Ahora o nunca VII

Un personaje nuevo y una familia agitada por las tragedias, puede parecer un negro panorama, pero puede que al final del día se obtenga una recompensa y algún nuevo amigo

A Dedmundo y su familia, que en la vida real demuestran que pese a todos los prejuicios de la sociedad se puede ser feliz y a Felipe, Pipe, (MAC) que decidió enfrentar la vida por sí mismo.

Fran

[Para esta escena podéis escuchar “Desde mi cielo” del Mägo de Oz]

Salimos de casa de Luis con una sonrisa en el rostro, pese a seguir con las ganas de follar, pero primero lo primero, teníamos que enfrentar a mi familia, papá estaba en Afganistán, era teniente de guerra y ya se lo diría la próxima vez que le escribiera una carta, pero mi madre era otra cosa: de familia muy estricta y de mentalidad cerrada, orgullosa de que nunca había habido un caso de homosexualidad en la familia y sin poder siquiera querer imaginar el que a un chico le gustara otro chico.

Siempre que había surgido el tema de la homosexualidad en la casa (por alguna noticia o por algún compañero de mi padre) ella terminaba perdiendo el control y diciendo que menos mal que en la familia no habíamos tenido que aguantar semejante vergüenza, que el día que se enterara de algún gay en la familia lo desconocía y se olvidaba que existía semejante “paria”.

Es curioso que durante semejantes diatribas papá me miraba fijamente un segundo y luego la forzaba a cambiar de tema, nunca supe por qué lo hacía, porque si le preguntaba me temía que terminaría contándole la verdad y no me sentía preparado.

Cuando llegamos a mi casa nos llevamos una gran sorpresa: ¡un par de policías iban saliendo de casa!

Al entrar nos encontramos a mi madre empapada en llanto y le pregunté que qué le pasaba, pero no me quiso decir nada, más bien preguntó a Luis cómo estaba y nos ofreció algo para merendar. Cuando ya se hubo tranquilizado un poco, Luis le dijo:

-Doña Marta, es evidente que usted…

-Tutéame, hijo, que eres el hermano que Fran nunca tuvo, te conozco desde antes que nacieras jajaja –lo interrumpió mi madre, supiera la pobre lo que se le venía…

-Vale, como te estaba diciendo doña Marta –a un gesto de reproche de mi madre, Luis se corrigió-: Marta, creo que tú y Fran tenéis algo que hablar, así que simplemente te diré lo que veníamos a decirte y os dejaré solos: Fran y yo somos más que amigos, somos novios.

-¡Qué mierda estás diciendo! –mi pobre madre perdió el poco autodominio que había conseguido para disimular delante de Luis y se puso a gritar como loca- ¡Vienen a decirme que mi esposo ha caído en Afganistán y ¿tú me dices que el único hombre que me queda es tan poco hombre que se lía contigo como si fuese una chica más?! ¡Esto no puede ser! –de repente mi madre recuperó su compostura y me dio un papel que aparentemente era la carta que había escrito mi padre por si caía en batalla:

A mi querida esposa Marta y a mi único hijo Francisco:

Cuando leáis esto sabréis que he caído en batalla, sirviendo a la Madre Patria, tal como lo he jurado, no me ha importado perder la vida si es con tal de que haya alguna esperanza de libertad y paz para las futuras generaciones, espero que me entendáis y me perdonéis por eso.

Marta, no quiero verte llorar, no te mereces eso, busca tu felicidad, yo te acompañaré desde donde esté, siempre te amaré, pero no por eso te ataré a mí, no a mi recuerdo, juraste serme fiel hasta que la muerte nos separara, pues ahora que nos separa no tengas miedo de la vida, no temas ser feliz, que te lo mereces. Busca un buen hombre que te haga feliz y que quiera a Fran y continúa tu vida, que el que yo no esté no es motivo para que tú también mueras.

(Mi corazón se detuvo por un instante, era impresionante lo que papá amaba a mamá y le di la carta a Luis para que me la terminara de leer, yo no podía leer con las riadas de lágrimas que caían de mis ojos):

Mi querido hijo Fran, siempre has ocupado un lugar muy importante en mi corazón, eres el futuro de la familia, sin ti moriría nuestro legado de amor, respeto y amistad. Después de estar varios años en el ejército, he aprendido a reconocer a los homosexuales a simple vista y he creído ver que tú también lo eres y creo, por la forma en que miras a Luis, que lo amas, pues entonces, ¡díselo!, que el pobre no es adivino, no podrá saberlo si no se lo dices.

Espero que puedas ser feliz con él y, si no eres homosexual, entonces búscate una chica guapa, no tanto de cuerpo como de espíritu y sé feliz, que para eso te he enseñado todo lo que sé, para que no cometas los errores de tu padre, por eso te prohibí hacer carrera militar, tú no has jurado nada, tú puedes buscar ser feliz con quien quieras, ¡no porque seas el hijo del teniente García tenías que entrar al ejército! No abandones a tu familia para luchar por nada.

(Luis paró un momento a tomar aire y pude notar que tenía la garganta seca, igual que yo, por la sorpresa de que mi padre sospechara algo, pero feliz de ver que yo había hecho lo que él me aconsejaba y, aunque era una carta difícil de leer, Luis terminó de leer con una sonrisa en la cara):

Mi querida familia, espero que sepáis ser apoyo la madre para el hijo y el hijo para la madre, lo único que no me duele es que sé que sois fuertes y tengo la esperanza que reharéis vuestras vidas y yo viviré en vuestro recuerdo y felicidad.

Os espero en la eternidad,

Teniente Pablo García.

La carta de mi padre me dejó hecho polvo, no esperaba que sospechara siquiera que era gay y mucho menos que amo a Luis, pero ahí estaba, desde el otro mundo dándome su aprobación y ánimos para luchar por mi amor, la verdad es que papá siempre fue increíble.

-¡Te vas de mi casa, pero lo que se llama ya! –mi madre volvió a la carga- coge tus cosas y desaparece, que el hecho de que a tu padre no le importara tener un medio hombre por hijo no hace que yo lo permita. Tienes media hora para no dejar rastro de tu existencia en esta casa, que la familia nunca ha sido, ni será, mancillada por la vergüenza de tener un maricón en la familia.

La verdad es que mi madre cuando quiere ofender, lo consigue. Luis me ayudó y recogimos todas mis cosas, que metimos en unas maletas que eran de papá y cogimos todas las fotos en las que estábamos él y yo solos, la mayoría de todas las que había en la casa, y empacamos todo, por último, me despedí de mi madre:

-Mamá, espero que te arrepientas, aquí están mis llaves, a partir de este momento sólo seré un amigo del teniente García que lamenta mucho la muerte de su mejor amigo, aquí no entraré nunca como hijo a menos que me lo pidas. No cambiaré el número de mi móvil, para que, cuando quieras, me puedas llamar. Esto me duele en el alma porque eres mi madre, pero si no quieres volver a verme, lo haré, seré obediente hasta el final.

Cogí mis cosas y, cuando iba a cerrar la puerta, mi madre lanzó la última cosa que le he escuchado decir:

-Es terrible quedar viuda y sin hijos, pero igual quizá algún día pueda rehacer mi vida, tal como Pablo me lo recomendó. Muchas gracias por venir en estos momentos, sé que Pablo era un gran amigo para usted… -el hecho de que ya me tratara como un desconocido era demasiado para mí, es cierto que la impresión hacía que no pudiera sentir nada ni reaccionara como siempre, pero en ese momento la ira me cegó.

-Yo también lamento su muerte, pero lamento mucho más que usted haya decidido matar a su hijo por puro gusto. El teniente García no sólo era un gran amigo, ES un gran amigo y un padre para mí. Te amo, mamá –con esta última frase cerré la puerta y, en el ascensor, me eché a llorar en brazos de Luis, no sé cómo pero no había llorado antes, ni cuando me enteré que papá había muerto ni con los gritos de mamá.

Dejamos mis cosas en nuestra nueva casa y llamamos a los chicos para una reunión urgente. Cuando los chicos dijeron que irían Luis me dio un papel que se había metido por dentro de la camiseta que llevaba: era la carta de papá, me dijo que mamá no se merecía tenerla, sobre todo si lo más importante iba dedicado a mí.

Luego Luis me dio la más importante de las sorpresas en lo que llevábamos de día:

-Fran, los chicos vienen dentro de tres horas…

No lo dejé terminar, me lancé a sus labios, esos labios dulces, carnosos, custodios de esa dulce lengua que tanto me gusta acariciar. Unimos nuestras bocas en espera de por fin culminar lo que los dos queríamos hacer desde la noche anterior, fue un beso de amor puro, sin malicia ni deseos de usar al otro.

Estuvimos así un gran rato, simplemente besándonos y diciéndonos cuánto nos amamos cada vez que parábamos a tomar aire. Pronto noté que Luis estaba completamente empalmado pero no se atrevía a ir más allá por las noticias que yo acababa de recibir, entonces le quité la camiseta y él entendió, con lo que pronto estábamos desnudos los dos, nunca nos ha gustado empezar a dar placer al otro cuando alguno está vestido.

Una vez desnudo continué mis besos por la cara de Luis, me fui por una de sus mejillas y llegué a su oreja, tomé su lóbulo y lo presioné un poco con mis dientes, sin dejar de acariciarlo con mi lengua, lo que hizo que Luis soltara un gemido que me encantó, además de sentir su polla dar un bote contra la mía, así que me apresuré a seguir mi juego y llegar a su otra oreja y repetir la operación, pero esta vez me demoré un poco más allí, Luis me apartó y me dijo que como siguiera se correría ahí mismo, acababa de descubrir un punto débil de Luis, era maravilloso ir conociéndonos poco a poco.

Besé su cuello y él me regresó a su boca, esta vez nos besamos con pasión y Luis pronto iba bajando por mi cuello y llegó a mis tetillas, primero las acarició con su lengua, luego las mordió levemente para hacer que esas descargas de placer que tanto nos gustan recorrieran todo mi cuerpo, por último succionaba un poco y besaba mi pezón con delicadeza, como disculpándose por la intromisión, luego repetía esa deliciosa intromisión en mi otra tetilla y me dejaba alucinado, no sabía cuánto podría aguantar de seguir con ese ritmo.

Lo detuve y me arrodillé frente a él para comerle la polla, pero Luis se giró y me ofreció su hermoso culo y me dijo, me rogó que lo penetrara. Le di un beso negro de esos que nos encantan, lamiendo con mucho cuidado su agujerito y dejándolo tan lleno de saliva como podía, cuando estuvo bien lubricado puse mi polla en su puerta y la dejé entrar, poco a poco, sintiendo cómo Luis era mío y cómo nos hacíamos uno de nuevo.

Cuando la terminé de meter, la tuve dentro un par de minutos para que Luis se acostumbrara a mi cipote en su culito y luego empecé el vaivén, primero lento, luego con cada vez más intensidad hasta que sentí que me corría, entonces le pedí a Luis que se pusiera boca arriba, quería besarlo. De inmediato mi chico obedeció y, entre besos y caricias, acabé dentro de él.

Luis todavía no había llegado al orgasmo, así que le ofrecí mi culo, pero él me dijo:

-No, Fran, hoy quiero algo distinto, quiero que me masturbes hasta que te bañe con mi leche y mientras nos besamos, tengo ganas de un orgasmo cursi esta vez jajaja

Hice lo que me dijo, empecé a besarle y pronto me empujó hacia la cama y me hizo sentarme mientras él se sentaba sobre mí y, sin dejar de besarle, le acaricié todo su bello cuerpo, mis manos llegaron hasta donde pudieron y luego me dirigí a su duro pene y lo masturbé hasta que descargó sobre mí. Luis se levantó, me recostó en la cama y me limpió con su boca, luego compartimos el semen que había en su boca y nos dormimos hasta que sonó el timbre que anunció la llegada de los chicos.

Tavo

-Mae, mae, suave un toque, barájemela más despacio, mae, al chile, ¡quedé viendo pa’l ciprés! –no podía creer nada de lo que Fran y Luis nos contaban, mucho menos la carta (que esta vez leyó Dani entre sollozos de Fran), y se los hice notar sacando todo lo que pude mi acento tico, no es que sea subnormal, simplemente quería confirmar una cosa-: mae, la vara es así, según esta carta, la última voluntad de tu padre es que seáis felices, ¿no?

-¿Es que no te ha quedado claro ni eso, Tavo? Serás subnormal... –Sara, como siempre, se reía de mí y conmigo.

-Sí, eso me quedó claro, por eso quiero proponer esto: vámonos de marcha, seamos felices por un rato, al menos, tal como Pablo lo pidió, Fran, en este momento lo que necesitas es no pensar, venga, vamos…

Sara

Bueno, otra vez de marcha… vale, estamos en julio y no trabaja ni Perri, pero tampoco exagerar, ¿no? Bueno, la cuestión es que por una o por otra nos estábamos yendo de marcha casi todos los días, ya me estaba empezando a cansar, pero esa noche fue diferente, tenía el presentimiento de que algo pasaría, no sabía qué, pero ocurriría…

Íbamos ya bastante “tocados”, como dice Tavo, cuando nos encontramos con un viejo amigo:

-¡Eh, Manu, chaval! ¿Qué hay, tronco? –lo saludó un mucho más alegre Fran.

-Yo… este… yo… estoy muy alegre… -fue lo único que dijo Manu y se echó a llorar al tiempo que reía.

-Este cabrón… -fue Tavo el que reaccionó y le dijo a Luis-: mae, llame al 112, pareciera que anda drogado, yo anduve en esas, sé cómo se ven y, peor, cómo se sienten, llama a urgencias ¡YA!

El pobre Luis le llamó al SAMUR a como pudo y pronto terminamos todos en el hospital de La Paz. Al final resultó que el chico se metió un buen chute de cocaína y si no lo hubiésemos encontrado se habría muerto, porque entre cocaína, licor y marihuana ya tenía suficientes toxinas en sangre como para matar un caballo, o eso nos dijeron en el hospital.

Manu era un compañero de tropa de Luis y Fran y se había hecho amigo de Dani y mío en los últimos años de la ESO, era un chico alegre, disfrutaba su vida (vamos, que no hay quien goce en la ESO, pero aprovechaba lo que tenía), lo que más me impresionaba de él eran sus ojos: eran verdes con algunos matices marrones, no llegaban a ser color miel, pero eran casi trasparentes; tenía el pelo negro y la piel blanca, era todo un cachas y la verdad me traía loca desde que lo conocí en la ESO. Una cosa extraña, nunca tomó ni fumó y ahora resulta que era adicto a la coca y la marihuana…

No sé cómo lo conservaba todavía, pero tenía el número de su casa, así que les llamé y al contarles que estábamos con Manu en el hospital sus padres me preguntaron cuánto dinero quería para dejarles en paz, que ya ellos habían hecho lo que podían al no dejarlo volver a casa hasta que no dejara las drogas, sin derecho a tocar nada de su habitación. Lo habían puesto de patitas en la calle con tan sólo la ropa que tenía puesta. Pero su hermano, Mau (Mauricio, eran mellizos: Mauricio y Manuel), siguió ayudándole a escondidas, o eso dijo quince minutos después cuando apareció con todo y la novia.

-¿Cómo está mi hermano? –preguntó al médico que en ese momento aparecía para dar información detallada de su estado.

-Su hermano tiene varios cortes superficiales, producto de luchas con otros drogadictos de las calles, pero nada grave, físicamente está intacto, lo que nos preocupa es su estado psicológico, es de suponer que el síndrome de abstinencia será fuerte en él, ya que parece que acostumbraba a ingerir grandes cantidades de droga –explicó el galeno.

-Ya veo, pero entonces, ¿tiene recuperación?

-Pues depende de si tiene una motivación para seguir adelante…

-Entiendo, gracias, doctor –el especialista, una vez cumplida su misión, se evaporó de allí-. Chicos, mil gracias por lo que habéis hecho. Ahora iros a descansar, que mi novia y yo nos encargamos… -intentó decirnos.

-De eso ni hablar, somos vuestros amigos, podéis contar con nosotros –dijo Luis y se dirigió a Tavo- en todo caso, listillo, ¿no es en un par de horas que tienes que recoger tus resultados allí abajo?

-¡Juemialma, mae! –Tavo y su acento tico, el día que lo entienda…- si es cierto, mae, mejor nos quedamos y así vemos los resultados los cinco…

-Claro que sí, Tavo, somos una familia, después de todo, ¿no? –intervine yo, una cosa que me duele es que la familia de Tavo, y ahora la de Fran, pasan de ellos como de comer mierda y por eso me gusta repetir lo de que somos una familia.

-¿Que sois qué? –dijo un asombrado Mau.

-Una familia, somos hermanos, pero a la vez, Tavo y Dani están casados –Luis explicaba mientras Mau flipaba a colores y Dani y Tavo le enseñaban sus anillos, luego él se sacó su cadena- y Fran es mi novio.

-¡Coño! Eso sí que no me lo esperaba… ¿y estáis en privado o ya lo saben en vuestras casas? –Mau no salía de su asombro, pero aún así quería ser prudente.

-Lo sabe todo el que lo quiera saber –contesté para no tener que dar detalles de lo sucedido con Marta.

-Bueno, entonces, os felicito chicos –un abrazo con un par de palmaditas en la espalda para cada uno- y tú, Sarita, deberías buscarte a alguien…

-En eso estoy, gilipuertas –no se lo iba a decir, está claro, que al que quiero es a su hermano que quién sabe si se recuperaría-, ¿qué te crees? ¿que me gusta ver cómo estos cuatro cuentan dinero delante de los pobres? Pero no aparece el indicado…

-El paciente ya ha reaccionado, pide ver a Sara Fernández sin demora –dijo una enfermera.

-Enseguida voy, enfermera.

La seguí y casi me muero al verle.

Manu

[Si queréis música de fondo, “Tanto la quería” de Andy & Lucas no vendría mal]

Cuando Sarita entró en el cuarto del hospital casi se desmaya, no se esperaba verme con varias vías conectadas a mis brazos, además de un monitor cardíaco y sondas en la nariz, tanto para respirar como para comer, la verdad parecía que estaba en la UVI, no en observación…

Sara se rehízo pronto de la impresión y fue tal como la vi cuando nos encontramos en la calle y como la he visto siempre, era ver a Atenea pasearse por los Elíseos, una mujer sabia, bella y feroz en medio de un paraje hermoso, en plena primavera (curioso que se me ocurriera eso estando en verano), despreocupada de todo lo que no se hiciera más bello con su sola presencia, era increíble, Sara es cada día más bella, nunca sabré cómo lo hace. Al acercarse a mi cama fue como cuando estábamos en la ESO, parecía brillar con luz propia, sin necesidad de maquillarse siquiera, es tan bella; yo, por mi parte, tímido hasta la muerte, con un miedo cobarde de que me rechazara, no sabía cómo contárselo, el molesto pitido decía que mi corazón latía tan rápido como podía y un ventilador automático indicaba que me faltaba el aire, era imposible que ella no lo notara. No podía creer cómo me había podido callar durante tanto tiempo las únicas dos palabras que me sacarían de este vicio infernal en el que me metí de cabeza por no quedar como el cobarde del pueblo, pero no podía más, tenía que decírselo, así que cuando llegó al borde de la cama se lo dije:

-Te amo, Sara, te amo desde que nos conocimos en la ESO, ¡TE AMO!

-¡Gilipollas! –se giró para que no la viera sonreír y se volteó, ya seria- ¿cómo narices no lo dijiste antes? ¿No te dabas cuenta de que yo estoy colada por ti? ¿Cuándo me lo ibas a decir? – ¯así de ilógica es mi vida sin ti; así de irónica, así de estúpida; así de absurda es mi vida sin ti; como un bronceador en casa de esquimales; así de ilógica es mi vida si ti¯

-Cuando dejara la droga, si me atrevía…

-Pues ahora la dejaremos juntos, ¿vale?

-Vale, pero ¿cómo le vamos a hacer?

-Ya verás…

Luis

Después de un rato, Sara salió de la habitación de Manu y se veía radiante, era otra, nunca la habíamos visto tan feliz. Nos dijo que Manu quería vernos, así que entramos a la habitación y allí nos esperaba una tanda de reproches…

-¿Cómo narices no me habéis contado nada? –creo que se refería a los cuatro, luego habló directamente a Dani- y tú te casas y ni invitas ni nada, ¡eso es imperdonable!

-Pero Manu, si tienes más de dos años de haberte perdido, no has vuelto a la tropa ni nada… -Fran intentó justificarnos.

-¿Y os habéis preguntado por qué desaparecí del mapa? Pues porque ya estaba liado con la coca, no quería que me vierais tal como me visteis ayer, es horrible, no tenéis ni idea…

-Pues yo sí que la tengo, soy Tavo, el marido de Dani –lo interrumpió Tavo y aprovechó para presentarse- en mi país también estuve tonteando con la droga y te diré una cosa, yo la he dejado porque me diagnosticaron VIH –asombro de Manu, Mau y su novia-, sí soy seropositivo, espero que eso no nos impida llevarnos bien, ¿eh?

-No, para nada, es sólo que no calzas en el esquema del típico chaval enfermo y debilucho… -dijo Mau.

-¡Eso es porque tengo una motivación para vivir! –antes de que nadie pudiera siquiera rechistar, Tavo se volvió y le plantó un beso a Dani que hasta a mí se me puso dura, luego siguió hablando- y tú, Manu, ¿tienes un motivo?

-Claro que lo tiene –Sara se abalanzó sobre él y lo besó, ahí sí que nos quedamos todos flipando.

Tavo

Sara nos explicó que desde hacía años que le venía tirando los tejos a Manu pero el chico no le hacía caso, según él no podía creerse que una chica tan guapa se fijara en él (en eso tiene razón, Sarita es guapísima), luego cada uno se fue por su lado, Sara se fue a estudiar a Francia y Manu se perdió por ahí, luego supimos que en su pueblo probó la “María” para no ser menos que sus colegas y terminó enganchado después vino la coca y en dos años estaba hecho una pena.

Después de su explicación los dejamos morreándose y Dani y yo nos fuimos a por mis resultados.

El médico que nos atendió nos explicó que éramos compatibles y que el riesgo para Dani era nulo, porque simplemente le meten una aguja en la espalda y listo, pero en mi caso era un poco complicada la cosa, ya que podía rechazar el trasplante, pero aunque lo rechazara mi vida no peligraba tanto como en la mayoría de los casos, así que no se perdía nada con intentarlo.

Le agradecimos al médico y le dijimos que después llamaríamos para poner fecha para las cirugías y salimos de allí directo al cuarto de Manu y les contamos lo sucedido.

Mau y Clara (su novia) se ofrecieron a ayudarnos en lo que necesitáramos, igual que los demás, excepto Sara y Manu que nos dijeron que tenían algo que decirnos:

-Veréis, el médico ha venido a decirle a Manu que en un par de días le dará el alta, así que yo he hecho un par de llamadas y partimos en cuanto podamos para Zaragoza…

-¡Zaragoza! ¿Qué se os ha perdido allí? –no me lo podía creer, partían, así, sin más ni más.

-Es simple, uno de mis tíos es médico –se explicó Sarita- y tiene un amigo que tiene una clínica de desintoxicación en Zaragoza y nos ha ofrecido atender a Manu gratis, además de dejarme estar con él como su enfermera particular, lo disimulará como un voluntariado, pero estaremos juntos y eso es lo importante, además le he expuesto el caso y dice que en cuestión de seis meses estará perfectamente rehabilitado, lo que significará que tendremos un año nuevo y vida nueva jajaja

Sara estaba tan alegre que lo único que pudimos hacer fue felicitarles, desearles lo mejor y dedicarnos a buscar la mejor fecha para mi operación y decidimos que lo mejor era operarnos el mismo día que Manu entrara a la clínica, ya que el médico me dijo que era probable que la recuperación y la determinación de si el experimento había funcionado duraría casi seis meses, con lo cual estaríamos todos juntos para las mismas fechas…

Continuará…


Papi (Daniel) pidió un personaje nuevo, así que ahí lo tiene, esperemos que pueda dejar la droga… Dedmundo, pediste un poco de dificultades, aquí tienes una pequeña dosis… siguen siendo relatos cortos, ya lo sé, pero hago lo que puedo, ya muchos sabéis que estos días he estado con problemas en el curro y, creedme, que te insulten hasta lo profundo del alma no ayuda cuando lo que quieres es escribir el inicio de un romance, pero bueno, no podía haceros esperar más, así que aquí tenéis…

Por favor, no os cortéis, comentad y valorad, tomo en cuenta todas vuestras opiniones, como ya he dicho, no os sorprenda que lo que era vuestro punto de vista termine como una escena del relato…