Ahora los restos son los suyos
Continuación del relato "los restos que me sobran", cuenta la experiencia de la primera vez, que en un trío, se atreve con el sexo oral de hombre a hombre.
Durante la semana siguiente a nuestro encuentro con Juanjo, no fueron pocas las pajas que me hice con el recuerdo de mi polla en su boca, limpiando los restos de mi semen, mientras que Lucía contemplaba la escena maravillada mientras se acariciaba su coño.
Nunca pensé que pudiera excitarme tanto una escena de sexo con otro hombre, pero es que entre el recuerdo tan fascinante de la escena vivida, hizo que buscase vídeos porno de tríos bisexuales de dos hombres y una mujer. No sé si es que ya he visto demasiado porno heterosexual, que no está nada mal ver escenas bisexuales entre hombres, sobre todo las mamadas mientras la mujer está siendo satisfecha.
Lucía y yo hemos hablado de proponerle a Juanjo, si le gustó estar con nosotros y le apetece, de quedar de nuevo. Ella estaba muy excitada con la idea de repetir la mamada que me hizo nuestro invitado. Le hicimos saber nuestro deseo y ha aceptado.
Suena el portero igual que hace dos semanas. Le abre Lucía y ella espera en la puerta. En esta ocasión no se ha vestido sexy portando tan solo un camisón de satén negro, dejando claras sus intenciones. La cena no es lo importante sino follar. Eso sí, debajo lleva una combinación de lencería bastante erótica. Yo por mi parte estoy en chándal pero no llevo nada debajo. A Lucía le encanta este pantalón porque las erecciones se notan bastante y eso le pone mucho.
En esta ocasión Juanjo ya no está tan tímido al principio como la primera vez. Charlamos mientras nos tomamos una copa de vino para cenar a continuación. La cena transcurre de una forma muy amena y picante. Terminamos de cenar y yo soy el encargado de retirar las cosas de la mesa. Prefiero dejarles solos para que vayan intimando. Cuando vuelvo de la cocina en una de las ocasiones, Lucía está sentada en la mesa con las piernas en alto y la cabeza de Juanjo está entre ellas lamiéndole el coño de una forma que hace estremecerse a mi mujer. Mi polla salta debajo de los pantalones de mi chándal, marcándome completamente lo empalmado que estoy al ver dicha escena. Sigo a lo mío, recogiendo la mesa lentamente, a la vez que observo dicho espectáculo. Lucía, sabedora que estoy allí con la polla tiesa, me coge la mano, me acerca a ella y me besa mientras nuestro invitado sigue a lo suyo.
Al oído me susurra que me saque la polla y se la acerque a Juanjo. Dicho y hecho. Me gustó la anterior vez que estuvimos juntos como relamía los restos de semen que me quedaban después de la corrida. Juanjo sabe lo que tiene que hacer y comienza su comida de polla abandonando el coño de Lucía. Él, sentado me chupa la polla y Lucía, que estaba sobre la mesa, deja su posición y se sitúa de rodillas a la altura de mi verga y la boca de Juanjo, observando excitada la mamada que me está haciendo. A continuación, ella se acerca y le ayuda a darme placer, lamiéndomela entre los dos. Desde mi posición superior, estaba gozando tremendamente.
Los dos, cada uno a su estilo, me daban placer de una forma diferente. Ella, que sabía que me gustaba mucho, me daba pequeños mordisquitos a lo largo del tronco. Él, por su parte, le gustaba meterse el glande en la boca y con su lengua hacer círculos cariñosamente.
Si no paraban, estaba seguro que me iba a correr allí mismo y no era esa mi intención. Les invité a parar. Como Lucía estaba de rodillas, aprovechó la ocasión para desabrochar los pantalones de Juanjo y liberar la bestia de diecinueve centímetros que calzaba el muchacho para metérsela en la boca. Me encantaba ver cómo se la chupaba a otro. Era puro erotismo su forma de lamerle la polla. Los dos con las pollas tiesas como las teníamos, el coño de Lucía preparado por la comida de coño que le había hecho Juanjo. Era el momento de follárnosla.
Nos fuimos al sofá. Normalmente siempre que hacemos tríos nos vamos a la habitación para estar más cómodos en la cama, pero en esta ocasión queríamos probar distinto. No es que no hubiéramos follado Lucía y yo en el sofá anteriormente, pero nunca con terceros. Lo teníamos cubierto con una sábana vieja para evitar que nuestros fluidos mancharan la tapicería. Me senté en el sofá y a horcajadas, se posó mi mujer sobre mi polla. Tenía su coño chorreando porque entró como la seda. Por su parte, Juanjo se puso de pie en el sofá y acercó su miembro a la boca de ella. Mi perspectiva ahora había cambiado. Si antes veía como se la chupaba desde arriba, ahora estaba desde abajo. Mi perspectiva era otra y me gustaba más. Durante la semana había estado sopesando si comerme una polla por primera vez y así me resultaba sumamente apetitosa.
Cabalgándome, consiguió Lucía su primer orgasmo. Cambiamos la postura a perrito. Esta vez era Juanjo quien penetraba por detrás a mi mujer mientras yo recibía una dulce mamada con sabor a la corrida de ella. Me encantaba verla ensartada desde atrás. Juanjo le estaba dando duro. Su movimiento acompasado hacía que Lucía se tragase casi entera mi polla. Otro orgasmo.
Lucía estaba disfrutando de lo lindo. Me tocaba a mí. La tumbé sobre el sofá y, casi en misionero, lentamente se la introduje. Juanjo se colocó detrás del reposabrazos, poniéndole la polla sobre su rostro, que gustosamente recibía ella en su boca. Era en ese momento o nunca me atrevería. Me acerqué a besar a mi mujer. Tenía su polla tan cerca que no lo dudé. De la boca de Lucía el glande pasó a mis labios. No sentía ningún pudor ante lo que estaba haciendo. Estaba disfrutando de la verga de Juanjo en mi boca mientras me estaba follando a mi esposa. De vez en cuando la compartía con mi mujer aunque de puro vicio me estaba volviendo egoísta. Para ser mi primera vez, me sentía goloso de polla. Lucía tuvo su tercer orgasmo y yo tuve el mío propio. Juanjo estaba a punto de nieve y nos avisó que se iba a correr. Lucía y yo recibimos su semen con las bocas abiertas. La mayor parte cayó en mi lengua. Poca cantidad salpicó mi rostro. No pensaba tragármelo así que uniendo mis labios a los de Lucía, compartimos un apasionado beso blanco, traspasándole los restos que me quedaban en la boca.
Tras un rato de descanso, los miembros de Juanjo y mío estaban de nuevo listos para darle caña a Lucía. Sin embargo ella nos condujo a la habitación y nos obligó a tumbarnos en la cama. Nos pidió que le hiciéramos el favor de hacer un sesenta y nueve entre Juanjo y yo. Estábamos a su merced. Dicho y hecho. Ella se sentó a la altura de las almohadas, apoyándose sobre el cabecero. Sacó de la mesita de noche su consolador y mientras los hombres nos chupábamos las pollas mutuamente, yo, que podía verla, vi cómo se daba placer observándonos.
Nunca habría podido imaginar que estaría haciendo un sesenta y nueve con otro hombre mientras mi mujer se masturbaba ella solita. Tras un rato dándose placer en su coñito, puso el dildo en su agujero del culo. Poquito a poco se lo introdujo mientras que restregaba su mano espasmódicamente sobre su coño. Dos minutos después, nos suplicó que dejásemos de mamarnos las pollas y que nos la follásemos por los dos agujeros. Estaba súper salida. Me tumbé con la espalda en la cama, ella se subió sobre mí, se metió mi polla dentro de su coño. Juanjo se situó detrás y, con sumo cuidado, le taladró el culo.
La noche no terminó ahí. No solo me estrené comiéndome una polla. También me cogí por el culo a Juanjo pero eso ya es otra historia.