Al Caribe por trabajo (13)

Cristina, una bella auditora, viaja al caribe por trabajo, pero, ¿solo trabajara? Capitulo 13: Viaje en tren Dia 3

Capitulo 13: Viaje en tren Dia 3

Quedamos todos reventados y caímos en un profundo sueño desnudos como estábamos. Nos despertó la revisora a la mañana siguiente para avisar a los chavales que habían llegado a su destino, los cuales salieron por patas sin despedirse siquiera, quedando yo allí desnuda ante la revisora como el día anterior.

  • Vístete guarra que vienen nuevos ocupantes. No pierdes oportunidad zorra – y diciendo esto tras mirarme con cara de asco desapareció del vagón.

No le dije nada porque en parte tenia razón, pero me sentí algo humillada de que cualquiera pudiera faltarme al respeto, pero es que no era normal la vida que llevaba. Recogí mi ropa que estaba esparcida por todo el vagón, y antes de que llegara nadie me cole rápidamente en el aseo, porque escuchaba subir gente y seguro que se sentaban en mi vagón. Lo que no pude encontrar fue mi ropa interior, que fijo que los chavales se la habían llevado de recuerdo, maldita la gracia. Ahora debía echar el resto del viaje sin nada mas que la chaqueta y mi minifalda.

Deje correr el agua en la pila y me enjabone todo el cuerpo lo mejor que pude, intentando retirar de mis muslos los restos de las corridas de la juerga de la noche anterior, cosa que a duras penas conseguí. Volví a maquillarme y a peinarme, y me coloque la chaqueta y la minifalda blanca. Me mire al espejo y estaba radiante. Mas de la mitad de mis pechos quedaban a la vista al no tener sujeción alguna que los controlara, a duras penas manteniendo guardados mis pezones, y mis muslos se veían jugosos por lo corto de la minifalda, ayudados también por la raja posterior de la misma.

Al mas mínimo movimiento iba a ser todo un espectáculo mi presencia. Esperaba encontrarme poca gente al salir, y preferentemente mujeres que aunque me pusieran por guarras me sentiría mas relajada. Escuchaba bastante ruido afuera por lo que no sabia que me iba a encontrar.

Nada mas abrir la puerta del aseo y hacer acto de aparición en el vagón, del bullicio generalizado se paso al mas completo silencio, y note como todos los ojos de los ocupantes del mismo se dirigían hacia el lugar donde me encontraba.

Habría como quince hombres morenos vestidos con unas indumentarias rarisimas, que se habían quedado todos con la boca abierta ante el espectáculo de ver salir del aseo a un mujerón como yo, y vestida con tan poca ropa. A pesar que trataba de ser discreta al ir hacia mi sitio, la conjunción de los zapatos de tacón alto con la escasez de ropa hacia que cada paso que daba se convirtiera en una lujuriosa demostración de sexualidad, que lógicamente no pasaba desapercibidos para ellos.

Me coloque con el máximo cuidado, y cruce las piernas lo mas rápido posible, pero vi como uno de los hombres que estaban enfrente mio señalaba hacia mi entrepierna y hacia un comentario hacia el resto en un idioma que no entendí, los cuales hicieron una exclamación de sorpresa. Supuse que había visto que no llevaba ropa interior, pero tampoco podía estar seguro de ello.

No me quitaban ojo, por lo que no podía relajarme de ninguna manera. Pasaron varias horas y me mantuve en esa postura, no fui ni a orinar. Me limite a jugar a varios juegos que tenia instalados en mi móvil para hacer pasar las horas, pero me sentía muy incomoda, ya que ademas ellos hablaban en un dialecto que no entendía, por lo que no me podía comunicar con ellos tampoco. Cuando llegó la revisora me levante a hablar con ella, volviendo el mismo hombre a señalarme la entrepierna y hacer un nuevo comentario.

  • Señorita puedo pedirle un favor – le pregunte
  • Si puedo concedérselo no lo dude, adelante – contesto
  • Estoy bastante incomoda con estos señores aquí en el vagón, porque no entiendo lo que dicen y no me quitan ojo – iba diciéndolo
  • Normal vestida de guarra – dijo por lo vagini pero decidí obviar el comentario para no empeorar las cosas
  • Y si fuera posible mudarme de vagón – y me corto
  • Imposible, esta gente son pertenecientes a una raza autóctona de esta isla que mantiene sus costumbres como en tiempos pasados, y que tiene su propio dialecto – me empezó a explicar – Yo precisamente puedo comunicarme con ellos porque lo conozco. Si quiere intercedo por usted ante ellos para que la dejen tranquila, pero no se puede cambiar de vagón
  • Si es la única solución, hágalo por favor – le dije

La revisora empezó a hablar con el que parecía el mayor de todos los presentes, que se sonreía con lo que escuchaba y lo veía asentir a la vez. Iba hablando en voz alta con el resto de los hombres en el dialecto, que a cada comentario parecían ponerse mas nerviosos. Tras cinco minutos vi como la revisora se retiraba, y le hable antes de que se fuera, para ver al acuerdo que había llegado

  • Señorita no se vaya sin explicarme que ocurre – le rogué
  • Pues muy sencillo, les he dicho lo guarra que es, que queda a la vista por como va vestida, a lo que el ha añadido que saben que no lleva ropa interior. Es que es una golfa de cuidado...
  • Oiga... – intente cortarle pero prosiguió hablando
  • Bien, yendo al grano, le he contado que lleva dos días follándose a todo hombre que pisa el vagón, y que seguro que esta deseando que el y sus súbditos se la follen también. Por cierto, el habla español perfectamente, el resto no.
  • Hija de puta... – intente atraparla pero salio rápidamente del vagón antes de que me pudiera mover para abofetearla. Todos los negros se estaban levantando de sus asientos, siendo todos enormes en todos los sentidos
  • Por cierto, me ha dicho el jefe que a guarras como tu solo se las follan por el culo. Le he dicho que no creo que tengas problemas después de lo del bate jajaja – y diciendo esto, tal y como volvió salio nuevamente del vagón, cerrándolo por fuera dejándonos allí hasta la mañana siguiente.

Veía como los negros se quitaban sus ropajes extraños, quedando todos desnudos ante mi presencia. Eran todos musculosos, como si fueran al gimnasio, pero el musculo que mas destacaba era el que les colgaba entre las piernas. Vaya cachos de rabo que se gastaban todos estos indígenas. Poco a poco se acercaban a mi e iban arrinconandome en el vagón.

  • Por favor dejadme. No puedo mas – rogaba mientras estaba ya con la espalda pegada a la pared sin poder retroceder mas
  • Te aconsejo que colabores, y después de lo que me ha contado mi sobrina no creo que te cueste demasiado – me indico el jefe que se había levantado y aparecido en primera fila, y que también estaba bien dotado como el resto
  • Por favor – me arrodille a sus pies rogando
  • No vas a conseguir darnos pena. Te vamos a follar de todas maneras. Llevamos mas de 2 meses de viaje sin ver a nuestras mujeres y ya no podemos aguantar mas – me dijo – Vamos, levántate y desnúdate

Otra noche de fiesta a la vista. Y la cabrona de la revisora, que al final resultaba que era familia del jefe, había dicho que solo follaban por el culo, pero con esas pollas no iba a poder soportarlo. Pero no tenia elección, y ante esa tesitura siempre he pensado que es mejor al menos no recibir los golpes por intentar evitar lo inevitable.

Me levante y me quite la ropa, tras lo cual hubo un alboroto generalizado. El jefe se adelanto al resto, y rudamente me agarro por los pechos, incluso haciéndome algo de daño. Vi como su polla estaba reluciente, como si se hubiera echado una crema. Me fije y no solo era la suya, todas brillaban.

Me cogió por las nalgas y me levanto hasta la altura de sus caderas, y me dijo que me sujetara con mis manos en su cuello. Coloco mi espalda contra la pared, y su polla a la entrada de mi ano. La conjunción de la gravedad al dejar caer mi cuerpo sobre mi polla junto con la lubricacion de la misma hizo que lentamente se deslizara por mi esfinter hasta que llego a su tope.

  • Uuuuuufffffffffff – dije. Vaya polla se había comido mi culo de primeras
  • Relájate y disfruta – me dijo el jefe al oído en perfecto español

Me recosté contra su pecho y me deje hacer. Me subía y bajaba por su nabo agarrándome con sus poderosas manos por mis nalgas. Iba cambiando de velocidad, pues era un hombre muy fuerte, porque apenas notaba que se cansaba de mantener mi peso en el aire. A su lado era un peso pluma, pero al estar encima en movimiento debía ser molesto, pero o no lo era o no lo hacia parecer.

Me tuvo un buen rato sin parar, y era la primera vez que me follaban el culo en esa posición y me gustaba. La ayuda de la gravedad hacia que la penetración fuera aun mas profunda que en otras posiciones, lo que me excitaba.

Note como otros brazos me agarraban, y note como la polla del jefe salia de mi culo, pero solo estuvo libre unos segundos, ya que mis manos fueron colocadas en otro cuello, y otra polla de un tamaño similar, o sea muy gorda y larga también, se internaba en mi agujero posterior, y aumentaba de nuevo el ritmo de la follada.

Yo me recostaba en el pecho del negro de turno que me barrenaba el culo en esa posición. No se cuantos pasaron, supongo que todos los presentes, algunos se corrieron y otros no, yo incluso me corrí un par de veces. Se presentaba una noche bastante larga y agitada.

Cuando se cansaron de follarme en esa posición me pusieron en cuatro en el suelo, con la cabeza apoyada en el mismo, y el culo en pompa, y fueron taladrandomelo sin compasión durante varias horas. Aquí si que paso todo el mundo, y supongo que alguno repitió, y muchos de ellos me bañaron el culo de semen, que recorría mis muslos y piernas y tenían un buen charco a mis pies.

Para finalizar me colocaron en la posición del bate de béisbol, tumbada en el asiento con mis pies detrás de la cabeza aguantados por mis manos, y me penetraron sin miramientos una y otra mi pobre anito, que quedaba totalmente expuesto para sus pollas en esa postura. La novedad fue que en vez de correrse dentro de mi culo, decidieron que me alimentara y se descargaron en mi boca, semen que trague intentando no desperdiciar una gota, ademas que era uno de mis sabores preferidos en ese momento de la vida.

Exhaustos casi amaneciendo quedamos profundamente dormidos hasta que nos despertó la revisora. Me dolía el culo exageradamente, por lo que me volví a untar la crema que me habían regalado los surfistas para tratar de mitigarlo algo. Podía meter dos dedos dentro de mi culo sin necesidad de hacer presión. Estos putos negros se habían pasado, pensaba en ese momento, pero la verdad es que no sabia las veces que me había corrido.

Nos vestimos y salimos al anden, donde me zarandearon y me mantearon en señal de agradecimiento por la noche pasada

  • Veo que tienes a los negritos contentos Cristina jajaja. Y encima sales del tren sin bragas, vaya vaya – escuche a mis espaldas en mitad del manteo

Mire hacia allí y vi a Kevin con una sonrisa en la cara que no me daba buena espina. Pase bastante vergüenza el tiempo que pase siendo manteada, ya que no se cansaban de hacerlos mis amigos de la tribu. Como es lógico mi minifalda acabo casi enrollada a la altura de la cintura, al igual que mis pechos se salieron de la chaqueta, dejando mis encantos a la vista de quien estuviera mirando, que gracias a la providencia eran pocos mas que el propio Kevin, el hijo del jefe del complejo, lo que me basto para ruborizarme sin embargo.

Continuara...


Gracias por anticipado por su lectura. Espero recibir sus comentarios sobre este relato, tanto aquí como si lo prefieren a mi email.