Aitor
¿Qué sucede cuando te quedas atascado en medio de la sierra de Navacerrada?
## Hola a todas y todos, primeramente gracias por leer mi relato, espero que os guste. Me gustaria animaros a publicar vuestra opinión sobre la escritura y la historia, así sabre en que puntos tengo que mejor y trabajar más para que algún día de mi persona pueda salir algo decente como escritor, así que teneis la caja de comentarios y en mi perfil mi nombre de usuario de Telegram. A todos aquellos que leyerón Pichita les pido disculpas, tuve problemas y al final me vi obligado a borrar el relato y comenzar con esta nueva historieta. Gracias por vuestro tiempo y un abrazo enorme ##
Capítulo 1
La fotografía habías sido mi pasión desde pequeño, recuero la primera vez que tuve una cámara entre mis manos, fue con el abuelo. Aquella tarde pasamos un buen rato en el Retiro fotografiando toda clase de arboles, flores y algún que otro insecto. Hay una fotografía muy especial que siempre llevo en mi cartera, es la de mi abuelo con una mariposa en la mano, la hice yo, nunca olvidare su cara y su sonrisa. Uno de los más preciados regalos que herede de él fue mi cámara Leica monocromática, así que cuando termine mi curso de fotografía gracias a una amiga decidí participar en una exposición en su galería, el tema “La ciudad abandonada: recuerdos y memorias de un pasado oscuro”. Nada más leer el título ya sabia lo que iba a fotografiar, El Hospital Psiquiátrico Abandonado, era arriesgado e iba a ir de noche yo solo. La verdad nunca pensé que mi vida cambiaría tanto.
El alarma de mi iPhone no paraba de sonar, me levante y la apague, la luz se filtraba entre las laminas de las persianas formando figuras circulares encima de las paredes de la habitación. Subí la persiana y el sol comenzaba justo a salir, me puse los pantalones cortos, una camisa y busque el iPod entre la pirámide de ropa que había en la silla del escritorio.
Al salir de la habitación me tope con Samuel, mi compañero de piso:
—“Buenos días”— dije sonriendo.
—“Buenos serán para ti Fran, no entiendo como te levantas con tanta energía por las mañanas, encimas vas a correr. Te odio”— bromeo mientras entraba en el baño.
—“Yo también te quiero”— susurre en la puerta mientras ponía mi música. Saque las llaves y abra la puerta.
Nada más salir a la calle el aire matutino llenó mis pulmones, así que sin más preámbulos me puse a correr. Hice la ruta que solía hacer, unos ocho kilómetros, desde que había dejado el equipo de lucha grecorromana mantenía mi cuerpo con la natación y las carreras matutinas. Gracias a la lucha y la insistencia de mi padre había desarrollado un cuerpo musculoso, mis genes me había proporcionado la altura de metro noventa lo que también era de agradecer. Siempre fui un espíritu pacifico y mis compañeros de lucha me habían puesto de mote Ganesha, ya que siempre iba cuidando de todos ellos, pero una lesión en mi pierna derecha me sacó fiera de juego. Así que después de un año de rehabilitación decidí retomar vida de nuevo, me apunte al gimnasio, comencé a hacer yoga y a correr todas las mañanas. Mi vida había cambiado por completo y estaba muy agradecido por ello. Así que cuando decidí hacer el curso de fotografía, tanto mis padres como mis amigos me apoyaron.
Eran las once de la noche, metí todo el equipo en el coche y tome rumbo hacia el Hospital, la idea principal era subir en coche, pero por estas fechas y a mitad de camino comenzó a llover la nieve, en cuestión de minutos todo se había cubierto con un fino manto blanco que no paraba de engordad.El camino se había recubierto de una fina capa de nieve que se fundía, y gracias al frío en algunos lugares hacia comenzado a formar hielo, lo cual no era nada favorable para poder llegar hasta el hospital, así que aparque en las urbanizaciones relativamente cercanas y desde allí gracias a Maps, pude orientarme.
El sendero era cuesta arriba y tenia que andar unos dos kilometro hasta llegar a mi destino, me puse los cascos y fui avanzando, a la mitad me topé con el parque de bomberos, el cual no me lo esperaba ya que no había estudiado el mapa a fondo. « Los hijos de puta estaban tan calentitos en su edificio mientras que yo estoy andando por aquí» me dije mientras maldecía el haberme dejado las cadenas para la nieve en casa. Proseguí y a decir verdad la cosa comenzaba a tomar serios aires de película de miedo, la nieve se iba amontonado y el fuerte viento no paraba de soplar haciendo que la bajada de temperatura calase hasta los huesos.
Finalmente pude ver el edifico, era enorme, estaba formado por varias estructuras, las dos principales conectadas entre sí, mientras que a su alrededor había instalaciones más pequeñas.Para poder acceder tuve que meterme por un agujero que otros visitantes había hecho a la valla metálica y por fin llegue.
El lugar no inspiraba confianza, se iba derrumbando poco a poco, las ruinas estaban por todas partes y la vegetación daba a entenderla falta de seres humanos que antaño cuidaban el lugar.Accedí al edifico más grande, el que se situaba a la derecha del todo, mi primer paradero era el sótano, que estaba varios pisos por debajo de la tierra, entre donde se situaba el antiguo cuarto de calderas, encontré los túneles que interconectaban los edificios, fui ascendiendo hacia los pisos superiores y finalmente pude salir a la azotea donde el viento casi me robó la bufanda.
Varias horas después todo estaba listo, había recorrido los cuatro edificios donde el paso del tiempo y algún que otro “artista callejero” había dejado sus dibujos; tenia toda las fotos y algo me decía que la exposición sería genial.
Me dispuse a salir y retomé el camino de vuelta al coche, pero la nueve había subido tanto que no sabia como iba a volver hasta el lugar donde había aparcado.
«Estoy jodido, pero que muy jodido» y qué le iba a hacer, así que le eche huevos al asunto y fui bajando poco a poco, un poco antes de llegar al parque de bomberos unas luces aparecieron detrás de mi. Al girarme pude ver 4 focos que iluminaban el camino y un ruido espantoso llegó hasta mis oídos gracias al motor de la quitanieves, a pocos metros de mi frenó.
—“Hey necesitas ayuda”—me pregunto una voz que fue acercándose a mi, pero por culpa de los focos no pude ver la cara de mi interlocutor.
— “Hola pues sí la verdad, me harías un gran favor”— conteste algo inseguro.
—¡Venga, sube!— me dijo.
Me acerque al vehículo y rodee la enorme paradla, al abrir la puerta me quede perplejo.
El conductor era un chico de unos 27 años, parecía alto, y bajo la camiseta térmica pude ver su cuerpo de todo que marcaba cada uno de sus músculos. Me impresionaron sus pezones que sobresalian claramente y sobre todo sus brazos, eran enormes.
—¿Subes?— dijo sonriendo mientras volvía a arrancar la máquina, así que sin esperar una segunda invitación me subí a la maquina y cerré la puerta.
—"Hola macho, me llamo Aitor."— me sonrío, mostrando su perfecta dentadura.
—"Gracias por recogerme tío, la nieve me iba a sepultar. Me llamo Fran".
—"Y qué haces por aquí a estas horas hermano, no ves como esta el tiempo"— se coló una risa.
—"Pues soy fotógrafo y mi última obra trata los edificios abandonados, así que aquí estoy. Mil gracias por recogerme."— No podía para de mirar su cara, sus maravillosos ojos verdosos brillaban bajo la luz de las bombillas de la cabina, mientras que su barba de varios días perfilaba su cara a la perfección mostrando un mentón fuerte y una mandíbula muy masculina. —Joder, qué calor hace aquí ¿no?— le dije mientras desabrochaba mi abrigo.
—Ponte cómodo, por cierto, ¿hasta dónde vas?— me miro de reojo.
—Pues tengo el coche aparcado en las urbanizaciones de Pinar de San Martín.
—“Pues está chunga la cosa, los caminos se han helado y hasta mañana no se va a poder salir”— me dijo mirándome seriamente a la cara
—“Joder, maldita sea”— dije.
—“¿Por dónde vives?”
—“En Madrid”
—"Pues mira, si no te apetece estar durmiendo en el coche, y antes de helarte te propongo una cosa, te dejo dormir en el sofá de mi casa si tu me enseñas las fotos que has hecho."
Le miré anonadado, quién se arriesgaba a hacer algo así, pero en vista de que mi segunda opción era mi coche le conteste:
—"Trato hecho, pero añade al sofá un té jajajaja"— le sonreí.
—"Sin problemas."
Acompañe a Aitor en su ruta mientras nos contábamos nuestras vidas, me dijo que el se preparaba las oposiciones para guardia forestal a la vez que entrenaba con los bomberos y para ganarse la vida trabajaba con ellos en cosas que le pedían, así ellos le cedía una pequeña casita cerca de las urbanizaciones y el hacia cosas que le mandaban.
Terminamos sobre las tres de la madrigada y después de aparcar la quitanieves fuimos andando hasta su casa, no tardamos más de quince minutos.
Al abrir la puerta encontré un lugar pequeño y acogedor con una chimenea en el salon, destacaba la chimenea en una de las paredes de la habitación.
—“Que casa tan hogareña, es muy acogedora”.
—“Si la verdad, pues estás en tu casa”— me decía mientras se dirigió a uno de los cuartos de los cuales saco unas sabanas, almohada y un edredón.
—“Vente a la cocina.”
Me senté en una de las sillas que había al lado del frigorífico, Aitor puso una cafetera con agua encima de la vitro y me dijo:— “Oye estas empapado, mírate los calcetines, vente que te doy ropa para cambiarte”.
—“Joder mil gracias, pero no para falta, los dejare en la silla y se secarán.”
—“Va, pero no tienes pijama ni nada con que dormir, será mejor que encienda la chimenea”.
—"No te preocupes, no te molestes".
—“Qué no hombre, esto no es ninguna molestia, ademas mañana por la mañana para calor en toda la casa”.
Se levanto y fue a por la leña que estaba apilada en el porche bajo la ventada del salon, mientras encendía la chimenea, yo preparé el té y lleve los vasos en el salon.
—“Genial tío, muchas gracias por preparar el té” — me dijo mientras le daba el vaso, lo agarro con las dos más y le dio un pequeño sorbo. —“Voy a ir a ponerme cómodo, ahora vuelvo”. Me desvestí y me quede en boxers y la camiseta interior.
Me senté en el sofá y esperé a Aitor mientras observaba la decoración de la casa, algunas fotos de gente desconocida, una librería de madera llena de libros, un escritorio viejo con una lampara antigua cuando de repente le vi cruzando el marco de la puerta, estaba allí solamente con una camiseta sin mangas y un boxer rojo. Le escaneé de arriba a abajo media unos dos metros y la camiseta térmica no le hacia honor a ese machote ibérico, sus brazos eran aun más grandes y musculosos que antes, sería por el color negro de la prenda que hacia contraste con su piel blanquecina. Los boxers rojos marcaban sus piernas musculosas que estaban cubiertas por un vello castaño a la vez que delineaban claramente la forma de su polla que reposaba tranquila.
Se sentó a mi lado y me tendió un chandal.
—"Por si tienes frío durante la noche."
—Muchas gracias Aitor, la verdad es todo un detalle.
—dije mientras me lo ponía.
—"Ahora, ¿me enseñas las fotos que hiciste?"
—"Por su puesto"— conteste de forma entusiasta y fui a por mi mochila, saque mi Macbook y conecté la cámara. En la galería comenzaron a aparecer un montón de fotos, comenzamos por las últimas y fuimos viendo poco a poco toda la colección
—“Dios nunca me hubiese imaginado que un lugar como ese pude dar tanto miedo”— dijo frotándose los brazos— “además parece un sitio de culto satánico o sacado de una película de terror.”
—"Bueno digamos que hay mucho más allí fuera de lo que nosotros conocemos".
—“Oye, ¿quieres otro té?”
—“Si por favor”— le respondí de forma amable. Se levantó y pude ver como su culo rellenaba todo el boxer marcando sus perfectos glúteos, «”Qué ganas de meter la cara“» me dije mientras veía como sus músculos se tensaban y relajaban cuando caminaba. A los dos minutos volvió y me entregó el vaso, pero sin querer derramé su contenido sobre la mesa.
—“Lo siento, soy un patoso”— le dije mientras secaba la mesa.
—“No te preocupes, ¿seguimos viendo las fotos?”— sonrió de forma sincera. La presentación casi había terminado, cuando me entraron ganas de orinar.
—“¿Y el baño?”
— “Por el pasillo, la puerta al final”— me contesto mientras repasaba las fotografías.
Fui a mear y nada más terminar me lave las manos, use la toalla azul para secarmelas y de paso cotilleé el armario del baño. Medicinas, tiritas, alcohol del 98º y en el fondo del armario había condones. Cogí la cajita y la estudie, “ talla XXL ”. La boca se me hizo agua solo de pensar en lo que Aitor guardaba entre las piernas, pero dejé los condones en su sitio y salí.
Me acerque por el pasillo oscuro, cuando de repente en el final ví a Aitor viendo algo en la pantalla del monitor mientras con una mano hacia movimientos de vaivén. Fui muy lentamente hasta donde estaba él. Sobre el sofá estaba Aitor con el boxer bajado hasta los tobillos haciéndose una paja mientras en la pantalla había una foto mía comiéndome un rabo.
«Mierda, estas fotos no deberían estar allí» pensé, pero no me di cuenta del jarrón que había en el pasillo y lo moví sin querer, Aitor se giró y se levanto, tenia su polla totalmente erecta y esta le llegaba hasta la mitad de su abdomen, era un pollón de unos veintitrés centímetros.
—“Tienes unas fotos muy chulas en el ordenador”— dijo mientras se iba sacando el boxer y se quitó lentamente la camiseta. Pude observar su cuerpo de dios griego y como cada músculo estaba perfectamente definido, si torso era enorme, sus pectorales tan grandes como dos piedras, recubiertas con un vello rasurado, estaban coronados con unos pezones rosados y puntiagudos mientras que la mata de pelo baja plácidamente por su abdomen y se iba espesando a medida que avanzaba más y más hacia su enorme rabo que finalizaba con unos testículos desmesurados.
—“Gracias”— dije algo cortado.
Se acerco a mi y me agarro uno de los brazos.
—Sabes yo no sé mucho de fotografía, pero se cuando un tío me pone y fíjate como me tienes tú— dijo mientras llevaba mi mano encima de su enorme miembro.
Se acerco y me besó el cuello a la par que su barba dejaba un rastro excitante sobre mi piel.
Con su otra mano comenzó a levantar mi camiseta y en cuestión de segundos esta se encontraba en el suelo hecha un ovillo. Sus dedos fueron directamente sobre mi pezon izquierdo.
-Mmmmm…— gemí con la boca entreabierta.
En ese momento me llevo hacia el sofa y se sentó.
-“Ponte encima de mi”— dijo.
Me abrí de piernas y me senté en su regazo con la cara mirando hacia él. Me acerque poco a poco y empece a lamer su labio inferior, Aitor me abrazo con sus enormes brazos y empezó a comerme la boca, primero de forma suave que fue perdiendo terreno ante las bocanadas salvajes que nos dábamos donde nuestras lenguas entraban y salían de la boca de uno y de otro sin reparos. Comencé lentamente a restregar mi pecho contra el suyo mientras notaba como en mi vientre su polla se frotaba sin parar, la agarré y pase mi dedo pulgar por el recubierto glande, estaba húmedo muy húmedo, así que me llevé el dedo en la boca y lo saboreé. Aitor me miraba con lujuria, así que en un momento con su rabo y el dedo indice recogió parte del liquido, me acerco el dedo a la boca y me lo ofreció. No espere una segunda invitación y lo metí, saboreando el saldo liquido.
—“Uff me vuelve loco.”— dijo Aitor entre bufidos mientras agarraba el chandal e iba tirando de él.
Me incorpore y me desnudé quedándome completamente desnudo ante él bajo su mirada a la par que veía como Aitor comenzaba a masturbarse lentamente.
—“Me encanta tu polla— me soltó cuando me agarró y comenzó a masturbarme lentamente.
—Y a mi la tuya— le dije acercándome a su boca, le bese y con las dos manos apoyadas en su pecho comencé a lamerle primeramente la mejilla para bajar por su cuello y me detuve primeramente en su pezón derecho que chupé y mordí ligeramente mientras Aitor agarraba mi cabeza. Fui bajando por su linea de vellos lamiendo y jugando con ellos hasta que me situé frente a su magnifica polla. La agarre con una mano y la descapullé, escupí y pasé la punta de mi lengua por todo su glande.
—“Uffffff… madre mía”— gimió mientras los dedos de su mano se enredaban en mi cabello.
Fui bajando por su longitud hasta que me la metí entera.
—“Dioooos… ahhhh”— dijo entre suspiros Aitor.
Me la saque de la boca y empece a jugar con ella y mi lengua, Aitor estaba extasiado, agarro su polla y dijo:
—“Saca la lengua”— obedecí y comenzó a darme con ella primero en las mejillas y después en la lengua. Le agarré de los huevos y comencé a tirar despacio de ellos, su cara fue un poema.
—“Así que te gustan los juegos duros ehh machote”— dijo con voz lujuriosa.
Me agarró con las dos manos y comenzó a follarme la boca velozmente, al principio las arcadas aparecieron pero el placer era tan grande que me acostumbre enseguida. Notaba como su polla iba rascando las paredes de mi gargantee mientras el toro que me follaba la boca gemía descontrolado.
—Joder…mmmm… tienes una boca de oro cabrón.
La sacó y me besó, luego dijo:
—Abre la boca— escupiendo en la mía para volver con su lengua a morrearnos.
Se tumbó encima del sofá y me dijo:
—“Ahora siéntate en mi cara”— lo hice así y a media que bajaba con las piernas abiertas, mi ojete se descubría más, al final pide sentir como su lengua húmeda se posaba en mi ojal describiendo círculos y lamiendo mi agujero que pronto comenzó a abrirse dando paso a una de las mejores comidas de culo en mi vida.
—“Ohhhh…ahhhh… méteme la lengua más”—le decía mientras intentaba ajustar mi ojete.
—Joder como tiene el ojal macho, no hay cosa que me vuelva más loco que un ojete peludo y rosado— dijo mientras enterraba la cara de nuevo en mis nalgas. Observé su polla, estaba al máximo y babeando como una fuente, así que sin mas preámbulos me tumbe dejando mi polla a la altura de su cara mientras iba a engullir la suya. Su lengua comenzó a pasar por mi perineo, pasando por mi escroto y terminó engulléndome el rabo. El placer era inmenso, disfrutaba comiéndome ese monstruo a la vez que Aitor se comía el mío, sus manos comenzaron abrir mi ojete y con un dedo fue penetrando:
—“Mmmmmm… joder— dije mientras aumentaba el ritmo de mi mamada.
Siguió un segundo y luego un tercer dedo.
—Joder métemelos más por favor— gemí con la boca llena de su rabo.
—¡Como tienes el ojete de apretado!— saco los dedos y me labio el culo de nuevo—¡Pienso reventarte!
—Pues no sé, ¿a qué esperas?
Se incorporo y tendió la manta sobre el suelo, me levante y me puse a cuatro patas exponiendo todo mi agujero a su merced.
—¡Ahí va!— me dijo mientras iba introduciendo su enorme rabo en mi ojete. Note como mi esfínter se resistía pero en cuestión de segundo ya se abría y abrazaba a su invasor. El grosor de su rabo era enorme, comparado con una lata de Redbull.
—¡Dios mío… joder eres un puto caballo cabrón!
—¿Te gusta?— me dijo mientras sacaba la mitad de su masculinidad de mi y la volvía a introducir.
—Siiiii…ahhhh mátemela un poco más— pedí entre gemidos y mordiéndome el labio.
—Te va a entrar toda macho, esta entrando toda— dijo mientras notaba como sus enormes pelotas chocaban con las mias.
Comenzó un lento mete saca que gano velocidad estrepitosamente, sus huevos chocaban con los míos constantemente provocándome una sensación de placer y dolor que se mezclaban en mi estomago.
—¡Más fuerte joder, dame más rabo!— le grite entre gemidos a la vez que cogí su brazo y le mordí de forma lasciva.
—Te vas a cagar— dijo a la par que comenzó a follarme de una forma barbara e inhumana. De un mento a otro me giro y me puso boca arriba, levanto mis piernas por encima de sus hombros y me la metió de golpe.
—Ahhhhhhhhhh… sí…siiiiií— gritaba mientras el sudor corría por su frente y caían encima de mis pectorales. Se inclino y lamió el liquido y con la lengua aun fuera me la dio de chupar. El beso fue tremendo, húmedo, salvaje y lleno de lujuria.
Se incorporo y puso sus dos manos encima de mi cuello y comenzó a follarme de nuevo como una bestia salvaje.
—Veo en tu mirada de zorrita que te encanta, ¡te encanta que tu macho te posea!
—Si joder oh-oh-oh— comencé a gritar mientras notaba como mis huevos comenzaban a apretarse y el orgasmo se acercaba.—¡Aitor me voy a correr, si ah…ah…ahhh me corro, me corro, me corro cabroooón!— gemía mientras mi culo se apretaba más y mas y sentía como la polla de Aitor se iba hinchando sin parar. Mi leche caliente llego primero a mi cuello, luego a mi pecho y vientre.
—¡Joder Fran te voy a preñar, te voy a preñar ese culazo ahh…ahh sí sí siiiií me corroooooo!— note como su polla comenzó a inundar mis entrañas con su liquido caliente, mientras Aitor seguía penetrándome velozmente.
Se tumbó encima de mi aun con el miembro dentro de mi, su respiración era pesada y su pelo mojado y revuelto, salió de mi y se tumbó a mi lado, luego pasó sus brazos por debajo de mis hombros y con un movimiento ágil me tumbó encima de él. El fuego en la chimenea ardía sin parar y las llamas iluminaban toda la estancia.
—Ha sido una pasada— me dijo a la vez que un beso se posaba encima de mis labios.
—“Me hacia falta si te digo la verdad”— dije algo inseguro por el comentario.
—“¿Siempre eres tan sincero?”
—“Solo con los tíos que me gustan.”— le solté sin pensar.
—“¿Así que te gusto?”— dijo mientras mi cara adquiría un color rojizo. Entendio la situación y me sonrió, su mano se poso sobre mi cabeza y me abrazó diciendo:
—“Duérmete qué mañana habra mucho que hacer.”