Aislado Entre Mujeres [15].

Sesión de Fotos con Tefi.

Capítulo 15.

Sesión de Fotos con Tefi.

Pasó un día desde la ducha con mi madre y aún sigo teniendo cada momento grabado en la mente como si lo estuviera viviendo. Lo que más me preocupaba era Ayelén; ella nos sorprendió en una situación muy difícil de explicar, que da mucho lugar a grandes malentendidos. Conociéndola, sé que va a aprovechar esa información para obtener alguna ventaja… o para vengarse de mí por no elegirla como ganadora en el torneo de culos.

Para no pensar tanto, y porque estaba aburrido, entré al cuarto de Tefi… no sin antes golpear. A pesar de que avisé que entraba, ella decidió que no era necesario vestirse. Estaba acostada boca abajo en la cama, completamente desnuda, mirando hacia el televisor. En las manos tenía el control de la PlayStation 4. Miré la pantalla, ella no estaba jugando a nada, solo estaba explorando la tienda virtual de PlayStation.

―¿Qué hacés? ―Le pregunté, sentándome a su lado.

Elegí una posición que me permitía ver perfectamente sus nalgas y sus turgentes gajos vaginales. Aún no me acostumbro a ver conchas en vivo y en directo, a pesar de que llevo vistas unas cuantas dentro de mi casa. Y la de Tefi es simplemente espectacular, especialmente al mirarla desde atrás, porque ahí es cuando más se nota que su concha parece estar formada por dos suaves pancitos recién horneados, que aguardan ahí, bien apretados entre sus piernas. Dan ganas de tocarlos.

―Estoy buscando un juego para comprar ―me respondió―. El Mortal Kombat 11 es una compra fija, además justo está en oferta.

―Buenísimo. Te voy a hacer sufrir con ese juego.

―Pff… pobre de vos. Dame unas semanas de práctica y te destrozo. Descubrí que soy bastante buena para esto de los videojuegos.

―Solamente jugaste Assassins Creed Odyssey…

―Sí, pero a diferencia de vos, yo lo jugué en “Difícil”, vos lo jugaste en “Normal” y era muy gracioso ver cómo te mataban a cada rato.

No sabía que ella lo había jugado en una dificultad mayor, eso sí me dio un poco de miedo, porque la vi jugar y realmente se defendía muy bien cuando los enemigos venían a atacarla. Quizás fuera cierto que ella tiene talento para esto.

―¿Y pensás comprar otra cosa además del Mortal Kombat?

―Sí, quiero otro juego lindo… como el Odyssey.

―Tal vez te pueda ayudar. ¿Qué te gustó de ese?

―Muchas cosas. El mapa, la ambientación griega, la historia me resultó interesante… me gustó que me permitiera jugar con un personaje femenino… y que fuera de acción.

―Bueno, no encaja con todo lo que decís, pero podrías comprar el God of War. Tiene una ambientación en la mitología nórdica… y hay mucha acción.

Ella buscó el juego en la tienda. Yo aproveché el momento para hacer algo de lo que no me enorgullezco. Posé mi mano izquierda en una de las nalgas de Tefi y comencé a acariciarla lentamente. Mi hermana ni se inmutó.

―¿Es este con el pelado barbudo?

―Ese pelado barbudo es Kratos, el dios de la guerra ―le corregí―. Con la PlayStation 3 jugué a todos los God of War, pero nunca tuve este.

―Ah… entonces me estás recomendando el juego que vos te querés comprar.

―A vos también te puede gustar.

Estefanía miró el trailer promocional del juego mientras mis dedos se acercaban lentamente a sus gajos vaginales. Era imposible que no notara mis caricias, estaba pensando en alguna excusa estúpida para cuando ella me preguntara qué estaba haciendo… pero no dijo nada.

―No sé, no me convence… lo dejo en la lista de “posibles compras”. Hace un ratito vi uno que se llama Horizon Zero Dawn, se ve precioso y tiene una protagonista femenina.

Tefi reprodujo el video promocional de este juego y es cierto, se veía de lo más interesante… pero no le presté mucha atención. Mis ojos estaban más preocupados de lo que hacía mi mano. Sentí la tibieza del sexo de mi hermana al acariciar uno de sus labios vaginales. Ella no emitió ni un sonido, continuó mirando la pantalla como si nada ocurriera. Mi verga comenzó a despertarse, tal y como siempre hace, la muy traicionera. Sin embargo esta vez no debía preocuparme tanto por eso, Tefi ya me había visto con la pija dura y si no tenía problemas en estar desnuda frente a mí, imaginé que tampoco le molestaría que yo hiciera lo mismo.

Saqué la verga del pantalón y con una mano comencé a masturbarme, mientras con la otra acariciaba lentamente la concha de Tefi. Llegué al centro, justo donde sus labios se unían, permití que mis dedos dibujaran toda esa raya de abajo hacia arriba. Mi hermana no se quejó y eso me dio mucha tranquilidad, quizás no quería hablar del tema pero me daba a entender que no le molestaba.

―Bueno, mientras pienso cuál voy a comprar, voy a seguir jugando al Odyssey. Todavía me quedan varias cosas por hacer. ―Giró la cabeza hacia atrás y descubrió que yo estaba con la pija dura, esto no pareció sorprenderle en lo más mínimo―. ¿Querés sacarme fotos mientras tanto? Si quiero comprar los juegos voy a tener que vender muchas…

―Em… sí, claro. ¿Las saco con tu celu?

―Nah, usá el tuyo. Después me las pasás. Total, ya debés tener como mil fotos de mi concha dentro de tu teléfono.

Aún seguía sorprendiéndome la calma con la que Tefi se tomaba este asunto, no el de las fotos en sí, sino que yo pudiera tocarla sin pedir permiso o que incluso pudiera pajearme delante de ella. Desde que la arrimé en el baño, no puedo dejar de pensar en su concha. Cierro los ojos y me acuerdo de lo bien que se sintió cuando la cabeza de mi verga entró en ese agujero. De solo pensarlo se me acelera el corazón… y se me pone dura la pija.

Ahora me siento mucho más confiado, tengo el permiso de Tefi… esta vez de forma verbal; no me gusta molestarla. Quisiera decirle que nada de lo que hago va en serio, que es solo un juego… incluyendo el arrimón en el baño. Pero soy tan cobarde que no me animo a decirle nada. Quizás me resultaría más fácil hablar de este tema con Macarena, ella se está convirtiendo en mi psicóloga personal… y yo soy su pequeño experimento.

―Te saco las fotos desde atrás ―le dije―, así… em…

―Sí, así la concha se me ve mejor… esa es la idea. Dale tranquilo.

Tranquilo no es la mejor palabra para definir mi estado de ánimo actual… confiado, tal vez, porque sé que mi hermana está de acuerdo; pero no estoy ni cerca de estar tranquilo. La pija me palpita tan rápido como el corazón.

Me coloqué detrás de Tefi… bueno, mejor dicho, encima de ella. Me senté sobre sus piernas y mi verga quedó apuntando directamente a sus nalgas… que quizás estaban demasiado cerca.

―¿No te molesta si en las fotos sale mi verga? ―Pregunté.

―No, para nada… esa es la intención ¿no es cierto?

―Em… sí, supongo. Bueno, allá voy.

Vi que ella ya estaba iniciando el juego, no le presté demasiada atención a eso. Miré su preciosa concha a través de la pantalla de mi celular y la fotografié varias veces. Luego acerqué un poco más mi verga… tanto que pude sentir que mi glande hacía contacto con los labios vaginales. Fotografié esta escena varias veces, cualquiera que viera estas imágenes pensaría que Tefi pasó una bonita tarde de sexo… pero no era más que un montaje.

Rápidamente perdí el interés en las fotos, ya empezaban a verse todas iguales. Mi hermana parecía estar muy concentrada en su partida; intentaba eliminar a todos los espartanos de un fuerte, eso le llevaría tiempo. Por eso decidí relajarme un poco. Agarré mi verga otra vez y, aprovechando la estimulación visual que tenía, comencé a pajearme. No es que estuviera pensando en cogerme a mi hermana, por mi mente solo pasaban imágenes genéricas de mi verga entrando en una concha… sí, una concha muy similar a la de Tefi; pero eso se debía a que la estaba viendo… ese era mi marco de referencia.

Con el movimiento de la mano y de mi verga, noté que el glande rozaba contra los labios vaginales. Supuse que esto sería llegar al límite, aunque de todas formas lo hice. Pasé la cabeza de mi pija entre los gajos de la concha de Tefi… una vez, de arriba hacia abajo, y luego el camino inverso, de abajo hacia arriba. Se sintió de maravilla y ya podía notar la humedad de su sexo. Repetí esto dos o tres veces más… y mi hermana no se quejó. Ella siguió matando espartanos como si yo ni siquiera estuviera allí.

Con la verga palpitando de emoción empujé un poquito hacia adelante, no mucho, no quería que Tefi se sintiera invadida. Pude notar cómo el agujero de su concha se abría levemente ante la presión. Saqué una foto de esto pensando más en tener material para mis futuras pajas que por el negocio de mi hermana.

Me acerqué un poquito más a ella y ahí fue cuando ocurrió algo inesperado.

Estefanía meneó la cola y la levantó, acercándola más a la cabeza de mi pija. Esto era peligroso… y tentador. Demasiado tentador. Quería sentir la tibieza de esos húmedos labios. Tenía el pecho tan acelerado y estaba tan caliente que no podía pensar con claridad. Por puro instinto acerqué la verga y la restregué entre los labios vaginales de Tefi. No se quejó, hizo todo lo contrario: empezó a pajearse. Sus dedos masajearon todo el clítoris, presionando con fuerza.

Ella ya no le estaba prestando atención a la pantalla, había puesto el juego en pausa y casi podía jurar que tenía los ojos cerrados, o eso me pareció ver cuando giró un poco su cabeza.

No sabía qué tan lejos pretendía llegar con el asunto de las fotos y sé que ya superamos varios límites; pero mientras ella no emitiera una queja, yo pensaba quedarme donde estaba.

La calentura me invadió a raudales cuando Tefi comenzó con un suave meneo de sus caderas, de abajo hacia arriba, provocando que la punta de mi verga jugara con el agujero de la concha, dilatándolo, como si dijera: Te estoy preparando para entrar hasta el fondo.

El momento del clímax se acercaba cada vez más y ocurrió una desafortunada mezcla de factores. Yo me adelanté un poco y Estefanía levantó más la cola, esto provocó que una parte de mi verga lograra abrirse paso hacia el interior de esa concha. Ella soltó un suspiro… tal vez le dolió. Temí por mi vida. Estaba seguro de que ella se daría vuelta y empezaría a insultarme; pero en lugar de eso apretó las sábanas con su mano libre y se masturbó con más ganas.

Mi instinto sexual masculino me llevó a mover la pelvis, metiendo la pija más adentro, luego retrocedí y pude ver como la parte que había ingresado ahora estaba cubierta de flujos vaginales. Tefi estaba realmente excitada… y yo también. Me sorprendí mucho cuando ella misma decidió bajar su cuerpo, provocando que mi verga se hundiera hasta la mitad, luego empezó a subir y bajar lentamente. Era fascinante ver cómo esa concha tan apretada se comía una buena parte de mi verga y luego se deslizaba hacia afuera. Nunca antes había experimentado una mezcla de emociones tan potentes… lo que pasó con mi mamá fue confuso y bastante morboso; pero ahora, además de estar haciendo esto con mi propia hermana, puedo sentir lo que es tener la verga metida en una concha. Realmente puedo entender por qué tantos tipos se desesperan por meterla, se siente de maravilla.

No pude aguantar más, el momento era tremendamente excitante y, se trate de mi hermana o no, el interior de esa concha es sumamente agradable. Mi verga reaccionó a todos estos estímulos y empezó a escupir grandes chorros de leche. Sé que debería haberme apartado en ese preciso instante, pero no lo hice. Me quedé quieto, llenando de semen el interior de la concha de Estefanía… para colmo llevaba tiempo acumulando reservas… y todo fue a parar dentro de ella.

―Perdón ―le dije, cuando terminé de eyacular―. Fue sin querer…

―Shh… callate ―dijo ella, sin dejar de pajearse―.

―Ya la saco…

―¡No! Esperá… no la saques todavía.

―¿Estás segura?

―Sí. Quiero aprovechar esto, para vender fotos. Buscá un celular.

Miré para todos lados, revolví un poco las sábanas y cuando me fije en el suelo me encontré con mi teléfono.

―El mío se cayó al piso ―le dije.

―Entonces usá el mío.

Giré la cabeza y encontré el celular de mi hermana.

―Está arriba de la mesita de luz… no lo alcanzo desde acá. La tengo que sacar.

―No, tarado… me llenaste la concha de leche, y cuando saques la pija todo el semen va a salir. Quiero que grabes eso. Así que no la saques todavía. Primero agarrá el celular.

―Pero no llego… me falta como medio metro.

―Esperá ―Tefi hizo algo que jamás me imaginé. Ella misma retrocedió y mi verga se le clavó casi completa. Soltó un gemido―. La pucha… es muy grande ―dijo, aferrándose a las sábanas con ambas manos―. Agarrame de la cintura y levantame.

―Pero si hago eso…

―Sí, ya sé… se me va a clavar toda.

―Y te va a doler…

―Puedo soportarlo. Dale. Hacelo rápido…

―Está bien, pero si te duele, no te enojes conmigo.

Debo reconocer que, a pesar de lo atemorizado y avergonzado que estaba… éste era uno de los momentos más excitantes de mi vida. Se sentía de maravilla tener la verga dentro de esa hermosa concha. Hice lo que Tefi me pidió. La rodeé con mis brazos y la levanté, teniendo mucho cuidado de que la verga no se saliera… y no salió, sino todo lo contrario. Se enterró completa.

―Ahhh… uuuhhh… ¡por dios! ―Exclamó Tefi, tirando la cabeza hacia atrás.

―¿Te duele? ―Le pregunté cuando ella quedó sentada sobre mí.

―Un poco… pero no está mal. Nada mal.

Noté que ella no estaba enojada, al contrario, cuando giró su cabeza hacia mí, pude ver que estaba sonriendo. Eso me tranquilizó mucho.

Tefi estiró todo su cuerpo hacia la izquierda, extendió el brazo hacia la mesita de luz y agarró el celular.

―Acá está ―me dijo, mientras me lo alcanzaba―. Primero sacá un par de fotos… y antes de sacar la verga, ponés la cámara a filmar. ¿Está claro?

―Sí. Muy claro ―no me sentía en posición para discutir con ella sobre nada, al fin y al cabo estaba tolerando mi verga en su interior y yo aún seguía con vida.

Ella volvió a acostarse boca abajo en la cama, cuando estuvo completamente extendida dijo:

―¡Esperá! Todavía no… alzame otra vez.

―¿Segura?

―Sí… quiero buscar algo en el cajón de la mesita de luz. Alzame… dale, Nahuel. Hacé lo que te digo.

―Ok… ok… está bien.

Volví a alzarla, hasta que quedó sentada sobre mí. El calor de su cuerpo me hizo estremecer… para colmo ella soltó un gemido que me llevó a pensar que le estaba gustando esto de tener una pija dura dentro de la concha.

―Ay, hermanito… ―dijo, entre suspiros―. Cuando tengas una novia, la vas a hacer muy feliz. Te lo puedo asegurar.

―Em… gracias.

―¿Creés que la pija se te va a bajar? Porque eso sería un problema… se va a salir y…

―Por eso no te preocupes, Tefi… te puedo asegurar que mientras la tenga metida en tu concha, la voy a tener más dura que nunca.

Ella soltó una risita.

―Tomo eso como un halago. Se siente raro que a mi hermano se le pare la pija por mi concha, pero… una tiene su orgullo femenino. Me alegra saber que puedo provocar eso en un hombre.

Casi como si estuviera recompensándome por lo que dije, Tefi dio cortos saltitos y soltó un gemido que me hizo estremecer. Sus labios vaginales parecían estar succionando mi pija. Luego volvió a bajar y todo el falo se le enterró completo. Podía sentir la tibieza del interior que era una mezcla de sus jugos sexuales y mi propio semen. También noté que ella ya tenía la concha más dilatada.

Estefanía se inclinó hacia la mesita de luz y, desde su incómoda posición, abrió el cajón. Sacó algo de adentro, no alcancé a ver de qué se trataba, solo vi un brillo metálico.

―Tomá ―me dijo, entregándome un extraño objeto con forma de gota de agua. Tenía una base en la zona más ancha y terminaba con una extraña joya fucsia.

―¿Qué es esto?

―No te hagás el boludo, Nahuel. Sabés perfectamente qué es.

―No sé… te lo juro.

―Dios… ¿cómo podés ser tan ingenuo? ¿Te pasás todo el día mirando porno y no sabés lo que es un plug anal?

―No miro tanto porno… ¿plug anal? ¿Entonces esto es para…?

―Para que me lo metas en el culo.

―¿Qué? ―Me quedé anonadado, jamás se me ocurrió pensar que a alguna de mis hermanas pudiera gustarle eso del sexo anal.

―Antes de que pienses algo raro te digo que no me gusta tener que usarlo, pero hace poco puse en venta unas fotos usando ese plug… y se vendieron muy bien… y a buen precio. Lo hago por el bien del negocio.

―Pero esto… es bastante grande. ¿No te va a doler?

―Ya lo usé un par de veces, al principio duele un poco; pero lo puedo aguantar.

―¿Y de dónde lo sacaste?

―No te importa, Nahuel. No tengo por qué contarte todo lo que hago con mi vida. Ahora, por favor, meteme eso en el culo de una buena vez, que la concha ya me duele de tener tanta pija metida adentro… y tengo miedo de que la leche se empiece a salir. Apurate. Ahh, y ahí, en el cajón, hay un potecito con lubricante… usalo.

Ella se inclinó hacia adelante y se abrió las nalgas, me fascinó esa imagen de su concha comiéndose toda mi verga y el agujero de su culo a plena vista. Tefi tenía razón, estas fotos se venderían muy bien.

Me apresuré con el pote de lubricante, puse una buena parte de ese gel transparente en el culo de mi hermana y otra en el plug.

―Bueno, allá voy ―dije, con la verga palpitando de emoción. Esto de tener la pija metida durante tanto tiempo me encanta.

―Dale… sin miedo… pero si sentís que no entra, no lo fuerces, esperá un poquito a que el culo se dilate.

Posé la punta del plug en la entrada de su culo y empecé a presionar, al tener una forma de gota, muy bien redondeada y de superficie suave, el agujero se fue abriendo de a poquito. Estaba llegando a la mitad cuando Estefanía soltó un “¡Ay!”

―¿Te hice mal?

―No… es normal que duela un poco, sacalo y volvé a intentar. Hacé eso hasta que entre todo. Una vez que entra la parte más ancha, el resto entra solo.

Lo más tenso de la situación no era meter el plug, sino soportar los movimientos de mi hermana. Cada vez que ella se levantaba o bajaba un poco, mi verga se ponía sumamente tiesa. Debía luchar contra la tentación de empezar a darle con fuerza.

Volví a concentrarme en su culo, esta vez el plug consiguió llegar más lejos, y al retroceder pude notar cómo el agujero se estaba abriendo. Eso me produjo una extraña sensación morbosa, de pronto se me llenó la mente de imágenes de Tefi recibiendo gruesas vergas por el orto; con un culo tan perfecto, esa sí que sería una imagen digna de ver.

Presioné el plug y Tefi volvió a pajearse, quería preguntarle por eso. ¿Por qué lo hacía? ¿Estaba realmente excitada y lo hacía para disfrutar? ¿O quizás era una forma de relajarse y poder soportar mejor todo lo que estaba ocurriendo? Por supuesto, como buen cobarde que soy, no me animé a preguntarle. Lo último que quiero es que ella se enoje conmigo justo en este preciso momento.

Continué con mi tarea, la cual parecía funcionar muy bien. Supuse que si ella no hubiera probado antes este plug, no entraría tan fácil… ¿pero quién soy yo para opinar? No se nada de sexo anal, más que lo poco que vi en videos porno… que no fueron tantos como Tefi sospecha.

Su culo se abrió como una “O” y la parte gruesa del plug comenzó a entrar, a Estefanía le pareció buena idea empezar a menear el culo lentamente, de abajo hacia arriba, como si estuviera bailando un reggaeton en cámara lenta. Eso fue un error, porque mi verga se emocionó más de la cuenta, nunca cogí con nadie; pero sé que esto es lo más parecido a coger que experimenté en la vida. Habían pasado tan solo unos pocos segundos desde que eyaculé por primera vez, pero mis testículos aún tenían una buena reserva. Se combinaron muchas cosas a la vez: el culo dilatándose, para aceptar dentro ese plug anal, los movimientos de cadera de Tefi y su frenética masturbación; todo eso junto me hizo acabar… otra vez… y este orgasmo fue mucho más intenso que el anterior, incluso le metí un par de embestidas a la concha de mi hermana, lo hice por puro instinto, ni siquiera lo pensé… ella jadeó y soltó un fuerte gemido que me hizo vibrar, se me puso la piel de gallina. El plug entró y me pareció escuchar que Tefi, entre gemidos, decía: “Ay, así… así”. Pero no lo puedo asegurar, porque habló en susurros y quizás me lo imaginé yo.

El plug se perdió repentinamente dentro del agujero, como si el culo lo hubiera succionado.

―¿Acabaste otra vez? ―Me preguntó.

―Em… sí… perdón…

―No, está bien… creo que es mejor así. La puta madre, nunca me habían dejado tan llena de leche. ¿Qué les voy a decir a mis amigas si alguna vez les cuento de aquella vez que me recontra llenaron la concha de semen? “Ah sí… por cierto, fue mi hermano”. Esto es demasiado raro, creí que estaba preparada para soportarlo, pero se me está haciendo cada vez más difícil.

―Podemos terminar esto ahora mismo, solo queda grabar el video.

―Sí, mejor hagámoslo rápido, porque ya no aguanto más.

―La cámara ya está lista, empiezo a grabar cuando vos lo digas.

―Está bien… y no hables mientras grabes. Ya estoy lista. ¡Ahora!

Comencé la grabación. Tefi comenzó a levantarse lentamente, mostrando cómo su concha se había comido la pija completa, algunas líneas de semen ya comenzaban a asomar. Cuando llegó al glande, pensé que llegaría ese gran momento que ella quería grabar; pero no fue así. Tefi volvió a bajar, mientras sus dedos se movían frenéticamente contra su clítoris; su concha se fue tragando toda la pija otra vez, de a poco, hasta que entró completa. En su culo solamente se podía ver una joya color fucsia, lo cual era muy excitante si quien veía sabía que se trataba de un plug. Mi hermana volvió a subir y bajó otra vez, quería preguntarle cuándo por fin se decidiría a sacarla, porque ya me estaba poniendo nervioso. Si ella seguía montando mi pija de esa manera, ya no podría resistir más, la agarraría fuerte de la cadera y empezaría a penetrarla como loco. Por suerte no tuve que llegar a eso. Tefi subió lo suficiente como para que toda la pija saliera, y llegó el gran momento, de su concha saltó una buena cantidad de semen, el cual fue a parar justo sobre mi verga. Ella siguió pajeándose, aunque esta vez lo hizo más rápido. Otra descarga de semen saltó de su concha y comencé a preguntarme cuánta leche le había metido adentro, porque salía mucha. Pero de a poco esa cantidad fue disminuyendo, ya solo caían unos pequeños hilitos blanquecinos.

Estefanía agarró mi verga, la apuntó hacia su concha y volvió a sentarse. Esta vez su gemido fue mucho más claro y potente. Cuando la pija estuvo hasta la mitad, aproximadamente, ella empezó ese lento baile de caderas que había hecho unos segundos antes, aunque esta vez la verga me quedó pintada de una especie de espuma blanca, supuse que se trataba de una mezcla entre mi semen y sus propios jugos vaginales. Mientras hacía esto, se le ocurrió quitarse el plug anal. Esa fue una excelente idea, así quienes compraran el video además de ver cómo le metían la pija y le dejaban la concha chorreando leche, podrían ver cómo se le abría el orto al retirar el plug.

Cuando lo sacó, su culo quedó bien dilatado, casi del tamaño de la parte ancha del plug, ella separó las nalgas y mostró a la cámara todo su orto bien abierto, sin dejar de montar en mi verga.

―Está bien ―dijo de pronto―, ya podés cortar la grabación.

Eso hice, imaginé que ella eliminaría del video esta última parte, para que quedase más natural.

―Listo, ya dejé de grabar.

Estefanía se apartó rápidamente de mí, quedó sentada a mi lado con las piernas abiertas, aún podía ver rastros de semen en toda su concha.

―Eso fue… este… no me esperaba que las cosas salieran así ―dijo Tefi―. Fue demasiado, no tendríamos que haber llegado tan lejos.

―No te sientas mal. Solamente quisiste aprovechar el momento… por el bien del negocio.

―Sí, exactamente… y no quiero que te hagas ninguna idea rara, sos mi hermano, admito que tenés una pija muy buena; pero eso no significa que yo me vuelva loca por tu verga. ¿Está claro?

―Muy claro. Y puedo decir lo mismo de vos… a ver… no tenés verga; pero…

―Sí, se entendió. Mi concha te parece linda ―sonrió, aunque lo hizo con cierto pesar―. Gracias por eso. Sé que lo decís sinceramente.

―Sos hermosa, Tefi, y tenés mucha actitud, por eso te está yendo tan bien con tu negocio de fotos porno.

―Y videos porno… esto lo voy a cobrar más caro que las fotos.

―Sí, deberías…

―Por lo menos para que todo esto sirva de algo, además… voy a necesitar dinero para poder pagar un psicólogo; ya tengo un trauma con que mi hermano me llenó la concha de leche.

―Para psicóloga la tenés a Macarena, podrías hablarlo con ella.

―¿Qué? ¿Estás loco? Ni borracha le cuento a Macarena lo que pasó hoy. Va a terminar pensando que soy una puta degenerada.

―Te sorprenderías de cómo Macarena puede llegar a interpretar estas cosas. Además estoy seguro de que a ella le gustaría escucharlo, le apasiona enterarse de la vida sexual de la gente. Pero quedate tranquila, yo no le voy a contar nada.

―Más te vale…

―Sí, sí… tranquila. Esto es un secreto entre nosotros, nadie va a saber nada. Solamente quería que sepas eso, si algún día necesitás hablar con alguien sobre estos… traumas; creo que Macarena es la persona indicada.

―Puede ser, al fin y al cabo Maca está más loca que yo. No sé cómo le permiten estudiar psicología… si consigue el título sería como tener a un ladrón trabajando de policía.

―Sí, yo pensé lo mismo; pero lo que tiene Maca es una locura inofensiva… creo. Es hasta simpática.

―Bueno, gracias por todo, Nahuel. Me ayudaste mucho… no te ofendas, pero ahora necesito estar sola.

―Está bien, lo entiendo. ¿Tenés algo con lo que pueda limpiarme? ―señalé mi verga, aún erecta, cubierta de semen y flujos vaginales.

―Usá las sábanas, de todas formas ya mismo las estoy llevando a lavar… esto es un enchastre.

Eso era cierto, las sábanas habían terminado con manchas de semen. Ella también las usó para limpiarse la concha.

―Entonces… ¿no vas a comprar el God of War? ―Pregunté, mientras me limpiaba.

―No, si vos querés comprarte un juego, conseguí algo de plata, porque son caros.

―Pero… yo te ayudé con las fotos.

―Ah, no… ahora no vengas a exigir pagos, ya me aclaraste que no querías una parte de las ventas.

―Ufa… está bien. Bueno… me voy a dar un baño, a ver si se me quita la pobreza.

―Suerte con eso. Y apurate, porque yo también me quiero bañar.

―Sí, señora. Lo que usted ordene. ¿Algo más? ¿No quiere que le haga unos masajes?

―No me vendrían mal… pero lo dejamos para otro día.

―¿Entendiste que lo dije con sarcasmo?

―No, para nada. Entendí que te ofrecías amablemente a hacerme unos masajes, tomo nota. Me los debés.

―No se puede hablar con vos, siempre buscás la forma de sacar ventaja de todo.

Ella sonrió con una mezcla de simpatía y tiranía que me pareció adorable.

Me puse el pantalón y salí de la pieza, me dirigí hacia el baño y justo cuando estaba por agarrar el picaporte, la puerta se abrió. De allí salió Pilar, envuelta en una toalla. Me sonrojé al instante y retrocedí. Sus grandes tetas estaban al borde de saltar hacia afuera y ni si quiera me atreví a mirar dos veces hacia abajo, porque en una fugaz observación pude notar que la toalla no llegaba a cubrir toda su desnudez, parte de su concha se asomaba.

Ella me miró como si yo fuera un estorbo. Pasó a mi lado, sin siquiera saludar, evidentemente todavía seguía enojada conmigo.

―Pilar ―dije, con voz temblorosa―. Lo que pasó la otra vez… en tu pieza… eh, fue sin querer. Lo juro.

Mi hermana me escaneó con la mirada y se detuvo en el bulto que formaba mi verga dentro del pantalón, la cual todavía estaba medio erecta. Pilar dio media vuelta y se alejó sin decir ni una sola palabra. Se metió en su cuarto y me dio la impresión de que cerraba su puerta con más fuerza de la necesaria.

Me sentí un imbécil. ¿Cómo se me ocurre intentar arreglar las cosas con ella, con la verga medio dura? Esto me pasa por actuar sin pensar.

Suspiré, sintiendo pena por Pilar; ella había confiado en mí y me contó sus más grandes secretos, aunque fueran humillantes, y yo le respondí llenándole la cara de semen… sin previo aviso.

Mientras me duchaba me tomé un breve momento de reflexión. A pesar de que las cosas con una de mis hermanas no marchan nada bien, no me puedo quejar del resto. De todas las mujeres de la casa las únicas que me preocupan son Pilar y Ayelén, y por distintos motivos. Sé que mi prima está planeando algo, sé que me va a devolver el golpe de alguna forma y estoy seguro de que va a usar a su favor lo que vio en el baño, mientras mi mamá me… ¿me chupaba la verga? ¿Fue eso lo que realmente ocurrió? ¿Mi mamá me hizo un pete? Bueno, no sé si puedo llamarlo “un pete” en toda regla, fue más bien como una “estimulación”, como ella lo llama. Hay cosas que es mejor no pensarlas demasiado.

Por fin pude darme un baño tranquilo, sin tener que compartir la ducha con alguien… o sin que la puerta se abriera de imprevisto. Eso es una rareza en esta casa habitada por más gente de la que cabe.

Me envolví en una toalla y me dirigí a mi pieza, por costumbre entré sin golpear. No me esperaba que mi tía Cristela estuviera dentro, por lo general ella solo se mete a la pieza a la noche, para dormir. Pero allí estaba… totalmente desnuda, acostada en mi cama, toda despatarrada, sus grandes tetas temblaban y se sacudían, sus manos estaban muy ocupadas acariciando frenéticamente su concha. Esta vez no había sábana que la protegiera, todo su sexo femenino estaba a la vista y era obvio que se estaba haciendo una tremenda paja. Con una mano se frotaba el clítoris y con la otra se metía los dedos.

―¡Ay, perdón! ―Exclamé cuando ella giró su cabeza y me vio.

―No pasa nada, Nahuel ―desaceleró el ritmo de su masturbación, pero no dejó de tocarse―. Mejor que estés acá…

―¿Ah sí? ―pregunté mientras cerraba la puerta detrás de mí, no quería que nadie nos sorprendiera en esta peculiar situación.

―Sí… te estaba esperando… bueno, en realidad no esperaba que vinieras ahora… pensé que al menos tendría tiempo para terminar con esto.

―Si querés vuelvo más tarde, no tengo problema.

―No hace falta, total… lo ibas a ver de un momento a otro. Justamente de esto te quería hablar. Vení, sentate ―dio dos golpecitos al colchón―. Y sacate la toalla, que a mí no me molesta verte el pito.

A mí tampoco me molestaba que ella me viera desnudo, no después de que me hubiera visto con la pija dura. Dejé la toalla en el respaldo de una silla y me senté a su lado. A pesar de que la situación no me molestaba, sí me parecía de lo más extraña. Todo mi cuerpo vibraba al tener delante semejante mujer completamente desnuda. Quedé embobado al admirar las pequeñas perlas de sudor que cubrían sus grandes tetas, tenía los pezones bien duros, y sus dedos aún seguían acariciando su clítoris, era imposible no fijarse en ese detalle.

―Bueno, es mejor no darle tantas vueltas al asunto ―dijo mi tía―. Para mí esto es muy difícil, ahora mismo estoy muerta de vergüenza; pero es mejor que dejemos las cosas claras de una vez. Tenemos que compartir pieza y eso trae complicaciones. Los dos queremos tener momentos íntimos… para poder hacernos una paja en paz. Quiero que hagamos un pacto: vos podés pajearte todo lo que quieras, aunque yo esté en la pieza… y yo puedo hacer lo mismo, aunque estés vos. ¿Te parece bien?

―A mí me molesta menos que a vos, tía.

―Me alegro que así sea, no quiero ponerte en una situación muy incómoda; pero ya somos grandes y es mejor que hablemos claro. Durante el tiempo que estuve en pareja con David me acostumbré a tener una vida sexual de lo más activa, eso ya lo sabés; y no puedo pasar de cien a cero en cuestión de un mes… o dos. Menos con esta cuarentena de mierda que no me deja salir. Si no estuviéramos aislados, ya me hubiera buscado algún chongo bien pijudo para que me coja toda la noche… pero eso es imposible, si pongo un pie en la vereda, tu madre me echa de la casa. Pero fue ella misma quien me ofreció una pequeña alternativa, aunque no es para coger…

―Ella te pidió que me “estimularas” haciéndome una paja.

―¿Una paja? Em… no, no fueron esas las palabras que usó tu mamá. Ella me pidió que… ―me miró fijamente con sus expresivos ojos―, me pidió que te chupara la verga.

―¿Qué? ¿Un pete?

―Uno, no… los que fueran necesarios. A mí también me sorprendió que Alicia me pidiera eso; pero ya estuve hablando con ella de este tema y creo entender por qué piensa que a vos te puede ayudar una “estimulación” de ese estilo.

―Tía, no te sientas obligada… no tenés que chuparme la verga…

―Esa es la parte de la que quería hablar. ―Una de sus manos se estiró hacia mí y se posó sobre mi miembro flácido, lo agarró y empezó a jugar con él―. Yo quiero chuparte la verga, Nahuel. Lo digo en serio.

―¿Qué? Pero… sos mi tía ¿estás segura que no te molesta?

―Es raro, sí… y me va a costar acostumbrarme, me imagino que a vos también. Por eso quiero que entiendas mis motivos. Te la quiero chupar para no sentirme una intrusa en tu pieza…

―Yo no te veo como una intrusa.

―Lo sé; pero yo sí me veo así. Siento que te estoy invadiendo la privacidad… sin embargo, conozco a los pendejos de tu edad y sé lo mucho que les encantaría que una veterana tetona les coma la pija. ¿O no? ―Apretó mi verga y esta comenzó a ponerse dura… otra vez.

―Supongo ―dije, tragando saliva.

―Sé que es así, no soy ninguna ingenua, Nahuel. Desde que te dije que te iba a chupar la verga, pude ver un brillo en tus ojos. A vos te encantaría tener a tu tía haciéndote petes. ¿No habías dicho que yo parezco una puta que cobra caro? Bueno, vos tendrías algunos servicios de esa puta… y gratis. Bah, totalmente gratis, no… el precio es compartir tu pieza conmigo. A mí me parece un buen trato.

―Em… sí, a mí también me parece bueno ―ya tenía la pija como un garrote y mi tía no dejaba de masturbarme.

―Perfecto, eso quería oír. Sin embargo quiero aclarar que solamente serán petes… no estoy dispuesta a entregar nada más. ¿Está claro?

―Sí, muy claro.

―El otro motivo por el que te la quiero chupar es más… evidente. ¡Mirá el pedazo de pija que tenés, pendejo! ¿Qué mujer no se moriría de ganas de comerse una verga como esta? Si dan ganas de chuparla con solo verla… y yo llevo más tiempo de abstinencia sexual del que me gustaría. Hace unas semanas se le dije a tu mamá: “Alicia, dejame salir, no aguanto más… me muero de ganas de comerme una buena pija”. Ella tiene pánico al virus, no es mala persona. Me dijo que no podía salir, por supuesto… pero me prometió que pensaría en alguna alternativa. En ese momento no supe a qué se refería… ahora lo entiendo. Me dio permiso para comerme la única verga disponible en toda la casa… ¡pero qué pedazo de verga!

Cristela comenzó a acercar su cara hacia mi miembro erecto, cuando estaba a pocos milímetros de que el glande tocara sus labios, alguien golpeó la puerta.

―¿Quién es? ―Pregunté al instante, asustado. Mi tía retrocedió y soltó mi verga, como si estuviera al rojo vivo.

―Nahuel, soy Pilar. Quiero  hablar con vos. ¿Puedo pasar?

―Em… no, esperá… ya voy…

―Si estás en bolas, no me importa. Solo quiero que hablemos…

―No, es que… la tía Cristela está durmiendo… no hagas ruido.

―Ah, perdón…

Mi tía levantó su pulgar y sonrió, felicitándome por esa mentira tan oportuna.

―Lamentablemente ―dijo susurrando―, lo nuestro tendrá que esperar. Lo siento mucho, Nahuel; pero se ve que Pilar necesita algo importante.

―Sí… yo también lo siento.

Me apresuré a ponerme un pantalón corto y salí de la pieza con la verga todavía medio dura, lamentándome por la interrupción. Carajo… ¡Me estaban por chupar la verga! Maldito karma, que me viene a castigar justo en el mejor momento. Sin embargo no puedo decirle que no a Pilar, llevo varios días esperando la oportunidad para aclarar todo el asunto con ella.

Salí de la pieza, no sin antes dar una última mirada al espectacular cuerpo desnudo de mi tía, ella me guiñó un ojo y siguió masturbándose.