Al despertar
Diosa y siervo por la mañana.
...y después de hacerle el amor toda la noche, me despierto horas antes que Usted, para, en silencio, arreglarme y vestirme, limpiar y ordenar la casa y prepararle su desayuno.
Así, cuando Usted amanece, puedo servírselo con toda la dulzura que el abrir de sus grandes y profundos ojos merecen.
Abrir las cortinas para que entre la luz del sol e ilumine su rostro y su cuerpo, imagen que es mi mayor recompensa, y retirarme levemente para, sin molestarle, esperar alguna indicación suya, por si faltara algo o por si deseara algo que no le hubiera traído.
Una vez que me hiciera el gesto de que todo está a su gusto, correría al baño para prepararle la estancia. Temperatura perfecta, música de fondo indicada, velas con aroma escogido, suaves y espesas toallas mullidas, sales preferidas...
Luego volver rápido a los pies de su cama para atenderle por si deseara algo más o para esperar un gesto suyo y retirar las bandejas.
Acompañarle al baño y asistirle en lo que desee. Sentir un escalofrío al ver su perfecto y deseado cuerpo, siempre como si fuera la primera vez. Ruborizarme al cruzar mi mirada con la suya, cuando sus grandes ojos obligan, sin decirlo, a los míos a agacharse y clavarse en sus pies. Temblar de nervios y placer cuando, al ayudarle y servirle, nuestros cuerpos se rozan. Sentir un leve agobio en el pecho, mezcla del calor de la estancia, el deseo al ver un cuerpo perfecto, (desde los pies que quiero besar al pelo cuyo aroma me hace estremecer) y la fuerza natural que emana la Diosa a la que por suerte sirvo.
Y permanecer a su lado para servirle en lo que se le antoje, como cuando se despierta traviesa y usa el baño como espacio para que explote toda su sensualidad, y yo, dando gracias al cielo, me dejo el alma en intentar que Usted disfrute y sea feliz, y Usted se ríe de mi torpeza a la hora de intentarlo, y me corrige, y me enseña cómo hacerle disfrutar... y al terminar, cuando me ve sudando y empapado por el agua de la bañera, me dice divertida que menuda facha, que si creo que esa es la pinta que tiene que tener quien le sirva, y yo, que conozco el juego, me desnudo y agacho la mirada, sintiéndome expuesto y avergonzado, y Usted me sonríe y me enseña su mano, y yo me arrodillo y se la tomo y la beso con toda la pasión y agradecimiento del mundo.
Luego, tras una seña de que ya es suficiente, y de vez en cuando alguna caricia en mi mejilla, me indica que le prepare esta o aquella ropa para ponerse hoy, mientras Usted se relaja en la bañera, con los ojos levemente entornados, escuchando a Handel de fondo... y yo corro a su vestidor y saco las prendas elegidas. Y lo hago con parsimonia y devoción, dándole tiempo a que Usted descanse, y luego vuelvo a su lado y, desnudo, me quedo callado, sin molestarle.
Y cuando Usted decide, se levanta de la bañera y yo me pongo en tensión ante lo que la suerte permite ver a mis ojos, y le ayudo a salir y le envuelvo en una de las grandes toallas blancas que tanto le gustan, y me arrodillo para ponerle las zapatillas, y mi cuerpo se estremece de nuevo y llega mi momento preferido, cuando le ayudo con sus cremas y sus perfumes, y mi excitación es evidente, pero Usted nunca lo menciona, lo que me produce un agradecimiento eterno. Y luego le acompaño al vestidor y le ayudo con sus ropas. Y me estremezco y tiemble y me ahogo, y Usted sonríe. Y le veo la mujer más atractiva del mundo. Y Usted lo sabe.
Y cuando ha acabado, me dice que se va, y a qué hora volverá y qué quiere para comer... y luego, con una sonrisa, hace un gesto con su dedo, y señalando su habitación y su baño, me dice que arregle todo este desastre... y que por favor, me ponga algo encima.
Yo sonrío y me ruborizo. Le acompaño hasta la puerta y reprimo el deseo de tirarme a sus pies, pues Usted generalmente se va con prisa.
Y luego corro a su dormitorio a recogerlo todo y a limpiar el baño y a hacerle la comida y a.... y me siento feliz porque estoy sirviendo a mi Diosa.... y por que Usted sabe que, ciertamente es mi Diosa, la Diosa de mi mundo, de mi pequeño mundo en el que Usted representa la sensualidad y la perfección. Devoción y servicio.
Gracias por existir.