugar a fútbol.
Estuvimos la hora completa jugando bajo el sol abrasador y acabamos sudando. Ya disponíamos de agua caliente en las duchas, así que ya nos podíamos duchar ahí. Todos pasamos a las duchas de los vestuarios excepto Alberto, aunque nadie pareció darse cuenta.
El panorama, como ya me figuraba, fue una gozada. Vi chicos de mi edad de todas clases, me refiero a clases de polla claro, de cuerpo parecían todos sacados de un molde. Todos estaba ligeramente musculados y tenían los abdominales como tablas. Vi pollas mojadas por el sudor, mojadas por el agua. E incluso Roberto se la estaba cascando en la ducha delante de todos, sin darle importancia alguna. Pedro se quedó rezagado, y junto conmigo éramos los dos únicos sin cambiarnos aún de ropa. Aquella situación me producía mucho morbo. Un amigo mío estaba quitándose la camiseta delante de mí, dejando al aire su musculoso torso sudado y sus jugosos labios se abrían y cerraban al respirar por el cansancio. Pedro era el típico chulo intocable muy macho que presumía de las pedazo de tías que se habían tirado. Durante mi estancia, Alberto y Felipe ya me habían comentado algo de su comportamiento en los vestuarios, pero no le presté importancia.
Cuando todo el mundo se fue a la zona de las duchas yo le miré fijamente. Él pareció no darse cuenta. O tal vez sí se dio cuenta y me estaba provocando.
La manera en que se quitaba la ropa no era normal. Los pantalones se los quitó lentamente, marcando la zona del culo que dejó a mi entero placer. Después pasó la toalla por su sudoroso torso, bajando por las piernas y llegando a la zona del paquete, donde una mano se entretuvo mientras la otra daba un paseo por su cara. Todo ello produjo en mí una sensación que hizo que se me levantaran los pelos. Me fui cambiando tratando de quitar la vista de tal magnífico espectáculo, pero me fue imposible. Al final, sólo con los boxers me quedé mirando a Pedro. Ahora entendí a qué se referían Felipe y Alberto. Pedro era gay! Pero él parecía no querer hacer nada, así que lo dejé pasar.
Aquella situación me puso mucho y durante esa semana me hice varias pajas pensando en aquel stripteasse y aquella insinuación de Pedro. Una de esas noches de insomnio, temprano, decidí ir al gimnasio para darme una vuelta y descargar tensiones. En realidad, lo que quería era ver si había alguien a quien pudiera ver en la ducha.
Entré y dejé la bolsa en la zona de las taquillas que hay en los vestuarios, por los que hay que pasar antes de entrar al gimnasio. Parecía que no había nadie, así que decidí irme a la habitación, a pasar el calentón solo, ya que Felipe y Alberto estaban ya durmiendo. Cuando iba a salir a los vestuarios otra vez:
Hola! Insomnio? era Pedro, en la cinta de andar.
Sí, ya ves, he venido a correr un rato, como tú.
Y ya te vas?
No, he venido a dar la luz y como estaba encendida... Voy a cambiarme, ok?
Si era verdad lo que Felipe y Alberto me habían contado, esta iba a ser una noche movidita.
Cuando volví y me subí a la cinta, Pedro se había quitado la camiseta.
Llevas mucho tiempo corriendo? le pregunté.
Media hora, más o menos.
Lo haces muy a menudo?
Sí suelo venir más temprano, después de cenar, pero hoy no he podido antes. Lo llevo haciendo desde que entré en el complejo.
Se te nota, tienes un buen cuerpo.
Gracias.
Sin mediar una palabra más durante un rato, los dos estuvimos corriendo. Después surgieron las conversaciones, hablamos de todo un poco, de la comida del comedor, de lo mal que estaban algunas duchas...
Al cabo de un rato:
Ya no puedo más dije exhausto.
Jejejejejeje, se nota que eres novato.
Sí, es la primera vez. Me voy a ducharme.
La reacción de Pedro fue inmediata.
Qué hora es? me preguntó.
Las 11.
Uy, yo también me voy, he quedado para salir.
Te vas a escapar?
Vamos a una discoteca de aquí cerca.
Y no os dicen nada?
Mi habitación tiene las ventanas a la parte de atrás, a la casa del conserje del bloque B. Es amigo nuestro.
Mientras decía eso una sonrisa se dibujó en la boca. No supe que quería decir hasta más tarde. Cuando dijo el conserje del B recordé la paja de la noche anterior, había sido con él, un chico joven, de unos 24 años, muy musculado, con unas facciones en la cara completamente masculinas. Lo había visto salir de la piscina del complejo sin ropa y con su pollón duro. Yo a él le vi perfectamente, pero creo que él a mí no. Sin mediar una palabra más, los dos pasamos al vestuario.
Cuando ya nos estábamos duchando y mi polla estaba a puntito de ponerse como una piedra por la visión magnífica de Pedro (con un cuerpo perfecto, un culo hermosísimo, sin pelo, depilado completamente, excepto la zona de la polla y un hilito de pelo desde el ombligo hasta la polla), él dijo:
Mierda, se acaba de joder mi ducha, no sale agua caliente. Te importa que me duche contigo? Tengo prisa, y ya que a ti ya te sale caliente el agua....
Sí, claro, no hay problema.
Lo dijo con una naturalidad, que no supe de sus fines hasta después.
Él se pasó a mi ducha y nuestros muslos se rozaron. El suyo pasó por delante de mí, casi, casi, rozando mi polla. Estaba conteniéndome muchísimo y al final no se me puso dura. Yo estaba cerca del jabón y él detrás de mí, en la parte de afuera, entonces él para coger el jabón, se puso detrás de mí, me rodeó con los dos brazos y cogió con sus manos el jabón. El leve tacto de su polla con mi culo, que duró milisegundos, puso mi polla a mil y yo emití un suspiro. Cerré los ojos y me giré hacia él. El jabón seguía en su sitio, pero él me miraba de arriba abajo.
No pudo más y me rodeó con los brazos, plantándome un cálido beso en mis labios. Debajo del agua caliente y con nuestros cuerpos calientes y nuestras pollas en el mismo estado y rozándose, le respondí con uno de los besos más largos y profundos que he dado nunca. Entonces nos separamos y por fin me di cuenta del cuerpazo que tenía delante de mí. El agua caía y rebotaba sobre sus pezones y sus abdominales, llegando a pararse en su polla ultra dura ya. Se ve que tenía muchas ganas, porque me puso de espaldas, justo debajo del chorro del agua y comenzó a enjabonarme el culo con el jabón y jugueteando con sus dedos. Cuando todo el jabón cayó, me abrazó por detrás, pasando sus manos por mis pezones y mi polla y besuqueándome la espalda. Por un segundo paró y pensé que me iba a penetrar, pero aún no. Lo que hizo fue coger su polla y pasarla por mi culo, sin rozar mi ano en ningún momento. Siguió con lo que estaba haciendo antes, pero ahora con su polla tocando mi culo. Sus manos hicieron un largo recorrido por mi cuerpo, dándome un placer que antes no había experimentado.
Masturbó ligeramente mi polla, tocó mis pezones, jugó con mis huevos, todo alternándolo hasta que por fin, su polla en todo su esplendor atravesó mi culo. Primero lentamente, despacio, hasta que entró toda. Después, fue acelerando el ritmo, a medida que mi culo se abría para dejar paso a su polla. Aquí, mientras me penetraba, comprendí lo del conserje y lo que me dijeron Alberto y Felipe de sus buenas notas en gimnasia. Su polla iba ahora a un ritmo frenético, mientras sus huevos tocaban la punta de los míos y sus manos seguían recorriendo mi cuerpo. Estuvimos así un buen rato, por él podríamos haber estado toda la noche, pero yo le hice parar.
Quería saborear su polla, ésta no se me iba a escapar. Así que directamente, mi lengua bajó a su polla, ahora mojadita por la acción del agua de la ducha, pero aún con sabor a mi culo. Fue un sabor que nunca olvidaré. No sé si fue mi culo, el agua o simplemente él, pero fue una polla magnífica. Mientras la lamía y me recreaba con ella, mi mano derecha hacía una expedición por su culito y mi mano izquierda, tocaba y cascaba su polla. Hasta que, en uno de los vaivén de mi mano en su polla, se corrió sin avisar completamente dentro de mi boca. Su polla estaba dentro del todo de mi boca y me tocó sacarla un poco para poder saborear aquel dulce néctar que salió de su polla. Entonces, con el semen que me quedaba en la lengua, lo puse a 4 patas y lubriqué su culo con mi lengua y su semen.
Hice la prueba metiendo un dedo y pareció que sí, que le gustó y a mí también, así que sin pensarlo más, metí mi tronco en su máxima potencia entero de una en su culo. Él gimió ligeramente de dolor, dolor que luego se convirtió en placer y gemidos de dolor que se convirtieron en jadeos de placer. Su polla pareció resucitar, a cada entrada de mi polla, su ahora flácida polla crecía un poquito más. Con esa visión, con el recuerdo del sabor de su polla y con la mía dentro de unos culos más sabrosos que he probado, me corrí entero dentro de él.
Cuando acabé de correrme le abracé, le di un buen beso y nos despedimos. Antes de irnos me habló del conserje. Me dijo que era una gran persona.