Al final me follé a Mapi
Acuciada por las deudas no le queda más remedio que dejar que me la folle para poder disponer de vehículo con el que ir al trabajo.
¿Alguna vez os habéis follado a alguien que odiabais o no soportabais? Es una de las mejores sensaciones del mundo y al final tienes sentimientos encontrados, pero cuando te cruzas con esa persona por la calle y cuando os miráis ambos sabéis que te la follaste y le hiciste tragarse sus principios es… Maravilloso.
Antecedentes, tuve una ex a la que quería más que a mi vida, pero que me terminó dejando cuando le salió una buena oferta de trabajo en Madrid.
Y durante el proceso en el que ella se lo replanteó todo una de sus mejores amigas, Mapi, una hija de puta como la copa de un pino, no paró de animarle a irse, a decirle que yo estaría aquí para cuando volviese, que había mejores hombres… En resumen, se dedicó a echar mierda.
Mapi era una jipi que no tenía dónde caerse muerta, que ningún tío soportaba para nada más allá de un polvo, y que convivía con dos perros enormes, los únicos seres que la toleraban.
Era una marrana, su piso, además de ser enano, siempre estaba hecho mierda y olía a perro.
Como buena jipi no se depilaba y cada vez que levantaba el brazo podías ver al hámster. Asqueroso.
Siempre vestía ropas anchas, raídas y llenas de pelos de perro.
Aún con todo era una chica de 1,52 muy guapa, con unas tetas pequeñas pero muy redondas y un culo respingón y redondo increíble.
De normal no se aprecia, pero un par de veces coincidimos en la piscina de una amiga y Mapi siempre llevaba un bikini tanga por el que asomaba ese culete estúpidamente redondo y respingón que no se merecía.
Vale, ahora volvamos a mí. Heredé el coche de mi abuelo al que únicamente tuvieron que cambiarle las bujías para funcionar como el primer día.
Al yayo le gustaba trastear con su BMW M3 del 92 y lo tenía súper bien cuidado.
Aunque yo ya tenía uno adopté ese coche como principal e intenté vender el mío, un OPEL corsa pequeño relativamente nuevo, pero sin potencia y que apenas usaba.
He aquí, a los tres meses de heredar yo el coche del abuelo que me entero que Mapi ha tenido que vender su coche y pedir dinero prestado porque a uno de sus perros, Nerón, le ha salido un tumor muy chungo y se ha tenido que dejar una pasta indecente en veterinarios.
Y de repente el karma, el universo, los dioses, lo que sea, decide resarcirme por el abandono de Carolina y lo zorra que fue Mapi.
Tenía el corsa puesto en una web de anuncios de segunda mano y un día recibo una llamada de Mapi preguntándome por el coche, que no sabía que era mío.
Me cuenta un poco cómo tiene el panorama y me intenta hacer una rebaja irreal de precio.
Se pone borde y desagradable, como era ella y la mando al carajo.
Me alegré de que no tuviera coche y se estuviera jodiendo, pero ahí, justo ahí, se me encendió la bombilla. Y le mandé un whatsapp quedando con ella en una cafetería para hablar sobre el tema del coche.
Ella por supuesto, una desagradable conmigo insufrible.
Bueno, ¿me lo vas a vender o qué? No me hagas perder el tiempo.
No. Te lo voy a prestar.
Se me queda mirando. Es una gilipollas, pero no es tonta.
¿Por qué?
Porque te has dejado mucho dinero con Nerón y no estás en condiciones de afrontar más gastos.
Se queda callada y pensativa. Me aparta la mirada. Supongo que está pensando en el perrete. Mira hacia el suelo.
Sí… Mucho dinero me ha costado, por lo menos lo han salvado…
Eso es lo importante.
Vuelve en sí. Me mira.
¿Qué quieres? No me creo que me lo vayas a dejar así sin más.
Eres una hija de puta, pero eres muy perspicaz, Mapi.
¿Eh? ¿Qué dices, idiota?
Mira, te cuento. No te soporto, sé que estuviste metiendo mierda en la cabeza de Carol para que me dejase.
Me manda a tomar por el culo, pero le sujeto el brazo y le digo que espere. Que todavía no ha escuchado que quiero.
Me da igual, no quiero nada de ti y no me interesa lo que tengas que ofrecer.
¿Y cómo vas a pagar la próxima factura del veterinario, Mapi? Ya no tienes dinero para un coche y esos 600€ que ofreces por mi coche te llegarán con suerte para otra factura del veterinario.
Me mira fijamente con odio. He dado en hueso.
Dime qué quieres y hazlo rápido.
A ti.
Se le descompone la cara por un instante y acto seguido se le llena de odio.
- ¡¿QUÉ?! VETE A LA MIERDA, CERDO HIJO DE PUTA.
Mientras se va le grito.
- ¡Piénsatelo, María Pilar! ¡Te dejan un coche gratis, no vas a tener una oferta así nunca!
Una pareja y unos abuelos nos observan con cara de curiosidad. Ha valido la pena. Tanto como si acepta como si no el haberme podido aprovechar de su situación de necesidad para hacerla sentir humillada me hace sentir bien así que me pido una jarra de cerveza y me quedo a mirar a la nada disfrutando de esa sensación.
Pasan los días, las semanas y no sé nada de Mapi. Me entero por Claudia, amiga en común de mi ex y yo, que tienen que volver a operar a Nerón y que Mapi le ha pedido dinero prestado hasta a Claudia.
Siento pena por el perrete, pero no puedo evitar sonreírme ante el pensamiento de Mapi agobiada y acuciada considerando mi infame propuesta.
No pasa ni una semana cuando me envía un mensaje, “tenemos que hablar”. Yo le respondo que en la plaza del Mercado Viejo en 30 minutos. Accede.
Acudo a la “cita” con una sonrisa de oreja a oreja. Ella cabizbaja. Cuando llega al banco en el que estoy yo se me sienta al lado y sin saludarme me dice que soy un hijo de puta, un cerdo, un machista, etc, etc. Todo el repertorio.
Yo no digo nada.
¿Has acabado ya, María Pilar?
No me llames así.
¿Has acabado ya?
Podría seguir insultándote.
Y yo podría levantarme e irme y aquí te quedas, jodiéndote yendo en autobús hasta Pamplona todos los putos días y perdiendo horas en la estación y dinerales en taxi, ¿te parece?
Calla como una puta. Me gusta. Me giro hacia ella y le acerco la boca a la oreja para susurrarle mis términos y condiciones de uso. Se aparta. Le miro fijamente a los ojos.
- Voy a contarte lo que quiero. Si te vas, te apartas, me pegas o haces cualquier cosa que considere oportuno me largo y te buscas la puta vida.
No dice nada. Prosigo.
- Te voy a dejar el coche hasta que encuentres otro. Sé que los lunes libras porque cerráis el restaurante por descanso. El lunes quiero que te plantes en mi casa, depilada, con un vestidito que sea la mínima expresión y unos tacones que puedan salir en una película porno.
Me mira a cada ojo con cara de asco. Le mantengo la mirada.
No soy una puta.
¿Quién dice que lo seas?
Pretendes que sea la tuya.
Le sonrío. Le pongo la mano en la rodilla. Se incomoda y aparta la pierna. La miro a los ojos y me levanto.
Me coge del brazo.
- Espera, por favor…
Me siento otra vez, el acerco la boca a la oreja. Me voy a regodear y a cobrar lo que me ha jodido.
Me has jodido como ni te imaginas llenándole la cabeza de mierda a Carolina. No eres una puta porque no quiero obtener placer de ti, me quiero vengar.
Si tanto te quieres vengar por qué no me dices que no y me dejas en paz.
Eso sería lo fácil.
Silencio. La miro a los ojos desafiante y serio. Ella a mí. Es una hija de puta orgullosa que sabe que recurre a mí porque no le queda otra.
Sus padres no quieren saber nada de ella, su hermano no le va a dejar más dinero, Claudia no le puede dejar nada y Carol ya le ha dejado. Está demasiado jodida.
Me levanto y le digo mirándola a los ojos que la espero el lunes a las 17 de la tarde con la equipación que le he dicho y sin un solo pelo en sobacos, coño, piernas y pies, y que como no venga como le he dicho que puede seguir como hasta ahora.
No tengo tacones…
El lunes te compraremos unos.
Me vuelvo a sentar, se me ha ocurrido que todavía no he puesto la guinda.
Y por último, dame un beso.
¿¡Qué!?
¿En serio darme un beso te preocupa? Sabes que cuando entres en mi casa te voy a follar hasta dejarte bizca, ¿no?
Mira hacia el frente con una cara de asco que no puedo evitar que me joda un poco. A nadie le gusta que le pongan cara de asco cuando se está hablando de tener sexo.
Le pongo el dedo de bajo de la barbilla. Mapi es guapa, piel clara, ojos marrones, pelo rubio rizado que se empeña en llevar con rastas con la nuca rapada. Objetivamente es muy guapa y tiene unos labios finos, pero bonitos.
Le acerco la boca, ella no se mueve.
- Bésame, Mapi.
Duda un momento, y me da un piquito como si tuviéramos 12 años.
- Estoy empezando a pensar que prefieres seguir yendo en autobús.
Esta vez me besa con más ganas. Entonces mi mano va a su culo y le meto la lengua. Abre los ojos como sorprendida. Seguimos besándonos hasta que se coordinan nuestras bocas. Mi mano agarra con firmeza y ansia su nalga.
Cuando pienso que le está gustando se separa.
Bueno ya vale, ¿o qué? Joder, no te aproveches. Y me quita la mano de su culo.
Oye, pues que me ha gustado, ¿eh? Mira, se me ha puesto goda y todo.
Le señalo el bulto de mi pantalón lo mira con cara de asco, se levanta y mientras se va le digo que el lunes en casa a las 17.
¿Me das ya las llaves del coche?
El lunes te las daré.
¿Y cómo voy hasta entonces?
-Estamos a viernes. Sobrevivirás.
Iba a ser la primera vez que se depilaba en mucho tiempo. Me reía de pensarlo. Se jactaba de desafiar al patriarcado yendo por la vida como si fuera Chewbacca. Y yo estaba quebrando esos asquerosos y repugnantes principios jipis.
El lunes llegó a mi casa con cara de asco y sin hablar mucho. Me la llevé a un sexshop y estuvimos mirando tacones. Le hice probarse diversas sandalias y andaba sin arte. No sabía. Parecía un cordero recién nacido.
Al final le compré unos sencillos con un poco de plataforma transparente y unas tiras también transparentes. Tenía unos pies sorprendentemente bonitos que iban perfectos en esos tacones.
El prospecto de chupar sus pinreles y follármela a cuatro patas con los tacones puestos me empezó a excitar muchísimo.
La odiaba y me la quería follar con saña. La iba a castigar por mala y puta.
Cuando llegamos al ascensor de casa la empujé contra el espejo y le clavé mi bulto en su culito para que lo fuera notando. Con mis otras manos le agarré las redondas tetas por debajo de su camisa de jipi.
- ¿¡Qué haces?!
Se medio intentó zafar, pero la sostuve con fuerza mientras una mano la cogía del cuello sin hacer mucha presión.
- Te voy a follar Mapi. Le mordí la oreja suavemente. Te voy a follar tantísimo que no vas a saber en que día vives. ¿Y sabes lo peor? Que vas a disfrutar como la puta que eres.
Se intentó revolver.
- Violador de mierda. Cerdo asqueroso.
La solté
¿Violador? ¿Te estoy obligando, hija de puta? Estás aquí porque quieres
No.
¿No?
Salí del ascensor, pulsé el botón B.
- Vete a tomar por el culo, María Pilar. Y buena suerte que te va a hacer falta.
Cerré la puerta y ella la abrió al momento. Viniendo conmigo. Cuando abrí la puerta me espetó un hijo de puta y se fue directa al baño a cambiarse.
Salió del baño sin mirarme con su anodino vestido y los tacones. Estaba buena con ese conjunto, pero era un poco pato.
El próximo día ven con un tanga, no me vengas con bragas de vieja.
No tengo.
Te compras, que no valen casi nada.
Se queda ahí pasmada sin hacer nada.
- Venga, a mi cuarto.
Ella obedece desganada y andando torpemente. Parece un flamenco pisando ascuas.
Con estas mierdas incómodas me voy a matar.
Te jodes. Ya es hora de que te vistas como una señorita y no como una jipi.
Me mira con odio.
Eres un machistorro y un rancio de hace 100 años.
¿Por qué me gustan los vestiditos ceñidos y los tacones? Jajajaja
Es cosificador.
Qué buena estás con este conjunto, Mapi.
Le doy un cachete en el culo. Le quedaba bien, la verdad. Se vuelve y me mira con asco.
- Aunque dé asco no me pierdas el respeto por un momento o me voy.
La empujo contra la pared y le huelo desde la clavícula hasta la oreja.
- Mmmmmmmmh…
Cuando llegamos al cuarto me empiezo a desnudar delante de ella. Ya he dicho que tengo buen cuerpo por cuidarme y un buen rabo cortesía de la genética.
Mapi alterna entre mirarme y apartar la mirada.
Admítelo, Mapi. Te parece que estoy bueno y te gusto.
De qué sirve si eres gilipollas y tienes la cabeza llena de mierda.
Me mira la polla de vez en cuando, la situación me la está poniendo dura.
- Mira, Mapi, se me está levantando.
Me la mira y aparta la mirada con cara de asco. Me acerco a ella por detrás. Le levanto ligeramente el vestido y mi polla empieza a rozar con sus nalgas. Da un minirespingo.
Acabemos con esto cuanto antes…
No, no, no. No hay prisa.
Qué asco, joder…
¿Asco dices?
Me aprisiono contra ella mientras le beso el cuello y mis manos vuelven a sus tetas. Mi rabo empuja fuerte contra sus nalgas. Mientras le beso el cuello tiene la mirada al frente.
Le bajo las bragas hasta los tobillos. Le separo un poco las nalgas y empiezo a frotar lentamente mi polla contra los labios de su coño. Le pellizco muy suavemente los pezones mientras mientas le muerdo el lóbulo de la oreja con delicadeza.
Al poco noto que ha lubricado un poco.
Vaya, vaya. A alguien le está gustando.
No controlo mi cuerpo. Si me excitas este responde, pero mentalmente me das asco.
Me separo de ella y la cojo por las rastas. Le hago darse media vuelta. Es un retaco, pero con los tacones calza bastante más altura. Me mira con odio y desafiante.
- Agárramela. Mapi.
Lo hace con odio. Me encanta. Ella no sabe que me gusta que me la agarren con un poco de saña, que me abofeteen en mitad de un polvo y que me arañen. No lo sabe.
Mis labios pegados a los suyos.
Másturbame. María Pilar.
No me llames así.
Tsss.
Mi mano suelta su pecho y la agarra por el cuello con firmeza, pero sin hacer fuerza.
Más despacio. Mapi.
Eres asqueroso.
Cada vez que habla sus labios acarician los míos. Estoy tan excitado que creo que la dureza de mi polla puede desafiar su agarre.
En ese momento tiro hacia atrás de sus rastas y empiezo a comerle la boca con necesidad. Ella sigue masturbándome y la mano que sujeta su cuello le suelta un azote en la nalga que la hace emitir un quejido mudo. No puede hablar con mi lengua en su boca. Se separa.
- Me has hecho daño, imbécil.
Tiro de nuevo hacia atrás de sus rastas y lamo desde el cuello hasta su oreja. Su agarre sobre mi polla es violento. Estoy extasiado.
La empujo hacia la cama y cae sentándose. Mi polla ahora queda a la altura de su cara. Está muy muy dura.
Mapi la mira con cara de asco y aparta la mirada.
Chúpamela. Mapi.
Qué asco. No.
La agarro por las rastas y me agacho a su altura.
Me la vas a chupar o te vas a olvidar del coche, ¿y sabes por qué? Porque eres muy puta.
Eres un puto cerdo asqueroso. Te odio y vas a morir solo.
Es posible, pero me voy a comer tu coño.
La sujeto por debajo de las axilas, la levanto un poco y la tiro sobre la cama para colocarla mejor.
Por favor, no…
Cállate, cojones.
Empiezo a comerle el coño. Encuentro su clítoris y empiezo a lamerlo con velocidad y a succionarlo. Me encanta cómo sabe. En menos de dos minutos está lubricando como una cerda y se le escapan gemidos contra su voluntad.
¿Te gusta? Lo sabía, si es que se te ve lo zorra que eres.
Ojalá te mueras…
Vuelvo a comerle el coño, esta vez le meto dos dedos y Mapi se empieza a retorcer. Se tapa la boca, pero es inútil. La oigo gemir sin quitar mi boca de su coño. Con su otra mano intenta alcanzar mi pelo, pero se la sujeto. Me aprisiona con las piernas, pero eso me gusta.
Quiere evitar lo inevitable. Llegar al orgasmo. Pero no lo consigue.
Un gemido largo mientras sube las caderas y afloja la presión de sus piernas. Es muy ruidosa pese a tener la boca tapada.
Jódete, jipi. Has tenido un orgasmo mientras te comía el coño. Un coño rasurado que durante años has tenido lleno de pelos como si fuera un gato acostado.
En ese momento cojo un condón y rápidamente me lo pongo. Ella todavía no se ha repuesto del todo.
Me echo encima de ella y antes de que pueda reaccionar empiezo a comerle la boca. No lucha. Acto seguido le meto la polla hasta el fondo sin prisa, pero sin pausa.
Un gemido largo mientras me araña la espalda.
Mira cómo me la pones.
Cállate.
Cómo me pone follarte, Mapi.
Que te calles joder.
Le meto la lengua en la boca. Nos besamos con violencia. Me muerde un poco y me hace sangre. Los besos ahora saben un poco a sangre. Yo ya embisto con violencia. La cama cruje y le está quedando claro a los vecinos que estoy castigando a esta hija de puta.
Me clava las uñas y gime acompasada a mis embestidas.
Paro de golpe y le digo que se de la vuelta. Ella, cachonda como la perra que es, obedece. Se la hinco de nuevo y otro gemido sordo. Empiezo a embestir con un buen ritmo mientras el ruido carne contra carne inunda la habitación.
Le tiro de las rastas.
- Mastúrbate, puta, mastúrbate.
No contesta, solo gime y obedece. Le azoto el culo.
Te voy a desmontar. Zorra.
Sí, sí, sí, sí.
Un alarido y se separa ligeramente de mí. Le ha sobrevenido un orgasmo bastante bestia.
Durante unos instantes no sabe ni dónde está. Con la respiración agitada y mi polla todavía dentro.
Al final sabía que te iba a gustar.
Eres un enfermo… Me das asco…
Para darte asco casi colapsas por ese orgasmo, ¿eh?
Cállate… La… Puta… Boca…
Respira entrecortada. Le azoto la otra nalga.
- Déjame, no soy una de tus putas.
Qué equivocada está. Me pongo de medio lado y empiezo a bombear lentamente. Le acaricio la pierna hasta el pie. Me encanta ver esas piernas terminando en ese zapato de película porno. Sigo bombeando lentamente.
Vuelvo a tirarle lentamente de las rastas hacia a mí.
¿Si no eres una de mis putas por qué estás gozando más que ninguna?
Porque me obligas… Eres un puto violador…
¿Y te gusta que te viole, Mapi?
Le azoto la nalga. No contesta. Solo emite gemidos ahogados cada vez que se la meto hasta el fondo. A saber cuánto hacía que no se follaban a esta insoportable gilipollas.
Cuando estaba otra vez cachonda y el ritmo era bueno paro, me quito el condón y le digo que me la chupe.
Está bastante cachonda como para cuestionarse nada ya a estas alturas.
La verdad que la mama bien, debía de haber pagado alguna deuda.
Nos colocamos de manera que ella está a cuatro patas con mi polla en la boca y yo recostado.
- Mastúrbate mientras me la chupas.
No dice nada. Obedece y se masturba. Ahora chupa con menos precisión, pero con más ansia. Intenta absorberme la polla con sus succiones y lametazos, los cuales son más torpes y babosos según se vuelve a acercar al clímax.
Yo estoy intentando aguantar parar correrme en su boca cuando ella llegue, quiero que asocie mi leche a su placer de sucia jipi.
Y no tarda en llegar cuando empieza a tener los espasmos previos la sujeto y le meto la polla un poco más al fondo.
Siento que me corro mucho, ella intenta gritar de placer y termina tosiendo toda mi lefa.
Cuando termina de toser me dice que soy un hijo de puta y que por lo menos que la avise. Le digo que no, que me voy a correr en su boca y que si no le parece bien pues que esta semana tendrá el coche por haber cumplido, pero ya.
Escupe el resto en mi pierna y se va torpemente al baño maldiciendo los tacones.
Mi rabo todavía gotea semen. Tenía mucho guardado para esta hija de puta.
Cuando vuelve se ha descalzado. Dice que ya está. Le digo que no, que se los vuelva a poner que no hemos terminado.
Lucas, no me jodas. Era un polvo y ya está.
¿Cuándo he dicho yo eso?
Sabe que tengo razón, pero le da igual.
Me voy ya. Me da igual.
Vale. Ahora te doy las llaves para esta semana. Si el lunes que viene no apareces denunciaré su robo ante la Guardia Civil.
Me mira con asco y odio.
Y quita esa cara de asco. ¿Cuánto hacía que no te follaban así? Menudos orgasmos has tenido.
Me das asco. En que llegue a casa me voy a duchar. Me repugnas.
El lunes aquí, preciosa. Vestido, tacones y tanga o culotte.
Va a venir tu puta madre.
Pues denunciaré el robo a la Guardia Civil, y la multa se unirá a tus deudas.
En un momento de enfado me tira las llaves a la cara, pero falla. Me pongo de pie y camino hacia ella enfadado, por primera vez la veo asustada.
La acorralo cojo su mano y le doy las llaves.
- Por primera vez en tu vida intenta no ser una puta orgullosa de mierda y usa un poco el cerebro que tienes. Usa el coche esta semana, subnormal. Y si no quieres más pues me lo devuelves la semana que viene, pero no seas tan sumamente retrasada de haber pasado por esto, que encima has disfrutado, e irte con las manos vacías.
Me doy la vuelta sin decirle nada y me empiezo a vestir. Ella no se mueve. Le cae una lágrima mientras aprieta las llaves en su mano.
- ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!
Se viste torpemente y se va dando un portazo. ¿Me odias? Je, ya era hora de que fuera mutuo.
Hablando con Claudia de todo un poco me comentó que al perro de Mapi lo habían terminado de operar y que el veterinario decía que si no había metástasis ya no tendría que operarlo más. Me dijo que a Mapi le ha afectado más de lo normal, que se ha tirado la semana llorando, pero que por lo menos había conseguido un coche para esa semana. Que se lo ha prestado un amigo.
Llegó el lunes y Mapi se plantó en mi casa. Yo estaba ya excitado pensando cómo me la iba a follar, pero tal y como le abrí la puerta me dio las llaves y se fue sin decirme nada más.
La sujeté un momento por el brazo y me miró con odio.
Dime que no disfrutaste.
Ojalá te entré a ti un cáncer, Lucas.
Se soltó con muy mala hostia y se fue.