Al fin soy la protagonista sumisa de un relato

Después de leer cientos de relatos de dominación y fantasear sin dar el paso, me convertí en sumisa gracias a un relato que publicó mi nuevo amo

No sé cuantos relatos llevaba ya a mis espaldas. Era una asidua a páginas de esta temática y cuando me paraba a pensar en cómo habían evolucionado mis gustos, me quedaba sorprendida. Una empieza investigando por curiosidad sobre ciertos temas y acaba embarcada de forma mental en mil y unas fantasías de todo tipo. Eso me había pasado con los relatos de sumisión. Leía cientos de historias diferentes. Muchas con elementos comunes: el descubrimiento, la lucha inicial contra la sumisión, la humillación que se sentía hacia una misma, la humillación a la que se era sometida por otros, la aceptación de un nuevo rol en la vida, la experimentación sexual hasta límites insospechados... Tenía tal repertorio de historias normales y extremas en mi cabeza que nunca pensé que llegara a reunir. Y sin embargo, me había atrevido muy poco o nada a cruzar la línea del relato a la realidad. A exponerme a ser sumisa en la realidad. En todos aquellos relatos los amos y las sumisas parecían personajes de ficción. Y los que parecían reales ya tenían su "media naranja". En mi ciudad y en mi entorno no terminaba de atreverne... Y entonces llegué a un relato en el que por fin encontré a mi amo y la llave para convertirme al fin en la protagonista de una historia sumisa.

Tras meterse en mi cabeza sin permiso, mi amo se presentaba. Era un empresario canario de 38 años. Tras una juventud de dominación, acabó en una hermosa relación romántica tradicional. Su pareja no tenía ningún interés en cualquier práctica sexual que se alejara un poco de los cánones tradicionales. Por el profundo amor que sentía, mi amo aguantó en esa relación 8 años. Ocho años en los que no podía haber dado rienda suelta a su verdadera naturaleza. Sólo en un pequeño periodo de crisis hace unos años tuvo unas pocas sesiones que sacaron su sed. Pero ahora su relación había acabado y estaba hambriento de dominación. Necesitaba volver a tener una sumisa a sus pies. Su plan era cogerse unas vacaciones por la Península Ibérica y recrutar a cuantas más sumisa mejor. Al menos una que valiera la pena descubrir. Esa podía ser yo. Él ya tenía un itinerario en mente pero publicó el relato precisamente como llamada a su misas deseosas de ser descubiertas. Él podría adaptar sus planes y su ruta a ella. O, en el mejor de los casos, invitar a la sumisa a acompañarle tantos días como ella quisiera en otra ciudad. Otra ciudad en la que no sintiera ningún pudor a ser reconocida por nadie. A experimentar su sumisión sin ataduras. El amo estaba dispuesto a pagarle el vuelo a cualquier ciudad de España y a correr con todos los gastos. Parecía una opción redonda.

Mientras leía su relato y sobre todo cuando llegué al final, tenía la sensación de que ese era mi momento y mi lugar. Me había excitado tantas veces con aquellas historias. Algunas se quedaban en mi cabeza durante días. Pero esta vez sentí que este relato era un antes y un después en mi vida. Una vez presentado brevemente mi amo, el relato me trasladaba al momento de nuestro primer encuentro. Una vez pasadas las necesarias conversaciones previas por email, luego por teléfono... El momento de la verdad fue cuando terminé de leer el relato y ya para mí sabía que iba a acabar contactando con mi amo. Aunque al principio me engañara mi misma, diciendome que no lo haría. Ese había sido el momento de la verdad. Todas las conversaciones posteriores ya solo habían apoyado la decisión que tomé al escribir a mi amo. Pero ahora, por fin, después de tantos preparativos iba a conocerle. Y a empezar una locura de sensaciones. Habíamos quedado en un sitio concreto. Mi amo había elegido la ropa que tenía que llevar en una de nuestras conversaciones. Él me vería enseguida. Pero yo a él no. Sus instrucciones eran claras. Debía permanecer con la mirada agachada, mirando al suelo. Él quería regodearse en su triunfo. En haber atraído a una mujer decente como yo a estar aquí, ofreciendome y esperando a mi amo. Él podría sentarse en un banco delante o detrás mía y observarme lascivamente. Disfrutar de la mujer que iba a hacer suya. Sólo cuando él me hablara, tenía derecho a alzar la mirada. Me tuvo así pocos minutos aunque se me hicieron eternos.

  • Hola preciosa, bienvenida. ¿Cómo estás?

Ese recibimiento amable me hizo sentir un escalofrío por todo mi cuerpo. Al final, estaba ante mi amo. Alcé la mirada lentamente y saludé tímidamente. Tenía una bonita sonrisa de oreja a oreja. Me transmitió mucha paz. Me dio dos besos y enseguida me hizo sentir cómoda. Fuimos a un bar a tomar algo y hablamos de temas mundanos, como si fuéramos dos amigos. Él quería que yo estuviera relajada cuando entráramos en la habitación. Quería sentir mejor a la mujer que en un rato se convertiría en un trozo de carne, en una marioneta en sus manos. Lo disfrutaría más conociendo un poco más a la mujer que se muestra al mundo, sin dar ninguna señal de ser una sumisa perfecta. Llega el momento y después de una agradable charla me lleva a su habitación. Me tiemblan las piernas de la excitación. Cuando solo quedan unos metros para llegar a la puerta me pasa su mano por la cintura y aprieta con fuerza mi nalga. Hasta ahora era todo un caballero, pero parece que quiere hacer subir mi libido. Se para delante de la puerta y en vez de abrirla me toma la cara y empieza a darme un estupendo morreo. Suave, delicado, pero firme y muy erótico. Dios ¡como besa este hombre! Como haga todo igual... Nuestro intenso morreo dura por lo menos un minuto.

  • Me encantas. No te olvides de las instrucciones.

Su frase me viene bien porque estaba en una nube y me había olvidado de las instrucciones tan claras y simples que conocía. Desde que entrara en la habitación y cerrará la puerta tras de mí, debía quitarme la ropa rápidamente y en el mismo segundo en que estuviera desnuda, arrodillarme, poner las manos en la espalda y mirar al suelo. Me apresuré a cumplir las normas de mi amo a rajatabla. Era su regla para hoy pero también para cualquier día. En el momento en que estuviéramos solos y en privado siempre debía desnudarme y arodillarme. No importa si llegamos de un día de velada romántica. Siempre, enseguida, desnuda y de rodillas. Ya luego él me daría permiso para vestirme o sentarme a su lado. Pero de entrada, yo siempre debía demostrar mi sumisión. Siento y observo de reojo como recoge mi ropa. Estoy a mil por hora. Tras un minuto siento que él se desnuda también. Se toma todo con mucha calma. Oigo como dobla la ropa. Acto seguido entra en el baño y escucho como se ducha. Me encantaría ducharme también, me gustaría estar limpia y resplandeciente para mi amo. Pero sé que esta primera vez me quiere así, salvaje. Con mi olor y mis fluidos corporales estén como estén. Quiere sentir a su perra en celo. Además, esta espera interminable es parte de su adiestramiento. Sale de la ducha y oigo como se seca. Acto seguido se pone a ver algo en el móvil. Se está tomando en serio el hacerme esperar. Surte efecto. Lejos de aburrirme por la espera, me proporciona tiempo para pensar, reflexionar y sentirme humillada. He venido aquí a desnudarme y arrodillarme ante un desconocido. Soy una perra en celo. Soy por fin una sumisa. Los sentimientos de humillación y felicidad conforman un cocktail increíble.

Por fin siento como mi amo se acerca a mí. Sus pasos irradian seguridad, dominancia, superioridad. Me acaricia la cara. Se agacha a mi espalda y acaricia mis pechos con delicadeza. Me aprieta un pezon con fuera durante unos 20 segundos. Mi primera muestra de dolor de mi amo. Baja su mano, nota lo empapada que estoy. Me avergüenzo, me siento de verdad una perra en celo. Acaricia suavemente y con destreza mi vulva, mi clitoris pese a lo incómodo de la posición, acaricia mi culo. Espero un azote en cualquier momento pero no llega. Se levanta y se para delante mía. Noto como su polla cuelga delante de mis ojos, pero yo sigo con la cabeza baja. Se acerca y me restriega su polla y escrotos por la cara. Ese gesto tan obsceno tiene toda la intención del mundo. Estamos a punto de empezar y me quiere marcar como a su petra, recordarme lo sumisa que soy y que tiene derecho a restregarme lo que le de la gana por la cara. Se separa. Vuelve a acariciarme la cara. Con sus dedos eleva mi barbilla delicadamente.

  • Muy bien perrita. Mírame a los ojos. Estás bien?

  • Sí, mi amo.

  • ¿Qué eres?

  • Una zorra en celo mi amo.

  • ¿A quién perteneces?

  • A usted mi amo.

  • ¿Vas a darlo todo por satisfacerme?

  • Sí mi amo

  • Eso dicen todas. Espero que des la talla.

Se da la vuelta y empieza a caminar hacia la otra punta de la habitación. Observo sus nalgas. Me apetecen. Sé que pronto mi cabeza estará enterrada en ellas. Coge una silla y se sienta. Se ve como un rey sentado en su trono.

  • Ven.

Sé lo que tengo que hacer. Mi amo había sido muy claro en el relato. Las perras gatean. Solo caminan si su amo se lo pide explícitamente. Comienzo a gatear lentamente hacia él. Lo miro a los ojos. Intento decirle con la mirada soy tuya, a la vez que voy a hacerte el hombre más feliz del mundo. Llego hasta su silla y me quedo quieta a solo unos centímetros de su miembro colgante.

  • No está mal. Vuelve a tu sitio y ven otra vez. Puedes hacerlo mejor.

Giro lentamente sobre mis rodillas y vuelvo gateando hasta la puerta. Sé que mi amo tiene la mejor vista que un hombre puede desear. Mi preciosa vagina y mi culo contoneandose al ritmo que marcan las rodillas de su perra en celo. Me esfuerzo en ser lo más sexy y gatear lo más lento posible. Llego hasta la puerta y me doy la vuelta para volver a andar hacia él.

  • Espera, espera. Dime otra vez, ¿qué eres?

  • Soy su zorra en celo.

  • Sí, pero mi pregunta va un poco más allá. ¿Sabes cuántas chicas hay leyendo relatos y fantaseando como tú? Miles. ¿Sabes cuántas fantsearon con escribirme tras leer el relato? Cientos. ¿Pero sabes cuántas se atrevieron a escribirme? Apenas unas 5 o 6. Las más putas de España. Las que ya no podían controlar ni un segundo más un embriagante deseo de ser por fin la protagonista sumisa de un relato. Y ¿sabes quién es la primera en hacer realidad su fantasía?... Responde

  • ¿Yo mi amo?

  • Premio para la zorrita en celo. Dime, si las pocas chicas que me escribieron son de las mujeres más putas de España. Tú que estás aquí, gateando como una perra, a punto de hacer todo lo que yo te ordene. Eso, ¿no te hace a ti la mayor PUTA de España?

  • Sí mi amo.

  • Pues dilo.

  • Soy la mayor puta de España.

  • No te oigo.

  • Soy la mayor puta de España.

  • ¿En serio eso es todo lo alto que puedes hablar?

  • Soy la mayor puta de España.

  • Mejor, mucho mejor. Pero creo que es algo que deberías gritar a los cuatro vientos. Grita.

  • Soy las más puta de España.

  • Mejor. Ahora quiero que vengas gateando muy pero que muy lentamente. Y mientras gateas no pares de mirarme a los ojos y gritar lo más alto posible lo que eres. Adelante.

  • Soy la más puta de España. Soy la más puta de España. Soy la más puta de España. Soy la más puta de España.

Ahora sí que me sentía humillada. Pensaba en lo que estaba diciendo. Por instantes pensaba en que podía ser cierto. Había muchísimas golfas en España. Miles. Pero muchas. Pero realmente, ¿cuántas hacían esto? Seguramente no muchas. Probablemente yo era la única que estaba gateando desnuda obediente ante un amo recién conocido. En este preciso instante sí que era la más puta de España. Casi en el momento en que llegaba a la altura de mi amo lo dije por última vez, convencida de lo que estaba diciendo, mirándole a los ojos de forma penetrante. Me sentía humillada pero llena de vida. En ese momento mi amo me soltó mi primera bofetada. Sabía que iba a llegar. Lo leí en el relato. Pero una cosa es leer una bofetada, y otra recibir una. Apenas me dio tiempo para reponerme y me escupió en la mejilla. Lo acepté de manera positiva porque sabía lo que representaba para mi amo. Lo que en la vida real sería el gesto más denigrante posible, en una relación amo-sumisa era la mayor representación de mi sumisión, además él lo encontraba increíblemente sexy. Se acercó y me dio un tierno beso. Una de cal y una de arena.

  • Lo estás haciendo muy bien zorrita. Pero ahora viene el momento de la verdad. Antes de darte placer de mil maneras, de castigarte, de hacerte vivir mil experiencias sexuales cada cual más intensa que la anterior... Antes de todo eso, me tienes que demostrar que sabes satisfacerme. ¿Quieres meterte esta hermosa polla en tu boca?

  • Sí, mi amo.

  • ¿Crees que te la mereces?

  • Sí, mi amo.

  • Yo no estoy seguro. Me lo tienes que demostrar. No permito que cualquier perra ponga su sucia boca en mi polla superior. Bésame los pies. Demuéstrame como quieres tratar mi polla.

  • Sí, mi amo.

Agacho mi cabeza acercando mis labios a esos masculinos pies. Consciente de mi postura a cuatro patas me esfuerzo en subir mi culo, mientras bajo mi cara a nivel del suelo. Me imagino como mi amo debe estar disfrutando con la escena. Le doy un tierno beso en la parte superior de su pie. Qué rico, por fin puedo empezar a demostrar que soy válida para él. Recorro toda la parte superior de su pie con besos tiernos, empiezo a darle besos con lengua. No tengo prisa en llegar a sus dedos. Quiero disfrutar y hacerle disfrutar cada centímetro. Justo cuando estoy llegando a sus dedos, mi amo me suelta una nalgada fuerte. Mi culo se tambalea por un segundo y creo tener un miniorgasmo con el primer azote en condiciones. Lanzo mis labios sobre su dedo gordo y comienzo a envolverlo. Lo estrujo con mis labios mientras lo acaricio con mi lengua. Se suceden varios azotes más. Es como si mientras más devoción muestre, más me da. Es como un recordatorio que tengo que dar todo en cada segundo. Y cuando crea que lo estoy haciendo perfecto, no puedo relajarme sino hacerlo todavía mejor y más intenso. Empiezo a hacer lo propio con todos sus dedos, mientras mi amo combina gemidos de placer con azotes. Parece que le está encantando. Siento como me coge fuertemente del pelo y levanta mi cabeza. Me ecupe otra vez y vuelve a hundir mi cabeza, este vez en el otro pie. Me siento tan perra que el schock por el escupitajo me dura apenas unas décimas de segundo, no hace más que ponerme más perra.

  • Para. Vuelve a ponerte de rodillas. Mmm que rico. Si pudieras ver la carita que tienes. Y no hemos hecho más que empezar. Gatea unos centímetros hacia mi polla. Quiero que pongas tus labios lo más cerca posible de mi polla. Pero sin llegar a rozarla.

Hago un esfuerzo geométrico titánico en acercar mi cara a una millonésima de milímetro de ese hermoso y gordo trozo de carne sin tocarla.

  • Mírame a los ojos.

Levanto la mirada sin mover mi cara. No quiero tocarla y que se enfade

  • ¿Quieres comerte mi polla?

  • Sí, mi amo.

Al hablar apenas rozo con mis labios su glande. Es una situación tremendamente caliente. Sólo rozó por unas milésimas lo que tanto anhelo.

  • ¿Quieres comerte mi polla perra impaciente?

  • Sí, mi amo

  • Qué zorra eres. No te puedes resistir a rozarlo a ver perra, tienes que pedírmelo bien. Quiero oír "Soy la puta más grande es España. Por favor mi amo déjeme comerme su polla". Memorízalo bien zorra. Lo repito. "Soy la puta más grande de España. Por favor mi amo déjeme comerme su polla".

  • Soy la puta más grande de España. Por favor mi amo déjeme comerme su polla. (estaba derritiendome de la excitacion. Me sentía tremendamente humillada mientras cada movimiento de mi boca hacía que mis labios rozaran su glande).

  • A ver perra, con esa voz de mosquita muerta no me convences. Quiero oírte gritar como antes mientras me miras fijamente a lo ojos. Y quiero ver en tus ojos que te está saliendo de tus entrañas lo que dices.

  • Soy la puta más grande de España. Por favor mi amo déjeme comerme su polla.

  • Creo que hay alguien en la calle de enfrente que no te ha oído. Quiero que te oiga. Quiero que te oiga toda España.

  • Soy la puta más grande de España. Por favor mi amo déjeme comerme su polla.

No sé qué fue más humillante si gritar como una zorra o la bofetada y el escupitajo de mi amo. Era un mensaje claro. Haz lo que te pido y te gratifico con más dominación. Acto seguido se agachó y me plantó un tierno beso en los labios

  • Lo estás haciendo muy bien, pero todavía no estás lista. Antes tienes que demostrarme tu devoción. Ya sabes lo que te toca ahora. Bésame el culo como si te fuera la vida en ello y tendrás tu ansiado trofeo.

Tras darme su orden. Me vuelve a dar un tierno beso. Se hace hacia atrás y levante sus piernas dejando al descubierto mi nueva misión. Recordé los detalles del relato donde mi amo explicaba cómo le gusta que se lo hagan. Mi amo dejó claro en su relato que este era su fetiche favorito y cualquier sumisa que no le comiera el culo con pasión nunca recibiría su polla. Me esmeré en poner en práctica las técnicas que había memorizado. Técnica 1 dar lametones suaves y cortos por la aureola del ano. Técnica 2 besar con los labios el ano y las zonas de alrededor. Técnica 3 movimientos rápidos con la punta de la lengua por la rajita. Técnica 4 meter la lengua lo más profundo posible, enterrando mi cara en sus nalgas. Técnica 5 sacar mi lengua y hacerla lo más ancha posible y dar un lametazo lento pero carnoso desde la punta de abajo del ano hasta la base de los huevos. Y hacerlo muchas veces sin parar. El éxito está me instruía mi amo en ir combinando todo. Oía como mi amo se estremecía de placer y me ponía cachonda pensar en el placer que le estaba dando y en qué iba a pasar la prueba y al fin ganarme su polla y su atención.

  • Eres maravillosa putita. Ahora quiero que entierres tu cara en mi culo, tu lengua en lo más profundo de mi ano y así grites "Soy la más puta más grande de España. Por favor mi amo, déjeme comerme su polla".

  • Sjfbf ksjw Jah outbw df erdkqbe. Por fsvnfl jeu anio dfrek elfifu ddud pojwjw.

Mientras gritaba como una poseída como podía pese a tener mi lengua y mi boca en el culo de mi amo, sentí que tuve el primer orgasmo sin tocarme de mi vida. Estaba como loca.

En ese precio instante mi amo me agarró el pelo. Levantó mi cabeza de un tirón, poniéndola delante de su polla. Me escupió en la mejilla y soltó un firme "Adelante".

Me avalancé sobre ese trozo de carne como quien lleva años sin sexo. Nunca había tenido tantas ganas de comerme una polla en mi vida y nunca había tenido que luchar tanto para conseguirlo. Chupaba, besaba, lamía, besaba su tronco con mis labios, luego me la metía entera hasta la campanilla, escupía, bajaba a los huevos, volvía a subir. Mi amo se estremecía de placer. Tras varios minutos de gloriosa mamada se levantó de la silla y me empezó a follar la garganta de pie mientras yo no sabía ni como me mantenía de rodillas sin caerme. Fue la follada más brutal de mi vida. Fueron solo unos segundos pero los conseguí sobrevivir no sé ni como. Mi amo empezó a eyacular en el interior de mi garganta, diría que algún chorro fue directo al estómago. Tuve una arcada pero mantuve mi compostura. Mi amo me dio un respiro. No sacó su polla entera de mi boca pero solo dejó el glande dentro mientras gritaba como poseído. No dijo nada. Simplemente esperó a que yo terminara de limpiarlo a base de besos y lametazos. Al cabo de un minuto se arrodilló y se puso a mí nivel. Me dio un tierno beso en los labios.

  • No solo eres la puta más grande de España. Que lo eres. También eres una de las mejores. Te voy a entrenar para que seas la mejor. Pero ahora te has ganado tu placer. Vete a la ducha. Tomate el tiempo que necesites y cuando estés lista, te pones el antifaz que he dejado en el baño y te pones de rodillas. Cuando estés así me ladras como si fueras una perra, que es lo que eres.

Me ayudó a levantarme. Menos mal porque hasta sentía las piernas dormidas y no sé si hubiera llegado yo sola. Pasando un brazo dulcemente por mi cintura y con el otro cogiendome una mano me acompañó hasta el baño. Cerró la puerta tras de mí y me indicó que me tomara mi tiempo.

Lo primero que hice fue mirarme al espejo. ¡Qué pintas! Completamente despeinada, con restos de saliva cayendo por mi mejilla y algún que otro resto del semen de mi amo. Respiré profundamente y me dije a mi misma mirándome a los ojos "eres la puta más grande de España". Al sentimiento de auto-humillación lo acompañó una sensación de excitación que bien valía por todo lo demás. Me metí en la ducha y recorrí todo mi cuerpo. Estaba ardiendo en deseos de que mi amo me tomara por fin. Me dijo que me tomara mi tiempo y así lo hice. Necesitaba revivir lo que había pasado y respirar antes de seguir con lo que venía ahora.

Tras unos 15 minutos me volví a mirar al espejo y parecía haber vuelto a la normalidad. Cuando creí estar lista me arrodillé, me puse el antifaz. Volví a sentirme muy puta y mojada. Más cuando recordé que mi amo me había pedido que para avisarle ladrara como una perra. ¡Otra humillación más!

  • Wuf. Wuf.

Definitivamente se sentía más humillante al hacerlo. Mi amo no parecía reaccionar. Por lo que tuve que ladrar más fuerte. Dudé si realmente no me oía o lo estaba haciendo para que gritara más como antes y humillarme más.

  • Wuf. Wuf....

  • Wuf. Wuf...

  • Wuf. Wuf...

Por fin oí unos pasos y la puerta se abrió.

  • Ya estoy perrita. Pareces desesperada.

Siento como me ata una correa alrededor del cuello. Es tremendamente excitante no ver nada y solo sentir. Mi amo me acaricia el pelo como si fuera una perra. Suelta un firme "vamos" mientras da un tirón suave a la correa. Comienzo a gatear sin ver nada. Me siento rara sin referencias visuales. Temo darme una torta contra la pared pero confío en mi amo que con suaves movimientos de la correa me indica la dirección. Solo gateo unos pocos metros hasta lo que creo son los pies de la cama. Intento moverme con sensualidad pese a no ver nada.

  • Muy bien perrita. Me muero por darte placer al fin. Pero antes me veo en la obligación de someterte a una última prueba. Has sido una buena perra hasta ahora. Pero yo busco la perfección y como perra seguramente cometerás errores y yo me veré obligado a castigarte. Necesito comprobar que aceptas con agrado los azotes de tu amo. Ya sabes por el relato que soy un amo al que no le van cosas extremas pero necesito saber que aguantas una buena azotaina. Pega tu cara al suelo y eleva el culo lo máximo posible. Ofrécele tus nalgas a tu amo.

Hago lo que pide. Me dispongo a descubrir si sus azotes me excitaran como espero. Siento que pone un pie en mi cabeza. Sin presionar. Simplemente para acentuar su superioridad y dominio. Entonces empieza la azotaina. Primero con su mano.

Plas plas plas plas.

  • ¿No mes das las gracias?

  • Gracias mi amo

  • Quiero un gracias después de cada azote ¿Entendido?

  • Sí mi amo.

PLAS Gracias PLAS Gracias PLAS Gracias

Mi amo me azota sin pausa durante varios minutos. Siento el culo rojo. Pero estoy al rojo vivo de excitacion. Luego cambia a darme con una toalla. Luego un cinto. Son golpes firmes. Lo suficientemente fuertes para darme un placer increíble con el dolor. Pero moderados como para no suponer un riesgo o dolor extremo. Levanta el pie de su cara y mientras me agarra por el pelo me ordena levantarme. Me incorporo. Me ordena que ponga los brazos en cruz a mi espalda. Me avisa que ahora vienen mis tetas. Por suerte solo con su mano.

PLAS gracias PLAS Gracias PLAS Gracias

Tras recibir una veintena de bofetadas y apretones en ambos pechos me ordena abrir las piernas lo máximo que pueda manteniéndome de pie. Estoy a mil por hora. Sé que lo viene. Mi amo me planta un dulce beso como para animarme. Nos besamos durante un minuto apasionadamente. Se separa de mí y solo tarda unos segundos en darme la primera palmada en el clitoris. Duele, pero solo lo suficiente para excitarme más.

PLAS Gracias PLAS Gracias PLAS Gracias PLAS Gracias PLAS Gracias

Me cuesta mantenerme de pie. Mi amo me mueve y me lanza sobre la cama boca arriba.

  • Ábrete de patas y eleva la pelvis. Ofrece tu vulva a tu amo.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

Con cada golpe caigo en la cama y le doy las gracias. Me recompongo y vuelvo a elevar la pelvis. Es un gesto increíble de sumisión. Como pidiendo más. En un momento mi amo para y mientras permanezco incómoda con mi pelvis en el aire me da un tierno beso en la vagina. Caigo sobre la cama

  • Muy bien. Estás lista para ser mi perrita. Ahora te toca disfrutar a ti. Relájate y disfruta.

Por fin. Mi amo se acuesta sobre mi. Siento todo su cuerpo en contacto con el mío. Me da un tierno y dulce beso en mis labios. Tiene unos labios carnosos increíbles. Besa muy bien. Empieza a comerme entera a besos y caricias. Mi cuello, mis pechos. Mientras siento su enorme miembro rozandome con cada movimiento. Me da la vuelta y me empieza a dar un masaje espectacular. Toda la espalda, las piernas, las nalgas. Su polla asoma con descaro en mi rajita, pero nunca llega a entrar. Me pone a mil. Me está dando mi recompensa por haber sido una buena perra. Me vuelve a dar la vuelta y me hace la comida de coño más increíble de mi vida. Cuando siento que no puedo más, me agarra las manos. Como diciendo "yo decido cuando paro". A cualquier novio o amante le hubiera pedido que parara porque estaba ya a punto de espasmos. Con sus labios, su lengua y cada vez más dedos me hace correrme de tal manera que paso un minuto corriendome con espasmos. Mi cuerpo entero vibra. Mi amo, me da un respiro. Y cuando ve que ya me he relajado me vuelve a poner de espaldas. Con unos pocos lametones me vuelve loca y entonces por fin llega el momento ansiado. Su polla entra por fin en mí. Amo y sumisa, por fin somos uno. Empieza un polvo suave y lento, y empieza a coger carrerilla y violencia poco a poco. Mi amo me taladra sin peidad y yo me vuelvo a correr como nunca. En esa postura me entra completamente. Follamos así durante varios increíbles minutos. Entonces mi amo se levanta de mi espalda y con una mano en mi cuerpo y otra agarrando mi pelo entiendo que quiere que me ponga a cuatro patas. Y ahí empieza una follada bestial. Mientras con una mano tira del pelo hacia atrás con la otra me azota como una bestia poseída. Le siento en mis entrañas. Tras varios minutos se pone a gritar como loco mientras me folla salvajemente. Estoy a 5.000 revoluciones sintiendo que se corre en cualquier momento. Nos corremos juntos. Caímos rendidos sobre la cama. Durante unos minutos no hablamos. Sólo respiramos. Me acaricia. Me quita el antifaz y recuesto mi cabeza sobre su pecho.

  • ¿Éstas bien perrita?

  • Sí mi amo.

  • ¿Fue una decisión acertada venirte a conocerme?

  • Sí mi amo.

Tras varios minutos intercambiando impresiones, pasamos a la ducha y nos duchamos juntos. La cosa se calienta y acabo haciéndole una manada de escándalo en la ducha. Increíble pero consigue correrse de nuevo sobre mí. Nos vestimos y vamos a comer algo.

Pasamos un rato muy divertido. Como una pareja normal. Cuando estamos listos me acerca un papel. El momento de la verdad.

En la parte superior una frase y varias opciones para marcar

"Soy la puta más grande de España y le ruego a mi amo que me use como su esclava sexual....

[ ] hasta el final del día

[ ] 24 horas más

[ ] hasta el día ____________

Soy consciente de que mi decisión es irrevocable".

Autorizo a mi amo durante ese periodo a hacer al menos tres de las siguientes prácticas:

_ compartirme con varios hombres

_ compartirme con una o varias amas

_ organizar un bukake

_ exhibirme públicamente nte en entornos controlados como zonas de dogging, club swingers...

_ prostituirme

_ gangbang interracial.

_ ofrecerme como urinal a todo el que quiera durante un día

_ atarme durante 12 horas y permitir que otros me usen en esa posición.

  • tener exclusivamente sexo anal. "

Ese era el segundo momento de la verdad. El primero había sido cuando me decidí a responder al relato. Y este. En el que después de haberme ganado el beneplácito de mi amo y haber disfrutado siendo la puta más grande de España por un rato, tenía vía libre para decidir hasta cuándo alargaba el placer. Podía disfrutar de un viaje con todos los gastos pagados con mi amo y vivir mil aventuras sumisas. Mil pensamientos pasaban por mi cabeza. Tenía claro que quería prolongar mi sumisión con aquel hombre.

Recordé el día que leí su relato para armarme de valor y tomar la decisión correcta. Recordé cómo acababa aquel relato:

Si siempre has fantaseado con cumplir tu fantasía y encontrar a tu amo, no lo dudes más. Escribe a artminmar@gmail.com

Me desplazo por España o te invito a venir a donde yo esté. Si es necesario te pago todos los gastos. Si es necesario te gratificaré además con 500€ por al menos 24 horas, aunque prefiero a las sumisas vocacionales de verdad. También acepto parejas de sumisa/cornudo.

Ignoro emails superficiales. Este relato y está búsqueda de sumisa es muy real. Escríbeme contando sobre ti y tu disponibilidad en las siguientes dos semanas. Cuéntame todo lo que creas que necesito saber sobre ti, tu personalidad, tu vida y tus deseos y límites como sumisa. Acompaña a tu email con al menos una foto de cuerpo. Si quieres ganarte a tu amo con una foto de cara también, aunque acepto sumisas que necesiten discreción. Ahora es tu momento. Escribe y conviértete en la puta más grande España, y en la más feliz.