Ahora... me toca a mi

A pesar de creerme corrida en siete plazas, era bastante inocente, pues ¿A quién se le ocurre meterse borracha en una casa con seis hombres a los que acabas de conocer?, lo de corrida era por singona (del venezolanísimo verbo singar: tener sexo) pues a esa edad, diecinueve o veinte años, ya llevaba suficiente verga entre pecho y espalda, por lo cual me consideraba una veterana (puta vieja, no vieja puta que es diferente), pero evidentemente no lo era

Hola, soy Mari y aquí estoy otra vez, contentísima por sus comentarios, todos fueron positivos y estimulantes, espero no decepcionarlos con esta historia.

Era jueves en la noche, y yo como siempre en Ángel´s Pool, tomándome las cervecitas con mis amigos, a las ocho y media el sitio estaba full, pero a medida que pasaba el tiempo se fue vaciando, a las once ya sólo quedábamos diez en el bar; yo, sentada en la barra un poco mareada hablaba con Ángel (el dueño), pues como al final mis amigos me abandonaban y terminaba sola, acostumbraba hablar con él, pero solo en plan de panas (amigos).

En una de las mesas jugaban cuatro muchachos, hablaban y reían, en la barra, a mi lado estaba sentado un tipo bien feo, moreno y bajito que hablaba con otro de piel clara, cabello oscuro y alto, estos dos andaban con los que jugaban pool, saque un cigarrillo y mientras lo encendía Ángel pone una botella de cerveza frente a mi y dice:

  • Te la manda el pana – asiento con la cabeza y le digo:

  • Ok, gracias – me doy la vuelta hacia el chamo que me mando la cerveza, le sonrió y le digo

– Gracias – aunque el desgraciado es horrible, a una cervecita jamás se le dice que no.

  • Mucho gusto, Manuel – dice mientras me estrecha la mano.

  • Mari, es un placer – solo por la cerveza, claro esta.

  • Me quedaste solita… ¿te abandonaron tus amigos? – dice.

  • Sola no, estoy con Ángel – y le grito – Alex… dígalo ahí.

  • esta dicho – me responde, sin saber siquiera de que hablo, pues esta al fondo de la barra ocupado en sus cosas.

  • No creo que se moleste si bailas conmigo – me dice; bueno pensé yo, con la bailadita pago la cerveza.

  • Creo que no le importa… ni le molesta – digo, se levanta y me dice:

  • Vamos pues.

Y salgo a bailar con el adefesio, mi mano derecha en su mano y pasa su mano izquierda por mi cintura, bailamos dos merenguitos sabrosos y ya, cuando nos fuimos a sentar lo vi… ojos verdes… ojos verdes… (Son mi debilidad, no me explico la razón, pero me enloquecen), de estatura mediana, piel blanca, cabello oscuro, linda nariz, labios hermosos y, divinos ojos verdes. El tipo andaba con mi adefesio, perdón, con Manuel, el cual me presento a todos sus amigos: Juan… Pedro… Luis… José…, no se como se llamaban, no lo supe en ese momento y no lo se ahora, de repente estaba rodeada de hombres, me hablaban, me contaban chistes, me atacaban (es como un coqueteo, pero más directo), bailé, me reí, y me lo gocé, pues siempre me ha gustado ser el centro de atención, ser alagada y atendida por seis hombres era la gloria.

Ya eran casi las doce y estaban cerrando el Pool, por lo que alguno o todos (a estas alturas de la historia ya estaba bastante borracha) decidieron que nos tomaríamos una botella de anís (licor de anís dulce) en la residencia donde vivían (una residencia es una casa donde alquilan habitaciones por meses), pues todos eran compañeros en una residencia, bastante cercana a mi casa, por cierto.

Mientras caminábamos con rumbo a la residencia, uno de los muchachos trato de abrazarme y besarme, lo empuje con fuerza:

  • Epa… ¿Qué pasó mi pana?... mantén la distancia – le dije, pues aunque estaba bastante borracha, mi grito de guerra siempre ha sido conmigo no el que quiere, sino él que yo quiera.

Del grupo solo uno me gustaba, Nene (Franklin) el de los divinos ojos verdes, que por cierto acudió en mi ayuda, se acerco a mí, y me pregunto:

  • ¿Qué pasó?

  • que tu amigo me quiso besar a la fuerza – respondí.

  • ¿No querías? – preguntó, yo le sonreí y le dije:

  • No… yo no quiero que el me bese

– ¿Y yo, te puedo besar? – pregunto, y ni lo pensé.

  • Si - le dije mientras mi mano izquierda subía por su pecho, su rostro descendió hasta mi cara, poso su mano izquierda en mi nuca, subió la mano hasta enredar sus dedos en mi cabello y con delicadeza empujo mi cabeza, mis labios se encontraron con los suyos, mis ojos se cerraron, que delicia sentir la caricia de su aliento tibio, un escalofrío en mi espalda y mi lengua asaltó su boca, los ruidos cesaron, la calle quedó en silencio, nuestras lenguas se mezclaban primero en su boca, luego en la mia, sólo duro veinte segundos que parecieron eternos, el lentamente se separo de mi, a nuestro alrededor los otros cinco nos miraban con los ojos como platos, me imagino que se sorprendieron, pues él y yo casi ni nos habíamos dirigido las palabra desde que nos conocimos, más sin embargo del grupo era el único que me gustaba, además estaba bien bueno.

A partir de ese momento Nene tomo mi mano y no me soltó, paramos en una licorería donde compraron el anís y seguimos a la Residencia, la cual era una casa donde abajo vivían los dueños y en la parte superior tenia un anexo en el cual estaban los cuartos que alquilaban, a un lado la casa tenía una escalera, por la que subimos, con cuidado pues tenían prohibidas las visitas femeninas (ja ja ja), al abrir la puerta (en realidad era una reja metálica) había un pasillo largo, todo el lado derecho era una reja metálica, lo que permitía la vista al interior de la casa desde la calle y viceversa, primero paramos todos en la cocina, y sirvieron en varios vasos tragos de anís con hielo, pero ni él ni yo tomamos, los cinco muchachos se reían y miraban entre ellos, como tramando algo.

Nene me tomo la mano, me había soltado para subir pues las escaleras pues eran muy angostas, me llevo por el pasillo, paramos frente a la tercera puerta, se reviso un bolsillo y saco un llavero con dos llaves, con una de ellas abrió la puerta y me hizo pasar cerro con seguro, la habitación era compartida pues había una litera y dos camas individuales, me senté en la parte baja de la litera solté mi cuaderno y mi cartera sobre el colchón, el se sentó a mi lado, me gire un poco hacia él, lo mire y me besó, suavecito… lentamente… deliciosamente

Toc, toc, toc… tocan la puerta, se levanta y abre, pero poco, no deja entrar al que tocó, se voltea hacia mí y me dice:

  • Espérame un momento… ya regreso.

  • ¿Puedo ponerme cómoda? – le pregunte, sonrió y me respondió:

  • Claro, lo que quieras mami.

Salio de la habitación y yo me saque los zapatos, me moví hasta pegar la espalda de la pared en la cabecera de la litera y me dispuse a esperar, de a poco fui escuchando las voces de los muchachos fuera del cuarto, en realidad no entendía nada de lo que decían, pero lo que si escuchaba era como que todos hablaban a la vez, silencio, ruido de llaves y la puerta se abrió, entró cerro la puerta con un pasador que tenía ésta, aparte de la cerradura, me miro y sonrió, se sentó frente a mi y dijo:

  • Pensé que te ibas a poner cómoda.

  • Ay si gracias, es que los zapatos ya me molestaban… estoy cansada – dije arrugando la cara.

  • Toma – me dijo ofreciéndome un vaso grande – traje anís para los dos.

  • Nunca he tomado anís, me voy a rascar (emborrachar).

  • Pruébalo… que asi frió es rico – tome el vaso y le eche un sorbito, verdad que estaba bien rico, y se lo dije:

  • es dulcito….

  • Como tu – dijo (los hombres son una vaina seria), mientras me quitaba el vaso de las manos y lo ponía en el piso – ven aca.

Cuando me movía para estar cerca de el, me di un golpe durísimo contra la parte superior de la litera:

  • ¡Ay carajo! – dije.

El se levanto me tomo de la mano y me ayudo a pararme me abrazo fuerte y me pregunto mientras yo subía mi rostro para mirarlo:

  • ¿Te diste muy duro mami?- no pendejo pensé, pero le respondí con cara de niña malcriada:

  • Siii.

  • Ven que te beso y se te pasa todo.

En realidad no se me iba a pasar con un beso porque desde hace rato el alcohol me tenia alborotada y lo único que quería era tener una verga taladrándome el útero bien duro, pero decidí hacerme la boba, pues siempre he sido una mosquita muerta. Y además, me estaba besando bien rico, rodeaba mi lengua con la suya, empecé a excitarme, me besaba tan rico, tan suave, le respondí metiendo mi lengua en su boca, y cuando la suya entraba a mi boca se la chupaba suavecito, luego me separaba un poquito y lamía sus labios, una, dos veces.

  • ¿Quieres? –preguntó muy cerquita de mi boca (los hombres venezolanos son muy educados, siempre preguntan antes de entrar).

  • Si – lo dije en voz baja, aunque quería gritar ¡COGEME!

Primero volaron mi franela y mi sostén, luego desabrocho mi pantalón, yo baje el cierre y me lo bajé. Quede ante el solo con un hilo dental de encaje color azul rey, lo recuerdo porque me dijo:

  • Ese color te queda bien.

  • ¿Te parece?

  • Date la vuelta – me di la vuelta y dio un paso hacia atrás, mire por encima de mi hombro y le sonreí.

  • ¿Qué paso? – dije.

  • ¡Que culo tan bello!

-jajajajaja – me fui hacia delante mientras me reía con lo cual mi trasero quedo parado.

Aprovecho para ponerme una mano en cada nalga y me las apretó, su pecho quedo en mi espalda, movió su mano derecha hasta mi vientre y me oprimió contra el, con su mano izquierda me quito el cabello de la nuca en un movimiento y beso mi cuello, su mano en mi nuca, su boca fue bajando por mi espalda de a poco, solo sentía su aliento tibio, mi espalda se arqueo, la mano en mi vientre se movió lentamente asi como la mano en mi nuca fue bajando hasta ubicarse en mis caderas, el besaba y mordisqueaba suavecito mis nalgas y yo suspiraba, con los pulgares bajo de un tirón mi hilo dental, por detrás metió una de sus manos entre mis piernas, las abrí un poco para facilitarle la entrada, buscaba mi coño y yo quería ponérselo en las manos, con los besos y las caricias, ya estaba bastante húmeda, a la primera incursión de su dedo en mi agujero, un respingo y tuve que sostenerme poniendo mi mano en su hombro, algo incomodo pues estaba agachado detrás de mi aun besando mis nalgas, pero no podía evitarlo, me metía el dedo un poquito, luego empapado en mis jugos lo movía en círculos en el clítoris, luego otra vez, me metía el dedo un poquito, luego empapado en mis jugos lo movía en círculos en el clítoris, luego otra vez, me estaba enloqueciendo, sentía como descargas eléctricas que me corrían desde mi botoncito hasta lo mas profundo de mis entrañas, su mano derecha que se mantenía quieta en mi cadera se movió hacia delante buscando también mi tesoro, saco la mano y me dio la vuelta, se levanto y quedamos frente a frente.

Acaricio mi rostro, metió un dedo en mi boca, descubrí mi sabor y lo chupe con gusto. Nos besamos con fuerza, con pasión, la vida se nos iba en ese beso, me apretaba contra su pecho.

  • Acuéstate

Obedecí… como una niña buena, me acosté boca arriba, con la cabeza en la almohada, mientras me pellizcaba los pezones miraba a Nene quitarse la ropa y me sorprendió, pues se veía delgado con ropa y no lo era tanto, tenia los músculos algo marcados y el abdomen como un chocolatito, con sus cuadritos marcados, no se veía exageradamente musculoso solo perfecto.

Se acostó a mi lado y frente a mi, metió una de sus piernas entre las mías mientras me besaba con pasión, bajo a mis senos y los beso, lamió y mordió cuanto quiso, mi cabeza daba vueltas, no se si por la excitación o por el alcohol, fue bajando por mi vientre hasta quedar frente a mi coño, flexiones las piernas y las abrí lo mas que pude.

Pasaba la lengua de abajo hacia arriba, lamiéndome bien el coño mientras con sus dedos me separaba los labios, luego con sus labios atrapo el clítoris y lo apretó delicadamente entre ellos… que delicia, estaba en el cielo, mi espalda se arqueo, mis ojos se cerraron, tenia la garganta seca pues respiraba por la boca y muy rápido, y empecé a sentir agitación y desespero… mi cabeza estallo

Quede inerte en la cama mientras mi respiración bajaba de intensidad

  • Métemelo – grite, Nene besaba mi vientre, no se como llego allí (en mi anterior historia dije que durante el orgasmo me quedo en las nubes y no me doy cuenta de absolutamente nada, pues es cierto).

  • ¿Qué...?

  • Cójeme – le suplique.

No necesite pedírselo una tercera vez, de rodillas en la cama levanto mis piernas y juntas las movió de manera tal, que quedaran mis rodillas flexionadas sobre su hombro derecho, tomo mis tobillos con la mano derecha y con la izquierda se agarro la verga y la apunto directo a mi coño, me lo metió de un solo envión, la tenia bien dura y mi vagina húmeda la recibió con gusto, empezó un delicioso y acompasado mete y saca que hacia que mis senos se agitaran cada vez que sus bolas chocaban contra mis nalgas, las cuales no descansaban en la cama pues tenia las caderas levantadas y un poco a la izquierda, mis piernas estaban cerradas y hacia un lado, lo que hacía que mi coño estuviera bien apretadito, sentía cada centímetro de esa rica verga entrar y salir de mi, fue aumentando la velocidad, esto me hizo perder el juicio y empecé a pellizcar mis pezones con fuerza… otra vez la agitación… sentí su verga palpitar y de nuevo un estremecimiento y la luz que me cegó… luego el cielo.

Toc, toc, toc, toc, toc… tocan la puerta

Continuara