Aislado Entre Mujeres [24].

Madre Fotógrafa.

Capítulo 24.

Madre Fotógrafa.

El cuarto de Estefanía se puede cerrar desde adentro, antes de dar inicio a la sesión de fotos, mi mamá se aseguró de que nadie pudiera interrumpirnos… y mejor así, no me agradaría tener que dar explicaciones a las otras mujeres de la casa si llegaban a sorprendernos en alguna pose extraña… con mi mamá de fotógrafa.

A pesar de que Tefi también sonó muy convencida cuando le pidió a nuestra madre participar, ahora se la veía nerviosa. Se concentró en acomodar las sábanas de su cama, y ordenar algunas cosas que había tiradas por ahí… incluyendo el envoltorio de chocolate que la ponía en evidencia. Sin embargo ya no tenía ganas de que mi madre la asesinara por haberle robado sus chocolates.

―Estas son algunas de las fotos que vendo ―le dijo Tefi a Alicia, ambas estaban sentadas al borde de la cama.

Mi hermana completamente desnuda y mi mamá solo con una pequeña tanga. Yo aún tenía la verga dura. Me arrodillé detrás de ellas para poder ver la pantalla del celular.

―Son bastante… explícitas ―dijo mi madre al ver una foto de Tefi sonriendo frente al espejo con las piernas bien abiertas. Su concha se podía ver perfectamente.

―Bueno, es que… mientras más explícitas, más me pagan.

―Tiene sentido…

―Mamá, sé que te molesta que yo venda fotos porno, lo sé… aunque te esfuerces por aparentar, sé que por dentro esto te carcome. Pero… apesar de que no es mi trabajo soñado, a mí me está gustando todo esto, porque me hace sentir útil. Ahora puedo decir: “Genial, Tefi, una en la vida que te sale bien… y lo hiciste vos solita”.

―Sola, no… yo también ayudé ―aclaré.

―Sí, es cierto; pero me refiero a que no tengo un jefe a quien responder. Esto me hace sentir libre… y estoy segura de que con el tiempo me voy a acostumbrar.

―Dudo mucho que yo pueda acostumbrarme a que mi hija exponga su cuerpo para conseguir dinero…

―¡Mamá! ―Se quejó Tefi.

―Sin embargo ―continuó Alicia―, prefiero que esa exposición sea con imágenes, y no física.

―Ay, no… quedate tranquila, mamá, que nunca voy a ser prostituta. Ni siquiera se me cruzó por la cabeza. Esto de las fotos tiene sus ventajas. Solo son imágenes y muchas de las personas que las compran ni siquiera saben quién soy. Además, el esfuerzo que lleva hacer cada set de fotos se ve bien recompensado, porque esas mismas fotos se las puedo vender a mucha gente.

―Entiendo… y por eso tienen que ser buenas… y explícitas.

―Así es. Y ahora mismo ando necesitando de nuevas fotos.

―Te prometí que te iba a ayudar con eso, y lo voy a hacer… aunque me cueste. ¿Y de qué forma te ayudó Nahuel?

―Em… así ―Tefi puso en pantalla una foto en la que ella estaba de rodillas delante de mí, con mi verga metida en la boca. Miraba a la cámara con ojos de gata sensual―. Y antes de que armes un escándalo, dejame decirte que no pasó nada… fue solo un montaje… no se la chupé ni nada. ―La cara de mi madre empezó a adoptar distintas expresiones que no supe cómo interpretar, lo único que puedo decir es que no le agradó ver esa imagen―. La idea es aparentar que se la estoy chupando, pero sin hacerlo. ¿Me explico?

―Sí ―dijo mi mamá, como si fuera un ente sin alma, su mirada parecía atravesar la pantalla―. No puedo decir que la idea me agrade, pero… entiendo que Nahuel es la única opción.

―Y una buena opción ―aseguró Tefi, con una sonrisa tímida―. A la gente le gustó que posara con un tipo tan bien dotado.

―Bueno, me imagino que sí ―esta vez mi madre también sonrió―. Sos una chica muy linda y yo no soy tan ingenua, entiendo que a tus compradores les debe dar mucho morbo verte con una verga así de grande.

―Totalmente. Entonces ¿estás dispuesta a ayudarnos con fotos como esta?

―Em… sí… aunque quiero que sepan que nunca accedería a esto si no tuviéramos tantos problemas económicos.

―Debés estar muy desesperada, para acceder ―dije―. ¿Qué tan mal estamos?

Mi mamá no respondió.

―Nos gustaría saber la verdad ―dijo Tefi.

Alicia agachó la cabeza, y como quien vuelve derrotada de la guerra dijo:

―No estoy pagando casi ningún impuesto, por suerte no nos pueden cortar la luz durante la pandemia. Y aún así… no sé cómo voy a pagar la comida de la semana que viene. Somos muchos, y la situación no ayuda.

―Por eso ―dijo Tefi, con los ojos llorosos―. Hay que hacerlo, no me importa nada. Me da igual si todos mis conocidos se enteran que vendo fotos porno, si las quieren, que las paguen. Necesitamos plata urgente. Y por la semana que viene no te preocupes, eso ya lo tengo cubierto… incluso unos días más.

―¿Tan bien está yendo tu negocio? ―Quiso saber Alicia.

―Sí, mamá. Está yendo muy bien… y sé que puede ir mucho mejor. Sé que, si lo hacemos bien, todos podríamos vivir sin que nos falte nada.

―Sos un amor, Tefi ―mi mamá le dio un fuerte abrazo―, y creeme que nunca voy a dejar de agradecerte por esto.

―Bueno… ahora sí, empecemos con las fotos de una vez. No quiero que pienses demasiado, porque sé que te vas a arrepentir.

―Sí, lo mejor sería empezar ahora mismo. ―Alicia se puso de pie y agarró el celular de mi hermana―. Vamos a empezar con algo sencillo. Acostate boca abajo en la cama.

―Bien ―dijo Tefi, que ya estaba recuperando su buen estado de ánimo.

Me aparté de la cama, para dejarle el lugar a mi hermana. Ella se acostó y dejó su hermoso culo en pompa, con las piernas ligeramente separadas. Alicia se apresuró a tomar fotos y Tefi sonrió para la cámara.

―Mamá, asegurate que se me vea bien la concha en algunas fotos… no quiero enterarme después que te dio vergüenza sacar fotos ahí. No te olvides que las más explícitas son las que mejor se venden.

―Sí… sí… lo voy a tener en cuenta ―dijo Alicia, con cierto pesar―. Abrí un poco las piernas, así se ve mejor.

Las piernas de mi hermana se separaron y pude ver, una vez más, su hermosa concha, con labios que invitaban a pasar. Estoy seguro de que muchos pagarían una buena cantidad de dinero por presenciar este espectáculo.

Tefi abrió su concha con los dedos y levantó tanto la cola que quedó prácticamente en cuatro. Alicia se colocó justo detrás de ella y tomó varias fotos. Yo aguardaba impaciente a que me pidieran ayuda. Mientras tanto me masturbaba, para mantener dura la verga. Mi mamá notó esto y dijo:

―Tefi. Creo que es mejor que pasemos a las fotos con tu hermano, el pobre está acá, intentando mantener la verga dura… y estas fotos las podemos sacar más adelante, nosotras solas.

―Yo pensé lo mismo ―dijo mi hermana―, pero no te lo dije porque creí que todavía no estabas preparada para sacar esas fotos.

―No lo estoy, ni lo voy a estar… pero hay que hacerlo… y cuanto antes lo hagamos, mejor. ¿Estás listo, Nahuel?

―Sí, claro…

Y sí que lo estaba, la verga me palpitaba como pidiendo acción a gritos, y no la culpo, después de todo el estímulo que recibió.

―¿Y cómo empezamos? ―Preguntó mi mamá―. ¿Tienen alguna rutina para hacer estas fotos de forma… em… segura?

―Nop ―respondió Tefi―. Vamos improvisando sobre la marcha.

Alicia no pareció muy convencida, mostró su desacuerdo con una mueca de la boca, aún así no dijo nada. Quizás supo que quejarse solo haría más difícil la situación.

―A ver, Nahuel… vení ―me llamó Tefi.

Ella se sentó en el borde de la cama y cuando me acerqué agarró mi verga, lo hizo con cierta timidez, como si fuera la primera vez que la tocaba. Sospecho que esta inhibición era causada por la presencia de nuestra madre.

Mi hermana abrió su boca y simuló estar por tragar mi verga. Mi mamá sacó fotos. Luego Tefi puso la verga al costado de su cara y sonrió para la cámara, como si dijera: “Miren qué lindo juguete tengo”. Luego volvió a hacer el gesto de chuparla, pero sin tocarla con los labios.

―Hija, ¿puedo decir algo?

―Mientras sea algo productivo, podés decir lo que quieras, mamá.

―Sí… sí… tiene que ver con las fotos.

―¿Qué pasa con eso?

―Es que… la forma en la que estás posando, se siente un poquito falsa. O sea, se nota que no la estás chupando ni nada. Y por mí está bien, me encantaría que las fotos fueran así; pero ¿qué van a pensar los que las compren? No creo que ellos se queden muy conformes con el producto. Es decir, si querés vender, las fotos tienen que ser buenas. Y esto ni siquiera se parece a las fotos que sacaron antes… donde sí tenías la verga en la boca.

Estefanía y yo miramos a nuestra madre como si no pudiéramos creer que esas palabras hubieran salido de su boca. ¿De verdad nos estaba dando consejos de márketing?

―Tenés toda la razón del mundo, mamá. Pero te juro que me cuesta un montón si vos estás acá.

―¿Querés que me vaya?

―No, porque nos viene bien tener una fotógrafa. Solo que no hago lo mismo que hice antes porque me da miedo que te moleste.

―Ah… entiendo ―mi mamá se sentó al borde de la cama y nos miró con preocupación―. Tefi, si estoy acá es para ayudar. No quiero ser un estorbo. Voy a hacer mi mayor esfuerzo para poder aceptar cualquier cosa que hagan, si es que eso va a ayudar a vender mejor las fotos… y me horroriza admitir esto pero… ahora mismo estoy desesperada y tu negocio de fotos es nuestra única esperanza, al menos a corto y medio plazo.

―Lo sé ―aseguró Tefi―. Sé que lo necesitamos, y si vos también lo tenés claro… em… entonces te digo que las cosas con Nahuel se van a poner medio raras, porque…

―Porque se tiene que ver real. Lo entiendo. Soy ingenua, pero no tanto. Yo no pagaría por fotos mal actuadas, que parecen falsas. Así que… hagamos que se vean lo más reales posible.

―¿Segura, mamá? ―Pregunté―. No quiero que después nos estés echando en cara las cosas que hicimos.

―Prometo que no les voy a decir nada, cualquier sentimiento negativo que me genere todo esto, me lo voy a tragar. Promesa de madre. ―Levantó la mano derecha, como si estuviera jurando ante un tribunal.

―Así me gusta ―Tefi sonrió… y fue una sonrisa genuina, eso animó a Alicia y a mí también.

―Estoy tan desesperada porque esto salga bien, que les voy a dar todas las indicaciones que crea necesarias para que se vea… más real.

―Eso nos serviría de mucho ―dijo Tefi―. Nos vendría muy bien tener la opinión de otra persona. Así que bueno, ahí voy… ahora sí que se va a ver real. ¿Lista, mamá?

―No. Ni lo voy a estar ―dijo, repitiendo las palabras de su hija―. Pero hay que hacerlo. Así que… adelante.

Tefi asintió con la cabeza, acto seguido agarró mi verga y abrió grande su boca. Se tragó una buena parte y miró de reojo a nuestra madre. Alicia se quedó en silencio observando la situación durante unos segundos, hasta que por fin reaccionó. Apuntó la cámara y fotografió la escena varias veces.

―Definitivamente esto se ve mucho más real ―dijo―. Aunque es medio raro que estés todo el rato mirando a la cámara. Eso hace que la situación se sienta algo artificial. También se ve raro que siempre… em… a ver ¿cómo lo explico?

―Simplemente decilo, mamá ―se quejó Tefi.

―Bueno, está bien. Se ve mal que siempre tengas la boca en el mismo lugar. Basta con mirar tres fotos para que la persona se de cuenta que en realidad no estás chupando, solo la tenés ahí, metida en la boca.

―¿Ves? ―dijo Tefi―. Sabía que tu punto de vista nos ayudaría a mejorar. Esa es exactamente la clase de cosas que quiero oír ―Alicia sonrió con timidez―. Cualquier consejo u opinión que quieras dar para mejorar la calidad de las fotos va a ser bien recibida. Entonces ¿cómo sugerís que lo haga?

―A ver… ―mi mamá volvió a sentarse, pero esta vez lo hizo mucho más animada, casi como si fuera una profesora que ama su asignatura y una alumna le hubiera hecho una pregunta interesante―. Para empezar, cuando una chica realmente está disfrutando de una verga, no anda mirando a la cámara. De vez en cuando podrías cerrar los ojos… o bien, podés mirar a tu hermano a los ojos, si es que eso no te molesta.

―Bien. Tomo nota. ¿Qué más?

―Deberías cambiar la posición de tus labios. No digo que se la chupes en serio a tu hermano, dentro de lo posible vamos a evitar eso… a menos que sea estrictamente necesario. Solo digo que dejes salir un poco la verga, y que luego tragues un poquito más. Para que las fotos no queden todas idénticas.

―Entiendo. Vamos con eso.

Sin perder más tiempo, Tefi se lanzó a la tarea otra vez. Pude sentir cómo sus labios se apretaban en torno a la cabeza de mi verga. Alicia se apresuró a fotografiar eso. Tefi no me miró a los ojos, pero sí los mantuvo cerrados, como le habían indicado. Hizo varios cambios de posición, yo los sentí muy forzados. Ella abría la boca, se tragaba un poco más la verga, y luego la cerraba, como si estuviera evitando todo contacto innecesario.

―¿Mejor? ―Preguntó después de varias fotos.

―Bastante mejor ―dijo Alicia―. Sigue viéndose algo… raro. Pero mucho mejor que antes.

―¿Y raro por qué?

―Nada, no me hagas caso. Son tonterías mías. Las fotos están bien.

―No, mamá. Decime lo que pensás. De verdad. No me voy a ofender. Mi intención es hacerlo lo mejor posible.

―Es que no sé cómo explicarlo. Es algo muy sutil. Quizás solo es idea mía, porque estoy viendo el proceso… pero me da la sensación de que se sigue sintiendo falso.

―Creo que sé cuál es el problema ―dije. Las dos giraron rápidamente la cabeza, como si se hubieran olvidado de que yo estaba allí.

―¿Cuál? ―Preguntó Tefi.

―Que no estás chupando de verdad.

―No te voy a chupar la pija, pendejo. Si estás buscando eso…

―No, no… de verdad que no ―me atajé―. Lo digo sinceramente.

―Tu hermano tiene razón, Tefi. A ver… ¿te puedo mostrar algo? No quiero que pienses mal de mí… esto lo voy a hacer solo para que entiendas la diferencia. ¿Está claro?

―¿Qué vas a hacer? ―Preguntó.

―Antes quiero saber que lo que dije quedó claro.

―Sí, mamá. Quedó claro. No voy a pensar mal de vos.

―Bien. Mirá esto.

El movimiento de Alicia fue tan rápido que mi hermana se apartó como lo hubiera hecho un gato. Mi mamá me agarró la verga y tragó una buena parte. Se quedó allí quieta, tan quieta que ni siquiera su lengua se movía. Luego sacó la verga de su boca y dijo:

―Ahora compará eso, con esto…

Volvió a lanzarse hacia adelante. Tragó mi verga una vez más, aunque en esta ocasión lo hizo como si de verdad fuera a chuparla. Sus labios comenzaron a deslizarse a lo largo de casi todo mi tronco, podía sentir como la pija me palpitaba cuando Alicia succionaba.

―¡Ay, mamá! ―Exclamó Tefi―. No era necesario que te pusieras tan gráfica.

―Lo hice para que entendieras la diferencia. ¿Prestaste atención? ¿Lo notaste?

―Em… sí, creo que sí. Cuando chupás de verdad, se nota en las mejillas… por la succión.

―Exacto. No es lo mismo hacer eso que tener la verga simplemente en la boca. Te dije que prefería evitar que la chuparas de verdad a menos que fuera estrictamente necesario. Así que ahora te pregunto: ¿Qué tan bien querés que se vean las fotos? ¿Vos pensás que va a ser suficiente con las que ya sacamos?

―Las que sacamos van a servir, de eso estoy segura. Pero quizás… quizás no sean suficientes. Podría intercalar esas fotos con algunas en las que esté chupando de verdad, para aumentar la ilusión.

―Eso estaba pensando yo ―dijo Alicia.

―Y… ¿no te molesta que lo haga?

―¿A mi? Pero si la que tiene que hacerlo sos vos.

―Ya sé, pero como soy tu hija… y él es mi hermano… creí que te iba a molestar.

―Bueno, esto no es algo que habitualmente harían dos hermanos, pero creo que ya dejamos en claro que no tenemos otra opción. El único pene de la casa es este… ―dijo, señalando mi miembro erecto―. Así que depende totalmente de vos.

Tefi dudó durante unos segundos y luego dijo:

―No quiero hacerlo… pero lo voy a hacer. Quiero que las fotos sean muy buenas, porque pienso pedir bastante por ellas.

―Igual no aumentes tanto el precio ―sugerí―. Intentá vender baratas algunas fotos, así te conseguís varios clientes.

―Tu hermano tiene razón.

―Mamá… ¿estás enferma? ―Preguntó Tefi.

―¿Qué? ¿No? ¿Por qué? ¿Tengo algo raro en la cara? ―Empezó a tocar todo su cuerpo, como si buscara alguna herida que solo nosotros podíamos ver.

Lo peor que puede hacer alguien es preguntarle a mi madre si está enferma.

―Quedate tranquila, mamá… fue un chiste ―aclaró mi hermana―. Lo dije porque le diste la razón a Nahuel… dos veces. Eso sí que es raro.

―Ah… me asusté… creí que me pasaba algo.

―No te pasa nada, mamá. Estás espléndida. De verdad, solo lo dije como un chiste. No quiero que te pongas paranoica.

―Está bien… está bien. Ya entendí. No me pasa nada. Mejor sigamos con las fotos.

―Sí… mejor.

Estefanía miró mi verga y luego miró a Alicia, su cabeza se movió de un lado a otro como si estuviera mirando un partido de tenis. Me imaginé que estaba evaluando la reacción de nuestra madre. Cuando se cansó de este ida y vuelta, agarró la verga y se la llevó a la boca. Empezó a chuparla casi al instante, creí que tendría al menos unos segundos para prepararme mentalmente, pero no fue así. En cuanto su lengua tocó mi glande, comenzaron las succiones y el movimiento típico de un pete. Me sorprendió que no me vinieran unas ganas locas de acabar. Al parecer estoy aprendiendo a controlarme un poco, el método de mi madre, luego aplicado por mi tía Cristela, está dando frutos.

Alicia se encargó de fotografiar toda la escena. Para que se vea más real, le sugirió a Estefanía que se pusiera de rodillas en el suelo, ella obedeció sin siquiera sacar la verga de su boca. Luego propuso que yo debía agarrar a Tefi de la cabeza, como si la estuviera guiando a tragar la verga. Lo hice con cierta timidez, tenía miedo de que mi hermana se enojara. Aunque en realidad Tefi parecía estar muy concentrada en su tarea. La verga entraba y salía de su boca cada vez más rápido y ya no podíamos decir que esto se viera falso. De verdad me estaba haciendo un pete.

Por suerte no duró más que unos tres o cuatro minutos… y digo por suerte ya que sobre el final comencé a sentir ese aluvión de semen amenazando con saltar.

―Ahora quedó mucho mejor ―dijo mi mamá―. Las fotos son geniales, estoy segura de que, con lo linda que sos, y lo grande que es la verga de Nahuel, vas a venderlas a buen precio.

―Mejor, si tengo que hacer esto, que al menos me deje buena ganancia.

―Sí, lo mismo pienso yo. Por eso quiero que queden bien.

―Y lo estás haciendo genial, mamá. Tus consejos nos sirven un montón. Necesitábamos de alguien con más experiencia en el sexo que nosotros. Nahuel y yo estamos muy verdes en este asunto.

―En parte me alegra que sea así, pero también me pone triste. Siento que yo tengo la culpa de que ustedes sean… casi vírgenes.

―No creo que tengas nada que ver con mi actividad sexual ―dijo Tefi.

―¿No? Porque una chica tan linda como vos debería… em… digo que ya deberías haber probado con muchos chicos.

―Pero no fue así.

―¿Y estás segura de que no fue por miedo a como yo fuera a reaccionar?

―No sé, no lo creo... nunca lo pensé de esa manera. ¿Por qué? ¿Macarena te dijo algo?

―Y… ella está convencida de que yo hice mucho para que mi hijo y mis hijas tengan rechazo hacia el sexo… Macarena piensa que yo les transmití mi propio rechazo.

Tefi se quedó en silencio durante unos segundos. Me di cuenta de que ella había tenido una gran revelación, como si de pronto viera la realidad.

―Ahora que lo decís de esa manera… a mí me pasa que el sexo no me gusta. Me genera rechazo… y nunca entendí por qué.

―¿De verdad, hija? Yo que creía todo lo contrario… o sea, sin ánimo de ofender… creí que de todas vos eras la más activa sexualmente.

―Yo también pensaba lo mismo ―aseguré.

―¿Me están diciendo que tengo cara de puta?

―No ―dijo mi mamá.

―Sí ―dije.

―¡Nahuel! ―Volvió a decir mi mamá―. No hables así de tu hermana.

―Pero no lo dije como algo malo. Al contrario. Ella tiene mucha actitud, y es linda, por eso sus fotos se venden tan bien.

―Mm… voy a hacer el intento de tomarme eso como un halago. Pero la verdad es que debo ser la más virgen de la casa… o casi. Quizás Pilar me supera, pero no por mucho.

―¿Y qué clase de rechazo te genera el sexo? ―Preguntó Alicia.

―No sé… es difícil de explicar. Me siento halagada cuando la gente dice cosas lindas sobre mi cuerpo. Pero no me siento igual cuando tengo sexo con otra persona. Ahí siento… mucha vergüenza. Como si no quisiera estar ahí. Va a parecer una boludez, pero… me siento humillada.

―Ay… no… ―Mi mamá se tapó la boca con una mano―. Es lo mismo que me pasa a mí. Lo describiste tal cual. Macarena tenía razón, es mi culpa. No sé cómo, pero de alguna manera te transmití los mismos miedos e inseguridades que tengo yo.

―¿A mí me decís? Si a alguien le transmitiste miedos e inseguridades es a Gisela. Ella sí que le tiene pánico al sexo.

―Muy cierto ―dije―. Gisela se muere de vergüenza hasta cuando sus propias hermanas mencionan algún tema sexual.

Mi mamá se sentó en la cama, cayó como si fuera una bolsa de papas. Parecía abatida.

―Me siento muy mal ―dijo.

―Ay, mami… ya te dije que no estás enferma.

―No es eso… es que me siento culpable por todo lo que le hice a mis hijas… y también a Nahuel. Yo solo intentaba protegerlas, pero las contaminé con mis miedos. Pilar también es así. La única que logró escaparse de todo esto es Macarena… y no sé cómo lo hizo. Tengo que hablar con ella otra vez.

―¿Ahora? ―Pregunté.

―No, ahora no. Ahora estamos con esto de las fotos.

―Hablando de eso ―seguí―. Tefi… dijiste que te sentís humillada con el sexo. ¿Ahora no te pasa lo mismo? No me gustaría saber que te ponés mal mientras hacemos las fotos.

―Muy buena pregunta ―dijo mi mamá.

―No se preocupen ―se apresuró a decir Tefi―. Con esto no me pasa. No sé por qué. Será porque no lo siento como sexo, al fin y al cabo Nahuel es mi hermano, y la que saca fotos es mi mamá. Además es pura actuación… no es lo mismo.

―Ya veo ―dije.

―Sí, y lo digo en serio. Está todo bien. Si quieren, podemos seguir con las fotos. Creo que va a ser lo mejor, digo… para no terminar deprimidos y llorando en un rincón.

―Sí, mejor sigamos ―dijo mi mamá.

―Bien ¿Y ahora qué hacemos? ―Pregunté.

―No sé. No se me ocurre nada ―respondió mi hermana.

―Tefi, ¿qué fue lo que mejor se vendió, de todo el material que tenés? ―Preguntó Alicia.

―Em… algo que no te va a gustar… pero te lo voy a mostrar igual, porque sé que vas a insistir hasta que lo veas. ―Tefi agarró su celular, buscó durante unos segundos y luego le mostró la pantalla a nuestra madre―. Esto es lo que mejor se vendió.

Estiré el cuello para poder ver la pantalla y allí apareció una imagen que estaba muy bien grabada en mi memoria: el momento exacto en el que mi verga salía de la concha de Tefi… y de la concha salía un abundante y espeso chorro de semen.

―¡Ay, por favor! ¿Cómo hicieron esto?

―No pienses nada raro, mamá ―dijo Tefi―. No es lo que parece. Fue solo un accidente. Estábamos haciendo unas fotos y se nos ocurrió probar con algunas en las que la verga estuviera adentro, aunque sea un segundo… y Nahuel acabó.

No lo recordaba de esa manera, de todas formas esa versión era lo suficientemente buena para la ocasión, así que no me molesté en corregirla.

―Ah… ya veo. Em… sí, ese es uno de los problemitas que tiene tu hermano. Le cuesta mucho aguantar. Aunque ya está haciendo progresos. ¿No es así, Nahuel?

―Sí, un poco.

―Sé que les va a parecer una locura lo que les voy a decir ―mi mamá habló con mucha calma, ya no nos trataba como si fuéramos sus hijos, sino como si fuéramos iguales―. Pero creo que deberían hacer más fotos como esta. Si es lo que mejor se vende… entonces hay que hacer más de eso. Es una regla básica en toda venta.

―Sí, es cierto ―dijo Tefi―. Aunque preferiría dejarlo para otro momento.

―Entonces sí te resulta humillante ―dijo mi mamá.

―No, no es por eso…

―¿Te da vergüenza que yo esté presente?

―Tampoco.

―¿Entonces?

―Es que… la vez que hicimos eso con Nahuel… me dolió un poco. La tiene muy grande.

Para mi hermana debió ser muy difícil admitir eso, especialmente luego de todas las muestras de orgullo que dio cada vez que yo se la clavé. Me dio un poco de pena, quizás por culpa del jueguito que hicimos hace un rato, ahora a ella le duele la vagina.

―Ah, ya veo. Sí, tiene sentido. Bueno, eso podemos dejarlo para otro momento. ¿Se te ocurre alguna otra cosa? ¿Hay algo en particular que te hayan pedido tus compradores?

―Em… sí…

―¿Qué cosa?

―No te va a gustar… y ojo, que a mí tampoco me gusta.

―¿Qué es? Si no nos gusta, no lo hacemos y punto.

―Hay una señora que compra mis fotos, a ella… em… le gustan las mujeres. Dijo que pagaría muy bien por fotos en las que yo esté… interactuando con una mujer.

―Ah, ya veo… y a vos no te gusta nada eso del sexo lésbico.

―No, ni un poquito ―aseguró Tefi―. Si el sexo normal me pone nerviosa, el sexo lésbico ya directamente me da asco. O sea, no asco de sentirme enferma, sino como que…

―Como que eso no tendría que estar pasando ―completó mi mamá―. ¿Pensás por qué una mujer estaría con otra… habiendo tantos hombres disponibles?

―¡Sí! Totalmente. Es eso. Me parece un poco ridículo que dos mujeres tengan relaciones sexuales entre ellas, cuando tranquilamente lo podrían hacer con un hombre. No sé por qué a alguien le gustaría ver eso.

―Porque es sexy ―dije. Las dos me miraron como si recién hubiera entrado al cuarto―. Es verdad, no me odien. Por más que a Tefi no le guste, estoy seguro de que habría mucha gente dispuesta a pagar por fotos de ella con una mujer.

―¿Le vas a dar la razón por tercera vez? ―Le preguntó Tefi a nuestra madre.

―Em… sí… es que… tiene razón. Aunque a nosotras no nos guste, no se puede negar que hay personas que disfrutan viendo eso. Quizás para vos sea difícil, incluso más que hacer las fotos con tu hermano; pero al menos con las mujeres lo tenés mucho más fácil. En esta casa tenés un montón para elegir.

―Creo que la mejor opción sería Macarena ―propuse.

―No, Maca no ―dijo Tefi―. No quiero que ella se entere de esto, al menos no por ahora.

―¿Por qué no? ―Pregunté.

―Porque ella se pondría a psicoanalizar todo lo que hago. Quiero mucho a Maca, pero es bastante pesadita.

―¿Y por qué no le preguntás a la tía Cristela? ―Dijo mi mamá.

―Em… no, tampoco.

―¿Por qué no? Si te llevás re bien con ella..

―Ahora no me llevo muy bien con Cristela.

―¿Qué pasó? ―Quiso saber mi mamá.

―Nada… discutimos.

―¿Se puede saber el motivo? ―Insistió Alicia.

―La otra vez… cuando Nahuel se fue a charlar con Gisela a la pieza, yo hablé con la tía Cristela… y le sugerí que ya era hora de que volviera a su casa.

―¿Qué? ¿Por qué le dijiste eso? ―Preguntó Alicia.

―Porque no nos alcanza ni para comer, mamá. ¿Por qué va a ser? Ella vino a esta casa con su hija y ninguna de las dos aporta ni un centavo. Acá somos un montón, no andamos bien económicamente… y encima les tenemos que dar de comer a ellas.

―A mí eso no me importa ―dijo nuestra madre. Se me hizo extraño escuchar esas palabras salir de su boca, después de todas las veces que me dijo que tenía que conseguir un trabajo―. Nunca le voy a negar un plato de comida a alguien de mi familia. Ni a mis hijos, ni a mi hermana… ni siquiera a mi sobrina. Deberías pedirle disculpas a la tía Cristela, seguramente se sintió muy mal con lo que le dijste. ¿Te creés que a ella le gusta esta situación? Todos los días la noto preocupada, como si estuviera pensando en alguna forma de ganar dinero… y quizás esta podría ser la oportunidad que estaba buscando. Si te ayuda con las fotos…

―No quiero ―sentenció Tefi―. No quiero que ella me ayude, y Ayelén tampoco. Quiero que se vayan de acá. Ya estoy harta de tener que compartir la pieza. Estoy harta de ver que no alcanza la comida…

―Está bien… no le pidas ayuda a Cristela, ni a Ayelén ―mi mamá intentó volver al tema anterior, me imagino que lo hizo para calmar un poco las aguas―. ¿Y si le preguntás a Pilar?

―Ay, mami… Pilar es lo más cercano a la Virgen María que hay en el barrio. ¿Vos pensás que va a acceder a sacarse fotos de la concha para venderlas?

―No… la verdad que no. Y Gisela tampoco.

―Gisela menos que Pilar. Prefiero que ellas dos ni siquiera sepan del asunto de las fotos.

―Eso agota todas las posibilidades ―dijo Alicia.

―No todas ―dije yo―. Todavía quedás vos, mamá.

―¿Yo? Pero… ¿te volviste loco?

―No… ¿me vas a decir que no estás dispuesta a hacer esto por Tefi, después de todo lo que hiciste por mí?

Ella me miró con los ojos muy abiertos, luego se fijó en mi verga erecta, seguramente por su mente pasaron muchos recuerdos de los últimos días.

―En eso tenés razón ―dijo.

―Ay, mami… ¿qué te pasa? ¿Desde cuándo le das tanto la razón a Nahuel?

―Bueno, es que… tu hermano también me ayudó a ver las cosas con más claridad. No es tan tonto como parece.

Las dos se rieron a carcajadas. No me molestó, al contrario, me pareció genial verlas felices al menos por un rato. Las dos están atravesando por una situación difícil, con muchos cambios, y también tienen que hacer cosas que no les gustan. Aún no puedo quitarme de la cabeza el momento en que vi a mi mamá chupándole la concha a Ayelén.

―¿De verdad me vas a ayudar con esto? ―Preguntó Tefi.

―Solo si vos querés, hija… y siempre y cuando no se me vea la cara.

―No, si eso lo tengo claro. Es importantísimo que nunca se te vea la cara. La mayoría de la gente a la que le vendo fotos no me conoce, pero quizás alguien logra ubicarme y no van a tardar mucho en darse cuenta que sos mi mamá. Así que mejor… que no se te vea la cara.

―Entonces vamos a hacerlo ―dijo Alicia, poniéndose de pie. Sus grandes tetas rebotaron de una forma muy sensual―. Yo estoy lista cuando vos estés lista… y Nahuel puede sacar las fotos.

―Con mucho gusto ―dije, sintiendo una vez más el palpitar en mi verga.

Mi mamá parecía decidida, se bajó la tanga de un tirón y Tefi miró con una sonrisa que era más una mueca de confusión, como si dijera: “¿Qué está haciendo esta mujer?”

Alicia se acostó boca arriba en la cama, separó un poco las piernas y le hizo señas a su hija para que se acercara.

―Tomate tu tiempo ―le dijo―. Sé que para vos no va a ser fácil.

―Y no… porque además de ser mujer, sos mi mamá.

―Pensá en lo que dijiste antes… que no ves esto como sexo. Es una actuación. Yo voy a intentar tener eso en mente todo el tiempo.

―Voy a hacer lo posible ―aseguró Tefi.

A continuación, se posicionó entre las piernas de Alicia, acercó mucho su cara hacia la concha y la miró como si fuera la primera vez que veía una.

―No sé cómo empezar ―dijo, después de un rato.

―¿Querés que empiece yo? Así te muestro como hacerlo.

―¿Acaso vos tenés experiencia en sexo lésbico, mamá? ―Tefi lo dijo entre risas, como si fuera un chiste. Lo que no se esperó fue que Alicia se quedara seria―. ¿Me estás jodiendo? ―Preguntó, abriendo mucho los ojos―. ¿Estuviste con una mujer?

―No quiero hablar de eso ahora. Es complicado. Solo basta con decir que conozco los principios básicos del sexo lésbico.

―Está bien, no te voy a presionar a que me cuentes nada… pero después me gustaría tener una charla con vos.

―En otro momento, sí.

―Bueno, empezá vos, me va a servir de mucho, no solo para saber qué hacer, sino también para perder la vergüenza.

―Bien, acostate en la cama y te muestro cómo se hace. Y no te olvides que hago esto solo con la intención de ayudar.

―Sí, mamá, lo sé…

Ahora las dos lucían nerviosas. Tefi se acostó boca arriba y esta vez fue Alicia la que se colocó entre dos piernas. Ella apoyó su cabeza en la cara interna del muslo izquierdo de Tefi y comenzó a acariciar lentamente el pubis de su hija. Los dedos fueron bajando lentamente, hasta llegar al clítoris. Allí se detuvieron durante unos segundos, ejerciendo un poquito de presión. Tefi separó más las piernas y Alicia dijo:

―Bueno, allá voy…

Bajó su cabeza y pude ver claramente cómo su lengua recorría uno de los labios vaginales de Tefi… y luego el otro. Mi hermana observaba la escena con los ojos desencajados, para ella debió ser muy difícil procesar que su madre le estaba lamiendo la concha. La lengua no se detuvo, las lamidas también pasaron por el centro de la concha y subieron hasta el clítoris.

―Esto es muy importante que lo hagas ―dijo Alicia.

Con la punta de su lengua empezó a jugar con el clítoris de Tefi. Ella se estremeció y arqueó su espalda. Separó más las piernas e inclinó la cabeza hacia adelante, como si no quisiera perderse detalle de lo que hacía su madre.

El tiempo seguía pasando y las lamidas de Alicia se volvieron cada vez más explícitas. Incluso empezó a dar chupones en la concha. Había momentos en los que no podía ver casi nada de la vagina de Tefi, porque estaba casi completamente cubierta por la boca de Alicia.

Y eso no fue el único truco que mi madre empleó. También se tomó el atrevimiento de introducir dos dedos en la concha de su hija, mientras le daba fuertes chupones al clítoris. La respiración de Tefi se volvió cada vez más agitada y empecé a escuchar leves gemidos que ella se esforzaba por disimular.

De pronto Alicia se detuvo, como si hubiera recibido una señal mental que le indicaba que estaba yendo demasiado lejos.

―Creo que eso es suficiente para que entiendas los conceptos básicos ―le dijo a su hija.

―No creí que sería tan… intenso.

―Intenté hacerlo de forma tal que se viera real.

―Sí, lo sé… y te lo agradezco un montón, mamá… se sintió… bien. ―Mostró una sonrisa forzada―. Pero… no creo que pueda hacer lo mismo con vos.

―Claro… soy tu madre.

―Sí… y tampoco podría con mis hermanas, ni con la tía Cristela o Ayelén. Ni con nadie. Sinceramente no creo que sea capaz de chupar una concha así. Lo siento mucho.

―Hija, no tenés que pedir perdón por nada. Estás haciendo un montón para ayudarnos. Si algo te pone muy incómoda, no lo hacés y listo. Intentaremos salir adelante con lo que ya tenemos, que es mucho.

―Sí, y te juro que prefiero que Nahuel me meta la verga antes que chupar una concha.

―Suena raro, pero tiene sentido. Sigue siendo sexo heterosexual ―puntualizó mi madre―. Lo entiendo perfectamente. ¿Querés que lo dejemos por hoy? Igual tuvimos un gran avance, sacamos varias fotos y, lo más importante, aclaramos un montón de puntos que necesitábamos charlar.

―Sí, fue un gran progreso. Prefiero dejarlo para otro día. Aunque me da un poquito de pena Nahuel, que se quedó con la pija dura ―señaló mi miembro y sonrió.

―No se preocupen por mí, lo soluciono enseguida.

―Pajero ―dijo Tefi. Me di cuenta de que ella intentaba usar el humor para romper la tensión del momento.

―Y a mucha honra ―dije, inflando el pecho―. Me voy a la pieza y soluciono este asunto en diez minutos. Nos vemos.

―Bien, pero antes de salir ponete un pantalón, tampoco es cuestión de que andes con la pija dura por toda la casa, como si estuvieras vendiéndola.

―Ay, mami… dejalo en paz. Todas andamos prácticamente en concha, dejá que el ande como se le antoje.

―Bueno… está bien, andá con el pitulín al aire. Yo me quedo acá, quiero charlar con Tefi.

Las dos se abrazaron, desnudas en la cama estaban preciosas. Me hubiera encantado ver más interacción lésbica entre ellas; pero no las puedo presionar. Si dicen que las fotos se terminaron por hoy, entonces se terminaron.

De todas formas salí de la pieza muy contento, tenía muchas imágenes más que interesantes, bien grabadas en mi mente, que me ayudarían para hacerme tremenda paja. Además podría fantasear con qué situaciones se darían en el futuro, en una próxima sesión de fotos con mi mamá y mi hermana.