Al este del meridiano de Greenwich

Historias de Nueva York

Queridos amig@s, espero que me disculpéis por la gran demora, pero realmente en los últimos meses la salud no me acompañó para nada. Con todo mi cariño un gran beso. Mar.

Historias de Nueva York.

Llevaba casi una semana en la gran ciudad, siempre me encantaba volver;  pero esta vez se me estaba haciendo largo y tedioso. Desde las cinco en pie, el día transcurría rápido pero la noche era eterna, mi humor era igual de malo… que mi ánimo.

Apenas eran las cinco y cuarto me calce mis timberland de running, y cinco minutos después, trotaba por las calles semí desiertas de Manhattan.

Faltaban pocos días para mi cumpleaños, cumpliría treinta y tres años, últimamente sentía mi vida vacía y carente de sentido. Las dos semanas largas que estaba en el Hotel Avalon, y a pesar de todas las comodidades, me sentía como enjaulada, echaba de menos a mi amor, no podía venir y yo no tenía claro cuando terminaría con mi trabajo allí, la boda de Meritxell se acercaba, y aunque en las semanas anteriores estuvimos con todos los preparativos me encantaría estar a su lado para ayudarla, y disfrutarlo juntas las tres, ahora Adriana hacía de escudera de Meritxell;  no es que no me gustara eso pero me sentía… un poco apartada, puede que debido a mi falta de ánimo.

El Avalon estaba muy céntrico cerca del Empire y sobre todo cerca de las oficinas de mi empresa, el hotel es muy cómodo al estilo europeo y tenía reservada una habitación grande una Suite executive ya que necesitaba espacio para trabajar, y cuando confirme la reserva tenía la esperanza de disfrutar la gigantesca cama con Adriana, pero parece que en otra ocasión habría de  ser.

Me gustaba salir por la cuidad así sin aglomeraciones escuchando mi Iphot, sentir el fresco de la mañana en la cara, corrí hasta llegar al sendero de Central Park, daría la vuelta al final del sendero, cruzando el puente y regresaría al  hotel unos 45 minutos maximo; ducha, desayuno y mi parte favorita durísimo día de trabajo. Muchísimo mejor que una estúpida noche sola en Manhattan, ya conocía prácticamente todo… y en esas semanas había estado en Broadway en un musical con unos compañeros de trabajo. Regrese al hotel repleta de energía, lista para un nuevo día, directa a la ducha; el desayuno estaba en la sala al acabar de arreglarme, unas tostadas, un café bien cargado, huevos revueltos y tortitas con sirope de arce y a funcionar.

Justo a tiempo, a las seis y media saliendo del vestíbulo camino a mi oficina, el hotel está muy bien situado entre Madison con la quinta. Por lo tanto no necesitaba apresurarme ni tomar ningún tipo de vehículo para llegar al trabajo, ese era el gran atractivo que para mí tiene este hotel.

Ni diez minutos de caminata y ya entraba en las oficinas centrales. En el edifico hay muchísimas plantas de oficinas comerciales, abogacía, consultoría, constructoras, nuevas tecnologías, de todo.

Tome el ascensor que conducía a la zona norte del edificio, planta 25ª con ese pequeño salto, campañilla y ya estaba en mi oficina.

-Buenos días a todos, que madrugadores ¿No?  - Buenos días Mar, ¿qué tal tu noche? – Fastuosa Richard jajaja, una autentica mierda, debí salir con vosotros; dios esta ciudad es un peñazo si no tienes planes. –Bueno comencemos, hoy me gustaría terminar temprano, y largarme con vosotros de copas a esos clubes tan exclusivos que vais.

El equipo formado por diez personas era un perfecto engranaje bien engrasado que tomo un ritmo de trabajo endiablado; a media mañana siempre hacíamos una parada para estirar los músculos, y lo mejor del mundo… Magui y su milagroso café con crema de leche, um que mujer, mi secretaria que era como una mama, nos rescataba de la inanición completa.

–Hola Mar puedo pasar . –Claro adelante Magui, ¿qué ocurre? - Tiene una video llamada de su casa, ¿quiere que se la pase?

Si Magui, por favor, pásamela a la sala de juntas, la atenderé allí. – y Magui llévame el caffé latte allí también si no es mucha molestia.

Hoy queremos adelantar lo más posible el proyecto y marcharnos pronto. Y Magui… después de almorzar puedes marcharte, sé que tu hija está de visita con la bebe y estarás deseando estar con ellas.

– Gracias encanto, te llevo todo a la sala de juntas y te paso la llamada. – Gracias a ti mami jajaja, sin ti moriríamos encima de nuestros ordenadores deshidratados.

Ya con mi café en la mano, abrir la pantalla de mi Mac, dios mío;  la taza salió despedida estrellándose contra la mesa, con un estropicio de salpicaduras, mi cara debía ser un poema porque todos quedaron en silencio sin comprender que pasaba. Con los ojos como platos y la mandíbula descolgada hasta el punto de querer  rozar mi pecho, solo pude reaccionar antes que llegara a mi lado Richard, cerrando de un golpe la pantalla, me disculpe rápidamente saliendo hacia mi despacho con el ordenador en la mano, no sabía si estallar en carcajadas o morir de una apoplejía, me encerré en la intimidad de mi despacho.  –Mi amor estás loca, pero te amo cada vez más. Hablaba solo para mí, la video llamada parece que fue, en pasado jajajaj,  ahora una foto ocupaba su supuesto lugar.

En la imagen mi mujer estaba realmente espectacular, era una foto increíblemente sexi, Adriana, sobre nuestra cama… en casa, con un conjunto en seda negra de lencería  la perla, arrodillada en la cama.

Como un felino, una autentica tigresa mi italiana traviesa. El esmeralda de esa mirada me traspasaba; dios que guapa esta mi chica, mi chica no puedo creer que sea mía. En el mail que acompañaba la foto decía “Hoy… esta noche te hare el amor “jajaja que loca, no quiero que me hagas el amor, quiero que me abraces y dormir contigo. Dije para mí misma.

Realmente me puso una sonrisa en la cara, hacia días que no me sentía así, hablábamos todos los días, en cualquier momento y lugar, pero la necesitaba… necesitaba sentir el calor de sus labios, el perfume de su cabello, el sonido su voz, todo no quería renunciar a nada de ella, ni con ella.

El día transcurrió frenético reuniones, comida de trabajo y por fin llego la tarde, tenía ganas de volver al hotel saldría a patinar, no me atraía para nada salir de peregrinaje por los clubes del centro, quería terminar agotada y poder dormir, soñar que dormía entre sus brazos.

Me gustaba patinar sin música sin nada, solo ganar velocidad y girar, con la mente lejos de todas partes, solo concentrada en mi chica, estaría operando, que mierda todo se complicaba y se me estaba haciendo muy difícil estar sin ella. Apenas pudimos despedirnos en México. Y aclarar las cosas después de la bronca. Aún tenía el anillo en el maletín y la proposición en el corazón.

Tendría que regresar al hotel, no me gustaba, se me hacia el tiempo eterno; pero ya era tarde casi de noche, la última vuelta y a la ducha.

Llevaba un buen rato viéndola de lejos girar y girar, es preciosa aun con ese aspecto desvalido, parece que por fin se decidía a parar, camine por la pista, menos mal que el conserje sabia donde se dirigía cuando salía, y me envió en un taxi. Aun no había percibido mi presencia, mientras giraba dando unos saltos que me mostraban en todo su esplendor su bonita línea, dios mío que subidón le haría el amor aquí mismo.

Apenas me acerque le hable.  -¡Mi amor te dije que esta noche te haría el amor y eso voy hacer contigo! -Por favor me estoy volviendo loca es imposible… mi mujer no puede estar aquí, pero si o si, hay estaba preciosa con su precio negro brillante y ondulado cabello suelto, impecable hasta parecer irreal . – ¿Amor no vienes a saludarme? Solté los patines y corrí a sus brazos; como no había corrido en mi vida. Literalmente me lance a sus brazos, acabamos en el suelo besándonos, en un amasijo de cuerpos; abrazadas, besándonos sin tiempo, sin límite y sin reparos. En si nos  daba igual si nos observaban o no.

-Te amo, te amo; ay no puedo quitarte las manos de encima, ni dejar de decirte cuanto te amo. – ¿Pero cómo, no te esperaba, como sabias donde estaba, cuando saliste? -Sss tranquila mi amor, venga vamos a casa. Y con ese abrazo supe que sí, que esa era mi casa; mi hogar era ella, lo era todo.

-Mar ponte las zapatillas vas descalza ja ja ja. –Si no me dejas en el suelo es muy difícil  ¿no crees?  – No puedo, no quiero… y me abrazo más y más fuerte. No sé cómo regresamos al hotel caminando en ese apretado abrazo, pero sí puedo decir que es uno de los momentos que más paz y a la vez agitación; he tenido la suerte de padecer en mi vida.

Adriana se acoplo la mochila en el hombre izquierdo, sobre su preciosa chaqueta entallada de cuero de Vuitton y pasando su brazo derecho sobre mis hombros me atrajo a ella, llevándome casi en volandas, cruzando esas mortecinas y humeantes avenidas, sin dejar de abrazarme un segundo. Mientras acariciaba  sus labios con mi pelo, porque realmente eso hacía y no al revés.

Traspasamos el umbral del Avalón cercanas las nueve de la noche. Adriana abrió la puerta lanzo la mochila sin ningún recato, mientras me tomaba en sus brazos ja ja ja, un poco novelesca mi chica, me atrajo a su cuerpo, senos contra senos, besando mis labios y de esta forma, me tomo en volandas cerrando la puerta con una graciosa patadita.

-Cariño bájame vas hacerte daño. – Ni hablar no te voy a soltar, te vienes contigo donde vaya por lo menos mientras me tengas aquí. –-Sabes que estás loca, italiana del demonio, ja ja ja. Esta mañana casi me haces morir .  -¿Morir de amor? Ja ja ja. – Morir de infarto ja ja ja, abrí la foto en medio de la oficina, con un caffe latte en la mano, por supuesto todo salió por los aires, casi asesinas mi amado Mac.

Se echó sobre la cama extra grande conmigo encima, quedamos tumbadas la una frente a la otra, simplemente mirándonos iris contra iris en una lucha,  por absorber más, sentir más, por expresar más.

–Preciosa me encanta mirarte, de hecho no hay nada que me guste más en este momento, pero creo que debería ducharme. –Si señorita, voy a desnudarte a desnudarme y nos duchamos rapidito, que. Y mirando su reloj acabo la frase diciendo que en menos de media hora, el servicio de habitaciones llamaría a la puerta, con una fantástica camarera de deliciosos platos, los preferidos de su nena ja ja ja, es decir yo.

-Sabes Mar no pienses que un poco de sudor te ha librado de ser  “CO-MI-DA” ummm así me gustas más… sabrosa. Y con estas palabras que me calentaron hasta el alma, literalmente me arrastro a la reconfortante ducha, sus manos acariciaban más que lavaban mi piel, con ese jabón tan suyo tan especial que olía a camelias y aceite de caléndula.

Todo de una forma muy sutil, me seco el cabello suavemente con una toalla, era agradable el hecho de no tener que vestirse, ni maquillarse simplemente, ponerse una bata y sentarse, relajarse con la persona que más extrañas cuando no está, que te hace salir el sol cuando te llama, que te lleva a la locura con una sesión de sexo telefónico, esa que estando a miles de kilómetros de distancia, aun sientes su olor y la tibieza de su piel cuando despiertas, aunque no se encuentre a tu lado, todo eso y mucho más era Adriana para mí, y sé que yo para ella también lo era, no imaginaba que había hecho para poder estar con ella, no sabía cuánto tiempo; pero el que fuera tenia gran valor, y o si… lo iba aprovechar hasta las últimas consecuencias.

-¡Vamos pequeña, tu cena ha llegado! Me dijo usando ese juego de palabras que no dejaba dudas que tenia de menú esa noche y el resto de días y noches de mi vida, si yo la aceptaba.

Al salir de sus labios; una pequeña sombra de duda oscureció sus ojos, apartando su mirada de la mía. –Ey no amor mío, no más dudas, la acerque a mi cuerpo poniendo su cabeza en mi pecho, sentada como estaba, abrazo mi cintura y le dije. -No dudes nunca más amor; escucha, solo eso; escucha mi corazón. Latía fuerte, acelerado como queriendo salirse del pecho, tenía dueña y  con ella quería estar, y entonces comprendió… sonriendo, una sola lagrima escapo por el borde de su ojo derecho, que refulgía exultante de felicidad y alivio.

-¿Entonces que mujer; me invita a cenar o qué? Y de postre rica, que rica; riquísima Doctora Neurocirujana, eso si ja ja ja sin nada de queso ja ja ja. –No mi amor lo prometo nada de queso, toda tuya para ti, a tu gusto, hoy es tu dia, tú eliges el sabor el preferido para mí. Jajaja.

Comimos dándonos trocitos la una a la otra, robando una frambuesa por aquí, con un beso, una caricia al foua con los labios, y lo comes tú, dios mío; mi cirujana cortaba el tiernísimo solomillo con una sensualidad y precisión orgásmica.

Sin apartar su mirada de la mía, tiraba de mi mano suavemente, hoy todo sería suave o eso suponía al menos, me atrajo a su cuerpo besando ligeramente mis mejillas, la curva del mentón, el lóbulo de la oreja; el contacto era  tan ligero que electrizaba todas mis terminaciones nerviosas. Sus labios iban dejando un ardiente sendero sobre mi piel, bajando por el cuello, los hombros, a la vez, que mi preciosa mujer destapaba mi cuerpo con precisión milimétrica, desesperadamente lento, notaba en sus labios los fuertes latidos de su corazón, su cuerpo también temblaba, y sin darme  cuenta ya me encontraba tumbada en esa gigantesca cama; con Adriana a mi lado, acariciando mi cuerpo, con su mano izquierda bajo la bata mientras nos besábamos tiernamente, y apartaba los mechones oscuros de mi frente, me hechizaba con su mirada, tan verde tan transparente, que reflejaba todos sus pensamientos.

-Quiero morder tus labios, succionártelos, quiero saborearte entera Mar, muy lento voy a saborear cada centímetro de tu piel, quiero tenerte dentro de mí, estar dentro de ti, toda para mí. - ¿Y a que estas esperando? Soy tuya hace mucho, no tienes que pedir nada solo tomar lo que es solo tuyo, para ti.

No pude evitar  gritar cuando sus dientes mordieron con fuerza mi labio inferior, cuando bajaba succionando la piel de mi pecho hasta llegar a mis pezones sonrosados, tremendamente erectos, mientras estimulada la aureola con la boca, el otro pecho era atacado sin piedad entre sus dedos pulgar e índice tiraba, pellizcaba mientras, tomaba con sus dientes fuertemente el pezón duro y erguido al cielo, me estaba volviendo loca con sus gemidos y sus palabras ardientes en italiano, no podía más, necesitaba sentir el contacto de su piel. Tire del cordón de su bata sacándola de un tirón, quedo sobre mi completamente desnuda, la abrace lo más fuerte que podía,  nuestros cuerpo completamente desnudos  por fin, piel con piel, el roce de sus pezones duros como el granito sobre los míos, abdomen con abdomen, sexo con sexo.

Estuvimos así mucho tiempo; solo suaves caricias, y cálidos besos, redescubriéndonos, nuestros cuerpos ardían, con una sensación que no puedo definir, porque ninguna de las palabras que me vienen a la mente, le haría justicia; por fin Adriana rompió el contacto de nuestros labios.

–Tócate por favor quiero ver cómo te tocas para mí. Esas palabras dichas de esa forma, tan cargadas de alto voltaje sexual, colorearon mi cara hasta un humillante tono rojo, Adriana solo me miraba con ternura y un punto de orgullo, no podía reprimir el placer que sentía cuando conseguía traspasar una barricada más, dios mío que difícil; hacer algo que era en el fondo  una estupidez dado que nosotras ya aviamos tenía todo juntas.

Comencé a estrujar mis pechos, mientras Adriana sin quitarme la vista de encima, lamia y besaba entre mis pechos, bajando por mi abdomen, alternando mordiscos con suaves caricias y succiones.

Se lengua en mi ombligo me estaba volviendo loca, por fin, cuando sus labios besaron suavemente el comienzo de mi pubis, la suave curva de los labios, solo deseaba explotar, liberarme, de esa potente corriente sexual que amenazaba con quebrarme la razón, no podía más… la deseaba en mi clítoris, dentro de mí, quería ser suya, correrme en su boca, sentirme devorada y dominada por ella, por la que me movía el suelo y el sol brillaba en todo su apogeo.

No podía evitarlo atrape su cara entre mis piernas, cuando apenas sentí el roce de su lengua, húmedo y lubrico en el clítoris, que se encontraba erguido y ardiente, buscando la liberación que su boca podía proporcionar.

-Tranquila amor, déjate llevar cariño, te voy a dar todo lo que necesites, no tengas prisa, yo también te deseo demasiado.

Dios su voz ronca y profundamente sexi, casi conseguía hacerme llegar solo con su aliento en mi sexo, Adriana gemía fuerte, poderosa, mientras su lengua lamia bebía todos mis jugos, que brillaban escurriéndose por mis piernas, mi cuerpo era un perfecto arco a punto de disparar, tirando de las sabanas, levante la cabeza y entonces sentí su lengua bajando acariciando de abajo arriba desde el ano hasta la entrada de la vagina, recogiendo todos mis jugos entre gemidos y palabras de amor y lujuria.

Con ese poderoso acento italiano, y sus dedos perfectamente lubricados se internaron en mí, suave pero rítmicamente adelante atrás, presionando como solo ella sabia y conseguía hacerme eyacular, y gritar de placer, mordió mi infladísimo clítoris provocándome un grandísimo sollozo, al sentir uno de los orgasmos más intensos de mi vida, caí en la cama, mientras intensos temblores sacudían mi cuerpo, Adriana no me daba tregua, bebiendo de mí, gimiendo a punto de correrse ella misma.

Sin apenas poder respirar con el corazón a punto de estallar, y todavía presa de fortísimas contracciones dentro de mí ser, la atraje a mí a mi boca, quería su esencia, su eyaculación, su sabor, su dulce olor su calor, todo dentro de mí; conmigo.

Estaba intensamente lubricada sus labios vaginales brillantes, suaves, dios que sabor tan espectacular que tiene mi amor, la apreté fuertemente del trasero ahora me tocaba a mi provocarle un glorioso orgasmo y sin más empuje mi lengua dentro de su sabrosa vagina, mientras mi dedo algo indisciplinado lubricaba y empujaba haciéndose camino dentro de su pequeño torbellino de perdición, su vagina estrujaba mi lengua y mi dedo en esa parte tan erógena para mi chica no corría mejor suerte, y entonces con un grito increíblemente gutural, se corrió en mi boca, con una cantidad tal que rebosaba de mis labios resbalando por mi barbilla y cara. La oía como inhalaba cantidades enormes oxígeno y le pregunte, aunque sabía de antemano que estaba fundida entre mis brazos.

-¿Mi amor estas viva? Ja ja ja, la voltee echándola sobre la cama, pobre hasta los ojos se le pusieron en blanco, la abrace, mientras su cuerpo a duras penas conseguía cesar las contracciones; de la… oh si, gran dicha postcoital.

-Quiero dormir; dormir abrazada a ti toda la noche, sobre tu pecho con mis piernas entre las tuyas. Así es como dormía Adriana, cuando estaba conmigo, pero hoy era yo la que quería dormir de esa forma, necesitaba sentir su cobijo y su protección que falta me habían hecho, cosa que llevaba soñando todos los días desde que estaba allí, añorándola a más no poder, la necesitaba tantísimo que me daba hasta miedo.

Adriana me arropo sobre ella, sus labios acariciaban mi frente, reposando su brazo sobre mí, acariciando la curva entre mi espalda y mis nalgas; y así por fin dormí, como hacia tal vez años que no dormía, las dos presas de un profundo sueño, las luces de neón y los destellos de las pantallas gigantes ya no me molestaban, el sueño era tan profundo, que cuando sentí unos intensos rayos de sol en la cara me asuste, no podía creer que hubiéramos dormido tanto. Mi ligero sobresalto despertó a mi diosa, que eso es lo que parecía ciertamente.

-Mi amor no vayas a trabajar, quédate conmigo en la cama, por favor, apenas si te tengo en más de un mes y no puedo, ni quiero dejarte ahora. –Hago unas llamadas y me tienes toda para ti, tuya, eso si fuera de esta cama quiero llevarte por ahí, presumir de ti, pasear contigo y siiiii ja ja ja;  llevarte a visitar lo más cursi de todo Manhattan; venga perezosa le dije, mientras le propinaba una fuerte palmada en su precioso trasero.

Salimos corriendo a la ducha, riendo y sobándonos como dos crías, algo de sexo travieso y rápido bajo la ducha, ni llamadas, ni mail ni nada importaba, solo nosotras mismas. Cuando estuvimos listas, llame avisando que no me esperasen en todo el día.

Pasado el mediodía tomamos el ascensor, camino de pasar un prometedor día, espectacular de tan soleado, en las sombrías calles de Nueva York, ya que resultaba difícil, salir de las sombras de esas moles de cemento. Dios que tendrán los ascensores, si dura un minuto más ummm, me cojo a mi mujer allí mismo.

Salimos tomadas de la mano, saludando al botones, que me dirigió una enorme sonrisa de esas auténticas, que llegan a la mirada de las personas conectándolas. La hale por la cintura como dicen por acá, y salimos al exterior, aunque este mal que lo digo volteábamos cabezas allá donde íbamos, mi chica en sus tejanos de Gucci, que eran una segunda piel, en un precioso color entre tabaco y vino, encima de unos preciosos y altísimos Manolos de piel de serpiente, de un color indefinible con destellos iridiscentes de punta larga y redondeada que hacían sus piernas, infinitamente más kilométricas de lo que ya lo eran, con ese caminar liviano como si pasease descalza por la playa en vez de en ese precioso andamio de ingeniería, una blusa finísima de Armani en un tono tierra claro, un precioso fular y una chaquetilla de cuero de esas que me ponían a mil, porque la convertían en la mujer más sexi del planeta.

Y yo tampoco estaba mal para variar vestía un vestidito bien dicho, porque no tapaba más allá del principio de los muslos de esos que se ajuntan a las piernas, de corte holgado ajustado al cuello tipo Audrey Hepburt, en desayuno con diamantes, en un color celeste y con un escote ovalado en la espalda, un abrigo ligero hasta casi la misma altura, unos preciosos leggins finísimos casi medias, rematado con unos altísimos y matadores catorce centímetros de vertiginosa altura, que proyectaban mi trasero hacia arriba, y atraías esas miradas giratorias de ambos sexos.

Y así de esta guisa con la sonrisa en la cara más luminosa en años, tomada del brazo de mi…todo, pateábamos las horribles aceras neoyorquinas, las dos más chulas que un ocho charlando y riendo; besándonos cuando queríamos sin pudor alguno.

Ni armarios, ni malos entendidos, desde el primer momento, que fuimos pareja fue así, delante de quien fuera donde fuera con toda naturalidad, somos amigas, amantes, es mi familia, mi hogar y si a alguien  le molestaba o lo que fuera me importaba un huevo, así es como debe de ser, amar nunca debería ser un tabú, el amor es amor y punto. Y si tiene demasiadas consideraciones y alegaciones no puede ser amor.

Entramos en un restaurante de moda, ya lo conocía por estar bastante cerca de mi oficina y del piso de la empresa. Nos sentamos en un rincón desde donde se podía ver el flujo incesante de estresados peatones en su gracioso y desquiciante sprint demencial. Pero lo bonito de ese lugar era la otra orilla de ese rio de asfalto, habían dos preciosas tiendas típicas en la city de flores, de colores y formas imposibles, que no parecían reales de tan perfectas, y justo al lado esas frutas, aceradas que daba ganas de mordisquear solo por el placer de tener en la mano esa enorme variedad de todo tipo de frutas, especialmente ese mosaico de diferentes tipos de manzanas, frescas y jugosas de vivos colores más allá de los que puedas imaginar.

Estábamos realmente hambrientas, a pesar de la hora tan temprana comimos con el placer que da el tener el apetito desatado, sintiendo la textura, el sabor, los platos que visualmente  invitaban a lanzarse sobre ellos, pescado, carne, entrantes un sin de pequeños platos, denostando los que menos nos agradaban y devorando los más sabrosos, un vino suave y dulce, dorado del norte de España, que era puro disfrute para las papilas, capa media, afrutado, de olor herbáceo, era nuevo para mí, esas cosas tiene esta ciudad a veces tienes que venir para conocer a tu vecino de al lado.

-Sabes mi amor, estas muy buenorra con ese vestidito tan liviano y accesible, te queda precioso, y el cabello con este recogido, es precioso y deja ver la curva de tu cuello, solo me entran ganas de besarte ay. Y así  sin más, beso esa depresión entre el cuello y los hombros.

Me  recorrió un escalofrió, dios que miedo, como podía estar tan enamorada, creo que nunca estuve así, con nadie, ni siquiera con Marc. Ahora  tenía la certeza y eso me ilusionaba y a la vez me daba pavor, porque tenía claro que si lo perdía por la circunstancia que fuera me destruiría y después de tanto no podría recomponerme.

-¿Anda cuéntame cómo está Meri y mi bichito y Fabricio? Venga por favor cuéntame; me muero por salir con Fabri y tirarme en el sofá con Meri a notar las papaditas del bebe ja ja ja. Sabes te envidio en eso y los envidio a ellos, por estar cerca de ti.

-Mi amor, por favor de una en una jajaja o no voy a poder contarte nada. Me dijo apartando el cabello detrás de mí oreja, me atrajo hacia sus labios, mirando mis ojos intensamente y cuando creía que me besaría me dijo al oído rozando el lóbulo con sus labios.

¿Piensas que yo no te he echado de menos? No encuentro mi sitio en casa, doy millones de vueltas en la cama buscándote, algunos días duermo en nuestro sofá de tu estudio, allí es donde te siento más cerca, me duele llegar a casa, porque ya me acostumbre a que me estés esperando con ese perrito mofletudo, que me mira como si me culpara de tu ausencia, me paso el día esperando el momento en el que puedo tenerte, oírte, reír contigo, jugar contigo a que tenemos sexo, aunque sé que no te compensa, y por eso estoy aquí mi amor y me quedare hasta que te lleve a casa, porque no puedo y no quiero estar más tiempo lejos.

Y entonces me beso; con un beso que no dejaba dudas.

-Y con respecto a tu batería de preguntas, bueno Meri… uff me dijo millones de cosas que debía decirte ja ja ja igualita que tú de impaciente y umm espera. Me hizo prometer que te daría un abrazo monstruoso y un… beso infinito y me dio esto. Me dijo sacando de su bolso una fotografía de una ecografía  en 4D, en ella se veía toda la carita del bebe.

-Ay mi amor es precioso; tiene la misma carita que tu hermano, es increíble lo bien que se ve.

–Si la carita es muy redondita, sabes mi amor son muy malos, no consigo que me digan el sexo del bebe, y  en las eco siempre esta cruzado de piernas.

-Adriana ja ja ja, mira que mimada, pero que cara es esa, te lo digo si no les dices que lo sabes… y cuando nos digan juntas sea cuando sea, te haces la sorprendida, como hare yo. Venga pedimos la cuenta y te lo digo fuera, que hoy vamos hacer chorradas de turistas, las tonterías más tontas que se pueden hacer en esta ciudad. –Bien entonces hoy no tengo que compartirte con tu trabajo, ¿Estás segura? –Pues claro boba ¿soy la jefa no? Anda dale tunanta, y mañana vienes conmigo a la ofi y te presento a todos, y por la tarde a descubrir la ciudad, por las noches…ummm pues no sé qué hacer jajaja, libre albedrio. –Yo sí que sé que are contigo, no lo dudes. – Me dijo al oído, tan cerca, que sentía el calor de sus labios pero sin llegar a tocarme.

-Vamos nena, empieza el día de turista, te voy a comprar unas preciosas flores, vamos a pasear por el Village, y aunque tenga que trabajar, te prometo que visitaremos toda la ciudad preciosura.

-Venga señorita romántica, ahora me regalas unas de esas de ahí, las blanquitas que huelen tan bien.

-Esas son gardenias, como la canción; dos gardenias para ti, con eso quiero decir te quiero, te adoro, mi vida. Jajaja, por dios siempre me pareció una canción realmente moñas jajaja. Pero si te quiero y te adoro mi vida. –Auch eso se merece un gran morreo neoyorquino jajaja y sin más me mordió los labios más que besarlos, dios no sé si moriré antes de amor o de vergüenza.

Caminábamos de la mano, Adriana con sus preciosas y perfumadas gardenias en la mano izquierda, tomaba la mía con la derecha, con nuestros dedos entrelazados.

El clima estaba fantástico, hicimos todas esas estupideces de turistas jajaja. Visitar el edificio Chysler que arquitectónicamente no podía ser más perfecto, tremendamente mejorado junto a las fotos desprevenidas que le hacía a mi amor sin que se percibiera de ello, era en las que más preciosa estaba, sonriendo relajada y natural. Era para comérsela y de hecho me la comería a besos en cualquier momento.

Paseamos por el Soho me gusta fotografiar las fachadas pintadas, porque realmente estaban pintadas más que grafiteadas. Eran bastante más artísticas que la mierda que vendían en las galerías de arte o incluso en el Guggenheim, un prodigio de la arquitectura moderna pero al igual que en Bilbao, era más artístico el continente que el contenido en sí mismo.

A lo largo de la semana termine mi trabajo, recorrimos el Village, nos hicimos fotos en los portales de los famosos, incluso vimos famosos jajaja. Hacíamos el amor todas las noches y todas las mañanas, cosa que no aplacaba mi deseo, ni el suyo, mi hambre y mi amor, al revés crecía cada día más y más.

Estábamos… completamente ardiendo en deseos de estar siempre juntas, hasta habíamos probado el sofá de la oficina, algo que pretendía ser un simple beso con Adriana, termino en unos cuantos maravillosos orgasmos, rápidos pero matadores para las dos.

El sol entraba por la ventana hacia cuatro días que llego mi chica a la ciudad. Me gire lentamente en la inmensa cama y hay estaba esa mirada verde, intensa y candente. –Hola buenos días mi amor… creía que no vería nada más bello hasta que te has girado. Veo que estaba equivocada completamente.

–Anda halagadora del tres al cuarto calla y acércate quiero besarte o mejor que me beses. –Eso está hecho lo estaría haciendo por siempre jamás jajaja. Mira quien se pone increíblemente hermosa tan sonrojada.

Adriana llevo su mano entre mis piernas. –Woou amor perdona pero no puedo evitar hacer esto. Y sin más beso mi boca en una lucha de lenguas y saliva, acariciando mis dientes con su lengua, mordiendo nuestros labios, yo su carnoso labio inferior, Adriana el mío superior, mi barbilla jajaja eso le encanta. –Ummm que rica sabes, nunca me cansare de tu sabor; metiendo sus dedos húmedos de transparente lubricante de mi sexo en su boca.

–Eres muy mala nena sabes que eso me pone a mil. Y bajo en un húmedo sendero de besos, mordiendo mis pechos, succionando con fuerza, tire de ella con fuerza hasta quedar su sexo en mi boca, agarrando sus nalgas acariciándolas, protesto, ella quería saborearme.

–Mi amor lo siento pero  ahora es mi turno quiero  que eyacules en mi boca, que te corras, que grites y te muevas sobre mí, ver cómo te estrujas los pechos, quiero verlo, sentirlo, saborearlo. Quiero follarte y que me folles.

–Marrr jajaja estás loca mi…amor o dios sigue, no te pares. Y moviendo con enloquecidos envites sus caderas sobre mi boca, se corrió gritando, a la mierda si escuchaban en las otras habitaciones, me importaba un carajo, no me cansaba de absorber y oler su lubricante, cálido, entre dulce y salado, magnésico, tremendamente erótico, como esa silueta arqueada hacia atrás, la cabeza, los ojos cerrados, el ceño fruncido saboreando, las ultimas sacudidas de placer, los hombros, la boca jadeante, su cuello precioso, y las pulsaciones de su clítoris, que notaba en la lengua.

No sé qué es; pero es tan perfecto que no quiero quitarme esta imagen de mi mente hasta el último segundo de mi vida. –Tesoro en vista que no me vas a dejar, comerte hasta la noche, déjame levantar quiero prepararte una comida no tan esplendida como la tuya, pero en fin, vamos a tomar el sol y almorzar en la pradera de Central Park, frente al lago, venga di que sí.

–Claro que si mi amor, a la ducha y luego te ayudo o no llegaremos nunca. –Vamos amor ya lo tengo todo pedido. –Woou todo eso, en el rato de mi ducha jajaja mala ya lo teníass preparadoo. –Yo que va imposible. –Tu sonrisa te delata preciosa. Nos dimos la mano.

Y allá fuimos con una cesta preciosa, un par de botellas de champagne francés, cristal blanc, y bollinger rose, frías a rabiar como me gustaban. Una manta en la verde y fresca hierba, cantidad de besos y caricias; acompañado de una estupenda comida, y el capricho que me hizo comprar un par de horas antes en Broadway bakeries, Sprinkles cupcakes mini, que realmente se comían más con la vista que con el paladar, porque verdaderamente no eran gran cosa, como todos los cupcakes, preciosos sí, pero no tan apetitosos.

Habíamos prometido hacer boberías de turistas y vaya que las hicimos jajaja, visitamos Ellis island and Liberty island, el museo de la inmigración, subimos y tomamos fotos estúpidas desde los 93 metros de Statue of Liberty, el estuario del rio Hudson, el museo de historia natural, tonteando como dos crías frente a la osamenta del gran Rex, un musical en broadway joder un musical sobre Spider- Man: Turn off The Dark jajaja.

Terminamos como sopas sobre el Broklin east river, riendo como estúpidas al darnos cuenta que aunque siguiéramos corriendo, no había forma humana de no mojarse encima de un puente, cuando a un tremendo chubasco primaveral se le ocurre descargar de repente. Y hay bajo la lluvia, besando a mi chica, me sentí la mujer más feliz de la tierra o del universo según se mire.

Tumbadas en la pradera al tibio sol primaveral, después de comer, jugar en la hierba, devorarnos la boca, más que el delicioso almuerzo, y algo achispadas tras beber las dos botellas de delicioso champagne.

Adriana comenzó el juego de las hipótesis, que pasaría si esto, si lo otro, qué harías si tal o cual cosa. –Mi amor. –Si dime preciosa. Le dije volteando la mirada hacia ella. – ¿Mar te puedo preguntar algo?

–Amor eso es ya en si una pregunta, bueno sabes que sí, dale nena dispara. – ¿Con que otra mujer en el hipotético caso de que yo no existiera, no estuviéramos juntas o cualquier otro supuesto en el que te encontraras sola? Te irías a la cama, tendrías un rollo, cogerías o harías el amor?

  • Joder nena, menuda pregunta, ¿no tendrás celos nuevamente?

–No mi amor eso ya paso, es solo curiosidad. –Pues no sé, no me lo he preguntado nunca, yo te amo, no me veo con nadie.

–Venga piensa, vamos amor no seas muermo. Sabes yo tengo una teoría, si con alguien tienes afinada total, es con tu amiga Eva, os gustan las mismas cosas, sois tremendamente parecidas hasta el punto que a veces dais miedo, jajaja he acertado siiii. Estas roja como…que roja escarlata, venga mi amor no seas tan tímida, dímelo flojito al oído. ¿Tendrías un lio con Eva, sí o sí? –Eres muy malaaaa mujer. Jajaja.