Aislado Entre Mujeres [23].
Hermana en Venta.
Capítulo 23.
Hermana en Venta.
Estuve dándole muchas vueltas al asunto entre mi mamá y mi prima Ayelén. No sé si podré resolverlo de forma definitiva, pero estoy dispuesto a hacer todo lo que esté a mi alcance para que Alicia ya no tenga que vivir bajo el mandato dictatorial de Ayelén.
Aparentemente el problema tiene que ver con el dinero… por eso la primera persona que llegó a mi mente fue Estefanía. Hace unos días le dije que yo no quería dinero, todo lo que ganara se lo podía quedar ella. Ahora tengo que intentar convencerla de lo contrario, sin contarle para qué quiero ese dinero. Si le cuento, no sé cómo podría reaccionar. Sé que ella es la única persona de la casa que mínimamente tolera a Ayelén; pero si se llegara a enterar que nuestra madre se ve obligada a chuparle la concha a esa rubia arpía, creo que sería el inicio del conflicto bélico más grande del barrio.
Golpeé la puerta del cuarto de Tefi y desde adentro ella gritó: “Pasá”. Entré y me sorprendí al verla completamente desnuda, acostada boca abajo en su cama, mirando hacia el televisor, tenía su precioso culo en pompa. La forma en la que esas nalgas se unen con la curva de la espalda todavía me corta la respiración. Tefi tenía un joystick en la mano y no tardé en darme cuenta de que estaba jugando a la Play.
―Hey, ni siquiera preguntaste quién era el que golpeaba.
―¿Para qué? Si a esta casa no entra nadie ―dijo, sin apartar la mirada del televisor.
―Pero… estás desnuda.
―¿Y? A mí sinceramente ya me da un poquito igual que cualquiera de la casa me vea en concha. Si no me acostumbro a que ustedes me vean desnuda, menos me voy a acostumbrar a que me vean la concha los que me compran fotos.
―Es un buen punto.
―¿Y qué querés, Nahuel?
―Nada, solamente vine… a jugar un rato, si no te molesta.
Me miró y una radiante sonrisa se dibujó en su rostro. Me sentí extraño, como si entre Tefi y yo estuviera naciendo… una verdadera relación entre hermanos, en la que incluso disfrutamos al pasar tiempo con el otro.
―No me molesta ―dijo―. Al contrario, hace rato que tengo ganas de darte una buena paliza en Mortal Kombat. Estuve practicando mucho y estoy bastante segura de que no podrías ganarme… ni una vez.
Miré la pantalla y, efectivamente, ella estaba jugando Mortal Kombat 11. Supuse que podía jugar con ella un rato, tantear su estado de ánimo y esperar al momento más apropiado para plantearle el tema del dinero.
―Hermana, juego a la Play desde mucho antes que vos. ¿Qué te hace pensar que podés ganarme en algo?
―Que soy mejor que vos, tan sencillo como eso. Vení, sentate acá…
Con un pie le dio un par de golpecitos a una almohada. Fui a sentarme allí y me sentí muy afortunado, desde esa posición podía ver todo su culo… y su concha. Ella incluso tenía las piernas ligeramente separadas, lo que me permitía hacer una observación más minuciosa de esos labios vaginales.
Tomé el segundo joystick y me dispuse a enseñarle a mi hermana quién es mejor en esto de los videojuegos.
―¿Tenés algún personaje favorito? ―Preguntó ella.
―No sé… me dan un poco igual, en la compu jugué bastante al Mortal Kombat 9, y me iba bien con Scorpion.
―Entonces jugá con ese, cuando pierdas, no quiero que me salgas con la excusa de “estaba usando un personaje que conozco”. Normalmente yo juego con Cassie Cage.
―Ese personaje ni lo conozco, no estaba en el Mortal Kombat 9.
En cuanto vi a la tal Cassie Cage comprendí por qué mi hermana la había elegido, se trataba de una chica rubia de pelo corto, bonita y con bastante ego… muy similar a Estefanía, aunque mi hermana no es tan rubia ni usa el pelo corto. Pero en lo del ego excesivo sí que se parecen.
Empezó la pelea y yo le demostré a Tefi que aún recuerdo algunos movimientos especiales del juego… sin embargo éstos no alcanzaron para obtener la victoria. Perdí el primer round… y el segundo fue todavía más desastroso.
―¿Qué pasó, hermanito? ―Me preguntó ella, mientras en la pantalla se anunciaba a Cassie Cage como la ganadora.
―Em… nada, solo estoy un poco oxidado. Te dije que no juego desde hace mucho.
Sin embargo esa no era toda la verdad. El problema fue que durante toda la pelea me distraje, porque Tefi tiene la maldita costumbre de mover el culo cuando juega… y al estar completamente desnuda, es una gran distracción. No pude dejar de pensar en cómo se sintió cuando mi verga estuvo dentro de esa concha.
Segundo enfrentamiento… y otra vez lo mismo, mis ojos no hicieron más que fijarse en los gajos vaginales de Tefi y en sus turgentes nalgas.
Tercera… cuarta… quinta pelea, todas las perdí de forma consecutiva.
―Uf, qué paliza, nene… sos malísimo jugando a esto.
Mi orgullo estaba en juego y no pienso permitir que esta enana maldita me humille. A pesar de que ella es mayor que yo, nunca vi a Tefi como una figura de autoridad. Para mí es como si tuviéramos la misma edad. Casi como si fuéramos hermanos mellizos. Podría tolerar que alguna de mis hermanas mayores me gane en los videojuegos; pero Tefi no.
―Lo que pasa es que me distraigo.
―¿Con qué te distraés? ―Preguntó ella, haciéndose la boluda, como si no lo supiera.
―Con tu culo… estás desnuda y justo delante mío… es medio difícil concentrarse en la pantalla.
―Ay, nene, soy tu hermana… si mi culo es una distracción para vos, no es mi culpa. Es un problemita tuyo.
―No es solo eso… es que se te ve toda la concha…
―¿Así? ―Preguntó, al mismo tiempo que usaba dos dedos para separar sus labios vaginales.
El corazón me dio un vuelco. Aún me cuesta asimilar que mis hermanas estén dispuestas a mostrarme la concha. Mi libido reacciona de forma animal, al ver una concha, solo pienso en meterle la verga… sin importar a quién pertenezca esa vagina.
―Es una distracción ―dije, manteniendome firme. Y hablando de firme… mi amiguito estaba bien despierto y con ganas de salir a jugar―. Vos también estarías distraída si yo sacara la pija.
―No lo creo, porque estás sentado atrás, ni te la vería.
Diario de Cuarentena:
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Activando tácticas persuasivas
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―¿Verla? No… ¿Pero sentirla?
No le di tiempo a nada. Saqué la verga del pantalón y me coloqué detrás de ella. Mi miembro erecto quedó encajado entre sus nalgas.
―¿Vos te creés que te tengo miedo? ―Me desafió.
―No, pero sí creo que con esto acá no te vas a poder concentrar en la pelea.
―Hagamos la prueba.
Me agradó que ella entendiera que todo esto era un simple juego. Por lo general con Tefi siempre termino peleando, pero últimamente nos estamos entendiendo bastante bien. Creo que las sesiones de fotos ayudaron mucho a cimentar nuestra confianza.
Inició una nueva pelea, yo intenté jugar con Sub-Zero, otro personaje que me resulta fácil de usar. Tefi volvió con su querida Cassie Cage. Me quedé mirando la pantalla, y esto fue una ventaja, al estar tan cerca de mi hermana ya no veía su concha… pero la sentía, y la muy desgraciada lo sabía. Mientras apretaba los botones del joystick, ella se movía, frotándose contra mi verga como una gata en celo.
Volví a perder.
Sin embargo, no estoy dispuesto a admitir que mi táctica haya sido un error. Todo es cuestión de acomodarse un poco.
―Vamos otra vez ―le dije a Tefi, mientras ella se reía de mí. Parecía no importarle en lo más mínimo que mi verga estuviera peligrosamente cerca de su concha.
―¿Esta vez qué te distrajo, hermanito?
―Nada. Solo que hace tiempo que no uso a Sub-Zero, tengo que practicar un poco.
Antes de que pudiera decir algo más, mi hermana dio inicio a un nuevo combate.
Diario de Cuarentena:
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Activando tácticas ofensivas
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Decidí pasar a la acción. Procuré que mi verga quedara bien encajada entre las nalgas de Tefi y mientras jugaba me moví de atrás hacia adelante… sí, como si la estuviera cogiendo… con la diferencia de que la pija no entró… aunque sí recorrió toda la concha de abajo hacia arriba, y varias veces sentí cómo el glande intentó meterse en el agujero del culo de Tefi, sin conseguirlo. Ella ahora se movía acompañando lo que yo hacía, incluso paró más la cola.
Me resultó muy difícil concentrarme en moverme y apretar los botones del joystick, lo único que podía hacer era confiar en mis instintos. El puto problema era que esta táctica era un arma de doble filo, pude notar que el nivel de Tefi decendió un poco, cometió más errores; pero yo también. No puedo concentrarme en jugar si mi verga me está pidiendo a gritos: “¡Metela, metela!”.
Sin embargo esta vez conseguí ganar al menos un round, y fue evidente que Tefi estaba distraída. A pesar de eso, cuando terminó la pelea dijo:
―Otra vez te hice pedazos.
―Hey, perdiste una…
―Sí, pero lo que importa es quién gana dos rounds. Ganar uno solo no te sirve de nada.
―A mí me sirve…
―Ay, hermanito. No sabías que tenías un orgullo tan frágil ―dijo esto restregando su concha contra mi verga, como una sensual gata.
Nunca me imaginé que una mujer podría hacerme eso y que resultara humillante; pero lo era. Ella me pasaba toda la concha por la verga como diciéndome: “Sé que querés y no podés”.
―Si te gano una vez más, me quedo con la Play en la pieza durante una semana ―apostó.
―Dale, pero si yo gano, me la llevo a mi pieza ahora mismo.
―Por mí está bien ―dijo, encogiéndose de hombros―. Si total no tenés ni chances de ganarme.
Inició un nuevo combate, esta vez no solo estaba mi orgullo en juego, sino también mi amada PlayStation, si yo gano podré disfrutar de los juegos nuevos durante una semana, algo que me viene muy bien en la monotonía del encierro.
El primer round no resultó tan mal, incluso estuve cerca de ganarlo. Me di cuenta que mientras más intensos eran mis movimientos sobre la concha de Tefi, más se distraía ella. Por más que se haga la dura, tiene un punto débil: le gusta la pija.
Perdí el primer round, pero estar tan cerca de la victoria me incentivó a intentarlo más duro… y por intentarlo más duro no me refiero a que jugué mejor, sino a que hice más presión contra la concha de Tefi… tanta que mi glande quedó en la entrada de su vagina, empujando contra el agujero. Esto en parte fue culpa de ella, que al moverse tanto terminó provocando alineación entre mi pija y su concha.
Pude escuchar cómo gemía… o quizás fue mi imaginación y solo emitió un quejido porque le estaba dando una paliza. Por la razón que sea, lo importante es que gané. Costó; pero lo conseguí.
Solo faltaba un round, era a todo nada.
La pelea empezó fuerte, con una clara ventaja para Tefi, y yo comencé a desesperarme. Esta desesperación fue tanta que dejé de medir mis acciones. Avancé como un campeón. Mi verga se abrió paso dentro de la concha de Tefi y fue deslizándose hacia adentro a ritmo constante. Cuando ella sintió la penetración soltó un fuerte y largo gemido… sí, esta vez puedo decir con total seguridad que se trató de un gemido. A medida que mi verga se hundía más y más, la cola de Tefi se iba levantando. Ella terminó prácticamente en cuatro patas, apoyada sobre las rodillas y los codos.
Tener la pija adentro se sintió tan bien que estuve a punto de perder la concentración; pero a ella le pasó lo mismo. Durante unos segundos nadie le pegó a nadie, fue la pelea de Mortal Kombat más insulsa del mundo. Sin embargo, estaba en desarrollo otro enfrentamiento fuera de la pantalla.
―Si creés que me vas a ganar usando trucos sucios, estás muy equivocado ―me dijo―. No le tengo miedo a tu verga.
Para demostrarme la seguridad que tenía en sí misma, la muy guacha retrocedió, provocando que la verga se hundiera aún más en su concha. Eso fue un arma de doble filo, a los dos nos afectó por igual, yo casi dejo caer el joystick y ella, por gemir, dejó de mirar la pantalla durante unos segundos y no pudo aprovechar mi distracción. Pero no podía quedarme así, necesitaba recuperarme lo antes posible.
Diario de Cuarentena:
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Activando contraataque
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Sujeté el joystick bien firme con ambas manos, puse toda mi atención en la pantalla y empujé fuerte con la pelvis hacia adelante. Mi verga se enterró completa en la concha de Tefi. Su espalda se arqueó y soltó un profundo gemido. Aproveché para golpear tanto como pude a su querida Cassie Cage. La ventaja era mía y no pensaba perderla. Empecé a bombear, como si me la estuviera cogiendo… bueno, de hecho creo que eso era lo que estaba haciendo, aunque preferí no pensar demasiado en ese asunto.
Me centré en ganar la pelea, aprovechando que Tefi parecía estar con la cabeza en otro mundo. Sus movimientos cesaron, pero los míos no. Aceleré el ritmo de mis embestidas tanto como pude, procurando no soltar el joystick.
―Ay… pendejo hijo de puta. Me re clavaste. Pero vas a ver que conmigo no podés…
Fue asombroso. Tefi se recuperó en cuestión de un segundo. Volvió a concentrarse en la pelea y sus movimientos de gata en celo se hicieron mucho más evidentes. Ahora su culo bailaba y se sacudía delante de mi verga. Ahora el que perdió la concentración fui yo. Ya no pude defenderme y tuve que centrar toda mi atención en no acabar. Eso lo conseguí; pero mi hermana se alzó victoriosa en la pelea decisiva de Mortal Kombat.
―¡Te gané! ¡Te gané!
Empezó a celebrar, sin dejar de sacudir sus nalgas. Ahora ella me estaba cogiendo a mí y al moverse de esa forma, sin quejarse de dolor alguno, me hacía ver que, efectivamente, no tenía miedo de mi verga.
La pelea dejó de importarme, la Play también. Lo único que ocupaba mi mente era la concha de Tefi, tan húmeda y apretada, y cómo mi verga entraba y salía de ella. Con la mente totalmente nublada la tomé por la cintura y empecé a darle embestidas muy duras. Ella estuvo a punto de decir algo, pero sus palabras se convirtieron en gemidos que intentó disimular bajando la cabeza y pegando la cara contra el colchón. Creí que Tefi me mataría en ese mismo instante, sin embargo no hizo nada. Incluso dejó de moverse. Se quedó completamente quieta recibiendo mis embestidas, una detrás de la otra. Su concha estaba llena de jugos y eso facilitó mucho las penetraciones. Empecé a moverme de la misma manera que lo había hecho al coger con mi prima. La calentura fue aumentando hasta que sentí que llegaba el momento del clímax; pero como si la intuición femenina de Tefi se hubiera activado, ella dijo:
―Ay, Nahuel… llevo mucho tiempo sin garchar, y tu pija está muy bien; pero… pará un poquito, que soy tu hermana.
―Perdón… tenés razón…. ―dije, recobrando la compostura.
Me aparté de ella y me senté en la cama, con el corazón muy acelerado. Ella se quedó ahí unos segundos y pude ver cómo su concha había quedado bien dilatada. Luego se sentó en la cama y se puso de frente a mí. Miró mi verga y sonrió.
―Fue una buena pelea; pero te gané. La Play se queda acá, por una semana.
Esto fue una dura puñalada para mi orgullo; y no pude responder nada.
Tefi se acostó a mi lado, como si fuéramos una pareja que terminó de coger. Abrió el cajón de su mesita de luz y sacó una barra de chocolate. Comió una parte y luego dijo:
―Siempre me gusta comer chocolate cuando estoy excitada, es como un afrodisíaco ―mientras hablaba se frotaba la concha.
―¿Y de dónde sacaste el chocolate? Hace meses que en esta casa nadie compra ni un puto caramelo.
―Se lo robé a mamá, ella tiene una reserva de golosinas escondida en la pieza.
―Qué maldita… y no nos quiere convidar.
―No, por eso se lo saqué. ―Mordió otro pedazo de chocolate y se metió los dedos en la concha, me quedé mirando con los ojos desencajados de las órbitas.
―Al menos admitís que te quedaste caliente.
―Y sí, nene… no soy de madera. Si me meten una pija así de grande en la concha, me quedo caliente. Creo que le pasaría a cualquier mujer… incluso a mamá, con lo frígida que es.
Estuve a punto de decirle que ya no creía que mamá fuera tan frígida, sin embargo ese no era el tema del cuál quería discutir.
―¿Qué tal te va con tu negocio de fotos porno? ―Le pregunté.
―Más que bien. Estoy vendiendo un montón.
―Me alegra mucho. Che… ¿hay alguna posibilidad de que yo reciba algo de ese dinero?
―Me dijiste que no querías plata.
―Pero cambié de opinión.
―Si es para un juego de Play, decime y lo compro… no tengo drama.
―No, es para otra cosa.
Ella giró su cabeza. Nuestras miradas se encontraron.
―¿Qué otra cosa?
―No te interesa.
―Sí, me interesa. Sabés que soy curiosa por naturaleza. ¿En qué querés gastar la plata?
―No te importa, Tefi. Vos misma dijiste que yo merecía alguna recompensa por ayudarte…
―Y no digo que no… yo te puedo dar algo de lo que gané; pero la condición es que me cuentes para qué lo querés.
Y una vez más volvió a ser la misma hermana que yo conocía, la peleadora.
―No te voy a decir.
―Sí me vas a decir ―dijo riéndose mientras me hincaba un dedo contra las costillas, una práctica tan molesta como efectiva.
―No, dejame en paz…
―Dale, decime… decime…
―No, pará porque me voy a enojar.
―No te vas a enojar… ya no te podés enojar conmigo, y lo sabés muy bien.
¿Eso era cierto? Es posible, mi relación con Tefi cambió mucho durante las últimas semanas.
―Sí me voy a enojar ―dije, manteniéndome firme en mi testarudez―. Pará de una vez.
―¿Ah, sí? ¿Y si no paro? ¿Qué vas hacer? ¿Eh? ¿Qué vas a hacer?
Sus dedos se movieron más rápido contra mis costillas, me sacudí y tuve que saltar fuera de la cama, para evitar que ella siguiera torturándome.
―No huyas, cobarde.
―Está bien… vos te lo buscaste ―le dije.
Diario de Cuarentena:
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Activando tácticas de rata inmunda
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Abrí la puerta del cuarto y grité:
―¡Mamá! ¡Estefanía te robó los chocolates!
―¡Hijo de puta!
―¡Y también te dijo puta!
Al darme vuelta vi que Tefi intentaba deshacerse de la evidencia. Se comió de un mordiscón lo que quedaba de la barra de chocolate e hizo un bollo el envoltorio. Seguramente pretendía tirarlo por la ventana a la calle, o esconderlo debajo del colchón. Sean cuales fueran sus intenciones, yo no le permitiría salirse con la suya.
Volví a la cama y me arrojé sobre mi hermana. Empezamos a forcejear por ver quién se quedaba con el cuerpo del delito. Yo aún seguía con la pija bien dura, y los roces fueron inevitables. Para colmo, con tal de mantener el envoltorio lejos de mi alcance, ella se puso de espaldas a mí. La sujeté por las tetas, lo hice sin querer, Tefi luchó por apartarse y yo no se lo permití. Entre tanto movimiento y forcejeo, mi verga erecta consiguió meterse una vez más en su concha. Bueno, es posible que yo haya provocado un poco esa situación… es que tenía tantas ganas de volver a probar el interior de su sexo, que cuando tuve la oportunidad no lo dejé pasar.
Mi hermana pareció hacer caso omiso a la penetración, a pesar de que tenía la verga bien adentro, ella solo se preocupaba por evitar que yo le quitara el envoltorio.
La lucha continuó hasta que la puerta del cuarto se abrió. A ninguno de los dos se nos ocurrió pensar que mi madre vendría a ver qué era lo que estaba pasando. Alicia nos miró confundida. Ella estaba en tetas, lo único que vestía era una pequeña tanga blanca y su cabello estaba mojado, como si hubiera salido de la ducha.
―¿Qué pasa? ―Preguntó, mirándonos fijamente. Nosotros nos quedamos petrificados―. ¿Qué están haciendo?
Al principio creí que la pregunta venía por la evidente penetración. Sin embargo después me di cuenta que ella no podía ver dónde estaba mi verga, ya que Tefi estaba prácticamente sentada arriba mío, e inclinada hacia adelante. Mi hermana también se dio cuenta de esto, porque se esforzó por cubrir su entrepierna.
―Nada, mamá… no pienses nada raro ―dijo Tefi―. Nahuel se sacó la ropa porque…
―Eso es lo de menos ―dijo Alicia―. Al parecer en esta casa el nudismo es inminente. Todas andan en concha… y no le podemos prohibir a Nahuel andar desnudo. No me gusta, pero sé que traería problemas si se los prohíbo. Lo que quiero saber es por qué están peleando.
―Por una boludez ―dije―. No te preocupes, no es una pelea en serio. Fue por un jueguito de la Play, nada más.
―Por el grito que pegaste pensé que se trataba de algo grave.
―Perdoname si te asusté.
―Sí, mami, no pasa nada. En serio.
Mientras hablaba, Tefi comenzó a deslizarse lentamente, para que la verga saliera de su concha. Era un movimiento arriesgado, pero debíamos hacerlo cuanto antes, por lo que yo también colaboré, retrocediendo un poco. Esa concha estaba fabulosa y me dio mucha pena tener que abandonarla; pero si mi mamá nos descubría haciendo eso tendríamos que dar muchas explicaciones… y no sé cómo las daríamos. No había excusa para lo que estábamos haciendo.
―Pero ahora que estás acá, te quería hablar de algo ―dije, más que nada para mantener a mi madre distraída―. Creo que ya es hora que Tefi te cuente algo.
―¿Qué me tiene que contar?
―¿Qué decís, pendejo? ―Se quejó Tefi, aprovechó este repentino cambio de humor para alejarse rápidamente de mí, lo cual fue un alivio. Mi verga quedó erecta; pero ya no estaba dentro de su sexo… y nuestra madre no había visto nada―. Mirá, mamá… espero que no me eche la culpa a mí de que tiene la verga dura ―lo dijo como si recién se percatara de mi erección.
―No le digas eso a tu hermano, che. Él no puede evitar que se le pare… si a cada paso que da lo único que ve son culos, conchas y tetas. Es lógico que esté empalmado todo el día.
―Solo digo que yo no hice nada para que esté así ―no me enojé con ella, al fin y al cabo solo intentaba zafar de la incómoda situación en la que nos habíamos metido.
―¿De qué querías hablarme, Nahuel?
―De nada ―intervino Tefi―. No tiene nada para decir. Cierto ¿Nahuelito? ―Me miró con una ira asesina.
―Sí tengo algo para decir. Creo que ya es hora de contarle a mamá. Sé que al principio te vas a enojar conmigo… y es posible que mamá también se enoje; pero después vas a entender por qué decidí contarle todo.
―¿Pasó algo malo? ―Preguntó Alicia. Cerró la puerta, se acercó a nosotros y se sentó en el borde de la cama.
―No digas nada, Nahuel ―dijo Tefi, con los dientes apretados―. Porque te juro que te cago a trompadas.
―Voy a correr ese riesgo ―todo mi improvisado plan se sostenía en mi creencia de que Alicia ya no es tan rígida como antes. Esta cuarentena está trayendo grandes cambios en todos nosotros, y principalmente en ella―. Te lo voy a decir sin vueltas, porque mientras antes lo entiendas, va a ser mejor.
―¡Nahuel! ―Tefi intentó taparme la boca pero yo agarré sus manos y logré mantenerlas lejos de mí.
―Tefi está vendiendo fotos eróticas en internet.
Los ojos de mi madre se abrieron lentamente, pero a ritmo constante. Fue como si su asombro se inflara como un globo mientras su cerebro procesaba la información.
―¿Que hace qué?
―¡Te voy a matar, pendejo! ―Tuve que usar toda mi fuerza para contener la ira de mi hermana, ella me quería comer vivo.
―Pero escuchá ―continué, sintiéndome como un frágil venado entre dos leonas hambrientas―. Antes de que te enojes con ella, o que ella me mate… tenés que saber que a Tefi le está yendo muy bien con este negocio. Tan bien que podría ayudar con los problemas económicos de la casa. ―Esas palabras fueron como un interruptor mágico. Al instante Tefi se detuvo, ya no intentaba matarme, y mi mamá dejó de estar tan tensa, ahora solamente lucía preocupada―. Perdón, Tefi, sé que te vas a enojar conmigo; pero no me importa. Las cosas no están bien, mamá… mamá debe plata a otra persona ―preferí no decir la identidad de esa persona―. Ella necesita una ayuda económica.
―Lo sé ―dijo Tefi, con los hombros caídos―. Si me hubieras dicho que querías la plata para eso, hubiera accedido sin problemas. Sé que las cosas no están bien.
―No necesito que me den plata.
―¡Ay, mamá! ―Exclamó Tefi―. No me vengas con eso, si se nota que la plata no alcanza para nada. Si no te ofrecí de mi plata fue porque no sabía cómo explicarte de dónde la conseguía… pero ahora ya lo sabés. Y antes de que empieces con tu sermón de que lo que hago está mal y todo eso, dejame decirte que soy mayor de edad y hago con mi cuerpo lo que quiero. Esto me da más ganancias que pasar horas dentro de una tienda que no vende nada.
―Sobre eso ya vamos a hablar… pero, en serio, no necesito plata.
―Mamá, no seas orgullosa ―siguió diciendo Tefi―. Hace días que venimos comiendo pastas caseras. A ver, que a mí me encantan tus pastas, cocinas muy rico; pero no soy tan tonta como para no entender que si hacés tantas pastas es porque no hay plata. Nadie quiere hablar del tema, a pesar de que es obvio. En esta casa somos ocho personas… ¡OCHO! y solamente tenemos dos ingresos: lo que ganás vos de la pensión y el sueldo de Gisela. Todos los demás viven de arriba, incluyendo a este zángano que nunca laburó en su vida.
―Gracias, yo también te quiero ―le dije.
―Hablo en serio, Nahuel. Tenés que ponerte a trabajar en algo.
―¿Y qué mierda querés que haga? ¿Dónde querés que consiga trabajo si no puedo ni asomar la cabeza por la ventana?
―Basta, dejen de pelear ―nos quedamos mudos al ver que Alicia tenía lágrimas en sus ojos―. Sé que las cosas no están bien, pero lo último que quiero es que terminemos echándonos la culpa los unos a los otros. Ya vamos a salir de esta situación de mierda.
―Perdón, mamá. Tenés razón. No es momento para pelear ―dijo Tefi, demostrando que, a veces… muy de vez en cuando, puede dar pequeños signos de madurez―. Y no quiero que te preocupes, lo que yo gano no es una fortuna; sin embargo es un buen ingreso, va a venir bien para salir del paso. Sé que el método no te gusta. Es lo que hay. Así me gano la vida. Vendo fotos en concha. Es casi como una prostitución virtual. Todavía lo estoy procesando. No me gusta tener que hacer esto; pero no vi más alternativas. Si vos estás en desacuerdo, no me importa, lo seguiré haciendo, porque tenemos que comer. Y si me vas a decir que…
Alicia abrazó con fuerza a su hija, el movimiento fue tan rápido e inesperado que Tefi enmudeció al instante. Pude notar que a las dos se le llenaban los ojos de lágrimas.
―Hija, te conozco como si fuera la madre que te parió. Si hacés eso para ganar dinero, sé que no la estás pasando bien. Sé que te resulta difícil. Es cierto que el método no me gusta… no me gusta ni un poquito. No quiero que una de mis hijas se vea obligada a hacer algo así, para poder comer. Pero quiero que sepas que te apoyo igual, porque sos mi hija, porque te amo y porque con esto me demostrás que tenés un corazón de oro.
La situación se volvió tan emotiva que ellas rompieron en llanto y yo estuve a punto de unirme al coro. No sé cómo logré aguantarme. No lo podía creer, al final mis sospechas sobre mi madre resultaron ciertas, ella tiene la mente un poco más flexible de lo que suponíamos.
―Gracias, mamá. Me hace sentir muy bien contar con tu apoyo ―dijo Tefi―. Era lo único que necesitaba. Esto me hace las cosas mucho más fáciles, no te imaginás cuánto. Y no quiero que rechaces la plata que te voy a dar. Porque si esa plata sirve para algo, entonces me voy a sentir mucho mejor haciendo lo que hago.
―La voy a aceptar, para que te sientas mejor y porque es cierto, la necesitamos. Y vos, Nahuel…
―Sí, ya sé, mamá… me vas a decir que tengo que empezar a trabajar…
―No, no… no es eso. Solo te quería preguntar algo.
―¿Qué cosa?
―¿Por qué sabés que Tefi vende esas fotos? ¿Qué tenés que ver en todo esto?
―Em… nada… solo… me lo contó un día ―dije, sin sonar muy convincente.
―No te creo. Ustedes nunca fueron muy amigos que digamos y últimamente veo que pasan mucho tiempo juntos, encerrados en esta pieza… y sin ropa. Hace rato empecé a sospechar que acá había algo raro… y si eso tiene que ver con las fotos…
―Sí, tiene que ver ―se apresuró a decir Estefanía―. No te voy a mentir, necesito ser honesta con vos. Ahora que ya sabés lo más importante, prefiero que sepas toda la verdad. Nahuel me estuvo ayudando con las fotos. Sí, sé que te va a sonar una locura… no pasó nada muy serio, es que las fotos se venden mejor si… si tengo a alguien con quien interactuar. Igual no pienses nada raro, solo nos sacamos unas fotos juntos y nada más ―en realidad sí hubo más, y al parecer Tefi prefería omitir esa parte.
―Pero… es tu hermano… ¿y si alguien se da cuenta?
―No tienen por qué darse cuenta, mamá… si no se le ve la cara en ninguna foto. Es decir… lo que menos necesito son fotos de su cara. ¿Me explico?
―Em… creo que sí… ¿y qué tipo de fotos hicieron? ¿Quiénes son los que te compran? ¿Tus conocidos saben que vendés estas fotos? ―Hizo silencio, respiró hondo y siguió―. Perdón, hija. Te estoy bombardeando con preguntas…
―Y de a poco te las voy a responder. Solo tenés que tener un poco de paciencia. Lo más importante es que me pagan muy bien… especialmente si me saco fotos con otra persona. Esas las puedo vender a más del doble del precio habitual. Pero bueno, no tengo tantas fotos así, con Nahuel no estamos todo el día sacando fotos. Solo lo hicimos un par de veces.
―Bueno, me alegra oír eso, porque ya estoy pensando mal de esas fotos, se me está llenando la cabeza de ideas e imágenes que no me gustan nada.
―Tranquila, mamá… no fue para tanto. ―Aseguró Tefi, aunque eso era una cuestión de perspectiva―. Lo único que necesito oír de vos es que no vas a intervenir con lo que hago… con lo que hacemos. Necesitamos ese dinero… y aunque te parezca una locura, necesito de Nahuel.
Alicia se quedó en silencio durante unos segundos, manteniéndonos en el vilo de la incertidumbre. Nos miró a los ojos y luego dijo:
―Lo permito, pero con una condición.
―¿Cuál? ―Quiso saber Tefi.
―Que yo esté presente cuando saquen esas fotos. Me voy a quedar mucho más tranquila si puedo… em… monitorear lo que hacen y cómo lo hacen.
Tefi y yo intercambiamos miradas, al parecer a los dos nos tomaron por sorpresa las palabras de nuestra madre.
―A mí me parece un trato justo ―dije, para romper el silencio.
―¿Te parece? ―Preguntó Tefi.
―Em… sí. Así ella se va a quedar más tranquila. Para que vea que en realidad no es para tanto.
Una vez más confié en que mi mamá tuviera la amplitud mental suficiente como para soportar esta situación.
―Está bien ―dijo Tefi―, pero mi condición es que las fotos se sacan sí o sí. Aunque a vos no te guste lo que hay que hacer. Ah… y de lo que pasa acá… ni una palabra a nadie. Ni siquiera se lo conté a Macarena. Ustedes son los únicos que lo saben, y me gustaría que se mantenga así.
―Me parece bien ―dijo mi madre―. ¿Podrías mostrarme alguna de las fotos? Necesito sacarme la duda… porque lo que me mata es la incertidumbre. Y te prometo que no me voy a enojar. Valoro mucho el sacrificio que hacés… sé muy bien lo que es hacer lo que sea necesario por el bien de la familia, te lo puedo asegurar.
―Em… sí, te las muestro, pero… estaba pensando. Ya que vas a estar “monitoreando” todo lo que hacemos. ¿Por qué no nos ayudás? Nos vendría bien tener a alguien que se encargue de sacar las fotos. Es un poco incómodo tener que hacerlo nosotros mismos.
―Bueno, sí… no tengo problemas en hacerlo.
―Eso lo decís ahora, vamos a ver si opinás igual cuando empiecen las fotos… y espero que en ese momento recuerdes mis condiciones: las fotos se sacan sí o sí. Las necesitamos.
―Sí. Te prometo que voy a poner todo de mi parte para no interrumpir el proceso. Aunque esta noche no voy a dormir, dándole vueltas a la idea de que mi hija tiene que vender fotos desnuda para que podamos comer. Eso me hace sentir un fracaso de madre.
―No es tu culpa, mamá… además, ya me estoy acostumbrando. ¿No es cierto, Nahuel?
―Sí ―intervine―. Ella me contó que ya no se siente tan mal al sacarse esas fotos… e incluso le gusta recibir halagos de la gente… porque es orgullosa y un poquito narcisista.
―Bueno sí… una tiene su orgullo ―dijo Tefi―. Me gusta que las fotos queden bien. ―Esto hizo sonreír a mi madre, aunque fue una sonrisa tímida, sin fuerza―. A veces hasta me divierto sacándome fotos, así que no quiero que te sientas mal por mí. Sé que con el tiempo me voy a acostumbrar a este… em… trabajo. Y hablando de eso, dentro de poco vamos a tener que hacer una nueva sesión de fotos, porque necesito renovar el material. Los que me compraron antes ya están pidiendo cosas nuevas. Si querés, mamá, tomate unos días para procesar todo, y cuando te sientas mejor, hacemos las fotos.
―¿Y por qué no ahora mismo?
―Em… porque… pensé que necesitabas tiempo.
―El tiempo me va a hacer dudar, hija. Ya me conozco. Quizás dentro de dos días te digo que esto es una locura y que no quiero que lo hagas…
―Muy cierto.
―Además ―continuó Alicia―, vos ya estás desnuda… Nahuel está… en condiciones ―dijo señalando mi verga, que aún mostraba algunos signos de rigidez―. Solo necesitamos la cámara.
―¿Estás segura, mamá? ―Preguntó Tefi.
―No, pero hay que hacerlo. Necesito saber cómo es el proceso, qué es lo que hacen exactamente. Y si vos necesitás fotos nuevas para ganar dinero, me imagino que cuanto antes las tengas, va a ser mejor.
―Eso es muy cierto. ¿Qué decís, Nahuel? ¿Te prendés a una nueva sesión de fotos?
―Por supuesto ―dije con convicción.
Y sí que estaba convencido. Al principio me dio mucho miedo involucrar a mi mamá en todo esto asunto; pero luego de las cosas que viví con ellas, creo que vamos a poder llevar el proyecto adelante… aunque seguramente habrá inconvenientes. A pesar de eso, me entusiasma mucho la idea de participar en una nueva sesión de fotos con Tefi, incluso aunque esté mi mamá presente. Creo que de esto puede salir algo muy interesante.