Ahora si que está muy contenta!!!
Una empleada quiere mejorar su puesto de trabajo y se esfuerza para conseguirlo
Apoyado sobre el carrito de la compra espero aburrido a que mi mujer recoja de las estanterías nuevas viandas. Cuando acabe, empujaré cansinamente el carro a lo largo de otro pasillo, y luego otro, hasta que por fin, tras recorrer todo el supermercado, nos encaminemos a la caja dando por acabada la compra mensual.
Una mujer a la que no conozco de nada se planta delante y me da las gracias por algo que no atino a recordar. La lucecita se enciende cuando pronuncia el nombre de su hija, Tamara.
A través de mi mujer recibí su encargo, me pidió que hiciera algo por su hija. Acababa de ser contratada en la empresa donde trabajo, y quería que la recomendase para un buen puesto. Por ser un compromiso de mi mujer quise colaborar y para complacerla, por lo que me interesé por su situación.
La buena mujer está muy contenta y no sabe como manifestar su agradecimiento por mi intervención.
“No puedes imaginar lo contenta que está. Tamara parece otra, está alegre y feliz, como correspondea una chica de su edad”, nos dice entusiasmada la señora refiriéndose a su hija.
“Desde hace una semana que la cambiaron de maquina está muy animada y dice que le van a renovar el contrato. Muchas gracias”, continua la señora.
Espero que nadie lo note, como un flash me ha venido a la cabeza lo que sucedió la semana pasada con Tamara. Hice averiguaciones para saber en que sección trabajaba y fui a ver su encargado. Tras hablar con él sobre las cualidades y actitudes de la chica, le pedí que la mandase a mi despacho para hablar con ella.
Con la excusa que quería hacer alguna averiguación sobre un problema del trabajo, le pedí que la dispesara media hora mientras hablaba con ella. Supuse que con ese tiempo habría suficiente para conocerla y ver que posibilidades tenia para enchufarla en un puesto mejor que el que tenía.
En cuanto entró en mi despacho me di cuenta que la niñita iba de sobrada por la vida y que era de las que creen que ensañando un poco la pierna o el escote, se consigue cualquier cosa, incluso en el ámbito laboral. No era la mejor actitud y no lo iba a tener fácil para mediar por ella.
Mientras yo trataba de averiguar sus aptitudes para buscar un puesto más adecuado o más cómodo para ella, y así satisfacer a su madre y el requerimiento de mi mujer, ella se entretenía en mirarse las uñas, desabrocharse un poco más la bata y cruzar las piernas de forma provocadora.
Poco le importaba lo que yo le estaba diciendo, segura estaba que no iban a ir los tiros por ahí, y que ella tenia otras cosas que ofrecer.
En cuanto podía, me interrumpía con comentarios fuera de contexto, en ocasiones con un tono desagradable y macarrónico. Su exceso verbal era grande y me resultaba muy incómoda desvergüenza. Realmente me sentí turbado por la situación y no podía entender como una mocosa de veinte años pudiese tener tanto desparpajo y tan poco respeto por mi persona.
La chica tenía un cuerpo estupendo y ella bien que lo sabia explotar bien para sacar los colores a cualquiera. En varias ocasiones cambio de postura las piernas, asegurándose que me diera siempre tiempo para verle las bragas de color lila que llevaba.
“¿sabes lo que dicen de ti todas las chicas?... dicen que eres demasiado serio, pero que si quisieras… muchas harían alguna locura contigo”, me soltó a bocajarro mientras yo le preguntaba algo sobre su máquina.
“Todas dicen que tienes un culto muy sexy, y que tienes una sonrisa muy bonita, jejeje”, dice casi sin pestañear.
-“ ¿a que no lo sabias?”, dice separando las piernas e inclinándose hacia delante para dar mas énfasis a su pregunta retórica.
Estaba consiguiendo sacarme de mis casillas. Por una parte lo que pone delante de las narices es realmente apetitoso y por otra, la naturalidad con que me tira los tejos me deja descolocado.
Después de fingir que he superado la prueba con éxito le indico que puede volver a su puesto y que le voy a preparar un plan de formación especial para ella para que pueda ir a otra sección donde hay mejores condiciones. Se muestra muy contenta y satisfecha, sin haber hecho nada especial ha conseguido un reconocimiento de la empresa y posiblemente una mejora en el puesto de trabajo.
La veo alejarse jovialmente y pienso en lo bien que lo pasaría con ella si cayese en mis manos. Tiene un cuerpo insultantemente atractivo y sexy, buenas curvas, una cara bonita y sobre todo un desenfado a prueba de bombas. Sin duda esta fuera de mi alcance, no me imagino que una chica como ella tenga la más mínima ilusión por tener ninguna relación con un cuarentón como yo.
La mañana trascurre sin sobresaltos, no dejo de pensar en el cuerpo tan deliciosamente joven y bien proporcionado que tiene la moza. Creo que esta noche mi esposa tendrá algo que agradecerle sin saberlo, pues pienso descargar a gusto la intima excitación que me ha provocado
Suena la sirena de fin del turno. Me levanto de escritorio y voy hacia la ventana para ver salir a las empleadas con la ilusión de ver durante un instante al menos a la chica que ha conseguido despertar tan ricos instintos e mí.
No consigo verla y me entristece un poco la decepción. A continuación, llaman a mi puerta y doy permiso para entrar. Se abre la puerta y allí esta ella, luciendo un pantalón súper ajustado con la cintura a media cadera, enseñado el ombligo decorado con una perlita y vistiendo una camiseta ajustada que deja traslucir el bultito de sus pezones.
Esta para comérsela enterita. Su carita de niña buena no se ajusta a los deseos que despierta, tampoco la postura que adopta es lo que podría esperarse ya que tiene un claro afán exhibicionista.
-“Quería saber porqué me has llamado esta mañana. Creo que estoy haciendo las cosas bien… has conseguido ponerme nerviosa”, dice a modo de presentación.
-“ No, no, nada de eso. Estoy buscando a alguien para que aprenda a hacer unas cosas mas delicadas y había pensado en ti”, le respondo para salir del paso.
Después de unos minutos contándole alguna mentirijilla, la convenzo de que hay una promoción en el taller y ella no se la puede perder. Le comento que su madre me pidió ayuda y eso es lo que puedo hacer por ellas.
Tamara se encamina hacia la puerta del despacho, le da media vuelta a la llave y después vuelve hacia mí con una expresión en la cara que me hace estremecer.
Creo que viene dispuesta a comerse el mundo empezando por mi. Mira hacia mi entrepierna y descubre el tremendo bulto que provoca mi pene erecto. Se le ilumina la cara y parece que toma una decisión importante. Decidida se acerca a mí y echa mano al paquete.
No se que hacer, nunca me había pasado nada semejante. La chica esta tremenda y parece que sabe lo que quiere, (solo tengo que dejar que haga conmigo lo que quiera aunque tiene un gran peligro).
Ella sabe tanto de mi debilidad como de su poder, así que toma la iniciativa y me lleva hasta el paraíso.
Me desabrocha el cinturón y me baja el pantalón hasta los tobillos, me empuja hasta hacerme sentar en mi sillón y luego me coge la polla que apunta con vigor hacia el techo.
Lentamente me corre el pellejo hacia abajo, dejando al descubierto un enorme capullo rojo y prieto. En el borde inferior se descubren restos blanquinosos procedentes con seguridad de la erección de la mañana.
A ella le debe parece un manjar muy goloso, enseguida saca la lengua y lo deja todo bien limpio y reluciente. Luego se inclina sobre mi entrepierna y se coloca toda mi polla dentro de la boca.
Noto su húmedo abrazo y el calor de su lengua acariciando mi glande. Estoy a punto de explotar de gusto, a duras penas me contengo deseando que este sueño maravilloso dure lo más posible.
Tamara me hace una mamada tan rica que me deja sin una sola gota de leche en los testículos. Me vacio por completo y me da tanto gusto que a punto estuve de gritar como un loco dentro del despacho.
Cuando hubo terminado nos prometimos continuar con el tema en cuanto pudiésemos. Ella estaba dispuesta a poner sobre la mesa todos sus “conocimientos y aptitudes”. Yo en justa correspondencia rápidamente le busque un puesto adecuado y cercano.
Volviendo a la realidad en el supermercado entiendo muy bien lo que dice su madre sobre lo muy contenta que está en su puesto actual. A mi nadie me lo ha preguntado, pero puedo asegurar que últimamente me siento mucho más feliz.
Pasados unos días…
Toc, Toc, llaman a mi puerta.
- “¿Puedo pasar un momento? Quería comentarte algo, ¿puedo?”, es Tamara que quiere colarse en mi despacho
-“ Estoy muy ocupado… pero si es rápido… pasa un momento”, le contesto mientras la miro de arriba abajo y me pongo cachondo al recordar el buen rato que pasamos.
Tamara está muy graciosa con dos coletas que se ha hecho por detrás de las orejas. Tiene un aire de colegiala que contrasta con el vicio que me mostró ayer mientras me daba el “repasito”.
-“ Es sobre Herminia. Lo está pasando bastante mal, tiene dificultades económicas y quiere que le eches una manita… ya sabes…” me dice tras cerrar la puerta del despacho a su espalda.
Herminia es una mujer de unos treinta, que lleva ya varios años en la empresa y se que se caso hace poco tiempo. Es una mujer muy atractiva y sensual, que a pesar de la ropa de trabajo insinúa unas curvas espectaculares.
- “Ya miraré el cuadro de horas extras y quizás la pueda incluir para que se quede por las tardes o algún sábado”, le digo tratando de agradar para que ella se vuelva a sentir generosa conmigo y quizás me repita una chupadita bien rica.
-“ Ella esta deseando hacerlas y te puedo asegurar que no te vas a arrepentir. Me ha dicho que te diga que te lo va a agradecer mucho. Quizás de una forma muy especial, pienso yo. Seguro que sabe hacer muchas mas cosas que yo, ella ya lleva casada varios años”, dice con bastante picardía.
-“¿te la imaginas aquí agachada haciéndote cositas?” me pregunta
Me cuesta imaginar la cara casi angelical de Herminia colocada entre mis piernas, mirando con gula mi polla erecta, mientras sus manos me acarician delicadamente.
A pesar que está muy rica, siempre he pensado que era un sacrilegio imaginarla haciendo el amor como una perra viciosa. Me costaba mucho imaginar esa escena, quizás sentía un deseo platónico por ella, y hasta ahora no se me paso por la cabeza el poder disfrutar de su cuerpo.
Ahora parece que eso se me ofrece en bandeja de plata y me va a costar mucho decir que no.
-“ Como me ha dicho que tienes prisa, te dejo. Ya me dirás algo respecto a Herminia”, me dice a modo de despedida y como dudando que la esté oyendo.
Creo que he imaginado tan bien a Herminia haciéndome “cositas”, que la mirada se me ha quedado perdida. Tamara se ha dado cuenta y me mira comprensiva.
-“Ya veo que te ha interesado la cuestión, también creo que te gustaría probar esto que tengo guardadito para un “niño goloso” como tu”, me dice desabrochándose la bata hasta la cintura y enseñándome sus muslos y pubis.
-“No insistas, no me puedo quedar… en diez minutos tengo reunión”, le suplico.
Ella no me hace caso y se empieza a tocar delante de mis narices, con desparpajo e intensidad. Se frota fuerte con la mano y enseguida empieza a jadear.
-“ Mira cómo se me ha puesto… ¿no lo puedes calmar un poquito?… cuando vuelvas ya me habré ido a casa, y hasta por la noche no veo a mi novio.
-“ Además tengo muchas ganas de sentirte dentro…” añade
Yo me miro una y otra vez el reloj. Se que no me da tiempo a casi nada, que no puedo faltar a la reunión y que Tamara debe tener un coño muy jugoso y prieto.
Por fin reacciono, doy una vuelta a la llave de la puerta, me bajo los pantalones y dejo al aire mi polla que apunta a cielo con soberbia. Tamara hace ademán de querer engullirla de nuevo, la detengo y le muestro lo que realmente deseo.
La hago sentar en el borde de la mesa y le levanto las piernas. Ella se recuesta sobre mis papeles y pone su chochito justo en el borde de la mesa, al alcance de mi mano y a la altura precisa para que la pueda ensartar.
Con un par de empujones se la meto hasta las bolas. Con ambos brazos me aferro a sus muslos y la sujeto con firmeza a la vez que empiezo a culear adelante y atrás para que mi polla entre y salga con toda su amplitud como recorrido.
Tiene un coño espeso y prieto. La sensación es inmejorable. Le doy con fuerza, casi con rabia, temiendo que no me de tiempo a correrme en tan pocos minutos.
Tamara gime y se retuerce ante mis embestidas, pero lejos de pedirme tregua lo que hace es encabritarme todavía más diciendo casas como:
-“Follame carbón con todas tus ganas, así… así… rómpeme el coño, dame con fuerza… así es como mas me gusta… con ganas…. Ahhh… ahhhh ¡que gusto!, sigue, sigue….”
-“Te gusta follarme en el despacho, ¿verdad?... mira que si te viese el jefe… o mejor aun … si tu mujer viese lo que haces… follame fuerte…. así, así… no pares… no pares…”
Estoy como loco. En mi cabeza se mezclan sus palabras, los estímulos que vienen desde mi entrepierna y también el morbo de la situación. Se produce una explosión en mis testículos y empiezo a expeler toda la leche que tengo acumulada. Esta se va depositar por las ingles de Tamara y encima de vello púbico.
Yo ya he acabado pero ella continúa gimiendo pidiéndome más. Le meto los dedos índice y medio y le froto el clítoris por dentro. Luego le hago un mete y saca roscado que termina por darle el orgasmo que estaba deseando.
Recojo algunos papeles, me arreglo un poco y voy a la reunión. Antes de irme le doy un beso en la boca a Tamara y le digo que tenemos que seguir hablando de todos estos temas. Lo de Herminia lo trataremos en otra ocasión. Llego cinco minutos tarde.
Toc... toc
- “¿podemos pasar?”, dice una voz juvenil con un poco de ritintin
Alzo la vista y veo a Tamara en la puerta del despacho. Leva la bata del trabajo desbotonada en la parte inferior y se le ve una generosa porción de pierna. La miro con extrañeza pues ha hablado en plural y solo la veo a ella.
- “Herminia está aquí conmigo, aunque es tan “cortada” que esta medio escondida”, me explica estirando de la mano de su compañera para que aparezca en escena.
-“Pasad, pasad... ahora podemos hablar sobre el trabajo de las próximas semanas”.
Tamara me dedica una amplia sonrisa, e interpreta mi comentario como que tenemos tiempo para ver lo que su compañera está dispuesta a ofrecerme. Mientras esta se acerca a mi mesa titubeante, ella se entretiene en darle una vuelta a la llave para preservar nuestra intimidad.
Luego las dos se sientan frente a mi mesa, Herminia muy modosa, con las piernas paralelas y las rodillas apretadas. Tamara con el desparpajo habitual, cruza las piernas mostrándome generosamente su muslamen.
Con voz entrecortada Herminia me explica de sus dificultades y su deseo de hacer horas extraordinarias para conseguir un dinerito adicional. Le respondo que le he encontrado un trabajo para que pueda hacer horas e incluso trabajar algún sábado.
-“¡ Qué serios y formales!, me da un poco de manía oíros hablar”, dice Tamara con grosería.
-“¿has visto lo guapa que es?¿crees justo que este tan preocupada? Las vas a ayudar, verdad?”, dice Tamara cogiéndola por la barbilla para obligarla a enseñarme su mejor perfil.
-“ Y tu... no estás haciendo lo que me habías prometido. ¿acaso te da vergüenza?... solo es un tío...bastante salido, por cierto, que espera que lo escandalices. Pelea por conseguir todo lo que quieres!!!”.
Mientras la reprende de esta manera, la obliga a separar las piernas y le desabrocha dos botones de la bata para que su cuerpo se pueda mostrar. Herminia se arma de valor, y a pesar de su timidez y pudor, que hacen que sus mejillas estén rojas como amapolas, se pone en pie delante de mi mesa.
Cierra los ojos y lentamente empieza a cimbrear el cuerpo de manera muy sensual. Se pone las manos sobre el cuerpo. Rodea su cintura, delimita sus caderas y luego se recoge los pechos. Sin abrir los ojos, se desbotona la bata y me enseña primero las piernas, luego el pecho recogido por un sencillo sujetador y finalmente su pubis cubierto por unas sencillas bragas blancas con topitos verdes.
Herminia está muy buena y a pesar de su congoja se mueve con mucho arte. Ha conseguido que se me ponga dura. Dedico a Tamara una mirada de agradecimiento, y ella me corresponde asintiendo con la cabeza. Se levanta y viene a mi dando la vuelta a la mesa.
-“ Lo estás haciendo muy bien, Herminia”, dice apoyándose sobre mi hombro.
-“ Ahora este “señor”, que es un salido, espera algo más. Olvídate que estas casada e imagina que debes seducir como sea al príncipe encantado, aunque sea una rana, jejejeje. Vale cualquier cosa...¿vale?”, le dice animándola para que continúe.
Al mismo tiempo, Tamara me mete la mano dentro de la bragueta y me aprieta la polla que esta dura como una piedra.
Mientras Herminia se desprende del sujetador y me hace tragar saliva al mostrarme sus bonitos pechos, su compañera empieza a meneármela con mucho tiento.
La joven sigue contoneándose, tapa y destapa sus tetas jugando con mi deseo de verlas por completo. Luego se da la vuelta y me enseña su culo. Se baja las bragas hasta la mitad de sus glúteos y luego se las sube. Finalmente se las baja del todo y me muestra su culo.
Tamara sigue dándome apretones y sacudidas que me hacen ver las estrellas al tiempo que me dan un gustirinin muy especial. Su compañera termina por desnudarse por completo. Tiene un poblado felpudo y un trasero extraordinario.
Siento ganas de levantarme y follarmela allí mismo. Su cuerpo lozano y la mezcla de timidez y atrevimiento me han puesto a cien. Los masajes de Tamara solo hacen que poner la guinda a la situación.
-“Ahora viene la mala noticia”, dice Tamara.
-“Herminia ha prometido muchas veces a su pareja que “su coñito es solo para él” y como no sabe mentir, te tendrás que conformar con lo que ves”, me dice dándome un rápido frote.
-“¿Y no podría ser algo mas cercano?”, le digo deteniendo su mano y mostrando mi polla dispuesta para ser chupada.
Cuando parece que alcanzamos un acuerdo en que lo mejor será pasar a una buena mamada, es Herminia la que interviene con sus ojos abiertos como platos clavados en mi pene.
-“Si quieres... puedes probar por detrás. Por ahí no tengo ningún compromiso”, dice poniéndose de espaldas con el culo en pompa.
Me está ofreciendo que me folle su culo. Esto no me lo esperaba. Se me hace la boca agua y tras intercambiar mirada con Tamara, me levanto ilusionado como un niño dispuesto a disfrutar de esta joya.
Deverano.