Al entrar en el tunel
Hace tiempo que la empresa para la que trabajo organiza cursos de formación (ellos dicen reciclaje) para los trabajadores. La mayoría de ellos se suelen organizar en Madrid donde acude...
Hace tiempo que la empresa para la que trabajo organiza cursos de formación (ellos dicen reciclaje) para los trabajadores. La mayoría de ellos se suelen organizar en Madrid donde acude el personal de la empresa de diferentes lugares. No me gustan nada dichos cursos, sobre todo por que son de varios días y a mí Madrid me parece una ciudad muy grande donde me pierdo con facilidad. Me había ido librando de los cursos pero llegó un momento en el que fue obligatorio acudir al citado curso.
La empresa se encarga de buscar alojamiento, paga las dietas y el desplazamiento. El caso es que en el mes de junio debía acudir durante cinco días al curso. El horario era de mañana, y las tardes quedaban libres para hacer cada uno lo que quisiera.
Llevaba dos días en la ciudad, había visitado algún museo y también había a algún conocido, pero prefería pasarlo solo. Hacía calor y una tarde decidí acudir a un cine donde se proyectaban películas porno. Había leído algo sobre ello pero prefería vivir la experiencia. Me puse una camiseta y unos pantalones chinos y fue al cine. Al entrar, la escena no podía ser más explicita: una rubia de tetas descomunales mamaba una polla enorme, negra con unos huevos inmensos. Aquella escena comenzó a ponerme caliente. Busque asiento, inclinándome por las butacas del centro de la sala. La sala no estaba llena pero el movimiento de gente era patente. Se cambiaba de butaca con facilidad, había gemidos que llegaban a mis oídos, hombres que se desplazaban buscando carne fresca, pajas a doquier, solas o con compañía, etc, incluso en alguna ocasión me sentía acosado, pero decliné la oferta.
Yo seguía a lo mío, miraba la pantalla y de vez en cuando mis manos buscaban mi entrepierna, que poco a poco iba aumentado su tamaño. Estaba tan caliente que decidí ir a los aseos, pero una vez allí no me gustó lo que había. Estaba repleto de hombres ansiosos de encontrar una polla para saciar sus deseos más primitivos. Incluso entrar en un baño fue complicado. Sentía como en el baño de al lado, dos hombres practicaban sexo, sus gemidos eran evidentes. Decidí dejar los aseos y volver a la sala de butacas. Cuando pedí permiso para poder entrar en una fila, una mano rozó a propósito mi paquete, aunque opté por no darlo importancia. La película seguía su ritmo, pollas enormes, chorros increíbles de leche que resbalaban por la cara de las protagonistas, etc.
El calentón era evidente, y no creo que hubiese tardado mucho en correrme, pero decidí abandonar la sala y marchar a mi hotel, donde podría pajearme tranquilamente y sin miedo a manchar mis pantalones.
Salí y prácticamente estaba anocheciendo. El hotel estaba retirado del cine y por ello fue directo a la estación de metro. Cuando llegué al anden había multitud de personas esperando al tren, entonces descubrí lo que era la hora punta. Entré en uno de los vagones que venía también repletos y conseguí colocarme al final de mismo, donde la mayoría de personas viajan de pie. Cuando el tren se puso en marcha, el vaivén era palpable, y en varias ocasiones chocaba con los viajeros que iban a mi lado. El olor a sudor inundaba el vagón. Dentro del túnel sentí como un hombre se situaba tras de mí, y apretaba su pantalón contra el mío. Aquello me pilló de sorpresa y por ello intenté evitarle, consiguiendo con un movimiento separarme del mismo. Sin embargo al poco tiempo noté de nuevo como era embestido y ahora las posibilidades de escabullirme eran menores.
No se que me pasó por la cabeza, o si el calentón del cine aún no había pasado, el caso es que no hice ningún esfuerzo para separar mi cuerpo del de mi vecino. Poco a poco notaba como su polla iba creciendo y se restregaba contra mi culo, al mismo tiempo notaba como mi entrepierna comenzaba a crecer. El hecho es que me estaba gustando, y notaba su aliento en mi nuca. Estaba completamente berraco, y noté como una mano entraba en el bolsillo de mi pantalón y comenzaba a buscar mi pirula. Aquello estaba volviéndome loco, y mis esfuerzos por imaginar mi vecino anónimo, eran interrumpidos por el placer que sentía. No sabía como iba a finalizar aquello pero notaba como una enorme polla se frotaba contra mi cuerpo. No quería interrumpir el sobeteo al que estaba siendo sometido, pero descubrí que la estación en la que debía bajarme estaba cercana. Quería seguir hasta el final pero conseguí zafarme y darme la vuelta, pidiendo educadamente paso para poder bajarme. Al dar la vuelta toque queriendo con mi mano su enorme paquete, demostrando que yo también estaba muy caliente.
Bajé del convoy y comencé a subir las escaleras. El calentón era de aupa, y notaba mi polla completamente empalmada. Al darme la vuelta en el vagón había descuberto que mi "amante anónimo" era una persona de unos cuarenta años, poco pelo en la cabeza, algo gordito y que vestía muy de sport.
Nunca creí que volvería a verle, pero al subir las escaleras que daban acceso a la calle, observé como al compás mío, iba el. No hizo nada por disimular y me siguió de cerca haciendo los mismos desplazamientos que yo. Notaba que yo cada vez estaba mas caliente, y lo único que deseaba era un poco de sexo. Al ver mi hotel llegué incluso a pensar en invitarle a entrar, puesto que aún me seguía. Cambié de opinión y entré en una cafetería. Me acerque a la barra y pedí un café. Al verle entrar decidí ir a los baños. Deseaba que él me siguiese, estaba seguro de que me habría dejado follar allí mismo.
Aunque esperé, no entró. Al salir del baño pensaba que se había marchado. La sorpresa fue que estaba tomando una caña justo al lado del lugar donde estaba mi café. Me acerque y educadamente le saludé. Pude contemplarle más detenidamente y observé como tenía unos brazos peludos, por el cuello de su camiseta rebosaba gran cantidad de vello. Eso me excitaba aún más puesto que me encantan los hombres con mucho pelo. Intentaba imaginármelo desnudo y de nuevo comencé a tener una erección. De pronto me invitó a sentarme en una mesa, añadiendo que había pagado mi consumición. Acepté de buena gana, lo único que quería era ser follado.
Tras una breve charla, en la que me dijo que su nombre era Carlos, me dijo que si nos marchábamos. Le seguí y al salir a la calle me invitó a ir a su apartamento. Tenía el hotel enfrente, pero decidí acompañarle. No estaba muy lejos su domicilio, y llegamos sin demasiada demora.
Nada más invitarme a entrar me rodeó por la espalda y acercó su cuerpo al mío.
- Te gustaba esto mucho cuando íbamos en el tren- me decía mientras apretaba su cuerpo al mío.
Sus manos acariciaban mi cuerpo y comenzó a quitarme la camiseta. Su lengua poco a poco se desplazaba por mi cuello, las orejas, bajaba hacia mis hombros, y comenzó a lamerme las axilas. No podía reprimir mi erección, y conseguí acercar una de sus manos hacia mi pantalón. Hábilmente me desabrochó el cinturón, bajó la cremallera y desplazó el pantalón hacia el suelo quedando únicamente con mis calzoncillos puestos. Su mano comenzó a introducirse en los mismos y tocarme la polla, que en aquellos momentos estaba completamente dura.
- Vaya con lo que tenemos aquí decía,- no dejando de acariciarla, y sobarla.
Notaba como mi polla se humedecía, mientras mi culo apretaba contra su entrepierna. Decidí dar la vuelta y comenzar a desnudarle. Al quitarle la camiseta apareció un pecho velludo, con unos pezones duros, que no dudé en lamerlos con mi lengua, intentando así mismo morderles. Mi lengua se desplazaba por su cuerpo llenando de saliva su pelo. El olor a sudor y a macho me excitaba aún más por lo que me dirigí hacia sus axilas, impregnándome de su olor. Mi lengua se desplazaba y se dirigió hacia la mata de pelo que penetraba en su pantalón.
Estaba yo tan excitado que no conseguía desabrocharle su cinturón, por lo que Carlos tuvo que ayudarme. Cuando conseguí bajarle el pantalón apareció ante mis ojos, una enorme polla que luchaba por liberarse de la goma de sus slip. En aquel momento mi boca se dirigió hacia allí y comenzó a chuparle su paquete, sin importarme la tela que le envolvía. De vez en cuanto buscaba sus huevos, que notaba como estaban de duros. Entonces metí mis manos en su calzoncillo y lo baje hasta las rodillas, su polla salio disparada hacia mi cara. Era enorme, gorda, larga, y con las venas remarcadas sobre su piel. Comencé chuparla despacio, para acabar metiéndola toda en mi boca. Con la lengua buscaba su enorme glande, mientras Carlos gemía de placer.
Chupaba y chupaba con voracidad, queriendo disfrutar de cada centímetro de polla. Notaba como se humedecía y quería vaciarla por completo. Mis manos no dudaban en juguetear con sus huevos, que cada vez estaban mas duros. Carlos estaba complemente excitado, y yo quería disfrutar de aquel pedazo de carne que estaba frente a mi cara. Entonces él se echó sobre el suelo y dijo que me situase de rodillas sobre su cara. Me quité mis calzoncillos que aún estaban ocultado mi miembro, aunque bastante mojados del líquido seminal que salía de mi miembro.
Comenzó a chuparme mi polla que también estaba dura, haciendo yo lo mismo sobre la suya. Mis dedos intentaban buscar su culito peludo, pero lo que notaba era como su lengua se desplazaba por mis huevos e iba subiendo hacia el ano. Su lengua llegó a mi agujero y lamía sin cesar. Entonces mojó sus dedos con su saliva, comenzando a buscar mi ano. Sentía placer y sentía su dedo justo en la entrada de mi ano. Con mucha habilidad presionaba hasta que mi culito cedió. Introdujo todo el dedo yo sentía una extraña sensación de placer.. Su dedo penetraba mi ano, una y otra vez, muy adentro, y lo movía en todas direcciones. Así paso un buen rato moviendo su dedo con mucha destreza. Era evidente que era un experto, y me estaba excitando de manera bestial. Mientras su polla era introducida por mía hasta dentro de mi boca llegando casi a la garganta.
Decidió entonces que había llegado la hora de poseerme. Me dijo que me pusiese a cuatro patas, y su dedito de nuevo humedecido comenzó a introducirse en mi agujero. Cuando estaba lo suficientemente abierto, arrimo su enorme polla y poco a poco fue empujando hasta que la sentí dentro casi entera. Me estaba haciendo disfrutar, rompiéndome el culo, mientras con su mano me pajeaba,. Fue acelerando el ritmo de la penetración, y de la paja a la vez, tenia ya el culo totalmente abierto y disfrutaba sin dolor del sexo anal. Comenzó a moverse con mas fuerza, y de pronto comenzó a gemir con violencia, mientras chorros de su leche llenaron lo mas profundo del ano, que tanto había hecho gozar. Al sacar su polla, notaba que me salía su semen del culito, y se deslizaba por mis piernas.
Carlos me levantó hacia él y comenzó a chuparme mi polla que aún no había estallado. Lamió y lamió con fuerza, chupaba mi pirula de forma frenética, y jugaba con mis huevos. No aguantaba mucho más y de pronto grité que me corría. Chorros inmensos de leche cayeron sobre su cara, lamiéndolo con su lengua e introduciéndolo en su boca. Había tenido una corrida espectacular.
Quedamos los dos sobre al alfombra, sin decir nada y totalmente extasiados. Cuando consideré que estaba lo suficientemente descansado, me vestí y decidí marcharme. Había disfrutado de lo lindo, y ahora no me importa volver a reciclarme.