Al este del meridiano de greenwich 8

Adriana mi amor, necesito probarte, quiero sentir tu sabor en mi boca en mis papilas, tu olor uumm…--ya internando su lengua entre mis piernas, separando con ella los pliegues de mis labios mayores,

Ummm buenisiiimoo, que agradable, aun dormida sentía la extremadamente sensual caricia de mi amante, su lengua húmeda recorrer mi cuerpo, el pie, la cara interna de los muslos, bordear la depresión y el valle de mis glúteos, internar su lengua caliente, por el canalillo entre mis nalgas, camino hacia el torbellino de mi ano, girar y girar lentamente alrededor, volviéndome loca en el proceso, mordisqueaba mis nalgas, lamia y soplaba, erizando mi piel, con una mezcla de frio pero a la vez un calor abrasador, que arrasaba mis sentidos, mi cuerpo retorciéndose salvaje, cálido, felino. Comenzó su ascensión, rozando levemente, con sus labios mi costado, pasando sus dientes, por mis costillas, el borde de mi asila, mordiendo mi hombro, aparto con dulzura el cabello de mi nuca, chupando y succionando mi cuello, dejando un cálido rastro de besos por mi mejilla, hasta alcanzar mi boca, a la vez que me tomaba entre sus brazos, girando mi cuerpo hasta quedar frente al amor de mi vida. Del que dentro de poco yo Meritxell Graells Luna, seria su mujer, la madre de su hijo, abrí los ojos, que según  Fabricio  Castiglioni  dice, que tienen un tono muy claro, como de un  whiski muy dorado.  Observe su electrizante mirada celeste, sexi, traviesa, que reflejaba un deseo… para nada angelical, sino, muy carnal.

Su ardiente boca se cernió sobre la mía, teniendo mis labios entreabiertos, esperando anhelante su contacto, con sus dientes mordió mi labio inferior, succionando levemente, mientras lo acariciaba con su lengua, a velocidad infinitamente lenta, pasando su lengua por encima de mis dientes, internándose finalmente, rozando mi paladar, hasta invitar a mi lengua a unirse con la suya en una danza, descaradamente sexi, fue tirando de mi labio, hasta soltarlo de manera perezosa, para dejarlo libre mientras seguía su viaje, sin soltarme de sus brazos, guiando su boca hacia mis rosadas aureolas, que ya empezaban a cambiar, estando más suaves, si cabe, e hinchadas, tan sumamente sensibles que el simple roce de su aliento, producía en mi, unas involuntarias descargas, que se internaban por todos los capilares de mi piel, hasta producir en mi vientre, y sexo, rápidas,  y punzantes pulsaciones, haciendo que por mi sexo, resbalaran mis fluidos, lubricando toda mi vulva y vagina.

Frabricio, estaba dedicado a la tarea, de succionar mis pezones, como si de un niño algo goloso se tratara, lo que provocaba en mi sentidos jadeos, acompañados de latigazos de corriente, que llegaban fuertemente a mi entrepierna, devastando el poco control del que mi cuerpo contaba.

Su lengua continúo descendiendo  hasta llegar al monte de venus, el cual lamio con devoción, incidiendo en hacer  pasar su lengua, una y otra vez por los bordes suaves, mojados, e infladísimos de los labios vaginales, internado su lengua que ya tenia la temperatura de un volcán, dentro de mi vagina, mientras el gemía, lanzando palabras inconexas, fruto de su incontrolable excitación, que sentía pagada a mi piel con la incuestionable dureza de su pene.

Yo, por mi parte deseaba tocarlo saborearlo, hacerlo mio, lo fui empujando contra la cama, hasta dejarlo tumbado de  espaldas, mientras besaba su cuerpo, su pecho suave y cálido, sus pequeñitos, aunque sensibles pezones. Quise internarme en las profundidades, pero mi amor me gimió, más que decir.

--Meritxell, no mi amor…si sigues me corro ahora mismo, tu sabor, tan tuyo y a la vez tan distinto me esta volviendo locooo…

Yo seguí haciendo mi capricho, ignorando su suplica, mientras atrapaba en mi boca su glande, lamiendo y succionando. Hasta que Frabricio presa de un frenesí desconocido intentó retirarse, pero le abrace fuertemente,  empecé a sentir los espasmos incontrolables previos al orgasmo, no pudo evitar derramarse en mi boca, estaba muy satisfecha, lo había hecho mio.  Me coloco sobre él, con su pecho en mi espalda, penetrándome lentamente desde atrás, besando mi cuello, agarrándome de las caderas, para imprimir un ritmo cada vez mas rápido, pasando un brazo sobre mi  vientre, y con el otro acariciando mis pechos, hasta que sentí los primeros espasmos del orgasmo liberador, haciéndome gritar a la vez que notaba nuevamente el bombeo orgásmico de mi marido, dentro de mi cuerpo, grite, me encrespe loca de pasión, mientras ascendíamos a la cúspide de un orgasmo arrasador, mientras aferraba a la otra mitad de mi ser, fundiendo mi cuerpo con el suyo.

Caímos en ese sopor desinhibido, propio de la felicidad de compartir nuestros cuerpos pero también nuestras almas.

Tiempo después fuimos despertando de nuestro letargo poscoital, estábamos tumbados, Fabricio acariciaba con dulzura mi barriguita,  que empezaba a notarse levemente, besándome tiernamente.

--Meritxell mi amor, sabes me encanta, observar los pequeños cambios de tu cuerpo, y cada día descubro que te quiero más, tu sabor me enloquece, tu olor…uhmm estaría todo el día, así abrazado a ti, sintiendo tu calor, oliendo tu cabello. Te amo.

--Pues lo siento por ti, pero tenemos que comer con tus padres y si llegamos tarde tu abuela, la mamma, es capaz de venir y llevarnos de las orejas. Sabes  Fabricio,  en verdad tu abuela, me acojono el otro día, con la bronca que nos pego por hacer bebes sin casarse. Dios pobre Mar, que les dirá, a ellas cuando lleguen, si dice que nosotros estamos en pecado…jajjajaja. Pobres en el fondo me dan pena.

Meriii…no seas mala, a lo mejor Mar, sale corriendo y no vuelve, esa mujer cuando se pone terrorífica…jajajjaja. Mira, que mi padre lleva casado con mi madre treinta y ocho años, y todavía le tiene miedo…jajaja.

Fabri, cariño, desde luego esta noche, no será aburrida. Llegaran a Firenze a las seis, de la tarde, tengo unas ganas de verlas, sobre todo a Mar, que hace más de mes y medio que no hablamos como es debido. Y tengo muchas cosas que contarle.

Meritxell  ¿Crees que habrán tenido unas dulces vacaciones? Dijo Fabricio con malicia.  Espero que hayan cargado las pilas, las van a necesitar con la mamma…jajajja.

Comimos en casa de la abuela materna de Fabricio, la abuela Francesca Rizzi, esa mujercilla toscana, de cuerpo enjuto y nariz  aguileña, con sus oscuros ojos escrutadores, que parecían leerte el alma, ultra católica, súper convencional, y con un mal genio, equiparable a mil diablos recién sacados del averno, si, uy la señora imponía y mucho, sólo imaginarla, daba pavor.

Mientras Mar, iba pensado que  estaban cada vez más cerca de su destino. Estaba cansada de tanto viaje, y su humor por estas fechas, aunque intentaba evitarlo, se volvía cada vez más cetrino.

Adriana y yo hicimos casi todo el viaje de avión durmiendo, al ir en primera los asientos se abatían casi completamente, levanté el apoyabrazos intermedio en cuanto pudimos quitarnos el cinturón al despegar, A ratos iba leyendo, escuchando música, mientras Adriana seguía durmiendo  sobre mi hombro, y venga a dormir, solo la despertaba para comer, y cuando hicimos el transbordo.

Nos tapamos con una de esas mantitas, nos dieron champan, bombones, una buena comida, pero nada comparable a viajar con mi novia, que dormía de lado hacia mi con su preciosa y hábil mano metida por dentro de mi camisa, apoyada sujetándome la parte baja de un pecho, le gustaba estar así, en casa dormía abrazada a mi espalda o sobre mi pecho, y su mano derecha apoyada justo así, bajo mi tetita.

No era nada sexual, era algo más, era intimidad, confianza. Cuando se dormía yo siempre entrelazaba  mi mano en la suya, y acariciaba sus nudillos, besaba las yemas de sus dedos, me gustaba sentir la caricia de su cabello. Por fin avisaron que tomaríamos tierra en Florencia en unos quince minutos,  desperté a mi chica, con caricias amorosas bajo la mantita, mientras le susurraba flojito. –bella doctora, vamos, abre esos  preciosos ojitos verdes. Pero ni caso; metí mi mano algo fría, de golpe bajo su suéter, y riéndose a la vez que daba un respingo, me atrajo hacia ella diciéndome,-- esta me la pagas nena. Me pego un morreo delante de la azafata que se me enrojeció toda la cara, incluido el cuello y las orejas. Mientras ella se reía, y volvía a besarme, esta vez de manera muy tierna mirándome a los ojos.

En la terminal del Amerigo Vespucci, nos esperaban mi bicho, que ya empezaba a notarse su incipiente barriguita, y Fabricio.

La verdad es que estaban los dos guapísimos, corrí a abrazarla, la había echado mucho de menos,  siempre nos contábamos todas las cosas. Llegue a ella, nos abrazamos y besamos, mientras le decía. –Nena, tu has tenido hoy sexo de mucha calidad, menuda piel, pareces una veinteañera jajajaj.

Su rubor lo decía todo,  me retire para tocar su barriguita, diciendo. –Hola bebe, sabes soy tu tía Mar, cuando salgas de hay voy a jugar contigo un montón, tomando la mano de Adriana la coloque junto a la mía, y seguí diciéndole –Mira bebe, seguro que siempre estarás conmigo, y con la tía Adriana, por que tu mama es una regañona como tu iaia Merche…jaja ja,  Meritxell me atizó un coscorrón,  le sabía fatal que le dijera que se parecía a su madre.

¡Ay  tía!, pero  que  burra eres,  mira cuídate Fabricio que ya conoces a tu suegra y esta lleva el mismo camino, dije riéndome mientras huía del segundo coscorrón.

Meritxell riendo me dijo. –Mar, ya veremos, si esta noche estas tan graciosilla,  y eres tan chistosa. Ya sabes quien ríe el último…

Yo, que no sabía de que iba aquello le saque la lengua, y le pase mi mano por su abdomen. –Anda no te enfades que solo es una bromica de nada, envolviéndola entre mis brazos, y sabes que quiero a tu mama, como si fuera mía, pero reconoce que es un poco neuras de la limpieza y el orden.

Fabricio recogió las maletas en un carrito, y salimos hacia su coche, cargo todo, y partimos hacia la casa de la abuela. En el coche charlábamos, durante el camino, hasta que yo inocente  pregunte. ¿Y que tal Fabri, como ha estado la abuela Bianca, vamos a su casa no…?  Fabricio respondiendo a mi pregunta dijo. —Esta muy bien comeremos con ella en navidad. Al ver mi cara de desconcierto. Me dijo. –Mira Mar hoy no vamos a ver a mi abuela Bianca, vamos a casa de la otra, la madre de mama, Francesca.  Se me revolvió todo acabe diciendo.

-¿Pero vosotros estáis mal?, esa mujer me odia a muerte, desde que viniste a trabajar con nosotras a España, amen de, que quería casarte con  aquella prima segunda, o no sé que tuya del pueblo, que tenia una única ceja. Bonitos bebes unicejos  que tendrías ahora.  Para ese momento, en el Audi de Fabricio, todo eran carcajadas, y agarrarse la barriga, claro ellos tres, que a mi la puta gracia que me hacia la futura noche de marras. En la casa de esa bruja…

Llegamos y mi novia me beso,  como apiadándose  de mi, si claro toma ya. ¡Como si un  besito me fuese a librar de esta!  tomada del brazo de Meritxell, porque en verdad tenia los bellos de punta, entramos en aquella enorme casona de estilo señorial, situada en un paraje de viñedos, típico de la zona, la noche ya había caído y hacia un frio considerable, me castañeaban los dientes, pues soy muy friolera, y sí, también estaba súper  nerviosa.

Los padres de Adriana,  Fabio y Gabriela, son unas personas encantadoras, y me trataron como era habitual en ellos, con cariño, si cabe más que antes y con la admiración que siempre me demostraron.

Charlamos durante la cena de manera distendida, ellos estaban al quite de las pullas, que lanzaba la mamma, que sin duda, ciertamente la tía, era rápida y mortal, con unas miradas frías como puñales de hielo y una lengua afilada como un buen estilete, que aun en su peculiar italiano, yo comprendía perfectamente, aunque me hacia la tonta. Ya era bastante incomodo,  como para entrar al trapo.

La comida casera estaba espectacular, claro para el que la pudiera tragar, que no era mi caso. En la mesa, estábamos sentados nosotros cuatro, los padres de Adriana y Fabri, la mamma y unos primos de ellos, toscanos, pero de toscos y zafios  Victorio y Lucca , de un pueblo llamado Montepulciano,  tierras  aquellas de  buenos vinos como el chianti que disfrutábamos en ese momento. En fin paciencia, la cena no duraría mucho.

La verdad es que Mar tenía que aguantar de lo lindo, por que mi abuela, se estaba empleando a fondo, con sus nada sutiles maniobras, tenia ganas de levantarme y besarla delante de todos, incluidos esos trogloditas de mis primos. Estaba a punto de hacerlo cuando mi abuela dijo a voz en grito.

--Se si pensa che, stasera andando a copulare, uno qualsiosi dei quattro sotto il mio tetto, non sai di Francesca, ma avete intenzione di sapere.

(Si os pensáis que esta noche, vais a copular alguno de vosotros cuatro, bajo mi techo, no conocéis a Francesca, pero la vais a conocer).

Mar, que en ese momento estaba tomando un poco de vino, intentando hacer pasar algo de comida,  la cual  seguía en el plato casi completa.  Se atraganto con el vino espurreándolo sobre la mesa, salpicando a mi primo Victorio, que dejo de reírse isofacto, limpiando su rubicunda, cara con la servilleta.  Maldecía el estropicio causado, en su ridícula camisa, estampada. En fin la noche fue un horror de cabo a rabo. Pero mi chica aguanto, todos los envites de la abuela, sería que como buena española que era, sabía pegar buenos capotazos…jajaja. En cuanto terminó la cena rápidamente todos, tocata y fuga.

Como no, mi abuela, le tenía a Mar, preparada una horrible habitación, que más parecía un guardamuebles que otra cosa, en cuanto pude salí a hurtadillas de mi cuarto, harto ridículo tener que realizar semejante maniobra, yo una mujer de treinta y cuatro años, pero  quería dormir con Mar y hacerla olvidar esa surrealista noche. Así que  me dirigí a la horrenda habitación, por llamarla de alguna manera.

Estaba echada, miraba el techo desde una minúscula cama otomana,  pensando en lo bien que estaba hacía dos noches, con Adriana a mi lado,   era la única cama de esa habitación, dicha habitación parecía sacada de un cuento de Edgar Allan Poe, oscura, fría, con unos muebles de esos pesados y oscuros, todo olía naftalina, y  lo peor eran esos cuadros, de regios señores, supongo que familiares, y  muertos debía  hacer  milenios, sólo faltaba un cuervo en la ventana. La nochecita se preveía larga y fría. ¡Odio el frio. Joder!

Al oír el picaporte de la puerta, di un respingo…uff  menos mal es mi chica, le sonreí diciéndole. –Adri cariño anda  dame  besitos y mimos, que la malvada bruja me tiene en esta mazmorra y  te  vas  rápido.  Le tendí  la mano.

--Anda boba,  ¡Que me voy a ir,  me quedo contigo!  Tanto miedo te da una pobre ancianita, como mi abuela, como para no querer, que duerma contigo. Me  dijo sonriendo socarronamente.

--Adriana nena tu abuela, no es pobre, ni una ancianita. No la viste, como me miraba, mientras cortaba las verduras, si a las pobres sólo les faltaba gritar. Joder nena, si es igualita, y viste como la madre de Norman Bates, por dios, mira yo mañana, no repito experiencia, si hasta la ducha tiene una de esas cortinas…jajaja.

--Adriana vete a tu confortable habitación, vamos que esa mujer tiene un radar. Seguro que durante la guerra fría era una espía rusa.- Adriana se reía a carcajadas.

--Ay mi amor, por eso te quiero tanto,  a  las situaciones más rocambolescas, siempre les encuentras su lado de humor…jajajajja.

-- ¿Con que humor, eh?, si si muy divertido, ya me dirás tu, como piensas dormir tu en esa… cosa. Mira Adriana, tu estas loca, si se levanta tu abuela, y nos pilla, yo me escapo por la ventana. Le dije sonriendo.

Adriana se desnudó, y se arrebujó dentro de la minúscula cama, me tendió sus brazos diciéndome de manera sensual.

--Ven mi amor, aquí Mar, encima de mi, yo te calentare, tempanito de hielo…jajaja.

--Vale  – respondí - pero mañana nos piramos de aquí, En cuanto amanezca.

Me volví hacia la puerta de entrada, Adriana me miraba desconcertada. ¿Pero que haces cariño? - Yo empujaba  una gran cómoda, delante de la puerta, Adri se reía a carcajadas.  Le dije, -cariño yo no duermo, si no hago esto, sólo imagino que se abre la puerta en cualquier momento y aparece ella con su rodete y el cuchillo de las verduras…jajajaja.

Mar se desnudo y la acerque a mi, tirando de su mano hasta quedar sobre mi cuerpo, entre mis piernas, su cabeza en mi pecho, estaba helada, apenas había probado la cena, estaba desvelada del viaje, y desde luego esta estancia no invitaba a un buen sueño reparador.  A pesar de su buen humor, sabia que había pasado un mal rato, Mar es bastante tímida con los desconocidos, y bregar con mi abuela era cosa seria.

Hacia días, desde que las navidades iban aproximándose, que la notaba más seria, distraída, además había comprobado, que cuando estaba nerviosa apretaba los puños al dormir, y su cuerpo se tensaba, hablaba en sueños, y  tenia pesadillas.

Por eso hoy, pese a mi irascible abuela, tenia que tenerla entre mis brazos, yo la necesitaba, y ella a mi más, acariciaba su pelo, que olía a un champú de albaricoque para niños,  tocaba sus cicatrices, eso la hacia estremecer, pero no se apartaba, la noche se hizo eterna.  No se si llegamos a dormir algo, de ser así habría sido en cantidades nanométricas, pero me encantaba tenerla entre mis brazos, suavecita y caliente.

Sentía en mi pecho el leve movimiento de su cabeza, la caricia que me producía el batir de sus pestañas, era muy placentero, aunque la cama era un horror y no podíamos movernos sin caer de ella, pero aun así, la tenía abrazada a mi cuerpo, nuestras piernas entrelazadas, Mar  situó  su cara en la curva de mi cuello, sus calientes labios rozaban mi piel, con su nariz me hacia cosquillas , fue una noche diferente, por fin empezaron a despuntar las primeras luces del alba, empezábamos juntas un nuevo día.

--Adriana, tenemos que levantarnos, venga que al final nos caza, la hija de Conan el Bárbaro, y yo aun tengo que ducharme en ese baño congelado, detrás de esa cortina…uuujj. Adriana se moría de la risa. -- ¡Oye pero no te rías, de verdad que me da muy mal rollo ducharme ahí!  Adriana tirando de mi mano me llevo a la ducha.

--Venga vamos tontita me quedo contigo mientras te duchas…jajaja . No sabía que eras tan miedosa. Mira que tiernecita, me has salido, con lo dura que parecías.

--Mira nena de miedosa nada, dime tú, a quien le gusta meterse en una bañera así al amanecer. Con este frio de cojones.

Al final Adriana terminó metiéndose conmigo en la ducha, provocando en nuestros cuerpos un conato de incendio, que tubo que ser sofocado, ya que el tiempo se nos echaba encima. Por lo tanto el balance fue, doloridas, cansadas, y frustradas, después de tres días, sin a penas dormir, ni descansar debidamente.

Yo aguardaba en esa mazmorra, ya arreglada y lista, Adrina estaba en la suya vistiéndose, estaba  retrasando lo más posible mi aparición, por la gran cocina, de la mamma, con el objetivo de que llegasen  el mayor número de habitantes antes que yo, por fin entre, parece ser, que no fui la única propietaria de tal idea. Solo estaba Fabio, que me sonrió con expresión de tierra trágame.

La buena señora nos hizo ir a recoger los huevos al gallinero, éramos un cuadro, los dos el papa de Adri y yo, vestidos de firma, con zapatos de tres cifras en el precio, andando por ese gallinero, esquivando picotazos de las jodidas gallinas,  que tenían casi peor carácter que su dueña.

Por fin, y  una vez concluido el desayuno, como por ensalmo, la visita, en principio de dos días, quedo reducida a la mitad, a todos les habían surgido , como mágicos champiñones, tareas ineludibles, que por supuesto no admitían demora.

Partimos hacia Florencia, por fin respiramos, que descanso,  no veíamos el momento de largarnos de allí, sobre todo yo, me quedaba todo un año para recuperarme de la experiencia, que esperaba no tener que repetir el próximo año. ¿Aunque quien sabe?

Fuimos todo el viaje bromeando. Meritxell, se partía de la risa con nuestra peripecia, la de Fabio y mía, quiero decir, a la caza de los huevos de las gallinas mutantes, sobre todo imaginando a su elegante suegro con sus relucientes zapatos, vestido casual, si,  pero de Armani,  pisando caca de gallina.

Al final todos terminamos a carcajada limpia, soltando lágrimas, sin poder parar de reír.

Esa noche, dormiríamos  con los padres de Adri, su madre nos preparo su antigua  habitación, que tenia una bonita y cómoda cama de matrimonio, la habitación es preciosa, como toda la casa, que esta situada  en un sitio céntrico de la ciudad, es una casa palaciega, estilo renacentista típica de  Florencia, que no es una ciudad con monumentos, si no una ciudad en si misma monumental. Desde nuestra ventana se divisaba la cúpula de la catedral Santa María de Fiore, o como se la conocía, en italiano,  il Duomo.

Solo la cúpula ya era impresionante construida por Brunelleschi, era el sitio más alto de la ciudad, buena muestra, del esplendor de la toscana, en el renacimiento, fabulosa por dentro y por fuera. Testigo mudo, de infinidad de intrigas de la nobleza florentina, epidemias, guerras, y personajes ilustres, como los Médicis, en gran parte responsables del gran esplendor, del que gozaba Florencia actualmente.

Así, mirando desde el balcón esa irreal ciudad me encontró Adriana.

--Mar ¿Por qué no, nos echamos un rato, apenas son las nueve,  mira que estoy, muerta de cansancio?  Y como tu, preciosa, ya tienes todo… colocado…podríamos…

-- ¿Pero Adriana, y a tus padres, no les parecerá mal? –sschs…

Adriana no me dejo tiempo para decir nada más, me tiro en la cama, abrazándome, besándome el cuello y la mejilla, estiro del edredón y sacándonos los zapatos, quedamos así, abrazadas la una, a la otra,  dormidas casi de manera instantánea, que sensación tan bonita, sentir el tacto, el calor de otro cuerpo, uno que te enloquece, que deseas para ti, que amas.

Tocaron a la puerta despacito, -Adriana hija, el almuerzo está listo- abrí los ojos y mire el reloj, aunque parecía que apenas habíamos dormido, ya eran más de las doce, -Pasa mama -  dije a mi madre, que asomo su cabeza diciéndome - Podéis bajar a comer cuando queráis, hija  ¿Qué tal se tomo Mar la noche con mi madre?

--No te preocupes mama, Mar tiene un sentido del humor muy particular, al final creo que disfrutara recordando, la nochecita…jajaja.

--En verdad, hija no sé que le pasa a esa mujer, cada vez se comporta peor, si vieras el cabreo, que le he tenido que aguantar  a tu padre… pero a quedado impresionado con Mar, que a recogido casi todos los huevos, con la abuela detrás de ellos, como un general mandando.

Bueno hija enseguida servimos la mesa, os espero abajo.

--Gracias mama, no se, si despertar a Mar, es que esta muy cansada, apenas a dormido en tres días. Pero como anoche tampoco ceno nada.- Le decía a mi madre, mientras tocaba las mejillas de Mar sonrojadas por el sueño, mi madre me dijo que la dejara dormir, ya le pondría la comida cuando despertara.

Me acerque a sus labios y delante te mi madre la bese, le aparte el cabello de la cara y me levante. Mi madre solo sonrió, y me hizo una seña de que me espera abajo.

Después de una distendida comida con mi familia, hablando emocionados del futuro bebe, de una próxima boda con bautizo incluido, hablamos de nuestros respectivos  trabajos, comente con Fabricio su idea de montar la nueva clínica, reímos y bromeamos de muchas cosas.

Al fin quede a solas con Meritxell, tenia necesidad de saber cosas, de las que no me atrevía  preguntar a Mar, necesitaba comprender mejor, para evitar dejarla caer, en ese estado de apatía en el que, ya la había visto caer otras veces, ahora que estaba en mi vida quería hacer algo, aunque nuestra relación, avanzó aparentemente fácil, de manera natural, todavía teníamos algunos tabúes entre nosotras, y el gran agujero negro, que suponía no tener ninguna referencia sobre su vida anterior, su familia, los niños.

Sabia por la finísima cicatriz, encima del pubis que los bebes nacieron por cesárea. Pero las veces que roce mis dedos o mis labios por ella, note como su cuerpo se tensaba, se que temía que le preguntara sobre esa importantísima parte de su vida.

--Meri, cariño hacia tiempo que quería tener una  conversación contigo, crees que podríamos hablar a solas en algún momento la próxima semana cuando estemos en Madrid.

--Claro que si Adriana, ya me supongo que quieres saber, haré todo lo posible por despejar tus dudas, aunque lo ideal seria que Mar te lo contara ella misma.

--Claro Meri, eso desearía yo, pero no quiero presionarla, bastante tensión tiene ya encima. Y además el tiempo que estamos juntas quiero que lo disfrute.

Meritxell, tomo mis manos mientras me decía. –No se si lo ves Adriana, pero ya ha cambiado mucho, desde que estas en su vida, y no me refiero solo como pareja, sino como amiga, le hiciste mucho bien y te quiero por eso.-  Me abrazo, y sentí una  gran emoción con sus palabras.

Adriana, espero que un día, Mar te lo cuente y pueda pasar ese capitulo de su vida, para continuar  de manera completa este nuevo, que estáis viviendo juntas.

Tomando las manos de Meri, le dije – Gracias, Meri,  es que está…ya sabes,  me tiene muy preocupada, pensé que estando conmigo…bueno, estaría más tranquila, más feliz, pero parece no ser suficiente, y eso me asusta. Por eso necesito hablar largo y tendido contigo, necesito saber.

Mira Adriana supongo que estará a punto de levantarse, ve con ella, despiértala,  nos vamos a ir a visitar la ciudad, nos divertiremos por ahí, cenamos, vosotros tomáis algunas copas, y luego tu sabrás , que hacer para cambiarle el humor…jajaja venga no pongas esa cara, que ya te voy conociendo.

-Adriana en serio. Cuando volvamos a casa el sábado, como Fabricio  ira con Mar a clase de Aikido,  salimos nosotras  y te llevo a mi apartamento, allí podremos hablar tranquilas, te enseñare fotos de nuestra vida, con su familia, pero no te diré nada, que Mar me haya confesado en confianza, ¿de acuerdo?, se trata de conocerla mejor, lo demás lo tendrás que averiguar tu misma.- Y con un cachete en el culo, me despidió empujándome hacia la escalera.

Encontré a Mar, todavía dormida, me subí sobre su cuerpo por encima de la ropa de cama, y mordí suavemente su nariz, abrió esos preciosos ojos, castaños y profundos, que aun soñolientos, despedían chispazos traviesos y apasionados.

Como la tenia inmovilizada por la ropa, empecé a besarle el cuello succionando, pero sin dejar marca, mordiendo, su mandíbula  y finalmente, atrapando sus labios con mi boca, tirando con mis dientes, hasta dejarlos hinchaditos  y  rojos. Interne mi lengua en las profundidades de su sabrosa boca, acariciando con  mi lengua sus suaves dientes, su liso paladar, danzando con nuestras lenguas. Mi pequeña y salvaje novia,  también mordía y succionaba  mi boca, con urgencia, de manera, desesperadamente  apasionada.

Mar retorciéndose logro hacerme caer a su lado, se liberó de la ropa. Empezó siendo un juego, pero ahora, ya  era un fuego sin control,  imposible de extinguir hasta que no arrasara con todo. Comenzamos a desnudarnos, la una a la otra de manera frenética, a tirones, lanzando la ropa de cualquier forma,  saltando botones, en una guerra por hacer sentir más, por poseernos completamente, devorándonos los cuerpos, con nuestras bocas, manos, piernas, daba igual,  frotando nuestros cuerpos enteros. Nada nos importaba solo nosotras, Adriana y Mar frente a frente, conectadas en ese momento, haciéndonos el amor, de manera salvaje, dulce, pasional y sobre todo con mucho amor.

Mar succionaba uno de mis pezones, estirando dulcemente de él, dando pequeños toquecitos con su lengua, soplando fuerte sobre, poniéndome al limite, endureciendo y erizando mi pezón, de una manera que sentía una especie de corriente eléctrica punzante, hasta el interior de mi ser, causando pulsiones, rápidas, y desquiciantes en el interior de mi vagina,  haciéndome acercar mis caderas a las de Mar, iniciando un baile con las suyas frotando mi clítoris con el suyo, duros, sensibles al máximo, estando ambas extremadamente húmedas y completamente excitadas. Mar bajó hasta mi sexo, mientras me suplicaba.

--Adriana mi amor,  necesito probarte, quiero sentir tu sabor en mi boca en mis papilas, tu olor uumm…--ya internando su lengua entre mis piernas, separando con ella los pliegues de mis labios mayores,  saboreando mis jugos, jugando con mi clítoris iba a explotar, metió dos dedos dentro de mi, catapultándome directa a un liberador orgasmo. --Mar, te amo, te amo, te amo, no puedoooo…me corro,  Mar me corro…sentí como Mar unía su pelvis a la mía abriendo nuestros labios, frotando su clítoris, que estaba súper duro, con el mio, me apretó de las nalgas, levantando mi culo de la cama,  quedando pegados completamente nuestros cuerpos, arqueo la espalda y con un grito gutural, estallo su propio orgasmo, bañando mi abdomen de sus jugos, los cuales probé con mis propios dedos. Nunca resulta decepcionante.

Nos tuvimos que levantar de la cama, eran más de las tres de la tarde, nos dimos una ducha juntas, sensual pero no demasiado, si no nunca saldríamos… nos vestimos, las dos con pantalón, botas, suéter de cuello alto, Mar un cárdigan  y  yo un chaleco. Mar algo preocupada me pregunto.

--¿Adri, crees que nos habrán oído? Es que, no me pude contener, escapó de mi  y solté semejante grito…joder que vergüenza seguro que escucharon algo.

Solté una carcajada y  cogiendo su carita de pesar, entre mis manos, la bese, y es que mi bonita novia, la súper woman de los negocios, también tenia este punto, de tímida adolescencia, en su carácter sensible y tierno.

--Ayyy,  Mar, que puedo hacer contigo, me importa un pimiento, si  nos escucharon o no, en esta casa todo el mundo sabe lo que hacemos, además, creo que todos lo hacemos.

Adriana tiraba de mi mano escaleras abajo, yo me resistía un poco, notaba subirme un calor…uff.  Una vez en la gran sala, llena de libros, buenos cuadros y maravillosas porcelanas, aunque muy acogedora, nos dirigimos hacia un gran hogar en el fondo del salón con un cálido fuego crepitando en su interior.  Los padres de Adriana, junto a  Meritxell  y Fabricio, nos esperaban sentados tomando  una copa, lo que tiene llegar las ultimas, todos nos miraban. La mama de Adri,  me pregunto, supongo de manera inocente.

--Bueno Mar  ¿Qué tal dormiste,  te has despertado bien,  Adriana te dejo descansar?  Es una cama muy cómoda.

Ahora el calor ese que me subía poco a poco, se había convertido en un tono de escarlata que me enrojeció desde el cuello hasta las orejas, si la señora supiera lo bien que desperté, y lo que me hizo descansar su hija…si, es que yo, no sabia nada, del arte del disimulo. Fabricio y Meri, ya se carcajeaban abiertamente, hasta Fabio se sonreía por lo bajo.

Adriana me dijo, acercándome al sofá.  --Anda Mar, cariño ven siéntate, y ni mires a estos dos, tomamos una copa y después  salimos a dar una vuelta. Rechace la cop, no había comido, además tenia los nervios de punta. Mi bicho se apiado de mí dándome un buen achuchón y un beso muy fuerte en la mejilla.

Por fin nos despedimos de sus padres, que se iban a una cena o no sé qué. Nos pusimos los abrigos  y salimos caminando por la ciudad, que era un verdadero espectáculo, iluminada con un tono amarillento que daba a la piedra, vida propia.

Cruzamos la Piazza  del Duomo,  y seguimos caminando, un buen trecho, hacia un restaurante pequeño, pero muy romántico, llamado Alfredo Sull´Arno,  cerca del puente Vecchio, la verdad un sitio muy curioso ese puente, con sus estrechas y diminutas casas, colgando literalmente del propio puente, había visto casas al lado de un puente, debajo, pero encima, era la primera vez.

En la cena nos pusimos a comentar, nuestro viaje, distintas anécdotas, sobre cosas que pasaron en un mercado de Hong Kong, y que terminaron conmigo vomitando en una papelera, si, vamos, la mar de gracioso.

Meritxell, me dijo que tenía la eco de veinte semanas, al terminar las fiestas, y quería, ya que iba a estar en Madrid, que los  acompañara, a la consulta de Laura, me pareció algo  muy íntimo, pero acepte encantada, ya tenia ganas de volver a ver ese pedacito de vida. ¿Se parecería a mi bicho? Ojala tuviera su color de ojos, tan peculiar no conocía a nadie más que tuviera ese tono dorado, tan cristalino, en fin si eran azules tampoco estarían mal. Terminamos de cenar típica comida italiana, buen vino, y por supuesto autentico tiramisú…uumm estaba de muerte.

Nos fuimos a una disco, la gente en Florencia, se arregla mucho para salir casi parecía una fiesta de fin de año. El tabasco disco bar, estaba a tope, bailamos en las pistas, música disco, electrónica, hasta a el coreano ese de las gafas tan gracioso, que esta por todas partes.

Adri  y yo, habíamos tomado varios gin tonics, algo cargados y no se si,  de dudosa calidad, por que empezábamos a estar algo más que alegres, desmadrando un poco en la pista, Meri y Fabricio tampoco estaban mancos, metiéndose mano sin parar, parece que el embarazo le provocaba mucho apetito…jajaja.

En la disco tanto baile tanto roce, terminamos Adriana y yo poniéndonos más que calientes, ya queríamos salir de allí. Meritxell, toco el brazo de Adriana  y le dijo.

--Adri, nena nosotros nos vamos a casa, estoy cansada, dile a Mar si os venís con nosotros. Adriana  me pregunto, y por supuesto le dije que si, estaba deseando estar pegadita a mi preciosa doctora, toda la noche.

Salimos los cuatro caminando por esas calles de enormes casas palaciegas, que daban la impresión, que en cualquier momento se abrirían sus puertas, y saldrían encorsetadas cortesanas riendo, seguidas de sendos libertinos pellizcando sus traseros, y es que en seiscientos años poco habían cambiado esas calles, que te transportaban a comprender la decadencia de aquella época y sus personajes, de los cuales Dante se mofaba en su comedia, que a través de los años pasaría a ser divina.

Caminábamos por esas calles, cuando Adriana se dio cuenta que había olvidado la bufanda en la disco, decidimos volver nosotras a por ella y que Meritxell y Fabricio se adelantaran, estábamos  a menos de cinco minutos de la disco, luego les alcanzaríamos, cuando por fin volvíamos de recoger al dichosa bufanda, sentí un escalofrió, estaba segura que alguien nos seguía, no quería ser paranoica, pero volviendo mi cabeza de manera imperceptible comprobé que hay estaba, al girar una esquina tire de la mano de Adriana echando  a correr, ella también se dio cuenta, enfilamos corriendo por encima de un puente cruzando el rio, esos tíos corrían detrás de nosotras, estábamos a mitad del puente cuando me di cuenta que habíamos caído en una ratonera, en la otra parte del puente nos cerraban el paso otros tres hombres, en sus miradas se veían claras sus intenciones, además había visto que llevaban cuanto menos navajas. Frenando en seco la carrera y sin pensar demasiado, le dije a Adriana mientras la ayudaba.

--Quítate el abrigo, tira todo, el bolso, la bufanda, todo rápido,  yo hice lo mismo. Adriana vamos a tirarnos al rio. Su cara era de terror, pero era nuestra única opción, por lo menos Meri no venia con nosotras, me alegre de ello si es que en una situación así puedes alegrarte de algo.

Subimos a la balustrada de piedra del puente y a pesar de ser uno de mis miedos más profundo el saltar a unas aguas oscuras, tome  de la mano a mi mujer y saltamos juntas a la profunda oscuridad del rio.

Nota: Bueno chic@s, no se si os habrá gustado, pero es que estoy bajilla de moral, llevo varias semanas,  enfermita y cuando estoy, en este estado me sale la vena gamberra.

Muchisiiiisimas gracias a los que valoráis y sobre todo comentáis  “me encanta”   Ya sabéis podéis preguntar lo que queráis,  hacer criticas, sugerencias, cualquier cosa.  Un Súper Besote con cariño.  Mar