Ainhoa (1) Una mujer frígida,otra no y un contable
Mis inicios como Ainhoa y mi nueva vida gracias a Javier, el contable
Ainhoa (1) Una mujer frígida, otra no y un contable
Hola, me llamo Pablo pero prefiero que me llamen Ainhoa. Este relato comienza con un matrimonio hace mas de 10 años. Yo era joven y mi mujer pertenecía a una familia de mucho postín de Navarra. Ay! Se me olvidó comentaros que vivo en Pamplona, provincia de Navarra. Aquí la gente ha sido muy conservadora y católica de toda la vida. Mi mujer, Begoña, no fue una excepción. Nos casamos con 23 años nada más acabar la universidad.
Mi mujer y yo trabajamos en una empresa de su familia dedicada a las conservas de hortalizas y frutas. Vendemos en España y en casi toda Europa y Sudamérica. Mi mujer se dedica a las labores comerciales, mientras que yo me centro en la administración y la contabilidad.
Mis problemas se iniciaron nada mas casarme. Tarde casi 6 meses en consumar mi matrimonio. Mi mujer era virgen y le costo Dios y ayuda dar el primer paso en nuestras relaciones sexuales. En general, todo le parecía excesivo y no grato a Dios.
Milagrosamente, conseguimos tener 2 hijos, una niña y un niño. De eso hace ya mas de 4 años. Hoy en día, nuestras relaciones sexuales son casi nulas o se confunden en la oscuridad de nuestra habitación y en la culpabilidad del pecado carnal. La verdad es que no sé como podía aguantar ya tanta moralidad y la frigidez de mi mujer.
Hace casi 9 meses toda cambió de manera radical. Mi mujer marchó a Alemania en uno de sus frecuentes viajes comerciales de la empresa. Yo me quedé en casa, a cargo de los niños y de la empresa. Un día por la mañana, buscando unos pañuelos me encontré con una tanga de encaje negro que le había regalado a mi mujer por su cumpleaños hacía casi 9 años. En un golpe de locura incontrolada, me dio por probármela, esperando encontrar las sensaciones que mi mujer nunca quiso sentir. No se como explicar mi primera sensación, sólo se que aquel minúsculo trozo de tela y encaje, me producía una sensación excitante. Notaba el roce de la pequeña tanga en la comisura de mi ano. Esta sensación a parte de ser altamente excitante no se diluía y atrapaba todo mi cuerpo. Lógicamente, no quise quitármela y decidí ir con ella a trabajar abandonando mis cansinos calzoncillos a un lado.
La mañana transcurrió con total normalidad. Bueno, lo demás, pues yo seguía sintiendo el roce anal de mi tanga y estaba excitadísimo. Intenté comportarme normalmente, cosa que me costó muchísimo. Después de comer, a primera hora de la tarde, me reuní con Javier. Es el contable de la familia desde antes de casarme. Hoy teníamos que tratar el presupuesto del próximo semestre y cerrar el IVA del trimestre. En plena reunión en mi despacho, y culpa de mi excitación, se me cayó el bolígrafo al suelo. Si pensármelo me agaché dejando ver a Javier mi innovadora ropa interior por encima del pantalón. Javier, entendiendo la situación, se acercó a la puerta mientras hablábamos y cerró el pestillo del despacho. A continuación, se acerco a mi y me preguntó:
Pabló hace calor, ¿nó?. Veo que hoy sudas de una forma especial. A la vez que decía esto pasaba la mano por mi culo apretándolo finalmente. Yo no supe reaccionar. Por un lado, la excitación a la que me sometía mi adorada tanga y notar a la vez como manoseaban mi culo, me llevaron a una situación orgásmica. No obstante, reaccioné, mostrando mi disgusto. ¡Qué haces Javier! ¿Te has vuelto loco?
Javier, se me acercó y me dijo:
Loco me pone ver tu tanga en tu culito. Ya me preguntaba, conociendo a tu mujer como podrías aguantar sexualmente tanto tiempo. A la vez, Javier deslizaba su mano entre mi pantalón u la tanga y volvía a apretar mis nalgas con mayor entusiasmo.
Esta vez mi reacción no fue de enfado, sino que se me escapo un largo y excitante suspiro Ahhhh.
Javier alentado por mi reacción, puso su otra mano en mi pene, a la vez que volvía a apretar mi culo.
Yo sin pensar, solo gemía mas y mas, Ahhh, Ahhh.
Javier, dominado la situación me agarró de la cabeza y me hizo arrodillarme ante él. Antes de darme cuenta tenía ante mí una enorme polla, que se agitaba ante mí.
Chúpala puta, me gritó Javier.
Yo me introduje la polla en mi boca, sin saber por qué. Al rato sacaba y me introducía tan hermosa polla (unos 20 centímetros) con una sorprendente agilidad. Lo mejor de todo, era que sin pensar cómo, estaba viviendo el momento mas excitante de mi vida hasta ese instante. Yo rozaba suavemente con mis labios el capullo de la polla de Javier. Éste empezaba a soltar exclamaciones : Chupa mas pequeña puta, más adentro. A la vez su mano se posaba sobre mi cabeza obligándome a introducirme la polla hasta el fondo de mi garganta. Solté una arcada y expulse la polla de Carlos, pero su mano empujó mi cabeza y la volví a recibir en mi garganta.
Mi sorpresa crecía por momentos, pero mi excitación lo hacía aún más. Más y más, jadeando cada vez que conseguía sacarme la polla de Javier de mi boca. Al cabo de un rato, empecé a sentir un gusto semiácido en mi boca. Javier estaba a punto de correrse. En ese instante, paró de golpe y excitado me gritó:
No, en la boca no, putilla. Quiero probar ese culo que guarda tu tanga. Acto seguido, me mandó bajarme los pantalones dejando al aire mi culito mi tanga negra.
A continuación deslizó el dedo de su mano entre mi tanga y mi culo. Ante mi candidez, introdujo su dedo en mi ano. Mi reacción fue un profundo gemido, callado por la otra mano de Javier, que se situó en mi boca. Javier perseveró e introdujo su dedo nuevamente en mi ano, una y otra vez. Esta vez fue mi polla la que se puso rígida y dura. Un deseo electrizante recorrió todo mi cuerpo y empujaba mi culo más hacía afuera introduciendo el dedo de Javier, más y más dentro. Donde cabe uno caben dos y tres. Mis movimientos no respondían a la razón y mi boca emitía quejas : Oh sí dame más. Méteme otro Javier por tu madre, méteme otro.
Javier, me contestó; Calla puta, ahora vas a sentir uno sólo que te va a hacer gozar de verdad. Acto seguido, escupió en su mano e introdujo su saliva en mi ano, mientras yo continuaba con mis gemidos. Javier , empujo mi espalda hacía abajo encima de la mesa, dejando mi culito reluciente en pura pompa. Apartó mi tanga a un lado y cuando me quise dar cuenta sentí un dolor agudo en mi culo.
No, no Javier por favor eso no.
Calla puta, que enseguida te acostumbrarás. Toma polla, toma.
Dándole la razón, al cabo de unos segundos, mi culito se acostumbró a la presencia de tan hermosa polla y comenzó a mandarme descargas de gozo y excitación, que cambiaron mi quejas por más y más gemidos:
Oh Javier, que me haces. Sí, sí dame más fuerte, damé soy tu putita. No pares, no.
Javier aumentó la velocidad de las embestidas de su polla sobre mi culito, Ahora sólo oía el choque de sus pelotas sobre mis nalgas y mi voz solicitando más y más.
En un momento, Javier se paró, sacó la polla de mi culo. Me díó la vuelta y me alzó encima de la mesa. Me echó sobre ella y levanto mis piernas, dejando mi culo abierto al borde de la mesa. Con la misma celeridad que sacó su polla, la volvió a meter en mi culo y continuó su acelerado mete y saca tan excitante.
Mi cabeza no regía, sólo esperaba que Javier continuase con lo que estaba haciendo. Nunca había sentido nada igual y todo por una tanga no utilizada por mi mujer. El desdén por mi regalo me llenaba de gozo.
Al cabo de un rato, Javier rujió y sacó su polla de mi culo. Situó la cabeza de su peno sobre mi orificio anal y gimiendo en alto explotó. Una, dos , tres y cuatro veces su polla expulsó semen sobre mi culo y mis huevos. Una vez pasado su orgasmo, agarró su polla con una mano y con su punta fue recogiendo todo el semen esparcido sobre mis culo hacía mi valle anal. Mientras, yo casi sin sentido agitaba mi polla con violencia buscando mi propio orgasmo. En esto la polla de Javier volvió a introducirse en mi culo, llevando consigo su caliente semen a mi interior. Yo lo recibí con excitación abriendo forzadamente más y más mi culito. Oh Diós que excitada estaba, tanto que apenes me di cuenta que mi polla estalla en una corrida que nunca antes había presenciado. No soy hombre de grandes corridas, pero si parece que cuando las recibo yo, también las puedo emitir.
Exhaustos, caímos sobre la mesa. Javier me dijo: Te gusto putilla. A que Begoña no te ha hecho gozar nunca así. Yo fui novio de Begoña antes que tú, pero la deje porque no pude aguantar su frigidez y moralidad. Veo que tu aguantaste hasta hoy, pero creo que he despertado en ti, una putilla que será difícil de callar.
Sin más, Javier se levantó se subió los pantalones, recuperando su porte profesional y recogiendo sus papeles se despidió diciéndome:
Esto no queda aquí, putita. Prepárate, esto no ha hecho más que comenzar. Empieza a vivir de nuevo….
Continuará…..