Al día siguiente en nuestra casita

Nuestras actividades ya solo se orientaban a la partida de mi amiga, no se podía olvidar a nuestros cachorros que se iban a quedar sin pareja, ni con quién probar.

AL DÍA SIGUIENTE EN NUESTRA CASITA.

Anoche quedamos las dos agotadas, quedamos dormidas muy temprano. Como que Gloria tiene más energías que yo. Por la mañana de ayer, el Kaiser hizo que se agotara. Además presenció que yo me acostara con el Dino, y participó activamente. En la tarde fuimos al centro y caminamos mucho buscándole la ropa que quería, fuimos al bar y nos divertimos, y así hoy despertó temprano, sacó a Dino, se enfrió, así que se metió en la cama de nuevo, pero no a dormir más, provocó al Dino y, dice ella, que él se animó.

Su versión y que yo, entre sueños, presencié sin decirle, fue que al regresar ella se metió a la cama y que el Dino se le metió debajo de las cobijas, como acostumbra. Le estuvo lamiendo su cosita, por mucho rato y que por eso ella se calentó tanto que lo tuvo que dejar que continuara.

Se puso boca arriba, en posición misionero y que el Dino solito se le echó encima.

En ése momento los descubrí, yo creo que apenas empezaban. Ella le tenía sus piernas cruzadas, sobre su espalda, jalándose para lograr se le metiera más, lo forzaba y aquella gozaba, bombeaba, pero menos de lo que acostumbra, ha de haber sentido más sabroso dejarla metida y que ella se lo sacara y metiera.

“¡QUE GOLOZA! No lo dejaba que se le saliera.” El Dino, perezosamente bombeaba un poco y dejaba que ella siguiera haciendo el trabajo.

Les llegó el momento de meterle la bola a su pareja, en la posición que estaba él no podía ni moverse, ya se le veía entre su pene y la conchita de Gloria, rojita, con algunas venas, blandita y muy brillante, bien lubricada, con necesidad de acurrucarse dentro de alguna vagina bonita, sin importar el género.

El Dino forcejeo, se trataba de voltear, Gloria tuvo que liberarlo, al voltearse el Dino para ponerse en cuatro patas se le soltó el pene, Gloria inmediatamente se puso como perrita, con la esperanza de que el Dino se la volviera a insertar, pero éste quedó unos minutos sin moverse, le vio las nalgas a Gloria. Probablemente le gustaron y trataba de meter su pene, alargado y pesado, se le colgaba y no conseguía ponerlo en posición para que se lo volviera a meter.

Me di cuenta y no me quedó otra más que tomarle el pene y guiárselo directo a la vaginita de Gloria. Al principio no lograba metérsela, luchaba, se le colgaba o se le doblaba, pero esa condenada apretada, no le ayudaba aflojándose para que se lo pudiera meter. Humildemente el Dino tuvo paciencia, y ya alineado su pene para solo darle un empujoncito y se resbalara hasta adentro, como al final lo logro meter, unos bombacitos más y ¡Hasta el fondo! Pasó un rato más, el Dino se decidió, pujó y después de unos tres empujones, su bola quedo albergada dentro de Gloria, que chilló como siempre, pero ésta vez, según me dijo después fue porque le dolió bastante la entrada.

Se quedaron anudados por bastante tiempo, al Dino no se le hacía tarde y Gloria  la mayoría del tiempo estuvo callada, como meditando, después hizo recuento de lo que había hecho en nuestra compañía, me lo contó.

Desprenderse una del otro estuvo llena de complicaciones, no se podían desprender, el Dino jalaba con todas las fuerzas que podía, pero estaba atorada.

“¡Calmémonos un rato y saldrá, ya verán!” y hubo que calmar al Dino, lo abracé frente a su cabeza y dejó de tironear, al rato, sin mucho jalonear, POP y salió, dejó a Gloria chorreando bastante cantidad del semen, la limpié con la toalla que había previsto. El Dino, como siempre lo hacen, se limpió su pene lamiéndolo.

“¡Espera, yo te lo limpio!” le dijo Gloria y se metió entre sus patas y le comenzó a lamer el pene, su bola y hasta sus testículos. Ya satisfecha, y después de darle una última succionada a la punta de su pene, lo dejó retirarse.

“¡Ahora sí tengo que asearme muy bien, quitarme el olor y ver que lo que tengo dentro me lo pueda sacar!” Dijo Gloria ya en camino al baño.

“Cielito ¿cómo le haces para que se te salga todo lo que te queda adentro? No quiero pasar lo de ayer, que anduve chorreando por todas partes.” Me dijo.

“¡Báñate y se te saldrá la mayor parte, el resto te sientas y lo arrojas! De todas maneras, por precaución te pones una toallita, y listo, ningún resto que te pueda delatar.” Fue mi respuesta

Me metí con ella en la regadera, le abría con dos dedos su vagina y soltaba restos de los espermas que deberían salir. “Lo mismo tienes que hacer sentada y listo, ya ni te debes preocupar.” Le dije

Después de bañarnos, desayunamos y pasamos por Emi, habíamos quedado que íbamos a pasear juntas, viendo tiendas.

Íbamos muy calladas, Gloria me decía que lástima que todo había pasado tan rápido. Que se le habían cumplido sus deseos, pero el tiempo muy corto.

“Tenemos que regresar a nuestras labores y no sé cuándo podremos volvernos a ver. Horacio tendría que invitar a algún otro colega, de los de confianza. O que ustedes vengas a mi casa. Viene el puente de varios días, en Estados Unidos trabajan, ¿por qué no le inventas a Horacio que vaya a visitar sus oficinas de la frontera. Vienen para acá, se quedan unos días, él va con su avioncito a las otras oficinas fronterizas y tú te quedas con nosotros, a su regreso que te recoja y de aquí salen.” Propuso

“¡Muy buena idea! Yo me quedo contigo, a ver si logro que me queme un poquito para quedar del color que tú tienes, aunque sean pocos días. Se lo propondré a Horacio.”

“A lo mejor no es buena idea, pero lo importante es que nos veamos. Esos días son los de mayor actividad con los clientes. Yo tendré que atender a los que pagan por hora  de tenis. A los empleados mi papá les da 10 días de vacaciones, todos los piden esos días porque regresan a sus casas.” Planeaba Gloria los días buenos.

“¿Qué tan ocupada estarás? Yo me podría quedar asoleándome un poquito, otro poquito en la piscina, mientras tú estás ocupada. Horacio, que es al que también te gustaría ver, irá a sus asuntos. Yo te esperaría.”

“¡Que linda eres! Si vienen a lo mejor consigo a alguno de los clientes que me ayude, pero en esas fechas es muy difícil. Pero no hay otros puentes cerca.”

“¡Yo quiero estar contigo! y tú, además de quererme ver a mí, quieres a Horacio, lo podríamos tener el sábado y el domingo ya regresamos. ¿Aunque fuera ese poquito con Horacio ¿te gustaría?”

“¡No sabes cómo lo necesito!  Sé que comprendes, pero, aunque sean unas cuantas horas.” Me dijo.

“Se quedan en la casa, mi papá se alegrará de tener amistades de visita, ya le he platicado montones de ustedes. De la casa Horacio puede ir a sus negocios y regresar, hasta podrían quedarse un día más. El día, o los días que te quedes sin Horacio los podríamos utilizar visitando algo de alrededor, o irnos en las noches de shopping al otro lado ¡A lo mejor, como te quedarías sola en la casa de mi papá yo terminaría llamándote MAMITA!” y estallamos en risa. Su padre vive solo.

“Qué bonito siento que yo haya participado en tu intimidad. He leído todos tus relatos, pero como que no los creía, pensaba que cómo era posible haber vivido todo lo que cuentas y yo nunca me he topado con algo de zoofilia y ya, tú eres una experta que hasta te consultan los de la veterinaria.”

¿Dime, de quién fue la idea de que yo viniera y, además, de que me trajeran al de Aruba?”

“De los dos, queríamos verte y cuando estuvimos con el Dino saliste a relucir y nos preguntamos ¿Por qué no se lo escribes a Gloria? ¿Crees que ella aceptaría esto?”

Pasé por Emi, fuimos al centro comercial, compramos algunas prendas íntimas de mujer, lencería y Emi propuso irnos a tomar un trago para seguir platicando.

Fuimos a nuestro barcito, como si no hubiera otros, pero ahí nos sentimos en intimidad y el cantinero siempre tiene cosas lujuriosas que decirnos. Hoy no fue la excepción y Gloria le ganó:

“Aquí están tres de sus clientes, las lesbianas.”

“¡No, como van a ser las lesbianas si están tan bonitas! ¿Tienen a sus machos dándole duro? ¿verdad?”

“¡Sí y nosotras también buscamos ingreso! ¿No nos puede dar algún puesto, aunque sea de ficheras, o de animadoras para emborrachar a clientes?”

“¿Son bi’s?” nos preguntó la mesera, que ha de haber sido su esposa, aunque se veía muy joven. Ya una noche que fuimos en la madrugada, nos atendió antes.

“¡No, somos tri’s!” le dijo Emi.

“No conocía esa asignación.” Dijo, rendida. Pero creo que como íbamos las tres, a eso  consideró que se refería lo de tri’s y ya no insistió más.

“¿Lo de siempre?” preguntó el cantinero, desviando la conversación, y ya le dijimos que sí.

“¿Por qué le dijiste tri’s? y cuando venimos con los señores, entonces ¿somos más?” le pregunté.

“Sabes lo que es bi’s, ¿No?, a mí me gustan ustedes y también Leo, y a ustedes les gustan sus hombres y entre nosotras nos amamos, y ¿cómo le llamarían si además nos gustan los perros?” y soltamos la carcajada.

Pasamos un rato muy agradable, hablábamos de que Gloria y Yak se irían después del fin de semana. Kaiser se iba a perder a la otra esposa de Horacio, a la morenita, con la que comete adulterio.

Emi tenía que regresar a casa, la dejamos y nosotras también, habíamos comprado comida para solo calentarla.

“¡Chicas, Nos vemos el sábado sin falta!” nos dijo Emi y se despidió de nosotras.