Ainhoa mi cuñada

Entre Ainhoa y yo siempre hubo chispa, desde el primer momento en que mi actual mujer nos presentó, sentimos algo especial el uno por el otro. Aunque la verdad, nada nos hizo presagiar que, con el paso del tiempo, acabaríamos manteniendo una relación paralela.

Entre Ainhoa y yo siempre hubo chispa, desde el primer momento en que mi actual mujer nos presentó, sentimos algo especial el uno por el otro. Aunque la verdad, nada nos hizo presagiar que, con el paso del tiempo, acabaríamos manteniendo una relación paralela.

Ainhoa es una mujer normal, actualmente tiene 38 años, los últimos años ha cogido unos cuantos kilitos, que para nada la han hecho perder ni un ápice de atractivo.

Desde un primer momento nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas en común, gustos, maneras de ser, mismo pensamiento, etc…

Creo que desde ese momento, nació dentro de nosotros una llama que con los años se hizo más intensa.

Iré concretando, porque tampoco es plan de contar los diez años de amistad que tuvimos antes de nuestro primer encuentro.

Ainhoa por motivos de trabajo se tuvo que trasladar a un pueblo de la costa de Lugo. Allí conoció al que sería su marido. Mi mujer y yo, solíamos hacerles una visita cada cierto tiempo, y fue en una de esas visitas donde al final sucedió nuestro primer encuentro.

Era verano y mi mujer y yo decidimos ir a pasar unos días a la costa de Lugo. Ainhoa nos acondicionó una habitación en su casa y, lo que en principio eran unas vacaciones de unos días, animados por el buen tiempo de aquel verano insólito en Galicia, se convirtió en todo un mes.

Al principio la convivencia fue formal, pero con el paso del tiempo y la confianza se convirtió en desenfada y más relajada. Nos movíamos por casa de forma natural, casi, casi como si estuviéramos solos. Era normal ver a mi cuñada en bragas y sujetador mientras se cambiaba de ropa. Momento que yo aprovechaba para pasar por delante de su habitación para poder observarla. A Ainhoa esta situación parecía no molestarla, puesto que jamás se escondió y  nunca cerró su puerta para que no la viera.

La situación mejoró considerablemente cuando mi cuñado se reincorporó a su trabajo después de sus vacaciones, quedándose mi cuñada la mayor tiempo del tiempo con nosotros.

Empecé a notar que mi cuñada andaba por casa más desinhibida de lo normal. Al venir de la playa se duchaba con la puerta abierta y salía de la ducha con las tetas al aire cuando sabía perfectamente que yo andaba por ahí.

Mi mujer que le encanta el sol, aprovechaba todo el tiempo para estar en la playa, mientas que mi cuñada y yo regresábamos antes a casa para preparar la comida.

Uno de esos días en que mi mujer decidió quedarse a comer un bocadillo en la playa para aprovechar el día tan estupendo que había salido, mi cuñada y yo aludiendo que ‘íbamos a preparar la comida y Ainhoa tenía que preparar una documentación para el trabajo, nos fuimos juntos a casa. Ainhoa me dijo que se iba a duchar para quitarse la salitre del cuerpo, yo le comenté que me ducharía después que ella y que mientras iba a pelar unas patatas para la comida.

Estando en la cocina escuche como me llamaba.

-        ¡Mikel!

-        Dime Ainhoa, ¿qué quieres?

-        ¿Me puedes pasar otro bote de gel que hay en la despensa?, este se ha terminado.

Cogí de la despensa un bote nuevo de gel y se lo entregué. En ese momento pude ver las tetas de mi cuñada, no es que tenga unas tetas excesivamente grandes, pero las tiene firmes y con una aureola en el pezón negra que resaltaban unos pezones tiesos y firmes como dos clavos de acero.

Mi cuñada se percató de mi embelesamiento y soltó una sonora carcajada.

-        ¡Perdona! –atiné a decir-

Ella no le dio más importancia y cerró la cortina de la ducha como si no hubiera pasado nada. Cuando salí del baño note que estaba empezando a empalmarme. ¡Joder, que tetas más bonitas tenía mi cuñada!.

Ainhoa salió de la ducha y fue a su cuarto, yo estaba recogiendo las cosas de la playa cuando pasé por delante de su cuarto y pude ver cómo se daba crema hidratante en las piernas con los pechos al aire y la toalla puesta en la cintura ¡Qué imagen más sexy!, a esas altura estaba ya muy salido de tanto ver las tretas de mi cuñada, cuando se me ocurrió que, ¿por qué no?, ¿Por qué no intentarlo con mi cuñada?

Después de esa reflexión decidí pasar al ataque, además, no era normal que mi cuñada se pasease por casa como Dios la trajo al mundo y no esperar respuesta ninguna. Como digo, decidí pasar al ataque, y después de ver como terminaba de darse crema a sus bonitas piernas le dije que ahora me ducharía yo.

Fui a mi cuarto y me quité el bañador y la camiseta que llevaba puesto, y desnudo como estaba con mi miembro engrandecido por la excitación que me había producido mi cuñada me paseé delante de su habitación avisándola que me metía en el baño.

Pude comprobar como miro hacía la puerta y observé como miraba mi miembro.

Dejé la puerta entreabierta para comprobar si se animaba a entrar, esa sería la prueba irrefutable que me diría que Ainhoa también quería algo más.

En esas estaba cuando escuche que entraba en el baño y preguntando con voz trémula dijo;

-        ¿Has visto el peine por aquí?

Siendo consciente que era mi oportunidad me decidí y corrí la cortina de la ducha y con el champú en mi cabeza y las manos en mi cuero cabelludo mostré en plenitud mi cuerpo desnudo.

-        Creo que está en los cajones de debajo del lavabo.- contesté con seguridad-

-        Vaya cuñado, se te ve bien, pero que muy bien.-dijo descaradamente.

-        Jajaja…, será por haberte visto a ti también -dije yo-

No dijo nada más y desapareció entre carcajadas. Después de esto y ya vestidos y más relajados comimos sin hacer ningún comentario de lo sucedido en el baño. Recogimos la mesa y lavamos los platos. Yo comenté que seguramente me echaría una siesta, a lo que ella contestó que igual hacía lo mismo, pero que ella se la echaría en la cama, que si no o tendríamos espacio en el sofá para los dos.

-        Ainhoa, cabemos los dos, no te preocupes, me echo a un lado y así entras tú también y no hace falta que deshagas la cama.

-        Bueno, vamos a probar, igual rompemos el sofá- dijo intentando quitar hierro al asunto.-

Y así fue, me recosté a un lado del sofá y dejándola un hueco Ainhoa se tumbó a mi lado,  mi polla quedó muy cerca de su culo, pero al principio intenté no excederme demasiado y mantuve las formas. Pero al cabo de unos minutos arrimé mi bragueta a su prominente culo y me recosté aún más haciendo una cucharita perfecta. Ainhoa no hizo ningún ademán de zafarse, por lo que me lancé y pose mi mano por encima de su vientre. Ahora tenía a Ainhoa completamente agarrada cuando empecé a notar que me estaba empalmando. Ni corto ni perezoso me arrimé aún más a su culo pegando mi casi erecto miembro a su culo haciendo ejerciendo un leve movimiento de embestida.

-        Se te ve contento.-dijo dejando haciendo un quejumbroso gemido-

-        ¿Por qué lo dices?- dije con voz traviesa-

Ainhoa haciendo un giro de ciento ochenta grado se puso mirándome a la cara y bajando su mano a mi entrepierna me tocó el paquete totalmente endurecido por la excitación del momento.

-        ¡Por esto lo digo!

Di un respingo al sentirme preso por la firmeza en que Ainhoa me agarraba el paquete.

-        ¡Uff!, lo siento, pero es que…

-        No pasa nada, es normal, estas muy caliente, e igual soy yo la culpable- admitió con voz sibilina-

-        La verdad es que verte toda la mañana en pelotas me ha puesto a cien…- reconocí-

-        No pasa nada, si eres capaz de guardar un secreto podemos aliviarnos…

-        ¡Soy una tumba!

Y en ese momento acerqué mi boca a la suya y caímos en un apasionado beso jugando con nuestras lenguas dejando escapar todo nuestro deseo, tantas veces reprimido debido a nuestra condición de familia.

Ainhoa, a su vez, introdujo su mano en mi pantalón corto y agarrando mi erecta polla empezó a masturbarme, yo hice tres cuartos de lo mismo y metí mi mano en su entrepierno y empecé a tocarle su húmedo coño.

En esas estábamos cuando Ainhoa detuvo su movimiento masturbatorio y mirándome a los ojos me dijo, que no quería sobrepasar el límite, que sólo nos masturbaríamos el uno al otro, que teníamos que respetar a nuestras parejas. Yo asentí dándole la razón, aunque no pensaba en otra cosa más que en la paja que me estaba haciendo mi cuñada.

Dicho esto, Ainhoa se sentó encima de mí a horcajadas y quitándome el pantalón corto retomo mi polla en sus manos para empezar de nuevo a masturbarme.

-        Quiero verte las tetas.-atreví a decirle entre jadeos-

Ainhoa se despojó de la camiseta de tirantes blanca con la que iba vestida y, con una maniobra maestra se desabrochó el sujetador dejando expuestas sus preciosas tetas turgentes.

-        ¿puedo tocarlas?

-        ¡Claro!, son todas para ti.

-        ¡Uff, cuñadita que tetas tienes!

Con tanta excitación le dije que no tardaría mucho en correrme, a lo que ella con clara intención de no dejarme descansar prosiguió con la paja acelerando el ritmo hasta que exploté llenándole la mano de mi leche calentita.

-        ¡Ainhoa esto ha sido una pasada!

-        Ya lo sé, pero esto tendrá que quedar entre nosotros, como se entere mi hermana nos mata.

-        Por mí no hay ningún problema, tenía muchas ganas de que pasara esto, siempre me has gustado y he fantaseado un montón de veces con la posibilidad de que esto pasara.- le dije-

-        Yo también. Me excitaba cada vez que me pillabas en una situación comprometida.

-        Eres mala, jejeje…

-        Jajaja…, te he estado provocando hasta que al final te has decidido eh?, anda que como me has puesto tu cuando te estabas duchando…

-        Jajaja, lo hice a propósito, pero bueno, esto no ha acabado, ahora te toca a ti, yo ya he disfrutado, déjame que ahora te haga yo lo mismo.-

-        No, ahora no podemos arriesgarnos, mi hermana está a punto de llegar y no quiero ni pensar en lo que pasaría si nos pillara, tendremos que dejarlo para otro momento.

Acto y seguido se levantó y se puso la camiseta de tirantes y fue al baño a limpiarse mi corrida. Yo me quedé con unas ganas terribles de poder tocar de nuevo su húmedo coñito, pero eso tendrá que esperar.

Mi mujer como predijo mi cuñada no tardó en aparecer. Por suerte no sospechó nada y los días posteriores disimulamos perfectamente para no levantar sospechas. Aguanté pacientemente hasta que surgió otra oportunidad y ese día no me iba a conformar con una paja, ese día tendría que conseguir que mi cuñada se decidiera a hacer algo más..